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Dardos de parálisis

—Eso ha sido...interesante —comenté mientras soplaba mi plato de sopa para que enfriara.

—Ha sido espeluznante —corrigió James—. Por favor no intentes hacerlo sonar mejor de lo que fue. Soy un híbrido de vampiro y ni siquiera fui lo más extraño de esa reunión.

—¿Esperabas competir realmente con un octavo pilar? —fue todo lo que dijo Nina.

Sus palabras me regresaron al momento en el que aquellas mismas palabras fueron anunciadas a la sala después de que llevaran al centro a dos mujeres que habían estado esperando en la fila central. Los murmullos se extendieron hasta llenar la sala e Irina se inclinó sobre mí.

—Es un ritual diferente —murmuró—, no es el mismo que usaron los otros, pero es igual de poderoso. No cualquiera podría hacerlo.

No podía apartar la vista de las dos señoras que estaban paradas en frente de todos, ni de la mujer que acababa de realizar el ritual sobre ellas, uno muy parecido al que habían hecho con Irina y James antes. Llevaba una túnica negra y su mirada me recordaba a subdirectora Harewood.

—¿Eso es malo, verdad?

—Significa que no todo está perdido, pero no por mucho tiempo.

Nuevamente, la mujer al frente de todo exclamó por sobre las voces:

—Se completó el ritual y el pilar cayó, pero otro tomó su lugar. La señal es débil, pero la presencia es fuerte.

No había entendido gran parte de lo que dijeron después, así que estuve aliviada cuando anunciaron que la sesión había terminado y podíamos irnos.

—Un octavo pilar...quería pensar que era una broma —dijo James—. Si es tan fácil crear uno nuevo, ¿por qué no lo han hecho antes? Podían haber creado mil pilares nuevos y listo, problema solucionado.

—No es fácil y no podríamos —intervino el padre de Irina—. Si uno solo de los pilares cae, toda la protección se viene abajo. Como ya demostró el plan de la hermandad, tener un pilar nuevo implica que seguiríamos por siempre su línea de sucesión, porque en cuanto esta desaparezca, se abriría una brecha en la seguridad de nuestro mundo. Puede que a ustedes les parezca muy fácil la forma en la que la hermandad ha llegado a ustedes, pero les aseguro que es fruto de un trabajo de años, nadie puede burlar todas las salvaguardas que colocamos en nuestros miembros. Implica también el ser perseguidos, estar siempre en la mira de muchos ataques, poner en riesgo nuestras vidas. Y de todos modos tendríamos que seguir cuidado a las líneas que, como la nuestra, no tienen muchos miembros vivos. No es una buena carga por tener, solo hemos usado el hechizo para pasar el poder de un pilar a otro, y solo ha funcionado en dos ocasiones de las veintiocho en las que se intentó.

Me quedé pensando en sus palabras.

—¿Todo esto para mantener Igereth oculto? —preguntó Kyle—. ¿Por qué no hacer una demostración pública inmensa en algún lugar famoso si eso es lo que buscan? Ahora hay internet, medios de comunicación, podrían romper el secreto en segundos. Está prohibido por ley pero no parece que les importe mucho si comenten un crimen, ¿no?

—No es sobre liberar el secreto, Kyle, ese es solo su slogan de campaña— dijo Irina—. Eso no liberaría a todo el mundo, los magos podrían ocultarse en Igereth si fuera necesario.

El señor Britt vació su copa de vino y miró mientras la botella se alzaba para llenársela de nuevo.

—Su objetivo es traer de vuelta la magia a todo el mundo de modo que no puedan ignorarnos, forzar una reacción —murmuró—. Si hicieran un espectáculo, habría muchos escépticos, y si empezaran a atacar a los magos, muchos solo volverían a Igereth para estar protegidos en lugar de luchar. Este es nuestro país, aquí podemos ser nosotros mismos libremente, también es nuestro refugio. Si exponen nuestro hogar, en cambio, nos forzaría a defenderlo y ya hay suficientes rumores de guerra.

—Los rumores no son concretos, no hay nada definido —dijo James automáticamente.

—Es una expresión del temor —aclaró el señor Britt—, pero seamos cuidadosos. No sabemos dónde está la hermandad pero recauda aliados cada vez con mayor rapidez. Están viendo los frutos de sus planes, y no debemos subestimarlos.

Sus palabras me dieron más miedo que nada de lo que había visto el día de hoy, y me quedé perdida en mis pensamientos hasta que el papá de Irina se sacudió las migas y dijo:

—Vámonos, es hora de ir a casa.

****

—Estos son Bernard y Frida, quienes gobiernan esta casa y la mantienen viva. Si necesitan algo, no tienen más que pedírselo. Tres habitaciones contiguas, por favor.

Cuando imaginaba a Irina como millonaria, esto no era exactamente lo que había imaginado. Mis expectativas habían quedado cortas a niveles ridículos. Frida asintió se retiró a pasos pequeños y rápidos.

—Su padre ha dicho que volverá en tres horas, que deben esperar por él, señorita.

La expresión de Nina se endureció.

—Gracias, Bernard. Estaremos en el quinto salón.

Todos la seguimos mientras se adentraba en un pasillo a la izquierda. Intenté memorizar la ruta pero era imposible. Derecha, izquierda, escaleras, derecha, a través de un cuadro, izquierda, izquierda y...

—¡Maldita sea! —Gruñó Nina cuando terminamos en un callejón sin salida—. Esperen aquí.

Desapareció en una leve ráfaga de aire, que indicaba que había usado su velocidad vampírica.

—Por aquí —indicó finalmente—, lamento esto, los pasadizos cambian y se agregan todo el tiempo por cuestiones de seguridad. A veces incluso nosotros mismos nos perdemos.

Entendí que se refería a ella, su padre y todo el servicio.

Volvimos a hacer otro camino enrevesado y finalmente terminamos en un salón con una pequeña fogata en la chimenea y varios sillones y mesitas con tazones repletos de dulces.

Irina se paseó por el lugar dando pequeños toques a los objetos en lugares rarísimos, como el costado de una lámpara o la pata de un sillón.

—Cuestiones de seguridad —explicó de nuevo —. No vaguen por la casa ni entren en las habitaciones. Algunas, como esta, solo las atraparán si no introducen la contraseña, pero en una habitación de alta seguridad, podrían matarlos.

—Amo tu casa de película de terror —intentó bromear Kyle sin éxito.

—Deberías ver la mía —murmuró James—. Aunque tuvimos que quitar las ballestas de los pasillos porque con todos los bailes que organizamos, era imposible no tener gente corriendo de un lado a otro.

—Ballestas en los pasillos —repitió Kyle irónicamente—. ¿Qué hay aquí? ¿Lanzallamas?

—Dardos de parálisis —dijo Nina seriamente.

Por alguna razón, ante esas palabras, todos estallamos en carcajadas histéricas. Qué bien se sentía poder reír de nuevo aunque los bordes del mundo empezaran a oscurecerse a nuestro alrededor.

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