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Locuras de fin de semana


Ya eran exactamente las dos de la tarde cuando Gohan se encontró en el campo de atletismo de la U.A., mientras el brillante sol arrojaba sobre él una intenta calidez. Había contemplado ponerse su traje de héroe para el día de hoy, pero al final decidió no hacerlo, ya que no quería que su sesión de entrenamiento con Midoriya se viera demasiado formal. En vez de eso, se había puesto un gi color oscuro con cinturón y muñequeras rojas.

Un vistazo rápido al área le hizo ver que no había nadie por allí cerca, así que decidió hacer algunos estiramientos para calentar. Las lesiones en los músculos nunca eran divertidas.

- ¡Son-kun! ¡Ya estamos aquí!

Al escuchar que llamaban su nombre, Gohan se volteó hacia la fuente de la voz, solo para que se le ensancharan los ojos. Ahí estaba Midoriya que venía corriendo hacia él, con un chándal simple de color azul, pero junto a él venía nada más y nada menos que All Might en persona. El híbrido saiyajin sabía que Midoriya admiraba al héroe número uno, ¿pero cómo se las arreglaría para convencer al hombre para supervisar su entrenamiento?

Sin embargo, Gohan sacudió la cabeza y sonrió, feliz de que ya pudieran comenzar. – Es bueno verte, Midoriya. También a usted, All Might-sensei. – lo saludó. – Aunque debo admitir que me sorprende que haya venido usted, de todas las personas. – Gohan se preguntaba si no tendría asuntos de héroe que atender.

All Might soltó una atronadora risa mientras se sentaba con las piernas cruzadas en el suelo. – ¡Siempre trato de apartar tiempo para mis estudiantes, joven Son! ¿Qué clase de profesor sería si no me interesara por su entrenamiento? – Se frotó el mentón y su sonrisa se hizo más ancha. – Además, me siento genuinamente curioso por ver a dónde quieres ir con esto. No se preocupen, no voy a intervenir a menos que sea absolutamente necesario.

Gohan asintió al entender. – Trataré de no decepcionarlo. – le dijo intentando ignorar el repentino subidón de presión que surgió. Por mucha confianza que tuviera en su propia habilidad, no pudo evitar sentirse algo consciente de sí mismo en presencia de uno de sus ídolos.

- Estoy listo cuando tú lo estés, Son-kun. – declaró Midoriya. Gohan respiró profundo para volver a concentrarse, y volvió su atención hacia el peliverde.

- Muy bien. ¿Ya hiciste tu estiramiento?

- ¡Sip!

- Grandioso. Ahora, ¿te molestaría hablarme sobre tu Quirk? – pidió Gohan. – Más específicamente, ¿cómo funciona?

Para confusión de Gohan, Midoriya se quedó congelado y sus ojos se dirigieron hacia All Might, que le lanzó una sonrisa llena de confianza. El breve intercambio entre los dos solo sirvió para confundir al híbrido saiyajin todavía más. ¿De qué habría sido todo eso?

Antes que Gohan pudiese preguntarse más sobre esto, Midoriya volvió su atención a él. – D-de acuerdo. Umm... es un Quirk de incremento de fuerza que hace que mi c-cuerpo sea más fuerte. – dijo tartamudeando.

- Muy bien. ¿Y exactamente cómo sacas este poder? – preguntó Gohan.

- E- es algo difícil de explicas. – comenzó a explicar Midoriya con un ligero rubor en las mejillas. – Yo, umm, solo pienso con mucha fuerza en el poder dentro de mí, y trato de sacarlo todo a la vez. H-hasta ahora solo lo he logrado en situaciones des-desesperadas, y las secuelas siempre son m-menos que ideales... – concluyó perdiéndose.

Gohan parpadeó. – Ya veo. – La explicación era más enredada de lo que le habría gustado, pero por lo menos había logrado captar la mayor parte. – Estaba en lo correcto al pensar que tu Quirk funciona de manera similar al mío, por lo menos en teoría.

Los ojos de Midoriya se ensancharon, e incluso All Might pareció sorprendido. – ¿A q-qué te refieres? – tartamudeó el peliverde.

- Al igual que tú, tengo una fuente de energía en mi cuerpo, el ki, que puedo utilizar para incrementar mi fuerza. – explicó Gohan. – Si quisiera, podría usarla para potenciar la fuerza de mi puño. Observa.

Levantó su mano derecha y canalizó una oleada de ki a través de ella, bañando todo su brazo en una ardiente aura blanca que sorprendió a sus observadores, y Midoriya incluso saltó hacia atrás por el shock.

- ¡Whoa! – exclamó el peliverde.

Gohan sonrió y dio un puñetazo al aire, cuya fuerza del movimiento generó una ráfaga de viento que voló hacia la distancia, levantando algunas olas de tierra. – Además de eso, también puedo hacerlo con mis patadas.

Para ilustrarlo, repitió la acción con el pie izquierdo, cubriéndolo con una barrera tangible de energía blanca. De inmediato dio una fuerte patada hacia el aire, creando otra potente ráfaga de viento.

- Sin embargo, he descubierto que concentrar mi ki en extremidades individuales resulta limitante. – continuó. – La mejor manera de aprovecharlo es canalizarlo por todo mi cuerpo, de esta manera.

Separando los pies y colocando sus puños apretados cerca de su cuerpo, el híbrido saiyajin cerró los ojos y comenzó a canalizar su reserva familiar de ki pulsante en su centro. Se sumergió a sí mismo en la relajante energía y permitió que las gentiles oleadas de este lo cubrieran por completo, como la más cómoda y cálida de las mantas. En un instante, su cuerpo comenzó a pulsar con una brillante luz, y una capa de llamas blancas se encendieron a su alrededor.

Cuando Gohan volvió a abrir sus ojos, se encontró con la visión de Midoriya con los ojos salidos y la mandíbula colgando. A su lado, All Might tenía una expresión de similar asombro, si bien ni de cerca tan extrema.

- ¡Es-es-esto es in-t-tenso! – tartamudeó Midoriya mientras intentaba articular sus palabras. – ¡Puedo s-s-sentir tu poder desde aquí!

Gohan dejó apagar su aura un momento. – Esto es lo que te quiero enseñar. Como están las cosas, no eres capaz de utilizar tu poder a voluntad, y cuando lo logras, vas directo de cero al cien por ciento, por lo cual asumo que tu cuerpo no es capaz de manejarlo bien.

Eso sacó a Midoriya de su estupor. – ¿C-crees que de verdad esto me ayudará a controlar mi Quirk? – murmuró, mientras su expresión de shock se transfiguraba a una de esperanza. Gohan no pudo evitar darle una sonrisa de ánimos a su amigo.

- No puedo garantizarlo, pero puedo prometerte que haré lo mejor para que así sea.

Unas lágrimas rodaron por las mejillas de Midoriya, que el chico peliverde se limpió con la manga. – S-si de verdad puedes a-ayudarme, n-no sé cómo podré pagártelo.

- Ahh, no te preocupes por eso. Somos amigos, ¿recuerdas? – dijo Gohan amablemente.

- C-claro. – dijo Midoriya recuperando la mayor parte de su compostura. – Estoy listo para empezar cuando tú lo estés.

- Entonces manos a la obra. Esta sesión será de dos cosas: meditación y algo de práctica. – explicó Gohan. – La meditación me ayudó bastante cuando estaba aprendiendo a utilizar mi Quirk, así que con suerte será igual para ti. El objetivo es lograr que mantengas la calma y la compostura lo suficiente como para solo extraer una fracción de tu poder, y canalizarla por todo tu cuerpo.

- Nunca he hecho meditación antes, pero si crees que me ayudará, estoy dispuesto a intentarlo. – declaró Midoriya, aunque el híbrido saiyajin detectó algo de intranquilidad en su tono.

- No te preocupes, no es tan difícil ni tan aburrido como parece. – dijo Gohan tratando de aliviar la tensión. – En cuanto a la práctica, quisiera tener una idea de dónde te encuentras en términos de habilidades de lucha. Ya que tu Quirk está orientado al combate, saber cómo pelear apropiadamente será de gran ayuda cuando estés haciendo labor de héroe.

- E-está bien. – Midoriya tragó saliva audiblemente.

Gohan sintió que se le bajaba un poco el humor. Eso no era tranquilizador. Podía entender que Midoriya estuviera algo reacio de tener un combate de entrenamiento con él, después de su reciente espectáculo contra el Nomu, pero todo era para beneficio del peliverde. ¿Tal vez ayudaría si recibía algo de aprobación de parte de All Might? Midoriya claramente admiraba al hombre, después de todo.

- ¿Eso le parece bien, All Might-sensei? – dijo a su espectador.

- ¡Claro que sí, muchacho! – exclamó All Might con entusiasmo. – ¡Tengo toda mi confianza en tus habilidades para poner en forma al joven Midoriya!

Gohan no pudo evitar sonrojarse con el halago. No era del tipo que le gustara presumir para recibir alabanzas de los demás, pero recibir semejante ánimo de un héroe legendario como All Might le hizo sentirse muy cálido por dentro. Afortunadamente, Midoriya también se sintió reconfortado por las palabras del hombretón.

Feliz de que su plan funcionara, Gohan se sentó con las piernas cruzadas en el suelo y puso sus manos en el regazo. – Siéntate en dirección opuesta a mí. – le dijo al chico peliverde, que asintió antes de hacer lo que le pidieron.

- ¿Ahora qué? – preguntó Midoriya.

- Primero cierra los ojos. Después controla tu respiración; inhala por la nariz y exhala por la boca. – describió Gohan. – Toma cualquier pensamiento distractor que tengas y expúlsalo cuando exhales. Lo único en lo que debes concentrarte ahora es encontrar la fuente de tu poder.

Midoriya abrió los ojos, visiblemente confundido. – ¿Cómo sabré dónde buscar?

- Me temo que eso no puedo responderlo. – admitió Gohan. – Tienes que encontrar el poder por ti mismo. Para mí, cuando utilizo mi ki, intento llegar a mi centro, que es donde tengo toda mi energía.

- Umm... ¿te refieres al centro literal de tu cuerpo? – cuestionó Midoriya, con aspecto más confundido que antes. Gohan suspiró.

- Es difícil explicarlo. Solo... busca en lo profundo de tu interior. Trata de recordar lo que se siente cada vez que utilizas tu Quirk, y busca ese sentimiento familiar.

Midoriya asintió al entender y volvió a cerrar sus ojos una vez más. Le llevó cuatro minutos empezar a juguetear con sus dedos, haciendo que Gohan se riera entre dientes.

- ¿Tengo que quedarme totalmente quieto? – gruñó el peliverde.

- Sí. – replicó Gohan. – Ya eres capaz de utilizar tu Quirk, pero solo a máximo poder, y solo bajo presión. El punto de este entrenamiento es ayudarte a que puedas utilizar ese poder mientras estás completamente relajado. Ese será el primer paso para aprender a controlar tu Quirk.

La explicación pareció hacer el truco, ya que Midoriya cesó de moverse. – De acuerdo. Haré mi mejor esfuerzo. – le prometió. Gohan sonrió cálidamente.

- No te preocupes si no te sale al primer intento. Si tu Quirk se parece al ki, este paso será difícil.

Midoriya no respondió y simplemente volvió a lo que estaba, una acción que Gohan aprobó.

Sin que fuese la primera vez, el híbrido saiyajin maldijo su incapacidad de sentir el ki de la gente a su alrededor. De haber sido posible, tendría una mejor idea del progreso del chico peliverde. En vez de eso, solo podía limitarse a observar los movimientos de su amigo, y de seguir el ritmo de su respiración..

Era bastante aburrido, si era realmente honesto... aunque no iba a admitirlo de dientes para afuera. Fue él quien se ofreció voluntariamente a entrenar a Midoriya después de todo, y no se arrepentía ni por un segundo. Solo desearía que observar a otras personas meditando no fuese una actividad tan dolorosamente aburrida. Y no era como que pudiera distraerse con sus propias meditaciones; tenía que mantener un ojo sobre su amigo para asegurarse de que no hiciera nada mal.

Midoriya aguantó unos sólidos nueve minutos esta vez antes de empezar a jugar con los dedos de nuevo, pero al menos esta vez, a diferencia de la anterior, no vocalizó su frustración.

- Te dejas llevar por los nervios. – observó Gohan. – Sé que es difícil, pero tienes que permanecer inmóvil. Esto ya es bastante difícil, y si te pones nervioso lo será todavía más.

Midoriya soltó un largo suspiro antes de volver a concentrarse para intentarlo otra vez. A pesar de su persistencia, Gohan sabía que el peliverde estaba llegando a su límite. También sabía por experiencia que tratar de forzar un ejercicio mental que de por sí era frustrante solo terminaría en fracaso.

- Intentémoslo unos quince minutos más. – propuso Gohan. – Después de eso, podemos avanzar de la meditación.

Para darle crédito, Midoriya pasó los quince minutos completos, y probablemente habría seguido más tiempo si Gohan no hubiese decidido interrumpir la meditación allí mismo y en ese instante. – De acuerdo, con eso basta por ahora. – anunció el híbrido saiyajin.

Midoriya soltó un audible suspiro de alivio antes de abrir los ojos y estirar sus miembros. – Whoa... me siento tan... raro. – musitó, parpadeando algunas veces para ajustarse de nuevo a la luz.

- Eso suena a buena señal. – se rio Gohan. – Y bien, ¿cómo te sientes ahora?

- Más relajado, debo admitirlo. – dijo Midoriya. – Pero no me siento más cerca de controlar mi Quirk."

- Eso también es normal. – reveló Gohan. – Recuerda, se supone que esto es difícil. Podría llevarte días, tal vez semanas, o hasta meses, no lo sé con exactitud. Pero confía en mí, esto te ayudará.

- Confío en ti. – declaró Midoriya, sacándole una sonrisa al híbrido saiyajin.

- Me da gusto oírlo... aunque no sé si te sentirás igual luego de la siguiente parte. – bromeó Gohan.

Midoriya tragó saliva. – ¿Combate de práctica?

- Combate de práctica. – confirmó Gohan, dando unos pasos atrás mientras relajaba su postura. Al mismo tiempo, redujo un poco su salida de ki hasta un nivel que le pareció razonable para este propósito. – Ahora, quiero que vengas a mí con todo lo que tengas.

- ¿E-estás s-seguro? – tartamudeó Midoriya, con los nervios escritos por toda la cara.

- Seguro. – declaró Gohan en tono severo. – No te preocupes, todavía no te voy a atacar.

A pesar de esto, Midoriya todavía se veía dudoso. Le echó una mirada a All Might, y Gohan vio que el héroe legendario le daba al peliverde una cabezada de aprobación. Eso pareció bastar, ya que las facciones de Midoriya al instante se endurecieron antes de lanzarse en un frenético asalto.

Con sus ojos color ónix firmemente fijos en los esmeraldas de su oponente, Gohan vio todos y cada uno de los golpes de su oponente venir hacia él en cámara lenta. Deslizó la cabeza bajo un cruzado muy torpe, se inclinó fuera del rango de un gancho muy salvaje, y desvió una ráfaga de jabs poco coordinados con movimientos mínimos de sus palmas. Todo el rato, sus ojos nunca abandonaron los de Midoriya, ni tampoco se movió ni una pulgada de donde se encontraba.

Luego de encontrarse con abyecto fracaso, Midoriya dio un paso atrás para ver sus alrededores, aunque estaba claramente sacudido si el gesto de tragar en seco era algún indicio. Y entonces, tras un segundo de contemplación, se lanzó al frente de nuevo y volvió a enfrentarlo con un similar e inútil asalto.

Gohan frunció el cejo por dentro mientras continuaba esquivando los ataques de Midoriya. El estilo de pelea del peliverde era un frenesí salvaje y descontrolado, completamente fuera de la naturaleza de alguien de su constitución. Encima de eso, tenía más huecos que queso suizo, dejando al híbrido saiyajin preguntándose por donde comenzar.

Eventualmente, Gohan se imaginó que lo mejor era tomarlo paso por paso, empezando con el problema más obvio. Probablemente sería una píldora difícil de tragar para Midoriya, pero tenía que decírselo. El negocio de los héroes era cruel y no perdonaba a nadie, y no tendría segundas oportunidades. Él lo sabía de primera mano, y se condenaría si permitía que alguien a quien consideraba un amigo entraba allí sin estar preparado.

Ahora con un plan en mente, Gohan esperó hasta que Midoriya lanzó otro gancho de derecha sin apuntar, y dio un paso al frente antes de plantar su palma derecha contra el punto entre el bíceps y el hombro de su oponente, dándole un pequeño toque. El impulso del peliverde se detuvo al instante, y soltó un jadeo de sorpresa y susto. Este trató de retirar el brazo, pero Gohan lo apretó ligeramente y sacudió la cabeza.

- Espera. – le ordenó, haciendo que las facciones de Midoriya se tornaran en una mirada de pánico.

- ¿S-Son-kun?

- ¿Sabes por qué estás en esta posición? – cuestionó Gohan.

Midoriya se tomó un momento para pensar antes de responderle. – ¿Porque fuiste demasiado rápido para que pudiera golpearte?

- Bueno, sí, pero esa no es la razón principal. – le corrigió Gohan, sacándole una expresión sombría al otro chico. – Estás telegrafiando todos tus golpes, lo que me hizo más fácil actuar proactivo en lugar de reactivo. Después de todo, ¿para qué esforzarme en bloquear o esquivar tus golpes, cuando puedo parar tu impulso y evitar que lances el puñetazo en primer lugar?

Los ojos de Midoriya se ensancharon. – Y-ya veo.

- Y además de inmovilizar tu brazo, pude ponerme bastante cerca. – continuó Gohan. – ¿Entiendes por qué eso es malo?

Midoriya tragó en seco. – Me deja vulnerable a un contraataque.

- Exactamente. – confirmó Gohan asintiendo. – Desde aquí, tengo varias opciones. Puedo contraatacar con un puñetazo directo a tu cara. – Su puño voló al frente y se detuvo a menos de un par de centímetros de la quijada de Midoriya. – Puedo atraparte en un candado de sumisión. – Deslizó las manos por la muñeca de Midoriya, la agarró y la torció ligeramente para poner la mano derecha bajo el codo. Solo bastó una pequeña aplicación de presión para que el peliverde soltara un gritillo ahogado de dolor. Gohan lo soltó y retornó el brazo de Midoriya a su antigua posición, esta vez manteniendo la mano izquierda firmemente sujeta de la muñeca del chico. – Y también puedo hacerte una llave de derribo.

Para enfatizar, deslizó su brazo derecho bajo la articulación del codo y prosiguió, tomando rápidamente a Midoriya y lanzándolo al suelo con un golpe seco audible. Sin soltar la muñeca, volvió a jalarle todo el brazo y lo atrapó bajo la axila, terminando con un puñetazo de derecha que se detuvo a un pelo de la cara del chico.

Esta secuencia de movimientos le quitó todo el viento a las velas de Midoriya, cuyos ojos salidos se movían de lado a lado mientras su labio inferior temblaba. Gohan sintió una punzada de lástima por su amigo y le soltó el brazo, y le ofreció la mano mientras le sonreía con amabilidad. – Perdón por eso. Estaba tratando de dejar claro mi punto, y me imaginé que esta sería la manera más efectiva.

Al menos no estaba recurriendo al enfoque de Piccoro, que se basaba en castigarlo por cada error de una manera que le hiciera ver con exactitud dónde metió la pata y por qué no debía volver a hacerlo. Casi le dio un respingo al recordarlo.

- E-el punto queda claro. – tartamudeó Midoriya con una risa nerviosa, aceptando la mano que le ofrecían y dejándose ayudar a levantar de nuevo. Luego de sacudirse el polvo de su chándal, forzó una sonrisa temblorosa en su rostro. – Aprecio que te tomes este entrenamiento con seriedad, Son-kun. No querría que fuese de otra manera.

- Ese es el espíritu. – declaró Gohan con una amplia sonrisa. Primero dejó que su amigo recuperara el aliento antes de endurecer su rostro. – Ahora, quiero que sigas como te dije antes y vuelvas a atacarme. Pero te lo advierto, esta vez sí te voy a responder.

Puntualizando su declaración, Gohan asumió una postura de combate poco usual, separando sus pies hasta que estuvieron a distancia de hombros uno del otro y dejando que sus brazos colgaran libremente a sus lados. Apretó sus puños y fijó la mirada en la de su oponente. Midoriya tragó saliva, pero asintió al captar el mensaje. Respiró profundo algunas veces para recuperar la compostura y le dio una mirada a All Might, que le respondió con un pulgar arriba. Tomando eso como su señal, el peliverde atacó.

Para Gohan fue igual de fácil defenderse contra la ráfaga de golpes como en la vez anterior, aunque sí notó que Midoriya no estaba lanzando tantos golpes a lo salvaje como antes. Podía ver que el chico peliverde hacía un esfuerzo consciente por no telegrafiar sus golpes, lo cual era buena señal a la vista... pero presentaba otra serie de problemas que necesitaban señalarse.

Desafortunadamente para Midoriya, parecía que la única forma de pelear que conocía era mover los brazos salvajemente como un mastodonte enorme y super musculoso. Aunque intentaba de manera activa ser más calculador con sus ataques, su falta de experiencia práctica en combate significaba que sus golpes resultaban demasiado robóticos, y sus movimientos de brazos demasiado rígidos.

A pesar de eso, Gohan permitió que su amigo continuara su asalto, todo el tiempo conteniéndose de contraatacar. Entre más continuaba con esto, más frenético se ponía Midoriya. El híbrido saiyajin rápidamente se dio cuenta de que los ojos del otro chico se fijaban en sus puños apretados, al igual que de las ligeras gotas de sudor que chorreaban por su frente.

Esto continuó por varios minutos más, hasta que Gohan finalmente tomó la iniciativa, y dobló su muñeca izquierda como si estuviese preparando un puñetazo propio. Como lo esperaba, Midoriya se echó atrás, deteniendo su ataque y moviendo sus brazos a una posición de guardia para protegerse la cara. Sin embargo, el ataque que se esperaba nunca llegó. En vez de eso, Gohan dio un ligero paso al frente y asestó su codo derecho en el desprotegido plexo solar de Midoriya, dándole un ligero empujón. El peliverde jadeó cuando le sacaron el aire, y retrocedió con pasos torpes por el shock. Gohan capitalizó en esto lanzándose al frente y tirándolo al suelo con una barrida a las piernas.

Sintiendo otra punzada de lástima por su amigo, que se quedó respirando agitadamente en el suelo, Gohan decidió darle unos momentos para recuperarse. Pasó cerca de medio minuto, y el híbrido saiyajin avanzó hacia él y le ofreció la mano. Midoriya la aceptó sin dudar y se puso de pie. Para deleite de Gohan, no pudo ver ni un destello de aprehensión en los ojos esmeraldas del muchacho, a pesar de la paliza que acababa de recibir. Esa era la actitud correcta a tener.

- Y bien, ¿sabes dónde te equivocaste? – preguntó Gohan.

- Terminé cayendo en tu finta. – dijo Midoriya con tono sombrío.

- Sip. ¿Y sabes por qué caíste en mi finta? – presionó Gohan. Midoriya frunció la cara mientras pensaba en su respuesta.

- ¿Es porque no tengo suficiente experiencia? – dijo después de unos segundos.

- Hasta cierto punto, pero esa no es la raíz del problema. – replicó Gohan. – Entre más se alarga la pelea, más pierdes el control. También lo notaste, ¿verdad? Después de un rato, tus ojos se desviaban hacia mis puños, como si estuvieras anticipando a que te atacaría en cualquier momento.

- Sí, me di cuenta. – admitió Midoriya suspirando con pesadez. – Dijiste que ibas a contraatacar, pero cuando te tardaste tanto en hacerlo, me preocupé. Eso me mantuvo al filo.

Al ver la expresión de su amigo, Gohan le sonrió cálidamente. – No te desanimes. Eso era parte de mi plan. – Ante la expresión confusa de Midoriya, continuó. – No estaba tratando de engañarte. Quería enseñarte lo importante de mantenerse enfocado. No sé si te diste cuenta, pero nunca quité mis ojos de los tuyos.

Gohan no recibió una respuesta, pero la quijada abierta de Midoriya le dijo todo lo que necesitaba saber.

- Aunque no lo parezca, si mantienes la mirada en los ojos de tu oponente durante una pelea, podrás rastrear todos sus movimientos por visión periférica. – explicó el hibrido saiyajin. – No hay necesidad de mover la cabeza o desviar la mirada; al hacerlo solo te dejará puntos ciegos en tu campo de visión que oponentes habilidosos pueden explotar en tu contra.

»Otra ventaja de hacer esto es que puede resultar muy estresante, especialmente cuando peleas contra alguien que no está acostumbrado a pelear. Como estoy seguro que podrás imaginar, cuando alguien está nervioso es más propenso a entrar en pánico y cometer errores.

- N-no bromeas. – tartamudeó Midoriya sonrojándose ligeramente. Gohan se rio.

- Dicho eso, tenías razón en algo. La experiencia es importante en las peleas, pero solo puedes ganar experiencia con la práctica. Entre más practiques, más mejorarán tu confianza y sentido de pelea, y será más fácil reaccionar a cosas como las fintas. Y aquí es donde entro yo.

Midoriya se congeló por un segundo, pero de inmediato agarró aplomo y la determinación se apoderó de él. – Estoy listo para continuar. – aseguró.

- Muy bien. – Gohan asintió con aprobación. – Esta vez sí voy a pelear de verdad, así que prepárate.

Al decir esto, deslizó el pie derecho ligeramente al frente y apoyó algo de su peso en la pierna. Apretó los puños y movió los brazos enfrente del pecho, inclinándose con su codo a un puño de distancia de su cuerpo, y la mano izquierda al frente. Igual que antes, inició un concurso de miradas con Midoriya, solo que esta vez sí le respondió. Su labio se curvó hacia arriba.

Sin necesidad de aviso, Midoriya se lanzó al frente y le dio tres jabs de izquierda, que Gohan fácilmente desvió. Inmediatamente después del tercero, el híbrido saiyajin lanzó un jab propio, rozando la mejilla de Midoriya con los nudillos ya que el peliverde no fue lo bastante rápido para evadirlo.

Sin darle a su compañero un momento de descanso, Gohan lanzó una patada frontal que impactó en el estómago de Midoriya, haciéndolo retroceder unos cuantos metros. Sin embargo, el peliverde se repuso rápidamente, y se lanzó a la carga de nuevo con el puño derecho listo. Al llegar a su objetivo, comenzó a lanzar una ráfaga de golpes cruzados y ganchos contra su oponente.

Gohan sintió que se le fruncía el cejo mientras esquivaba la ráfaga de ataques. En su pánico, Midoriya había vuelto a caer en sus viejos hábitos de lanzar sus golpes salvajemente como un bersérker de puro músculo. Aun así, el híbrido saiyajin podía simpatizar con su amigo. Las malas técnicas llevaban tiempo para corregirse.

Endureciendo su rostro, Gohan cambió de estrategia y bloqueó uno de los puños de Midoriya con el antebrazo. Al mismo tiempo, alargó la otra mano y hundió el puño directo en el pecho del chico, dándole un susto. Aunque para darle crédito, Midoriya no dejó que esto lo amilanara y siguió presionando, aunque con otro golpe salvaje del que Gohan se defendió de la misma manera. El proceso se repitió otras cuatro veces más antes que Midoriya retrocediera y se agachara, jadeando exhausto.

Al ver una oportunidad para presionar con su ataque, Gohan se adelantó y dirigió un rodillazo ascendente hacia el rostro de Midoriya, que el peliverde apenas logró bloquear. Sus dientes se apretaron con fuerza mientras empujaba la rodilla con manos temblorosas, y estaba haciendo un trabajo impresionante, considerando todas las cosas.

Desafortunadamente para Midoriya, al tener las manos ocupadas, ya que no tenía manera de defenderse del gancho de derecha que Gohan le lanzó hacia la sien, y este lo mandó dando vueltas contra el suelo. Se quedó allí resoplando por unos segundos, antes de ponerse de pie de un salto y tratar de montar un contraataque.

Más allá de estar impresionado de la actitud inquebrantable de Midoriya, Gohan aceptó el desafío silencioso de su amigo y se enfrentó a él en un duelo de combate cerrado que resultó igual de unilateral como los anteriores. Cada golpe que Midoriya lanzaba resultaba bloqueado, y cada golpe que Gohan lanzaba daba en el blanco con la precisión de un maestro arquero. Era un completo trabajo de demolición, exactamente como el híbrido saiyajin esperaba que fuese.

Gohan no lo estaba haciendo para alimentar su ego, o por otra razón similarmente trivial. Era un riesgo calculado de su parte que podría resultar de dos maneras: al demostrar tan despiadadamente lo amplia que era la brecha entre los dos, serviría para motivar a Midoriya a esforzarse todavía más en llegar a su nivel, o desmoralizaría al chico al punto que se daría por vencido totalmente. Sin embargo, dado lo que sabía de su amigo de pelo verde, Gohan tenía la certeza de que este le respondería de manera apropiada. Con este pensamiento, asestó una palma precisa en el pecho de Midoriya, cargada con el mínimo de ki, y luego retrocedió mientras el chico colapsaba de rodillas.

- ¿Tuviste suficiente? – inquirió tranquilamente.

- ¡No! ¡Puedo continuar! – replicó Midoriya, levantándose de nuevo y limpiándose las gotas de sudor de la frente.

- Vamos a verlo entonces. – dijo Gohan, incitando a su compañero de entrenamiento a venir por él con un gesto de la mano.

Con un fuego ardiéndole en los ojos, Midoriya se lanzó a la carga, demostrando una velocidad impresionante a pesar de su estado exhausto. Desafortunadamente para él, su coraje no sirvió de nada; en el segundo en que se puso a tiro, Gohan le acertó una patada a la parte media del torso que lo hizo desplomarse como un trozo de papel.

Antes que Midoriya terminara cayendo, Gohan se adelantó y lo atrapó sujetándolo con el brazo por el pecho. – ¿Ahora sí fue suficiente? – preguntó el híbrido saiyajin, permitiéndose una sonrisa.

Midoriya exhaló profundamente y miró a Gohan a través de unos ojos entreabiertos. – Sí... creo que ahora sí ya tuve. – murmuró. Gohan se rio y ayudó al peliverde a enderezarse.

- Tienes un espíritu fuerte, pero tienes que conocer y respetar tus límites. – le aconsejó. – Esforzarte más allá de tu capacidad no te hará favores a la larga. Tienes que darle a tu cuerpo suficiente tiempo de descanso.

Midoriya se tambaleó mientras intentaba permanecer de pie, pero después de unos segundos se sometió ante las demandas de su cuerpo y se desplomó de sentón, jadeando pesadamente. – Cielos, estoy exhausto. – dijo casi sin aliento. – Creí tener buena estamina, pero esto... esto es totalmente diferente.

- Tu estamina es impresionante. – concedió Gohan sentándose de piernas cruzadas frente a su amigo. – Pero en una pelea se gasta mucha más energía que corriendo. Como cualquier otra actividad física, te acostumbrarás con el tiempo mientras sigas practicando.

- Supongo. – murmuró Midoriya. Dejó salir un profundo respiro y fijó sus ojos esmeraldas en los ónix de Gohan. – De verdad me pateaste el trasero, Son-kun.

Gohan soltó una risita nerviosa y se rascó detrás de la cabeza. – Sí... perdón por eso.

- No, está bien, me alegra que lo hayas hecho. – exclamó Midoriya, adoptando una mirada de determinación en su cara cubierta de pecas. – Me hizo ver lo mucho que me falta por recorrer.

Gohan no pudo evitar sonreír al oír su admisión. – Me alegra escucharlo, porque todavía tenemos mucho trabajo por hacer.

- Soy todo oídos. – declaró Midoriya dándole al híbrido saiyajin toda su atención. Gohan se aclaró la garganta antes de ponerse serio.

- Muy bien, lo primero que quiero señalar es tu estilo de combate.

- ¿Mi e-estilo de combate? – repitió Midoriya, mirando brevemente a All Might, que también se veía extrañamente serio.

- Sí, tu estilo de combate. – afirmó Gohan, decidiendo ser directo. – No va contigo en absoluto. Intentas pelear como si fueras una montaña de músculos de dos metros y medio cuyo único enfoque es superar a sus enemigos a pura fuerza bruta. Ahora, aunque eso puede ser efectivo si tuvieras la constitución para hacerlo, o si estuvieras peleando contra alguien más débil, te deja en seria desventaja si peleas contra que es igual de fuerte que tú.

Midoriya se sonrojó profundamente, volviendo a desviar la mirada hacia All Might. Esta vez, sin embargo, el héroe legendario también pareció adoptar una ligera expresión de vergüenza. Gohan les echó a ambos una mirada, antes que la conexión finalmente lo golpeara en la cabeza y arqueara las cejas divertido. – "Ajá, eso lo explica todo."

- Y b-bien, ¿q-qué sugieres? – tartamudeó Midoriya. Gohan se frotó el mentón pensativo.

- Bueno, no creo que pueda enseñarte artes marciales, ya que yo tampoco tengo un estilo definitivo. – reveló. Ante la mirada sorprendida de su amigo, el híbrido saiyajin le sonrió. – Mira, sé que suena raro, pero así son las cosas. Yo siempre... lo he hecho a mi manera. Con todo el entrenamiento se volvió una segunda naturaleza, a pesar de que nunca estudié en ninguna escuela de artes marciales.

- Entonces... ¿estás diciendo que debería encontrar mi propio estilo? – preguntó Midoriya.

- Exactamente. – exclamó Gohan. – Tal vez leer sobre algunos estilos de artes marciales, probarlos, ver qué va contigo y qué no. Tienes muchas opciones.

Midoriya pareció sentirse algo abrumado por el pensamiento, pero después de unos segundos, su expresión se tornó seria. – Lo haré. – declaró firmemente.

- ¡Excelente! – sonrió Gohan. – De momento, continúa fortaleciendo tu cuerpo como lo has estado haciendo, ya que eso te ayudará con cualquiera que sea el estilo de combate que termines aprendiendo, y te hará más fácil sacar más del poder te tu Quirk. Tal vez deberías conseguirte algo de ropa pesada también. – sugirió después de pensarlo. – Nunca la he utilizado, pero conozco a algunas personas que sí, y tienen resultados excelentes.

- Veré qué puedo conseguir. – declaró Midoriya.

- ¡Grandioso! Bueno, eso ya cubre todo lo que quería hacer hoy. – anunció Gohan. – ¿Qué tal si pasamos el resto de la sesión de hoy meditando? Normalmente te diría que intentáramos otro asalto, pero estás muy golpeado. Sin ofender.

- No me ofendo. – se rio Midoriya, estirando sus brazos y sintiéndose más cómodo en el suelo. – La meditación suena bien. Gohan sonrió y se sentó de nuevo frente al peliverde.

- Hagámoslo entonces. Recuerda mis instrucciones: respira por la nariz y exhala por la boca, despeja tu mente de todo pensamiento errante con cada exhalación...

...

Gohan abrió los ojos de golpe cuando un penetrante pitido le perforó los tímpanos. Gruñó con incomodidad antes de rastrear el ruido hacia la fuente, que resultó ser un muy avergonzado All Might.

- ¡Whoops! ¡Perdón por eso, muchachos, pero parece que debo marcharme! ¡El deber llama! – anunció el héroe legendario, soltando una atronadora carcajada mientras se ponía de pie de un salto. – ¡Excelente trabajo hoy, joven Son! ¡Debes de sentirte excepcionalmente orgulloso de tus esfuerzos!

Gohan se sonrojó por el halago. – Gracias, All Might-sensei.

- Lo mismo para ti, joven Midoriya. – continuó All Might. – ¡Si continúas de este modo, no tengo duda de que tu entrenamiento finalmente dará sus frutos!

- G-gracias, All Might. – tartamudeó el peliverde.

- ¡Y con eso, muchachos, me despido! ¡Hasta pronto!

Gohan observó con una sonrisa divertida cómo All Might se iba como si saltara sobre un trampolín. Sus ojos se fijaron en un bulto en la espalda de su traje, y un pequeño libro que sobresalía de uno de sus bolsillos. De inmediato arqueó la ceja; ¿acaso All Might estuvo tomando notas todo el tiempo?

- Creo que eso significa que nosotros también deberíamos irnos. – dijo Midoriya con un deje de tristeza, interrumpiendo los pensamientos del híbrido saiyajin. – Me estaba divirtiendo.

- Lo hiciste muy bien para ser el primer día. – dijo Gohan sonriendo a su amigo. – Tómate el día libre mañana, y seguiremos donde nos quedamos el martes después de la escuela, si podemos conseguir a otro profesor que nos supervise.

- ¡Suena a un buen plan! – exclamó Midoriya.

Curioso de ver qué hora era, Gohan sacó su teléfono y presionó el botón "Home". Al ver que ya eran las 3:30, sus ojos por poco se salen de sus cuencas. – ¡Oh diablos!

- ¡S-Son-kun! ¡¿Qué sucede?! – tartamudeó Midoriya por el repentino arranque del híbrido saiyajin.

- Nada de lo que debas preocuparte. – le aseguró con una sonrisa temblorosa. – Es solo que acabo de recordar que tengo que ir a otra parte y rápido. ¡Nos veremos mañana!

Y sin esperar respuesta, Gohan encendió su ki y salió disparado hacia el aire. Una vez que se encontró bien encima de la ciudad, justo debajo de las nubes, incrementó su poder todavía más y voló como un cohete hacia su apartamento de Tokio con la fuerza de un estallido sónico.

El viaje a casa fue corto, igual que la subsiguiente ducha y sesión de vestirse; la supervelocidad tenía sus usos fuera de las batallas.

Aun así, a pesar de llevar buen tiempo, considerando todas las cosas, Gohan no pudo evitar gruñir mientras se colocaba un par de jeans para complementar su camiseta blanca. Desde que tuvo el infortunio de ponerse unos jeans por primera vez, odiaba tener que usarlos.

Podría soportarlo para ocasiones especiales, ya que eran prácticamente un requerimiento para cualquier salida social (a menos que quisieras destacar, y eso él no lo quería) pero nunca resultaba una experiencia agradable. Siempre se le hacían incómodos, y detestaba cómo le restringían su movilidad. Prefería mucho más la simplicidad, el confort y la flexibilidad que le daban los pantalones para correr y los de sus gis.

Una vez que terminó de vestirse, se echó un breve vistazo en el espejo y juzgó su apariencia de adecuada. Se colocó sus zapatillas deportivas y saltó fuera de su balcón, saliendo disparado hacia Musutafu por segunda vez esa tarde.

Aterrizó en un callejón alejado a menos de una cuadra del Cinema Cerollian con quince minutos de ventaja, y tranquilamente se dirigió hacia el edificio con las manos en los bolsillos. Era un lugar de aspecto clásico y tamaño impresionante, con paredes rojas y un aviso electrónico rotativo encima de la entrada. Una enorme multitud se había reunido afuera de la puerta del frente, pero no podía ver a Ashido en ningún lado entre ellos.

Imaginándose que lo mejor que podía hacer era esperar, Gohan encontró un lugar a pocos metros de la masa de visitantes emocionados y se apoyó contra la pared, para luego sacar su teléfono empezando a curiosear por una app de noticias. Solo le llevó unos segundos antes de encontrar un título de artículo que captó su atención.

- "Notable vigilante desdibuja la línea entre heroísmo y villanía." – leyó dentro de su cabeza, incapaz de evitar rodar los ojos. – "Cielos, me pregunto de quién estarán hablando."

Gohan había leído suficientes de estos artículos en el pasado como para saber exactamente de qué se trataban... y aun así no pudo evitar clickear en el link.

A seis años de su primera aparición, la Mancha Dorada continúa dividiendo la opinión, algo que parece improbable que vaya a cambiar en un futuro cercano.

Siempre que alguien lanza críticas contra el misterioso vigilante, sus más ardientes seguidores citan continuamente a cuántos criminales ha puesto tras las rejas, y usan eso como prueba de que la Mancha es una fuerza del bien.

Estas declaraciones sí tienen algo de mérito; la Mancha ha sido en efecto responsable de numerosos arrestos a través de los años, y nadie duda que sus contribuciones son una de las razones por las cuales el crimen ha bajado no menos de un 40% desde que la Mancha hizo acto de presencia.

Sin embargo, por todo el bien que ha hecho, la Mancha sigue siendo una variable desconocida en la cual no se puede confiar, y solo hay que observar el historial médico de las víctimas de la Mancha para llegar a esta conclusión.

Aunque muchos héroes profesionales con licencia a menudo trabajan con la policía para someter y arrestar a los villanos, el modus operandi fuera de la ley de la Mancha es incapacitar a sus objetivos con un excesivo uso de la fuerza bruta (usualmente al punto de dejarlos inconscientes) y dejarlos para que la policía los encuentre y los arreste.

Esto ha llevado a muchos a decir que alguien incapaz de contener su propia fuerza jamás debería...

- ¿Qué tanto lees?

Gohan se sobresaltó al oír la voz, sin darse cuenta arrojando su teléfono al aire. Con los ojos cómicamente muy abiertos tuvo que estirar la mano para coger el dispositivo, logrando recuperarlo antes de que saliera volando demasiado lejos. Evitada la crisis, se dio la vuelta para ver quién lo había sorprendido, solo para encontrarse a una chica de piel rosada sonriéndole de manera traviesa en su dirección.

- ¡Ashido! ¡Hey! – la saludó, moviendo la mano por instinto hacia detrás de su cabeza. Ashido parecía muy divertida.

- Buena atrapada. Perdón por haberte asustado.

- Ahh, no te preocupes por eso, debí haber estado más alerta. – respondió Gohan, soltando una risita nerviosa. – Estaba tan concentrado viendo estas noticias aburridas que no puse atención a mi alrededor.

Ashido se alejó y se puso las manos detrás de la espalda, moviéndose suavemente de lado alado. – Entonces qué bueno que llegué cuando lo hice.

- Sí... – Ahora que ya se había calmado lo suficiente, Gohan pudo echarle una buena mirada a su compañera de clases. Llevaba puesta una camiseta negra con la imagen de una criatura que tenía un aterrador parecido con la tercera forma de Freezer estampada en el frente. Complementando su top llevaba un par de shorts cortos de tela vaquera y zapatillas deportivas blancas.

Gohan se detuvo un momento para ver las largas y bien formadas piernas de Ashido, y alcanzó a ver en ella una notable musculatura delgada pero fuerte en sus caderas y pantorrillas, denotando su condición atlética y lo bien que cuidaba de su cuerpo. Tragó saliva y se forzó a mirarla a los ojos.

- Te ves bien. – le dijo finalmente. La chica se rio alegremente, y sus mejillas adoptaron un tinte de rosa más oscuro.

- Gracias, Son. Tú también. – replicó ella, haciéndolo sonrojas.

- Y bien, umm, ¿qué película vamos a ver? – le preguntó, esperando cambiar el tema antes que las cosas se pusieran algo raras. Ashido abrió los ojos de golpe.

- Oh, es verdad, se me olvidó decirte. Vamos a ver La Mancha: El Origen.

Gohan se puso rígido. ¿Acaso sus oídos le estaban jugando trucos? – Discúlpame, ¿qué dijiste?

- Dije que vamos a ver La Mancha: El Origen.

- La Mancha... ¿El Origen? – repitió con algo de trepidación. – No te estarás refiriendo a la Mancha Dorada, ¿verdad?

- ¡Esa misma! – dijo Ashido alegremente.

- Pero... espera... ¿qué? ¿La Mancha tendrá una película? ¿Cómo? ¡Si nadie sabe nada sobre la mancha! – tartamudeó Gohan. ¿Realmente estaba pasando eso?

- Bueno, sí, pero esa es parte de la diversión. – replicó Ashido alegremente.

Gohan se frotó las sienes cansinamente. En verdad estaba sucediendo. – Eso lo entiendo, supongo. Pero aun así... ¿una película de verdad?

- La película es solo la cereza del pastel. – comentó Ashido con una gran sonrisa. – La fiebre por la Mancha Dorada ahora está en su cúspide.

- ¿De qué manera? – preguntó Gohan lentamente, tratando de suprimir la sensación de mariposas en su estómago. Ashido pareció sorprenderse genuinamente.

- ¿De verdad no lo sabías? – Ante la negación del híbrido saiyajin, le sonrió amablemente. – La Mancha está por todos lados estos días, Son, especialmente en el internet. Hay páginas de fanáticos en las redes sociales, cuentas de twitter sobre avistamientos de la mancha, videos de teorías conspiratorias, fanarts, fanfiction, literalmente sitios de fans con cientos de miles de seguidores... de todo.

Gohan no lo podía creer. – ¡¿Fanarts?! ¡¿Fanfiction?! – Aunque intentaba aparentar calma por afuera, por dentro su mente iba a millón. – ¡Pero... si nadie sabe qué aspecto tiene la Mancha!

- Eso no impide a la gente ponerse creativa. – remarcó Ashido suspirando con ensueño.

Gohan respiró profundo, tratando de enmascarar lo atónito que estaba por las revelaciones. Se había acercado demasiado a permitir que sus emociones se apoderaran de él, algo que no podía permitirse al discutir sobre su alter ego. – Vaya, no tenía idea.

- Puedo verlo. ¿Es que no te agrada la Mancha o algo? – cuestionó Ashido.

- Al contrario, soy un gran fan de su trabajo. – admitió Gohan. Se sentía raro referirse a sí mismo en tercera persona. – Solo que nunca me interesé en el lado del fandom. Me imaginé, si la Mancha prefiere que lo dejen en paz, deberían respetar su privacidad.

Ashido se frotó el mentón, al parecer pensando en sus palabras. – Wow, nunca lo pensé de esa forma. Entiendo de dónde vienes, pero al final del día, todo es diversión y juegos. – razonó. – La gente que hace estas cosas de verdad les encanta la Mancha. Solo quieren mostrarle su aprecio de la única manera en que pueden. Estoy segura que a la Mancha no le molestará eso.

- Pues... supongo que tienes razón. – concedió Gohan luego de pensarlo detenidamente.

Ahora que lo pensaba mejor, definitivamente podía ver de dónde venían esas personas. Todavía se sentía muy raro con toda la cosa, pero Ashido tenía un buen punto. Además, se sentía bien ser apreciado de una manera no tan escalofriante, como ese extraño club de fans que descubrió con Satou. Todavía no tenía ganas de acercarse a ningún fanart o fanfiction sobre la Mancha, pero ya no le molestaba tanto su existencia.

Con ese pensamiento en mente, Gohan sonrió. – No, definitivamente tienes razón. Un poco de diversión sana e inocente nunca le hace daño a nadie.

Podría haber jurado que vio que el labio de Ashido se curvaba a la mención de la palabra "inocente", pero fue tan sutil que seguramente fue su imaginación. – Me alegra que hayas cambiado de opinión. – dijo sonando muy satisfecha consigo misma. – Como sea, ¿entramos ya?

- Claro. – replicó Gohan.

De inmediato siguió a su amiga hacia el lobby del cine, que estaba tan repleto de gente como afuera. La mayoría de ellos parecían ser de su edad o más jóvenes, con algunas personas de mediana edad esparcidas entre la multitud. Sus ojos se detuvieron en el bar de golosinas situado al otro lado de la sala, y su estómago soltó un fuerte rugido. Las mejillas de Gohan se tornaron del mismo tono que la piel de Ashido, haciendo que la chica se riera de la escena.

- Cielos, Son. ¿Mucha hambre? – dijo juguetonamente.

- Solo un poco. – murmuró él, rascándose detrás de la cabeza. – Es que, uhh, me acabo de dar cuenta que olvidé comer algo antes de venir. – Afortunadamente no parecía que nadie más lo hubiera oído, ya que el ruido fue ahogado por la cantidad de gente por toda el área.

- Pobrecillo. – Ashido hinchó las mejillas. – ¿Y qué vas a hacer?

- Ir al bar de golosinas, claro. – replicó Gohan. – Vamos, aprovechemos que no hay nadie en la fila.

Él híbrido saiyajin se llevó a Ashido al mostrador, detrás del cual había un adolescente con la cara llena de acné. – ¿Qué puedo servirte? – preguntó el empleado, con la voz algo quebrada.

- ¿De qué tamaño tienen las palomitas de maíz más grandes? – inquirió Gohan. El empleado parpadeó.

- Eso sería una bolsa de basura.

Gohan se rascó la mejilla. Aunque sería una cantidad adecuada de palomitas para él, no le gustaba la idea de sacarla de una bolsa de basura llena de comida. Eso atraería demasiada atención innecesaria y avergonzaría a Ashido por asociación. – ¿Cuál es la segunda más grande?

- Ese sería el jumbo dumbo. – respondió el empleado. Metió la mano debajo del mostrador y sacó lo que parecía un balde de cartón tan largo como su brazo, colocándolo a la vista. Gohan sonrió.

- ¡Perfecto! ¡Quiero dos! – Se volvió hacia Ashido. – ¿De qué tamaño quieres las tuyas?

La chica se sorprendió por la repentina pregunta, pero se recuperó rápidamente y negó con la cabeza. – Oh, estoy bien así, gracias. Yo ya comí.

- ¿Segura? – la sonrisa de Gohan se apagó un poco. – Quiero decir, tú ya pagaste los boletos, me sentiría mal si no contribuyo algo también.

- Está bien, Son. – Ashido suavizó su cara. – De verdad.

Gohan frunció los labios. – Por lo menos déjame comprarte una bebida.

Luego de unos segundos de contemplación, Ashido suspiró dramáticamente y le echó una sonrisa. – Está bien, tú ganas. Quiero una soda cremosa, tamaño mediano.

- Grandioso. – sonrió Gohan. – Una soda cremosa mediana, y para mí la Coca-Cola más grande que tengan. – le dijo al empleado del cine, que resopló con lo que parecía ligera irritación mientras anotaba su orden. Un minuto después, dejó la comida y las bebidas sobre el mostrador.

- Serán 2.700 yenes. – declaró.

Gohan entregó el monto requerido y cogió los dos baldes de palomitas, apilándolos uno encima del otro. Viendo que tenía las dos manos ocupadas, Ashido recogió las bebidas. Luego de eso dejaron el bar y se dirigieron al área principal en el lobby.

- De verdad te encanta comer, ¿verdad? – preguntó la chica.

- Siempre. – admitió Gohan con una ligera risita. – Además, solo he ido al cine dos veces, así que esto sigue siendo una experiencia algo nueva para mí.

- ¡¿En serio?! – jadeó Ashido. – ¿Solo dos veces? ¿Has estado viviendo bajo las piedras o algo?

- Casi, pero no del todo. – replicó Gohan. – Ambas veces fue por el cumpleaños de Satou. La primera vez invitó a toda nuestra clase, y fue... interesante, por no decir más. – La memoria le hizo dar un respingo. – La segunda solo estuvimos algunos de sus primos y yo.

- ¿Y qué vieron? – preguntó Ashido.

- Bueno, la primera vez fue una película en 3D para niños, sobre un niño espía que se infiltraba en un videojuego virtual para salvar a su hermana. – Ante la cara de incredulidad de la chica, Gohan asintió. – Sí, fue tan mala como suena. Aunque la segunda vez sí fue divertida. Vimos All Might en Nueva York.

- Ohh, he escuchado de esa. – Los ojos de Ashido se iluminaron al reconocerla. – ¿No fue vapuleada por la crítica y terminó siendo una bomba en la taquilla?

Gohan sonrió. – Oh, no me malentiendas, fue una película absolutamente terrible, pero es una de esas que son tan malas que son buenas. A veces, ese tipo de películas son las más entretenidas de ver.

- Hey, eso no se discute. – declaró Ashido. – Yo misma ya he visto mi cuota de películas malas y las disfruté por lo que son. También son divertidas a su manera.

- Qué bueno que estamos en la misma página. – remarcó Gohan. Ashido se rio.

- Estoy de acuerdo. En fin, ¿entramos? Me parece que el cine va a estar repleto, así que más vale agarrar nuestros asientos rápido.

- Suena bien. – dijo Gohan estando de acuerdo. – Por cierto, ¿dónde nos sentaremos?

- Atrás, por supuesto. – replicó Ashido con una sonrisa traviesa. – Los mejores asientos de la casa.

- ¿Por qué? – se rio Gohan. – ¿Ahí es donde se sientan los chicos geniales?

- ¡Ya lo sabes! – dijo Ashido alegremente. – Vamos, deprisa.

La chica lo guio más adentro del cine, donde un empleado escaneó sus boletos y los dirigió hacia su sala designada. Al entrar, se sentaron en la última fila y esperaron a que el lugar se llenara. Gohan colocó uno de sus baldes de palomitas entre sus pies, y el otro en su regazo. Se zampó algunos puñados de comida en la boca y empezó a masticar, encontrando el gusto bastante agradable, aunque algo salado. El crujir de las palomitas entre sus dientes también era extrañamente satisfactorio por alguna razón.

- ¿Segura que no quieres un poco? – dijo inclinando el balde hacia Ashido. La chica frunció la cara por un momento, como si estuviera en guerra consigo misma, antes de suspirar con resignación.

- Oh, está bien. – Agarró un puñado de palomitas y empezó a comerlas una por una. – ¿Contento? – le preguntó echándole una falsa mirada fulminante.

- Inmensamente. – replicó Gohan sonriéndole. – Compartir es amar después de todo.

Ashido se ahogó con el comentario, pero logró aclararse la garganta con un trago de soda. – C-cállate, grandísimo idiota. – tartamudeó, aunque él logró detectar el humor en su tono.

Gohan se rio mientras se reclinaba en su asiento. Se echó unos pocos puñados de palomitas más, pero no exageró: quería que le quedara suficiente para pasar toda la película. Presentía que las iba a necesitar.

Rápidamente, el cine comenzó a llenarse, y la gente entró a la sala en oleadas. Tal como Ashido predijo, habría casa llena.

- Whoa, ¿ese de allí no es Bakugou? – dijo de pronto la chica de piel rosa.

- ¿Qué? – exclamó Gohan. Miró hacia donde su amiga señalaba, y sorpresa, allí estaba la bomba andante y temperamental de la clase 1-A, abriéndose paso entre los asientos del centro, y con su disposición tan alegre como siempre. El híbrido saiyajin gruñó y se hundió más en su asiento, ocultando la cara tras sus palomitas. – ¡Diablos, tienes razón! Ugh... no quiero tener que lidiar con ese patán y su mala actitud ahora.

Para sorpresa de Gohan, Ashido cogió un puñado de palomitas y se las arrojó al objeto de su ira. Él observó, pasmado, cómo el pequeño montículo de comida volaba por el aire como un misil teledirigido y golpeaba a Bakugou en la sien. El volátil rubio soltó un gritillo poco característico suyo, antes de contorsionar su rostro en una mirada de pura rabia mientras su cabeza se volteaba hacia la audiencia buscando al responsable. Para darle crédito, no alzó la voz ni empezó una escena, pero si las miradas mataran, podría ir a juicio por asesinato en masa.

Y afortunadamente para Ashido, era igual de rápida que de astuta, y se las arregló para mover la cabeza al lado de la de Gohan en el instante que su misil dio en el blanco. Suerte para ellos que su gigantesco balde de palomitas era lo bastante grande para esconderlos a ambos de la vista.

- ¿Por qué hiciste eso? – le preguntó con los ojos muy abiertos, todavía sorprendido de lo que acababa de presenciar. Ashido se rio.

- Porque es divertido, y no me digas que no piensas igual. – Luego se enfurruñó. – Aunque debo admitir que estoy algo decepcionada con su reacción. Esperaba que explotara y perdiera el control.

Gohan resopló, pero no pudo suprimir una sonrisa. – Está bien, lo admito, eso fue divertido... pero aun así, ¿qué tal si nos hubiera visto?

- Quién sabe. – Ashido se encogió de hombros, con una amplia sonrisa traviesa. – El punto es, no nos vio, así que estamos bien.

Gohan suspiró, pero se rio entre dientes. Esa era una manera de verlo. Espió ligeramente fuera de su escondite, y le dio gusto notar que Bakugou no se veía por ninguna parte. Soltando un suspiro de alivio, se enderezó y volvió a enfocar su atención en la pantalla, que había empezado a reproducir los trailers.

Una vez que estos concluyeron y pasaron los créditos iniciales, la pantalla hiso transición para mostrar un meteoro volando por el espacio hasta estrellarse contra la Tierra, creando un cráter de proporciones colosales. Cuando el polvo de la colisión se aclaró, la cámara reveló una gran mansión.

Gohan frunció el cejo mientras la escena pasaba frente a sus ojos. Todo eso le resultaba extrañamente familiar...

Poco después del impacto, un hombre y una mujer de ropas elegantes salieron corriendo fuera de la mansión para ver el desastre, y descubrieron un bebé que lloraba y con aspecto exactamente igual al de un humano. Luego que la mujer se lamentó por su incapacidad de tener hijos, ella y su esposo decidieron adoptar al pequeño, dándole el nombre Sora.

Gohan soltó un profundo suspiro. Con razón le resultaba familiar. ¿Los productores no podrían haber sido más obvios?

Lo que siguió después fue un montaje que mostraba a Sora creciendo como cualquier chico normal de una familia rica. Sin embargo, a pesar de ser muy querido por sus padres adoptivos, jamás pudo encajar con los ricos y privilegiados, lo que resultó en sufrir mucho de acoso en la escuela.

El montaje terminó mostrando a un Sora adolescente corriendo detrás de un autobús escolar mientras sus compañeros se reían de él desde el vehículo, y el conductor también se unía a la acción. La inútil persecución continuó hasta que un rayo cayó del cielo y lo dejó inconsciente.

Numerosos gritos resonaron en la audiencia, y hasta Gohan fue tomado desprevenido. Sin embargo, el shock rápidamente se tornó en incredulidad cuando los engranes de su cabeza echaron a andar. No irían a llegar TAN lejos... ¿o sí?

Al final, resultó que sí lo hicieron.

Luego que Sora despertó de un coma que duró tres meses, descubrió que había obtenido superpoderes, y ahora podía correr muy rápido dejando una mancha dorada a su paso. También descubrió que sus padres habían sido asesinados por unos asaltantes.

Este trágico incidente tuvo un profundo efecto en el joven Sora, culminando en su decisión de convertirse en un vigilante para vengarse de los asesinos de sus padres.

Gohan gruñó mientras cogía otro puño de palomitas y empezaba a comer. Una mirada rápida hacia Ashido por la esquina del ojo mostró que estaba profundamente inmersa en lo que pasaba en la pantalla. – "Bueno, por lo menos ella lo está disfrutando."

(--0--)

Después que terminó la película, Gohan y Ashido se quedaron un rato más mientras los demás espectadores se marchaban, ya que no querían arriesgarse a toparse con Bakugou entre la multitud. Ya sin moros en la costa, eventualmente salieron del cine, y encontraron un lugar cerca del edificio donde podían charlar sin ser molestados.

- Y bien... ¿qué te pareció? – inquirió Ashido, mirando expectante a Gohan.

El híbrido saiyajin suspiró. – Esa fue la película más estúpida que jamás haya visto.

- Bueno sí, fue muy estúpida, ¡pero no fue tan mala! – dijo Ashido con una risita.

- Estaba llena de clichés, reciclando pedazos de todas las películas importantes de superhéroes que se han hecho, y la historia fue espantosa. – dijo Gohan duramente. – Si la Mancha Dorada viera esto, seguro se sentiría muy insultado.

- Auch. – Los ojos de Ashido se abrieron de sorpresa. – Y yo creyendo que te gustaban las películas malas.

- Esta no fue una de esas películas tan malas que son buenas. – la corrigió Gohan. – Esta es una de esas películas tan malas que son basura. – Suspiró y le sonrió a su amiga. – Como sea, discúlpame si estoy siendo demasiado negativo. De verdad te agradezco que me hayas invitado a verla contigo. Tal vez la película haya sido pésima, pero me divertí. – Eso no era mentira; definitivamente disfrutó de la experiencia.

- ¡Naww, que me haces sonrojar! – murmuró tímidamente Ashido, evitando su mirada. – También me divertí mucho. Eres un chico muy interesante, Son.

- Me halagas. – replicó Gohan, ligeramente avergonzado por el cumplido. Ese no era uno que hubiese recibido antes.

- Hey, ya que no es tan tarde, ¿quieres que hagamos algo más? – preguntó de repente Ashido, con la voz más queda de lo usual.

- Claro. – respondió Gohan. Tampoco tenía planes, y pasar más tiempo con la chica de piel rosada sonaba bien. – Pero no sé qué más podemos hacer. No conozco mucho de la ciudad, aparte de algunos lugares donde ir a comer.

- ¿Por qué no vamos al parque de diversiones? – sugirió Ashido, volviendo a su usual actitud alegre.

Gohan arqueó una ceja. – ¿Hablas de la Mega Montaña? ¿Ese que está a unas cuadras de la escuela?

- ¡Ese mismo!

- Me encantaría, pero ahora mismo está cerrado por reparaciones. – reveló Gohan con una sonrisa triste.

- ¿Qué? – Como si acabaran de darle a un interruptor, la sonrisa de Ashido se apagó totalmente. – ¿Por qué?

- Un enorme grupo de criminales se apoderó del parque ayer, y trataron de pedir un rescate millonario al dueño. – explicó Gohan, recordando cuando escuchó a la policía hablando al respecto. – Los capturaron, pero ya habían hecho mucho daño a las atracciones, así que ahora las están reparando.

- ¡¿En serio?! ¡Aww diablos, eso apesta! – gimió Ashido cruzando los brazos furiosa. – ¿Alguien salió malherido?

- Solo los malos. – dijo Gohan. – Por fortuna no hubo inocentes heridos. – Él se aseguró de ello.

- Bueno, por lo menos algo bueno salió de eso. – gruñó Ashido. – Aun así, de verdad es un fastidio. Esta semana ha sido super activa, y esperaba poder ir a la Mega Montaña contigo.

- Lo sé, también estoy molesto. Uno pensaría que con la cantidad de héroes que hay aquí, los criminales se lo pensarían dos veces antes de romper la ley. – murmuró Gohan, entrecerrando los ojos ligeramente. – Pero hey, al menos el parque estará de vuelta funcionando eventualmente. Podemos ir a visitarlo cuando lo arreglen.

- Sí, tienes razón. – concedió Ashido encogiéndose de hombros. – Mejor tarde que nunca, supongo.

- Me alegra oír eso. – sonrió Gohan. – Mientras tanto, ¿por qué no vamos a caminar? Musutafu es un lugar muy grande. Seguro debe haber algo divertido que podamos hacer por aquí.

Ashido instantáneamente se animó. – Eso suena bien. Me gusta explorar la ciudad. – dijo emocionada.

Feliz de haberle hecho recuperar su buen humor, Gohan siguió caminando por la acera, y Ashido rápidamente se puso junto a él. Mientras caminaban, no pudo evitar echarle algunas miradas a la chica. Eventualmente, esta se dio cuenta y le sonrió de manera traviesa.

- ¿Ves algo que te guste, Son?

Gohan se sonrojó al darse cuenta que lo pillaron mirando. – Lo siento, es solo que hay algo que quería preguntarte desde hace rato.

- ¿Oh? ¿Y de qué se trata? – inquirió Ashido, de pronto poniéndose seria,

- ¿De qué es el dibujo que tienes en tu camiseta? – le preguntó Gohan. La chica se quedó viéndolo en shock por unos segundos, hasta soltar una amplia sonrisa.

- ¿Era eso? ¿Eso era lo que querías preguntar?

- Sí... – replicó Gohan lentamente. ¿Habría dicho algo malo?

- Es un xenomorfo de las películas Alien. – le explicó Ashido amablemente. – ¿Has oído de ellas?

- No puedo decir que sí. – admitió Gohan, intrigado. Ahora que lo pensaba, parecía apropiado que Freezer se pareciera a un personaje de películas.

Ignorante de su monólogo interno, Ashido se quedó congelada por la revelación y lo miró como si le hubiera salido otra cabeza. – ¡¿Quéeeeeeeee?! ¡Chico, estás totalmente perdido!

Gohan se rio. – Satou me lo dice sobre muchas cosas. ¿Imagino que es sobre alienígenas?

- Cielos, ¿qué me delató? – dijo sarcásticamente Ashido, rodando los ojos. – Pero ya en serio, tienes que ver al menos la primera película. Es una épica historia de horror sobre la tripulación de una nave espacial accidentada, perseguida por un terrorífico alienígena que sin darse cuenta metieron a bordo.

- Ahh, eso lo explica. – remarcó Gohan. – Nunca me han gustado mucho las películas de horror.

Ashido sonrió. – ¿Qué pasa, Son? ¿Te dan mucho miedo?

- Lo opuesto, de hecho. – se rio Gohan. – No me dan miedo en absoluto, así que la mayoría del tiempo me parecen aburridas.

No estaba fanfarroneando; ahí estaba siendo totalmente honesto. Ningún monstruo de las películas que hubiera visto en televisión podría invocar una fracción del terror que él había sentido cuando luchó por su vida contra Freezer y Cell. Esos dos sí eran fuentes de pesadillas legítimas, lo cual solo era exacerbado por el hecho de que eran amenazas reales y tangibles. Aunque ya estuviesen muertos, las memorias que lo atormentaban de los conflictos contra ellos siempre encontraban la manera de salir de su subconsciente a cada tanto.

Ashido parpadeó, observándolo de manera contemplativa. – Sí te creo. No me pareces del tipo de chico que mentiría para parecer genial... aunque no es que tengas que hacerlo.

Tosió ligeramente y se encogió de hombros, mientras Gohan se sonrojaba ligeramente. ¿Había escuchado bien?

- Bueno, como sea. Si el horror no es lo tuyo, tal vez te guste la secuela, Aliens. – continuó la chica. – Es sobre un equipo de marines espaciales que atacan un planeta lleno de alienígenas de la primera película. Tiene mucho gore, acción y escenarios épicos, el tipo de cosas que le encantan a los fanáticos de las películas de acción.

Gohan se frotó la barbilla. Aunque no era el mayor fan de las películas de acción centradas en disparos (prefería las de artes marciales) lo del escenario espacial captó su curiosidad. – ¿Es buena? – le preguntó.

- Las dos, Alien y Aliens son clásicos cada una a su manera. – dijo Ashido. Luego suspiró y miró a la distancia con aire nostálgico. – Por desgracia, la serie se fue a pique después de eso. Alien 3 fue bastante mala, pero las que siguieron después fueron... – Se llevó la mano a la boca, lo que bastó para dar a entender su punto. Gohan asintió.

- Muy bien, creo que añadiré Aliens a mi lista. ¿Y por qué no?, tal vez decida ver Alien también, ya que la recomiendas tanto.

Eso sacó a Ashido de su depresión. – ¿Tienes una lista? – preguntó sonando intrigada.

- Claro. – admitió Gohan con una risa ligera. – Tuve que hacer una eventualmente, con todo lo que Satou me atormentaba para ver algunas de las películas o shows de televisión que le gustaban. Ese sujeto es bastante persistente cuando quiere algo.

La boca de Ashido se curvó en una sonrisa emocionada. – Te tomo la palabra entonces. Mejor todavía, deberías venir a visitarme en mi casa para que las veamos juntos.

Gohan casi dio un paso en falso, pero se recuperó al instante. Nunca había visitado la casa de una chica, y el prospecto de ir allá le resonó unas cuantas alarmas en su cabeza, De nuevo, tal vez no fuese TAN extraño. Él y Ashido eran amigos después de todo. – Suena divertido. – le dijo.

- ¡Claro que sí! – exclamó Ashido alzando su puño con excitación, haciendo que el híbrido saiyajin sonriera ante su entusiasmo. ¿Cómo podía rehusarse después de esa reacción?

Mientras los dos adolescentes continuaban caminando, con un cómodo silencio entre ellos, Gohan momentáneamente se perdió en sus pensamientos. Había sido una semana difícil, para ponerlo en términos simples. El incidente en el U.S.J. le había desordenado la mente y lo dejó en un estado más deprimido de lo que había estado en años, al punto de que no sabía cuánto le llevaría superarlo.

Pero este último día había sido un vigorizante respiro de aire fresco, que le hizo sentir rejuvenecido y con cada paso que daba, sentía que regresaba su chispa. El hecho de que un grupo de villanos había logrado encontrar una forma de manejar el poder del ki continuaría molestándolo hasta que todos estuvieran detrás de las rejas, pero podía preocuparse de eso después. Por ahora, se encontraba bastante satisfecho.

Al decidir entrenar a Midoriya, encontró otra meta a la cual aspirar, y otra actividad para distraer su mente de sus problemas. El hecho de estar ayudando a un héroe prometedor a superar un obstáculo que lo debilitaba era un plus adicional.

Al aceptar la invitación de Ashido, se dio cuenta que había personas fuera de su pequeño grupo de amigos que se preocupaban por él para ofrecerle pasar tiempo juntos. Saber que la chica de piel rosa lo encontraba "interesante" fue también un impulso al ego... aunque esas cosas no le importaban.

- ¡Hey! ¿Qué tal si vamos a un bar de karaoke? – preguntó Ashido de repente, señalando un edificio cruzando la calle. Y eso bastó para drenar todo el color en el rostro de Gohan.

- No... me siento del todo cómodo con la idea de cantar karaoke. – murmuró tímidamente.

- Ah, está bien, Son. – se rio Ashido. – Puedo entender que no te guste la idea de pararte en un escenario así. – Se frotó el mentón. – Bueno, si el karaoke no es lo tuyo, podemos ir al club nocturno de al lado. Permiten a los menores de edad la entrada hasta las ocho y media.

- Tampoco sé bailar. – admitió Gohan, dándole una sonrisa a modo de disculpa. – Perdón, es que no salgo muy a menudo, y todo esto es muy nuevo para mí.

- Hey, no te preocupes por eso. – le aseguró Ashido en un tono amable. – Vinimos a divertirnos, ¿recuerdas? No quiero obligarte a hacer algo que te haga sentir incómodo solo por complacerme.

- Gracias por entender, Ashido. Eres una buena amiga. – dijo Gohan suavemente, sonriendo con más sinceridad.

- ¡C-claro! ¡Por supuesto! – tartamudeó la muchacha, desviando la mirada. – Umm... en ese caso, ¿quieres ir a tomar un café? Conozco un buen sitio por aquí cerca adónde voy a menudo.

Gohan levantó una ceja. – ¿Un café? ¿No es un poco tarde para eso?

- ¡Nunca es tarde para un café! – exclamó Ashido con ferocidad, como si el pensamiento la ofendiera.

- Seguro muchos profesionales médicos estarían en desacuerdo. – replicó Gohan, riéndose de la imagen.

- Bahh, esos tipos tienen que relajarse un poco. – aseguró Ashido restándoles importancia con la mano. – Como sea, ¿vienes o no?

- ¿Sirven té allá? – preguntó Gohan. – El café realmente no es lo mío.

- No, pero sirven pasteles. – respondió Ashido, con el labio curvándose. – Los pasteles sí te gustan, ¿verdad?

- ¿Por qué no lo dijiste antes? – Los ojos de Gohan se iluminaron. – ¡Vamos para allá!

Ashido se rio. – ¡Pues sígueme, muchacho! – le dijo mientras cruzaba la acera.

Tras una corta caminata, los dos adolescentes llegaron al lugar: un café pequeño, un establecimiento muy acogedor que parecía ser bastante popular, si el número de personas que visitaban era algún indicio. Había una atmósfera agradable en el aire, acentuada por una relajante música de jazz.

Al entrar al café, Ashido ordenó algo llamado un latté con caramelo, y Gohan pidió una rebanada sencilla de pastel de queso. Luego de pagar sus compras, los dos se sentaron en una pequeña mesa a esperar.

- Tenías razón, este es un bonito lugar. – comentó Gohan viendo a su alrededor.

- Sí, es muy relajante. – asintió Ashido con una gran sonrisa en los labios. – Y bien, ¿estás emocionado con el festival deportivo? Seguro que patearás muchos traseros en él.

Gohan sintió que la alegría se le bajaba un poco luego que las palabras de Aizawa volvían a su mente. Había decidido que iba a participar, pues no quería enviar el mensaje equivocado a sus compañeros, pero nunca había pensado en cómo se sentía él mismo al respecto.

Sus orbes ónix se fijaron en los brillantes irises amarillos de Ashido, y vio que la sonrisa que esta tenía no se había apagado ni un poco. Ella, igual que Yaoyorozu, tenía mucha fe en sus habilidades, y esperaba que él brillase en el festival deportivo.

Frunció los labios y se rascó la mejilla. ¿Tal vez participar no sería tan malo después de todo? Dudaba que hubiese alguien lo bastante fuerte como para darle problemas, pero el prospecto de ver de primera mano lo que sus otros compañeros eran capaces de hacer le resultaba intrigante, y posiblemente hasta fuese entretenido.

Además, si quería inspirar a la gente como lo hacía All Might, tenía que sacar su nombre a la luz en algún momento. Ahora que lo pensaba más detenidamente, sería bueno recibir algo de reconocimiento como Son Gohan en vez de como la Mancha Dorada.

- ¿Son? – preguntó Ashido suavemente, con algo de preocupación en su voz.

- Yo... no estoy exageradamente emocionado, pero supongo que sí, lo espero con ansias. – admitió Gohan finalmente, con una ligera sonrisa en el rostro. Ashido soltó un suspiro exagerado de alivio.

- ¡Fiu! ¡Qué bueno saberlo! Por un segundo creí que te había roto en dos o algo así.

- Casi, pero no del todo. – se rio Gohan.

Antes que Ashido pudiera responderle, una camarera llegó con una bandeja y dejó una taza espumosa enfrente de la chica de piel rosa. – Un latté con caramelo para la señorita. – dijo antes de poner un pequeño plato enfrente de Gohan. – Y una rebanada de pastel de queso para el caballero. ¡Que disfruten de su cita ustedes dos!

El híbrido saiyajin ni siquiera prestó atención a las palabras de la camarera, pues estaba demasiado ocupado mirando atónito lo que le acababa de dar.

- ¿Son? ¿Estás bien? – preguntó dudosa Ashido. Gohan sacudió la cabeza para volver a enfocarse.

- No... no lo sé. ¿Habrán confundido mi orden? – Hundió su tenedor en el patético trozo de comida que tenía frente a él y lo levantó totalmente del plato. – ¿Se supone que los pasteles sean así de diminutos?

Ashido resopló alegremente. – Sí, ese es bastante estándar. ¿Esperabas uno grande como una caja o algo así?

- ¡N-no! – replicó Gohan, con un ligero rubor en las mejillas. – Pero con lo que costó, esperaba algo un poco más... sustancial.

La expresión de Ashido se suavizó. – ¿Algún problema?

Gohan sacudió la cabeza. – Nah, está bien. Solo es mi estómago siendo caprichoso. – Se detuvo y se rio ante lo que acababa de decir. – Como dije antes, no salgo mucho, así que es bueno saber cómo funciona el mundo, y de las maravillas del capitalismo.

- ¡Sí, exactamente! – respondió Ashido, echándose un buen sorbo de su café. – ¿El pastel al menos está bueno?

Gohan cortó un pedacito con el tenedor y probó el bocado. – Está decente. No es el mejor que haya probado, pero tampoco el peor. – Una sonrisa se formó en su rostro. – Sabes, si Satou se entera de que me estoy comiendo un pastel que él no preparó, seguro me acusará de traición.

- ¿En serio? Ustedes dos deben de ser muy cercanos, ¿no? – preguntó Ashido, entrelazando los dedos y apoyando la barbilla en ellos.

- No conoces ni la mitad. – murmuró Gohan, cogiendo otro bocado.

- En ese caso ilumíname. – pidió Ashido, con los ojos brillando de curiosidad mientras le daba al híbrido saiyajin toda su atención. – Cuéntame un poco sobre ti, Son. No conozco nada todavía, pero no tengo prisa para marcharme.

Gohan dejó su tenedor y se rascó tímidamente detrás de la cabeza. – Muy bien. Umm... ¿por dónde empiezo? Bueno, tal vez esto te sorprenda, pero no tengo una sola comida favorita...

(--0--)

Ni siquiera los fríos vientos nocturnos sirvieron para quitarle la sonrisa de la cara a Gohan mientras volaba de regreso a casa aquella noche, con un aura blanca fogosa rodeándole su veloz figura. Había pasado las últimas dos horas en el café con Ashido, hablando con la muchacha de toda clase de cosas, y se la pasó de maravilla.

Aunque sí le hizo muchas preguntas, nada demasiado personal, pero sí lo suficiente para tener una idea de la clase de persona que él era. Gohan, por su parte, descubrió algunos nuevos hechos sobre su compañera de piel rosada, como las cosas que le gustaban y las que no, y sus metas y aspiraciones. Sin embargo, ella fue la que terminó saliendo del café con la mayor cantidad de información.

Gohan al principio se sentía dudoso de abrirse con Ashido, pues encontraba su curiosidad algo rara y un poco abrumadora. Pero al darse cuenta de que su interés en conocerlo mejor era genuino, y que realmente parecía importarle lo que decía, se permitió relajarse y darle lo que quería, una amigable y significativa conversación.

Luego de salir del café, acompañó a Ashido a la estación de trenes y se despidió de ella, pero no sin antes prometerle ir a la Mega Montaña cuando volviera a abrir. Como nunca antes había ido a ese parque de diversiones antes, estaba esperándolo inmensamente.

Luego de cruzar los límites de Tokio, Gohan se rascó el mentón pensativo. ¿Tal vez debería invitar a sus otros amigos para que lo acompañaran, y algunos de sus compañeros de clase con quienes se llevaba bien, como Kirishima? Se imaginó que sería una buena experiencia para acercarse, y un buen descanso después de toda la locura que ocurrió en la escuela. El cielo sabía que lo necesitaba.

Pero antes de poder pensar más en esto, una explosión resonó en algún lugar del suelo y atrajo su atención. Abriendo los ojos en señal de alarma, se detuvo abruptamente y empezó a buscar frenéticamente la fuente del disturbio, dándose cuenta que se trataba de una refinería de petróleo que había estallado en llamas.

Frunciendo las cejas mientras se concentraba, el híbrido saiyajin se transformó en un instante y descendió al suelo con un golpe seco, antes de salir disparado hacia el edificio en llamas con una facilidad practicada. Mientras el mundo a su alrededor cambiaba a cámara lenta y los vapores distantes comenzaban a meterse en su nariz, rezó porque no hubiese ningún alma inocente herida en el incendio.

Este tipo de incidentes eran los que más odiaba. Los villanos sin cerebro con los que lidiaba de manera regular tenían motivos simples aunque nefastos, y siendo así era fácil deshacerse de ellos. Pero cuando la Madre Naturaleza era la culpable, o la causa era un error humano... las cosas se tornaban impredecibles, y la seguridad de los inocentes no estaba garantizada.

Ese era el lado nada glamoroso del negocio de los héroes, el lado que los periódicos y revistas de chismes tendían a dejar de lado en favor de las grandes batallas contra mentes maestras criminales. Esas eran las historias a las que el público en general le encantaba hincarles el diente... las historias que se vendían.

Ante la aterradora cacofonía de los gritos de horror perforando sus oídos, Gohan asumió un aplomo de acero y aceleró hacia las voces aterradas. Ya había estado en este tipo de situaciones suficientes veces para saber que había una gran probabilidad de una tragedia, pero eso no significaba que no daría su mejor esfuerzo para salvar tantas vidas como fuera posible.

Por doloroso que fuese pensar en las consecuencias del fracaso, este era el camino que había elegido en su vida, y no se arrepentía ni por un segundo.

Esta historia continuará...

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