/Capítulo 20/
Daniel y Griffin no podían volver al apartamento de este último, pues no estaban seguros de lo que había ocurrido con la extraña bomba que habían descubierto y era un riesgo innecesario acudir y abrir la probabilidad de que alguien los viera.
Por lo que Griffin propuso pasar la noche en un almacén al que aparentemente solía acudir las noches que no podía conciliar el sueño.
Debido a la hora y a la oscuridad que les rodeaba, ningún taxi o autobús se avecinaba a la distancia, por lo que no tuvieron más remedio que ir a pie.
—Siento que el mundo me está castigando por nunca haber hecho ejercicio —soltó Daniel, sus piernas le dolían y su garganta ardía. Además, el frío en sus extremidades no favorecía su caso y ni hablar del hambre y cansancio que embargaba su cuerpo.
Griffin enarcó una ceja.
—Sólo es una caminata nocturna, no es la gran cosa —respondió—, una vez pasé dos noches en una selva, ¡con sólo una navaja y nada de comida! Esto no es nada para mí.
Daniel se rió, decidiendo no responder y dudando de la veracidad de ese comentario, ¿pero quién sabía? Quizá podía ser verdad.
El almacén de Griffin era un sitio que se hallaba alineado junto a otros más, todos ellos estaban registrados bajo números que iban del uno al diez (unos frente a otros) y se encontraban en una calle vacía y desértica, un tanto cerca de un par de la escuela de Daniel.
Llegaron a la fila de almacenes y Griffin cruzó sin pensarlo dos veces por el único pasillo, deteniéndose delante del portón número tres. Sacó de su bolsillo un juego de llaves e introdujo una de ellas en la cerradura del candado que protegía el almacén. Tras retirar el candado, empujó uno de los lados del portón, dejando suficiente espacio para poder cruzar sin problemas.
Le hizo un ademán con la mano a Daniel para que entrara, y él obedeció sin decir nada en voz alta.
Observó que el interior del almacén era pequeño y oscuro, habían múltiples cajas apiladas en pequeños montones alrededor de todo el sitio.
Soltó un suspiro, supuso que su situación podía ser peor.
.
Dormir en un catre no era la experiencia más cómoda, pero en definitiva agradecía que Griffin contara con dos de ellos, de otro modo, se habrían visto obligados a dormir en el suelo.
Soñó con una densa neblina y no estaba seguro de si acaso eso tenía un significado. Aunque optó por creer que simplemente no lo tenía, y, cuando despertó, se quedó mirando al techo.
Griffin no había querido mencionarle la razón por la que tenía un almacén con tantas cajas, y Daniel supo que no debía insistir al respecto.
Aún era temprano, de esto estaba seguro, pues sus párpados se sentían pesados y su cabeza daba vueltas. Sin embargo, ya no fue capaz de volver a conciliar el sueño.
Sólo transcurrieron diez minutos antes de que Griffin también despertara.
—Bueno —dijo él, su tono sonó ligeramente cansado—, el festival no es hasta las seis de la tarde, tenemos tiempo para prepararnos, si realmente vamos a buscar al tipo de la pistola lo mejor será tener cuidado.
Daniel asintió, no podía ver a Griffin debido a la oscuridad, pero podía saber con certeza que estaba arrugando el entrecejo.
—Eso suena bien —respondió Daniel, soltando un bostezo—, pero el único modo en que podremos identificarlo será mediante la voz, así que tendríamos que alejarnos de las mujeres y acercarnos mayormente a los hombres que asisten y tratar de conversar con ellos.
—¿Qué haremos si uno de nosotros lo descubre?
Daniel lo pensó por unos instantes.
—Huir de ahí, supongo —contestó, dubitativo—, sabiendo su identidad ya tendremos la ventaja y sólo sería cuestión de saber cómo conseguir la evidencia suficiente para entregarlo.
—Mmm... ¿Y estás seguro de que él es la misma persona que mató a James?
—Evidentemente él fue quien trajo al otro hombre a ese depósito, y basado en lo que nos dijo Sandy, entonces sí, estoy seguro de que él lo hizo.
—¿Sabes? No serías tan mal detective, ¿has pensado en estudiar criminología o algo así?
—Mis padres probablemente se infartarían si les dijera que quiero seguir una carrera así, además, ya elegí algo más.
—¿Qué cosa?
—Honestamente no tengo idea, es algo así como economía, pero fue porque me estaba quedando sin tiempo para elegir una carrera.
—Hum... ¿Así que te forzaste a elegir algo que ni siquiera sabes qué es del todo sólo porque te estabas quedando sin tiempo? No te ofendas, chico, sin embargo, me parece un desperdicio.
Daniel soltó suspiró.
—Probablemente lo es —admitió sin problemas—, pero no es como si me importara lo suficiente.
—Pues no es muy tarde para cambiar de carrera, dudo que alguna vez sea muy tarde.
—Sí, supongo.
Ambos se quedaron en silencio, y decidieron dormir un poco más, ya que, para cuando habían llegado a los almacenes, la hora ya rozaba con las doce de la noche. Tener sueño no sería algo que favorecería su misión
Fue un par de horas más tarde que Daniel y Griffin salieron del almacén y se dirigieron a una cafetería cercana, donde comieron lo suficiente para recuperar sus energías.
Luego de esto se quedaron ahí con las intenciones de armar mejor su plan para el festival.
—Sospecho que lo mejor para nosotros será separarnos —comentó Daniel, mirando la superficie de la mesa con aire decaído y apoyando su mentón sobre el dorso de su mano, aún se sentía algo adormilado por haber dormido hasta una hora a la que no estaba acostumbrado, y su cuerpo también se sentía adolorido por la huida a la que se había visto obligado a recurrir ayer.
En resumen, no se sentía bien.
Restregó sus ojos y soltó un suspiro.
Griffin ignoró esto último, y se limitó a responder su sugerencia.
—No suena mal, pero si llegamos a identificar la voz del atacante tendremos que irnos de inmediato, ¿bien?
—Mmm... De acuerdo.
Griffin arrugó el entrecejo.
—Es en serio, chico —persistió—, nada de intentar seguirlo por tu cuenta, debes prometerme que si lo encuentras no te acercarás.
Daniel puso los ojos en blanco.
—Como quieras.
—Prometelo.
—¡Esté bien! Lo prometo, ¿feliz?
—Sólo si no se te ocurre romper bajo ninguna circunstancia esa promesa, no podría cargar con la culpa de que algo le pase al hermano menor de mi mejor amigo —Griffin se cruzó de brazos y se reclinó sobre su asiento, apretando los labios y tornando su mirada de un aire serio—. Aún hay muchas cosas que podrían resultar mal... Sin embargo, esta es la mejor oportunidad que tenemos. Habrán muchas personas, así que no debería existir el riesgo de que que nos sigan si nos vamos.
Daniel asintió lentamente, pensando en esto.
Los dos volvieron a sumirse en un silencio que a ninguno le parecía incómodo o desagradable. Daniel levantó la mirada al oír la puerta de la cafetería abrirse y sus ojos se abrieron de par en par cuando reconoció a uno de los clientes que habían entrado.
Se trataba de Juliette, la novia de Félix, el otro chico que había muerto asesinado por medios que a los ojos forenses habían indicado suicidio.
Parpadeó con fuerza al notar que Juliette se veía tan mal como si fuera una zombie recién salida de su tumba.
Sus ropas estaban desarregladas y ella no parecía reparar en lo más mínimo en esto, su pelo era un manojo de cabellos que apuntaban en distintas direcciones, su piel estaba tan pálida cual cera, por encima de sus pómulos habían unas grandes ojeras que le daban la apariencia de un mapache, y, por si fuera poco, caminaba arrastrando los pies y su mirada estaba fija en el suelo.
Daniel no pudo evitar sentir pena por ella y mordió el interior de su mejilla.
¿Sería que Juliette se había deprimido tanto por la muerte de su novio que ya no le importaba salir con ese aspecto a la calle? Generalmente la depresión era la cuarta fase del duelo, le parecía raro que ella hubiera ido directamente a esta.
Aunque, ¿quién era él para hablar de la efectividad de esas fases si todos esos años nunca había pasado de la primera: La negación? Pasó una mano por su cabello.
No sentía que merecía acercarse a Juliette y contarle acerca de que Félix había muerto asesinado y no en un suicidio como todos le habían hecho creer. Tenía miedo de nunca poder comprobar algo tan grande como eso y hundir a Juliette en una falsa esperanza.
Además, decirle implicaba tener que involucrarla en ese desastre ilegal.
No era una buena idea.
—¿Qué tanto miras? —preguntó Griffin, interrumpiendo sus pensamientos.
Daniel sacudió la cabeza y apartó la mirada de Juliette. Sabía que ella no le reconocería a esa distancia y con la capucha que llevaba puesta, únicamente podía limitarse a ser un espectador de su dolor, pero incluso eso le parecía horrible.
—Nada —murmuró, haciendo un ademán con su mano, restándole importancia al asunto. Luego frunció el ceño y preguntó con lentitud:—. ¿Cómo te sentiste cuando te enteraste que James se había suicidado?
Griffin le miró con cierta sorpresa.
—¿A qué viene esa pregunta? —inquirió, ladeando su cabeza en incomprensión.
—Sólo me preguntaba.
En realidad era más que eso, ver a Juliette le había hecho recordar a un yo de su pasado: A un yo patético que se había esforzado en negar su vacío por la muerte de su hermano, demasiado asustado para creer que realmente se había quitado su propia vida.
Le había hecho preguntarse cómo había sido la reacción de Griffin, quien había sido el mejor amigo de su hermano, aún si Daniel no recordaba haberlo visto en el pasado de él.
Griffin juntó las yemas de sus dedos y apoyó su mentón sobre su superficie, esbozando en su semblante un gesto pensativo.
—Al principio me negué a creer que era cierto —admitió, mirando hacia abajo—, incluso estando en su funeral quería creer que se trataba de una estúpida broma de mal gusto... Pero entonces pasaron los meses y ya nada era lo mismo, sin embargo, no fue hasta en el día de su cumpleaños que por fin caí en la cuenta de que James ya no estaba... A pesar de que ya lo sabía, a pesar de que yo mismo había visto su tumba, a pesar de eso... Sólo en ese momento fue como si pudiera entender lo que en verdad había pasado.
Él se quedó en silencio, apretando los labios con fuerza y sin alzar la mirada.
Daniel lo miró fijamente, analizando su rostro y dándose cuenta de algo significativo.
—Tú ya habías perdido a alguien antes, ¿no es verdad? —preguntó, no en vano era capaz de reconocer en los ojos de Griffin una sorprendente tristeza que sólo podía tratarse de algo más que la muerte de su hermano.
Unos segundos más tarde, se mortificó al percibir la gran falta de tacto en aquella conjetura, estaba a punto de retirarla y disculparse, pero no logró hacerlo antes de que Griffin dijera:
—Tienes razón. James no es la única persona a la que he perdido.
Fue lo único que dijo, no sonó cortante, pero no era necesario que lo fuera para que Daniel entendiera que no quería hablar al respecto.
—Lo siento —murmuró, sintiéndose apenado por haber sacado el tema a colación.
Griffin asintió, sin embargo, no respondió.
Daniel volvió a levantar la vista, observando que Juliette había pasado a sentarse a una mesa, miraba con deje vacío hacia una pared delante suyo y su barbilla estaba apoyada sobre sus brazos.
Ella lucía tan perdida y solitaria que podría causar tristeza en cualquier desconocido que la viera a la distancia.
Daniel curvó sus labios hacia abajo en una mueca. No obstante, el verla tan sólo le hizo recordar por qué motivo hacia esa investigación tan arriesgada y nada que le diera ventaja, habiendo huido de casa y siendo buscado por la policía.
Al ver a Juliette ahí, viéndose tan lamentable y embargada de tristeza, era capaz de rememorar la razón que le había traído a todo eso en un comienzo.
No era sólo James o la promesa de demostrar que lo suyo no había sido un suicidio.
Ahora recordaba que habían muchas más cosas en juego.
Había un asesino suelto que era capaz de matar sin dejar un sólo rastro de su trabajo.
Había la probabilidad de que volviera a atacar y devastar a más personas como ya lo había hecho hasta ese momento.
No habían policías que estuvieran enterados de ello.
Daniel, debido a esto, tenía que actuar y hacer algo.
Relamió sus labios y se puso de pie, admirando a Juliette y mirándola con detenimiento, ella pareció percatarse de ello y levantó la vista. Sus ojos cayeron sobre él pero su rostro no dio señales de reconocerlo.
"No importa", pensó Daniel, "No importa si ahora mismo no lo sabes, pero me esforzaré para llevar al asesino de James y Félix a la justicia. No importa si en este momento te sientes en el fin del mundo... Te demostraré que aún hay motivos para seguir adelante"
Porque quizá lo que el mundo necesitaba era que sobraran razones para querer ser mejor.
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