XIII
Era un hermoso domingo por la mañana, y el aire fresco me envolvía mientras salía a la terraza. La casa estaba en silencio, ya que Jin había salido con sus amigos y mis padres tenían una cita romántica. Me encontraba solo y aburrido.
Miré mis contactos, ¿a quién podía llamar? ¿Jaehyun? Mm, aún no había tanta confianza. ¿Namjoon? Seguramente seguía triste. La parejita quedaba descartada, seguramente estaban juntos con Carlos.
Solo quedaba Jungkook, alias Sherlock, pero era una negativa asegurada. Ni siquiera había tanta confianza. Desde el viernes, cuando pasó todo el drama con Namjoon, habíamos hablado, así que solo me quedaba Jimin.
Le mandé un mensaje, invitándolo a una plaza cerca de mi casa, y en segundos contestó diciendo que en 15 minutos estaría allí. Parece que no era el único aburrido.
Caminé hacia la plaza a pasos cortos. La verdad es que me gustaba caminar, especialmente cuando el día estaba fresco. Mi abuela solía decir que cuando el día estaba así, significaba que el día siguiente sería pesado. Le pedimos al cielo que no fuera así.
A pocos metros, en un banco viejo, se encontraba Jimin sentado con la mirada en su celular. Me acerqué silenciosamente por detrás y grité un "¡Bu!" haciendo que Jimin saltara del asiento y me golpeara por el susto.
—¡Piedad! —dije levantando las manos, haciendo que Jimin riera. Ambos nos sentamos, respirando un poco de aire fresco, antes de soltar un "Hola" a coro.
Jimin me contó que él también estaba solo, ya que el menor de los Park había salido con su mejor amigo Soobin a pasear, y sus padres estaban visitando a algunos familiares.
—¿Y tus amigos? —pregunté.
—En realidad, no tengo. El periódico y mis clases me consumen mucho tiempo como para hacer amistades —contestó cabizbajo.
Sentí una leve punzada en mi corazón. En todo el tiempo que llevábamos hablando, nunca me había percatado de que Jimin siempre estaba con Yeonjun o conmigo. Nunca lo había visto con alguien más, ni siquiera en el periódico, donde él y su hermano se encargaban solos de todo. ¡Era un pésimo amigo!
Lo sé, llevábamos poco tiempo de conocernos, pero Jimin fue tan lindo y dulce desde el principio que algo dentro de mí asumió que él era mi amigo, aunque el propio Jimin nunca me dijo tal cosa.
Lo miré nervioso. La plaza estaba casi vacía, a excepción de algunas parejas caminando o una madre con sus hijos. Tenía dudas y mucho miedo de abrirme con Jimin. ¿Y si él no me consideraba su amigo de verdad? Negué con la cabeza. Jimin, por su lado, se encontraba observando a dos niños pelear por una hamaca, ajeno a mi crisis existencial.
—Sabes, yo tampoco tengo amigos —dije. Jimin, quien había estado distraído, clavó sus ojos en mí.
—Claro que los tienes —dijo, señalándose a sí mismo—. Yo y Yeonjun somos tus amigos, Tae. Cuando dije que no tenía amigos, no me refería a ti —golpeó suavemente mi brazo, haciendo que sonriera—. Además, también están Jaehyun y su grupo. Te aseguro que ellos te consideran su amigo. Lo pude notar el viernes cuando llegaron todos juntos a preguntarme sobre Seong Hwa. Hasta el mismísimo Jungkook te considera su amigo. Yo llevo años siendo su compañero y nunca me habló o sonrió como lo hace contigo. En serio, esos chicos te quieren como parte de su grupo.
Lo miré sorprendido. No voy a negar que estos días estuve dudando mucho sobre mis amistades, pero Jimin pareció haberme leído la mente y contestado cada duda que podría tener. Solo pude susurrar un simple "Gracias", a lo que Jimin asintió, entendiendo mis sentimientos.
—Esta es la primera vez que vengo a la plaza con alguien que no sea Jin o mi familia —rompí el silencio. —En mi escuela anterior, nunca pude encontrar a alguien con quien me sintiera cómodo para salir —continué, mientras Jimin me observaba atento—. Durante los primeros años, me pasaba desapercibido. Asistía a clases y volvía a casa, nunca salía a comer, ni iba al cine, ni hacía cosas normales que haría un adolescente.
Hice una pausa, estaba muy nervioso. Mis manos sudaban y la gente que minutos atrás se encontraba riendo y jugando, empezaba a irse. Algo en mi corazón me decía que era el momento de contarle a alguien por primera vez mi historia, alguien que no fuera Jin o mi familia, y sentía que Jimin era el indicado.
—Todo empeoró el año pasado —suspiré con miedo, observando por el rabillo de mi ojo a Jimin, quien me miraba con atención—. Tengo que contarte algo, pero me tienes que prometer que no se lo contarás a nadie —dije con los nervios a flor de piel.
—Claro, Tae, puedes contarme lo que desees. Soy un libro cerrado —respondió golpeando su pecho y regalándome una pequeña sonrisa reconfortante.
—Cuando estaba en cuarto de primaria, me diagnosticaron con un trastorno llamado 'El Síndrome de Pinocho' —busqué la mirada de Jimin, tenía miedo de que se burlara o pensara que estaba loco. Él escuchaba mi historia atentamente—. Este síndrome hace que cuando intento mentir o ocultar algo, tenga hipo y no pare hasta que diga la verdad.
—Oh, Tae, eso suena difícil —dijo Jimin seriamente, mis manos temblaban y mi corazón latía acelerado.
—Lo es, los primeros tres años fueron muy difíciles para mí. ¿Por qué tenía que tener una enfermedad así? Otros chicos y chicas suelen padecer depresión u otras enfermedades, pero no yo. Parece que alguien allá arriba decidió que yo debería ser diferente. Solo hay 10 personas en el mundo con este trastorno —musité, sintiendo los ojos picar.
—Y tal vez es eso lo que te hace tan especial —dijo Jimin, tomando mi mano y moviendo su cabeza para que continuara mi historia. Sus manos se sentían reconfortantes.
—Con el tiempo, logré controlarlo. Simplemente no tenía que mentir. En casa era fácil. Nunca fui un chico problemático, mientras que en el colegio me mantenía apartado de todos. Las pocas veces que hablé o me pidieron mi opinión, contesté con la verdad y me llamaron insensible, como si yo quisiera ser así. Unos meses antes de fin de año, algunos chicos decidieron irrumpir en la oficina del director y robar algunos expedientes para molestar a algunos alumnos. Entre esos expedientes estaba el mío. Cuando se enteraron, no dudaron en venir a acosarme con preguntas, lo que provocó un fuerte ataque de ansiedad al no poder controlar mi hipo. Por suerte, un profesor nos encontró y pude escapar. Pasé esa tarde en la enfermería tratando de calmarme. No quería que SeokJin se enterara. Él era alguien popular y querido por muchos, no tenía la culpa de tener un hermano así. Así que durante un mes, después de cada clase, me encerraba en la enfermería para evitar encontrarme con ellos, aunque era en vano. Un día, no pude más. Llevaba tres días sin salir de mi habitación, así que Jin casi derribó la puerta y me sacó a rastras. Aunque lloré y le rogué que me dejara, le dije que estaba enfermo, pero mi hipo me delató. Me sentó en el sillón y me obligó a contarle por qué estaba así —limpié una pequeña lágrima que se escapaba por mi mejilla. Jimin, por otro lado, se veía angustiado, aún sostenía mi mano fuertemente.
—Jin hyung es increíble —interrumpió con una sonrisa tierna.
—Al día siguiente, armó un escándalo en la escuela que involucró un micrófono, insultos y amenazas. Como por arte de magia, todos los que me molestaban dejaron de hacerlo. Gracias a Jin, pude terminar el año en paz y ahora estoy aquí —finalicé, limpiando con las mangas de mi camisa las lágrimas que corrían por mi rostro.
Jimin, quien había escuchado toda mi historia pacientemente, parecía perdido en sus pensamientos. Aclaré mi garganta para llamar su atención, y por un momento me sentí nervioso ante su silencio.
—Tae, yo también tengo algo que contarte —habló, mirándome a los ojos. Sus manos temblaban y podía verlo sudar. Tomé sus manos para darle mi apoyo—. Yo... yo soy gay —confesó, limpiando una lágrima que escapaba de sus ojos.
No me sorprendió su confesión. Desde el primer día que lo vi, sentí una vibra especial en él. Además, cuando conoció a Jin, pude ver cómo lo miraba con deseo, así que nunca descarté mi teoría. Lo observé antes de contestarle, su mano apretaba con fuerza la mía, sus ojos me esquivaban y su respiración era pesada. Sentí unas fuertes ganas de darle un abrazo y calmar su angustia.
—Soy bisexual —confesé, haciendo que pronunciara un tímido “Oh”. En su rostro podía ver su sorpresa—. No hay nada de malo en ser gay, Jimin —le aseguré—. Y tampoco hay nada de malo en ser bi. Lo importante es ser auténtico y aceptarte a ti mismo.
—Yeonjun también lo sabe —agregó, ya con una sonrisa de alivio en su rostro—. Él también es bi, y tal vez por ser el menor siempre fue más abierto a contar sus cosas. Él fue quien se dio cuenta de que era gay, me habló y me aceptó tal cual era. Pero aunque yo traté de pensar que no había nada malo en mí, al momento de acercarme a la gente tenía miedo de que también se dieran cuenta y me juzgaran —podía sentir que su voz se cortaba, así que tomé sus manos dándole apoyo, como él lo había hecho minutos antes—. Cuando te conocí, sentí como una voz dentro de mí que me decía que serías diferente y, por inercia, aunque mi cabeza me decía que no podía considerarte mi amigo, mi corazón me decía que sí.
Lo miré conmovido. Jimin había estado sufriendo en soledad desde que nos conocimos y, aún así, siempre me regalaba sonrisas cada vez que nos veíamos. Era la persona más bonita y agradable que había conocido.
—Cómo diría SeokJin, malo sería ser normal en pleno siglo 21 —contesté, haciendo que Jimin riera y sus ojos brillaran.
—Gracias —musitó Jimin, mirándome con calma— por compartir tu historia y por escuchar la mía. Es la primera vez que siento que tengo un verdadero amigo.
—No lo dudes —interrumpí—. Somos amigos, desde hoy y hasta que te canses de mis tonterías —Jimin soltó una carcajada.
—Wow, mi primer amigo de verdad —dijo mirando al cielo y respirando el aire fresco. No me había dado cuenta, pero ya estaba anocheciendo. Un leve viento fresco corría, pero por alguna razón se me hacía cálido. Observé el cielo, estaba tan hermoso, la luna estaba haciendo su entrada.
—¿Deberíamos besarnos para romper esta tensión? —solté, haciendo que Jimin saltara del asiento— ¡Tae! —gritó, mientras se alejaba de mí, con una sonrisa en su rostro.
—¡Oh, Jiminie, le diste tu secreto a la persona equivocada! Bésame para sellar tu secreto —grité y corrí detrás de él mientras se dirigía hacia los columpios. Su sonrisa era radiante y su felicidad era contagiosa. ¿Así se sentía tener un amigo?
Al llegar a su lado, Jimin se subió a uno de los columpios y comenzó a balancearse. Me senté en el siguiente junto a él. Ambos nos balanceábamos, disfrutando de la brisa fresca y la sensación de libertad.
—Esto es genial, ¿verdad? —dije, mirando a Jimin con una sonrisa.
—Sí, es increíble. Nunca pensé que podría sentirme tan feliz y libre —respondió Jimin, con los ojos brillantes de emoción.
Continuamos balanceándonos en silencio por un momento, disfrutando de la compañía del otro y de la tranquilidad del parque. Era un momento especial, uno que recordaría para siempre.
—Gracias por ser mi amigo, Taehyung. No sabes cuánto significa para mí tener a alguien en quien confiar y compartir mis pensamientos —interrumpió Jimin, mirándome con gratitud.
—No tienes que agradecerme, Jimin. Estoy feliz de ser tu amigo y estar aquí contigo. Siempre estaré a tu lado, pase lo que pase —respondí sinceramente.
Jimin sonrió y asintió. Sabía que nuestra amistad iba a ser especial y que juntos podríamos enfrentar cualquier obstáculo. Me hubiera gustado guardar ese momento en un cofre, el día en que nos convertimos en mejores amigos.
¡Hola Pinochitos!
Sé que me extrañaron y lamento haber estado ausente por un tiempo. pasé por un bloqueo de escritor y no podía encontrar las palabras adecuadas para continuar. Pero afortunadamente, superé esa etapa y estoy de vuelta. ¡Mil disculpas a aquellos que han esperado pacientemente! A partir de ahora, vienen muchas cosas emocionantes.
¡Finalmente, Tae ha encontrado a su primer amigo! Este capítulo me ha conmovido mucho, sé que muchos de ustedes podrían haber experimentado algo similar en algún momento. Es tan lindo que finalmente haya encontrado a alguien con quien conectarse. ¿Qué les ha parecido a ustedes? ¡Me encantaría leer sus opiniones! 💫💖
¡Hasta la próxima, y que
la intriga te consuma!
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