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Capítulo 12 [Parte 1]

Es viernes. Los viernes son mis días favoritos de la semana y creo que de la mayoría del mundo. Comienzo con mi rutina de mañana bebiéndome un vaso de agua con limón, las primeras veces que comencé a beberlo era demasiado ácido para mí, en cambio, ahora me gusta y parece que estuviera bebiendo agua normal.

Son las siete de la mañana, así que después de beberlo entero, me voy al baño a darme una ducha rápida para terminar de despertarme. Treinta minutos después, salgo de mi habitación lista para salir, me topo con Tayler que también está a punto de salir. 

—¿Le acompaño algún lado, señorita?

—No estaría nada mal, caballero —Las comisuras de su sonrisa se elevan antes de ofrecerme su brazo y yo rodearlo con el mío con mucho gusto — Muchas gracias.

Bajamos por las escaleras del edificio ya que los ascensores están ocupados a esta hora de la mañana. Mi tripa suena dándome cuenta del hambre que tengo, ya que anoche no cené. Cuando salimos a la acera, un aire gélido nos atraviesa por todo el cuerpo, se está notando que está por comenzar el invierno, una estación que a mí me encanta.

Llegamos a su auto y antes de ponerme el cinturón lo primero que hago es encender la calefacción, además de la radio. En cuarenta y cinco minutos comenzarán las clases, me gustaría pasar antes por la cafetería de la universidad para pillarme algo de desayuno.  

Porque mi tripa seguía rugiendo, sin embargo, no me da vergüenza delante de mi mejor amigo. Él ya estaba acostumbrado.

Pasamos el camino, cantando canciones que pasaban por la radio, o al menos yo, mientras observaba por la ventana como la ciudad se estaba despertando, algunos para ir a trabajar, otros para ir a la universidad o al instituto, y otros que les gustaba dar paseos mañaneros con sus mascotas o correr por las aceras para ejercitarse.

Ojala tener esa fuerza de voluntad y ánimo todas las mañanas, en cambio, yo soy de las que no les gusta mantener alguna que otra conversación en las primeras horas del día, rara vez llego a saludar a alguien cuando me despierto. Necesito horas para ello y un vaso lleno de agua. Si puede ser dos.

No tomo café

Recogemos a Clarissa en la casa de su abuela, en donde nos está esperando en su acera. Abre la puerta trasera y toma un salto, tumbandose en los asientos traseros. No saluda, sin un café cargado los dos no se encuentran completamente despiertos. Unos veinte minutos más tarde, llegamos al aparcamiento de la universidad, donde se encuentran muchos de los estudiantes, sentados en el capó del coche, completamente abrigados, y con hojas o libros en sus brazos.

Vemos a Iván con alguien más, es el mismo que jugó al futbolín con nosotros cuyo nombre no recuerdo. Nos dirigimos a ellos, y cuando nos ven sonríen, Iván abre sus brazos hacia mí, y abro los míos para recibirlo.

—¿Qué tal, enana? —Su risa ronca atraviesa mis oídos cuando le doy un golpecito en su estómago.

Los demás se saludan y caminamos juntos al interior del edificio. Entramos a una de las cafeterías más cercanas, en la cuál se encuentra completamente lleno.

Diana se encuentra en una de las mesas, su frente pegada a un libro y su pelo despeinado cubriendo más de la mesa. Clarissa la despierta, mientras tomamos asiento a su alrededor.

—Vaya Diana, sabía que tus conjuntos raros eran bastante feos pero es que hoy te has superado —comienza Tayler.

No responde y eso es raro, normalmente así es como comienzan a discutir. Mi mejor amigo dice algo y ella le contesta y así hasta que se cansan.

La nombrada levanta su cabeza, y parece que no ha dormido nada. Su aspecto es muy inusual en ella algo que nunca pasa usualmente, ella le da mucha importancia a ello. Se hace una coleta intentando mejorar un poco su aspecto.

—Hola —apoya su cabeza en mi hombro entre tanto acaricio su cabello.

—¿Estás bien? —pregunto preocupada.

—La madre de Tom me llamó anoche —la aprieto con mis brazos cuando siento que se desplomará en cualquier momento, sus lágrimas comienzan apoderarse de su rostro.

—¿Qué pasó? —pregunta Clarissa.

Observo como Tayler traga saliva, tiene el rostro contraído. Desvía su mirada cuando siente que tengo mis ojos en él.

—Tengo… tengo que irme a clase, sabéis que se encuentra en el otro edificio. —Dice completamente nervioso, antes de poder preguntar se va.

—Que insensible —Opina la de mechas azules.

—Cuéntanos Diana, ¿le pasó algo a Tom?

Tuve el placer de conocer a Tom en una cena con los demás, en ese momento parecía un chico que mataría por Diana, no paraba de observarla, sus ojos claros brillaban al verla sonreír. Se notaba el amor entre los dos, si no se miraban se buscaban con el tacto, me encantaban juntos. Cuando cortaron me puse triste por ellos, pero entonces Diana me dijo que no era la primera vez, si un amor como la de ellos no funcionaba, ¿entonces el amor te ayudaba en algo?

Era difícil creerlo.

—Me dijo que él estaba en urgencias, así que corrí de inmediato hacia allá. Pasé allí la noche y llegué aquí para hacer un control en la cuál no me preparé.

—Ay, mi niña… —Clarissa se sienta a su otro lado y al igual que yo, la rodea en brazos haciendo un sándwich entre las dos.

—Deberías ir a casa a descansar —sacude la cabeza en negación.

—Anne tiene razón, ¿quieres ir a ver a Tom antes de que se despierte? Bien, te acompañaremos al final del tercer descanso —propone Clarissa.

—En cambio, te irás en este instante a tu casa, descansarás un rato, te darás un baño caliente y comerás algo, ya que probablemente no hayas querido desayunar nada.

Diana se encuentra cansada, sus ojos están cerrados pero sé que lo está pensando.

—Está bien —acepta.

—¿Podrás llegar a casa a salvo? —Clarissa le ayuda con sus cosas cuando nos levantamos. —Ya te preocuparás por el justificante mañana.

Asiente para después recorrer el camino lentamente hacia la salida.

—Estoy muy preocupada.

—Yo también —susurro.

Volvemos a la mesa. No podemos entrar a clase ya que hace varios minutos que tocó el timbre.

Mientras comenzamos a desayunar intentamos concentrarnos en estudiar los apuntes que acabamos de sacar de nuestras mochilas.

Intenté estudiar con el método que Matthew me enseñó, en cambio, solo pensaba en Diana.

Abro los cuando recuerdo que esta tarde acompañaría a Matthew. Se me había olvidado por completo.

Intento no soltar la lengua con Clarissa ya que Matthew no quiere que nadie se entere, y no soy quién para revelar su secreto.

Mi mejor amiga comienza una conversación diferente que me ayuda a despejar mi mente por un momento.

Cuando se acaba la primera hora, cada una va a su siguiente clase, decidiendo quedar en la puerta de entrada después del tercer descanso.

Subo las escaleras que llevan a la segunda planta, una compañera de clase llamada María se acerca a saludar para dirigirnos ambas a nuestro aula de referencia.

Tomamos asiento juntas en la tercera fila, y cuando el profesor da un paso hacia adentro todos nos callamos para dar comienzo a la clase.

Pasan las horas, y el tercer descanso llega, por fin veo a Iván con sus amigos.

—Hey, ¿vendrás esta noche para salir todos juntos? —pregunto una vez que llegó hasta él, saludo con una mano a sus amigos antes de alejarnos un poco de ellos.

—Estaré allí. Los jugadores de fútbol saldrán a jugar en este momento contra la universidad rival, ¿te apetece venir?

—Gracias pero no puedo, Clarissa me está esperando. Vente a las ocho —le di un beso en la mejilla antes de alejarme hacia donde habíamos quedado Clarissa y yo. —¡Que os divirtáis!

En el momento que terminé de recorrer los pasillos que me llevaban hacia afuera, ya me encontraba cansada.

—Vámonos —salimos del hall de la universidad para caminar hacia la parada de autobús de al lado.

Al llegar, Clarissa estaba concentrada en un libro, observé la portada, "Mi Tempestad", parecía realmente interesante, cuando lo acabase se lo pediría.

Saqué mis cascos de mi mochila, ya que no salía a ningún lado sin ellos, puse en aleatorio mi playlist y comencé a escuchar la primera canción.

*****

Era mediodía cuando llegamos las tres al hospital, cruzamos las grandes puertas para dirigirnos hacia la recepción en un triste silencio.

—Buenas tardes, venimos a ver a Tom Larsson. —Aunque le costaba hablar, fue Diana quien tomó la palabra.

—Habitación 304, cuarta planta —dijo sin mirarnos.

La agradecimos las tres antes de correr hacia los ascensores y pulsar el botón número cuatro.

—Tranquila, todo estará bien. —Ella simplemente asintió centrada en llegar hasta Tom.

—Eso espero —susurró Clarissa. Levantó la cabeza hacia mí y se percató sobre la mirada que le estaba echando, una mueca apareció en su rostro al darse cuenta de que lo habíamos escuchado.

Corrimos hacia la 304, delante de la puerta se encontraba la que debía ser la madre de Tom discutiendo por teléfono. Cuando nos vio, simplemente señaló la puerta en muestra de que podíamos entrar.

—Ay, dios mío —llevé mis manos a mi boca al ver su rostro. Tenía varios moretones en su pálida piel, dos cortes en su ceja izquierda, y un chichón en la frente. Probablemente ya le habían limpiado toda la sangre del rostro, además, tenía el aparato respiratorio puesto y varios cables conectados a su pecho.

Sus latidos sonaban lentamente con dificultad a través del aparato conectado a su lado. Su corazón no parecía sonar al ritmo adecuado.

Y entonces, Diana se derrumbó a su lado, colocando suavemente su cabeza en su pecho.

—Tom… por favor — no pudimos  aguantar más y fuimos a abrazarla, la ayudamos a tomar asiento.

No sé cómo se ha de sentir, pero me duele demasiado verla así.

Tomo su rostro haciendo que me mirara.

—Te pido que te tranquilices, no conseguirás despertarlo de esa manera, cuando vuelva su madre, preguntaremos sobre su estado, ¿está bien?

—Iré a por un vaso de agua —asiento hacia Clarissa.

Intenta relajarse soltando varias respiraciones después de mí.

—Él iba a salir de la ciudad durante tres meses, había aceptado ponerse bien por mí y su madre —está agotada, lo veo. Seco las lágrimas de su rostro —. Estaba decidido a mejorar, y volveríamos a estar juntos…

—Se pondrá bien y estaréis juntos de nuevo, ya verás. En cambio, a él no le gustaría verte llorando ni enterarse de que lo hicistes. Seguramente querría que te sientases a su lado agarrado de su mano mientras le cuentas los recuerdos más felices que tuvisteis juntos.

—Lo amo demasiado, Anne. No sabes cuánto.

—Lo entiendo, yo también llegué a amar demasiado a alguien.

—¿Qué ocurrió?

Tragué saliva antes de contestar.

—Me rompió el corazón —No iba ponerme a llorar, así que me tragué el nudo en mi garganta al mismo tiempo que me encogía de hombros.

—Pues entonces es estúpido por haberte perdido.

Clarissa llega con dos vasos de agua. Entregó una a Diana que ya estaba más calmada, y otra a mí la cuál agradecía bastante porque lo necesitaba.

Diana agarró la mano de Tom y comenzó a hablarle, tal y como la aconsejé.

Decidimos dejarlos solos y salir de la habitación por un rato.

La madre de Tom no estaba en el pasillo, así que tomamos asiento en las sillas más cercanas.

—¿Cómo has conseguido calmarla? —pregunta ella.

—Solo le dije que lo entendía.

Pasamos a ver a Tom una vez más antes de irnos pero seguía sin despertar. El doctor nos contó que no despertaría en unas horas más por el efecto del calmante. Que se encontraba por el momento estable y que debería quedarse más tiempo en el hospital. La enfermera a su cuidado se había pasado brevemente por la habitación.

Después de llevarle algo de comida a Diana y esperar hasta que acabara —porque o sino no comería— salimos del hospital para volver a casa.

Llegué a mi edificio sola después de despedirme de Clarissa en un cruce hasta esta noche.

La motocicleta de Matthew se encontraba aparcada, por lo que ya habían vuelto.

Por lo que sabía, Izan y él salían después de nosotros por las mañanas hacia el estudio que tenían temporalmente aquí, a ensayar y trabajar en sus canciones.

Cuando entro, lo primero que veo es que el salón está lleno de varios juguetes en orden y distribuidos por toda la sala, y a un chico atractivo que lleva puesto un suéter gris y el pelo largo atado en una coleta mientras se encuentra sentado en el suelo. Se levanta cuando me ve.

—Ah, eres tú —dice antes de volver a concentrarse en lo que estaba haciendo.

—¿Y los demás? —cansada tiro mi mochila al suelo antes de tirarme boca arriba en el asiento.

—Has llegado justo a tiempo —cuando observo su rostro, una de sus comisuras se levanta maliciosamente.

—¿Qué tramas?

—Les he dicho que bajaran ellos a comprar comida porque iba a hacer un pequeño recado.

—Y era mentira. —Asiente.

—Y he tramado esto para vengarnos.

Y ahora caía en todas las cuerdas unidas de esquina a esquina que incluso rodeaban el sofá. Estaba impresionada.

–Recuérdame no meterme contigo — suelta una pequeña risa– ¿Qué has puesto allí dentro?

Cuando me acerco al cubo que está en el suelo, noto que huele horrible.

—Agua congelada con algunos peces que llevan bastante tiempo fuera del agua.

—Y pensando que yo me tomaba las venganzas en serio hasta que te conocí —en el momento que termino de desatarme los cordones, al levantar la cabeza lo pillo viéndome antes de girarse y colocar el cubo encima de la escalera que ha puesto al lado de la puerta.

Ata el cubo en la cuerda y termina en el mango de la puerta.

—Listo.

—No voy a preguntar cómo es que sabes hacer todo esto.


_______________________

Doble actualización.

Disfruten xo

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