Vigilante
Milk tarareaba una cancioncita alegre mientras movía la sartén sobre la estufa con una facilidad practicada, observando con satisfacción como la amplia variedad de vegetales se iban cociendo juntos. Una vez que completó su tarea, vertió el sofrito en un plato para servir y lo llevó a la mesa, colocándolo junto a un montón de otros diferentes platillos. Con un suspiro de satisfacción, observó el reloj y se mordió los labios. Caminó hacia la ventana abierta y miró afuera, donde vio a su marido rostizando a un pez enorme sobre una fogata.
- Goku, ¿cómo vas con eso? – lo llamó. – Ya casi es hora del almuerzo.
- ¡Ya casi está! ¡Solo dame un minuto! – le gritó él en respuesta.
Milk cruzó los brazos sobre la repisa de la ventana, y observó a su marido trabajando, con una sonrisa radiante en el rostro. Cuando Goku terminó con el pez, lo levantó de la estaca y lo cargó hasta una enorme mesa, donde procedió a picarlo en piezas comestibles y luego a apilarlas sobre una enorme bandeja. Hecho eso, balanceó el gigantesco plato en sus brazos y caminó hacia la puerta, esforzándose para no tirarlo.
Milk se rio de lo cómico de la escena y corrió hacia la puerta, abriéndola para que Goku pudiera entrar. Una vez que entró a la casa, colocó el plato de pescado junto al enorme buffet de comida y se limpió el sudor de la frente.
- Se ve grandioso, cariño. – dijo Milk sonriendo al verlo. – Ahora ve a lavarte, yo prepararé los cubiertos.
Asintiendo, Goku se dirigió al baño. Milk regresó a la cocina y empezó a registrar las alacenas en busca de algunos platos, solo para fruncir el cejo cuando vio que algunos de ellos estaban sucios. – Eso no está bien. – murmuró con un ligero fastidio.
Cargando los platos sucios fuera de la alacena, Milk se los llevó al lavaplatos y empezó a lavarlos, volviendo a tararear la misma canción que antes. Soltó un pequeño gritito cuando dos enormes manos la rodearon por la cintura y la apretaron suavemente en el estómago, y se rio cuando Goku le dio un inocente beso en la sien.
- Ve a sentarte, yo puedo encargarme de los platos. – le dijo suavemente. – Ya tienes mucho de qué ocuparte.
Milk sonrió cálidamente y le acarició la mejilla. – Gracias, Goku.
Ahora que su marido se ocupaba de su trabajo, Milk caminó hacia el sofá y se sentó, reclinándose elegantemente contra los cojines. Luego de unos tranquilos minutos, el sonido de la campanilla de entrada resonó por la casa.
- ¡Yo voy! – dijo Goku desde la cocina, haciendo que su esposa volviera a sonreír. Entretanto, él se dirigió hacia la puerta del frente y la abrió, sonriéndole alegremente al visitante. – ¡Piccoro! ¡Llegaste justo a tiempo!
- Naturalmente. – se rio el namekiano en respuesta. – ¿Está Milk? Les traje pastel. – les dijo, mostrando a su amigo la caja que llevaba.
- ¡Ooh, grandioso! – comentó Goku mientras alargaba la mano para cogerlo con avaricia, solo para que Milk se la desviara de un manotón, haciéndolo gritar ligeramente.
- El postre es para después de la comida. – dijo regañándolo cariñosamente antes de volver la sonrisa hacia su invitado. – Qué bueno verte, Piccoro. Pasa y siéntate a la mesa; ya íbamos a comenzar con el almuerzo.
El namekiano le entregó el pastel e hizo lo que le dijeron. Pronto, el trío se había devorado todo su almuerzo.
- Tu cocina está tan deliciosa como de costumbre, Milk. – dijo Piccoro tras tragarse una enorme cucharada de arroz frito.
- ¡Sí, la cocina de Milk es la mejor! – dijo Goku estando de acuerdo, con las mejillas hinchadas al estar masticando un enorme trozo de carne La mujer se sonrojó ante el cumplido.
- ¡Oh, ustedes dos siempre me halagan!
Piccoro se rio divertido y se quitó algo de salsa de soya de la barbilla con una servilleta. Luego volteó a ver a Milk con una mirada inquisitiva. – ¿Cómo van las cosas entre ustedes?
Los ojos de la mujer se iluminaron ante la pregunta. – ¡Ciertamente ha sido toda una aventura! Por suerte para mí, Goku ha sido de gran ayuda.
El namekiano le dio al hombre en cuestión una mirada con las cejas levantadas. – ¿Es en serio? ¡Vaya Son, no sabía que lo tuvieras en ti!
Goku simplemente sonrió nervioso y le dio a su amigo un pulgar arriba antes de volver a concentrarse en su comida.
- Honestamente, la noticia nos cayó completamente de sorpresa. – empezó a decir Milk, mirando su estómago con una mirada cálida en los ojos. – Pero luego de superar el shock, nos sentimos muy felices. Siempre quise tener un hijo, y a Goku le agradó la idea.
- Totalmente cierto. – dijo Goku con una gran sonrisa, limpiándose la boca con el dorso de la mano. – ¡Voy a entrenar a ese niño para que sea mucho más fuerte que yo!
- Oh cállate. – lo regañó Milk, aunque en su voz no había ni pizca de malicia. – Nuestro niño recibirá primero y principal una educación apropiada. No quiero que nuestro hijo o hija crezca para convertirse en un rebelde y delincuente como tú y tus amigos.
Goku se enfurruñó ante ese golpe verbal, pero su esposa de inmediato se soltó en risitas. – Aun así, no me molestaría que lo entrenaras de vez en cuando. Será bueno que nuestro hijo aprenda a defenderse si lo necesita.
Al escuchar eso, la sonrisa de Goku retornó a toda fuerza. – ¡Eres la mejor, Milk, no puedo esperar!
Piccoro simplemente se rio de la interacción de la pareja y se tomó un trago de agua. – ¿Y a mí no me dejan opinar en esto? – Cuando voltearon a verlo, sonrió maliciosamente. – Yo también quisiera estar involucrado. Puedo ayudar a Goku con el entrenamiento, o si quieren, le puedo enseñar al niño técnicas de meditación para mejorar su concentración... para sus estudios, claro.
Milk le sonrió cariñosamente al namekiano. – Eso sería maravilloso, Piccoro, muchas gracias.
Luego alargó la mano por la mesa y colocó su mano sobre una de las de Goku, mientras con la otra sujetaba la mano verde del namekiano. Sus ojos se movieron entre los dos hombres frente a ella, brillando de lágrimas no derramadas de felicidad. – Haremos que esto funcione, muchachos. Todos seremos una gran y feliz familia...
(--0--)
Gohan se despertó de golpe, sudando frío y jadeando como si hubiese corrido múltiples maratones por todo el planeta. Se agarró el pecho mientras el corazón le latía a millón, y sus ojos observaron frenéticamente en la oscuridad tratando de reconocer su entorno.
Una vez que pudo ver lo suficiente para darse cuenta que estaba en su dormitorio, soltó un suspiro exhausto y se volvió a dejar caer sobre su colchón, tratando de controlar su respiración. Había sido solo un sueño. Un horrible, horrible sueño.
- "No... no fue un sueño." – razonó rápidamente. – "Fue una pesadilla."
Ya había tenido bastantes de esas cuando se había quedado solo en lo salvaje por seis meses cuando era pequeño, y a raíz de eso sabía que era mucho mejor no tratar de volver a dormirse. Mejor tomar una ducha... y buscar una distracción.
Gruñendo estresado, Gohan rodó fuera de su cama y encendió las luces. Viendo los restos hechos jirones de su gi púrpura, frunció ante el recordatorio de que literalmente había llorado hasta quedarse dormido la noche anterior. Una mirada rápida al reloj en la mesita de noche solo le hizo enfurruñarse más, revelando que eran apenas las dos de la madrugada.
Gohan suspiró y caminó lentamente hacia el baño, molesto de haberse quedado dormido en sus ropas normales, que ahora estaban pegajosas y asquerosas. Al llegar al baño rápidamente se desvistió, arrojó su ropa al cesto y se metió a la ducha, abriendo el agua fría.
Otro suspiro volvió a salir de entre sus labios, y sintió temblar ligeramente su cuerpo al tratar de ajustarse al repentino frío del agua. Una ducha fría no incomodaba a Gohan, habiendo soportado condiciones muchísimo más inclementes durante toda su vida. En vez de eso, le resultaban momentos bastante oportunos para aclararse la mente y reflexionar en las cosas que lo perturbaban.
Mientras las frías gotas de agua caían sobre su musculosa figura, sus pensamientos se voltearon hacia ese devastador sueño que acababa de tener. Sabía que no era real, pero el simple pensamiento de que sus padres y el señor Piccoro se olvidaran completamente de él y lo reemplazaran con otro niño le helaba en los huesos mucho más que cualquier ducha fría. Incluso ahora, la sola idea era suficiente para que el corazón se le acelerara.
Rápidamente sacudió esas preocupaciones de su cabeza. Era una estupidez pensar que ese sueño tuviese una base en la realidad; él conocía bien a sus padres y al señor Piccoro lo suficiente para saber que ellos nunca lo olvidarían. Más bien, en ese momento seguramente estarían trabajando en una manera de traerlo de vuelta. Ese sería el desenlace más lógico.
Pero aun así, una pequeña parte de Gohan no podía evitar preguntarse... ¿qué tal si el poder que lo había arrancado de su mundo para arrojarlo en este no se había detenido allí? ¿Qué tal si ese mismo poder había borrado su existencia de las memorias de sus amigos y su familia, y el sueño que acababa de tener era una visión de cómo ellos habían seguido con sus vidas sin él?
No... eso tampoco tendría sentido. A pesar de lo mucho que Gohan amaba a su padre, sabía que Son Goku no era la persona más dada a muestras de afecto físico. Más todavía, aunque su madre había suavizado un poco su opinión sobre Piccoro con los años, jamás se atrevería a agarrarlo de la mano ni mucho menos tratarlo como parte de la familia. Y en cuanto al propio namekiano... si bien se había ablandado significativamente, JAMÁS en un millón de años les traería un pastel luego de ser invitado a almorzar.
El último pensamiento resultó lo bastante gracioso para subirle un poco los ánimos a Gohan, y una ligera sonrisa se formó en las esquinas de sus labios. Si acaso, no, CUANDO volviera a ver al señor Piccoro, le contaría de este sueño, ya que de verdad tenía curiosidad de saber cuál sería la reacción de su mentor. Con eso en mente, el chico terminó de ducharse y se secó rápidamente con un ligero ardor de su ki.
Saliendo de la ducha, Gohan se fue a su habitación y se puso un chándal de color azul oscuro. Aunque ya se sentía un poco mejor, el prospecto de volver a la cama no le resultaba atrayente. Aparte de eso, despertarse en medio de la noche ya le había quitado toda la fatiga del cuerpo. En el pasado, cuando se sentía mal por cualquier cosa, salir a explorar la naturaleza le ayudaba a mejorar su humor. A pesar de que ya no estaba más en el Monte Paozu, seguro debía haber buenos lugares para visitar aquí y allá. La Tierra era enorme después de todo.
Luego de ponerse sus zapatos deportivos, Gohan salió de su apartamento y cerró la puerta con llave tras de sí. Subió rápidamente las escaleras, asegurándose de pisar con suavidad, y salió por la puerta que llevaba a la azotea del edificio. Inmediatamente sintió sobre su piel el asalto del frío viento de la noche, obligándolo a cerrar los párpados, pero no le prestó atención, y simplemente se abrigó con una delgada barrera de ki.
Sin más drama, Gohan salió disparado como cohete hacia el cielo, ascendiendo hasta estar apenas por debajo de las nubes. Desde esa elevada posición, podía ver la ciudad de Tokio casi en su totalidad, y la vista lo dejó casi sin aliento. Tokio era una ciudad grande, muy, muy grande, e incluso ahora, a tempranas horas de la madrugada, se sentía llena de vida y respirando. Una gran variedad de luces de los edificios a lo lejos y los vibrantes anuncios publicitarios hacían resaltar los distritos más activos de la ciudad, y las estructuras más altas sobresalían por encima del resto. Autos y otros vehículos andaban en fila en las carreteras en la distancia, haciendo parecer que las carreteras más concurridas eran atravesadas por orugas gigantescas. Las estrellas que chispeaban en el claro cielo nocturno contrastaban enormemente contra las luces artificiales de abajo, creando una hermosa imagen que lo dejó sin aliento.
Gohan sintió que los ojos se le humedecían un poco por mirar tanto, forzándolo a parpadear para sacudirse su estupor. Tokio desde arriba era sin duda una vista espectacular, pero no había nada único sobre ella que la distinguiera de la Ciudad del Oeste. Aunque fuese hermosa, no era el tipo de lugar donde Gohan podría encontrar algún consuelo. El mundo que quería ver estaba más allá de las fronteras de Japón, cruzando los vastos océanos, y lejos de cualquier metrópolis poblada.
Motivado por la necesidad de escapar hacia la naturaleza, Gohan comenzó a volar hacia el sur. Si recordaba bien lo que había visto en el internet durante el día, iba en camino hacia un gran país llamado Australia. El viento soplaba velozmente contra el cuerpo del muchacho mientras aceleraba, y en poco tiempo se volvió completamente invisible a la vista de las personas comunes, dejando un rastro blanco tras de sí. En el caso de que hubiera algún ciudadano que mirara al cielo en ese momento, seguro creería que era una estrella fugaz recorriendo el cosmos.
En segundos, la superficie chispeante del océano se hizo visible, y Gohan sintió el fantasma de una sonrisa formarse en sus labios. Ese era el mundo que quería ver. Esa era la sensación de libertad que tanto anhelaba.
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El repentino viaje de Gohan por el mundo lo había llevado a muchos lugares extraños y maravillosos, cada uno de los cuales dejó una gran impresión en el muchacho. Había visto el lado más natural de esta versión de la Tierra, y siendo así podía decir con certeza que tenía su propio encanto y belleza. Tenía unas cuantas similitudes con su propio hogar, pero las diferencias eran numerosas.
- "Para empezar, este mundo no tiene planicies de tierra árida con rocas gigantes, que suelen ser los campos de batalla para guerreros superpoderosos." – pensó mientras se reía.
También era increíblemente diverso en términos de cultura y arquitectura, y aunque Gohan se mantuvo bastante lejos de la gente para tener privacidad, ya había visto suficiente del planeta para darse cuenta de ello. Era una sensación algo extraña, ya que su propio mundo era mucho más homogéneo, pero de ninguna manera era algo malo.
Gohan ahora se encontraba volando de regreso a su hogar en Japón, ya sintiéndose con la mente y el corazón mucho más tranquilos. Remontándose a paso acelerado, sus pensamientos comenzaron a viajar por los lugares que más le habían impresionado.
Las arenas brillantes y playas cristalinas de Australia eran verdaderamente una maravilla, tanto que el chico no pudo evitar darse un chapuzón bajo las olas para convivir con las diversas formas de vida marina. Fue una experiencia única, casi como si fuera mágica.
Suramérica era muy parecida al Monte Paozu en su terreno, y era el hogar de un impresionante bosque lluvioso que era enorme. Una expedición rápida a través de su vibrante exterior reveló un próspero ecosistema rebosando de flora y fauna que pedía a gritos ser dibujado, documentado y mostrado al mundo entero.
Norteamérica era significativamente más urbanizada que su contraparte del sur, pero aun así tenía algunas increíbles maravillas naturales para ver, siendo la más notable un colosal cañón rocoso que se extendía por cientos de kilómetros. Gohan hizo una nota mental de volver allí un día para volar directamente atravesando el cañón, cuando no estuviese tratando de mantenerse oculto.
Europa era un verdadero crisol de diferentes países, culturas y personas, y Gohan se sorprendió de que un continente tan pequeño pudiese albergar tanta diversidad. Rusia era la excepción debido a su enorme tamaño, pero también tenía cierto encanto. El chico Son encontró cierto consuelo en las planicies cubiertas de nieve de Siberia, y tomó ventaja de la soledad que proveían para reflexionar en su situación.
Los extensos desiertos de África eran hermosos de contemplar, y sus sabanas eran hogar de una gran diversidad de vida salvaje. Aunque las bestias más feroces que rondaban los campos herbáceos bajo el sol no podían siquiera compararse con los gigantescos dinosaurios presentes en el Desierto del Diablo, seguían siendo criaturas majestuosas e imponentes dignas de su estatus.
La Antártida era un lugar maravilloso que encapsulaba perfectamente lo distinto que era cada continente, con sus enormes glaciares y tierras cubiertas de hielo dando credibilidad al hecho de que incluso en un mundo gobernado por los humanos, había puntos de la naturaleza que habían permanecido intocables.
Asia era gigantesca, hogar de arquitecturas que no eran muy diferentes a las del mundo de Gohan, y era hogar de una montaña gigantesca y monolítica tan enorme que perforaba las nubes como una gran aguja. Incapaz de contenerse, el chico voló hacia la cima del coloso y expulsó todas sus dudas, frustraciones y miedos gritándolos hacia el mundo que estaba abajo.
Un ligero tinte rosa coloreó las mejillas de Gohan al recordar que literalmente se había soltado a gritar con todas sus fuerzas desde la cima de una montaña. Pensándolo ahora, fue un poco embarazoso haber hecho eso, y esperaba que nadie lo hubiera escuchado, pero definitivamente fue catártico.
En eso, un pilar de humo en la distancia interrumpió los pensamientos de Gohan, y con un gesto fruncido en su rostro, alteró su trayectoria y se dirigió hacia la fuente de la conmoción. Al llegar a su destino, sus ojos casi se salen de sus cuencas y el corazón se le aceleró.
La razón del humo era una enorme mansión que había sido prendida en llamas, y ahora expulsaba los espesos vapores de humo negro hacia la atmósfera. Los ojos de Gohan rápidamente observaron los alrededores, y para su horror se percató de que la mansión en llamas se encontraba en todo el medio de un bosque. Si el incendio se propagaba, el resultado sería catastrófico.
Desde su elevada posición, Gohan no podía ver con exactitud lo que sucedía abajo, pero sabía que tenía que estar sucediendo algo realmente nefasto; nada de esto gritaba a que fuese un accidente u ocurrencia natural. Maldiciendo entre dientes, volteó la cabeza de izquierda a derecha, esperando ver algún héroe o alguien que saltara a la escena y salvara el día, pero no había suerte en ese frente.
Su cuerpo le gritaba que hiciera algo, pero la advertencia del Doctor Shuzenji el día anterior le hizo quedarse congelado, como si las palabras del hombre fuesen una cuerda que lo mantenía atado. Su corazón golpeaba contra su pecho, y apretó sus puños tan fuerte que empezaron a sangrar. ¿Qué pasaría si bajaba a ayudar y terminaba viéndolo un héroe profesional? Ya había leído las consecuencias de utilizar los Quirks en público fuera de la ley, y si lo enviaban a un reformatorio juvenil sería un retroceso enorme.
- "¡Maldición, maldición, MALDICIÓN!" – gritaba dentro de su cabeza, mientras su mente y su corazón se peleaban por qué era lo que debía hacer.
El rugido del incendio allá abajo prendió su cerebro, trayéndole a la mente la imagen de un sonriente Son Goku con una mano en un Cell inflado como globo y dos dedos sobre su frente. Una lágrima corrió por la mejilla de Gohan ante el sombrío recordatorio de que por culpa de su inacción y dudas al momento de hacer lo correcto le habían costado la vida a su padre.
Una corriente se levantó alrededor del híbrido Saiyajin, y el aire alrededor de su cuerpo tembloroso comenzó a prenderse por un repentino influjo de calor. La memoria de sus errores pasados terminaron por corroer las cuerdas que lo retenían y finalmente estas se rompieron, y con un violento pulso de energía, una explosión de poder envolvió al chico en una capa de llamas doradas. Sus ojos color ónix se tornaron en un turquesa brillante, y sus mechones negros se erizaron hacia el cielo mientras se tornaban de un tono dorado sólido.
Al diablo con las consecuencias: Son Gohan NO iba a permitir que otra alma inocente muriera si podía evitarlo.
Impulsado por los pensamientos de aquellos a los que les había fallado, el Super Saiyajin voló hacia el cielo con la fuerza de un estallido sónico, y aterrizó enterrando sus pies en la tierra dura que rodeaba a la mansión en llamas. El suelo se estremeció con el impacto y un enorme cráter se formó debajo de él, pero el furioso muchacho no le prestó atención, pues estaba enfocado en mirar amenazadoramente a los perpetradores de este horrorífico crimen.
- ¿Qué demonios se supone que eres? ¿Una bengala humana?
Los ojos entrecerrados de Gohan se abrieron al oír la voz, que pertenecía a una mujer esbelta con la cintura demasiado estrecha y pelo azul rizado. Llevaba un atuendo muy revelador que mostraba una figura curvilínea, incluyendo un top de bikini negro que atraía la atención hacia su nada despreciable busto, pero eso era lo último en lo que pensaría el muchacho.
- ¿Quiénes son ustedes? – espetó en respuesta. – ¿Por qué están haciendo esto?
- No estás en posición de hacernos preguntas, mocoso. – dijo otro criminal en tono de desprecio. Esta vez, la voz pertenecía a un hombre alto y de hombros anchos, vestido con un traje muy parecido al de un jefe de la mafia. La imagen se acentuaba todavía más por la cicatriz aserrada que atravesaba el puente de su nariz y por las mejillas, y el cigarro que llevaba en la boca. En lugar de su mano izquierda había un enorme gancho dorado que brillaba peligrosamente en la noche, dándole al hombre una apariencia realmente amenazadora. – Daz, destrípalo para que podamos marcharnos. – ordenó.
Un sujeto fornido de piel bronceada y con el kanji de "uno" tatuado en su pecho musculoso asintió al escuchar la orden y corrió hacia Gohan. Al llegar frente a su objetivo, su brazo derecho se transformó en una espada que levantó en el aire y se dispuso a hacerla bajar para cortar en dos al chico.
Para Gohan, el hombre se estaba moviendo en cámara lenta, y siendo así tuvo tiempo de sobra para atrapar la espada con una mano, deteniéndola en seco. Antes que el agresor pudiera procesar lo que había pasado, el Super Saiyajin lo había golpeado en el pecho con la palma libre, haciéndolo volar hacia la distancia como una bala de cañón.
A pesar de todo, Gohan dio un respingo al oír el ruido de árboles rompiéndose, incluso después de que el hombre tatuado había desaparecido de su vista. Había sobreestimado severamente a sus oponentes. A menos que realmente quisiera matar a los rufianes (lo cual no quería) necesitaba contener la mayor parte de su poder. De momento, solo podía rezar por que el Quirk del sujeto fuera lo bastante sólido para mantenerlo vivo.
Los aliados del hombre se quedaron estupefactos ante su rápida derrota, si sus miradas y quijadas colgando eran algún indicio, pero el jefe se las arregló para mantener la compostura lo suficiente para darles otra orden. – Paula, Bentham, Galdino... ¡mátenlo ahora!
Un hombre vestido como bailarina de ballet corrió hacia Gohan levantando la pierna para dar una patada acrobática, pero el chico pudo atraparle el pie con una sola mano y azotarlo contra el suelo. El hombre travestido botó saliva al colisionar contra la tierra dura y los ojos se le rodaron detrás de la cabeza, indicando que había quedado inconsciente.
Gohan entonces tuvo que voltear la cabeza para evitar un proyectil gris y pegajoso. Mirando la trayectoria del ataque vio que provino de un hombre de aspecto frágil con el pelo peinado en la forma del número 3, que tenía el brazo extendido en la dirección del chico. El hombre temblaba aparentemente aterrado, así que el Super Saiyajin vio apropiado ponerle fin a su miseria sacando su propia mano y canalizando un poco de energía para lanzarle un disparo de ki, estrellándolo duramente contra el tronco de un árbol y dejándolo noqueado al instante.
La mujer de pelo azul (Paula, si Gohan había escuchado correctamente) enrolló su cuerpo en posición fetal mientras de este comenzaban a brotar una serie de púas y la cubrían por todas partes, dándole un aspecto como de erizo de mar. Con su ataque preparado, comenzó a rodar amenazadoramente hacia el chico a gran velocidad, pero él simplemente atravesó el pie en su camino y la pateó como bola demoledora humana de regreso hacia su jefe.
El hombre con garfio por mano ensanchó los ojos imperceptiblemente ante el inesperado proyectil, pero para sorpresa de Gohan, no se movió fuera del camino. En vez de eso, dejó que la bola humana que era Paula atravesara su torso, que se volvió de arena al impacto. Como resultado, el cuerpo de la mujer siguió volando por el aire y colisionó con un árbol en la distancia, dejándola igual de inconsciente que sus aliados.
- ¡Desert Spada!
Un breve momento de duda por parte de Gohan le permitió al villano dar un golpe con su mano derecha, enviando una cuchilla de arena filosa que partió en dos el suelo como un terremoto. El Super Saiyajin esquivó hábilmente hacia un lado, evitando el ataque con facilidad, y se lanzó al frente con un estallido de velocidad. Una vez que se puso a tiro con su agresor, enterró su dedo en el hombro del sujeto, pero se encontró con resistencia en la forma de más arena, dejando al criminal ileso.
Todavía moviéndose a una velocidad imposible de rastrear por su adversario, el estupefacto Super Saiyajin retiró su dedo, y comenzó a soltarle una violenta ráfaga de puñetazos al sujeto del garfio, ninguno de los cuales le hizo ningún efecto. Gohan saltó hacia atrás antes que el criminal pudiese tomar represalias, y lo miró desafiante tratando de ocultar su asombro.
- ¿Qué diablos eres tú? – le gruñó – ¿Cómo es que puedes anular mis ataques?
Los hoyos con forma de puño que llenaban el torso del hombre se repararon solos, como si nada le hubiera pasado. Gohan sintió temblar su cuerpo, y una breve mirada de pánico se apoderó de su rostro por un segundo, pero rápidamente la suprimió, dejándolo solo con una mirada amenazadora.
- ¡No sé quién demonios eres, o cómo puedes moverte tan rápido, pero ya terminé de jugar contigo! ¡Ground Sec-¡
Una repentina ráfaga de ki consumió al sujeto en un instante, interrumpiéndolo en medio de su ataque. Sin embargo, tal como Gohan esperaba, las partículas dispersas de la arena rápidamente volvieron a reformarse hasta crear la silueta humana, reafirmando su suposición de que este hombre de alguna manera estaba hecho de arena. Muy bien, podía trabajar con eso.
Imbuyendo una buena porción de ki en su puño derecho, Gohan corrió hacia el frente justo cuando la cara del hombre volvía a formarse por completo, y lo enterró directo en su riñón izquierdo. Como antes, se encontró con una barrera de arena, pero esta vez, mantuvo su puño donde estaba, lo abrió y cargó una esfera compacta de energía en la palma que comenzó a calentarse rápidamente.
El criminal agarró a Gohan por la muñeca con una mano huesuda, y el Super Saiyajin experimentó la incómoda sensación de la humedad siendo extraída de su cuerpo. Sin embargo, antes de que el brazo del chico se secara como una uva pasa, la cara del bastardo se contorsionó, y soltó un grito desgarrador de agonía mientras dirigía sus ojos inyectados en sangre hacia su cintura, donde lo que parecía una bombilla encendida estaba perforando un agujero ardiente en su cuerpo.
Gohan retrocedió al oír el penetrante chillido que golpeó sus tímpanos, pero lo ignoró lo mejor que pudo para concentrarse en asegurarse de que no se le fuera la mano con el ataque. Cuando el grito del criminal se volvió ensordecedor, y el chico no sintió nada excepto su propia energía, detuvo el flujo de ki y retiró la mano del cuerpo de su adversario. Los gritos del hombre se ahogaron y se dejó caer en sus rodillas, con la cara chorreada de sudor y un agujero en su costado izquierdo que afortunadamente había quedado cauterizado.
- ¿C-c-cómo? – murmuró débilmente, tosiendo un escupitajo con sangre.
- Todo tu cuerpo está hecho de arena. – replicó duramente Gohan, sin perturbarse por lo horrible de la herida. – Un calor lo bastante fuerte cristaliza la arena, así que me imaginé que sería igual contigo. Solo tuve que regular la cantidad de calor que te apliqué para no desintegrar todo tu cuerpo. Era la única forma de acabar contigo sin matarte.
- Monstruo... – escupió el sujeto antes de colapsar.
Gohan suspiró y se frotó suavemente la muñeca derecha, notándola ligeramente flácida. De alguna manera, el criminal al que acababa de derrotar tenía el poder de absorber el agua del cuerpo de las personas. De haberle sujetado el brazo solo un poco más, el resultado podría haber sido horrible; por toda su fuerza como Super Saiyajin, ese ataque podría haber terminado por mutilarlo.
El chico sacudió ese pensamiento perturbador de su mente y se volvió hacia la mansión en llamas. Frunciendo el cejo, de inmediato vino a su mente la posibilidad de que hubiera todavía personas atrapadas adentro. Gruñendo por la implicación, Gohan encendió su aura y voló hacia el interior del edificio, maldiciendo su imposibilidad de percibir el ki.
El tiempo pareció ralentizarse mientras el Super Saiyajin buscaba por toda la mansión tan rápido como podía en su estado transformado. Sus alrededores pasaban frente a él como una mancha de rojo, marrón y naranja, pero su afinada percepción y campo de visión aseguraba que todo se viera tan claro como el cristal. Las llamas parecían lamer su cuerpo por todas partes, pero el campo de energía pura que lo cubría lo protegía de cualquier daño. Todo el rato, mantenía los oídos atentos ante cualquier ruido. El chico miró de arriba abajo, y su nivel de pánico se incrementaba con cada segundo, hasta que finalmente llegó ante un enorme guardarropa dentro de lo que parecía ser la sala de juegos.
Rezando a cualquier deidad que lo estuviera escuchando que su búsqueda no fuese en vano, Gohan arrancó las puertas y dio un suspiro de alivio cuando se encontró con dos niños pequeños abrazados juntos debajo de un montón de ropas colgadas. En cuanto su escondite fue descubierto, los niños gritaron de terror, así que Gohan se agachó para ponerse a su nivel y trató de sonreírles.
- Por favor, no hay necesidad de gritar. – les dijo, tratando de sonar tan suave y gentil como fuera posible. – No vine a lastimarlos, solo quiero sacarlos de aquí.
Los niños se miraron entre ellos, y luego a él, y fue entonces que el Super Saiyajin se percató de que eran un par de mellizos de cabello oscuro, un niño y una niña, tal vez de cinco años de edad. Sintió una punzada en el corazón, pero mantuvo su propia tristeza a raya, para no asustarlos todavía más.
- Por favor, sujétense de mí. – les dijo extendiéndoles las manos. – Solo tomará un segundo sacarlos de la casa. – Cuando los niños no le hicieron caso, su sonrisa desapareció, y empezó a hablarles en tono desesperado. – Por favor... tienen que confiar en mí. No se preocupen por los malos; ya los derroté. ¡Estarán a salvo!
Los niños abrieron los ojos de golpe ante la revelación, pero la duda todavía seguía allí.
- ¿Q-quién eres tú? – preguntó la niña temblando.
- Soy uno de los buenos. – respondió Gohan cálidamente. – Soy un amigo.
- Te vez muy joven para ser un héroe. – dijo el niño, con la voz temblorosa. – ¿Cuál es tu nombre?
Una gota de sudor bajó por la sien de Gohan ante la pregunta. No podía darles a los niños su verdadero nombre, en caso de que lo delataran con las autoridades, pero tampoco podía rehusarse. Tenía que ganarse su confianza de alguna manera. Suspirando, se pasó la mano por sus mechones dorados y tras algo de deliberación, decidió simplemente ser honesto.
- Tienes razón. – admitió sorprendiendo a los niños. – No soy un héroe todavía. Solo soy alguien que quiere hacer lo correcto aunque sea en contra de las reglas. Estaba cerca cuando vi su casa en llamas, pero no podía quedarme sin hacer nada. – Tragó saliva. – No quiero decirles mentiras, pero tampoco puedo decirles mi nombre porque no quiero que me atrapen. Sé que es difícil, pero tienen que confiar en mí... solo quiero ayudarlos.
Los gemelos se miraron entre ellos unos segundos, y finalmente se sujetaron de las manos que les ofrecía su salvador. Gohan volvió a sonreír y abrazó a ambos niños para sujetarlos con fuerza.
- Gracias. Yo me encargo de todo.
Con eso, cambió de posición para ponerse de cara a un lado de la habitación que no estuviera en llamas, apretó el agarre con los niños, y atravesó la pared a una vertiginosa velocidad. Incapaz de resistir la fuerza del ariete Super Saiyajin, el concreto se rompió como si fuese madera podrida, y el trío rápidamente se encontró en la parte trasera de la casa al borde del bosque que los rodeaba, a salvo de las llamas. Gohan se limpió el sudor de la frente y les sonrió de nuevo a los niños.
- ¿Ya lo ven? ¡Les dije que los sacaría de allí! – Sin embargo, para su consternación, no se veían felices. De hecho, parecían estar al borde de las lágrimas, y eso era preocupante. – ¿Qué pasa?
- M-m-mamá y papá t-todavía e-están en la casa. – balbuceó el niño.
- ¡S-sí! ¡Sálvalos a ellos t-también! – agregó su hermana.
Gohan sintió que se le hundía el corazón. Esperaba que los niños no le pidieran eso. Mientras buscaba sobrevivientes por toda la mansión, el primer lugar que revisó fueron los dormitorios, uno de los cuales le aguardaba con la horrible escena de un hombre y una mujer tendidos en la cama con las gargantas cortadas. Lo que fuera que esos rufianes querrían, les había llevado a asesinar a los padres.
El chico no supo cómo responder, ni tenía la más remota idea de qué hacer. Por un momento consideró mentirles a los niños para que no se enteraran de la horrible verdad, pero inmediatamente se maldijo por siquiera considerar jugar con ese pensamiento. Eso sería la vía del cobarde, y ni los niños ni sus fallecidos padres merecían eso. Resignado, asintió.
- De acuerdo. Espérenme aquí.
No le tomó más de unos pocos segundos regresar a la mansión en llamas y encontrar la habitación con la pareja asesinada. Los envolvió en unas sábanas limpias para que estuvieran totalmente cubiertas y los sacó de allí a toda prisa. Una vez que colocó el bulto suavemente en el suelo, los niños ensancharon los ojos al juntar las piezas, y de inmediato empezaron a llorar a mares.
Gohan no pudo decir nada, simplemente les dejó expresar su dolor ya que no había otra cosa que pudiera hacer. Al menos hasta que una explosión sacudió la casa, y el fuego comenzó a incrementarse. Eso era para preocuparse.
Rápidamente Gohan cubrió a los niños para protegerlos de cualquier llama errante con su cuerpo, y frunció el cejo al ver lo que pasaba. El incendio ahora se había propagado fuera de los límites de la mansión y se acercaba a los árboles cercanos, y lo último que necesitaba era que encima de todo se desatara un incendio forestal.
Gohan mantuvo sus facciones duras como el acero mientras pensaba qué hacer. Cuando era más pequeño, su padre le había contado muchas historias sobre las aventuras de su niñez. Y entonces una historia en particular vino a su mente: la historia del día en el cual Son Goku aprendió su técnica característica, y le enseñó a Gohan que el Kame Hame Ha era mucho más que una simple arma de destrucción masiva.
- Mejor échense para atrás. – les dijo con tono fuerte y lleno de confianza. – De antemano me disculpo por lo que estoy por hacerle a su casa... pero no puedo dejar que el incendio se propague y destruya todo el bosque.
Los niños asintieron y le dejaron a Gohan algo de espacio. Este les sonrió con gratitud antes de retomar su expresión seria. Colocó sus pies en posición de guardia, con el derecho hacia un lado y el izquierdo de cara al frente. Se agachó ligeramente y ahuecó las manos hacia su costado derecho, juntando ambas muñecas.
- Kaaameee...
Sus manos se abrieron ligeramente para compensar por la pequeña bola de ki blanco que empezaba a formarse.
- Haaameee...
Más ki se acumuló desde el centro, y le obligó a abrir más las manos, moldeándose en una forma esférica. La minúscula bola de energía se hinchó hasta alcanzar el tamaño de un balón de basquetbol, ahora pulsando con una enorme cantidad de energía ardiente y lanzando rayos de luz en la oscuridad de la noche, como un sol en miniatura. De inmediato, empujó sus manos hacia el edificio en llamas.
- ¡HAAAA!
Desde la esfera de ki salió disparado un rayo de energía cilíndrico de energía a toda velocidad hacia las devastadoras llamas, impactando la mansión con la fuerza de un tsunami. Antes de que pudiera atravesar la estructura en llamas, Gohan maniobró sus manos hacia arriba, enviando el Kame Hame Ha en espiral hacia el techo del edificio, y como un cohete hacia el espacio exterior. Vibraciones que emanaban de la estructura sacudieron la tierra, creando el efecto de un pequeño terremoto. Las llamas ardientes dentro y alrededor de la mansión fueron ahogadas, dando nacimiento a un enorme pilar de humo que se elevó hacia la atmósfera.
Con el peligro extinguido, Gohan relajó sus manos y se irguió de pie. Al mirar de nuevo a los gemelos, se dio cuenta que lo veían con expresiones llena de asombro, y las lágrimas que antes manchaban sus rostros angelicales se habían secado. Él solamente les sonrió, feliz de haber podido por lo menos borrarles de la mente el trágico destino de sus padres, aunque fuese solo por un instante.
Pero antes de poder hacer nada más, el ruido de unas sirenas resonó en sus oídos, y entrecerró los ojos ligeramente. Esa era su señal para irse. Antes de despegar, un par de pequeñas manos sujetaron la manga de su chaquete, deteniéndolo. Al ver de nuevo a los niños, vio que de nuevo sus ojos estaban repletos de lágrimas. Suspirando, tuvo que retirar suavemente sus manos.
- Lo siento mucho, pero no puedo quedarme aquí o me meteré en problemas. – les dijo tristemente. Los mellizos hicieron una breve pausa, pero eventualmente asintieron y se alejaron del Super Saiyajin.
- Lo entendemos. – dijo el niño, moqueando ligeramente. – No te detendremos, ni tampoco le diremos a nadie de ti.
- Gracias por salvarnos. – dijo la niña, igual de triste que su hermano.
- Fue un placer, chicos. – sonrió Gohan radiantemente.
- Me llamo Jasper. – dijo el niño.
- Y yo soy Amethyst. – agregó su hermana.
- Lindos nombres, los dos. – exclamó Gohan con un deje de tristeza, y su sonrisa vaciló ligeramente. – Siento mucho no poder decirles mi nombre ahora mismo... pero tal vez algún día no tenga que ocultar quién soy. En cualquier caso, les aseguro que nunca los olvidaré a ustedes dos.
Los niños estallaron en lágrimas justo cuando las sirenas empezaron a intensificarse, y empezaron a oírse voces en la distancia. Despidiéndose por última vez de Jasper y Amethyst, Gohan encendió su aura dorada y salió corriendo hacia el bosque, sin detenerse hasta llegar a sus límites. Una vez salido de entre los árboles, desactivó su transformación y bostezó exhausto, sintiendo que la fatiga ya empezaba a llegarle
Asegurándose de que no había nadie cerca, Gohan despegó hacia el cielo, cuidando de que nadie fuese a verlo. Luego de llegar a su apartamento, se dio una ducha rápida para lavarse de toda la ceniza y el sudor por estar en un edificio en llamas. Terminó quedándose dormido en el momento en que su cabeza tocó la almohada.
(--0--)
El sonido de un puño golpeando contra la madera despertó a Gohan de su letargo, haciendo que el chico gruñera de frustración. Brevemente consideró cubrirse las orejas e irse a dormir, pero otro golpeteo en la puerta de entrada le hizo ver que esa no sería una opción. Suspirando, se rodó fuera de la cama y se frotó los ojos.
- ¡Está bien, está bien, ya voy! ¡Ya dejen de golpear, por favor! – exclamó, gruñendo entre dientes. Avanzó hacia la puerta, bostezando mientras lo hacía y la abrió. Al ver de quién se trataba, arqueó una ceja. – ¿Doctor Shuzenji?
- ¡En efecto soy yo! – lo saludó jovialmente el anciano doctor. – Buenos días, Gohan... o más bien, buenas tardes.
Gohan se quedó viéndolo con la mirada en blanco, frotándose los ojos para asegurarse de que no estaba soñando. El Doctor Shuzenji se rio y le mostró su reloj, revelando que ya era más de mediodía, y los ojos del chico se ensancharon dramáticamente ante la revelación.
- Dormir hasta tan tarde es un mal hábito, hijo. – lo regañó amablemente el anciano. – A ese paso, cuando te des cuenta habrás pasado la mitad de tu vida durmiendo.
Gohan frunció el cejo y se rascó detrás de la cabeza; ahora ya estaba totalmente despierto.
- Perdón, anoche tenía problemas para conciliar el sueño. La verdad no sé cuándo me quedé dormido.
Nada de eso era mentira... para cuando regresó de su... paseo, ya estaba tan exhausto que no le importó saber qué hora era. Dejando eso de lado, despertarse tan tarde era algo totalmente nuevo para él, pues siempre había estado condicionado a tener un periodo de sueño relativamente normal. Su madre habría estallado de haberse enterado de lo que acababa de hacer. Por suerte, el Doctor Shuzenji le sonrió con simpatía y aceptó su explicación con unas palmaditas en el hombro.
- Perdón por sacar conclusiones tan pronto. – le dijo. – Sé que debe ser difícil tratar de ajustarte a tus nuevas condiciones, especialmente después de todo lo que debes haber pasado.
Gohan negó con la cabeza y se forzó a poner una sonrisa en su rostro. – No se preocupe por eso. Como sea, ¿quiere pasar?
- Ya que insistes. – replicó el Doctor Shuzenji amablemente, entrando al apartamento una vez que Gohan se apartó para dejarlo pasar. – La razón de mi visita es que acabo de inscribirte en una escuela primaria cerca de aquí. Me ofrecí para mostrarte dónde está, y ayudarte a arreglar lo de tus útiles escolares.
- Oh. – dijo Gohan, algo sorprendido por la noticia. – Eso fue rápido.
- Sí, los que están a cargo de este programa siempre se empeñan en meter a los niños a la escuela lo más pronto posible. – explicó el Doctor Shuzenji, algo apenado. – Perdón por soltártelo tan rápido.
- Está bien, no me molesta. – admitió Gohan honestamente. Siempre le había gustado aprender, y luego de haber estudiado en casa durante toda su vida, sentía curiosidad genuina de cómo era asistir a una escuela normal. Tal vez hasta pudiera hacer algunos amigos para aliviar la soledad que sentía.
Antes de que Gohan pudiera decir otra cosa, su estómago rugió ferozmente, recordándole que todavía no había desayunado. Se rascó detrás de la cabeza, con un tinte carmesí en las mejillas y trató de evitar la mirada del sonriente doctor.
- Perdón por eso. – se disculpó. El Doctor Shuzenji simplemente soltó una carcajada.
- Gohan, muchacho, si tu entusiasmo por aprender es como tu apetito, vas a estar muy bien.
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- No importa cuántas veces lo vea, sigue sin caberme en la cabeza cuánto puedes comer. – dijo el Doctor Shuzenji mientras él y Gohan caminaban por la calle, poco después que el segundo pudo desayunar tardíamente.
- Sí... – murmuró Gohan ligeramente avergonzado. Siempre había achacado su voraz apetito a que era "cosa de saiyajin", y como resultado ninguno de sus amigos o familiares le daba mucha importancia. Pero aquí, en este mundo donde no existían los saiyajines hasta donde él lo supiera, no era sorprendente que la gente se fijara demasiado en ello, para su gran incomodidad.
Los dos siguieron caminando en silencio la mayor parte del camino, solo ocasionalmente hablando de cualquier cosa, hasta que Gohan vio a una multitud de gente amontonándose frente a un enorme monitor, como con el discurso por la muerte de Visionary. Miró a su compañero con preocupación.
- Umm, Doctor Shuzenji... ¿acaso murió alguien más?
- ¡Oh, por todos los cielos, no! – replicó el doctor, sorprendido por la pregunta. – ¡Para variar tenemos buenas noticias! ¡Ven, déjame mostrarte!
Curioso, Gohan siguió al Doctor Shuzenji hacia la multitud. En ese momento una mujer de piel rojiza con orejas puntiagudas apareció en pantalla, sentada detrás de un escritorio en lo que parecía ser un estudio de noticias.
- Nos complace anunciar que muy temprano esta mañana, las autoridades aprehendieron a la notoria pandilla criminal Gator, que ha estado haciendo de las suyas por casi una década. – habló en un tono muy serio la reportera. En eso, cinco rostros familiares aparecieron en la pantalla, haciendo que a Gohan se quedara boquiabierto.
- "No puede ser... ¿esos sujetos de verdad eran tan peligrosos?"
En efecto, los cinco criminales cuyos nombres aparecían en el gigantesco monitor eran los mismos a los que había derrotado en aquel incendio apenas unas horas antes. Una oleada de orgullo lo invadió al saber la información, reafirmando su creencia de que había hecho lo correcto al actuar.
- Los villanos fueron encontrados inconscientes en las cercanías de una mansión que había sido incendiada, la cual pertenecía a una familia adinerada. – continuó la reportera, atrayendo de nuevo la atención de Gohan. – Tres de los miembros habían sufrido heridas menores, su jefe Crocodile presentaba una herida moderada, y Daz Bones, el secuaz número uno del jefe, fue hallado en condición crítica. Tras los exámenes de los médicos, se descubrió que había sufrido de severas hemorragias internas y actualmente se encuentra en estado de coma. Los doctores no tienen certeza de si se recuperará.
Gohan de pronto sintió que se le bajaba el humor ante la revelación, y sintió algo de culpa en su interior. Nunca le había gustado lastimar a la gente, y aunque esos criminales eran seres humanos horribles que merecían ser castigados, él no tenía ningún derecho de administrarles el castigo. Después de todo, no se trataba de sujetos que fueran amenazas de nivel galáctico como Cell o Freezer; solo eran matones de poca monta en comparación.
- Desafortunadamente, la pareja dueña de la residencia destruida fue hallada muerta, pero sus dos hijos se encuentran sanos y salvos. – agregó la reportera, sacando algunos aplausos de celebración del público. – Aún se desconoce quién fue el que derrotó a la pandilla Gator y salvó a los niños, pero la policía y los héroes profesionales que llegaron a la escena han declarado haber visto un rayo gigantesco de color azul salir disparado hacia el cielo, seguido por un destello de luz dorada que abandonó el área a una velocidad tremenda.
Gohan sintió que se le paraba el corazón al oír eso, y luego comenzó a latirle con fuerza ante lo cerca que estuvo de que lo descubrieran. Solo esperaba que su forma de Super Saiyajin fuera un disfraz lo suficientemente bueno para ocultar su identidad.
- Sin embargo, los niños se rehúsan a revelar nada sobre la persona que los salvó, y la pandilla Gator todavía no ha dado declaraciones. – siguió la reportera, haciendo que el chico suspirara de alivio. – La policía desea extender su gratitud a esta persona misteriosa, pero piden que quienquiera que sea por favor revele su identidad.
Gohan se alejó de la multitud cuando la reportera comenzó a hablar de la pandilla Gator y sus pasados crímenes que llevaron a su ascenso a la infamia. Se secó algo de sudor de la frente, y se sobresaltó al sentir una mano en el hombro.
- ¿Gohan? ¿Está todo bien? Parecías algo distraído. – El chico, algo alarmado, se recuperó rápidamente y volvió su atención al Doctor Shuzenji, que fue el responsable de asustarlo en primer lugar.
- Sí, estoy bien. Es solo que... son noticias de locura, ¿verdad?
- ¡Claro que sí! – replicó el doctor con una carcajada. – Creo que debemos sentirnos afortunados de que había alguien en el lugar correcto en el momento correcto. Solo espero que esa misteriosa persona dorada no tome por costumbre romper la ley.
Ese comentario hizo enfurruñar a Gohan. Él entendía la necesidad de regular poderes tan peligrosos como los Quirks, pero la forma en como estaba impuesta la ley dejaba poco sitio para maniobrar en situaciones peligrosas. Diablos, de haber seguido las reglas al pie de la letra, Jasper y Amethyst habrían terminado rostizados vivos, y la pandilla Gator se habría escapado para lastimar a más personas.
- Hablando de eso, debo decir que nuestro misterioso salvador tiene un Quirk verdaderamente fascinante. – dijo el Doctor Shuzenji, sacando a Gohan de su tren de pensamiento. – ¿Un rayo gigante que se dispara hacia el cielo? Me pregunto si será como tu manipulación de energía.
Gohan se congeló ante la observación, y sus ojos se ensancharon por un momento. Sin embargo, tras una profunda exhalación pudo controlar sus emociones y se rio nerviosamente al ver al doctor mientras se rascaba detrás de la cabeza.
- Vaya, ¿qué le parece? Creo que nunca lo sabremos a menos que esta persona se revele...
El Doctor Shuzenji le echó una mirada que pareció durar unos pocos segundos de más, antes de romper el contacto visual y sonreírle.
- Cierto, cierto. Aun así, me imagino que este nuevo poder, y esa habilidad de generar una luz dorada, será el tema de discusión de la gente por un largo tiempo.
Gohan tragó en seco y se ajustó el cuello de su camisa. No le agradaba del todo ser el centro de atención de los medios, pero en retrospectiva, fue ingenuo al no pensar en ello. Después de todo, era natural que un héroe sin licencia que acababa de aparecer en escena de la nada y acabó con una infame banda de criminales sería tema de mucha especulación.
Los dos continuaron con su caminata hacia la escuela, y el más joven de los dos seguía pensando profundamente en su predicamento. Mientras caminaban, Gohan percibió un zumbido en la atmósfera, su corazón se aceleró al ir escuchando piezas de las conversaciones de la gente.
- Justo lo que este mundo necesita. – comentó una mujer.
- Un poco de aire fresco. – dijo otra.
- Una buena manera de ponerle fin a la monotonía de la vida. – agregó un hombre de aspecto educado.
- Quizás con esto el resto de los héroes profesionales decidan mover más el trasero, lo necesitan.
- Me pregunto, ¿ya le habrá llegado un rival a hacerle competencia a All Might?
- ¡No puedo esperar a saber más!
- ¿Crees que el héroe dorado aparezca de nuevo, cariño?
- ¡Los rayos láser son geniales!
Los halagos seguían saliendo a chorros, para asombro de Gohan; la gente parecía genuinamente emocionada ante el prospecto de un nuevo héroe en el vecindario. Por más que lo intentara, no podía evitar curvar los labios ligeramente ante la admiración. Aunque odiaba ser el centro de atención, se sentía grandioso que la gente apreciara sus buenas acciones en vez de reprimirlo por violar la ley.
Pasando al lado de un caballero muy alto que llevaba un periódico en mano, alcanzó a vislumbrar ligeramente el titular de primera plana, el cual decía: "¡Nuevo vigilante aparece! ¿Quién es la Mancha Dorada?". Se quedó pálido al ver el nombre.
- "¿La Mancha Dorada? ¿Así es como me están llamando? Eso suena poco original." – pensó antes de volver su atención a la otra parte del encabezado. – "Vigilante, ¿eh?"
No era un título que le gustase particularmente, pues honestamente no era su intención irrespetar a la policía y a los héroes profesionales cuyo trabajo era ayudar a la gente. Pero si esa era la ruta que tenía que tomar para poner a buen uso sus poderes, la aceptaría. Aunque su madre no necesariamente lo aprobaría, tenía la certeza de que el señor Piccoro y su padre le darían su bendición. Ellos querrían que él sacara lo mejor de una mala situación y que usara sus dones para ayudar a quienes lo necesitaran.
El pensamiento le hizo sonreír, pero también afirmó su decisión. Si la habilidad de ese sujeto Crocodile para absorber la humedad de los cuerpos era un indicio, este mundo sería increíblemente peligroso, y los villanos que andaban sueltos en él no eran para tomar a la ligera. Si en verdad quería encontrar una forma de volver a casa mientras fuese un héroe al cual la gente pudiera admirar, no podía permitirse que lo atraparan con la guardia baja como en ese momento nunca más.
- ¡Bien, aquí estamos!
Al sonido de la voz del Doctor Shuzenji, Gohan fijó la mirada en el edificio que tenía frente a él, y no pudo evitar arrugar la nariz ante lo que vio. De todo lo que esperaba de una escuela pública, ciertamente no se imaginó que sería tan... deprimente.
La escuela donde asistiría era una estructura plana de múltiples pisos en forma de un rectángulo gigantesco. Había ventanas a los lados del edificio grisáceo de manera ordenada, haciéndolo ver como una especie de establecimiento distópico que tendría un impacto negativo en la moral de los estudiantes. Al pie de la escuela se podían ver unas canchas de basquetbol y un campo de fútbol, pero la brutal arquitectura del edificio encima de ellos no inspiraba mucha confianza.
- Es... algo. – dijo Gohan mirando al Doctor Shuzenji con una sonrisa temblorosa.
- Si, sé que no es lo más bonito que hay allá afuera, pero hace bien su trabajo. – respondió el doctor, aunque con algo de incertidumbre en su voz.
Gohan le dio al hombre una mirada vacía, pero rápidamente se relajó y suspiró. A pesar de no sentirse muy entusiasmado ahora mismo, no sería lo correcto quejarse. Ya le habían dado una casa donde vivir encima de recibir educación gratuita, y honestamente eso era mucho más de lo que esperaba. Su madre siempre le había enseñado a ser agradecido y respetuoso siempre que la situación lo ameritara. Con eso en mente, le sonrió cálida y genuinamente al doctor.
- Estoy seguro de ello. Estoy ansioso por empezar.
El Doctor Shuzenji sonrió, y colocando la mano en su hombro, lo guio hasta las puertas dobles corredizas en frente del edificio. Luego de poner un pie adentro, se encontraron frente a un corredor largo y amplio con piso color de vómito y paredes de un amarillo simplón. Había filas de casilleros oxidados en las paredes, separadas por las puertas que llevaban a los salones de clase, y una que otra escalera. Gohan siguió a su guía por el pasillo y luego por unas escaleras, hasta llegar ante la puerta de la oficina del director.
- ¿Estás listo? – preguntó el Doctor Shuzenji, con la mano en la cerradura. Tratando de quitarse del medio los nervios que sentía, Gohan afirmó con la cabeza. Dándole al chico una pequeña sonrisa, el doctor abrió la puerta y ambos ingresaron.
Siguiéndolo, lo primero que Gohan vio al entrar fue a un hombre calvo y con sobrepeso vestido de traje, sentado tras un escritorio con un desorden de papeles, carpetas y una computadora. Del otro lado del escritorio había cuatro sillas, una de las cuales estaba ocupada por un chico fornido con labios enormes y cabello castaño picudo, que llevaba puesto un uniforme gris muy simple. Al sonido de la puerta abriéndose, los dos ocupantes desviaron su atención hacia Gohan y el doctor, y el hombre gordo sonrió.
- ¡Ahh, Doctor Shuzenji! ¡Qué bueno verlo de nuevo, mi viejo amigo! – exclamó mientras se ponía de pie y hacía una reverencia. Luego se volvió hacia Gohan y sonrió todavía más. – ¡Y tú debes ser nuestro nuevo estudiante, Son Gohan! ¡Bienvenido! ¡Soy Tsuda Ken, el director de esta institución!
- Es un placer conocerlo, señor. – replicó Gohan, también haciendo una reverencia.
- ¿Un chico con modales? – La sonrisa del Director Tsuda se tornó aún más grande. – ¡Qué refrescante!
A Gohan ese comentario se le hizo ligeramente ominoso, pero aun así se las arregló para sonreír. El entusiasmo del director parecía contagioso; no le sorprendía que el hombre fuese amigo del Doctor Shuzenji, que también era un hombre bastante alegre. El director luego se volvió hacia el otro chico en la sala.
- Él es Satou Rikido, uno de tus futuros compañeros de clase. Él te mostrará la escuela mientras el Doctor Shuzenji y yo finalizamos tu transferencia.
- O-oh. Muchas gracias por eso. – tartamudeó Gohan, algo sorprendido. No esperaba que intentaran acomodarse tanto a él.
Satou simplemente asintió y se puso de pie, indicándole a Gohan que lo acompañara fuera de la oficina. Con una última reverencia al Doctor Shuzenji y al Director Tsuda, el chico Son hizo lo que le dijeron.
- Así que, te llamas Son Gohan, ¿eh? – preguntó Satou mientras caminaban por el pasillo.
- Eh, sí. – respondió Gohan, todavía inseguro de qué pensar del otro chico.
- Un nombre interesante. – replicó Satou. Los dos continuaron caminando en silencio unos pocos momentos, hasta que Gohan decidió romperlo.
- Gracias por enseñarme el lugar. Lamento causarte molestias con esto.
- No hay problema. – Una sonrisa se formó en los labios de Satou. – Gracias tú por darme una razón para salirme de clases.
Gohan se rio ligeramente al oír eso, y de pronto empezó a sentirse más cómodo para hablar.
- Y bien... ah... es una escuela interesante. – comentó. Satou resopló burlonamente.
- ¿Interesante? Yo nunca lo he pensado de esa forma. Solo estoy esperando a salir de este basurero para poder asistir a la U.A.
- ¿La U.A.? – repitió Gohan.
- Sí, la U.A. Ya sabes, la mejor escuela para héroes en todo el país.
- ¡Oh, genial! – Gohan abrió los ojos. – ¿Así que tú también quieres ser un héroe profesional?
- ¡Pues claro! – dijo Satou con mucha confianza, flexionando el brazo y golpeándose el bíceps. – Ese ha sido mi sueño desde que era niño. – Luego miró a Gohan de arriba abajo y arqueó una ceja. – Tú también te ves bastante fuerte, Son. ¿Cuál es tu Quirk?
Gohan se sonrojó un poco ante los halagos y se rascó detrás de la cabeza.
- Puedo manipular la energía de mi cuerpo para hacer cosas como incrementar mi fuerza, lanzar rayos y volar. – respondió. Satou silbó, claramente impresionado.
- Diablos, suena a que son poderes geniales. Sí, puedo ver por qué quieres ser un héroe. Mi Quirk me permite incrementar mi fuerza al consumir azúcar; entre más consumo, más fuerte me vuelvo. Es una de las razones por las que me gusta preparar pasteles.
En contra de su voluntad, el estómago de Gohan retumbó furiosamente, haciendo eco por todo el corredor de la escuela como un terremoto. Sus mejillas adoptaron un profundo tono carmesí y desvió la mirada con algo de vergüenza.
- P-perdón por eso. Hoy no pude desayunar mucho. Mi Q-Quirk consume una gran cantidad de energía, así que tengo que comer mucho. – murmuró.
Ya cansado y consciente de que la gente hiciera tanto escándalo por su apetito, Gohan había decidido tener esa explicación en la punta de la lengua. No sabía exactamente cómo funcionaba su fisiología de saiyajin (y con toda certeza no quería preguntarle a Vegeta al respecto) pero parecía la explicación más legítima, así que le serviría. Satou, por su parte, simplemente se rio.
- ¡Hombre, eso fue impresionante! ¡Tu estómago deja en vergüenza al mío! – Al ver la expresión desvergonzada de Gohan, sonrió mostrando todos los dientes. – Ya en serio, si alguna vez tienes antojo de azúcar, avísame y hornearé un pastel o dos. Será buena práctica.
- G-gracias, de verdad lo aprecio. – admitió Gohan sinceramente, sintiendo que se le iba el rubor de la cara. Y como si estuviese de acuerdo con él, su estómago volvió a rugir con fuerza, haciendo que el rubor volviera al instante. Satou volvió a reírse y le dio una palmada en el hombro a Gohan.
- Son... presiento que tú y yo nos vamos a llevar muy, muy bien.
Esta historia continuará...
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