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Primeros pasos



La campanilla sonó en la panadería de Giuseppe, y en ella entró un adolescente alto vestido de jeans, zapatos deportivos y una camiseta naranja sencilla. Al poner un pie en el edificio, el adolescente recibió una ráfaga del aire acondicionado que le sacudió su pelo de punta como si fuera hierba, y movió el mechón solitario que colgaba en su frente de lado a lado.

Sin prestarle atención al aire acondicionado, el adolescente caminó por los anaqueles del local de una manera muy familiar, colocando toda clase de panes y bocadillos en una bandeja. Una vez que amasó una buena cantidad de comida, se acercó al mostrador y la colocó frente a la registradora. El hombre regordete detrás del mostrador se frotó su poblado bigote divertido y empezó a echar la comida en una bolsa de plástico.

- Veo que tu apetito sigue tan monstruoso como siempre, Gohan. – dijo con una gran sonrisa. Gohan sintió que sus mejillas enrojecían por el comentario mientras se rascaba detrás de la cabeza.

- Ya sabe cómo es, señor Giuseppe. Tengo que mantener mi fuerza.

- Como todo joven en pleno crecimiento. – exclamó Giuseppe, sonriéndole a su cliente. – Pero suficiente de eso. ¿Cómo ha estado mi cliente favorito? ¿Ya empezaste la preparatoria?

- Todavía no. – replicó Gohan, negando con la cabeza. – Hace unos días tomé la porción escrita del examen de admisión, pero todavía tengo que aprobar el examen práctico mañana para que me acepten en la U.A.

Giuseppe silbó, impresionado. – Esa es una meta muy grande para fijarte, Gohan. Pero si alguien puede alcanzarla, ese eres tú. – Miró distraídamente hacia el espacio. – Tal vez si hubiera venido antes a este país, podría haber asistido a la U.A. en vez de quedarme en este viejo lugar.

Gohan frunció el cejo, sintiendo que la atmósfera a su alrededor se tornaba algo amarga. – Cielos, señor Giuseppe, no sé qué decir...

Y entonces, para sorpresa del chico, Giuseppe estalló en carcajadas.

- ¡Solo bromeaba, Gohan! Yo no tengo interés en ser un héroe. – dijo mientras palpaba el horno gigante detrás de él. – Ya estoy viviendo mi sueño de ser panadero, tal como mi padre antes de mí, y su padre antes de él, y su padre antes de él...

Gohan se echó a reír mientras Giuseppe soltaba su perorata sobre la historia de su familia. Desde que comenzó en la escuela, se había vuelto un cliente frecuente en la panadería de Giuseppe, ya que estaba bastante cerca de su apartamento. Con el tiempo, había llegado a conocer al alegre dueño italiano, y se habían hecho buenos amigos. Giuseppe siempre estuvo dándole apoyo a Gohan con sus sueños, y siempre era agradable tenerlo cerca. Cierto, quizás en parte fuera también porque Gohan era una buena fuente de ingresos para el panadero, pero eso no quitaba que fuese un buen hombre.

- ... hasta la época del renacimiento, cuando él fue el panadero personal de Leonardo da Vinci. ¿Puedes creerlo? – concluyó finalmente Giuseppe, mirando expectante al muchacho.

- Con lo entusiasmado que lo dice, pues sí se lo creo. – respondió Gohan con su amabilidad tradicional, sacándole una carcajada al panadero.

- Sabía que había una razón por la que me caíste bien, Gohan. – comentó Giuseppe alegremente, pasándole al chico tres bolsas plásticas con todo el pan que había comprado. Gohan las tomó y se inclinó respetuosamente para despedirse.

- Gracias. Nos vemos después, señor Giuseppe.

El panadero se despidió de su cliente, y este abandonó el edificio. Luego de respirar una bocanada de aire fresco, Gohan ya estaba listo para irse a casa, hasta que una ligera conmoción en la distancia capturó su atención. Frunciendo el cejo, procedió a correr por la acera hacia la fuente del ruido, llegando hasta un callejón junto un teatro no muy lejos de allí. Al ver lo que causaba el alboroto, sus ojos se cerraron peligrosamente en rendijas.

Un sujeto de aspecto desaliñado amenazaba a una familia de tres miembros vestida elegantemente con una pistola. La mujer frenéticamente trataba de soltarse un collar de perlas del cuello, mientras su esposo se ponía enfrente de ella de manera protectora, levantando las manos en un gesto de pacificación. Detrás de él, el joven hijo se sentía aterrado y dejaba salir lágrimas de horror.

Gohan suspiró y dejó sus bolsas en el camino, mirando de izquierda a derecha para asegurarse de que no hubiera nadie cerca. Tras confirmar que no había moros en la costa, se transformó en Super Saiyajin y desapareció de la vista en el momento en que sonó el disparo.

Con el mundo a su alrededor moviéndose en cámara super lenta, Gohan avanzó rápidamente hacia la escena del crimen, donde vio una bala volando hacia el marido. Manteniendo la cabeza fría, se puso frente al proyectil y lo desvió hacia un lado. Luego se plantó frente al asaltante armado, le sacó el arma de las manos de un golpe, y le dio un toque en el pecho con el meñique.

Luego de chequear de nuevo para asegurarse de que nadie más hubiera resultado herido, Gohan soltó un suspiro de alivio y desapareció del callejón, reapareciendo del lado de la calle donde había dejado su comida. Su cabello volvió a tornarse negro y el mundo volvió a moverse a velocidad normal.

Como si hubiesen movido un interruptor, el criminal salió volando varios metros antes de estrellarse contra el suelo, y cayó inconsciente. Al mismo tiempo, la pistola que llevaba se hizo pedazos, y la bala desviada se enterró sin causar daños en una de las paredes de un edificio.

Antes de que la familia rescatada pudiera procesar lo sucedido, Gohan ya iba camino a su casa tranquilamente, con un muffin a medio comer en la mano. La comida siempre sabía mejor luego de una acción heroica.

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Luego de llegar a su apartamento, Gohan dejó la bolsa con el pan que quedaba en la mesa de la cocina y se dejó caer en su cama. Luego se puso las manos por detrás de su cabeza mientras miraba pensativo hacia el cielo.

Aunque él nunca había sido del tipo que le gustaba alardear, Gohan tenía confianza en su fuerza e intelecto, y sin duda esperaba pasar el examen de admisión de la U.A. sin importar lo que fuera. Sin embargo, no podía evitar sentir una ligera punzada de nervios ante el pensamiento de no saber qué esperarse. La U.A. después de todo tenía unos estándares increíblemente altos, y solo ingresaba uno de cada trescientos estudiantes que aplicaban cada año. Eran unas estadísticas verdaderamente brutales, y había visto de primera mano lo decepcionados que se sentían los otros chicos de su escuela cuando fallaron en ser admitidos en la U.A.

Gohan suspiró y sacudió la cabeza, esperando sacarse esos pensamientos molestos de la mente. Pensar en cosas negativas antes de un examen tan importante no le haría ningún bien. Tenía que tener su mente clara.

Afortunadamente, vio su uniforme escolar por la esquina del ojo, el traje gris que colgaba del perchero en su guardarropa, y una sonrisa de satisfacción se formó en sus labios al verlo. Pese a tener un comienzo algo difícil, su tiempo en la escuela pública había sido mayormente placentero. También resultó bastante tranquilo y poco aventurero, lo cual le pareció un buen cambio.

En su primer día de clases en la primaria, unos cuantos abusones trataron de arrinconarlo, pero este les respondió a sus amenazas con una cortés indiferencia. Aunque tal vez podrían intimidar a sus otros compañeros, para él no se comparaban con algunos de los monstruosos villanos que había enfrentado en su tiempo, al ser estos verdaderas encarnaciones vivas del terror. Afortunadamente, los abusones tomaron su indiferencia despreocupada como una señal de que no era alguien con quien pudieran meterse y lo dejaron en paz. Por supuesto, aquel incidente en clase de gimnasia, cuando accidentalmente arrojó el balón atravesando una pared de ladrillos, también podría haber influido en ello.

Tratándose de su educación, Gohan era un perfeccionista silencioso, quedando siempre de primero en todas sus clases con una facilidad consumada. Resultó ser que toda la educación en casa de su madre lo había preparado de manera más que adecuada para los rigores de una escuela pública, y por eso se sentía agradecido. Si bien admiraba la fuerza, el coraje y la compasión de su padre, Son Goku no era exactamente el erudito más brillante.

Aparte de eso, Gohan pasaba la mayor parte de su tiempo a solas, fuera de asociarse únicamente con Satou Rikido, a quien había llegado a considerar su mejor amigo. Los dos chicos se entendieron a la perfección apenas se conocieron, compartiendo un gusto por la comida y un interés por volverse héroes. Satou incluso cumplió su promesa de hornearle pasteles a Gohan, lo cual lo catapultó rápidamente a su lista de personas favoritas. Su amistad se mantuvo fuerte durante la primaria y la secundaria, donde se prometieron uno al otro que entrarían a la U.A. juntos.

El repentino zumbido de su teléfono alertó a Gohan de que acababa de recibir una notificación, así que sacó el dispositivo electrónico y revisó la pantalla bloqueada. Era una alerta de una de sus apps de noticias que había descargado, avisándole que un nuevo artículo había sido publicado. Sus ojos se entrecerraron al ver el título.

- Mancha Dorada ataca de nuevo, familia adinerada salvada de un asalto. – leyó para sí mismo antes de clickear en el artículo y empezar a leerlo.

Un ceño fruncido se apoderó de su rostro cuando llegó al final. Aunque el artículo hizo destacar su heroísmo, no lo pintaba exactamente bajo una luz positiva. Un suspiro escapó de su boca mientras guardaba su teléfono y se recostaba en el colchón. Aunque estaba acostumbrado a ese trato, no significaba que le gustase para nada.

Aunque el público en general se ponía firmemente de su lado desde que empezó a operar en secreto como la Mancha Dorada hacía varios años, los medios nunca lo apoyaban del todo, Para ellos, no era más que un sujeto en busca de atención, un provocador. Alguien que jalaba los hilos de las personas como marionetas mientras se ocultaba en las sombras, planeando sus maquinaciones.

Claro que todo era difamación. Gohan nunca había tenido motivos ocultos para sus acciones. La única razón por la cual se convirtió en un vigilante en primer lugar fue para sortear la ley sobre el uso ilegal de Quirks sin licencia en público. Aunque él definitivamente entendía por qué esa ley era necesaria, no podía quedarse sentado viendo cómo había personas en peligro si tenía los medios para hacer algo al respecto. Eso simplemente no estaba en su naturaleza. Por suerte, nadie había llegado ni de cerca a atraparlo en el acto, e incluso su género seguía siendo un misterio.

Siendo completamente honesto, a Gohan no le agradaba del todo ese acto de actuar en secreto. Aunque apreciaba la privacidad hasta cierto punto, otro aspecto de ser un héroe era actuar como un faro de esperanza para las masas inocentes; ser alguien a quien los niños pequeños pudieran admirar e imitar. No podía hacer eso ocultándose bajo el disfraz de un vigilante casi invisible.

Por eso era que quería asistir a la U.A. y conseguir una licencia de héroe profesional, y con eso podría luchar contra el crimen sin tener que ocultarse detrás de una máscara. Si realmente quería emular a All Might (quien era la definición ideal de lo que debería ser un héroe, en su opinión) necesitaba graduarse de lo que esencialmente era la preparatoria de los superhéroes.

Un repentino estruendo sacó a Gohan de sus pensamientos, haciendo que el joven Son suspirara de frustración. Atender a las necesidades de su estómago de saiyajin era una tarea monótona, especialmente ahora que vivía solo y no tenía acceso constante a la deliciosa cocina de su madre. Tampoco tenía el lujo de vivir rodeado de un bosque lleno de presas para cazar, como fue el caso con su padre cuando este era niño.

Gruñendo para sí mismo, Gohan se deslizó de la cama y caminó hacia la cocina, esperando que todavía quedase un pastel o dos en el refrigerador. Satou de verdad era todo un experto cuando se trataba de hacer repostería.

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Gohan despertó jadeando sin aire, con chorros de sudor bajándole como lluvia, y con las cobijas amontonadas a sus pies. Después de inhalar y exhalar profundamente para evaluar sus alrededores, miró el reloj y gruñó cuando este le reveló que apenas era pasada la medianoche. Volvió a dejarse caer en su colchón y profirió una maldición entre dientes.

- No otra vez...

Desafortunadamente, despertarse en medio de la noche se le estaba haciendo una ocurrencia muy común, aunque bastante inconsistente, que lo había estado plagando desde que llegó a este mundo. A veces le pasaba una vez a la semana, y en otras ocasiones le ocurría cada dos meses. Lo que sí era constante, era que en siempre que se despertaba inesperadamente era a consecuencias de una pesadilla que perturbaba su sueño.

Algunas veces las pesadillas se formaban sobre ese sueño horrorífico que había tenido apenas mudarse a su apartamento, y mostraba al Goku, Milk y Piccoro criando a un niño sin rostro, sin ningún indicio de que él jamás hubiera existido. Otras veces, los sueños le mostraban a sus amigos y familia burlándose de él a sus espaldas, diciéndole palabras como "cobarde", "decepción", "bebito llorón" y "fracasado", entre otras cosas.

Las primeras veces que experimentó esos sueños le habían impactado con mucha fuerza y casi lo habían hecho romper en lágrimas, pero entre más pasaba el tiempo, más se acostumbraba a ellos y se las arreglaba para soportarlos. Durante el día, simplemente elegía enfocarse en lo que pasaba en el presente en lugar de lamentarse por el pasado. Fue un enfoque similar al que asumió cuando Piccoro lo arrojó a lo salvaje a los cuatro años, diciéndole que tenía que sobrevivir por sí solo durante seis meses.

Sacudiéndose esos pensamientos de su cabeza, Gohan fue a darse una ducha rápida, se puso ropa cálida, y salió a la azotea del edificio antes de salir a volar en el cielo nocturno. Era otra rutina que había adoptado con el tiempo para despejar su mente de las pesadillas, y al mismo tiempo eso le permitía hacer algo productivo.

En pocos minutos, Gohan había llegado a su destino y tocó tierra sobre la superficie de grava con sus pies. Respiró profundo y echó un vistazo a su alrededor con una mirada de tristeza. Esas vistas siempre resultaban trágicas a los ojos de cualquiera.

Edificios derruidos a punto de colapsar, carreteras llenas de grietas y baches que las dejaron inutilizables, y autos abandonados que se oxidaban con el tiempo fueron las primeras cosas que alcanzó a ver. Mirar más detenidamente en la ciudad dilapidada revelaba crudos grafitis entremezclados con manchas leves de sangre seca esparcidas por las paredes y callejones.

Era un oscuro y trágico recordatorio de hasta dónde podría descender la humanidad sin nadie que mantuviera la ley, y otro ejemplo del porqué el mundo necesitaba héroes.

Gohan se internó más en la ciudad abandonada, guiado únicamente por la tenue luz de la luna, y eventualmente se detuvo en el epicentro de un cráter gigantesco. Se quedó de pie mirando al frente imperturbable, preguntándose no por primera vez si estaba aferrándose como naufrago a una tabla a cualquier esperanza al venir aquí.

En los días siguientes a su llegada a este mundo, Gohan había adoptado un hábito de tratar de averiguar lo que lo trajo aquí en primer lugar. Eso involucraba navegar por el internet en busca de respuestas de cualquier tipo, y explorar el planeta buscando pistas. Al principio resultó un esfuerzo infructuoso, pero el joven Son nunca se dio por vencido, y su persistencia eventualmente lo llevó a encontrar un foro de mensajes poblado por gente que tenía una fascinación por explorar lugares aterradores o que estaban supuestamente embrujados, y grabar sus experiencias.

Uno de los miembros reveló que había escuchado una explosión en esta misma ciudad (una atracción popular para aficionados del horror) una noche muy tarde, y cuando fue a verlo unos días después, había un cráter masivo en el suelo. Extrañamente, la explosión ocurrió en el momento exacto en el cual Gohan apareció de la nada en los cielos encima de Tokio.

Gohan había experimentado suficientes ocurrencias absurdas en su mente para darse cuenta de que no podía haber sido una coincidencia. Desafortunadamente, esa fue la única pista que consiguió, y las visitas subsiguientes a este lugar no revelaron nada que valiera la pena. Cada vez que venía, se encontraba de pie en medio del cráter, mirando con anhelo hacia la distancia esperando una señal que le dijera que tenía razón.

Una señal que jamás llegó, y cada viaje infructuoso resultaba más desmoralizador que el anterior.

Aun así, Gohan seguía viniendo. A él no lo habían criado para darse por vencido, y se condenaría si empezaba ahora. Sabía que este lugar estaba conectado a su llegada de alguna manera... simplemente no sabía exactamente cómo.

En cualquier caso, no planeaba rendirse, y esperaba algún día encontrar la respuesta que buscaba a pura perseverancia. De momento, solo tenía que sacar el mejor partido de su actual predicamento.

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Gohan iba de un humor sombrío mientras bajaba por la calle de la estación de trenes a la mañana siguiente, con las manos hundidas firmemente en sus bolsillos y un cejo fruncido en su rostro. Deliberadamente evitaba hacer contacto visual con los peatones, ya que no se sentía de ánimos para atraer la atención hacia sí mismo o iniciar una conversación.

- ¡Hey, Son! ¡Por aquí!

Al oír que llamaban su nombre, Gohan rastreó la fuente del ruido hacia un muy sonriente Satou, que lo saludaba entusiastamente con la mano. Ver a su amigo le ayudó a animarse un poco y le devolvió el saludo, aunque todavía se sentía algo deprimido.

- Diablos, te ves terrible. – observó Satou luego de correr a acercarse al joven Son y ponerse a poca distancia de él.

- Me siento terrible. – admitió Gohan. Satou frunció el cejo al escucharlo.

- ¿Problemas para dormir otra vez?

- Por desgracia. – replicó Gohan. – Creo que al final solo pude dormir unas tres horas.

- Eso no es bueno. – Satou se mordió los labios con preocupación. – ¿Te sientes bien para el examen?

- Creo que sí. – dijo Gohan con determinación, logrando sacar algo de firmeza en su voz. – Esperé todos estos años para entrar en la U.A., y de ninguna manera perderé esta oportunidad.

- Qué bueno escuchar eso. – sonrió Satou. – Sabía que no te rendirías tan fácil ni tampoco me ibas a dejar sin un ayudante.

Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de Gohan al oír ese comentario. Siempre podía contar con Satou para levantarle el ánimo con una simple broma como esa.

Cuando empezó a asistir a la escuela, le tomó algo de tiempo adaptarse a las costumbres sociales de un adolescente normal. Era lo bastante consciente de sí mismo como para admitir que ser educado en casa en una región montañosa aislada toda su vida no lo había hecho la persona más adepta a las conversaciones. Por suerte, con el tiempo y con ayuda de Satou, se acostumbró al concepto de las bromas en el patio escolar, e incluso llegó a gustarle.

Seguía sin gustarle mucho algo del crudo lenguaje que muchos de sus compañeros utilizaban de manera rutinaria, pero ya no le molestaba tanto como antes. Se rio por dentro al pensar en cómo reaccionaría su madre si se enterara de ello.

- Oh, hey, olvidé mencionarlo. – dijo Satou, sacando de su bolsa un contenedor de plástico que hizo que a Gohan se le iluminaran los ojos. – Esta mañana estaba tan emocionado que preparé comida de más. ¿Tienes hambre?

El rugido de su estómago respondió la pregunta por él, y Satou soltó una carcajada atronadora mientras que Gohan simplemente se rascó detrás de la cabeza y evitó su mirada. Estaba tan cansado cuando despertó temprano esta mañana que terminó haciendo un desayuno muy ligero, y ahora el letargo acababa de volver para morderlo en el trasero.

Los dos amigos charlaron animadamente mientras continuaban caminando hacia la U.A., y Gohan se empachaba un puñado de muffins de moras azules por el camino. Al llegar a su destino, el dúo se detuvo en seco y se quedó viendo la imponente institución, ambos totalmente maravillados.

- Sabes, he visto este lugar en televisión muchas veces, pero no se compara con estar aquí en persona. – declaró Satou casi sin aliento.

- Entiendo a lo que te refieres. – agregó Gohan, igual de hipnotizado. – Nuestra escuela parece un basurero en comparación.

- Nuestra escuela ES un basurero en comparación. – lo corrigió Satou, sacándole unas carcajadas al otro muchacho.

El edificio principal de la U.A. estaba diseñado para parecerse a la letra "H", y sus extremos estaban totalmente cubiertos de ventanas, lo que le daba un aspecto bastante pulcro y moderno. Precediendo a las tres puertas enmarcadas en la base del edificio había unas escaleras de mármol, que a su vez eran precedidas por un sendero amplio de ladrillos color naranja. Unas extrañas pero imponentes estatuas flanqueaban el camino, mientras que una fila de arcos blancos de bloques con forma de U descansaba encima de este, agregando al esplendor del lugar.

El césped que enmarcaba el camino, y por extensión el edificio de la U.A., estaba cortado impecablemente y brillaba de un vibrante color verde. Había también majestuosos árboles de diferentes formas y tamaños creciendo por todo el césped, lo que en conjunto creaba un ambiente placentero que se mantenía contenido en los terrenos de la escuela con una sólida pared de concreto del mismo color de los arcos.

Muchos estudiantes de edades similares a ellos llenaban el camino, muchos de los cuales estaban mostrando tics nerviosos al aproximarse a las imponentes puertas de entrada. Mientras un curioso Satou observaba el escenario a su alrededor, Gohan no pudo evitar tomar nota de la cantidad de uniformes escolares que veía por todos lados.

- Veo que hay gente de Correli, Endoru, Rodia, Mandaluru... hasta hay un estudiante de la Secundaria Soumei. ¡Esa es una de las escuelas privadas más prestigiosas de todo el país! – exclamó con un ligero deje de intriga. – Wow. Sabía que la U.A. era popular, pero nunca creí que habría tanta gente aplicando para entrar.

Satou resopló divertido. – No me sorprende que sepas quién viene de dónde, Son. A veces eres un verdadero nerd. – se burló, puntuando su broma con un ligero codazo, que Gohan esquivó por instinto, haciendo que el adolescente de labios enormes se riera. – Pero tienes razón; hay mucha competencia aquí. Y sus uniformes se ven mucho mejores que los nuestros. Esperemos que eso no juegue en nuestra contra.

Gohan miró las ropas que llevaba. Su uniforme escolar y el de Satou consistían en unos pantalones grises, una camiseta blanca simple, una chaqueta marrón y una corbata color mostaza. No era la ropa más estéticamente atractiva del mundo, pero a él nunca le importó demasiado la apariencia, lo cual Satou achacaba era por su horrendo sentido de la moda. Gohan estaba vehementemente en desacuerdo, pero no creía que valiera las molestias discutir al respecto. Aun así, incapaz de dejar pasar la oportunidad de ganarle una a su amigo, Gohan se volteó hacia él y levantó una ceja.

- Satou, creo que deberías preocuparte más por todo el azúcar que has ingerido, y si tendrás la fortaleza mental para no desmayarte durante el examen. – le replicó en tono de broma, haciendo que el chico más alto se enfurruñara. – Ahora vamos, no quiero que lleguemos tarde.

Los dos siguieron al resto de la multitud hacia la escuela, y luego hasta un enorme auditorio lo bastante grande para albergar cómodamente a todos los aspirantes. Los dos tomaron asiento en la última fila y esperaron a que la sala se llenara, lo cual tardó varios minutos.

De pronto, las luces se apagaron, dejando a todo mundo a oscuras. Murmullos de confusión reverberaron por todo el auditorio, hasta que uno de los reflectores se encendió solo y proyectó una luz brillante sobre el centro del escenario. Varios otros pronto lo siguieron, iluminando el escenario por completo y revelando a un hombre alto de pie sobre un pequeño podio, posando extravagantemente para la multitud. Detrás de él, al otro extremo del auditorio, había un monitor gigantesco que proyectaba un símbolo destellante de la U.A. para toda la audiencia.

El atuendo del hombre, incluyendo una chaqueta de cuero negro, pantalones y botas a juego le hacía ver como un rockero, y la imagen solo era complementada por los clavos de metal que adornaban su collar y su cinturón. Un par de gafas de sol naranjas cubrían sus ojos y su cabello rubio en punta se elevaba hacia arriba como una torre. En sus manos llevaba guantes sin dedos negros, y un fino bigote enmarcaba su sonrisa tonta.

Gohan rápidamente reconoció al hombre como Present Mic, un héroe profesional que también trabajaba como locutor de radio. Se interesó particularmente en ese alegre héroe debido a que su cabello le recordaba un poco al de un Super Saiyajin, y eso le parecía divertido.

- ¡Para todos ustedes aspirantes que están sintonizando, bienvenidos a mi show de hoy! – exclamó Present Mic con entusiasmo, con la voz amplificada por el enorme altavoz que colgaba de su cuello. – ¡Todo mundo diga "HEY"!

Seguida su exuberante presentación, ahuecó la mano en una oreja hacia sus escuchas como si esperase una respuesta, pero la única que obtuvo fue un completo silencio de parte de todos. Aunque si esto molestó a Present Mic, no lo demostró, y en vez de eso simplemente se encogió de hombros, resignado ante sus observadores.

- Qué respuesta tan refinada. ¡Entonces ahora les voy a presentar el resumen del examen práctico! – Levantó la mano derecha como si estuviese a punto de soltar un micrófono y su sonrisa se agrandó. – ¡¿Están listos?! ¡YEAH!

De nuevo, el público respondió con silencio, y Gohan de pronto sintió algo de pena por Present Mic. De todas maneras, el héroe profesional no dejó que esto le afectara y prosiguió con su explicación.

- ¡Como decían los requisitos para la aplicación, ustedes mis oyentes tendrán diez minutos en una simulación de batalla urbana después de esto! – comenzó a explicar, mientras un diagrama aparecía en el monitor detrás de él, mostrando siete bloques marcados de la A a la G. – Pueden traer lo que quieran con ustedes. Después de la presentación, se dirigirán al centro de batalla especificado, ¡¿okay?!

Hubo otra ronda de silencio, así que Gohan se tomó su tiempo de examinar el boleto de examen que le asignaron antes de entrar, el cual revelaba que había sido asignado al Centro de Batalla A.

- Parece que no dejarán que gente de la misma escuela vaya a la misma área del examen. – observó Satou, mirando el boleto de Gohan. – Yo voy al Centro de Batalla C.

Gohan se sintió un poco decepcionado por ese hecho, pero rápidamente aceptó la estipulación. Después de todo, no sería una evaluación muy justa de habilidad individual si se les permitía hacer equipo con un amigo. Mordiéndose el labio, miró en la dirección de Satou.

- En ese caso, más te vale no decepcionarme.

- Estaba por decirte lo mismo, Son. – se burló Satou, con una ligera sonrisa formándose en su rostro.

- Habrá tres tipos diferentes de villanos falsos estacionados en cada centro de batalla. – continuó Present Mic, interrumpiendo a los chicos. Tres siluetas negras pero familiares aparecieron en el monitor, numeradas del 1 al 3, rodeando un pequeño modelo de una ciudad. – Ganarán puntos por cada uno de ellos basándose en su nivel de dificultad. Su meta, mis queridos oyentes, es usar sus Quirks para ganar puntos neutralizando a los falsos villanos.

Mientras Present Mic hablaba, la imagen del monitor cambió para mostrar a Super Mario (a quien Gohan reconoció de sus frecuentes visitas al arcade) caminando y saltándoles encima a los villanos falsos antes mostrados.

- ¡Por supuesto, atacar a otros aspirantes y/o realizar cualquier otra acción no-heroica está prohibido! – les advirtió Present Mic, señalando con un dedo a la audiencia y moviéndolo como si estuviera regañando a un niño pequeño.

- ¿Puedo hacer una pregunta? – inquirió una voz que sonaba severa, perteneciente a un chico que se había puesto de pie y alzado la malo. Su uniforme color beige reveló que se trataba del estudiante de la Secundaria Soumei que Gohan había visto antes.

- ¡Okay! – replicó Present Mic, y un reflector se iluminó sobre el chico, a quien Gohan pudo verle que era bastante alto y razonablemente musculoso. Tenía el pelo azul oscuro bien peinado y llevaba un par de gafas rectangulares de medio marco los cuales, combinados con su semblante, le daban la apariencia de un disciplinario.

- En el panfleto mencionan que hay cuatro tipos de villanos. – declaró firmemente, por lo cual Gohan echó un vistazo a la hoja de papel sobre su escritorio. – Si es un error de imprenta, entonces la U.A., la más prominente escuela de todo Japón, debería sentirse avergonzada de semejante error. Nosotros los aspirantes estamos aquí porque deseamos convertirnos en héroes ejemplares.

Mientras hablaba, movía las manos casi como si fuera un robot, dándole cierto énfasis a sus palabras. Luego señaló hacia otra sección de la audiencia y miró severamente en esa dirección.

- ¡Y además de eso, tú el de allá, de pelos encrespados! ¡Has estado murmurando todo este rato! ¡Resulta distractor! ¡Si crees que viniste por un viaje de placer, deberías marcharte inmediatamente!

Gohan alcanzó a oír un "lo siento" ahogado mientras unas pocas risitas por lo bajo se soltaban entre la audiencia, haciéndolo fruncir el cejo ligeramente. Aunque respetaba la motivación del chico de gafas, podría haber hecho su pregunta de una manera más educada, y ciertamente no era necesario humillar al otro estudiante en el proceso. Aún si todos estaban técnicamente compitiendo entre ellos, todavía estaban aprendiendo para ser héroes.

- Okay, okay, aspirante número 7111. – dijo Present Mic tratando de calmar el revuelo, atrayendo la atención de todos otra vez. – ¡Gracias por el grandioso mensaje! ¡Pero lo que pasa es que el cuarto villano falso les da cero puntos! ¡Es más bien un obstáculo! ¿Todos aquí han jugado Super Mario Bros?

Ante la mención del videojuego retro, una cuarta silueta apareció en el monitor, solo que esta vez era de tamaño colosal. Al llegar hasta ella, la figura de Mario echó a correr en la dirección contraria.

- ¡Es como un Thwomp! – continuó Present Mic. – ¡Solo hay uno en cada sitio! ¡Un obstáculo que aplastará al que se le acerque!

- Es decir que es un obstáculo que hay que evitar. – dijo el estudiante de Soumei, inclinándose profundamente. – ¡Muchas gracias! ¡Por favor disculpe la interrupción! – Y en cuanto se sentó, el reflector sobre él se apagó.

- Todo este examen es básicamente como un videojuego. – murmuró Satou, frotándose el mentón. – Eso es genial.

- Sí... genial. – añadió Gohan en un tono más calmado, captando la atención de su amigo. – Nota que Present Mic nunca dijo explícitamente que TENEMOS por fuerza que evitar al cuarto villano. Solo implica que deberíamos hacerlo.

Satou se rio ligeramente. – Bueno, si el cuarto villano es como en los videojuegos, cualquiera que lo ataque debe tener rocas en el cerebro. – Ante la falta de respuesta de Gohan, el chico de labios enormes levantó divertido una ceja. – No estarás considerando atacar a esta cosa, ¿verdad?

- ¿Qué? – Ese comentario atrapó a Gohan con la guardia baja, que de inmediato empezó a tartamudear. – ¡No, por supuesto que no! Prefiero evitar la atención, muchas gracias. Solo espero que no haya nadie lo bastante cabeza dura como para atreverse a hacer esa locura.

- Finalmente, les daré a mis escuchas un pequeño regalo, ¡el lema de nuestra escuela! – explicó Present Mic sabiamente, abriendo las manos para dirigirse a toda la audiencia. – El héroe Napoleón Bonaparte una vez dijo "un verdadero héroe es aquel que se sobrepone a los infortunios de la vida". ¡Superen los límites! ¡Plus Ultra! – Y con eso, las dos palabras aparecieron en la pantalla detrás de él en colores muy brillantes. – ¡Ahora, todo mundo, buena suerte sufriendo! – agregó el héroe profesional como comentario adicional de preocupación.

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Mientras esperaba fuera de la gigantesca puerta de acero que llevaba a su centro de batalla, Gohan se mantuvo ocupado estirándose las articulaciones. Al tiempo que se bajaba cerca del suelo estirándose las pantorrillas, se tomó el tiempo para observar a su competencia. Una de las cosas que Piccoro le había enseñado era a estar siempre atento a su entorno, y si era posible, siempre aproximarse a la batalla con un plan a la mano.

Sus ojos negros observaron la enorme multitud de aspirantes a su alrededor, y se detuvieron en un chico musculoso con el pelo de punta rubio, vestido con pantalones cortos bombachos y una camiseta negra, que andaba moviendo los pies con irritación y murmurando cosas ininteligibles entre dientes. Abría y cerraba los puños constantemente, y Gohan podría haber jurado que oía un ligero traqueteo proveniente de ellos.

Y como si hubiera notado que un par de ojos desconocidos lo miraban, el chico volteó la cabeza en la dirección de Gohan, y su ya de por sí amenazadora mirada se volvió todavía más dura.

- ¿Qué mierdas me estás viendo, aspirante a profesor de gimnasia? – le escupió con veneno en la voz. Gohan se sorprendió tanto por el insulto que casi se fue de espaldas, pero mantuvo la compostura y se levantó de un salto para devolverle la mirada al chico enojado.

- ¿Discúlpame?

- ¡Ya me escuchaste, maldito nerd! – le dijo el rubio prácticamente gritando. – No sé a qué juegas con esa ropa de retrasado, pero si crees que me vas a llevar de la mano como entrenador en el examen, ¡por mí puedes irte al infierno! ¡No necesito tu maldita ayuda!

Gohan frunció el cejo y miró su chándal verde, y luego puso los ojos en rendijas al ver al chico furioso. Podía aceptar que Satou se burlara de su ropa porque sabía que su amigo simplemente bromeaba (mayormente) pero no le gustaba que gente desconocida lo hiciera.

- Eso no era necesario, y ese lenguaje tan crudo tuyo tampoco lo era. – replicó con firmeza. – Vine aquí a tomar el examen práctico, igual que tú.

- ¿En serio? – resopló el rubio burlonamente. – Podrías haberme engañado. Bueno, tengo un pequeño consejo de amigo para ti. – Su cara violenta y enfurruñada se tornó en una sonrisa sedienta de sangre. – ¡A no ser que quieras que haga volar tu trasero de mierda, mantente fuera de mi camino! ¡Y si tanto te gusta mirarme, sácame una foto! ¡Eso te durará más, maldito mirón!

Gohan frunció el cejo todavía más mientras el chico de temperamento volátil se daba la vuelta, ignorando las miradas estupefactas de los estudiantes que habían visto el espectáculo, eligiendo, tratar de comprender lo que acababa de suceder. Quienquiera que fuese ese sujeto tenía un severo problema de actitud. Su tono agresivo le recordó parcialmente a Vegeta, pero esa forma tan cruda de expresarse era algo que incluso el príncipe saiyajin jamás se atrevería a emplear. ¿Cómo rayos alguien como él podría encajar para convertirse en un héroe? Era totalmente desconcertante.

Pero antes de poder seguir pensando en esto, la voz atronadora de Present Mic resonó desde lo alto de una torre.

- ¡Okay, comiencen!

Las puertas se abrieron, y con ello Gohan y el rubio de temperamento volátil salieron corriendo dejando atrás a la multitud, que se quedó inmóvil. Present Mic se dirigió de nuevo a los aspirantes, pero el híbrido saiyajin no le prestó atención al héroe profesional, enfocado en adentrarse en la ciudad falsa.

Mantuvo su velocidad lo bastante baja para seguirle el paso al rubio que corría junto a él, ya que no era necesario revelar todas sus cartas de una sola vez. Sin embargo, eso solo pareció molestar al otro chico, que le echó una breve mirada fulminante a Gohan antes de alterar su camino e irse corriendo por otra calle.

Ahora que estaba solo, Gohan detuvo su carrera y escuchó a su alrededor, tratando de ubicar a cualquier villano falso. Como si el cielo le prestase atención, una pared de ladrillos fue destruida como si fuera de vidrio, y dos enormes robots verdes con arietes por brazos saltaron fuera de ella, listos para golpearlo.

Gohan por un momento se sorprendió al ver el tamaño de los robots, pero fue lo bastante ágil para saltar por encima de sus golpes, que dejaron pequeños cráteres en el camino. Una vez que se colocó encima de las monstruosidades mecánicas, estampó sus pies directo en sus cabezas, enterrando sus cuerpos en el concreto.

Al aterrizar, revisó las carcasas de los robots, y vio el número 2 pintado en sus torsos metálicos. Sonrió y asintió con aprobación. Cuatro puntos apenas al arrancar era un buen comienzo.

Para ese momento, unos cuantos otros aspirantes ya lo habían alcanzado, y miraban algo nerviosos los robots destruidos. Gohan simplemente los ignoró y continuó corriendo por el camino; si ellos iban a quedarse por allí perdiendo su tiempo, era solo su culpa.

Mientras corría, oyó un golpeteo metálico detrás de él, y al darse la vuelta vio un pequeño robot verde rodando hacia él con una sola rueda, y su ojo rojo brillando peligrosamente fijo en su dirección. Al mismo tiempo, otro robot de la misma forma saltó hacia él desde un edificio, con la intención de aplastarlo como una uva. Viendo una oportunidad para matar dos pájaros de un solo tiro, Gohan levantó sus manos y atrapó al robot que caía con facilidad. Luego lo giró como un disco y se lo arrojó al otro que venía rodando, y observó con satisfacción como las dos máquinas estallaban con la colisión.

Al mismo tiempo, varias otras explosiones resonaron por toda la ciudad, alertando a Gohan de que los demás aspirantes se habían unido a la destrucción. Una mirada rápida a su reloj le hizo ver que solamente había transcurrido un minuto. Todavía tenía tiempo de sobra.

Antes de poder continuar, el suelo debajo de él se abrió a la mitad, forzándolo a saltar fuera del camino antes de caer al abismo. Del agujero resultante salió otro robot verde que era ligeramente más grande que los de dos puntos que había destruido antes, y se veía más mortal. Además de tener una carcasa más sólida y brazos más gruesos, tenía dos torretas encima de los hombros, añadiendo más a su apariencia intimidante. La marca roja que tenía en un costado revelaba que este robot era de tres puntos. A Gohan se le parecía bastante a un mecha-tanque que había visto en un anime hacía tiempo. ¿Quizás de allí se habían inspirado sus creadores?

De repente, las torretas apuntaron en su dirección y lanzaron una ronda de cohetes teledirigidos, haciendo que Gohan levantara la ceja con curiosidad. Se esperaba objetos contundentes y balas no letales entre las armas que utilizarían los robots, pero cohetes reales eran una proposición totalmente diferente. Luego se encogió de hombros; probablemente contenían gas adormecedor o vapores para debilitar.

Con eso en mente, dio una carrera al frente esquivando los cohetes. En cuanto se puso a tiro con el robot de tres puntos, hundió su puño derecho en su torso con tanta fuerza que abrió un agujero atravesándolo de lado a lado. Sin embargo, el robot todavía no estaba fuera de comisión, y juntó las manos por encima de su cabeza para un doble golpe de martillo. No queriendo dejar que la máquina llegara a eso, Gohan hundió su otro puño en el torso, y lo rompió a la mitad como si fuera un trozo de papel. Juego de niños.

Luego de acabar con su último adversario, Gohan se dirigió a donde había la mayor conmoción, y se encontró en un espacio bastante abierto a rebosar de acción. Había restos humeantes de robots de varias formas y tamaños esparcidos por toda la carretera, mientras los aspirantes corrían de ida y vuelta a toda prisa y en pánico. Entre ellos había un chico extremadamente bajito con cabello púrpura como uvas, que corría por toda el área llorando a chorros. Mientras huía, arrojaba pequeñas bolas que se arrancaba de su cabeza contra el montón de robots que corrían tras él. Estas ralentizaban a los robots ligeramente, pero los esfuerzos por escapar del chico se volvieron inútiles cuando su pie tropezó con una grieta en el suelo y se fue de narices al pavimento. La infortunada caída les permitió a los robots que lo perseguían alcanzarlo rápidamente mientras estaba tirado, y de inmediato empezaron a rodearlo ominosamente.

Como si su cuerpo se moviera en piloto automático, Gohan desapareció de la vista y reapareció frente al aterrado chico. Plantó una mano en el suelo y giró su cuerpo como si fuera un trompo, estirando las piernas como si fueran los rotores de un helicóptero, destruyendo a todos los robots que lo rodeaban a su paso con gran facilidad. Una vez que todos quedaron hechos pedazos, Gohan volvió a incorporarse, y le extendió la mano al chico con cabello de uva.

- ¿Estás bien? – le preguntó. El chico, que todavía sollozaba y moqueaba, le alargó una mano temblorosa y sujetó la de Gohan, que lo ayudó a ponerse de pie.

- G-gracias. Me s-s-salvaste. – tartamudeó. Gohan le sonrió cálidamente.

- Me alegra haber sido de ayuda. Sé que este lugar está vuelto un caos ahora mismo, pero trata de mantenerte a salvo, ¿de acuerdo?

- E-está bien. – asintió el chico limpiándose la nariz.

- ¡Grandioso! – exclamó Gohan con una gran sonrisa. – Tengo que irme, pero tal vez nos veamos después. ¡Buena suerte!

Despidiéndose rápidamente con la mano, gesto que el pequeño le devolvió, Gohan se dio la vuelta y se dirigió rápidamente hacia otra parte de la ciudad. Mientras corría, un ligero gesto fruncido se formó en su rostro. La dura brutalidad de los falsos villanos significaba que este examen era realmente muy peligroso de tomar, y era natural que muchos salieran heridos como resultado... y aun así, el propósito del examen era acumular tantos puntos como fuera posible neutralizando a los robots.

Ahora que lo pensaba más detenidamente, no tenía mucho sentido que el examen práctico de la U.A. de todos los lugares no tuviese un componente que involucrara salvar a las personas. Después de todo, ¿no era esa la razón de que el heroísmo se convirtiera en una profesión legítima? ¿No era la U.A. la escuela que se alzaba sobre un pedestal como el ejemplo definitivo de una institución que formaba a los futuros héroes?

Los ojos de Gohan se llenaron de determinación. Un propósito oculto en un examen aparentemente muy directo como este parecía un truco algo sucio para la prestigiosa U.A., pero definitivamente podía ver el beneficio en ello, pues era una forma muy inteligente de separar a los que querían ser verdaderos héroes de los que solo iban en busca de gloria.

Por supuesto, podría equivocarse, y esta conclusión podría ser solo el resultado de pensar demasiado las cosas... pero de alguna manera, Gohan dudaba que fuera así. Sonrió con un entusiasmo renovado: ahora tenía mayor razón para ir y ayudar a la gente.

Los siguientes minutos pasaron volando en un santiamén para Gohan, pues consistía mayormente en ir de un área a la otra, deshaciéndose de cualquier robot que se le cruzara enfrente. Por el camino, se aseguró de detenerse y verificar si había alguien que necesitaba ayuda, fuese de estar atrapado bajo los escombros, acorralado por los robots, o demasiado lastimado para moverse. Incluso se quitó la chaqueta de su chándal, entregándosela amablemente a una chica vivaz con coleta color naranja, cuya ropa había quedado hecha jirones y estaba a riesgo de dejar su cuerpo expuesto.

Ahora, vestido solo con sus pantalones verdes y una camiseta blanca, se encontró lado a lado con el rubio furioso de antes. Los dos jóvenes se miraron desafiantes uno al otro mientras se abrían paso a través de un ejército de robots con facilidad practicada, y a pesar de su naturaleza normalmente tranquila, Gohan por dentro sentía un enorme deseo por quedar mejor que este sujeto.

- ¡Deja de robarte mis presas, maldito bastardo del Spirit Squad! – gruñó el volátil rubio mientras mandaba a volar un robot con un manotón explosivo por encima del hombro. – ¡Consigue las tuyas!

- ¡Tal vez deberías seguir tu propio consejo, cabeza de petardo! – le espetó Gohan, partiendo a la mitad a varios robots a la vez con una devastadora patada huracán (un movimiento que había copiado del juego Street Fighter). – ¡Yo llegué primero!

El rubio maldijo entre dientes y redobló sus esfuerzos, enviando una ráfaga de enormes explosiones fuera de sus manos estiradas, y haciendo volar numerosas amenazas mecánicas. A Gohan no le caía bien el sujeto, pero tuvo que admitir que, en lo que se refería a los Quirks, se había ganado la lotería en los genes. No estaba del todo seguro de cómo funcionaba en específico, pero la habilidad de generar explosiones del cuerpo era increíblemente versátil.

Por lo mismo y por su pelo sintió que sería apropiado llamarlo "Cabeza de Petardo", un nombre que se le ocurrió en el calor del momento. Por dentro se sintió bastante orgulloso de que se le ocurriera.

De pronto un temblor sacudió el suelo, haciendo que los dos adolescentes se frenaran en seco. Se miraron a los ojos brevemente antes de darse la vuelta y empezar a ver sus alrededores inmediatos, tratando de determinar dónde había ocurrido el temblor y cuál era la causa. Otra sacudida retumbó en el suelo, y luego una tercera, y antes de darse cuenta Gohan supo que la ciudad estaba moviéndose como si ocurriera un terremoto. Varios edificios en la distancia se derrumbaron como piezas de dominó, levantando múltiples pilares de humo que contaminaron la atmósfera. Una multitud de gritos resonó por el área, mientras una silueta de proporciones gigantescas aparecía entre las nubes de humo.

Gohan y el chico explosivo permanecieron inmóviles, y observaron el humo sin signos visibles de miedo. Al hacerlo, vieron que el ser oculto daba un paso fuerte hacia adelante, volviendo a abrir la tierra una vez más y disipando el humo que nublaba su terrorífica silueta. Otra ronda de gritos comenzó a resonar por la ciudad en ruinas, esta vez más alta en volumen e intensidad.

Gohan apenas abrió los ojos de manera imperceptible, mientras el chico petardo escupió una maldición junto a él. La fuente del caos era un robot monolítico que superaba en tamaño hasta a los edificios más altos en toda el área. Rápidamente lo identificó como el robot de cero puntos del cual Present Mic les había advertido, y ahora Gohan podía ver que el gigantesco titán robótico era una amalgama abominable de los tres tipos de falsos villanos que habían enfrentado hasta ahora, y agrandado a proporciones increíbles.

- ¡Quedan menos de dos minutos! – resonó la voz de Present Mic por los altoparlantes esparcidos por la ciudad.

Gohan calculó mentalmente con los robots que había derrotado que ya había acumulado una buena cantidad de puntos, y viendo lo que habían hecho los otros aspirantes, tenía la certeza de que sería más que suficiente para pasar el examen. A pesar de que una pequeña parte de él se preguntaba qué tan fuerte sería el titánico robot de cero puntos, sabía que no había beneficio real en atacar a esa cosa. Ahora que la mayoría de los robots de uno a tres puntos ya habían quedado destrozados, más importante sería asegurarse de que todos escaparan de la ciudad ilesos.

Con ese plan en mente, Gohan se dio la vuelta y se dirigió hacia donde escuchó a los estudiantes que gritaban. Sin embargo, al darse cuenta que el chico petardo no se veía por ninguna parte, se detuvo y miró en la dirección opuesta. Una sensación desagradable le llenó la boca del estómago, y su sospecha se vio confirmada cuando vio al temperamental rubio corriendo HACIA el robot de cero puntos, ignorando todo sentido de la seguridad.

- ¡Petardo, espera! – gritó estirando el brazo, pero su advertencia no fue escuchada. En vez de eso, el rubio se propulsó en el aire usando sus manos como cohetes improvisados, volando como cohete hacia la cabeza del robot de cero puntos mientras escupía un torrente de maldiciones.

Gohan solo pudo observar con un estupor horrorizado como el asalto explosivo del chico petardo fallaba en hacerle ni un rasguño al coloso robótico, y se golpeó la frente cuando este atrapó con su tenaza al rubio y empezó a apretarlo.

- Por supuesto, tenía que ser él. – murmuró para sí mismo sacudiendo la cabeza con resignación. – Un completo imbécil.

Gruñendo con fastidio, Gohan despegó hacia el cielo y reapareció frente al gigante en un estallido de velocidad. Con un tajo simple de la mano le cortó el brazo al robot, y rápidamente se aseguró de agarrar al chico petardo por el cuello de su camiseta, antes que el volátil adolescente se precipitara hacia el suelo. Ignorando las maldiciones que este le gritaba, Gohan golpeó con la palma abierta el pecho del robot de cero puntos y liberó una devastadora explosión de ki.

Toda la parte superior de la monstruosidad mecánica se desintegró al instante al ser golpeada el estallido invisible de ki, y el viento generado por el cataclísimico ataque hizo trizas las numerosas ventanas de los edificios que había detrás de él. Ahora que su procesador central había sido totalmente eviscerado, la parte interior del robot se volteó sobre la carretera y se desplomó con un gran estruendo.

Flotando hacia atrás para evitar los pilares de humo que se formaron, Gohan descendió hacia el suelo y soltó al chico petardo, que inmediatamente se desplomó de espaldas y no volvió a levantarse. Alarmado por la reacción, Gohan se le acercó y trató de sonreírle nervioso.

- ¿Estás bien?

El chico petardo no le respondió a su pregunta. En vez de eso, se quedó mirando con los ojos muy abiertos en la distancia, con la boca firmemente enfurruñada. Unos segundos pasaron sin que nadie dijera nada, y el chico Son comenzó a preocuparse. Sin embargo, antes que sucediera nada más, el rubio apartó de un manotón la mano que le ofrecían y se puso de pie de un salto. Sin siquiera mirar atrás ni decirle una palabra a su rescatador, se alejó rápidamente de ahí. Sorprendido por el abrupto rechazo, Gohan retrajo la mano y se rascó detrás de la cabeza con ella.

- Supongo que eso es lo más cercano a un "gracias" que conseguiré de ese sujeto. – musitó secamente.

- ¡Se acabó el tiempo! – rugió la aparentemente omnipresente voz de Present Mic, provocando una serie de suspiros de alivio de los aspirantes.

Como no le gustaba ser el centro de atención, Gohan hizo su mejor esfuerzo por ignorar las miradas estupefactas de los demás mientras se dirigía rápidamente hacia la salida. Aunque de ninguna manera se arrepentía de su decisión de salvar al chico petardo del robot de cero puntos, no pudo evitar sentir una ligera molestia por la imprudencia del rubio.

Una parte de él esperaba no tener que volver a verlo, pues no le agradaba tener que lidiar con esa actitud tan desagradable... pero algo en su interior le decía que eso era muy poco probable.

(--0--)

Quince minutos después de terminar el examen práctico, Gohan se encontró con Satou en la puerta del frente de la U.A. Con una sola mirada a la ancha sonrisa en el rostro de su amigo, el chico Son supo todo lo que necesitaba saber.

- ¿Asumo que te fue bien?

- ¡De primera! – sonrió Satou, dándole a Gohan un pulgar arriba. – ¿Y tú?

- Bueno, estoy seguro de que tendré suficiente para pasar. – se rio Gohan nerviosamente mientras se rascaba detrás de la cabeza. Satou observó al joven Son con suspicacia y se rascó el mentón.

- Eso no lo dudo... pero algo me dice que hay más detrás de esa historia.

- Quizás. – admitió Gohan, desviando la mirada y silbando inocentemente. Satou soltó una alegre carcajada.

- ¡Lo sabía! En serio, eres como un libro abierto, Son. No eres tan discreto cómo crees. – Se le acercó y sonrió todavía más. – ¡Vamos, cuéntalo! ¡Quiero escucharlo todo!

- En otra ocasión. – respondió Gohan, haciendo enfurruñar a su amigo. – Ahora mismo estoy demasiado cansado.

- Ahh, aguafiestas. – gruñó Satou, dándole una ligera patada al concreto. – Iba a invitarte al arcade que está cerca de aquí, ya que tenemos el resto del día libre.

- Lo siento, Satou. – se disculpó Gohan, negando con la cabeza. – Ahora mismo lo único que quiero es volver a casa y dormir un poco. Podemos ir mañana al arcade si quieres.

- ¡Hey, no te preocupes por eso! – exclamó Satou, animándose de nuevo, y dándole una palmada en la espalda. – ¡Descansa todo lo que necesites, hermano! ¡Tenemos una semana antes que nos lleguen las cartas de aceptación de la U.A., así que hay tiempo de sobra para pasarla bien!

- Gracias por entender. – Gohan le sonrió cálidamente al chico de grandes labios. – De verdad lo aprecio.

Chocando sus puños para despedirse, los dos amigos tomaron caminos separados: Satou se dirigió hacia el arcade de Musutafu, y Gohan a su triste apartamento en Tokio.

(--0--)

La semana transcurrió volando para Gohan sin contratiempo alguno, y exactamente siete días después del examen práctico, se encontró viendo emocionado un pequeño sobre que le habían entregado temprano en la mañana. Con su pulgar temblando sobre el famoso símbolo de la U.A., tuvo que frenárselo para dejar de agitarlo.

Gohan frunció el cejo. Sabía que lo había hecho extremadamente bien en el examen, ¿así que por qué sentía tantos nervios? Apretó más su cejo y sacudió la cabeza, tratando de recuperar la compostura. No había razón para preocuparse, y si el señor Piccoro se enteraba de que se estaba estresando por algo tan trivial, seguro querría arrojar a su estudiante a que entrenara en otra montaña. No iba a hacerle daño ni mucho menos, pero serviría para despertarse.

El repentino recuerdo de los métodos poco ortodoxos de su mentor trajo una sonrisa al rostro de Gohan, pero vino acompañada de la incómoda sensación de nostalgia que había aprendido a suprimir. Enfocándose en pensamientos positivos, abrió el sobre de la U.A., y observó con un ojo curioso como caía un pequeño disco sobre la mesa.

Para su gran sorpresa, apareció una proyección holográfica de All Might en un traje amarillo a rayas se prendió, asustando a Gohan al punto de que casi se le cae la quijada.

- ¡Que nadie tema, porque aquí estoy! – vociferó All Might, con su voz atronadora llena del carisma que lo caracterizaba incluso a través de la proyección. – ¡Como nuevo profesor en la U.A., siento que es apropiado felicitarte personalmente, joven Son, por tu ejemplar desempeño en el examen práctico hace una semana!

Para ese momento Gohan se había recuperado lo suficiente para poner toda su atención al mensaje, pero la noticia de que All Might de todas las personas iba a ser profesor en la U.A. fue suficiente para que casi se fuera de espaldas por la sorpresa. Sin embargo, logró mantener la compostura, y la monumental revelación hizo que una gran sonrisa se apoderara de su rostro.

- ¡Como probablemente te hayas dado cuenta, había un componente oculto en el examen práctico! – continuó All Might, con esa sonrisa radiante realzando sus facciones llenas de orgullo. – ¡Verás, no solamente estábamos viendo quién podía acabar con más villanos y acumular más puntos! ¡Aunque este en efecto fue un factor para determinar quién pasaría y quién no, también estábamos siguiendo el desempeño de los participantes con los puntos por rescates!

- "¡Lo sabía!" – La sonrisa de Gohan se agrandó todavía más.

- Un curso de héroes que rechaza a aquellos que hacen lo correcto... ¡de ninguna manera es un curso para héroes! – rugió el Héroe Número Uno, apretando con fuerza su puño. – ¡Otra manera fundamental para que la U.A. evalúe a sus posibles estudiantes es determinar quiénes son capaces de arriesgarse para ayudar a otros, aunque sea en un ambiente competitivo! ¡Después de todo, la razón principal por la cual aspiramos a ser héroes es para ayudar a quienes lo necesitan!

»Tú, joven Son, acabas de establecer un nuevo récord en la U.A. con tu espectacular puntuación en el examen práctico, superando por muy poco el mío, debo añadir. – señaló All Might con una carcajada. – ¡Con 56 puntos por villanos y unos increíbles 90 puntos por rescates, acabas de establecerte como el pináculo en los rankings de los estudiantes de primer año!

Gohan sintió que casi se le salían los ojos con la información. Sabía que lo había hecho bien en el examen, pero escuchar que acababa de romper el récor de la U.A. en el proceso le vino como un shock masivo de la emoción.

- ¡No obstante, aunque mereces sentirte enormemente orgulloso de este maravilloso logro, no vayas a dormirte en tus laureles! – agregó All Might. – ¡El año escolar todavía no comienza, y cuando lo haga, tendrás muchas más pruebas y desafíos por enfrentar, los cuales harán que el examen de admisión parezca juego de niños! ¡Sin embargo, por lo que he visto, no tengo dudas de que continuarás brillando, y espero con muchas ansias ayudarte en tu camino para ser un espléndido héroe!

Y con un último pulgar arriba del héroe legendario, la proyección concluyó, y Gohan se quedó mirando una pared en blanco. Su corazón batía como un tambor por la emoción, así que respiró profundamente para calmarse. No tenía idea de qué esperar de la carta de aceptación de la U.A., pero ver a All Might dándole la bienvenida personalmente fue una agradable sorpresa. Las palabras del Héroe Número Uno resonaron dentro de él, reafirmando su creencia en que había tomado la decisión correcta en convertirse en un héroe profesional.

Lo de la Mancha Dorada era grandioso, pero había un límite en cuánto bien podía hacer como un vigilante que mantenía su identidad en secreto. No... necesitaba convertirse en un héroe con todas las de la ley, y asistir a la U.A. era la mejor manera de asegurarse de ello.

Gohan se reclinó sobre su silla y dejó que una sonrisa de serenidad cruzara por sus labios. Se preguntaba lo que dirían el señor Piccoro y sus padres si se enteraban que había decidido convertirse en un héroe profesional.

Piccoro probablemente no mostraría ninguna emoción por afuera, pero Gohan no tenía dudas en que su mentor le sonreiría con orgullo cuando creyera que él no lo estaba viendo. Ya había atrapado al namekiano en el acto algunas veces, y sus reflejos habían mejorado desde entonces.

Su padre seguro se sentiría se sentiría muy feliz de que él siguiera con su entrenamiento, y sin duda apoyaría su carrera porque involucraba pelear. Diablos, tal vez hasta consideraría convertirse él mismo en un héroe profesional si eso le daba la oportunidad de luchar contra oponentes poderosos. El prospecto de ver a Son Goku con una capa al estilo de Piccoro y la armadura saiyajin de Vegeta mientras posaba como All Might le resultaba graciosa, y no pudo evitar reírse ante la imagen mental.

Su madre seguro se desmayaría al pensar que existiera una profesión tan peligrosa, pero una vez que superara el shock, seguro estaría feliz por él... probablemente porque podría estudiar en la institución más prestigiosa de todo el país más que nada, pero aun así contaba.

Gohan suspiró sombríamente. Por más que lo intentara, había veces en las que no podía evitar contemplar lo que estarían haciendo sus amigos y familiares. ¿Cómo estarían lidiando con su ausencia? ¿Cuánto les tomaría superar su desaparición, si era que realmente lo hacían? ¿Qué estarían haciendo ahora? Él se pasaba las noches tratando de buscar una manera de regresar... ¿pero ellos estarían haciendo lo mismo?

Gohan amaba a su familia y a sus amigos, y no tenía dudas de que estarían haciendo todo lo que podían para ayudarlo a regresar a casa. Pero incluso él no podía negar que ya habían transcurrido más de seis años desde que llegó a este mundo, y no estaba más cerca de encontrar una forma de volver que cuando empezó. Eso ya era motivo para preocuparse. ¿Acaso era que no había forma de regresar, y se quedaría varado en este mundo para siempre?

De repente el vibrador de su teléfono le llegó como una distracción oportuna, y rápidamente lo agarró mientras parpadeaba varias veces para quitarse la humedad de los ojos. Sus ánimos regresaron al ver el mensaje de texto que recibió de Satou.

Logré entrar, y sé que tú también, ¡ven a mi casa en media hora para que celebremos! ¡Tengo varios pasteles en el horno, y todavía tengo que cobrarme la paliza que me diste en Fatal Fury 2 la última vez que jugamos! ¡No llegues tarde!

Gohan no pudo evitar reírse ante lo directo de su amigo, ni tampoco detener el rugido de su estómago ante la mención de los pasteles. Ya sintiéndose lo suficientemente de humor, se paró de su silla y fue a vestirse. Hoy definitivamente sí era una ocasión digna de celebrar.

Esta historia continuará...

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