Capítulo 4
Abrimos la puerta del departamento con la llave que Tayler le dió para que no tuviesen problemas en entrar, ya que yo soy demasiado olvidadiza en muchas cosas, en serio en demasiadas cosas.
Lo primero que nos encontramos es a un Matthew totalmente recuperado viendo la tele, parece que no fue hace nada que estuvo vomitando hasta un momento que cayó en la inconsciencia con la piel pálida. Ahora su piel dorada ha vuelto de nuevo en él, lleva una sudadera grande de los Chicago Bulls y su pelo parecía recién lavado además de que muestra una mejor cara que antes.
—¿Cómo te encuentras, amigo? Quiero hablar contigo —me llevo las bolsas a la cocina para no incordiar en su plática mientras tanto Matthew continua su mirada en la pantalla.
Saco los platos envueltos en aluminio y los coloco encima de la encimera, y las demás cosas que hemos elegido comprar para ambos, mis galletas favoritas, las guardo en la despensa.
Fue raro tener que ir a un sitio con Izan, me pareció gracioso que se pusiera gafas de sol, y la capucha de su sudadera encima, creo que exagera en cuanto a eso de ser famoso. El cielo se encontraba nublado y la mirada de la encargada que nos atendió además de varias personas no pasaron desapercibidas, pero nadie supo que se trataba de él.
Elijo calentar los platos sin el aluminio encima, mi mejor amigo estaría a punto de llegar.
Y en ese instante escucho la puerta abrirse y como suponía Tayler acaba de llegar.
—No había visto a un Izan enfadado en mucho tiempo —entra al lugar donde estoy mientras se quita la capucha.
—Pues me da igual que tan enfadado esté —le empujo fuera de la cocina—, ya puedes llamarlos a comer. La comida se va a enfriar.
Entran los tres después de varios segundos de silencio. Me siento en el taburete al lado de mi mejor amigo y los otros dos enfrente nuestra. Cada uno agarra su cuchara dispuesto a comer.
De nada….
—No sabéis lo que me ha pasado hoy— comienza a hablar el chico a mi lado. —Había acabado la clase de economía y cuando ya era la hora salimos todos hacia la próxima clase, pero en medio del pasillo me dí cuenta que se me había olvidado mi carpeta, por tanto, volví… — de repente empieza a reírse —Y adivina con que me encuentro.
Recibo una gélida mirada por parte de Matthew que sigue comiendo. ¿Qué pasa ahora?
No creo que por qué alguien te tire una bebida tenga un odio hacia aquella persona de por vida, ¿no?
—¿Qué? —le pregunto a mi amigo ignorando la mirada del otro.
Toma un sorbo de su coca cola antes de seguir.
—Me encuentro a la señora Keller con Greig Lancaster.
Se me cae un poco de mi bebida de mi boca en la mesa,antes de comenzar a reírme.
—¿En plena acción? —pregunta Izan y nos reímos todos excepto Matthew.
—Exacto.
—Que asco… —no podía creérmelo, no pensaba que la señora Keller era de esa clase de persona— ¿Ahora como la voy a ver en clase? —Le golpeo suavemente en su hombro, dejamos de reírnos y seguimos comiendo.
Mi intención de coger una servilleta enfrente de mí ha sido prácticamente anulada cuando al acercar mi mano hacia el medio de la mesa y obtenerla, lo que obtengo es la mano de Matthew.
Al principio me quedo paralizada pero mi mano suelta la suya tan rápido al sentir mis mejillas ponerse calientes. El resto de la comida, Izan cuenta varias anécdotas suyas mientras yo le escucho pero no levanto la cabeza de mi comida.
Al terminar, recogemos todo y me dispongo a encerrarme en mi habitación hasta que llegue mi hora de ir a trabajar. Me tumbo en mi cama, básicamente me lanzo hacia ella, y de lo agotada que me encuentro el sueño me llega pronto.
***********
El movimiento de mi hombro es algo brusco que me hace abrir los ojos y el primer pensamiento que aparece por mi mente es querer matar a la persona que me está despertando.
Literalmente me lanzo hacia esa persona pegándole con mis puños.
—¡Por qué me despiertas! —sigo lanzando puños sin ver la cara de mi agresor, porque no llevo puestas mis lentillas, pero eso me da exactamente igual cuando estaba en la mejor parte de mi sueño.
Cojo las gafas que nunca me pongo que se encuentran a mi alcance, encima de la mesita de al lado. Salto hacia atrás al ver que es Matthew.
—Oh, perdón —¿por qué coños me estaba disculpando? Se levanta tranquilamente, poniendo bien su jersey—. No tenías que despertarme de esa manera —reclamo, su rostro vuelve a ser serio—, la verdad ni siquiera tenías por qué despertarme o entrar a mi habitación.
—Primero, ¿se supone que me estabas golpeando? Porque deberías practicar más —se acerca a mí, hasta estar justamente enfrente, intimida demasiado—. Y segundo, Tayler me pidió que te despertara, llegas tarde al trabajo —después de eso, sale de aquí a paso lento y seguro.
Tiene suerte de ser un buenorro.
Cojo mi móvil, veo que son las cuatro, y en este momento debería estar entrando a la cafetería, me lavo la cara, agarro mi pequeña mochila y salgo de allí corriendo.
Matthew también está por salir del departamento.
Bajo por las escaleras corriendo, no me va dar tiempo llegar corriendo, ni esperar algún taxi.
—¿Necesitas un aventón? —aparece detrás de mí.
—¿Lo harías? —se encoge de hombros, no sé qué pensar de esto, pero ahora no me daba tiempo para hacerlo por lo que asiento— ¿Y tu auto?
—Allí —señala una motocicleta. Parece peligroso, mi rostro se contrae al verlo, no me gustan las motocicletas—. No pienso subirme a ese monstruo de dos ruedas, ¿sabes que me puedo caer, golpearme la cabeza y morir en dos segundos?
Culpo a las charlas que daba la policía cuando venía a mi instituto una o dos veces al año, a veces era sobre el bullying, otras sobre las redes sociales y otras sobre el cuidado de la conducción automovilística, todo andaba normal hasta que al final pusieron un video, sobre las consecuencias de no acatar las reglas de tráfico, de todo el video lo que se metió en mi mente fue la imagen de una cabeza aplastada de un hombre en el suelo.
¿Y por qué fue? Exactamente… por la moto.
Ese hombre ya no tenía cráneo, estaba segura.
Saca dos cascos pero no se coloca ninguna.
—Esa es mi intención.
Una sonrisa malvada se muestra por parte de él al ver mi cara de terror.
—Anda sube, no te voy a estar esperando todo el día —resentida acepto el casco pero no veo nada al ponerlo— ¿Como puedes ser tan…? En serio, nunca he conocido a alguien como tú.
Lo último lo escucho susurrar.
¿Eso es bueno o malo? ¿Espera...me estaba insultando? Pero en ese momento lo único importante es que parecía patética con el casco al revés, me quitó el casco para colocarlo nuevamente pero esta vez de manera correcta.
—Ahora sí —susurra muy cerca de mí. Esquivo su mirada subiéndome a la moto y él también lo hace, me agarro fuerte a su cintura sin pedirle permiso, veo como su espalda se tensa de inmediato al tener dedos agarrando su chaqueta, sin comentar nada enciende el motor para ir por las calles a máxima velocidad.
Aprieto los ojos mientras escondo la cabeza detrás de su espalda. Ahora mismo me da igual que se moleste por estar tocándolo, puede que suene mal pero primero mi vida.
El viaje se torna peligroso por las calles vacías cuando veo cómo se quita el casco, y por un momento solo tiene una mano en el manillar, dejando la otra extendida libremente.
—¡Qué haces! ¡Agárrate! —no me hace caso, al contrario va más rápido todavía, el viento golpea su rostro y su pelo va hacia atrás, creo que le estoy viendo sonreír pero no estoy segura, pero aún sigo aferrada a su espalda sin intención de soltarme hasta que haya parado.
Siento mi corazón irse a mil por hora con el miedo que tengo de poder caerme y no lo escondo.
Baja la velocidad cuando le indico que hemos llegado a la calle donde se encuentra la cafetería. Le devuelvo el casco al bajar, quiero agradecer el aventón pero antes de que pueda ya ha vuelto arrancar para segundos más tarde desaparecer por la esquina.
Idiota…
Entro a la cafetería donde trabajo, no es como el pub donde trabaja Clarisa, mi jefe es un tacaño como el señor Cangrejo que solo piensa en el dinero, si hacemos algo que le afecte perder dinero de los clientes no dudaría en echarnos a patadas, pero es amable y bondadoso, al menos espero que ahora lo sea por llegar tarde.
Para ser lunes casi todas las mesas están llenas. Intento entrar a donde se encuentra nuestro uniforme que solo consiste en un delantal negro sin que nadie note que acabo de llegar.
—¿Te crees que soy tonto o que te pasa? —pero… ¿cómo lo hace? Me ha pillado sin tener que levantar la cabeza de la caja registradora en donde se encuentra contando dinero— Serás la última en salir, y limpiarás las ventanas por delante y por detrás como castigo por tu tardanza.
Me acerco lentamente haciéndole pucheros para que cambie el castigo, pero simplemente niega con la cabeza, esta vez junto mis palmas al hacer ojitos, mi cara de soy una chica buena e inocente que no hace mal a nadie solo provoca que se ría. Sé que Robert puede ser un jefe duro pero por dentro sé que es buena gente, hasta fui a cenar con él y su mujer varias veces.
Si es que soy adorable...
Dice que mi pelo rizado le hace recordar a su hija, que falleció hace un año. Al parecer también era una ricitos de oro, simplemente que yo soy de pelo color negro azabache. No la llegué a conocer pero estaba segura que al tener unos padres como los suyos, había vivido muy feliz.
—No sigas Anne, ya te he quitado muchos castigos, tienes que aprender a llegar temprano a los lugares requeridos —me sacude el pelo.
—Está bien…—se ríe al ver mi mueca y me giro para coger mi uniforme y empezar a trabajar en las mesas.
La tarde pasa volando hasta que llegan las ocho y estoy limpiando las ventanas. Todos se han ido excepto Miles, un compañero de trabajo, que ha decidido ayudarme y cerrar la cafetería juntos.
—Buenas noches Miles— le doy un rápido abrazo antes de subir al uber que me está esperando en la acera del frente.
Enciendo el móvil y veo como tengo varias llamadas perdidas de las chicas. Llamo a Clarissa para saber qué ocurría.
—¡Dónde rayos estás! —alejo el móvil de mi oído cuando me alza la voz dejándome sorda. —Tenías que estar aquí hace una hora.
—¿En dónde? —le digo la dirección al conductor —Voy de camino a casa, solo tengo ganas de tirarme a la cama.
—Siempre tan olvidadiza, ¡el concierto es esta noche! Estamos aquí esperándote.
Cuelga de pronto sin dejarme hablar, y suelto un suspiro.
Le doy un pequeño agradecimiento después de pagarle al conductor y me bajo del auto para luego entrar al edificio donde resido.
Cuando abro la puerta, Diana y Clarissa están discutiendo por quién se pondrá el collar que tienen en la mano, es decir, mi collar.
—Hey, estad tranquilas— me están asesinando con la mirada las dos a la vez, eso sí que da miedo— ¿A qué hora es el concierto?
—A las nueve y media—responde Diana.
—Okey…—miro mi reloj de mano— Eso es en cuarenta y cinco minutos. Salgamos ahora.
—¿Vas a ir así?— levanto una ceja al escuchar a Diana— Es decir, al menos cambia la camisa, esa está manchada.
—Pero date prisa, será difícil entrar con la cantidad de gente que va a ver —me adentro a mi habitación y como sé que está haciendo una noche de brisa gélida, elijo ponerme un chaqueta vaquera azul oscuro con botones marrones y debajo de esta, una camisa de flores corta con escote. No me hace falta quitarme los pantalones, en cambio, remplazo mis covers por botines de tacón bajo. Creo que voy bien, normal, y por último cojo mi móvil de la mochila que me llevé al trabajo y salgo de allí.
Tayler está hablando con las chicas sentadas en los sofás, me acerco a ellas y se levantan listas para salir.
—¿Por qué no quieres venir?—le pregunto a nuestro amigo, niega con la cabeza rechazando la idea de ir al concierto.
—La última vez que fui a un concierto suyo, las chicas que me rodeaban me dejaron sordo durante las dos horas que duró el concierto. Fue mucho sufrimiento para mí —hace como si pasara un escalofrío por su cuerpo. Madre mía, cómo me calienten la cabeza, salgo de allí— Saben que los apoyaré sea donde sea aunque no iré hasta que me pongan en la zona vip como amigo que soy. Pero hoy he quedado con alguien que me está esperando, os llevaré hasta allí de inmediato así que salgamos.
Salimos de allí a paso apresurado para subirnos en su Audi rojo, el tráfico era concurrido pero no muy lleno. El estadio se encontraba hacia la parte este de la ciudad, desde la autovía más cercana se podía oír los gritos de las personas cuando abrías la ventana, la brisa golpeaba fuerte mi rostro pero sentí un escalofrío al ver la cantidad de gente que venían a ver a Izan, Fernando y Matthew.
Cuando bajamos del auto, nos despedimos de Tayler y vimos cómo arrancaba a toda mecha. Había varias filas demasiado largas, las chicas se encontraban a mi lado buscando a no se quien, en ese momento dos chicas se acercaron a nosotras.
—¿Sois Laura y Emma?— les pregunta la peliazul cuando las vió, las chicas asintieron rápidamente emocionadas. —Anne...las entradas.
—¿Qué? —no entiendo nada, ¿de donde conoce a esas chicas?
—Que me des las entradas, para recibir mi dinero chica —la miro con los ojos abiertos.
—Clarissa ha subido una historia en Instagram diciendo que las ganadoras de un sorteo podrán comprar dos entradas del concierto de hoy, ya que estaban agotadas— me explica Diana, mientras se encuentra chupando un chupa chups que tampoco sé de dónde lo ha sacado.
—¿No te lo había contado?— mi rostro exclama la respuesta que ella considera que ha llegado a entender— Upss...pero ya se los dije a esas chicas y están esperando impacientes por ellas.
Vuelvo a mirar a las chicas, todo es culpa de Clarissa y de su afán de conseguir dinero para comprarse lo que quiere. Tengo las entradas en el bolsillo pero…—Has tenido suerte de que las haya traído ¿Y si después no nos dejan entrar a nosotras?—les pregunto.
—Llamamos a Izan y que salga a por nosotras—comenta la peliazul tan relajadamente.
—Eso sí sus fans no lo devoran primero—ella teclea en el teléfono antes de llevarlo a su oreja, habla con Izan, las filas van avanzando y la gente está pasando después de una revisión de seguridad, quedan exactamente quince minutos para que comience.
Les entrego las entradas y Clarissa recibe su dinero, una gran suma, exijo el cincuenta por ciento de las ganancias, a lo que ella acepta ya que eran mías. Las chicas van corriendo muy contentas y se ponen en la cola también, en realidad somos las únicas que estamos un poco separadas de la cantidad de gente.
No sé qué esperar de esta noche, pero si tienen todos estos fans con camisetas de sus caras, incluso de su logotipo que no puedo saber qué es exactamente desde mi posición entonces deben ser realmente buenos, ninguna de las tres las hemos escuchado cantar a ninguno, básicamente les diremos nuestra opinión al finalizar, yo seré la más exigente estoy segura.
Aunque me gustó mucho la canción que sonaba en la tienda de música del tío de Fernando.
—¿Alguna de vosotras sabe cuál es el nombre del grupo?— pregunto, Diana suelta a reír y la seguimos cuando nos contagiamos con su risa.
—En serio...esto no parece normal— se seca las lágrimas que le han salido— ¿Cómo podemos venir a su concierto y ninguna de las tres saber el nombre de la banda? No los conocemos demasiado, pero hasta ahora no se me ocurrió preguntarlo.
Alguien venía hacia nosotras, no se veía bien por que las luces del edificio nos cegaban pero pensé en que era Izan llegando a por nosotras, hasta que me fijé que es una mujer.
La chica castaña con mechas de color lila se puso delante nuestra con una sonrisa bastante grande en su rostro.
—Bienvenidas chicas, Izan me ha mandado a por vosotras, ¿emocionadas por verlos tocar?—la saludamos de una en una como en la noche que la conocimos para luego seguirla adentro.
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