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Los expedientes de Beckendorf


—Le avisaremos inmediatamente a su padre —dijo Galia—. ¿Samuel?

—Listo —afirmó él, estampando su mano sobre el arco, que vibró como si estuviera hecho de agua.

James se despidió de ambos y cruzó el portal, al igual que Emmeline.

—¿Señorita Britt? —llamó Galia cuando Irina se disponía a cruzar—. No sé si sea la última vez que deba ejercer como abogada suya, es usted una excelente cliente, pero le recomendaría no celebrar los juicios a su favor con un beso de ese calibre.

Intenté no reírme de la cara que puso Irina; juraría que si pudiera sonrojarse, estaría ardiendo. Ni siquiera pudo reunir las palabras suficientes, sino que asintió y cruzó el portal. Yo me despedí y crucé tras ella, todavía conteniendo la risa. A decir verdad, había sido James quien se lanzó sobre Irina cuando el juez dictó la sentencia a nuestro favor, pero ella no lo había detenido. De hecho, cuando crucé el portal, se estaban besando. La burbuja protectora que los estaba rodeando mientras cruzaban la muralla de seguridad que rodeaba la casa de Irina se extendió para cubrirme.

Emmeline parecía tan avergonzada como yo por la situación. No sabía si esto era mejor o peor que verlos peleando todo el rato, pero al menos Irina estaba de buen humor, así que volvimos a la piscina.

—Vamos a volver a Diringher —repitió James por quinta vez—. ¿No es increíble?

—A un nivel básico, sí. Pero hay más, ¿cuál es tu teoría?

—¿Sobre qué? Tuvimos buenos abogados, no era un caso tan difícil, no necesito una conspiración para eso.

—No, tonto, hay un nuevo pilar, ¿cierto? Los pilares pasan a los herederos. Estoy segura de que eligieron a Abunek porque no tenía padres y tal vez sus hermanos están muertos...pero se equivocaron.

—Es es obvio, las familias ya deben haberlo pensado.

—¿Pero qué podemos hacer?

—¿Hacer? ¿Nosotros? Ellos necesitan saber por qué no funcionó, ya dijeron que hay un nuevo pilar, probablemente relacionado con Abunek. ¿Un hermano?

—No creo. No se habrían arriesgado.

—Tal vez mandaron matarlo y fallaron.

Irina volvió a negar con la cabeza.

—Imposible. Es gente cuidadosa. Si mataron a alguien, está muerto. Tiene que ser un cabo suelto, un tío antiguo o algo así. Un hermano del que nunca supo, o del que sí supo pero que tal vez tenía un hijo no reconocido...

—¿Entonces Abunek tenía un hijo, o un hermano o un sobrino del que no se sabía nada? Eso tienen que verlo ellos.¿Cómo encontraríamos nosotros a alguien así? ¡Podría ser cualquiera!

—No, no necesariamente —murmuró Nina—. No son muchas personas las que tienen acceso a gente de una hermandad así. De hecho, nadie tiene acceso a los altos cargos de una hermandad como esa.

—Nosotros tenemos acceso a ustedes —señalé— y no somos de la realeza.

—Porque nos importan —replicó James—. Ellos iban a matarlos en la reunión.

Irina le pegó tan fuerte en la cabeza que sonó como un disparo.

—¿Ellos...iban a...en serio? —tartamudeó Em, poniéndose pálida.

—Sí —confirmó Irina sombríamente— pero movimos el tema. No se preocupen, nunca dejaríamos que les pasara nada.

—¿Entonces quién podría ser?

—Alguien de la misma hermandad —susurró Irina—. En su caso es incluso más difícil. Magia negra no es un secreto que sea permitido a cualquiera. Tiene que ser de la hermandad.

—No lo creo —repuso James— esa persona habría hablado, no dejaría que fallara algo de su preciosa hermandad.

Irina desechó la idea con un gesto y siguió dando vueltas.

—A menos que le afectara directamente. Su hermano oculto no hablaría al saber que lo matarían.

—No creo. En ese caso no le habrían elegido. Siempre hay mejores opciones. Abunek era un desperdicio. Ser un sacrificio es un puesto de honor...pero también una pérdida con la que no se pueden arriesgar. Seguro querían librarse de él.

—¿Qué tal alguien que ya no perteneciera a la hermandad?

—Tal vez su hermano murió y nunca supo del hijo perdido.

James suspiró y se frotó las sienes.

—Entonces sabemos tan poco como al inicio. Debería existir una forma de saber cuando alguien es hijo de alguien más.

—La hay —dijo Em—. Se llama prueba de ADN.

—Bueno, debería existir un hechizo para eso. Y a larga distancia. Como un rastreo mágico.

Me miró esperanzado.

—La magia genética todavía está en avances pequeños —dijo Irina antes de que yo pudiera responder algo—. No se ha llegado a ese punto todavía, tengo buenas fuentes en Garmanthos para poder certificar eso. Tardarán varios años.

—Apuesto que tus fuentes no saben que puedes combinar submundos y demonios para hacerlos más fuertes.

—¿Qué tal usar la genética humana simple? —Intervino Em con desesperación antes de que empezaran a pelearse.

—Primero, ¿cómo vas a conseguir ADN de Abunek para compararlo? Apuesto a que están experimentando con él ahora mismo. Segundo, sabes que está prohibido hablarle del mundo mágico a los humanos sin magia o activarás el rastro de la Cofradía. Tercero, ¿qué harías si no? ¿Empezar a probar con todos los tipos que se parezcan a él?

—Eso no sería mucha gente —comentó Em— tenía esos ojos tan raros...

—Gen recesivo —apuntó Irina—. Sería muy raro que su sobrino los sacara.

—Sí, pero no puedes negar que...

James se detuvo en la mitad de la oración, mirando la hierba, que había comenzado a incendiarse. Estaba a punto de lanzar un conjuro de agua, cuando Irina gritó:

—¡Es una llamada!

Solo entonces me di cuenta de que el fuego no estaba quemando nada, a pesar de que se elevaba cada vez más. Entre las llamas empezó a aparecer...¡el padre de Irina!

Tenía grandes ojeras, el cabello desordenado y giraba la cabeza en todas las direcciones, como si esperara que algo lo atacara.

—¿Papá? ¿Estás bien?

Al señor Britt le tomó unos segundos enfocarse en su hija, pero en cuanto lo hizo, lucía determinado.

—Irina, no hay tiempo y es peligroso. El pilar está en Beckendorf.

—¿Qué?

—He realizo un ritual de enlace quinto...larga historia —siguió diciendo él con urgencia—. Está en Beckendorf. Hubo un cruce antes porque el brillo de su esencia seguía allí y creímos que se trataba de ustedes. Pero hay uno más. Lo sabrán pronto. Búscalo, todavía eres alumna de la academia hasta medianoche, tu pase se reactivará si cruzas la barrera. No puedo moverme ahora. Ve por él, debería activar tu colgante. Protégelo. Irina, por favor, confío en ti. Búsc...

Y la comunicación se cortó.

—¿Qué diablos fue eso? —Preguntó Em.

—Una llamada indetectable —respondió Irina señalando el piso, donde no quedaba rastro del fuego—. Mi padre ha huido.

—¿Huyó? —Repitió James—. ¿Él ha ido contra las familias?

—Te dije que no podíamos confiar en nadie.

Irina se puso de pie y empezó a caminar hacia la casa. Supe que quería que la siguiéramos, porque de otro modo hubiera usado su velocidad vampírica.

Emmeline fue la primera en ir tras ella.

—¿Qué significaba todo eso?

—Papá y yo hablamos antes de que se fuera. Él dijo que debía mantenerme segura, que no confiara en las familias. Ha estado buscando formas de localizar un pilar desde entonces, para protegerlo.

—Pero tu padre es parte de las familias.

—No después de la audiencia. Se los dije, chicos, Abunek soltó que hay infiltrados. Podría ser cualquiera, no podemos decírselo a las familias. Tenemos que ser rápidos, si papá lo ha descubierto, ellos no tardarán mucho más. Vístanse, nos vamos a Beckendorf.

—¿Qué? Pero Nina...

Ninguna réplica valió lo suficiente. De alguna forma ella nos tuvo listos para salir en menos de veinte minutos, porque eso hacen los amigos, sumarse a los planes locos, sin sentido y con grandes posibilidades de que seamos decapitados.

—¿En serio vamos a ir a Beckendorf? —Seguía preguntando Emmeline un segundo antes de que ella nos hiciera tomarnos de las manos y apareciéramos en medio de un bosque.

—En serio —replicó Irina empezando a caminar—. No sé si se han dado cuenta pero hace unos días estuvieron en una reunión secreta de los descendientes de las familias que fundaron Igereteh. Lo que significa que alguien básicamente ha pintado una diana sobre sus cabezas. Necesitamos descubrir qué pasa para evitar esa guerra. Sí, he dicho guerra, de esas donde la gente que quieres se muere.

—Y necesitamos encontrar el último pilar antes que ellos —añadió James.

—Hay que revisar los archivos —siguió Irina—, debe ser alguien que venga de un lugar diferente. Alguien que tenga una historia familiar que resalte.

—¿A qué te refieres?

—Cualquiera relacionado con Abunek no tendría la familia perfecta. O al menos lo creo difícil. Es un lugar para empezar, empecemos por gente difícil.

—De hecho, eso nos complica. Hablamos de Beckendorf. Todos son difíciles...¿dónde estamos?

Irina acababa de detenerse súbitamente. Para mí el pedazo de bosque detrás de nosotros lucía exactamente igual que el que teníamos delante, pero era como si ella y James pudieran ver una línea invisible.

—Es el límite —susurró—. Aquí empieza el terreno de la academia y sus salvaguardas. Espero que papá haya tenido razón.

Dio un paso hacia adelante y esperó. Cinco segundos después, James también se adelantó y retomamos la caminata.

—Sigo sin entender qué vamos a hacer aquí —reclamó Emmeline—. ¿Cómo vamos a saber si es la persona correcta.

—Mi colgante —dijo Irina sacando un pedazo de cristal que colgaba de su cuello—. Es piedra valjhair, solo se activa con magia antigua, y esa persona debe estar llena de ella. Nunca lo sacaba de casa, es una reliquia familiar que tiene más de dos mil años, pero lo necesitamos.

—Vamos a encontrar a quien sea el pilar...¿y nos lo llevamos?

—Pensaré en eso cuando sepamos quién es —dijo Irina—. Las luces han empezado a apagarse en el castillo, son las nueve.

—Tenemos que hacer esto rápido —dijo James—. O saltarán las alarmas.

¿Estaban hablando en serio? ¿Yo apenas empezaba a recuperarme de la vista del viejo castillo y ellos querían secuestrar a alguien?

—Tenemos que conseguir collares azules —dijo Irina—, esto va a ser muy difícil sin magia.

Después de un par de días en el mundo exterior, casi había olvidado lo que era no poder usarla cuando quisiera. Si nos quedábamos otro segundo en el patio, las cosas se iban a poner feas.

—Yo puedo solucionar eso —le dijo James—. Guíalos al sótano del lado este mientras averiguo cómo funciona.

Antes de que Irina pudiera responder, él ya había desaparecido.

—Presumido —le gruñó—. Vamos chicos, se acerca alguien.

Empezamos a correr hacia el mismo lugar al que nos habían llevado cuando Emmeline le echó las serpientes a Karelle Lamont. Irina iba señalando cuándo detenernos porque alguien se cruzaba en el camino

Cuando llegamos al pasillo con los cuadros de los directores de Beckendorf, empecé a preguntarme dónde nos ocultaríamos si venía alguien: ni siquiera había armaduras en ese lugar.

—Solucionado —anunció una voz.

Emmeline y yo tuvimos que poner todo de nuestra parte para no soltar un grito. James acababa de aparecer de la nada, dándonos un susto de muerte. Irina lo golpeó en la cabeza y le quitó los collares.

Él sonrió, como si hubiéramos hecho justo lo que esperaba y nos llevó hacia una habitación a la derecha.

—Usualmente la mantienen cerrada —susurró cuando entramos—. Y la alarma se dispara cuando la abren. Hice ruido y conseguí que la abrieran por mí, pero no llegaron a cerrarla

—No has matado a nadie, ¿verdad?

Él soltó una risita.

—Iba a desmayarlo —aclaró— pero hubo un par de estudiantes en el lugar equivocado en el momento equivocado que han sido culpados en mi lugar.

Emmeline estaba dando vueltas por la habitación llena de estanterías metálicas.

—¿Qué es este lugar?

—Es el archivo del colegio —dijo James—. Tiene los datos de todos los estudiantes, es el lugar ideal para empezar.

Poco a poco, descubrimos que Beckendorf tenía un archivo cifrado en códigos, lo que hacía todo más fácil y difícil al mismo tiempo. Fácil para conservar la privacidad de los estudiante. Difícil para nosotros dar con el indicado.

Cada dato del estudiante, estaba cifrado en un código. Los padres estaban ordenados con sus nombres y la cifra del apellido correspondiente. Un galimatías.

Iba pasando entre historias familiares cada vez más extrañas.

—Este robó una estatua.

—Aquí hay alguien que le tiró pintura al gobernador durante un discurso.

—El mío fue enviado porque quemó la comisaría de su pueblo.

¿Quiénes eran las personas con las que había estado estudiando?

Mi siguiente archivo era más simple, ningún crimen previo, solo el traslado de un orfanato. Iba a cerrarlo, cuando algo me llamó la atención.

—Tengo uno que viene de un orfanato pero su madre ha firmado todos los documentos...no, espera, no es su madre, porque tienen el mismo apellido.

—¿Su hermana? —Dijo Nina escépticamente—. No es nuestro chico.

Seguí examinando los papeles hasta que me topé con una nota oficial del apoderado. Título: madre biológica.

—Es su madre —confirmé después de revisar la partida de nacimiento—. Es huérfano de padre y le permitieron conservar el apellido completo de su madre.

Irina me quitó la carpeta y frunció el ceño.

—Orfanato...Ramiel...esto no es solo un orfanato, es un convento.

—¿Cómo sabes eso? —Preguntó Emmeline.

—Ramiel es uno de los nombres de Jeremiel, uno de los ángeles de tú—ya—sabes—quién. Significa "la misericordia de....Él" y a los conventos les ponen nombres así para ayudar con la protección. Debe haber una iglesia en sus terrenos para hacerla tierra sagrada y evitar la entrada de demonios. Sí, aquí tienes, orden de tercer grado. Permisos de la madre superiora...este podría ser importante.

—¿Qué lo hace diferente?

—Bueno, si huyeras de una orden oscura, ¿dónde te refugiarías?

—En un convento —murmuró James, volviendo la vista a su expediente y cerrándolo.

Vi que Emmeline estaba a punto de hacer lo mismo cuando algo en sus papeles captó su atención.

—Oye, aquí hay otro de ese orfanato.

Al instante, el archivo estaba fuera de sus manos. Irina lo revisó pasando las páginas tan rápido que no entendí cómo lograba leer algo.

—Sus dos padres fallecieron en un incendio. Certificados de defunción, traslado...aunque eso es falsificable. Busquemos la ficha por si acaso.

No sonaba convencida pero James estuvo al instante sobre los cajones. No demoró ni medio minuto en sacar las fichas y agregué "forzar cerraduras" a sus habilidades secretas que salían de ningún lugar.

—Ficha 820—642...Christopher Dulaney.

—Chistopher...espera, ¿el amigo de Víctor?

—Ese mismo.

De repente, la expresión de Irina cambió por completo. Verificó el número del primer expediente y se lanzó contra el cajón. Sacó una tarjeta que decía: "Expediente 820—675. Víctor Zabreck".

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