Capítulo 2
La cena transcurre tranquila, Diana y Clarissa están devorando con la mirada a Izan y Matthew que siguen sin camiseta aunque no sé si soy yo o es que el tal Matthew parece que está ocultando algo con sus brazos.
Y no voy a mentirme a mi misma, están para comérselos y repetir todas las veces que se pueda.
Aunque sigo mirando mi plato, yo solo rezo que el chico malhumorado no sea uno de los que se quedarán aquí y que sea el tal Fernando que parece más amigable.
Los únicos que están hablando son Fernando y Julissa que creo que son pareja, con Diana y Tayler, mientras los demás siguen comiendo tranquilamente.
—Iré a por el postre —que es el bizcocho que compré en la mañana, ahora lo tenía que compartir con gente que ni conozco. En fin, le dije a mi mejor amigo que compartiría de hoy en adelante—, enseguida regreso.
Voy hacia la cocina y suelto un sonoro suspiro, joder, me siento muy tensa. Tenía que relajarme.
¿Por qué de todos los chicos que podían venir, tenía que ser justo al que le había echado cerveza encima?
Sin querer, debo reiterar.
Pensaría que es mudo si no fuera porque soltó tres palabras en la tarde. No sé cómo le puede caer bien a Tayler.
Quito el bizcocho de la caja transparente en el que estaba y la pongo en un plato bastante grande, también tengo que llevar los platos y cucharas, pero no puedo con todo.
De repente, veo como el tal Matthew se encuentra a mi lado cogiendo varios platos del armario como si supiera la cocina de memoria y los va colocando uno encima de otros. Agarra varias cucharas y las coloca encima, ese último movimiento hace que nuestros codos se rocen y provoca que se me ponga los pelos de punta enseguida.
No habla, no me observa, simplemente los agarra con las dos manos y vuelve al comedor, lo que me permite ver su espalda al aire.
Tiene suerte de ser un buenorro
Tayler me dijo que eran dos personas las que se iban a quedar aquí, espero definitivamente que sea la pareja.
Tener que convivir con él, es lo último que quiero.
—¡Anne! —me llaman y salgo directamente con el bizcocho en mano.
Lo coloco en medio de la mesa y Tayler comienza a repartir.
—Tay, ¿quién de ellos fue el que se quedó atrapado en un árbol simplemente con calzoncillos? —el joven llamado Izan comienza a toser fuertemente, ahogándose con el bizcocho cuando Clarissa suelta tal pregunta con una maliciosa sonrisa.
Los demás soltamos una gran carcajada. Cuando volvió Tayler del campamento nos contó todo lo ocurrido en ese lugar, pero después de tantos años no recordaba exactamente todos los detalles.
Matthew le da golpes por la espalda hasta que encuentra aire, y toma un vaso de agua.
—¿Se lo contaste? —mi amigo simplemente se encoge de hombros.
Cuando me relajo de reírme tanto con Clarissa, siento la mirada de alguien pero intento ignorarla.
Entre ellos dos continúan recordando cosas del campamento y contándonos cómo fueron amigos y ser más cercanos entre ellos que con los demás.
Excepto Fernando y Julissa que no estaban allí.
Cuando terminamos de cenar, limpiar la mesa y poner los platos en el lavavajillas, veo como la supuesta pareja empieza a recoger sus cosas.
No sabía si llorar o cagarme en todo lo que se menea
Se despiden y abrazan a cada uno, se van diciendo que los verán dentro de dos días, las chicas siguen como idiotas mirando a los dos chicos que solo se encuentran con un pantalón de chándal gris.
—Tayler diles a tus invitados que se pongan una camiseta por favor —le susurro al oído cuando nos alejamos un poco de los demás—. Y tú también.
—Está bien —pone los ojos en blanco antes de dirigirse hacia ellos y llevarlos a las habitaciones de huéspedes.
—Amiga, que suerte tienes, aprovecha el tiempo que estén aquí y tírate a uno de los dos —dice la peliazul mientras toma asiento en un sofá individual—, o a los dos.
Diana se ríe y yo niego con la cabeza por sus locuras. Comenzamos a hablar sobre la universidad y después de contarnos sobre el día de hoy, pregunto:
—¿Qué película vemos? Tengo ganas de una de terror, ¿os parece? —recomiendo.
—¿No que íbamos a salir? —Diana pregunta entre tanto pilla un cojín y lo coloca bien para ponerse cómoda.
—Se me han quitado las ganas.
—Dejad sitio —demanda Tayler después de un rato, los chicos se sientan entre los espacios, y maldigo por haber dejado un espacio a mi lado, porque ahora Matthew está sentado en ese lugar, justamente a mi lado.
Su olor llega a mí, y aunque no debería pensarlo, me gusta como huele, lleva el pelo mojado y verle así solo me han dado ganas de morderme los labios de lo sexy que está, pero me contengo. Además de que esta vez los tres llevan camiseta.
—¿Así que tocáis en una banda? —Clarissa rompe el silencio.
—¿Cómo se llama? —pregunta Diana.
—¿En serio no sabéis quienes somos? —Izan pregunta incrédulo, mira a Tayler ahora— ¿Les has dicho que finjan delante nuestra, verdad amigo?
Vaya... El chico se cree un artista internacional.
Nosotras lo miramos con una cara de qué está hablando y él se percata de ello.
—¿En serio?
—Si lo supiéramos no preguntaríamos, listillo —digo ya un poco irritada, no serán tan buenos seguramente.
Vale... Con estos dos no hemos empezado del todo bien, pero es que chulos son y mucho.
—Izan déjalas, no tienen cultura musical —por primera vez desde que ha entrado aquí, el tal Matthew ha hablado.
—¡JA! —una pequeña risa llena de sarcasmo me sale sin poder impedirlo, que no tenemos cultura musical dice..., Clarissa también se ríe conmigo, suelto un suspiro, ahora solo tengo ganas de insultarle.
Puedo ser una chica agresiva, eso me viene de mi mejor amiga.
—No conozco a nadie que sepa más de música que Anne —agradezco con un pequeño gesto a Clarissa.
—Normal, solo la conoces a ella.
—¿Por qué mejor no miramos la película que ibais a elegir? —Mi mejor amigo parece intentar poner calma en la sala.
—Estoy de acuerdo —concuerda Diana.
—¿Todavía sigues aquí? —Oh, ya empezamos, Tayler y Diana comienzan a discutir. Desde que se conocieron el mes pasado no se han llevado nada bien. Y no entiendo, Diana es un ángel y Tayler es muy educado con los demás.
Sin esperar más, Clarissa inicia la película. La película hace que me distraiga por momentos para no seguir pensando en el chico que se encuentra a mi lado.
Me gustan las películas de terror y misterio, me encanta la sensación de adrenalina y suspense, muchas veces adivinas lo que pasa, esas veces que gritas a la protagonista que no entre al lugar donde se esconde el malo como si te pudiera escuchar, otras veces que son las que me fascinan es cuando la película da un giro en la historia que te quedas impresionada, con cara de ¿cómo, qué cojones ha pasado aquí? Eso hace que me gusten más. Lo mismo me pasa con los libros.
Si algo no me gusta de las películas es cuando te ponen al principio—o otras veces al final—, que está basada en hechos reales.
Simplemente eso hace que se me pongan los pelos de punta, porque me los creo y después siento que me va pasar a mí tarde o temprano.
Izan pega un grito por detrás del sofá, sin razón ninguna dándonos un leve susto a Clarissa y a mí, y sin darme cuenta me encuentro abrazando a Matthew al saber lo que he hecho, provoca que trague saliva.
"No me toques"
El recuerdo de la primera vez que lo toqué llega a mí, le escucho soltar un quejido de dolor y me preparo mentalmente antes de que se enfade como la última vez.
Sin embargo, al sentir su respiración en mi frente, me puse completamente nerviosa y no sabía muy bien por qué.
La risa de Izan me sobresalta recordando que sigo abrazada a él, me vuelvo rápidamente a mi lugar sin querer mirarle.
Espero un grito o algo, pero nada llega, aunque no descarto que me esté asesinando con la mirada ahora mismo.
Clarissa lanza varios cojines hacia Izan mientras que él se queja. Que buena puntería.
—Tay, iré a descansar —se levanta sin haber acabado la película, pero en este instante me alegro de que se vaya— Gracias por la cena.
—No hay de qué, hermano —un choque de puños entre esos dos es lo que presencio antes de desviar mi mirada a la televisión de nuevo.
Después de lo que parece haber pasado unos veinte minutos Izan se queda dormido al lado de Clarissa que al verlo en ese estado no parece tan idiota.
Los cuatro seguimos mirando tranquilamente mientras tanto comentamos en alguna que otra escena, la diferencia es que Tayler ahora se encuentra a mi lado envueltos con una gran manta.
La película termina, nuestro amigo despierta a Izan y se van los dos hacia el pasillo, y nosotras a mi habitación.
Son casi las una de la mañana, temprano para nosotras en un sábado, nos sentamos encima de la mediana alfombra que está en medio de mi habitación, en posición de indio, y con golosinas en medio comenzamos a hablar.
********
Me despierto al oír el grito de alguien fuera de la habitación, pero no puedo levantarme.
Clarissa me tiene en una especie de llave imposible de salir, con una pierna encima de mí y un brazo alrededor de mi cuello. La intento despertar pero como no se mueve, salgo de allí con dificultad.
Salgo de la habitación cerrando la puerta tras de mí sin hacer ruido, Izan encima de Tayler en medio de la sala es lo primero que ven mis ojos.
—¡Qué me las des! —grita Izan, aunque parece más una súplica que una orden.
—¡Te comistes sus galletas, si comes sus chocolatinas, estarás bajo tierra en cuestión de segundos! —Mi mejor amigo tiene algo en la mano la cual Izan intenta agarrar.
—¡No me importa!
—¡Pues a mí sí! —se quedan quietos al escucharme, los dos se levantan del suelo— ¿Te gustaría que tocasen tus cosas?
Permanecen en silencio.
—Esas son mis chocolatinas, si te crees un súper famoso con dinero, ¿por qué no compras los tuyos propios?
Ayer compartí más que suficiente
Camino a la cocina, y me encuentro al chico de pelo largo sentado en el taburete desayunando tranquilamente.
No me molesto ni en decir buenos días, solo voy hacia la nevera y cojo varios huevos para preparar el desayuno, agarro uno de los sartenes más cercanos que veo y enciendo el fuego para prepararlos.
Mi cuerpo parece percatarse que se encuentra detrás de mí, siento su mirada en mi nuca, el sonido que hace al masticar su comida, la cocina se llena de una tensión inexplicable, un silencio entre los dos excepto por el aceite de oliva chispeando por el calor del fuego. Sigo con lo mío, pero no me gusta que me miren demasiado, que me observen en silencio, que me analicen.
Y él está haciendo precisamente eso.
Desde siempre tener la sensación de que alguien me observa, sin yo estar hablando con aquella persona o que sea de mi círculo social, provoca que cada parte de mi cuerpo se tense y que esté en completa alerta, como si algo malo podría llegar a pasar en cualquier momento.
Es como cuando estás en la calle, esperando por alguien, estás parada en alguna esquina, o sentada en el banco del parque, con demasiada gente a tu alrededor, siempre haces los mismos movimientos, recorrer la mirada por todos lados a ver quien te está mirando, jugar con tus manos, ver la hora, rascarte el brazo, sentirte tensa, ver si algún mensaje te ha llegado de aquella persona pero no responde, o maldices porque simplemente no hay nadie con quien tengas algo de qué hablar por el móvil mientras esperas, y cuando sabes que no tienes ningún juego en el móvil finges que hablas por teléfono, para que la gente piense que no estás sola y sin hacer nada en ese momento, con el único fin de que no te miren raro.
Gestos que hacemos, pero que no funcionan de nada, esa falta de seguridad en uno mismo, primero porque se nota demasiado si no eres un buen actor, y segundo porque por dentro sigues estando igual que al principio, sintiendo la mirada de alguien en ti y sin saber cómo evitarlo.
Mi sistema nervioso es terrible, desde pequeña he pasado por esto, cuando comía en el recreo del colegio necesitaba estar sentada porque no me gustaba comer de pie, ni mucho menos mientras estaba caminando, sentía que me veían masticar, no es que masticaba mal pero aún así, o cuando me ponía a hacer mi presentación delante de la clase en el instituto, mi corazón iba a mil, mi cuerpo temblaba y comenzaba a tener calor, mis manos comenzaban a sudar, todos lo notaban, lo peor era que dentro de mí, en mi cabeza no me sentía nerviosa sino tranquila, pero al parecer a mi sistema nervioso no le importaba.
—¿Te pongo nerviosa? —maldije por lo bajo, todo me ponía nerviosa sin yo quererlo, mi madre me regañaba cuando no hablaba bien delante de la gente y se creían que era tímida—. Veo como tu pierna derecha no para de moverse, parece estar temblando.
Al terminar de hacer los huevos fritos, los pongo en un plato para después girarme hacia él.
—No estoy nerviosa, es una especie de... tic que me ocurre a menudo —le digo después de soltar un leve respiro.
—Un tic nervioso —argumenta, se encuentra ahora encima de la encimera, sus pies se balancean, sus manos apoyados a sus costados, su camisa blanca se adhiere a su cuerpo, su pelo está desordenado, y una chispa de curiosidad es lo que veo en su mirada.
—Algo así. —Asiente.
Todos deberían entender la diferencia entre timidez y vergüenza.
Aunque lo he repetido tantas veces en mi vida, muchos siguen pensando lo mismo, que soy tímida, por eso siempre me aparto de la gente que rara vez veo, porque simplemente me da igual provocarles una buena sensación.
Soy una chica vergonzosa. Todo me da vergüenza, no me gusta llamar la atención. Así sin más.
—No pareces una chica tímida.
¡Aleluya! Alguien que lo entiende...
Suelto una pequeña risa antes de darme cuenta y confusión es lo que retrata su rostro ahora mismo.
—¿Qué? —pregunta pero muevo la mano en señal de que es una tontería.
—Nada, cosas mías —parece querer saberlo a toda costa, veo como baja de un salto y se acerca a mí lentamente, y dos segundos después ya me escucho hablar— Es que se me hace gracioso que seas la primera persona que me haya dicho eso.
—¿Por qué? ¿Es qué no es así? —Al parecer le han entrado ganas de tener una conversación conmigo.
—Mejor olvídalo —contesto.
Parece querer decir algo, pero Izan entra en la cocina mirándome arrepentido.
—Anne, lo siento, no volveré a coger tu comida, pero soy débil ante el chocolate —le muestro una sonrisa y no sé porque no me siento enfadada.
—Por tus disculpas, te regalo la bolsa —parece haber encontrado la felicidad instantánea, muestra una gran sonrisa antes de correr hacia mí y abrazarme demasiado fuerte que siento quedarme sin oxígeno.
—Eres la mejor —me besa en la mejilla, su mirada se dirige a los huevos fritos ya emplatados—. Quiero desayunar.
—¿No has comido ya suficiente? —lo miro con los ojos entrecerrados hacia él, me sonríe antes de negar con la cabeza.
Diana aparece con una camiseta muy grande en ella y calcetines blancos, y tiene el pelo envuelto en una coleta.
—¡Buenos días! —saluda a todos, antes de tomar asiento a dos taburetes de donde Matthew se encontraba sentado.
Obligo al chico rizado a ayudarme a terminar de preparar el desayuno, lo ponemos en el comedor cuando acabamos, todos se sientan menos el castaño de pelo largo que sale a contestar la llamada entrante que acaba de recibir.
—¿Cuándo será vuestro concierto? —Clarissa qué se ha despertado hace poco, pregunta.
—Mañana por la noche, por supuesto estáis invitados. Tayler, Anne, agradecemos que nos dejéis quedarnos aquí.
—¿Donde se ha ido tu actitud chulesca de la noche de ayer?
—Oye... qué en verdad no soy así eh —piensa que decir pero nada parece ocurrirle. —Digamos que ayer no me porté adecuadamente, un mal día lo tiene cualquiera, ¿no?
Sonreímos todos y después de musitar un lo siento también se ríe con nosotros.
Diana y Tayler se han encargado de lavar todos los platos, no sé cómo lo habrán hecho sin tener que discutir como siempre o eso creo. Es domingo y todavía es muy temprano así que no tenemos nada que hacer.
—Mostrarnos alguna canción vuestra —Clarissa se lo pide a Izan, este último sonríe antes de negar.
—Tendréis que esperar al concierto de mañana y después nos daréis vuestra opinión.
Segundos después de que mi amiga parece estar pensando, acepta con la unión de sus manos como si acabaran de cerrar un trato.
Decido poner algo de música conectando mi móvil al altavoz.
—¿Cuál vas a poner? —Matthew aparece a mi lado como por arte de magia, entre tanto sigo mirando en mi lista de canciones.
La melodía de Hall of Fame de Script y William comienza a sonar, bajo el volumen para que los vecinos no se molesten.
Observo su rostro pero no muestra ninguna reacción, alza una de sus cejas al ver que le estoy mirando sin ninguna vergüenza, creo que sabe lo atractivo que es y nadie puede negarlo.
La canción suena y veo como Clarissa se sube encima del sofá bailando y saltando como una loca e Izan con la escoba tocando como si fuera una guitarra.
You can be a master
Don't wait for luck
Dedicate yourself and you can find yourself
Standing in the hall of fame...
Me gusta esta canción, cada vez que la escucho me da demasiada motivación para levantar el trasero y luchar por mis sueños, aunque sea demasiado vaga.
Las letras de canciones como estas son las nos motivan a que lo único que no hay que hacer es rendirse por cada golpe de la vida, sino levantarnos y aprender de ello.
—No sé qué pensar de esto —me susurra Matthew en mi oído, un escalofrío recorre mi cuerpo al sentirlo demasiado cerca de mí. Sin embargo, estoy segura que está con una mueca en su rostro.
Ayer ni siquiera parecía querer hacer el esfuerzo de abrir la boca. No lo entiendo. Creo que es bipolar.
Desde dónde estamos podemos ver a Diana uniéndose a Clarissa cantando la canción como si no hubiera mañana, y Tayler escribiendo en su móvil.
___________________________
Disfruten de la canción en multimedia :)
Ig: @marianat_x
Comenten y voten para saber sus opiniones, me hacen mucha ilusión.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro