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VI


Sintió una incomodidad en su nariz qué lo hizo abrir los ojos, quiso estornudar pero se contuvo cuando asimilo que estaba despertando en la alcoba de Draco quien estaba dormido abrazándolo y haciendo que sus cabellos rubios entraran por su nariz al respirar, alejó su cabeza un poco para evitar eso y mientras parpadea varias veces para quitarse el ardor de los ojos se asustó al sentir que algo se deslizaba por su espalda baja, dirigió la mirada para saber de qué se trataba y no sabía si aliviarse o asustarse cuando notó que se trataba de la mano de Draco que aun entre sueños parecía acariciarlo con sus uñas por debajo de la camisa. Suspiró y terminó por recostar de nuevo la cabeza con los ojos cerrados, aprovechando de la inconsciencia del rubio se dio el privilegio de aprisionarlo en un abrazo bajo la excusa de que hacía frío aunque fuera inexistente a esa hora de la mañana.

—¿Estás cómodo?

La repentina voz baja de Draco hizo que se crispara de pronto y rápidamente buscará alejarse por el temor de ser descubierto abrazándolo y aprovechándose de su sueño. Cayó al suelo de espaldas ya que estaba en la orilla de la cama y después de un quejido, se agacho fingiendo recoger sus lentes del piso aunque en realidad sabía que estaban en la mesa de noche.

Draco soltó una risa burlona que hacía una buena combinación con lo rasposa de su voz por la mañana; Malfoy se acomodó en la orilla donde antes estaba Harry para quedar cerca de él quien seguía en el piso, acercó su mano al lado de uno de sus ojos, encajando suavemente la uña en su piel.

—Esto me recuerda a hace años donde me di cuenta que tus ojos eran como esmeraldas. —Comenzó a hablar mientras su cabello se deslizaba por su rostro dándole un aire demasiado seductor qué Harry se mordió la lengua al no creer en lo que estaba pensando. —En ese entonces era un niño.

—Sigues siendo uno. -Respondió quedamente y con la voz baja, sin querer desviar la mirada a la camisa entreabierta de Draco qué dejaba ver parte de su cuello y pecho, debía controlarse, no era un animal.

Draco sonrió cual serpiente, mostrando uno de sus colmillos puntiagudos.

—¿Así que ayer seguía siendo un niño, Harry? Cuando me subí en ti y nos bes- —El pelinegro inmediatamente llevó la mano a sus labios para impedir que siguiera hablando, sentía hervir su rostro, estaba avergonzado de lo que había pasado anoche y reconocerlo en voz alta solo haría que su pena empeorará.

Soltó un pequeño grito de susto cuando sintió cómo Draco sacaba la lengua de su boca para lamer el interior de su mano y tuvo que alejarse rápidamente. —No haga eso.

Draco cerró los ojos mientras sonreía y los volvió a abrir como si supiera que el movimiento de sus pestañas casi blancas hacían que cualquiera se derritiera al chocar con los ojos color mercurio. Harry tuvo que levantarse del suelo y fingir que sus piernas no estaban temblando.

—Debo irme. —Anunció Harry al momento que se dirigía a recoger su saco y darse cuenta de la caja de chocolates que no había entregado. Se acercó para entregársela a Malfoy quien ahora se encontraba sentado en la cama. —Son de su madre, por navidad.

—Espera. —Ordenó cuando vió que Harry planeaba salir huyendo. Abrió la caja y sacó un chocolate para sujetarlo entre su dedo índice y el pulgar y extendió su brazo. —Cómelo—Harry se acercó para intentar agarrar el chocolate con su mano pero Draco lo alejó. —No. Cómelo.

Harry pareció entender y de nuevo ahí estaba ese cosquilleo en el estómago qué le incitaba a quedarse con Draco por horas. Se inclinó un poco y comió el chocolate de entre sus dedos, se avergonzó al sentir que la piel de Draco tocaba el interior de sus mejillas y se retiró de inmediato al erguirse en su lugar. Trago saliva nervioso mientras intentaba masticar el chocolate.

—Puedes irte. —Le dió permiso Draco y Harry le hizo caso apenas escuchó sus palabras, dio media vuelta pero antes de abrir la puerta, la voz del otro resonó. –Nos vemos el año que entra, Harry. —Se despidió al mismo tiempo que llevaba su dedo índice a su boca para lamerlo.

Harry tuvo que salir casi corriendo de allí, con el rostro hirviendo y sin saber de dónde es que Draco había tomado toda esa confianza e ideas para molestarlo.

Camino por los pasillos que había memorizado cuando llegó para dirigirse a la oficina de Dumbledore, llevó su mano al cuello para limpiarse el sudor que lo recorría, no podía imaginarse cómo iba a poder sobrevivir el año entrante cuando Draco regresara por las vacaciones.

—Disculpa. —Habló una chica desconocida, detuvo su andar para mirarla sin entender porqué le hablaba, intento hacer memoria de sí la había visto antes pero no. Al que sí conocía era al chico a su lado, el pelirrojo que Draco juraba que usaba calzoncillos usados por su abuela. Quiso reír de nuevo al recordarlo pero se contuvo.

—¿Sí? –Entrecerró los ojos gracias a que sus gafas estaban un poco sucias, la chica tenía un cabello esponjado y dientes particularmente grandes, tenía sujeto al chico de la espalda y repentinamente lo empujó hacia adelante para inclinarse.

—Ron quería disculparse por ser grosero contigo ayer. ¿Verdad, Ron? —preguntó la chica de forma amenazante.

—No era contigo, era con esa serpiente. —Se calló cuando la chica le pegó en la cabeza. –Ay, Hermione, no sé porqué andas tan violenta. Sí, bien, lo siento, no era hacia ti. —Se disculpó el chico cuando se enderezó al fin.

Harry miraba la escena extrañado, no los conocía y no entendía porqué se disculpaba por algo tan pequeño, ni siquiera lo había tomado como un insulto, aún así era agradable hablar con otras personas además de Draco y que fueran amables. Les sonrió amablemente y asintió.

—No te preocupes, gracias. —Aceptó Harry mientras lo tomaba como una despedida e intentaba continuar su camino pero se asustó cuando notó que los chicos lo seguían, no supo cómo tomar eso. —Eh, está bien, no estoy enfadado o algo.

—Mi nombre es Hermione Granger, un gusto. —Se presentó la chica repentinamente mientras extendía su mano, Harry la estrechó al mismo tiempo que caminaban. —Él es Ron Weasley. —El chico le sonrió incómodamente y Harry le correspondió.

—Un gusto, soy Harry.

La chica pareció abrir los ojos de manera grande y emocionada comenzó a hablar. —¿Harry? ¿Tienes un apellido? —Harry negó un poco asustado al verla eufórica. —¿No tienes apellido? ¿De dónde eres?¿Cuántos años tienes?

Harry la miró entre incómodo y temeroso, preguntándose porqué la emoción hasta que Ron interfirio.

—Está obsesionada, déjala. Se puso igual cuando conoció a Harry Brown, un chico de Hufflepuff.

Hermione lo miró despectivamente. —No estoy obsesionada, solo me gusta investigar cosas.

—¿Investigar sobre... nombres? —Preguntó Harry sin saber a qué iba todo ello. Hermione y Ron lo miraron extrañados.

—Es obvio, sobre Harry Potter. —Respondió la chica y al ver que el pelinegro pareció no entender, lo miró aún más curiosa. —¿No lo conoces? ¿En verdad?

El pelinegro sintió un agudo dolor de cabeza, como si fuera migraña o peor, cerró un ojo y llevó la mano a su cabeza, quizás fue por no haber dormido bien, intentó reincorporarse para no parecer raro y negó con la cabeza.

—¡¿En verdad?! —El grito de ambos chicos hizo que el dolor se sintiera peor, tuvo que frenar su paso para recargarse en la pared.

—¿Estás bien? —Ella se acercó a verlo con más atención, notando algo que le llamó la atención en su frente. —¿Qué te pasó aquí?

Harry sentía un dolor penetrante en su cerebro y terminó por alejar la mano de la chica. —Lo siento, tengo que irme. —Se despidió mientras sujetaba la esquina de su cabeza y caminaba rápidamente.

—Fabuloso, Hermione, por eso no tenemos amigos.

La chica tenía la frente arrugada mientras veía cómo se marchaba Harry, sus ojos entrecerrados qué solo aparecían cuando comenzaba a unir un rompecabezas muy complicado.

Cuando entró a la oficina del director pudo verlo de pie al lado de la chimenea como si supiera que ya iba a entrar. Aún tenía su mano en la frente y con la mirada gacha se acercó a la chimenea.

—Buenos días. —Saludó cortésmente y se alivió cuando el dolor comenzó a desvanecerse.

El anciano asintió para corresponder el saludo. —¿Un dulce, Harry? —Ofreció al momento que sacaba uno de su túnica y lo extendía.

Aun con un poco de dolor en su cerebro, asintió distraídamente aunque sabía que no lo iba a comer. Al tomar el dulce, observó el anillo qué Dumbledore tenía en su mano derecha, era un diseño de lo que parecía ser un gran árbol y algo le llegó a la mente conforme se metía en la chimenea junto con los polvos de la red flú.

—El plomo es tóxico, debería cambiarlo. —Señaló en anillo momentáneamente y Dumbledore lo miró con atención y Harry pensó que quizás había sonado grosero. —Aunque es un buen diseño de un vonalisto. Gracias por recibirme, buen día. —Se despidió y desapareció entre los polvos para regresar a la mansión.

Dumbledore observó su anillo con atención y lo movió un par de veces antes de mirar de nuevo la chimenea con atención.

[...]

Nuevamente y de forma inevitable, el tiempo tuvo que pasar, los días invernales acabaron para dar entrada a los días otoñales. En Londres mágico no era visible el calor como en otros lados, solamente se volvía un clima entre fresco y cálido, no lo suficiente para sudar al menos de que corrieras pero nadie lo hacía al tener la posibilidad de aparecerse en cualquier otro lado en un segundo.

Faltaban dos días para la llegada de Draco y aunque otras veces le daba lo mismo o solamente se quejaba internamente de tener que lidiarlo, esa vez lo espero emocionado, sin reconocer a qué se debía ese sentimiento que lo estaba consumiendo desde noviembre que lo había visto. Los meses le parecieron demasiado lentos y monótonos aunque eran iguales que siempre y nunca se había quejado de ello, al menos hasta ahora.

Su única manera de pasar el tiempo después de terminar sus deberes era escabullirse en la gran biblioteca de la mansión, un salón que ocupaba la mitad del piso entero del hogar, con el suficiente espacio para albergar libros todos los días de la vida. Lo que buscaba era algo que desde invierno no pudo encontrar.

Harry Potter.

¿Quién era y porqué le daba tanta curiosidad saberlo? ¿A qué se debía la intensa migraña qué le hacía tener náuseas cada vez que lo pensaba?

Nunca había tenido una obsesión, al menos según él pero todas las noches se escabulle a buscar en cada libro, quizás suponiendo que se trataba de un cuento de hadas o un hechicero de hace décadas porque jamás había escuchado de él hasta que aquella chica llamada Hermione lo mencionó. Tal vez era un nuevo hobby para él, algo que no tendría gran impacto en su vida.

—Nada... —Habló para sí mismo al terminar de leer un libro tan pesado y largo que le había costado leerlo por dos noches, era de la historia mágica de 1940 a 1950. Suspiro cansado cuando se dio cuenta que le faltaban otros libros de historia que se dividían en cada década, en todos los meses solamente había podido terminar de leer todo un estante de libros y faltaban al menos 50 más.

Iba darse media vuelta para irse pero repentinamente un libro le llamó la atención por completo, era de un color verde oliva con marcos dorados adornando la pasta dura, no había un título o algo que ayudará a saber de qué trataba, solamente estaba allí en medio del estante que ya había leído por completo según él. Entrecerró los ojos intentando recordarlo, él sabía que había leído todo lo que había en el librero y por ello le pareció sumamente raro no reconocer aquel.

Lo sujeto y por alguna razón sintió el impulso se esconderse en algún lugar como si debiera evitar ser visto, casi siendo algo ilegal para él; se ocultó detrás de una de las cortinas, ayudándose de la luz de la luna que se filtraba, aprovechó el largo de la tela para sentarse hecho ovillo y finalmente se decidió por abrir el libro, comenzó a leer el contenido con los ojos entrecerrados, intentando entenderlo.

El lenguaje del libro era extremadamente formal, casi como si él autor hubiera temido que confundieron su obra con literatura cualquiera y sus letras no eran impresas, parecían hechas a mano, inconscientemente llevó su dedo para acariciar el grabado y pudo sentir el relieve de las hojas que hizo que algo conectara en sus brazos porque comenzaron a temblar casi como si tuvieran una emoción contenida pero él no sabía de dónde provenía. Trago saliva para poder digerir la información, parecía casi un cuento, un relato o una biografía pero la portada del libro no informaba qué era, no tenía título ni ningún contenido después de todo. Eran quizás menos de trescientas hojas y fue justo cuando iba a la mitad qué sintió unas grandes náuseas recorrerle por la extensión de su estómago, tuvo que cerrar los ojos unos momentos para intentar calmarse y continuar, el libro narraba el martirio de vida de un mago excelente que podía hacer temblar el mar y la tierra, con el sueño de convertir el lugar en algo mejor pero Harry, pesar de su poco conocimiento de ello, podía saber que tras esas palabras endulzadas y que intentaba justificar sus acciones, eran solamente mentiras, conforme más leía, más repugnancia le llenaba la boca, si bien al inicio parecía solamente una historia que algún preadolescente haría para desahogarse, después se convirtió en en horror. Hablaba sobre las torturas que el mago hizo a familias completas, cómo asesinaba a hijos frente a los padres solamente como forma de adiestrarlos o cómo narraba su apariencia como el sinónimo de perfección y trascender a ser un dios pero a Harry solo le provocó pavor al imaginarlo: una piel fría, gris y sin vello, el desvanecimiento de la nariz que el mago consideraba obsoleta, las uñas qué se asemejan a garras que usaba como forma de diversión para desgarrar la piel de sus víctimas y los dientes podridos que adornaban su sonrisa.

No se había percatado de su cuerpo temblando hasta que las letras del libro se movían borrosamente, sabía que estaba sudando frío y su garganta estaba seca, respiro profundamente hasta acomodar el libro, faltaban cuatro páginas apenas y las hojas le parecieron nauseabundas, había comenzado a narrar el cómo su sueño se había visto amenazado por una profecía que él consideraba sagrada y viéndose obligado a evitarla pues su enfermiza sed de poder "proteger" al mundo mágico le pesaba más que su propia sangre. Harry leyó espantado cómo planeaba asesinar a unos de los dos bebés que tenía en mente solamente por eso pero tras horas de romperse la cabeza para saber por cuál iría se había decidido por uno.

Harry Potter.

Sintió una punzada de dolor en el cráneo pero no era insoportable, solamente se instaló una duda creciente en su cerebro al encontrar finalmente la información que tanto había estado buscando. El mago había decidido ir a asesinarlo ya que el futuro no ocurrido que se le había informado era que aquel niño sería un obstáculo para él, acabaría con su tiranía y él no podía permitirlo, el libro relataba de forma escalofriante la forma en la que él hombre entraba al hogar de la familia que había intentado esconderse de él, asesinando al padre y mientras escuchaba los llantos de un bebé, subía los escalones hasta llegar al cuarto donde provenían.

"Él subió como si flotara, tan cerca de su destino y tan lejano a su fracaso, solamente tenía que cruzar la puerta, derrumbarla si era necesario. Así lo hizo, estalló la puerta en cientos de pedazos y se asombró de ver al niño frente suyo, el bebé lloraba asustado de él y lo entendió, no podía culpar sus lágrimas pero su sacrificio sería para un bien mayor, se lo prometió internamente. No lo hacía por gusto, era por todos los magos, él solo quería lo mejor para todos aun si tuviera que aplastar la cabeza del infante con su pie.
La madre se interpuso pero de nada sirvió cuando la asesinó al igual que al padre que yacía en el primer piso del hogar.
Se acercó a la cuna y conforme camino, tenía una sonrisa, no porque le gustará asesinar, no, era porque podría traer paz finalmente.
Apuntó su varita y lo asesinó pero con ello él desapareció.
Abriendo sus ojos pudo darse cuenta que compartían piel, respiración..."

—Y ojos. —Una voz siseante sonó dentro de la cortina donde se encontraba.

Harry se quedó tan quieto que dejó de respirar, su cuerpo se paralizó del miedo porque aquella voz no era de él. Algo en él le infundió terror y aunque quisiera mirar quién era el que hablo, no podía moverse, al menos así fue hasta que sintió sus manos arder y tuvo que arrojar el libro que comenzaba a incendiarse.

Se alejó rápidamente mientras veía cómo la gran cortina hacía esparcir las llamas del fuego, tropezó con su propio pie y cayó al suelo mientras miraba el fuego crecer pero más que el miedo a morir quemado, era el miedo a la cosa que comenzaba a salir de ello. Una gran mancha negra que no era consumido por el calor comenzaba a formarse desde dentro, retorciéndose en unas largas extremidades que comenzaron a salir de lo que parecía el infierno, aquella cosa cayó al suelo, era tan negro como la misma oscuridad, sin rostro pero contaba con mechones de cabello que parecía bañado en alquitran, comenzaba a arrastrarse por el suelo con ayuda de sus garras para caminar hasta Harry quien buscaba su varita qué parecía haberse salido de su bolsillo cuando cayó pero no tenía el valor de desviar la mirada de ese ser para buscarla. Intentó retroceder pero chocó con un librero y se vió acorralado entre el calor del fuego y ese monstruo que había llegado al punto de acercarse tanto que llevó sus largos dedos al librero detrás suyo para levantarse y mirarlo fijamente con sus ojos inexistentes. Harry temblaba de horror, los ojos rojos y la respiración entrecortada.

Aquel ser comenzaba a reír aún sin tener boca, una risa burlesca y bestial mientras llevaba un huesudo dedo para apuntarse a sí misma y después a Harry lentamente.

—Uno mismo.

Harry observó cómo la bestia llevó su mano a su pecho y comenzaba a traspasar su cuerpo mientras un dolor intenso en la cabeza lo indicaba de sufrimiento además de sentir hervir su piel, gritó, lo hizo tan fuerte que sintió que sus cuerdas vocales se desgarraban, quería pedir que pararan pero no lograba formar una palabra a través de la tortura.

Abrió los ojos de pronto mientras continuaba gritando, llevó sus manos a la cabeza mientras volvía a cerrar los ojos.

—¡Llamen a alguien! ¡A quien sea! ¡Un medimago! —Gritó una voz que no supo identificar en su momento. —Carajo, Harry, cállate ¿Qué te pasa? —Habló esa voz y sintió unas frías manos sujetarlo de los hombros e inconscientemente aun bajo el temor buscó alejarse. —¡Soy yo! ¡Soy Draco! No te atrevas a alejarte de mí.

Finalmente la voz pareció entrar en su cerebro, dejó de gritar y aun con miedo, abrió los ojos para darse cuenta que estaba en la biblioteca, en el piso y con Draco arriba de él, ambos respiraban agitadamente, el rubio tenía el cabello hecho un desastre, parecía haber corrido un maratón y eso de alguna forma lo hizo relajarse al ver fijamente cada mechón disparado en todas direcciones.

—¿Draco? —Habló finalmente Harry de forma dolorosa pues su garganta ardía. Malfoy suspiro cansado mientras llevaba su frente al pecho del otro. —¿Qué... Qué haces aquí? Faltan dos días para...

—Cállate. Solo un segundo, cállate. —Susurró Draco y Harry se sorprendió al escuchar su voz temblar en las últimas palabras, no podía verlo al estar en su pecho pero podía escuchar la respiración entrecortada, casi parecía que lloraba pero no sentía humedad en donde estaba oculto.

Permaneció callado hasta que escuchó los pasos rápidos antes de que alguien entrará a la biblioteca, miró de reojo al medimago personal de la familia Malfoy y entraba sin saber a quién de los dos atender hasta que Draco se levantó para alejarse de Harry lentamente, parecía estar en un estado donde solo miraba un punto fijo del suelo como manera de tranquilizarse.

—Atiéndelo a él. —Ordenó al momento que tomaba asiento en una de las sillas del lugar y llevaba una mano en su frente.

Harry permaneció en silencio sin saber lo que pasaba, quería preguntar pero mejor esperaría a que el médico se fuera, mientras tanto observo la biblioteca con atención, viendo la cortina intacta, no había rastro de fuego o algo parecido, ni del libro que había jurado que leyó, no había nada. El medimago lo revisó de pies a cabeza bajo la mirada frívola de Draco, le colocó dos hechizos qué ni siquiera pudo entender pero noto que el dolor en su cabeza desaparecía y se sintió más relajado, tenía un poco de sueño solamente.

—¿Ha estado bajo mucho estrés últimamente? —Preguntó el hombre al momento que llevaba su varita al pecho de Harry quien negó. —Probablemente sea solo una... —Dejo de hablar abruptamente cuando se acercó más al pecho de Harry como si quisiera verificar algo.

—¿Qué pasa? —Se levantó Draco para acercarse al hombre quien miraba a Harry como si se estuviera volviendo loco. —¡Dígame qué ocurre o créame que no volverá a ver la luz del día!

Eso pareció captar la atención del doctor quien miró a Draco lentamente pero su rostro estaba pálido.

—Escuchó dos...

—¿Dos qué? Hable bien, creí que era un buen doctor. —Habló cada vez más molesto al no saber lo que pasaba.

—Dos corazones. —Respondió con voz baja y Draco se rió al creer que era una broma.

—¿Cree que soy estúpido o qué? Examinelo y dígame qué le pasó.

En ese momento el doctor se levantó del suelo para tomar su varita de manera temblorosa pero Draco lo tomó del cuello rápidamente.

—Dígame qué tiene de una maldita vez. —Habló de forma amenazante pero Harry se levantó también para sujetarlo del brazo, Malfoy lo observó de reojo y soltó al hombre que temblaba bajo el horror del joven.

—M-mis disculpas, creo que mi varita no funciona correctamente. —Bajo la mirada el hombre. —Debe ser que el joven debe estar bajo mucho estrés, debe descansar y despejarse, d-debe ser psicológico.

Draco entrecerró los ojos sin olvidarse de la "broma" del doctor, intentando descifrar cómo se atrevió a jugar en un momento así ¿Qué acaso no había quedado claro el estime que le tenía a Harry delante del mundo mágico?

—Lárguese. —Dijo finalmente y el doctor asintió mientras examinaba su varita, intentando convencerse que quizás estaba defectuosa tras cincuenta años usándola. Draco suspiró una vez que escuchó la puerta cerrarse y dirigió inmediatamente sus ojos a Harry. —¿Y a ti qué te pasó?

El pelinegro se removió incómodo sin saber qué pasaba aún, aún con el terror plasmado en su piel, sin creer si había sido realmente una pesadilla.

—No lo sé, es decir... —Desvió la mirada a la gran cortina que juraba que se había consumido en el fuego. —Creo que soñé despierto.

Draco frunció el ceño aun con un rostro serio. —¿Qué soñaste?

Tardo un poco en responder y quito los ojos del trozo de tela que cubría parcialmente el ventanal para observar ahora al joven Malfoy quien seguía esperando su respuesta. Recordó con un retortijón el nombre del mago de aquella historia. —Con Tom Riddle, es un personaje, creo... —Fue bajando el volumen de su voz conforme notaba que el rostro de Malfoy se sobresaltaba y extrañamente él fue el que desvío la mirada cosa que él nunca había hecho. —¿Es de una historia, no? —Preguntó esperanzado de pensar que ese personaje solo era producto de la imaginación retorcida de alguien pero el silencio de Draco le dijo más que palabras.

—Era un mago oscuro. —A Harry le llamó la atención el "era" y el rubio lo notó a pesar de no verlo. —Se cree que murió, no se sabe cómo o porqué pero de pronto desapareció como si nunca hubiera existido.

—¿Después de asesinar a los Potter? —Draco lo volteó a ver rápidamente. —Lo leí. —Se justificó y espero a que no le preguntará en dónde lo leyó porque al parecer el libro no existía.

—Supongo que los periódicos aún hablan de eso. —Habló consigo mismo y ató de nuevo su coleta baja del cabello, intentando acomodarse los mechones qué estaban enredados. —Bueno, aún es un tabú hablar de él ¿Entiendes? No lo menciones tanto. Vamos a mi habitación, quiero peinarme, estoy horrible gracias a alguien. —Draco lo miró con los ojos entrecerrados y Harry se encogió conforme caminaban a la salida de la biblioteca y encaminarse por los pasillos.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Llegué antes porque las clases terminaron deprisa pero cuando salí de la chimenea te escuché desde el primer piso gritando. —Llevó su mano a la frente como si le generará estrés pensar. —Ni siquiera me reconociste, seguiste gritando que te dejara y que no te tocara así que me empujaste varias veces.

—Lo lamento mucho. —Bajo la mirada y el otro lo observó de reojo.

—Tendrás que pagarme con algo para recompensarme. —Harry asintió rápidamente aún apenado. —Mis padres no saben nada, están fuera haciendo no sé qué.

Finalmente llegaron a la habitación de Draco y este fue a sentarse en su escritorio de forma simple y desató su cabello, aún sin palabras Harry comprendió lo que quería y aún avergonzado camino rápido por el cepillo de marfil para peinar el largo de los cabellos de manera cuidadosa. El rubio dejó caer suavemente la cabeza hacia atrás y cerró los ojos para relajarse entre las manos de Harry, dio un gran suspiro y entreabrió los ojos para extender su brazo hasta tocar la barbilla del pelinegro, Harry se sobresaltó un poco y pudo darse cuenta de lo que estaba pasando, había olvidado que estaba delante de Draco con quien había hecho cosas que lo hacían temblar y sentir calor en su rostro de forma embriagante, recordó la emoción que había tenido al saber que lo volvería a ver.

Sin palabras entre ambos, Harry atendió la caricia de Draco para agacharse y aprovechar la posición para compartir sus labios y besarse después de tantos meses sin haberse visto, Malfoy llevo la misma mano hasta la nuca de Harry para profundizar más, sintiendo cosquillas por la respiración de la nariz de su sirviente que terminaba cayendo en su cuello de forma cálida, así continuaron hasta que que sus cuellos dolieron y tuvieron que alejarse.

Harry sintió pena al reconocer que quería seguir besando a Draco pero continuó peinándolo para que el otro no lo notará pero era obvio que lo hizo al ver su sonrisa burlesca.

—Esto no es suficiente para recompensarme.

Harry terminó de atar el cabello con el lazo esmeralda y parpadeó algunas veces seguidas. —¿Qué quiere que haga?

—Mm... —Llevó su dedo índice a la barbilla como una manera cómica de mostrar que pensaba en cómo molestar a Harry. —Mis padres regresaran por la noche y aún es temprano. —Repentinamente se acomodó en la silla para darse la vuelta y mirar al otro de manera divertida. —Vayamos al pueblo.

Harry abrió la boca y la cerró sin tener el valor de refutar de alguna forma, hizo el mismo ritual dos veces más hasta que suspiró resignado. —De acuerdo.

Draco sonrió con sorna y se levantó para mirar la ventana un momento, ambos se dieron cuenta de las nubes grises que se avecinaban del norte pero en lugar de detener a Draco, lo incentivaron a salir rápido de la mansión para tener tiempo de estar fuera. Así lo hicieron, Harry solo se dedicó a abrir las puertas para Draco hasta salir de la mansión bajo la mirada recelosa de los sirvientes al verlos pero sin tener derecho alguno de decir algo.

Sin plan alguno o algo premeditado solo continuaron caminando, Harry seguía a Draco quien a pesar de no salir tan seguido al pueblo, podía gozar de una buena memoria de las calles y sus direcciones, iba a preguntar a dónde es que se dirigían pero algo llamó más su atención por encima de la curiosidad.

De un gran ventanal, estaba en exhibición una broche mediano para el cabello, parecía ser de plata junto con incrustaciones de pequeños y finos diamantes que brillaban dependiendo de la posición de donde los vieras gracias al sol, era la pieza más bella que Harry había visto y por alguna razón trago saliva y miró la espalda de Draco quien continuaba caminando sin notar que se había quedado quieto mirando el estante; observó el rubio cabello removerse por la brisa y se apeno un poco al tener la imaginación de ver el broche entre los cabellos.

—Joven Malfoy. —Llamó y Draco se detuvo para mirarlo extrañado. —Permítame, quiero... entrar. —Señaló disimuladamente la tienda con esperanza de que no fuera tan obvia la razón por la que quería entrar, el chico volteó a ver el local de manera curiosa subió los hombros de arriba hacia abajo.

—¿Qué quieres comprar? Puedo ordenar que te lo traigan después.

Harry negó rápidamente al imaginar a los sirvientes que lo odiaban vinieran a comprar el broche y llevárselo.

—Será rápido, lo prometo, puede esperar aquí. —Y antes de recibir respuesta, fue rápidamente al local.

Draco se quedó con la palabra en la boca pero lejos de enfadarse, miró divertido cómo Harry entraba tan rápido que se tropezó en el primer escalón pero se reincorporó rápidamente para seguir.

—Disculpe ¿Puede enseñarme el broche del ventanal? —Preguntó un tanto tímido, era su primera vez comprando un accesorio tan ostentoso aunque siempre acompañaba a Draco y a Narcissa cuando compraban sus joyas.

El dueño del local arrugó el gran bigote que adornaba su rostro y sus ojos pasearon de abajo hacia arriba entre Harry con un claro desprecio, si bien Draco siempre le había insistido en comprarle y hacer usar ropa costosa, en un pueblo tan pequeño donde todos conocen a las familias ricas, era obvio para ellos que él no pertenecía en alguna de ellas. Sin embargo, Harry sabía que podía pagarlo cuando vió el precio en el vitral, desde que empezó a trabajar en la mansión no había gastado casi nada en sí mismo, Draco siempre le había proporcionado toda la ropa y accesorios que necesitará, si necesitaba cuerdas para su violín era él quien se las obsequiaba o si sus gafas se rompían, en lugar de arreglarlas, le compraba otras mientras que su madre siempre le proporcionaba sus comidas y servicios que necesitará mientras que su padre se encargaba de darle un cheque mensual de una buena suma de dinero y aunque muchas veces les había dicho que no debían pagarle, Lucius se jactaba en su cara mientras le decía que le quitaba de su sueldo los servicios que se le daban pero no estaba seguro de ello aun así.

—Cuesta 500,000 galeones. —Respondió el señor aunque no había sido la respuesta que había buscado Harry.

—Lo sé. Quiero verla. —Pidió una vez más y bajo los ojos entrecerrados del hombre se acercó al mostrador.

El dueño sacó del estante el broche y lo puso en un pequeño cojín azul rey para que Harry pudiera verlo.

—Ya lo vió, ahora puede retirarse. —Habló el hombre para poner su gran y arrugada mano encima del broche y Harry lo miró.

—Puedo pagarlo. —Afirmó mientras sacaba la libreta de cheques de su bolsillo trasero, un obsequio más de Draco.

—Mire, muchacho, sé que no puedes pagarlo y no seré estafado por una alimaña, conozco cómo se ve una. —Dijo agresivamente y Harry quiso hacerse pequeño aún a sabiendas que tenía con qué pagarlo. Quería ese broche.

Iba a insistir una vez más pero en eso una mano casi albina se colocó en el mostrador cerca del cojín. Harry subió los ojos para toparse con Draco quien no disimulaba su desprecio al hombre con su mirada.

—Oh, señor Malfoy, buenas tardes, disculpe el desorden de mi establecimiento ¿Qué puedo hacer por usted? —Harry no podía creer que ese anciano que ahora se mostraba tan servicial era el mismo que antes le despreciaba.

—Enséñeme todos los broches que tenga en su asqueroso local. —Ordenó y aunque el señor había escuchado el insulto, pareció ignorarlo al pensar que todos sus broches podrían ser comprados por el heredero de los Malfoy.

Pronto todos los broches que tenía el lugar estaban enfilados en el mostrador, eran veinte, todos eran hermosos y costosos, Draco no se veía deslumbrado.

—¿Cuáles quieres, Harry?— El pelinegro volteó a ver nervioso a Draco bajo la mirada extrañada del dueño. —Puedo comprarte todos los que quieras, dime.

Harry negó nerviosamente pero antes de responder, el hombre de manera rápida atrajo sus manos.

—Oh, veo que estaba viendo mucho este broche, podría comprarlo. —Dijo con una sonrisa llena de codicia mientras señalaba el broche por el que había preguntado antes.

Contrario a lo que el dueño del lugar esperaba, Harry lo miró con el ceño fruncido y lo obligó a que lo soltara tras un tirón de manos, estaba enojado, algo que pocas veces se veía. Más que enfadado por haber sido despreciado, era el enfado porque el señor quería aprovecharse de Draco quien estaba dispuesto a pagarle todo lo que quisiera.

—No quiero nada de usted. Vámonos.  —Dijo bruscamente y sin pedir permiso o apenarse, tomó la mano de Draco para dirigirse a la salida.

Salieron del local, Harry caminaba rápidamente con los pies pesados mientras pensaba enfadado en que un hombre tan codicioso haya hablado con el rubio, al menos así fue hasta que el agarre en su muñeca lo detuvo de pronto, volteó a ver a Draco a quien tenía aún de la mano y como si su piel quemara, se alejó totalmente avergonzado.

—¡Ay! ¡Disculpa, perdón, que vergüenza, no me había dado cuenta que lo tomé de... la mano.... —Se detuvo distraídamente cuando vio cómo Draco sacaba de su mano el hermoso broche de plata. —¿Cómo? ¿Cuándo?

—Ese imbécil no puede tratarte así y después salir como si nada. —Respondió burlonamente.

Harry iba a preguntar otra cosa cuando escuchó a lo lejos la voz gritona de un hombre.

—¡Ladrones! ¡Mi broche! ¡Mis galeones!

Esta vez fue Draco quien tomó la mano de Harry para salir corriendo de lugar, toparon algunas veces con otras personas y aun con el aire fresco pasando a sus pulmones, por alguna razón tras la adrenalina de saber que habían robado un broche de 500,000 galeones, Harry se sintió maravillado al ver la espalda de Draco quien corría por los callejones, probablemente nadie los seguía pero no se soltaban porque era divertido huir así. No lo contuvo y sonrió, sabiendo que Draco no podía verlo.

Así continuaron hasta que llegaron a una gran catedral que se encontraba en la punta de una pequeña colina a las afueras del pueblo; tuvieron que inhalar y exhalar varias veces para poder respirar como se debía, con gotas gruesas de sudor que recorrían sus rostros y el cabello un tanto despeinado.

Harry en lugar de reclamarle a Malfoy por robar o decir algo en contra, dejó salir una risa que rápidamente se convirtió en una carcajada mientras Draco al inicio pareció sorprendido pero después lo imitó. Ambos comenzaron a reír mientras recordaban el rostro de horror del señor quien gritaba por sus galeones.

—¿Viste su rostro? "¡Oh, no, mis galeones!" —Imito burlonamente Draco y Harry volvió a reír fuertemente por lo que tuvo que llevar sus brazos en el estómago cuando le comenzó a doler.

El rubio fue el primero en dejar de reír pero una sonrisa permanecía plasmada conforme miraba a Harry quien seguía riendo.

—Sí hubiera sabido que reirías así, hubiera robado un broche antes.

Harry dejó de reír poco a poco pero algunos espasmos de la carcajada anterior aún estaban presentes. Se miraron mutuamente de manera divertida, después de todo solo eran dos adolescentes.

—¿En dónde estamos? —El pelinegro pareció darse cuenta de que estaban en un lugar donde no había llegado antes, había visto la catedral algunas veces a lo lejos pero nunca imaginó caminar hasta allí.

—En la catedral del pueblo, tonto. Es la única que hay. —Dijo burlesco y se sentó en el pasto que estaba un poco seco, Harry hizo lo mismo para mirar la estructura. —Me gustaba venir de pequeño cuando me escapaba de la mansión. —El chico lo miró sorprendido. —Era un niño rebelde, me gustaba hacer enloquecer a mis padres cuando me regañaban.

—Aún le gusta. —Comentó inconscientemente y se arrepintió de hacerlo pero en lugar de que Draco lo recriminara por responderle, se topó con una imagen distinta.

Malfoy se encontraba sentado en el pasto seco, la gran catedral al lado con sus vitrales de colores que brillaban de fondo y el color anaranjado característico del atardecer hacía tomar una bella luz al chocar con el cabello rubio del chico delante suyo. Sintió que su garganta se atragantaba con el aire que respiraba y su rostro se sintió caliente sin reconocer si se debía al sol o por saber que su corazón latía desenfrenado y de forma tan fuerte que tuvo miedo de que Draco lo escuchara.

—Este era mi lugar secreto. —Comentó Draco y Harry lo miraba con aún más atención. —Ver el pueblo aquí a la hora del atardecer es bellísimo.

Mientras Draco veía el pueblo, Harry lo observaba igual de maravillado. —Sí...

Un silencio comenzó a formarse entre ellos, hubieran continuado así pero Draco lo corto primero.

—¿Por qué querías el broche? —Lo sacó de su mano y aunque ya sabía la respuesta, quería escucharla.

Harry se avergonzó, sabía que su rostro mostraba toda la sangre circulando, tenía miedo de que Draco volteara a verlo pero también tenía el deseo de que lo mirara, por alguna razón quería ser observado por sus ojos plateados.

—Pensé que se le vería bien. —Respondió y su corazón dio un brinco cuando finalmente Draco lo volteó a ver.

Chocaron sus miradas y Harry sintió su estómago revolverse. Sin decir nada más y de golpe, se acercó ansioso para besarlo, parecía haber perdido la vergüenza, fue correspondido con la misma ansiedad y eso hizo que un cosquilleo recorriera de su corazon a su estómago, sintió la mano de Draco detrás de su nuca y el peso de su cuerpo caer encima que lo obligó a recostar su espalda en el pasto, se armó de valor y de osadía para llevar también su mano al cabello rubio para profundizar el beso que le hacía sacar jadeos de tal manera que su cabeza comenzaba a marearse, los labios de Draco le parecían tan suaves y fríos qué eran adictivos por el deseo de lograr calentarlos en algún momento, tenía tantas ganas de morderlos pero se controló a sí mismo para hacerlo, no por miedo de ser regañado, sino por miedo de dañarlos; prefirió apretar su mano contra el suelo para evitarlo.

Se separaron lentamente gracias a que Draco se alejó, Harry pudo ver el cielo para notar que había pasado el tiempo suficiente para que las primeras estrellas pudieran verse entre el oscuro azul y volvió a sentir que su cuerpo hervía y su cerebro se ahogaba al contemplar ese escenario junto con Draco quien permanecía encima de él ahora con el cielo nocturno y estrellado. Se sentía embobado cuando de pronto su mano sintió algo frío y observó que el rubio había depositado el broche en ella.

—Puedes colocarlo. —Dijo de forma baja y se recostó en el pecho de Harry de manera cómoda, aprovechando la cercanía para llevar sus manos a su pecho.

Así lo hizo, llevó sus manos a la coleta del chico y entrelazo el broche entre los cabellos mientras pensaba satisfecho que era tal cual lo había imaginado.

Draco se veía hermoso.

Decidieron permanecer de esa forma por un largo rato, en total silencio y con el arrullo de los grillos.

[...]

—Debemos conseguir al chico antes de que los mortifagos se enteren. —Dijo el hombre mientras su cabello grasiento se pegaba a la frente.

—¡No es un objeto, Severus! —Reclamó Sirius al mismo tiempo que lo empujaba enfadado.

—¡Es un peligro! —Gritó de vuelta y se tomaron del cuello de sus camisas con amenaza. —Sabes lo primero que harán con él cuando lo sepan.

—¡Que haya podido tocar ese estúpido violín no significa nada!

—¡Significa que Voldemort va a regresar! ¡Su sola existencia lo dice!

—Guarden la calma. —La repentina y calmada voz de Dumbledore los hizo callar a pesar de verse con todo el desprecio que podían tener. El anciano se levantó de su escritorio mientras tocaba brevemente el violín negro qué se encontraba en un estante.

—Director —Llamó Minerva un tanto nerviosa, sus lentes se deslizaron por su nariz y su boca se turnaba entre varias muecas. —¿Estás seguro de...?

Dumbledore asintió seriamente, los hombres tuvieron que separarse para mirar ahora al anciano quien tomó el anillo entre sus dedos.

—Dijo que este anillo era de plomo y que su diseño era el de un vonalisto. —La duda en el rostro de todos se vio presente, incluso Lupin quien había permanecido en una esquina oscura lo observaba inmiscuido en duda. No comprendían ese comentario ni sabían que era un "vonelisto". —El vonelisto no existe, fue la idea fallida de Voldemort de la idea de un árbol que otorgará la vida eterna. —Pauso un momento antes de seguir. —Y nadie más sabía que este anillo era de plomo más que él y yo. Él lo creó.

Esta vez el silencio se hizo presente de manera intensa, todos tan quietos que el primero en moverse fue Sirius quien no evitó caer al suelo de manera derrotada, su cabello se pegó a su rostro y parecía querer contener un llanto qué no salió.

—Apenas pude encontrarlo. —Habló para sí mismo mientras Lupin y Minerva se acercaban para consolarlo, intentando que se pusiera de pie. —Y ahora lo volví a perder.

Dumbledore conectó su mirada con Severus quien lo observaba de forma profunda. —El violín solo podía ser tocado por él, Sirius. Por un Riddle.

—¡Esto no puede ser todo! ¡Tal vez hay otra forma! ¡Otra explicación! —Gritó de nuevo pero el agarre en su hombro hizo que mirara a Lupin quien negaba lentamente.

—Sólo dices incongruencias, perro. —Severus lo miró despectivamente por un momento. —Debemos conseguirlo y hacer lo que debemos.

—El chico está unido a él. —Habló nuevamente Dumbledore y bajo la mirada nuevamente al anillo. —Debemos hacerlo antes de que los mortifagos lo sepan.

Y sin percatarse ni detenerse a mirar detalladamente, una rata escurridiza comenzó a correr por los pasillos de Hogwarts para comunicar lo que había podido escuchar en sus pequeñas orejas.

Nota de Autor (a):
Diosss, odio aveces Wattpad jaja. Tuve que resubir el capitulo 2 veces ya que se subía de forma extraña por los guiones largos y tuve que volver a corregirlo junto con otras cosas de la estructura.
Este capitulo y el anterior han sido de los más largos que he escrito, perdón si los agobia un poco. Ya que escribo poco a poco durante mis tiempos libres, este capítulo lo llevo escribiendo desde el 25 de diciembre pero...
Declaró inaugurada la etapa de angustia y romance a morir de la historia, espero disfruten.

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