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Capítulo 13

Rara vez caminaba más lejos de las zonas cercanas a la universidad, por el momento eran los únicos sitios de Seattle que conocía.

Sin embargo, caminar por los lugares más concurridos, es decir, por el centro al lado de un chico bastante atractivo y famoso, para mí era todo lo contrario a una buena idea.

Me estaba sintiendo incómoda por cada paso que daba a su lado, que eran la mitad de los que daba él. Me estaban poniendo tensa las miradas sobre mí. Algunos no nos hacían ni caso pero la mayoría sí. Lo peor es que a Matthew parecía o no notar nada o darle igual todo.

—¿A dónde vamos? —pregunto después de mucho rato caminando.

—Enseguida llegamos —era la tercera vez que decía eso.

En un cruce, decidí ir por otro lado sola. No sabía dónde me quería llevar, pero ya no quería seguir. Iba a volver a casa por mi cuenta.

Unos brazos me agarran dándome la vuelta. Choco con su duro pecho y cuando quiero gritarle, me doy cuenta de lo cerca que estamos, tanto que nuestras respiraciones se juntan.

—¿Qué haces? —su pregunta me desencaja del momento por un tiempo para luego entenderlo con lógica.

—Me quiero ir a casa, estoy cansada. Ha sido un largo día y todavía no acaba —contesto sin emoción ninguna, dando una de las causas por las que quiero volver—. Lo digo en serio.

—Solo quería recompensarte por el favor, nada más. Ya casi íbamos a llegar —Sus ojos oscuros recorren lentamente mi rostro, dejándome poco a poco sin respiración.

¿Qué me ocurre?

Ahora es cuando siento sus manos en mi espalda reteniéndome. Me suelto de su agarre tan rápido como puedo.

—Perdón —se disculpa cuando se da cuenta del acto.

—Tranquilo, con un gracias era suficiente. Es mejor que volvamos.

Hay un gran grupo de chicas detrás suyo, con sus teléfonos a mano grabando todo.

Él se da cuenta y se gira rápidamente antes de volver a mirarme.

—Para de rascarte el cuello, se está poniendo rojo —agarra mis manos alejándolas de mi cuello. Ni siquiera me estaba dando cuenta de mi inconsciente acto antes de sentir mucho calor en este instante y que me está empezando a picar todo el cuerpo.

—Tengo que irme.

—Vamos.

Salimos corriendo de allí durante mucho rato. Cuando no puedo más me detengo a tomar aire, me encuentro en un callejón y lo primero que me doy cuenta es que no hay nadie a mi alrededor. Eso me hace soltar un respiro de alivio.

Matthew vuelve a mí corriendo, no sabía que me había dejado atrás hace mucho. Qué sinvergüenza.

—¿Estás bien? —pregunta cuando ve que me siento en el suelo apoyada a la pared.

—Necesito respirar —toma asiento a mi lado.

—Es la primera vez que corro de unas fans —intenta mejorar el ambiente—. Hey, Anne mírame.

No lo hago. Cierro los ojos intentando concentrarme pero no puedo, mis manos comienzan a temblar, y solo puedo escuchar la velocidad de mi corazón aumentando. Tengo mucha calor, y quiero rascarme por todas partes, Matthew se coloca delante de mí para retener mis manos impidiendo que lo haga.

Me cuesta respirar, y sé que me está dando un ataque de pánico.

—Anne, por favor mírame —Aprieto sus manos queriendo arañarlo para que me suelte, sin embargo, no lo hace.

No quiero que me vea llorar, aunque las lágrimas luchan por salir. Intento respirar con normalidad, en cambio los temblores en mi cuerpo no me dejan hacerlo correctamente.

—Anne, maldita sea, cálmate y mírame, sé que puedes.

Como si no lo hubiera intentado

Sigo luchando con sus manos para que me suelte, creo que le estoy haciendo daño pero aún así no se cansa de retenerme.

—Vete —quiero que se vaya. Ya es la segunda vez que me ve en este estado, no me gusta que me vean.

No me puedo imaginar si hubiera sido delante de todas esas chicas que anteriormente estaban grabando.

Comienzan a pitarme los oídos, y mi cabeza duele al mismo tiempo que sigo apretando los ojos para intentar de algún modo hacer que desaparezca el dolor.

Odio esto...

Cuando voy a aguantar la respiración para que deje de pasarme, pasa algo que nunca, NUNCA, hubiera creído.

Matthew suelta mis manos y de un momento a otro tiene mi rostro en sus manos a cada lado de mis mejillas, apoderándose de mi boca.

En un principio no se que hacer, no puedo pensar y en el momento que su lengua pide entrada, unos cables se conectan en mi cerebro correspondiendo el beso automáticamente.

Sus labios son suaves y gruesos, simplemente exquisitos. De un momento a otro pasa a comenzar a besarme lento como si quisiera conocer cada rincón de mi boca.

Su boca huele a menta y alcohol

Matthew me está besando y yo estoy correspondiendo. Mi corazón da un vuelco buscando oxígeno pero tampoco quiero romper el increíble beso que estoy recibiendo. La sensación es otra muy distinta a la que hubiera imaginado.

Por el contrario, alejo mi rostro del suyo intentando recuperar la respiración. Tiene sus ojos en mí y yo en él, nuestras respiraciones agitadas y sin nadie a nuestro alrededor.

—Ya no sé si estás roja por tu pequeño ataque o por el beso —no sé cómo tomármelo cuando dice eso.

Sus ojos brillan, y no quiero pensar que es por mí. Trago saliva cuando sus ojos recaen en mis labios provocando que los muerda en un intento de esconderlos.

—No hagas eso —susurra más cerca provocando un escalofrío por todo mi cuerpo—. Me dan ganas de besarte una vez más.

Ay, madre santa...

Abro los ojos como platos al escucharlo. Siento un escozor en mi parte íntima haciendo que apriete mis piernas. Mis manos sudan y tengo muchísimo calor pero no como antes. Esto son llamas por todo mi cuerpo.

Roza nuestras narices antes de inclinar el rostro y volver a besarme, está vez con más hambre y pasión.

Rodeo su cuello, toco y adentro mis manos dentro de su largo pelo.

Intensifica el ritmo, sus manos rodean mi cintura antes de pasarse hacia mi espalda baja y levantarme.

Mi espalda choca con la pared, mis piernas se debilitan y lo hacen aún más cuando baja sus manos acariciándome los muslos hasta sujetarme y hacer que rodee su cintura.

Y sin más, Matthew se encuentra delante mía, con una mano en mi espalda baja apretándome hacia él y la otra masajeando mi cintura delicadamente. El beso comienza a ser más pausado, lento y suave, mis manos no paran de toquetear su cabello. El roce entre nuestros pechos está provocando que se me endurezcan los pezones.

Cuando pienso que hemos acabado siento algo duro presionando mi parte íntima. El énfasis de mi gimoteo lo despierta aún más.

Rompe el beso, y nos tomamos un momento para calmarnos escuchando nuestras rápidas agitaciones. El sonido de nuestros latidos haciendo un esfuerzo por calmarse y volver a latir con normalidad me hacen darme cuenta de lo que acabamos de hacer. Descansamos nuestras frentes mientras aún seguimos en la misma posición.

Nadie dice nada durante este tiempo hasta que con un brazo sosteniéndome, saca con la otra su móvil de su bolsillo trasero haciendo una marcación rápida para luego llevárselo a la oreja.

—Necesito que nos recojas, te enviaré la ubicación —comunica al quién está detrás del móvil antes de colgar sin esperar respuesta.

—¿Quién nos va a recoger? —pregunto al instante que recupero la voz.

—Max —responde. Toma un mechón de mi pelo entre sus dedos acariciando antes de colocarlo detrás de mi oreja.

No sé qué hacer, aún seguimos en la misma posición. Y a decir verdad me encuentro cómoda, el problema es cómo nos veremos las caras después de esto.

Poco a poco me deja en el suelo, pero no me suelta tan rápido como imaginaba.

El claxon de un auto suena haciendo que nos alejemos unos pasos entre nosotros. Me señala el camino y con ganas de llegar a casa camino hasta el todoterreno negro con él siguiéndome el paso.

Durante el recorrido hasta el departamento ha sido más silencioso de lo que esperaba pero también lo agradezco. Nos sentamos en la parte trasera cada uno pegado a la ventana, al menos, por mi parte seguía pensando en la situación que acabábamos de pasar. Aún podía sentir su tacto y tenía que pensar en otra cosa para no hacer nada inadecuado.

Al llegar, cada uno se dirigió hacia su habitación ignorando completamente a Tayler e Izan. Me tumbé en la cama con la vista en el techo hasta caer en un profundo y deseado sueño.

Oía a alguien decir mi nombre despertándome. Abro los ojos lentamente acostumbrándome a la luz de la bombilla.

Clarissa está de rodillas a mi lado, observándome con cautela. Sus comisuras se elevan como si fuese el gato Garfield.

—¿Qué pasa? —Ella se encoge de hombros en respuesta.

—Nada, ¿qué habría que pasar? —camina hacia la salida—. Los demás han llegado —avisa antes de salir.

—¡Oye! —No llega a escucharme.

Camino hacia el baño y enciendo la luz, en el espejo me veo con las mejillas completamente rojo, los labios hinchados y el pelo revuelto. Clarissa se ha tenido que dar cuenta. Mojo el rostro para despertarme, rizo mi pelo correctamente antes de dirigirme a la sala.

No tengo muchas ganas de salir, pero al mismo tiempo quiero hacerlo para distraerme.

Cuando llego a la sala, la primera en percatarse de mí es Julissa, quién viene con los brazos en alto.

—¡Hola, Anne! —le devuelvo el saludo.

—Ahora me toca a mí abrazarla, Julissa. —Sonrío en la manera que Fernando intenta apartarla— ¿Cómo te encuentras?

—Bien, gracias —contesto.

Miles saluda con la mano desde su posición dónde se encuentra hablando con Clarissa sentados en uno de los sofás.

—¡Enana! —Iván me pilla desprevenida asustándome por detrás. Recibe un fuerte puñetazo en el estómago, después se pregunta por qué lo golpeo—Me he enterado lo del novio de Diana ¿Ambos se encuentran bien?

Asiento y comienzo a contarle un poco la situación. Sin darme cuenta, me encuentro buscando a alguien a cada rato pero por ahora no aparece.

Tayler se une en la conversación escuchando atentamente pero sin decir nada.

Más tarde, escuchamos unas risas que provienen de la cocina, y unos segundos después salen de allí Izan, Cleo y Matthew todos muy sonrientes.

—¡Anne! —recibo dos besos en la mejilla por su parte antes de abrazarme con fuerza —Tengo ganas de ir a bailar que no veas, hacía tanto que no salía por estar ocupada.

—Me gustaría verte bailando para mí también —el comentario de Iván provoca que se ruborice—. Me llamo Iván, mucho gusto.

—Cleo —se presenta.

—Bueno, ya no hace falta que os presente, ¿no? Iván, ella es mi amiga y compañera de trabajo y Cleo, él es mi amigo y compañero de clase.

—Mejor amigo –dice él.

—Ése puesto sólo es mío —comenta Tayler por primera vez en la noche.

—Hey, calmados un poco —mi tono cansado alerta a los demás. Bajo la mirada de todos me doy cuenta de que es la primera vez que llenamos de gente el departamento.

—Solo te estamos esperando a ti, Anne. Mejor ve a cambiarte para irnos —acepto.

—¡Te ayudaré a elegir! —gritan las chicas al unísono.

Todas caminamos de vuelta a mi cuarto. Cierro la puerta cuando Cleo y Julissa se encuentran conversando mientras rebuscan en mi armario, y Clarissa retoca su maquillaje.

—Este será perfecto —ambas optan por ponerme un vestido negro que acaba con una pequeña y corta falda a la que tiene un corte en la pierna derecha.

Cuando me desvisto, me lo pongo delante de ellas, Cleo me ayuda con la cremallera en la espalda.

Elijo ponerme unas botas altas, no soy muy buena andando con tacones. Clarissa me pone algo de rímel y sombra color negro y morado, un pintalabios rosado y decido por soltar mi pelo rizado. Elijo coger un pequeño bolso negro que lleva colgadas de lado a lado dos bonitas cadenas con mariposas en ellas.

Salimos y vemos que no hay nadie, apagamos todas las luces y cerramos las ventanas. Al terminar, cierro la puerta con llave para después guardarlo en mi bolso. Nos agarramos de los brazos caminando juntas.

Al salir del ascensor, vemos a los chicos observándonos boquiabiertos, escucho las risas de Clarissa y Julissa a mi lado izquierdo. Cuando llegamos a ellos, el primero en acercarse es Fernando hacia su novia, y después Iván hacia los restantes.

—Voto por qué deberíamos sacar más dieces todos —comenta.

—Yo digo que cada que uno de nosotros saque un diez en algo, que avise porque estamos listos para salir —esta vez es Miles quien nos hace sonreír.

—El coche nos espera, bellas damas —avisa Izan con la mirada puesta en Clarissa. Veo cómo se ruboriza ella, sin embargo, Miles es más rápido y la acompaña hacia la salida.

—¿Quieres ser mi acompañante esta noche, hermosa? —Cleo se sorprende por la invitación de Iván y a mí también, a pesar de ello, ella acepta encantada caminando juntos hacia la salida.

—Es posible que baile sólo esta noche —suelto una risa en voz baja.

—Eres muy lento, Izan —choco nuestros hombros.

—No sé a qué te refieres.

—Yo creo que sí —caminamos hacia el auto donde se encuentran ya todos —¿te puedo decir algo?

—Por supuesto.

—Creo que puedes tener a cualquier chica que tú quieras pero eres muy tímido en el tema del amor.

Dejo que comprenda lo que dije para luego subirme al auto.

Cuando sube, el auto arranca sin esperar más tiempo.

*****

Llegamos al 501, la calle se encuentra extrañamente tranquila. El edificio es de una sola planta aunque de una gran longitud. Los grandes cristales permiten ver el interior y parece más un caro restaurante que un sitio para salir de fiesta.

Fernando y Julissa son los primeros en entrar, después Iván y Cleo.

Clarissa parece estar buscándome con la mirada, cuando me ve se acerca haciendo sonar sus tacones.

—Dame una razón por la que estoy nerviosa —la observo confundida.

—¿Algo va mal? —pregunto cuando termina de soltar un sonoro suspiro.

—Ni idea, sólo siento que tengo ganas de pegar a alguien —su irritación me da risa, en cambio, me contengo y recibe una pequeña y suave bofetada de mi parte con intención de que se tranquilice.

—Anne...

—Relájate, ¿qué me dices siempre? Inhala, exhala... venga tu también.

Nos agarramos de las manos soltando largas y profundas respiraciones.

—¿Es por Miles? —curioseo.

—¡Qué, no! —exclama como si fuese lo peor que había podido decir— Es porque cada vez que me giro, pillo que la intensa mirada de Izan está sobre mí y me está poniendo muy tensa, ¿está mal si lo dejo sin dientes?

—Trabaja con su voz, Clarissa —suelto una sonora carcajada. Sus ocurrencias me matan— ¿Quieres que cada vez que abra la boca para cantar la gente se asuste o qué?

—Sí, sería muy cruel de mi parte.

—¡Chicas! —Tayler grita, es el único en la puerta quién nos está esperando.

Caminamos rápido hacia él. Nos abre la puerta dejándonos pasar primero, cuando se coloca delante nos guía hasta donde están los demás. Observo mi alrededor, suelos y paredes de una elegante madera, unas lámparas muy adecuadas y bonitas iluminan el lugar como rayos del sol durante el día, las mesas con una seda elegante floreada cada una y en las paredes varias imágenes encuadradas.

—Observad —dice Tayler antes de abrir otra gran puerta delante de nosotras. Clarissa entra primero y cuando lo hago yo, me encuentro flipando. ¿Y esto está en el interior de este lugar?

—Flipando estoy —comento.

—Te digo yo que no voy a desaprovechar esta noche —dice Tayler.

—¡Qué comience la fiesta! —anima mi mejor amiga bajando las escaleras.

Al principio, las luces de neón colgadas por todas partes nos ciegan, a pesar de ello, sujeto la mano de mi mejor amiga antes de adentrarnos en el lugar. Al final de la escalera, un hombretón nos regala una de las tantas pulseras de colores que tiene en su mano. Esto está lleno de gente, cada paso hasta llegar a los demás chocamos con cada individuo que se encuentre cerca de nosotros.

Los chicos tienen en sus manos un vaso lleno. Cleo y Julissa aún no habían pedido nada cuando llegamos hasta ellas.

—¡Qué pasada de lugar! —Cleo exclama en mi oído.

Asiento viendo a mi alrededor, la música electrónica retumba el lugar, no me puedo creer que estando allí al lado no te puedas enterar de nada de lo que pasa aquí. Mucha gente se encuentra saltando y bailando muy apelotonados, probablemente por la falta de espacio. En la barra, están apoyados Izan, Matthew y Tayler mientras que Miles, Iván y Fernando han pillado los taburetes, se encuentran hablando entre ellos, luego de retarse a beber el vaso entero de un solo trago.

Julissa pide un Martini para todas al barman que está observándola con lujuria. Este siendo ignorado entrega las copas antes de continuar con su trabajo.

Iván agarra a Cleo de la mano para ir a bailar no antes de terminar sus copas.

Julissa se anima y también mueve sus caderas tras ellos sabiendo que Fernando la seguirá.

—Iré a conocer gente —grita Tayler por encima de la música.

—Conocer chicas querrás decir —comenta Clarissa a mi lado, Tayler le guiña un ojo para después atravesar por el medio del gentío.

—¡Voy contigo! —Izan va tras él bailando con la copa en lo alto.

Y de un momento a otro ya nos separamos. Miles algo tímido pregunta a Clarissa, ella me ve esperando a que diga algo. No quiere dejarme sola pero sería feo rechazar la invitación de mi amigo. Muevo la cabeza en señal de que vaya con él y se divierta.

—¿Qué pasa si te vuelve a dar un ataque? No quiero dejarte sola —susurra cerca de mí.

—No estará sola —una voz nos sorprende, me llevo una mano al pecho y tan rápido lo veo a mi lado siento ruborizarme completamente.

Clarissa me da una fugaz mirada cuestionándose algo que con seguridad me lo preguntará más tarde antes de encararse con él.

—Si algo le ocurre te echaré la culpa, luego te golpearé y te despellazaré hasta dejarte calvo —Matthew asiente levantando una de sus comisuras.

—Estoy seguro de que lo harás.

Ella asiente conforme antes de aceptar la mano que Miles le ofrece y caminar hacia él hasta el centro, antes de perderla de vista, veo como se gira sonriendo.

Termino el trago de Martini que tengo en la mano de un trago y pido otro mientras ambos estamos viendo el panorama de enfrente. Tomo asiento en el taburete más cercano a la misma vez que él toma dos vasos de lo que seguramente es ron como si fuera agua, frunzo el ceño cuando se coloca delante de mí, muy pero que muy cerca. 



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Siento la tardanza, me encuentro en semana de exámenes.

Besos xoxo.

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