¿Que haré cuando el humo se disipe y no te vea conmigo?

¿Que haré cuando los últimos pedazos de madera colapsen sobre mí?

¿Cuántas veces tosere tu nombre mientras caigo, sediento de vida, en los brazos de la muerte?

Parece que pasaré otra noche intentando sacar otra lágrima que logré apagar el fuego que arde dentro de nuestra casa en llamas...

¿Lanzarás flores de piedra a mi tumba para hundir aún más mi cadáver?

¿Buscaras en el ayer las razones para apaciguar el fuego que devora el mañana?

¿Cuantas veces llenarás de pisadas fosforescentes mi pasillo?

¿Es que acaso no entiendes que no quiero ir detrás de ti?

Sin importar que tan difícil me sea pedirte que te vayas, incluso cuando mis brazos me suplican que cese mis palabras, yo no cederé.

Aquellas razones por las que aún insistes en volver a mi, no son más que murciélagos que te susurran mentiras, no son más que pequeñas gotas de agua que esconden escenarios que jamás pasaron: tu propia mente te está engañando ¡Date cuenta ya!

Aún así, parece que pasaré otra noche intentando sacar otra lágrima que logré apagar el fuego que arde dentro de nuestra casa en llamas...

¿No son aquellos trazos, aquellos que se marcan en las nubes, los que mi mente alcanza a comparar con tu sonrisa?

¿A cuantos Ángeles sobornaste para que te pintaran en mi cielo?

¿Cuánto horror debo fingir al verte para que dejes de acosarme?

¿Cuán satisfecho necesita tu fantasma estar?

En una noche cualquiera, dentro de una casa en llamas...

¿Cuántas lágrimas necesitaré para apagar el infierno que has causado?