7. Amor al 9011.
—¡Que sea la última vez, Kim SeokJin! —gritaba el director, pues el niño había entrado a la sala sin permiso y, no contento con eso, se encontraba discutiendo y negando los cargos—. Yo pasé y la puerta estaba abierta, fue un momento de desesperación —decía el muy descarado, mientras ponía su mejor cara de víctima.
Aunque no lo crean, después de una actuada mentira en la que me volví asmático para poder salvarlo, logramos salir del despacho.
—Nunca pensé que llegarías tan lejos, Seokjin —dije enojado, mientras lo golpeaba en el brazo.
—¡Auch...! —se quejó, mientras frotaba su brazo—. Estaba preocupado, Taehyung. ¿Qué hubieras hecho en mi lugar si tu hermano menor estuviera amenazado de muerte y no estuviera donde debería estar? —me miró expectante.
—¡Llamarlo, idiota! Para eso existen los teléfonos —grité molesto, mientras Jin blanqueaba los ojos y murmuraba por lo bajo que no tenía crédito y que era un hombre sin corazón y muchas cosas más que decidí ignorar.
—¡Taehyung! —gritaron al unísono el par, mejor conocidos como Yeonjun y Jimin, aquellos chicos que me asustaron en mi primer día.
—Ey, hola —dije rascándome el brazo. Será una escuela de élite, pero los mosquitos aquí parecían chupasangre—. Hace mucho que no los veía.
—Estábamos ocupados, Yeonjun y yo. Somos los encargados del Azul y Plateado —sonrió Jimin orgulloso.
—¿Azul y Plateado? —preguntó Jin, haciendo que los dos se fijaran en él.
—El Azul y Plateado es el periódico de la escuela, el más prestigioso de esta zona —explicó Yeonjun.
—Oh, genial. ¿Y sobre qué escriben ahí? —pregunté curioso.
Me parecía completamente raro que estuviera interesado en el periódico cuando, en sus dieciocho años, no había tomado un libro ni de cocina.
—De todo un poco, sobre el colegio, anuncios importantes, asambleas, votaciones y, obviamente, chismes —dijo haciendo énfasis en la última palabra.
Mierda, ni siquiera quería leer ese bendito periódico, porque seguramente sale en primera plana mi nombre con todos mis vergonzosos momentos. Bueno… tampoco eran tantos, ¿verdad? Hip…
—¿Estás bien? —preguntó Jimin, haciendo que saltara en mi lugar.
Estúpido hipo, estúpido periódico, estúpido yo por ser tan torpe.
Busqué a Jin con la mirada y este captó mi indirecta.
—L… le agarra hipo cuando está nervioso —dijo rápido.
Ambos lo miraron un segundo como si estuvieran tratando de descifrar si mentía o no, y luego sonrieron.
—Tranquilo, Yeonjun se tira gases cuando está nervioso —confesó Jimin, haciendo que Yeonjun soltara un grito de horror y le diera un golpe.
—No te sientas mal, a mí también se me escapan algunas veces —murmuró mi hermano, haciendo que ambos soltaran una carcajada.
Ahí tienen, ese era el verdadero encanto de ese rostro lindo.
—Bueno, en fin, mi querido Tae Tae —dijo, ganando que le mostrara una sonrisa—. Tengo clases, ¿a dónde te llevo?
—Mi clase debe estar por la mitad, porque me sacaron por tu culpa —dije haciendo énfasis en la última palabra—. Así que tengo unos veinte minutos libres.
—No puedo dejarte solo, Taeh…
—¡No te preocupes! —interrumpió Yeonjun—. Nosotros nos quedamos con él.
Y así empezó una charla, donde Jin les indicaba todos los cuidados que tenían que tener hacia mi persona. Parecía que estaba dejando a un perro y no a su hermano.
Intercambiamos números, supuestamente para estar en contacto en caso de urgencias. Aunque, entre nosotros, Yeonjun fue demasiado directo al pedirle el número a mi hermano. Se notaba que el menor estaba interesado; mi instinto gay me lo decía. Quizás debería empezar a pedirles consejos de seducción, porque claramente enviar "Amor al 9011" no me estaba funcionando.
—¡Ne vedem! (Nos vemos)—dijo Jin antes de comenzar a caminar hacia su clase.
—¡Ne vedem mai târziu! (¡Hasta luego!)—grité, logrando que me dedicara un corazón con los dedos y que mis acompañantes soltaran dos pequeños "Aaaaah". Asco.—Bueno, ¿vamos?
Ambos asintieron y comenzamos nuestro camino hacia el comedor entre risas y burlas. Me confesaron que mi pequeño hermano les parecía guapo, especialmente el más joven de los Park. Fue como darle un arma a su peor enemigo.
Molesté a Yeonjun hasta que se puso completamente rojo, lo que hizo que Jimin estallara en risas. Era tan tierno ver a su pequeño hermano nervioso.
Estábamos tan inmersos en nuestra charla que no nos dimos cuenta de que dos personas estaban detrás de nosotros murmurando y riendo en voz baja. Y no eran cualquier persona, eran Yoongi y Hoseok.
—¿De qué se ríen? —murmuré molesto.
—No sé, pero no les prestes atención —dijo Jimin, tranquilizándome.
Le hice caso y continuamos nuestra charla sobre por qué Kim Jong-in, o como le decían Kai, el capitán del equipo de baloncesto, era increíblemente atractivo. En realidad, ni siquiera lo conocía, pero por cómo lo describían, parecía la reencarnación de un dios griego moreno.
Les juro que intenté no espiar los murmullos de los idiotas de atrás, pero cuando escuché la palabra "rata", no pude evitar darme la vuelta rápidamente, haciendo que Yoongi chocara contra mí.
—¡Qué te pasa, idiota! —gritó Hoseok, molesta; parecía que el mayor tenía serios problemas de ira.
—¿Qué les pasa a ustedes? Llevo soportando sus susurros desde hace rato —solté molesto—. Si tienen algo que decirme, lo correcto sería decírmelo en la cara.
—Taehyung, déjalos —susurró Jimin.
—Nadie estaba hablando de ti —contestó Yoongi—. Era una conversación privada y sin embargo estabas escuchando y culpándonos sin pruebas. Ahora, permiso —finalizó para seguir su camino.
Habría soltado una palabrota si la campana no hubiera sonado. Los pasillos se llenaron en un abrir y cerrar de ojos, y cuando los visualicé, ya estaban demasiado lejos. Di la vuelta para encontrar a Jimin y Yeonjun estéticos y caminé hacia ellos, aún molesto. Me saltaba la vena cada vez que escuchaba la palabra "rata".
En el camino, choqué mi hombro con Jungkook, quien venía con sus audífonos puestos al máximo y su mirada en el suelo.
—Cuidado —dije alto, para que lograra escuchar. La verdad es que no había sido un choque fuerte, pero en este momento desprendía odio por todos mis poros, gracias al idiota de Yoongi.
—Idiota —musitó.
Moví lentamente mi cabeza hacia la izquierda para encontrarme con sus ojos. Por un momento, dudé si contestarle o no. Mirar sus ojos me había calmado, pero no podía bajar la guardia, así que dije: —¡Tarado! —y luego agarré los brazos de los hermanos y escapé del lugar.
—Qué hermoso lunes, ¿verdad?... —dije con sarcasmo—. Me encantaría enterrarme en un bote de Nutella y no salir más.
¡Hola Pinochitos! Hoy Tae se levantó loco, ¡ahaha! Pobre Jungkook, que se llevó el enojo de arriba.
Me gustaría saber si les gustaría que les ponga imágenes de los personajes. Sé que puede pasar que no conozcan a alguno de los nombrados, así que me pareció bien poner una imagen para que sea más fácil. ¿Qué opinan?
Dejen sus comentarios sobre qué les pareció el capítulo.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
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