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Parte 2

No somos quienes solíamos ser
No vemos lo que solíamos ver
Somos solo dos fantasmas nadando en un vaso medio vació
Tratando de recordar como se siente tener un latido.

—Two ghosts, Harry Styles.


—¡El quiere verme al amanecer! —exclamó el dios de fuego entrando a sus aposentos.

Las pequeñas Estrellas pegaron un brinco del susto, el dios dorado había abierto tan fuerte las grandes puertas del salón que estas generaron un gran ruido, tomando desprevenidas a las pequeñas y brillantes Estrellas.

—¿Quien quiere verte? —preguntaron al unísono.

Denki se paseo ansiosos por el salón. Por un lado, una parte de si se encontraba furiosa y otra añoraba con ansias a que el día acabara y la noche se hiciera camino.

—Luna—respondió al fin, dejándose caer en su trono.

Las Estrellas se acercaron a los pies del dios Sol y tomaron asiento.

—¿No es lo que querías?—preguntó, una de ellas, la más curiosa.

El rubio se lo pensó antes de responder. Es lo que más añoraba.

—Sí—respondió—el punto es que no puedo simplemente ceder de buenas a primeras, tengo que hacerme del rogar. No es solo cuando él quiera.

—No seas estupido —habló la Estrella más gruñona de todas—Luna tuvo razones para alejarse, lo mejor que puedes hacer es ir y ver que es lo que tiene que decir.

Sol estaba a punto de replicar cuando de pronto las campanas que anunciaban la llegada de alguien a sus aposentos comenzaron a sonar.

***

Denki espero paciente en su trono, las Estrellas habían sido más rápidas que él.

—Ante usted el Dios Mar—hablaron las Estrellas en cuanto volvieron a entrar al gran salón.

El dios sol parpadeo confundido, ¿Él dios Mar? Se preguntó, lo había visto varias veces pero nunca había hablado con él. De un salto se levantó y bajo las escaleras, justo en el momento exacto en el que el Mar entraba por las grandes puertas.

—Mar, que sorpresa tenerte en mis aposentos —se dirigió Denki al dios—¿Te puedo ayudar en algo?

El dios no respondió al instante, observó a Denki unos segundos y después dirigió su mirada al grupo de Estrellas.

—Me gustaría que charláramos a solas.

—Ellas son Las Estrellas—habló tranquilo— mis fieles amigas, cualquier cosa que tengas que decir puede ser en frente de ellas.

Las pequeñas Estrellas comenzaron a sentirse inquietas, el dios Mar tenía una mirada tan pesada que las ponía nerviosas.

—No te preocupes Sol—hablaron al unísono—nosotros esperaremos afuera.

Sol les dirigió una sonrisa apenada antes de que estás salieran.

—Eso ha sido grosero—le habló al dios Mar.

—No son dioses.

Fue lo único que respondió.

—En fin, vine aquí para asegurarme de algo— volvió a hablar— mis creaciones me han dicho que pasas demasiado tiempo cerca de mi territorio junto al dios Luna.

La tensión comenzó a recorrer el cuerpo del dios Sol ante la mención de la Luna, eso, y por el tono que había empleado Mar.

—Sí, he pasado tiempo cerca de tu territorio junto al dios Luna— afirmó— no le veo ningún inconveniente, Luna es...—se detuvo antes de terminar la frase, ciertamente no había ningún lazo que los uniera y darse cuenta de ello justo en ese momento hizo que en el interior del dios rubio se instalará un dolor amargo—nos reunimos en ese lugar por que es el mas cercano a los aposentos del dios Luna.

Mar lo observó por varios segundos, analizando las palabras del rubio y conectando toda la información. No era un tonto, sabía muy bien que las reuniones que tenían ambos dioses no eran para discutir sobre el mundo ni mucho menos para convivir como amigos.

Un día, una de sus pequeñas creaciones llegó hasta él con la noticia de que el dios Luna había estado a las afueras del reino. Esa vez, lo atribuyó a una coincidencia.

La segunda vez, le informaron que ahora no se encontraba solo, el dios Sol había estado junto a él e inclusive habían pasado la noche a las afueras de su reino.

La tercera vez, no espero a que su creación le terminara de contar lo que vio. Se levantó de su trono y nado hasta las afueras de su reino para comprobar lo que sus súbditos decían. En cuanto llego las olas comenzaron a tornarse furiosas y la marea comenzó a subir por todas partes, había encontrado a Sol y Luna compartiendo algo mucho más fuerte que una charla o un abrazo. Una ira cegadora se apoderó del dios Mar, reprimió el impulso de ir y acabar con sus propias manos al dios dorado.

Luna ya era de alguien más, y eso, era algo que él no podía permitir.

—¡Se lo que hacen!—exclamó enfadado—los he visto. Te has atrevido a tocar a Luna.

Denki permaneció callado, digiriendo las palabras del Mar. El enfado del dios no solo podía verse en su postura y ojos, su poder comenzaba a desbordarse, y el piso comenzaba a temblar.

—Por año he intentado acercarme a Luna, y llegas tú y consigues todo lo que yo intenté en segundos. Luna es mío, y haré todo lo que esté a mi alcance para terminar con cualquier cosa que lo evite.

—Tú no sientes amor por Luna— respondió Denki—Luna no es un objeto que podemos tener, él puede tomar sus propias decisiones. Yo no lo obligué a estar conmigo.

—Acabaré contigo si es necesario.

Él dios Sol avanzó unos pasos hacia Mar. Los candelabros que adornaban las paredes del salón se encendieron al unísono y grandes llamas salieron de ellas.

—Tú y yo sabemos que no puedes hacerme nada—habló serio— y te pido de la manera más amable que te retires de mi reino.

El Mar era intimidante, tenía que serlo, de hecho, todos los dioses lo eran.

Luna era sombrío, tal cual sus actividades lo requerían. Sol, a pesar de brillar, ocultaba un inmenso poder y esté, podía verse reflejado en sus ojos dorados, una gran llama ardía en ellos y dependiendo de la situación, pasaba de un calor reconfortante hasta llamaradas furiosas que buscaban arrasar con todo a su paso. Y él Mar, esté poseía una belleza sin igual, rubio al igual que el dios Sol, y con unos grandes ojos azules tal cuales a las profundidades del Mar que si los mirabas mucho tiempo podrías ahogarte en ellos.

—Yo no estaría tan seguro.

Respondió el dios Mar con una pequeña sonrisa en su rostro. Sol lo dejo marchar, se mantuvo estático en su lugar hasta que de nueva cuenta las grandes puertas del salón fueron abiertas y cerradas tras la salida del Mar.

Él lo sabía, ambos lo hacían, no había manera que un dios acabará con otro pero si había maneras de hacerle sentir como si en verdad pasara, y una parte de sí lo supo. Nada bueno se avecinaba para él y la luna.

***

Luna observo por varios segundos la taza humeante que se encontraba ante él, de fondo podía escuchar como el dios amor se paseaba por el pequeño salón en busca de algo para comer. Luna era el mejor amigo de amor, y amor era el mejor amigo de luna.

—Quita esa cara que me deprime.

El dios luna dio un suspiro y apoyó la cabeza en su mano izquierda.

—No todos podemos ser tan alegres y entusiastas como tu, amor.

—Pero puedes intentar serlo— le respondió— así que dime, que te trae a mi reino, hace mucho tiempo que no te pasabas por aquí.

Luna lo observo de reojo y se mordió el labio inferior, nervioso titubeo un poco, sin saber bien cómo comenzar.

—Sol y yo hemos estado viéndonos por un tiempo.

El dios rizado dio una pequeña risilla.

—Bueno, es un secreto a voces—habló bebiendo de su taza—ademas, eso ya lo sabía, Sol vino conmigo hace un tiempo buscando respuestas, lo eche a patadas en cuanto abrió la boca. ¿Cual es el problema? ¿El supremo lo desaprueba o tuvieron alguna discusión?

—Creo que habría sido mejor tener una discusión—respondió afligido—. El me ha dicho su nombre, amor; sin titubear lo ha dicho, y el problema no es que me lo haya dicho, sino que yo quise decirle el mio tambien.

Solo en ese instante el pequeño dios que lo acompañaba dejo lo que estaba haciendo y puso su completa atención al dios luna.

—¿Su nombre?, es decir, ¿su verdadero nombre?

Luna asintió.

—Oh...—murmuró el rizado—¿Y por eso estas así?

Luna volvió a asentir.

—Yo le he dicho mi verdadero nombre a muerte y el me a dicho el suyo.

Esta vez Luna lo miró asombrado.

—¿Se lo haz dicho a ese tipo? ¿Qué te pasa por la cabeza? No hace mucho que llegó aquí y su actitud es tan fría...pareciera que aborrece a todos.

—Sabes Luna, hemos vivido por mucho tiempo, y viviremos aún más—comenzó a hablar—esto es apenas el comienzo de lo que tiene planeado el supremo y no me apetece vivir solo durante la eternidad, así que sí, le he dicho mi nombre a Muerte. Y no es una mala persona en cuanto te das el tiempo de conocerlo, es tierno y servicial.

—Pero es tu identidad, estaras encadenado a él e inclusive puede usarlo en tu contra.

—Lo amo, Luna—sonrió con tristeza— a veces cuando amamos a alguien estamos dispuestos a jugarnos todo por esa persona. Además, una ventaja de mi don es que puedo saber cuando alguien está destinado a otra, se que hice lo correcto y se que harás lo correcto.

***

El amanecer se hizo presente a las pocas horas de que Luna hablara con Amor.

El dios Luna salió del reino de su amigo con la certeza de que estaría haciendo lo correcto, solo esperaba que Sol no estuviera tan enojado como para no presentarse a su lugar.

Espero ansioso por un largo tiempo a las orillas del reino del mar, y cuando estaba por irse, resignado a que el dios dorado no se presentara, fue llamado por una voz que conocía muy bien.

—Creí que no vendrías.

Sol no respondió al instante, después de la pelea que tuvo con mar un nudo en su estómago se hizo presente y por mas que trataba de ignorar el malestar este no se iba. No, hasta que tuvo a Luna de nuevo con él, así que ignorando su orgullo se acercó al otro dios y lo envolvió en un abrazo tan fuerte que si ambos no fueran dioses, luna habría terminado con varias costillas rotas.

—¿Estas bien?—preguntó Luna.

Sol asintió contra su pecho, levantó su cabeza y observó con admiración a los ojos de Luna.

—Bésame— pidió en un susurro.

Y Luna gustoso obedeció.

Ambos se sintieron dichosos, después de días sin verse y tocarse, el roce de sus labios se sintió como  gloria. Permanecieron así por mucho tiempo y solo fueron interrumpidos cuando Luna tomó con delicadeza los hombros de Sol.

—Tengo algo que decirte—susurró contra la mejilla de Denki.

—Puede esperar—respondió el rubio, intentando volver a los labios de Luna.

Luna negó y dio un paso atrás sin soltar los hombros de Sol.

—Hitoshi— susurró Luna— Shinsou Hitoshi.

Denki lo observó unos segundos y despues sonrio.

—Mucho gusto Hitoshi—habló cantarín—Mi nombre es Denki.

Luna sonrió y volvió a devorar los labios del dios Sol.

Mientras tanto —ambos dioses ignorantes a lo que ocurría a kilómetros de distancia de donde se encontraban— el dios Mar hablaba con él supremo exponiendo mentiras disfrazadas de verdades y amenazas inexistentes.

Y, el supremo tan ingenuo y vanidoso como era cayó ante ellas sin un atisbo de duda.

Oh, pobre Sol y Luna, el destino había comenzado a estrujarse y nadie en el reino iba a ser capaz de ayudarlos, ni siquiera sus fieles amigos.

***

Él Sol y la Luna lograron ser felices por un muy corto periodo de tiempo.

La leyenda dice que a pesar de los intentos de Sol, el supremo decidió mantenerlos alejados—temeroso a las dudas que Mar le había dado—. Esta vez el Sol no sería capaz de dejar su guardia después de gobernar durante el día y Luna se mantendría solamente iluminando por las noches, ambos destinados a permanecer en cautiverio.

Ningún dios pudo apelar lo que el supremo dictaba, después de todo era su creador y ninguno de ellos quería correr con el mismo destino que sus compañeros.

Como un último acto de bondad, el supremo decidió concederle un deseo al dios dorado —después de todo, era uno de sus hijos favoritos—. Le dio la oportunidad de que sus fieles amigas las Estrellas se quedaran con él para que no se sintiera tan solo, el dios Sol se negó, y decidió que sus fieles compañeras le hicieran compañía a la Luna, estás la ayudarían a iluminar sus noches y no le dejarían caer, tal como él haría si estuviera a su lado.

Y estas cumplieron su cometido, cada noche reinaban junto a Luna e iluminaban el cielo haciéndolo más hermoso de lo que ya era.

Se dice que paso muchísimo tiempo hasta que el Sol y la Luna volvieron a encontrarse. Solo cuando ambos susurraron el nombre del otro a la vez fueron capaz de verse una vez más.

El eclipse nació en ese momento y ni el supremo ni ningún otro dios pudo evitarlo, cuando esto ocurría  inmensas olas surcaban en la costa y el Mar se tornaba furioso, porqué sabía que aunque sea por un corto periodo de tiempo, los desdichados amantes lograban amarse.

Después de todo, el Sol y la Luna compartían algo más valioso que el poder mismo, ambos compartían el nombre del otro y nada en el mundo iba a evitar que lograran verse una vez más.

Oh por dios, es mi primera historia terminada 😭

Gracias a por leer esta pequeña historia, espero que te ayude a pasar un buen rato.

Si encuentran alguna falta de ortografía avísenme porfis.

Nos leemos en otra historia 💕

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