V
Cuando menos se percató, el tiempo había transcurrido de manera rápida después de la partida del joven Malfoy. Regresando a la rutina que le correspondía como sirviente en el lugar porque aun siendo el acompañante de Draco, cuando este se marchaba a la escuela de magia y hechicería, no le quedaba más que regresar a la monotonía de su vida, de la cual no tenía queja alguna, agradece poder tener tres comidas calientes y una habitación para sí mismo, cosa que lo diferenciaba de la demás servidumbre la cual no lograba disimular su descontento por la clara preferencia a su persona desde el primer día que puso un pie en la mansión. Harry lo entendía, a diferencia de todos los demás él no recibió ningún tipo de educación para trabajar en ese lugar ni tuvo que pasar por un riguroso examen de parte del jefe de mayordomos, el único conocimiento que tenía antes de llegar a la mansión eran conceptos banales como lo era leer y escribir; y eso lo consternó algunas noches en las que intentaba recordar cómo sabía aquello, no recordaba nada antes de los seis años, toda su memoria rondaba cuando vivía en las calles y dormía en callejones húmedos y oscuros para evitar que lo vieran porque por alguna razón tenía el pensamiento diario de tener que huir, escapar de algún lado del cual no creía conocer.
Trago saliva mientras recordaba algunas experiencias que quisiera olvidar de cuando no tenía ningún lugar al que llamar "hogar", aquello solo hacía que tallara con mayor fuerza el suelo de mármol, era traumático saber y recordar que tuvo que comer ratas de las alcantarillas para sobrevivir en su momento, no le gustaría regresar a eso, lo odiaba y no quería que el joven Malfoy se enterara de ello jamás.
Era invierno, estaban a finales de noviembre y el frío se hacía notar en el clima de manera invaluable, congelando sus extremidades con cada paso que se daba y sus dedos comenzaban a temblar cuando tenía contacto con el agua fría de la cubeta, había querido colocar un hechizo calentador pero su varita estaba en su alcoba y se encontraba en el primer piso limpiando la cocina, así que se limitó a aguantar y seguir tallando.
—La señora Malfoy te habla. —Habló una sirvienta medianamente mayor, parecía de cuarenta años pero algunas arrugas ya comenzaban a aparecer alrededor de sus ojos y en sus manos a causa de la limpieza diaria que tenía que hacer en la mansión. Harry se levantó del suelo pero apenas lo hizo, escuchó el golpe inconfundible de una olla cayendo, cerró los ojos como forma de intentar tranquilizarse y volteo a ver de dónde había provenido el sonido para terminar por encontrar a otra sirvienta quien era la que se encargaba de la cocina que había tirado "accidentalmente" la olla de pasta que estaba cociéndose anteriormente. —Recoge antes de irte, no puedes dejar el trabajo tirado. —Habló la mujer con una gracia egocéntrica al momento que daba media vuelta para marcharse pero giró su cuello para mirarlo satisfecha. —Y te recomiendo que lo hagas rápido, no debes esperar a los amos.
Las dos mujeres se marcharon y Harry solo pudo escuchar unos suaves pasos dirigiéndose hacia él de manera tímida.
—Yo puedo hacerlo, puede ir con los señores. —Miró al pequeño elfo que se acercaba lentamente, la familia lo había adquirido hace 2 años pero solo se encargaba de arreglar el jardín o decorar la mansión a veces pero recientemente lo habían asignado a limpiar los ventanales por lo que apenas hace un mes lo pudo conocer.
—Te pueden regañar, no tienes permitido entrar a la cocina, Dobby. —Respondió de manera baja, no le enfurecía tanto ser molestado por sus compañeros de trabajo, de alguna forma sentía que era lo justo por tener tantas preferencias que eran mayormente cuando Draco regresaba.
—Puedo hacerlo más rápido, mire. —El elfo chasqueo los dedos y de pronto toda la pasta regreso a la olla mientras está flotaba para regresar a la estufa de donde se había caído y seguir con su cocción a flama baja, Harry lo miró con una sonrisa y el elfo le correspondió de manera temblorosa y tímida.
—Creo que deberíamos cambiar la pasta, no creo que sea muy higiénico si la comen así. —Comentó divertido Harry.
—Se la podemos dar a las señoras. —Sugirió de manera maliciosamente adorable el joven elfo mientras señalaba hacia donde habían salido las dos mujeres antes.
—Te debo una. —Correspondió con una sonrisa que el elfo no tardó en bajar la mirada tímidamente, no estaba acostumbrado a tener conversaciones con las personas.
Se levantó nuevamente del piso e inclinó la cabeza como manera de agradecer pero Dobby se agacho por completo en el suelo, aún si no fuera dueño de él como los Malfoy, por alguna razón lo estimaba mucho. Subió dos pisos hasta llegar a la oficina, golpeó la puerta algunas veces hasta que escuchó una voz masculina decir que podía entrar. Así lo hizo, abrió la puerta lentamente para agachar la cabeza de inmediato como forma de saludo y respeto, le tenía un cierto temor a Lucius Malfoy porque le recordaba a Draco pero menos amistoso.
Cuando subió la mirada pudo ver cómo el señor Malfoy tenía abrazada de la cintura a su esposa, parecía que la intentaba retener de que se fuera de su lado hasta que recibió una risa de Narcissa para dejarla ir, la mujer se acercó a Harry bajo una mirada resignada del hombre.
—Buenos días, señor y señora Malfoy ¿En qué puedo ayudarles?
La oficina era fría al igual que la mayor parte de la mansión, no porque no tuvieran chimenea o el poder de colocar hechizos de calefacción, simplemente decidían tener frío; tembló un poco pero lo controlo lo mejor que pudo y miró de manera expectante cómo Narcissa se acercaba finalmente para entregarle un sobre perfectamente elegante de color blanco y detalles finamente ilustrados de color plateado, la miró extrañado y de manera lenta acercó su mano para sujetarla con duda, sin creer que una carta tan hermosa era dirigida hacia él.
Miró de nuevo a la señora Malfoy con una pregunta en los ojos y ella pareció entenderlo.
—La mandó Draco, es para ti. —Comentó al aire con una sonrisa mientras volvía al lado de su esposo quien aún permanecía sentado en la silla de su escritorio, inmediatamente fue envuelta por un brazo en su cintura.
—¿La tengo que abrir aquí? —Preguntó con la mejor cortesía para no sonar grosero, no quería abrirla frente a ellos, era como si fuera una mala señal pero la mirada burlona de Lucius le recordó de manera no grata a Draco.
—Ábrela aquí, queremos saber qué te mandó nuestro único hijo. —Ordenó no tan amigablemente el monarca de la familia.
No odiaba a Lucius, no odiaba a nadie de la mansión en general pero vaya que si odio tener que abrir la carta frente a ellos.
Desdobló el pergamino dentro del sobre y conforme leía las pocas palabras que estaban en una perfecta letra cursiva, tragaba una cantidad grande de saliva y sus ojos se agrandaban.
—¿Y bien, Harry? ¿Qué pasa con Draco? —preguntó Narcissa bastante curiosa.
La miró sin saber si podía ser capaz de mentir y decir que no había pasado nada, tal vez podía dar una realidad falsa donde el joven Malfoy solamente le mandaba sus saludos pero jamás lo creerían, su hijo era un ser caprichoso y lo conocían tan bien como para saber que no mandaría una carta para más allá de dar alguna orden o pedir algo.
La mirada de Lucius le recordó a Draco cuando ya sabía que tendría lo que quería pero fingía inocencia, tal vez él ya sabía el contenido de la carta o solo podía hacerse a la idea de lo que su hijo quería.
Tuvo que armarse de valor, tenía que comportarse frente a los señores de la mansión. Apretó la carta entre sus dedos mientras la colocaba tras su espalda para erguirse.
—El joven Malfoy me manda a llamar a la academia de magia y hechicería, Hogwarts. —Trago una vez más saliva mientras desviaba la mirada a otro lado, creyendo que quizás entre menos importancia le daba a su voz de manera desinteresada, ellos creerían que era algo tan tonto que no podrían cumplirselo a su hijo. —Quiere que participe con él en una presentación de música. —Sintió que comenzaba a sudar frío y cuando volvió la mirada al matrimonio solo hizo que sus esperanzas de que justamente fuera la primera vez que no le cumplirían el capricho de Draco se derrumbaran.
Narcissa tenía un rostro maravillado mientras Lucius parecía que quería reírse de su rostro pálido.
—¡Estupendo! ¿Cuándo es? —Narcissa volvió a alejarse de su esposo quien la miró como un cachorro qué veía alejarse a su dueño mientras ella se acercaba a Harry para tomar la carta y leerla. —Muy bien, es hoy por la noche. Draco siempre avisa las cosas tarde pero sé que serán una presentación excelente.
Narcissa entre su felicidad no notó cómo Harry lucía tan pálido y sin decir nada. La mujer le pidió que arreglara lo que necesitará para irse por la red flú y lo dejó marcharse a su alcoba.
—¿No crees que es maravilloso, Lucius? —La mujer lo tenía abrazado del cuello de manera amorosa y lo sacudía de vez en cuando. —Draco siempre ha odiado presentarse a tocar música pero esta vez lo hará por decisión propia y además de todo, quiere a Harry a su lado, significa que está teniendo empatía al fin. Se siente acompañado ¿No es bueno?
Lucius la miró enternecido y le robó un beso rápidamente. —Sí tu estas feliz con ello, yo también, querida.
—Quizás pueda tener más amigos al fin e invitarlos en vacaciones ¿No sería lindo verlo jugar con niños de su edad?
—Tiene quince años, no creo que jueguen mucho los chicos de su edad. —Aún así Narcissa seguía emocionada e ignorando el comentario de su esposo, continuó imaginando a un Draco cariñoso y con empatía mientras tiene muchos amigos.
[...]
Guardaba el violín en su estuche junto con sus accesorios, a pesar de los años permanecía tan hermoso como si fuera nuevo y sonaba de manera melodiosa siempre, en otra ocasión hubiera aprovechado el tiempo libre para tocar alguna canción rápida pero esta vez sentía que su ojo podía temblar de imaginarse estar frente a una multitud.
Dio un gran suspiro y llevó su mano a la cabeza para intentar relajarse, le costaba creer que tendría que ir y tocar su violín con tantas personas presentes, odiaba tener que ser visto por mucha gente, le gustaba pasar desapercibido y estar en la mansión haciendo cualquier cosa.
Además de todo eso, había una cosa peor: ver a Draco.
Después de lo que había pasado en el salón de música donde se habían besado, no había podido ver a frente a frente, durante una semana lo evitó después de ello hasta que se marchó y extrañamente no había hecho algún berrinche porque no se habían visto. Al menos hasta ahora que le exigía acompañarlo en la presentación.
Le era difícil comprender lo que Draco quería, a veces parecía que no pensaba como una persona normal, era impulsivo, exigente y caprichoso pero por alguna razón le hacía sudar las manos cada vez que se veían y después del beso que habían compartido, no solo sus manos sudaban, sino que sus piernas comenzaban a temblar, sentía un cosquilleo en su estómago y un sentimiento que hacía hervir la sangre de su rostro.
Nuevamente inhalo y exhalo cuando termino de guardar su violín y de forma resignada se acercó a su armario, saco el traje qué Draco le había obsequiado antes de irse a Hogwarts, era color negro, se parecía bastante al qué había usado cuando fueron al teatro, con algunas joyas esmeraldas qué adornaban los hombros y una cadena fina de plata que colgaba entre el pecho. Debatió si ponérselo de una vez o hasta llegar a Hogwarts pero por practicidad decidió colocarselo ahí mismo.
Cuando llegó el momento de estar listo, sujeto su varita, conjuro un tempus y se pudo dar cuenta que eran las once de la mañana; al menos podía agradecer que Draco había mandado la carta temprano.
Se miró en el espejo un tanto inseguro pero sin otra opción, tuvo que marcharse a la sala principal del primer piso donde estaba una de las red flú qué tenía la mansión. Narcissa se encontraba esperándolo sentada en el sofá individual mientras terminaba de envolver lo que parecía ser una caja de chocolates bajo papel de navidad y apenas vio a Harry se levantó para acercarse.
—Ten, Draco este año no vendrá en las vacaciones y quisiera que se lo dieras ahora en lugar de mandárselo por un búho después. —Le entrego la caja con una leve sonrisa. —Tu regalo te lo daré en navidad ya que estarás aquí con nosotros.
Harry le sonrió de manera amable y asintió mientras sujetaba la caja de chocolates y su estuche de violín al momento que se adentraba a la gran chimenea.
—Sólo di "Academia de Magia y Hechicería, Hogwarts." Y aparecerás en la red flú principal de la escuela ¿Bien? —Harry tomó los polvos qué Narcissa le extendía. —Buena suerte, cariño.
—Gracias, señora Malfoy. —Respondió por última vez para arrojar los polvos debajo suyo y que una ráfaga de humo lo envolviera momentáneamente.
Cuando la visión borrosa comenzó a desvanecerse pudo ver finalmente lo que parecía una gran oficina y a un anciano de barba larga sentado en su escritorio, se inclinó inmediatamente como forma de saludo conforme salía de la red flú y sacudía un poco de polvo de sus hombros. No era la primera vez que usaba ese medio de transporte pero aún le faltaba práctica de cómo aparecer correctamente sin polvo.
—Buenos días, soy Harry de la mansión Malfoy. —Habló intentando mantener su postura, le costaba hablarle a gente desconocida.
El anciano se levantó del asiento para dirigirse a él y mirarlo de una forma extraña, cómo si debatiera en responderle. Harry miró alrededor, apreciando el nuevo lugar en el que estaba, viendo las montañas de libros que parecían más antiguos que el hombre frente suyo y con un ave que descansaba en su jaula.
—Un gusto, Harry, puedes decirme Dumbledore. —Comentó e hizo que Harry volviera a verlo y se asustó al verlo tan cerca que tuvo que dar un paso hacia atrás un tanto incómodo. —Lo siento por acercarme y atacar tu espacio personal ¿Un dulce? —Preguntó mientras sacaba una golosina de su túnica y Harry por cortesía lo aceptó. —¿No tienes apellido, Harry?
El chico guardo el dulce en su saco y negó. —Sólo soy Harry, el sirviente de la mansión Malfoy, no más.
Dumbledore lo miró expectante y asintió, parecía que fuera a decir algo más cuando unos repentinos golpes en la puerta lo interrumpieron para seguidamente abrirse y dar paso a la persona que más había querido evitar. Harry aun con las piernas temblando se giró para agachar la cabeza más de la cuenta para tener la excusa de no verlo pero las pisadas indistinguibles de los zapatos lo hicieron cerrar los ojos como una muestra de tomar la valentía necesaria para erguirse y enfrentar a Draco.
El rubio tenía lo que parecía ser el uniforme de Hogwarts, lo conocía ya que lo colgaba en su armario después de que acabarán las clases y el joven regresara a la mansión; su cabello largo estaba suelto y sujeto con un lazo color esmeralda y sus ojos grises parecían penetrar lo más profundo de su cabeza que sintió que sudo frío.
—Buenos días, joven Malfoy, vine como lo pidió. —Saludó primero y se sintió cohibido al tener encima la mirada de Dumbledore y la de Draco.
El rubio miró por unos segundos para desviar la mirada hacia el director que miraba la escena con atención.
—Es el único chico de mi edad que me agrada. —Comentó Draco de la nada y Harry no entendió a lo que se refería.
—¿El joven Harry es de su familia? —preguntó con aquella voz añejada y con una mirada curiosa que le dirigía a Draco quien negó.
—Es mi sirviente personal ¿Le importa? ¿O me dirá que no puede participar por no ser de mi familia? —preguntó de manera tosca mientras inconscientemente se colocaba frente a Harry como si estuviera preparando miles de argumentos para refutar una contraria de Dumbledore.
—No, claro que no. Pueden participar juntos, era... mera curiosidad. Adelante, pueden irse preparando. —Les sonrió a ambos y Harry sintió un sentimiento familiar extraño pero se distrajo de ello cuando sintió el agarre en la muñeca qué Draco le proporcionaba para salir de la oficina.
Harry miró por encima de su hombro una última vez para ver que el director seguía de pie sonriendo de forma cálida.
Se asombró al ver los largos y anchos pasillos del lugar, era jalado por Draco pero aprovechaba para mirar los alrededores, maravillandose por una arquitectura diferente a la que estaba acostumbrado. No había gente alrededor, no sabía el porqué pero era mejor así, prefería no ver a más personas. Bajo los ojos y pudo darse cuenta de lo largo que eran los dedos de Malfoy qué podían cubrir toda la circunferencia de la muñeca sin problema, sintió caliente su rostro cuando cayó en cuenta de que estaba solo con él, respiró hondo, debía tranquilizarse.
Se detuvieron frente a una gran puerta de madera y cuando iba a preguntar dónde estaban, Draco la empujó para mostrar la peor pesadilla de un Harry con pánico social.
Docenas de alumnos estaban dentro, era un salón demasiado amplio y con muchos instrumentos musicales, había ruido por todos lados pero de una forma agradable y no estruendosa, eso no era lo que le dio miedo, lo que fue es que todos dirigieron su mirada hacia ellos y el incómodo silencio se formó conforme Draco entraba con él al lugar como si no se diera cuenta de las miradas en él.
Harry inconscientemente acortó la distancia con Malfoy y miraba de reojo a la gente observarlos sin pudor, algunos susurrando y entrecerrando los ojos, era peor que cuando fueron al teatro. Draco pareció notarlo y les dirigió una mirada repulsiva a todos los presentes que parecieron entender así que varios siguieron con lo suyo mientras otros ignoraron deliberadamente la incomodidad y siguieron observando cómo se dirigían a la esquina del salón donde estaba el piano de Draco Malfoy y que nadie lo tocaría además de él.
Draco se sentó en el elegante piano, no parecía tan costoso y fino como el de la mansión pero aún así era demasiado pulcro como para ser de una academia común. Malfoy tomó asiento y con la mirada incentivo a Harry para tomar asiento a su lado pero este se negó rotundamente a acercarse más mientras miraba cómo la gente aún así no les quitaban los ojos de encima.
—¿A mi qué me importa que nos vea esa gente? —preguntó Draco ante la actitud de Harry, su voz resonó en el salón gracias al eco. Suspiro una vez para tranquilizarse y observó a Harry quien claramente se veía incómodo. Sopló aire sobre el mechón qué le estorbaba frente a su rostro y se resignó. —De acuerdo, quédate de pie pero en la presentación debes sentarte a mi lado.
El pelinegro asintió y comenzó a sacar el violín de su estuche, lo sacó de manera temblorosa pero logró acomodarlo en su hombro. —¿Qué es lo que quiere que toqué?
Draco tronó cada uno de sus dedos y los movió de forma rítmica para calentar mientras miraba de reojo a Harry con aquella mirada gélida que tanto hacía que sus vellos se erizaran.
—La danse Macabre.
Harry arrugó la frente y negó con la cabeza. —Tú- Usted... —Se corrigió rápidamente. —Sabe que no sé tocar esa pieza, se lo dije antes... —Susurró lo último como si fuera un secreto al recordar lo que había pasado aquella noche.
—Has practicado ¿No? Han pasado casi cinco meses. —Respondió como si nada mientras tocaba algunas teclas al azar aún sin quitarle los ojos de encima. —Sé que puedes tocarla.
Harry miró de reojo como algunos estudiantes fingían no escuchar su discusión, inhalo aire tanto como sus pulmones pudieron y apretó los dedos de sus pies, no podía darse el lujo de darle la contraria a Draco frente a tantas personas, eso dejaría en ridículo a la familia Malfoy y aunque odiara cómo podía hacerle esto Draco, debía recordarse que les debía la vida.
—¿No puede... Cambiar de opinión? Podríamos tocar la campanella, como lo hicimos antes.
Draco soltó una risa burlona mientras negaba con la cabeza. —No quiero.
Harry mordió sus labios y tras varios segundos de intentar asimilar que tendría que memorizar y aprender a tocar esa complicada melodía en una tarde, se resignó, no había de otra.
—De acuerdo.
Si bien había intentado tocar esa pieza musical durante semanas, era lógico que no pudiera hacerlo bien después de 3 minutos. Claramente no podría hacerla en menos de un día, aún así tenía que intentarlo por los Malfoy.
Comenzó con los acordes del inicio simulando el arpa mientras Draco seguidamente comenzaba a tocar el piano como una extensión de su cuerpo y cuando tocaba su parte simplemente del violín salió un rechinido agudo que hizo que los alumnos se taparan sus oídos a excepción de Draco quien lo miraba como si nada hubiera pasado.
—Inténtalo de nuevo.
Avergonzado y aun mas nervioso, asintió y comenzaron de nuevo, esta vez pudo afinar el violín antes de tocar y la música resonó en el salón de nuevo, la parte de Draco de una forma pulcra y metódica pero apenas llegaba su turno, lo arruinaba. Pero tal como antes, Draco lo incentivaba a intentarlo de nuevo.
La mayoría de las personas del salón habían terminado por mudarse al otro lado del salón para evitar que sus oídos fueran torturados por el violín de Harry.
—¿No podemos tocar otra canción donde el violín no esté tan presente? Toca mejor que yo, es mejor que sea usted quien tome protagonismo. —Argumentó Harry tras una hora de continuos errores.
—No quiero.
De esa forma, nuevamente continuaron, error tras error y las molestias susurradas de los adolescentes que comenzaban a desesperarse por el incesante horror del sonido. El tiempo pasaba convirtiéndose en horas y aunque había mejorado un poco, no era lo suficiente como para completar la canción. Faltaban tres horas para la presentación y eso lo consternó más al ver que Draco parecía calmado, sí, el adolescente más alterado y caprichoso que odiaba que las cosas no fueran como él quería estaba tranquilo ante los errores de Harry y sin molestia alguna en su oído.
Draco miró de reojo el ventanal para observar el sol bajar. —Vamos a comer, después regresamos. —Se levantó de su asiento y se acercó a Harry para dirigirlo al comedor.
—O mejor no vuelvan. —Comentó al aire un chico pelirrojo que parecía tan fastidiado como los demás.
A pesar de que a Harry le pareció un comentario de lo más comprensible, Draco frenó su paso antes de salir.
—Ah, quizás no sonamos tan bien como tú porque nos falta que nuestros instrumentos sean usados por generaciones. —Comenzó a hablar Draco mientras lo miraba de forma penetrante. —Debes estar orgulloso Weasley, puedes decir que compartiste saliva con 100 personas antes de tu primer beso.
Seguidamente se marchó mientras todos los demás miraban con asco la flauta que tenía el pelirrojo en sus manos.
Harry quiso controlarse pero no pudo más conforme caminaban por el pasillo y soltó una risa que intentó contener en sus mejillas pero fue inevitable que Draco lo escuchara y lo mirara divertido.
—Es raro que te rías conmigo. —Sonrió Draco de forma leve y entrelazo sus brazos. —Me agrada.
Harry continuó intentando no reír. —No había visto que tenía una flauta ¿Cómo sabes que es usada?
—Todo lo que tiene es usado, seguramente sus calzoncillos también, no dudo que sean de su abuela.
Harry volvió a reír, sus músculos se relajaron y ni siquiera notó que sus brazos habían permanecido entrelazados, la comodidad se instaló entre ambos con una suave tensión.
Cuando creía que podría relajarse al fin por volver a estar fuera de las miradas de las personas, se sintió peor que antes cuando entraron al gran comedor, ahora no eran docenas, eran cientos de estudiantes los que estaban allí, por suerte al inicio parecían pasar desapercibidos entre medio de la gente pero cuando una chica de atuendo azul los miró y comenzará a decirle a sus amigos que los miraran, fue como una pieza de domino para que comenzarán a mirarlos todos.
—¿Por qué nos miran? —Se atrevió a preguntar en un susurro. —¿Es por mi traje? Tal vez debí usar mi uniforme en lugar de esto, lo lamento.
—¿Ah, nos miraban? —Draco miró de manera distraída alrededor. —No importan, así son siempre.
¿Siempre? ¿Significaba que era algo común? Quizás eso era normal en una academia o alguna iniciación para él que era nuevo, no lo sabía. Intentó pensar que era algo que le pasaba a todos los estudiantes y siguió a Draco quien tomaba asiento en una de las largas mesas y le ordenaba a Harry que hiciera lo mismo.
Así lo hizo, tomaron asiento juntos y mientras Draco decidía tomar un tanto de sopa de calabaza, Harry no sabía que comer así que lo imitó. La comida era sabrosa pero no podía disfrutarla lo suficiente con todas las miradas puestas encima de él que comenzaban a ponerlo más ansioso de lo que estaba al entender que tendría que tocar el violín frente a todos en una hora.
Cuando Draco acabo su sopa y al ver que Harry ya no comía más, se levantó de su asiento para dirigirse de nuevo al salón de música, se marcharon dejando un caos en el comedor.
—¿Ese era Draco Malfoy, cierto? ¿No tiene un gemelo o algo así? —preguntó rápidamente una Hufflepuff a sus amigos.
—Sí fuera su gemelo ¿Sería cierta la teoría del gemelo bueno y el malvado? —respondió una de sus amigas.
—¿No se llevaba mal con todos? —preguntó un gryffindor. —¿O solo era con nosotros?
—Debe estar volviéndose loco, nunca lo he visto con alguien ¿Vieron que tenían los brazos juntos cuando llegaron? —Comentó un ravenclaw en su mesa.
—Nunca he visto a ese chico de su lado pero parecía de nuestra edad ¿Estudiaba aquí? —preguntó un slytherin.
—Es un simple sirviente. —Respondió una chica de cabello corto y pelinegro. —Es un plebeyo.
—No estamos en la era victoriana para que se siga usando la palabra "plebeyo", actualizate, Parkinson. —Le respondió una chica castaña de uniforme verde.
—No estaba hablando contigo, Astoria.
—Pues parecía que hablabas sola entonces porque nadie más te hacía caso.
La chica le gruñó con ira y otra le correspondió con una sonrisa burlona.
Mientras tanto, Draco y Harry eran ignorantes a lo que pasaba conforme iban a la sala de nuevo, al llegar no había tantos estudiantes, parecía que muchos se habían ido a comer y otros a prepararse para sus presentaciones.
Harry miró su violín fijamente durante unos segundos. —¿Sabes que no podré tocar la pieza, verdad?
—Sé que lo harás. Ahora inténtalo de nuevo.
Harry bajo la mirada y así lo hizo, comenzó a tocar y aunque esta vez pudo llegar a más de la mitad de la canción, de nuevo otro error. Empezó de nuevo y esta vez la interrupción fue porque una cuerda se rompió y dio un latigazo en su rostro qué hizo que alejara el violín con su ojo izquierdo cerrado conforme sentía el dolor recorrer su mejilla. Inmediatamente Draco se levantó casi arrojando el asiento de madera hacia atrás para acercarse a Harry y examinar donde la cuerda había dado a parar.
Solo había sido un golpe leve, no había sangre ni moretón, solamente una pequeña marca roja que iba a desaparecer al día siguiente.
—Vamos a la enfermería. —dijo Draco para intentar sacarlo del salón.
—Pero debemos practicar, mejor hay que buscar un violín de repuesto o una cuerda. La presentación es en media hora. —Argumentó Harry asustado por el tiempo que por el dolor.
—Primero eres tú, vamos a la enfermería. —Ordenó una vez más pero al intentar caminar Harry se frenó. —Harry. —Llamó molesto.
—Es su presentación, es más importante que yo.
—No es más importante, ya, vamos a la enfermería, es mi última palabra. —Nuevamente intentó jalarlo y bufo molesto al ver que por primera vez Harry se negaba a hacer algo que quería.
—No quiero dejarlo en ridículo.
Draco lo analizo un momento de manera hastiada hasta que suspiro. —Ve a la enfermería, yo buscaré un violín.
Harry asintió y después de que Draco le diera unas instrucciones de cómo llegar a la enfermería, se separaron.
Después de veinte minutos fue que Draco llegó a la enfermería con un violín completamente pintado de negro junto con unos dibujos de serpientes plateadas finamente delineadas, era hermoso y su atención se vio captada por completo en él.
—El director te lo presta. —Draco se acercó para verlo de cerca y notar que la marca roja de su rostro se había desvanecido después del ungüento qué la enfermera le brindó. —Tendremos que irnos ya a la presentación, es hora.
Harry asintió y aunque los nervios en lugar de irse, incrementaron, no le quedo más que levantarse de la camilla para acompañar a Draco quien antes de ir a la enfermería se había cambiado con un pantalón formal negro y una camisa detallada de color hueso. Terminaron por caminar por muchos más pasillos hasta llegar a lo que parecía ser la parte trasera de un escenario de teatro, había mucha gente practicando rápidamente lo que harían y ya había ruido en el escenario.
El tiempo pasaba demasiado rápido para Harry conforme veía que estudiantes salían y entraban al escenario, comenzaban a quedarse solos pues los estudiantes que participaban decidían salir para sentarse con el público, al parecer serían los últimos en salir.
Harry sentía que sus manos sudaban y su frente se sentía hirviendo hasta que un suave toque en su mano lo distrajo para observar a Draco quien tenía los ojos puestos en él.
—¿Sabes por qué te elegí para que vinieras? —preguntó al aire.
—¿Porque necesitaba a alguien de su edad para participar en el evento?
Draco negó con la cabeza. —Pude haberle dicho a cualquiera de este lugar que me acompañara. —No recibió respuesta de Harry y continuó. —Porque sé que podrás hacerlo. Porque solo contigo siento que mi música funciona para algo.
Draco se acercó a Harry mientras ponía su mano en el hombro del otro, sintiendo sus alientos chocar y compartiendo un poco del calor que emanaban. El pelinegro se tentó en desviar la mirada pero no lo logró al chocar con los inusuales ojos grises que nadie más tenía, aquellos que lo miraban de forma indescriptible, con un aire tan peligroso y solemne que le hacía temblar las rodillas y formar un cosquilleo en el estómago.
—¿Para qué? —Habló en voz baja al estar tan cerca y sintió lo mismo que cuando estuvieron en el salón de música de la mansión Malfoy cuando Draco bajó la mirada a sus labios momentáneamente.
—Para embriagarme. —Susurró por última vez antes de robarle un tan esperado beso.
Juntaron sus labios y esta vez, Harry pudo corresponderle tan rápido como sintió sus pieles chocar, con la mano de Draco en su nuca mientras él no se sentía capaz de tocarlo más allá de sujetar su brazo levemente. El cosquilleo en su estómago creció para recorrer cada centímetro de su cuerpo y la mente pareció vaciarse por completo antes de separarse.
Abrieron los ojos al mismo tiempo y con su aliento sincronizandose para relajarse.
—Sé que puedes hacerlo por dos razones Harry, una es porque sabes que no me equivoco, —Habló en voz baja para robar un beso lento nuevamente. —la otra es porque eres mío y todo lo mío es perfecto.
El último estudiante salió del escenario y sin importarle a Draco si lo veían junto a Harry, se alejó lentamente para darle a entender que debían entrar a escena.
Harry se dejó jalar de la mano por Draco y lo primero que hizo fue cerrar los ojos al deslumbrarse por las intensas luces que los seguían paso a paso.
En el escenario ya estaba el piano inmóvil de Draco ya que había ordenado anteriormente que lo llevarán al lugar, Malfoy tomo asiento mientras que él sacaba el violín negro qué le daba una sensación de seguridad y familiaridad, algo en él fondo le decía que era un muy buen instrumento.
—Harry y Draco Malfoy, harán presente la pieza musical de La Danse Macabre en un dueto piano-violín. —Anunció una chica que estaba en la esquina del escenario para después tomar asiento en una silla de allí.
Harry afino el violín antes de comenzar y tras unos segundos, miró a Draco quien solo esperaba hasta que Harry asintió decidido.
Comenzó simulando el sonido del arpa doce veces y tal cual lo era la música, todo simplemente fluyó. Conforme hacía cada nota podía recordar los labios de Draco, el tacto de sus dedos en su cabello, el aliento, el calor y el distinto color de ojos que lo miraban como si lo desnudaran frente a él sin pudor.
Tan expuesto, tan maravillado y tan hermoso.
Draco era hermoso, tanto como el violín que tenía en manos, demasiado extraño e inusual que te dejaba marcado tras cada segundo.
Ahora podía entender lo que Draco quiso decirle antes. Se sentía embriagado en ese momento a pesar de nunca haber tomado una gota de alcohol. Sentía sus dedos hervir encima del violín y mientras veía a Draco igual de adentrado en el piano, se maravillo.
Cuando menos se dio cuenta, había llegado a la última nota que debía hacer y finalmente habían acabado sin ningún error, ambos respiraban agitados apenas acabaron, Draco le lanzó una sonrisa que no solo Harry pudo apreciar, todos los presentes se asombraron al ver por primera vez una sonrisa sincera en Draco Malfoy, el rey de las serpientes.
Inmediatamente la gente comenzó a aplaudirles de pie, a pesar de los gritos y aplausos de la gente, no podían quitarse la mirada de encima. Se sentían extrañamente unidos. Completos.
[...]
—El joven Harry dormirá en las mazmorras con Draco Malfoy. —Comentó la mujer justo después de regresar de su forma de gato a la de una anciana.
—¿Qué planeas haciendo que el chico venga a Hogwarts, Dumbledore? —Preguntó un hombre de cabello largo de color negro y nariz ancha.
—¿Usted ya lo conocía, verdad, Severus? —Habló por primera vez Dumbledore después de permanecer en silencio mirando sus manos en el escritorio.
—Lo vi algunas veces que fui a la mansión pero solo cuando Draco estaba aquí, nunca fui durante vacaciones. —Respondió el hombre sin saber a dónde se quería dirigir. —Quizás ese perro que se hace pasar por hombre está equivocado y él no sea a quien buscamos.
—No, Severus. —Respondió tan serio que la mujer y él sintieron un frío transmitirse en el ambiente. —Es él.
—No me gusta ponerte en duda ¿Pero cómo lo sabes? —preguntó Minerva.
—Le di el violín de él. Es el que uso para la presentación.
Ambos ahogaron el aire en sus pulmones y desviaron la mirada sin poderlo creer. El frío les recorrió la piel sabiendo a lo que iba.
—Nadie más puede tocar ese violín, lo saben.
[...]
—Puedo dormir en el suelo. —Dijo mientras se acomodaba en el piso de piedra, era helado pero en peores cosas había dormido antes así que podía aguantar por hoy.
Draco lo miró un momento antes de acostarse en su cama, ya tenía puesta su pijama de seda color negra mientras que Harry había optado por quitarse solamente el saco y dormir de esa forma, después lavaría y plancharía las prendas.
—Tengo frío. —Comentó Draco al aire y Harry se sentó en el suelo para verlo.
—¿Quiere que consiga unas mantas?
—Ven mejor, es más rápido.
Harry se levantó y aunque sabía que era un vil truco, no se molesto ni dijo nada en contra como lo hubiera hecho antes, al contrario, se recostó al lado de Draco para quedar cara a cara.
—¿Mejor? —Preguntó sintiendo calor en sus mejillas.
—Acércate más, tengo mucho frío.
Así lo hizo Harry, se acercó a tal punto que sus piernas se entrelazaban y la frente de Malfoy tocaba su nariz. Draco extendió su brazo para rodear su cintura por debajo de la camisa, sintiendo su piel y aunque se crispo por la cercanía, no tuvo el valor de alejarse o titubear, solamente sintió la piel helada recorrerle la extensión del torso.
—¿Sabes porque en mi hogar no usamos hechizos de calor o las chimeneas?
—Porque... ¿Tienen un gusto por el frío? —Dijo dudoso y Draco rió ante su conclusión.
—Algo así. ¿Tienes curiosidad de saber? —Harry pensó en la respuesta y asintió mientras veía cómo Draco se separaba un poco para poderlo mirar fijamente como sino estuviera cansado de analizarlo. —Es para tener una excusa.
—¿Excusa?
Draco asintió y se acercó besarlo como sino hubiera tenido suficiente con el de antes. Harry soltó un jadeo entre sus labios cuando sintió la mano de Draco recorrer su piel mientras otra sujeto la suya para guiarla al cuello del otro como si le indicara que lo tocara también y eso fue suficiente para que Harry lo aceptara y comenzará a acariciar el largo de su cuello, apreciando la manzana de adán que se movía con cada movimiento en el beso, los sonidos húmedos comenzaban a ensordecerlo, llego un momento donde Draco pensó que era buena idea terminar por subirse en la cadera de Harry conforme compartían sus labios, donde Harry estaba recostado boca arriba y Draco encima de él.
El rubio tomo una de sus manos para hacer que Harry tocara uno de sus muslos y así lo hizo, se deleito con la textura de la pijama de seda y la forma de los muslos mientras Draco acariciaba esta vez su cuello y lo apretaba de vez en cuando para obligar a Harry lanzar suspiros que terminaban entre sus bocas.
El frío de la alcoba se había desvanecido al menos para ellos, siendo reemplazado por el calor de su piel cada que el otro se atrevía a tocar debajo de la ropa mientras que los suspiros se hacían presentes sin pena.
Harry sintió su rostro hervir, pareciera que ese día había tenido que vivir todas las experiencias que no pudo durante la ausencia de Draco. Su mano seguía en el muslo de Malfoy mientras sentía su mano en el cuello haciendo presión en algunos momentos, en una ocasión apretó el muslo entre su mano y por alguna razón tras un jadeo de Draco, este se alejó para mirarlo a los ojos con una sonrisa serpentina, aquella que antes le hacía sentir nervioso pero ahora solo provocó que el cosquilleo se dirigiera a la parte baja del estómago; Draco sujeto la otra mano de Harry que descansaba en la cama para llevarla debajo de su propia camisa, dejando que los dedos del sirviente tocaran su abdomen.
—Puedes tocarme más. —Susurró al momento que volvía una vez más a profundizar el beso mientras que Harry hacía caso de su permiso para tocarlo por debajo de su pijama.
Continuaron besándose hasta que el cansancio los inundó tras quizas dos horas de besos, sus labios se sentían secos pese a la humedad de sus salivas y los movimientos cada vez se hicieron mas lentos hasta que sin darse cuenta cayeron dormidos en esa posición, con la diferencia de que Harry había terminado por rodear con sus brazos a Draco para brindarle todo su calor y este sentía como si una gran manta lo acobijara en la noche, olvidándose de la soledad por esa noche.
Nota de Autor (a).
Hola, que bueno leerlos de nuevo. Disculpen la demora, no se imaginan lo ocupada que estuve entre el trabajo, temas familiares y salvar el semestre.
Sé que a muchos no les va a interesar y esta bien sino leen la nota, no influye en la trama o algo jaja.
Solo quisiera desahogarme y poder expresarles que por favor, comprendan sino puedo actualizar en algún momento dado. En el anterior capítulo hubo una discusión en especifico que tuve con un lector y fue sobre porqué no actualizaba seguido.
Quiero decirles que no busco faltarles el respeto a ninguno de ustedes como lectores, me alegra mucho que me lean, sin embargo, deben recordar que soy una persona, no una máquina de escribir; esto es un hobby, no gano absolutamente nada, ni dinero ni reconocimiento personal ya que mi cuenta es anónima y solo escribo por gusto para poder distraerme del mundo real, sin embargo, como dije antes, soy una persona, tengo mis problemas y mis dificultades, siempre intentaré actualizar pero por favor, ahorrense los comentarios pasivo agresivos o malos comentarios en general.
Estudio y trabajo al mismo tiempo, estoy a más de la mitad de mi carrera de Ingeniería Química y me esta dejando en la calvicie (literal) de estrés, además de problemas personales y familiares, por favor comprendan.
Apenas pude relajarme un poco del estrés y me puse a escribir porque además de que me gusta esta historia, quiero que ustedes lleguen al final. Intentaré actualizar más seguido antes de que llegue de nuevo el estrés.
Si ven una falta de ortografía o de narrativa por favor indiquenmelo, estoy demasiado cansada y no tuve suficiente tiempo para corregir el capítulo. Gracias, bonito día a todxs. Espero puedan continuar conmigo hasta el final del fanfic.
Nota #2:
Ya tengo mi cuenta de Ao3, comenzaré a subir mis historias allí y habrá algunas (como esta historia) que tendrán un plus en la página, es decir que escribiré escenas +18 allí que aquí no se mostrarán ya que Wattpad se puso muy exigente en estos meses sobre sus reglas. Mi nombre de usuario en Ao3 es Dancres Boll y tengo la misma foto de perfil que aquí.
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