Tus pestañas últimamente parecen que ocultan tus pupilas de mi, como una hoja llevándose la más hermosa gota de rocío, luego de ser arrancada cruelmente por la brisa.

Dime a dónde vas con tanta prisa, si la luna aún baila detrás de las nubes, y ni siquiera se percata de nuestra disputa.

Dime qué no estuviste esperando este momento para escapar de mi.

Dime qué las nubes no fueron tus cómplices todo este tiempo, al apartar cualquier rastro de luz, de amor, de vergüenza y de pasión, de ti.

Dime qué no planeaste esto, que es tan solo una pequeña coincidencia, un impulso repentino; dime qué tus palabras, por más dolorosas que sean, no tuvieron nada que ver contigo, y que accidentalmente escaparon de alguna parte primitiva de ti.