5. De rodillas y pide perdón.
El ambiente en la sala era palpablemente tenso, como si el aire estuviera cargado de electricidad. Todas las miradas se encontraban clavadas en un único asiento, el cual ocupaba yo con cierta incomodidad. La presencia de Yoongi a mi lado me ponía los pelos de punta, y eso era algo que no solía sucederme. Sin embargo, en ese momento, todo mi cuerpo temblaba de nerviosismo.
Para mi suerte, Namjoon actuó rápidamente. Sin titubear, dio vuelta mi pintura, dejando a más de uno pasmado por la sorpresa. ¿Esa reacción era buena, verdad? Me pregunté mientras observaba las expresiones de asombro y admiración en los rostros de los presentes. Eso era precisamente lo que buscaba.
Había sido pura coincidencia cuando minutos antes había echado un vistazo al lienzo de mi vecino y descubierto que estábamos creando algo similar. Sin embargo, en ese momento, me pareció correcto seguir su ejemplo. Aunque nuestras obras fueran visualmente iguales, sabía que cada una de ellas reflejaba sentimientos y emociones distintas. Era fascinante cómo dos personas podían expresar algo tan personal de manera tan similar y a la vez tan diferente.
Mientras observaba las reacciones de los demás, sentí una mezcla de alivio y satisfacción. Había logrado captar la atención y el interés de todos, incluyendo al molesto Min que parecía haber quedado sin palabras. En ese momento, supe que había tomado la decisión correcta al seguir mi instinto y dejar que mi creatividad fluyera sin restricciones.
A partir de ese momento, el ambiente tenso se transformó en uno de admiración y curiosidad. Las miradas que antes estaban clavadas en el asiento ahora se dirigían hacia nuestras pinturas, buscando descubrir los secretos y las emociones que habíamos plasmado en ellas.
Era un momento de conexión y expresión artística compartida, y me sentí agradecido por haber tenido la valentía de seguir mi propio camino y mostrar mi verdadero yo aunque sea a través del arte.
Puedo decir que esta pintura refleja mucho a SeokJin y a mí. Yo era el chico en medio de toda esa oscuridad, y SeokJin era mi linterna, siempre cuidándome.
Hace unos años, algunos chicos de mi colegio anterior se enteraron de mi síndrome y no dudaron en molestarme. Les parecía gracioso hacer hablar al chico que no podía mentir. Sufrí burlas y maltratos. Luché contra mí mismo tantas veces que no puedo recordarlas todas. Y no, no soy extremista. Si ustedes hubieran estado en mi lugar, seguramente no lo hubieran soportado.
Puedo parecer un chico fuerte, alguien que puede soportarlo todo, como dice mamá, mi "Pinocho irrompible". Pero no, mi alma es débil y sufrí.
Me encerré en mí mismo, diciendo que era mi problema y que solo yo podía solucionarlo. Pero hay algunas cosas que no se pueden solucionar por sí solas, y en ese momento de desesperación, siempre es bueno tener a alguien.
En mi caso, ese alguien fue Jin, que llegó como una luz en mi momento más oscuro. Aunque les parezca difícil de creer, él fue quien me ayudó a volverme fuerte y a no permitir que nadie me moleste. Claro, después de enojarse y correrme por toda la casa con una secadora cuando le conté lo que me pasaba. Se enojó tanto que su cara quedó registrada en mi memoria para siempre.
Yo no quería molestarlo. Él siempre fue popular, simpático y amado por todos. No era su culpa tener un hermano así. Después de pedirle disculpas y jurarle que nunca más ocultaría la verdad, accedió a ayudarme.
Y ustedes ya saben que Jin es el mejor cuando se trata de causar problemas. Al día siguiente, en la cafetería, se subió a una mesa y con un megáfono gritó: "Si alguien habla, mira o intenta hacerle algo a Taehyung, recuerden que yo soy su hermano, no voy a dudar en golpearlos, este es el primer y última advertencia". Fue un hermoso discurso que dejó a más de uno en shock.
Desde ese día, todo cambió. Ya no me molestaban, todos eran "amigables" o, mejor dicho, cínicos.
Al concluir la clase recibí muchos elogios de parte de mis compañeros, la profesora y, por supuesto, de Namjoon.
—Debo decir que no esperaba que lo hicieras tan bien. Tu pintura me encantó —sonrió y me sonrojé—. No estaba acostumbrado a los elogios.
—Gracias —musité mientras guardaba mis pertenencias. Namjoon se despidió con una sonrisa y desapareció por la puerta.
—Nada mal, idiota. Aunque podrías haberlo hecho mejor —habló Yoongi desde el marco de la puerta.
Lo miré molesto. ¿Qué había hecho para ganarme su odio? Aparte de espiarlo unos minutos, ¡nada! Era tan exagerado. Apreté mis manos formándolas en puños y caminé hacia la puerta. Nadie iba a arruinar mi momento de felicidad.
—Mulțumesc, idiotule (Gracias, idiota) —solté mientras pasaba por su lado y chocaba su hombro.
Con el corazón acelerado por hacerme el valiente y lleno de emoción y orgullo, me dirigí hacia la salida. El primer día había concluido. No había sido como lo imaginé, pero fue un buen comienzo, con clase, como diría Jin.
Los días pasaron rápidos y, si bien no había tenido ningún incidente en toda la semana, los hermanos demonios tenían un ojo puesto en mí. Me molestaban en los pasillos o en las pocas clases que compartíamos. Parece que enfrentarse a uno de los Min tenía sus consecuencias, aunque nada comparado con los abusos anteriores, esto podía soportarlo sin molestia.
La campana sonó, anunciando que la hora del almuerzo había llegado. Ya con mi bandeja repleta, me senté en una mesa que se encontraba vacía. Me gustaba tener una vista de todo el lugar, siempre había algo con lo que entretenerme. Y no, no era un acosador o chismoso. Lo hacía simplemente para no aburrirme.
Pueden deducir que sentarse solo no era la cosa más divertida del mundo y, como hoy no encontré a Jaehyun o alguno de sus amigos, estaba solo con mi soledad.
Mantenía la mirada en todo el lugar. No había nada entretenido para ver. Ni siquiera Jin se encontraba, ya que, si él estaba, algunas veces cruzábamos miradas y me hacía muecas para hacerme reír.
Y como mi suerte siempre dura poco, dos figuras robustas hicieron su aparición. Y claro, me refiero a Yoongi y Hoseok.
Bajé mi mirada rápidamente y me enfoqué en mi comida. Después de todo, no quería cruzar miradas con ellos y mi comida era súper divertida. ¡Hasta el puré tiene forma de nube!
Cuando por fin mi estómago estuvo lleno, el silencio llamó mi atención. El comedor se encontraba mudo. Sólo se escuchaban algunos murmullos a lo lejos.
Levanté mi vista curioso, seguramente alguno de los demonios le estaba haciendo la vida imposible a alguna pobre alma, pero no.
Caminando hacia mi dirección, casi en cámara lenta, se encontraba el trío de plásticas, mejor conocidas como Yunjin, Giselle y Minnie, los perritos falderos. ¡Bravo! No, en serio, tendrán dinero y todo, pero las chicas eran la copia pirata de Chicas malas.
Instintivamente, observé hacia mis costados buscando a alguien más, pero no. Definitivamente venían hacia mí. Demonios.
—¿Eres Taehyung, cierto? —preguntó la Yunjin quien parecía ser su líder. Asentí confundido—. Me dijo un pajarito que estuviste molestando a nuestros amigos.
—¿Pajarito o alguno de sus novios mentirosos? —suspiré molesto y está vez la rubia habló.
—¿Acaso no te dijeron las reglas? —dijo Giselle, cruzando los brazos—. Los nuevos y, sobre todo, la gente pobre, no se acerca a nosotros —enfatizó en pobre y miró a la siguiente chica.
—El nuevo y pobre, no nos habla —concluyó Minnie.
Les juro que si el dueño de una fotocopiadora las ve, se asombrará de que hasta lo hueca se copiaron.
Me levanté lentamente. La verdad, no tenía ganas de escuchar tanta estupidez. Logré dar dos pasos cuando Minnie golpeó mi bandeja, haciendo que esta cayera al suelo y salpicara el puré restante en mis jeans y en sus zapatos.
Un “Uh” se escuchó por todo el comedor, para luego quedar todos en sumo silencio.
Suspiré con enojo y conté hasta diez. Tranquilo, Taehyung, solo quieren molestarte. Son unas niñatas estúpidas, no te dejes.
Miré hacia la mesa del medio, donde se encontraban los hermanos demonios. Llevaban puesta una sonrisa burlesca y podía apostar que ellos las habían mandado.
—Permiso —dije, apretando mis dientes. Me encantaría decirles un par de verdades, pero era mejor guardarlo y no hacer un espectáculo.
—¿Perdón? —rió Yunjin—. Acabas de lanzarnos tu bandeja encima, ¿y crees que te puedes ir? —gritó con su voz chillona.
—Lo siento, pero no tiré la bandeja, lo hiciste tú. Así que no me culpes de algo que no hice —dije fuerte y serio.
Esta situación me estaba poniendo de los nervios, y claro que a mi contrincante también, pero en ese momento solo quería huir. En este tipo de situaciones podía salir mi síndrome y es algo que no quería.
Pude ver un destello de odio en los ojos de la pelirroja.
—De rodillas y pide perdón —dijo Yunjin sin titubear.
¿Acaso estaba bromeando? Respiré y busqué calma. Definitivamente, estaba llegando a mi límite.
Observé rápidamente a mi alrededor. Todos parecían muy concentrados en la pelea, pero un par de ojos intensos se interpusieron en mi vista, era Jungkook. Se encontraban en una mesa cerca de una esquina, con su almuerzo a medio acabar. Sus amigos no estaban allí, así que supuse que todavía no habían llegado o estaban comiendo afuera.
Me miró por un segundo que pareció una eternidad y siguió con su comida como si nada estuviera pasando.
—¡¿Acaso eres sordo, o deseas que yo misma te obligue a arrodillarte?! —gritó Giselle, haciéndome dar un salto hacia atrás, haciéndome chocar con la mesa.
Había estado tan concentrado en Jungkook que no había escuchado los gritos de la idiota.
Se acercó hacia mí desafiante, y en el momento que tomó mi remera, un grito sordo salió de sus labios.
Alguien jaló de su cabello, haciendo que esta cayera hacia atrás.
—¿Quién te crees para ponerle un dedo encima a mi hermano? —dijo Seokjin, enfurecido. Sí, algunas pocas veces su lado malo salía y daba miedo. Mejor dicho, terror.
Había estado tan concentrado en ella y sus gritos y en mirar a Jungkook, que no noté la aparición de Jin.
Él había llegado hace unos minutos y, al notar la situación en la que me encontraba, no dudó en lanzarse y defenderme con puños y una tirada de cabello a cualquiera que quisiera molestarme.
Cosa que tendría que agradecerle después y pagarle con muchos favores en un futuro.
Aunque no los haría porque había sacado a la luz el hecho de que éramos hermanos, algo que no quería, ya que ser hermano de Jin significaba "atención", algo que no necesitaba.
—¡Cómo te atreves, idiota! —gritó Minnie, ayudando a su amiga a levantarse—. ¿Acaso no sabes quién es ella? —acotó con furia.
—No —interrumpió Jin—. Tampoco me importa saberlo, así que no gastes tu saliva y discúlpense con mi hermano —finalizó.
Las tres lo miraron sorprendidas.
—¿Disculparse? —dijo riendo Yunjin—. ¡Él debería estar arrodillándose y pidiéndome disculpas!
—¡Ya basta! — Gritó Hoseok, clavando su mirada en Yunjin — Tú empezaste todo esto, así que deberías arrodillarte y pedirle perdón a ambos —soltó, haciendo que todos quedáramos atónitos.
—Pero... ¿qué? —lo miro confundida— ¡Pero si tú me dijiste que le diera la bienvenida! —gritó apuntándolo.
—¿Y eso es una bienvenida? —atacó.
—Creo que no tienes claro el significado de bienvenida y para colmo intentas echarme la culpa —soltó una risa— Patética.
—Creo que todos sabemos lo que significa la bienvenida, que ahora quieras cambiar su significado es cosa tuya —habló Giselle, defendiendo a su amiga.
—¿Estás diciendo que mi hermano está mintiendo? —habló Yoongi, quien había estado en silencio a espaldas de su hermano. — Por favor, espero que no haya sido así.
—¡No, claro que no Yoongi! No la escuches —interrumpió Minnie.
—Claro, tal vez entendí mal —sonrió maliciosamente— Ahora pídeles perdón.
La pelirroja lo miró con odio, caminó hacia mí y Seokjin y musitó un:
— Lo siento — casi inaudible, para luego abandonar el lugar enfurecida.
Genial, me había ganado tres enemigas en menos de una semana.
Estaba tan perplejo, ellos la habían mandado y ellos mismos la hicieron disculparse, eran unos completos idiotas.
—Lo sentimos, no sabíamos que era tu hermano. De haberlo sabido, hubiéramos intervenido desde el principio —habló Hoseok, dirigiéndose a Jin, quien se mantenía con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
—Deberían haber intervenido, aunque no fuera mi hermano. Esto es una completa estupidez —soltó, dejando a todos atónitos—. Vámonos, Taehyung. Aquí hay mucha gente idiota —dijo, tomando mi mano y arrastrándome hacia afuera.
Vaya manera de terminar mi almuerzo.
¡Hola Pinochitos!
¿Cómo están?
La situación se está poniendo interesante. ¿Hay alguien más que ame a Seokjin? En su estado de ánimo defensor, lo adoramos. Ojalá tuviera un hermano así. Estoy ansioso por descubrir qué harán los hermanos, a quienes Tae llama “demonios”, después de haber despertado la furia de Seokjin.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
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