La batalla por derechos de presumir
- ¡Comiencen!
Al sonar el latigazo de Midnight, once de los doce equipos de caballería se lanzaron a la batalla, y sus retumbantes pisadas no eran muy diferentes a los cascos de caballos. Entre los héroes en entrenamiento que hacían más ruido, y un chico de pelo gris de otro equipo dejaron salir gritos de guerra con mucho espíritu, para el deleite de los espectadores, cuyos rugidos parecían alentar aún más a los estudiantes.
- Corren como si los látigos de sus amos estuvieran detrás de ellos. – observó Satou.
Gohan sintió que le daba un tic en el labio, y no pudo evitar dejar salir un resoplido de su boca. – Ahora no es momento de hacer citas de películas, Satou. – lo regañó.
- Uhh, c-chicos, ¡hay tres equipos que vienen directo hacia nosotros! – intercedió Midoriya, con algo de pánico en su tono. – ¿Q-qué hacemos?
Gohan mantuvo la calma mientras evaluaba la escena frente a ellos. De frente a ellos venía corriendo un equipo que consistía en un chico cuya cara tenía un parecido enorme con un cráneo humano, una chica con cabello verde hecho de vides espinosas, y otro chico cuyo pelo parecía una piña. El que llevaba la banda era el estudiante entusiasta de pelos grises cuyo grito de batalla acababa de sonar unos momentos antes.
Entretanto, un par de equipos de dos personas cargaban contra el de Gohan desde los lados, sin duda en un intento de encajonarlos.
El equipo del lado izquierdo tenía como miembro más notable a un chico de gafas que parecía más bestia que hombre, con su constitución corpulenta, pelaje marrón y dientes afilado. Estaba actuando como caballo para un chico de aspecto más ordinario cuyo pelo estaba sujeto en una coleta, y llevaba una sonrisa arrogante.
Y como siguiendo el tema de animales, el equipo de la derecha consistía en una chica rubia con ojos turquesas muy grandes y cuernos reales, sobre la cual montaba un chico sorprendentemente alto con piel de un tono antinaturalmente pálido y unos picos que sobresalían de sus mejillas. Su ya de por sí bizarra apariencia era complementada aún más por su cabello, estilizado en un mohawk verde brillante.
Gohan asintió. Podía trabajar con eso. – Muy bien. Corran hacia la rubia con cuernos. – les ordenó. – Por la diferencia en constitución, tendrá que apartarse a menos que quiera que la arrollen.
- Aww, yo quería golpear al hombre lobo en la cara. – lloriqueó Satou.
- Umm, estoy bastante segura de que eso hará que nos descalifiquen. – musitó Uraraka.
- ¡Solo hazlo! – gruñó Gohan, con un deje de dureza en la voz. Aunque los comentarios y bromas de su mejor amigo casi siempre eran divertidos, ahora no era el lugar ni momento para ellos.
- Tch. Está bien. – gruñó Satou, dándose la vuelta para encarar a su objetivo.
- ¡No tan rápido! – gritó el chico con cabeza de cráneo que iba al frente.
Satou resopló. – ¡Espera tu turno, Ghost Kotsuzuka! ¡Nos ocuparemos te ti más tar-¡¿qué diablos?!
Los ojos de Gohan se ensancharon en señal de alarma cuando la superficie debajo de ellos se ablandó, y se convirtió en una especie de lodo revuelto que parecía antinaturalmente pegajoso. Lo siguiente que supo, los pies de sus compañeros comenzaron a hundirse en el suelo, como si estuvieran parados sobre...
- ¡Arenas movedizas! – gritaron Midoriya y Uraraka al mismo tiempo.
- ¿Son, tienes algún otro plan en mente? – inquirió tranquilamente Satou. – El Quirk de este sujeto no es ninguna broma.
Frunciendo los labios, Gohan corrió en su cabeza varios escenarios. Lo primero que le vino a la cabeza fue usar una oleada de ki para dispersar las arenas movedizas, pero inmediatamente lo descartó. Usar cualquier clase de ki destructivo en un área que contenía las partes corporales de sus compañeros podría tener consecuencias potencialmente catastróficas. Otra opción sería hacer que sus compañeros se agarraran de él y sacarlos volando de la arena, un plan bastante simple, pero inconveniente ya que esperaba mantener esa parte de su repertorio bajo la manga todo el tiempo que fuera posible.
- Creo que no nos queda opción. – gruñó. – De acuerdo, agárrense de mis piernas, nos sacaré de...
- ¡C-creo que debemos mantener nuestra posición! – tartamudeó Midoriya frenéticamente, para sorpresa de Gohan. – ¡S-sé que todo lo que tenemos que hacer para pasar es evitar a la gente, pero tengo confianza en que tenemos la fuerza para defendernos! ¡Si nos hundimos demasiado, tú podrás sacarnos de aquí! ¡A-además, por culpa de las arenas movedizas, los otros dos equipos no podrán acercarse a nosotros!
- ¡Diablos que sí! ¡Vamos a plantar cara y pelear! – declaró Satou.
- ¡Estoy de acuerdo! – agregó Uraraka.
Gohan abrió la boca para protestar, pero la cerró antes que le salieran las palabras. Sus pensamientos ya rayaban en el egoísmo. Al querer tomar el camino de menor resistencia, les negaba a sus compañeros la oportunidad de demostrar sus habilidades a los millones de personas que observaban el festival deportivo. Solo porque sus metas para el evento no se alinearan con la de él, no le daba el derecho de descartarlas.
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. – Entonces manténganse en guardia. No sabemos de qué son capaces esos chicos.
Sintió como Satou cambiaba a una postura defensiva, y alcanzó a ver a Midoriya haciendo lo mismo. Uraraka simplemente apretó los puños formando una guardia rudimentaria de boxeador.
El chico de pelos grises del otro equipo sonrió mostrando todos sus filosos dientes, y su piel adoptó un tinte metálico. – ¿Así que no piensas huir? ¡Ese es el espíritu! – vociferó con entusiasmo.
Gohan abrió la mano izquierda y la colocó enfrente de su pecho. Tomó un profundo respiro y aguardó a que el chico de pelo gris se acercara lo suficiente para hacer un movimiento. Por el brillo de su piel, el híbrido saiyajin se imaginó que su Quirk convertía su cuerpo en alguna clase de metal, posiblemente de acero.
- ¡Tu banda es mía! – rugió mientras echaba atrás su puño.
Sin embargo, esto resultó ser una finta; el verdadero ataque vino de la chica con pelos de vid, cuyo cabello se extendió por sí solo moviéndose en espiral hacia Gohan como una masa de tentáculos esmeraldas. Se preparó para defenderse, pero Satou fue más rápido para actuar en su lugar, moviendo una enorme y carnosa mano para atrapar los proyectiles, deteniéndolos antes que dieran en el blanco.
La chica soltó un grito ahogado de sorpresa, mientras Satou gruñía y apretaba los dientes para evitar gritar, pero no se soltó.
- ¡Tengo que darte crédito, esos son reflejos impresionantes! – los halagó el chico de pelo gris, todavía con una gran ancha sonrisa en el rostro. – ¡Pero acabas de dejar a Son Gohan indefenso! ¡Ahora entrégame esos cinco millones de puntos!
Lo siguiente que Gohan vio fue un puño envuelto en acero volando hacia su rostro en cámara lenta, con los dedos gradualmente abriéndose al acercarse hacia su banda. Esperó pacientemente hasta que el puño estuvo a menos de una pulgada de su frente, y golpeó la muñeca del chico de acero con una palmada, al tiempo que usaba la otra mano para cogerle la banda a su oponente, todo en un solo y rápido movimiento.
La pequeña presión aplicada al brazo del chico de pelo gris le hizo tambalearse ligeramente, pero rápidamente recuperó la compostura. Sin embargo, en el momento en que vio que su banda, aferrada firmemente en la mano de Gohan, su quijada se cayó dramáticamente. – ¡¿Qué demonios?! ¡¿Cómo conseguiste eso?!
En un arranque de pánico, el chico de pelo gris se lanzó con todo su cuerpo metálico al frente, con los brazos estirados en un intento desesperado de lanzar un contraataque.
Debajo de él, su compañero con cabeza de cráneo sintió doblarse sus rodillas, emitiendo un quejido de obvia incomodidad desde su boca esquelética. – ¡Tetsutetsu! ¡Detente! ¡Nos vas a...!
Con un despliegue de velocidad que no iba con su constitución corpulenta, Satou hizo una cuerda de lazo con las vides que tenía en la mano y la amarró en la muñeca de Tetsutetsu, para luego dar un rápido jalón y puntualizando su maniobra con un burlón: "¡YEE-HAAAW!"
Como una torre de Jenga a la que le quitaban su bloque más importante (y dicho bloque conectado a los demás por un simple hilo) el impulso frontal de Tetsutetsu hizo que todo su equipo se fuera dando tumbos en una mezcla caótica de extremidades enredadas, y cuya incomodidad se vio acentuada por un coro de gritos furiosos.
- ¡Por Dios y todos los demonios, maldita sea! – gritó Tetsutetsu.
- ¡¿Cómo te atreves a usar el nombre del Señor en vano, tú blasfemo pecador?! – lo regañó la chica de pelo de vides.
- ¡Cállense la boca, los dos! – intercedió su compañero con pelo de piña. – ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Nos hundimos! ¡Honenuki, desactiva tu Quirk!
- ¡N-n-no puedo! ¡Estoy...!
- ¡¿Flotando?! ¡¿Pero qué demonios?!
En efecto, el chico con cabeza de cráneo, ahora identificado como Honenuki, se encontraba flotando en el aire contra su voluntad, con una mirada de pura desesperación en sus pálidos rasgos. Sus enormes ojos comenzaron a mirar frenéticamente hacia el equipo de Gohan y al suyo, que se hundían sin remedio en un grotesco charco de lodo pegajoso. Entre ellos, solo la chica de pelo verde lograba mantener algún atisbo de compostura.
Entretanto, Gohan se quedó sin habla al observar la absoluta carnicería que había frente a él. En el espacio de medio minuto, él, Satou y Uraraka habían combinado su fuerza para desmantelar por completo a un (admitiéndolo) formidable equipo de oponentes, sin necesidad siquiera de comunicarse. Claro, no habrían podido lograrlo de no ser por la imprudencia de Tetsutetsu, pero aun así.
- ¡Son! ¡Sácanos de aquí! – gritó Satou, al ver que la arena movediza le llegaba a la cintura.
Gohan sonrió, aceptando la repentina subida de orgullo que sintió por sus amigos. – ¡Aquí voy! ¡Agárrense fuerte!
Cuando sintió tres pares de manos aferrándose a sus piernas, encendió su ki ligeramente, y sacó a sus compañeros del pantano. Y luego, sin romper formación, aterrizó en una parte del terreno que estaba intacta, haciendo su mejor esfuerzo por hacer parecer que toda la acción fue un salto gigante en lugar de vuelo. Al aterrizar, Uraraka se tocó las puntas de los dedos, resultando en un salpicón y subsecuente grito en la dirección de Honenuki.
- ¡Oh Dios mío! ¡¿Todos ustedes vieron eso?! – exclamó Present Mic por el altavoz, y su atronadora voz fue respondida con una cacofonía de vítores salvajes del público. – ¡Con un remarcable despliegue de ingenio espontáneo, uno de nuestros dos equipos primerizos logra librarse de una situación muy pegajosa! ¡¿Quieres agregar algo a eso, Eraserhead?! ¡Después de todo son tus estudiantes!
- No realmente. – gruñó Aizawa.
- ¡Whoa! ¡Pero qué sacudida! ¡Eso fue épico! – exclamó Satou.
Midoriya soltó una risita nerviosa. – D-definitivamente lo fue un poco.
- Claro que sí. – comentó Gohan, sonriendo al asegurar la banda de Tetsutetsu alrededor de su cuello. – Buen trabajo, chicos, en serio. Especialmente tú, Uraraka.
Las mejillas permanentemente rosadas de la castaña de pronto se tornaron rojas. – Je, solamente estaba siguiendo el consejo de Deku-kun. – murmuró tímidamente.
- ¿Oh? – Gohan levantó una ceja, y a su vez esta vez fue el turno de Midoriya de sonrojarse.
- ¡Ahh, no f-fue nada! – tartamudeó. – Fue solo que me di cuenta que Honenuki tenía que estar en contacto con el suelo para activar su Quirk, y asumí que lo mismo se aplicaba para desactivarlo. ¡P-pero basta de eso! ¿Satou-kun, dónde aprendiste a usar un lazo de esa forma?
- Shanghai Kid. – respondieron Gohan y Satou al mismo tiempo, sacándole una risita a Uraraka.
- Oh. ¿Es una película? – preguntó Midoriya inocentemente.
Satou se puso rígido, y dejó salir un suspiro de decepción. – Midoriya muchacho, tú y yo vamos a tener una larga charla cuando esto haya terminado. Me condenaré si permito que otra pobre alma siga viviendo como cavernícola.
Gohan se rio al ver lo rojo que se puso el rostro de Midoriya, y Uraraka lo encontró igualmente gracioso. En cualquier caso, ahora que tenían un breve momento de respiro, se imaginó que sería bueno echar un ojo al campo de batalla y chequear cómo estaba el estado de las cosas. Además, tenía curiosidad de ver cómo les estaba yendo a sus compañeros de clase.
Sin que fuera sorpresa, Todoroki y Bakugou se encontraban en un forcejeo de persecución mientras sus equipos correteaban a Shouji, aunque el conflicto se mantenía bastante apagado para sus estándares, y limitándose a un considerablemente tranquilo intercambio de chispas y fragmentos de hielo. Quedaba claro que ambos se estaban conteniendo, aunque Gohan sabía que eso no iba a durar mucho. La única pregunta era: ¿cuánto faltaba para que empezaran los fuegos artificiales?
También se dio de la ráfaga familiar de bolas de color púrpura arrojadas desde el capullo protector formado por los brazos duplicados de Shouji, dejando un rastro pegajoso que los equipos de Todoroki y Bakugou hacían su mejor esfuerzo por esquivar. Era una vista extraña que le hizo sentir sorpresa genuina.
¿Acaso Shouji, Tsuyu y Tokoyami habían aceptado por voluntad propia dejar que Mineta se uniera a su equipo, pese a su menos que estelar reputación y la gigantesca diana que tenía en la espalda? Si ese era el caso, fue un movimiento bastante valiente, y digno de admirarse. De nuevo, Gohan no esperaría menos de ese trío.
En otra parte, al equipo de Hagakure le habían quitado la banda, y estaban persiguiendo furiosamente a otro equipo encabezado por un chico rubio sonriente, que parecía ir en curso directo para interceptar a los grupos de Todoroki y Bakugou. Quienquiera que fuese, tenía agallas. Eso, o que su arrogancia ya rayaba en exceso de confianza suicida.
El equipo de Ojiro y Hatsume se la pasaba simplemente paseándose por el campo, sin hacer mucho. No parecían estar atrayendo mucha atención, ni tampoco parecían ir a la ofensiva. El chico de pelo índigo que llevaba la banda tenía una expresión bastante seria mientras observaba el área. Cuando sus ojos púrpuras se encontraron con los ónix de Gohan, se ensancharon imperceptiblemente, y le dirigió una mirada fulminante y desagradable.
El híbrido saiyajin retrocedió ligeramente, pero no retrocedió ante el desafío, y tras unos pocos segundos el chico de pelo índigo miró para otro aparte. Gohan frunció el cejo: ¿qué había sido eso? ¿Fue otro intento juvenil de hacerse el muy machote, o simplemente no le caía bien?
Antes de poder seguir pensando en esto, alcanzó a ver otra mancha de movimiento por la esquina del ojo, acompañada por un frenesí de pasos desenfrenados. Endureciendo su semblante, volvió su atención a la amenaza más inmediata y vio cuatro equipos que venían hacia él desde ambos lados: dos que reconoció como las parejas de aspecto animal de antes, uno que reconoció en parte, y otro que no reconocía en absoluto.
De estos nuevos equipos, uno era otro dúo compuesto de una chica de cara seria con pelo negro a la altura de los hombros, que iba montada encima de un chico de cuerpo masivo con una especie de casco de cubeta por cabeza; el otro iba encabezado por nada menos que Kendou Itsuka, que sonreía con confianza aunque sin verse desagradable. Al ver a Gohan mirándola, lo saludó con la mano.
- ¡Son! ¡Tenemos enemigos acercándose! – gritó Satou.
- Ya los veo. – respondió Gohan con calma. – Seguiremos el mismo plan de antes: cargaremos contra la rubia de cuernos. ¿Alguna objeción?
- ¡Ninguna! – declararon Midoriya y Uraraka simultáneamente.
- ¡Muy bien! ¡Hagámoslo! – rugió Satou, doblando las rodillas y lanzándose contra el objetivo, mientras sus dos compañeros más bajos le seguían el paso.
Si la rubia fue tomada desprevenida, no lo demostró. En vez de eso, inclinó la cabeza al frente y colocó sus puños apretados debajo de sus cuernos, apuntando con los dedos índices al frente.
Gohan se preparó para el ataque, y se vio apenas sorprendido cuando vio que los cuernos salieron despedidos fuera de la cabeza de la chica, y volar hacia él como un par de cohetes en miniatura. Sin embargo, ciertamente no se esperaba que un segundo par de cuernos brotaran del mismo lugar e hicieran lo mismo. Qué interesante Quirk.
Los cuatro cuernos voladores salieron como misiles hacia él a una velocidad impresionante, pero aun podía rastrearlos perfectamente, y siendo así pudo esquivarlos todos sin problemas, a lo cual la rubia respondió con indiferencia. Unos segundos después, lo que se sintió como cuatro guijarros le golpearon en la espalda, pero el impacto fue tan minúsculo que apenas lo registró.
Ahora, eso sí le sacó una reacción a la chica, cuyos ya de por sí grandes se brotaron enfáticamente. Fue solamente breve, sin embargo; rápidamente recuperó la compostura y bajó la cabeza todavía más, como si cambiara de objetivo.
Frunciendo las cejas, Gohan extendió la mano izquierda.
- ¡Guarda esa cosa, hermano! ¡Lo tengo cubierto! – exclamó Satou, adoptando una guarda ortodoxa con los brazos.
- ¡Pero...!
- ¡Confía en mí! – lo cortó Satou antes que Gohan pudiera protestar. – ¡Así nos podremos acercar, y puedes quitarles la banda!
- ¡Bien! – aceptó Gohan. – ¡Pero prepárate! ¡Puede cambiar el trayecto de vuelo de sus cuernos, así que...!
Antes de poder terminar, otro par de cuernos salió disparado en dirección hacia Satou, pero el chico de labios enormes tuvo suficiente percepción para atraparlos en el aire y aplastarlos en sus enormes manos. Se preparó para hacer lo mismo con el siguiente par de cuernos, pero se desviaron en el último segundo y le dieron en las rodillas.
- ¡Satou-kun! – exclamó Midoriya cuando el impulso de la caballería se perdió.
- ¡Como si eso vaya a detenerme! – exclamó Satou, recuperando el equilibrio y presionando de nuevo.
- Thunder Horn! – gritó la rubia con un fuerte acento, disparando un violento torrente de cuernos que volaron hacia ellos como una lluvia de kunais.
Finalmente obligados a frenar, Satou hundió sus pies firmemente en el suelo, apretando los puños. Luego, con un grito lleno de fuerza, comenzó a lanzar una ráfaga de puñetazos como ametralladora, destruyendo los veloces proyectiles. – ¡ORAORAORAORAORA!
Si hubiera sido en otra ocasión, Gohan se habría golpeado la cara ante la enorme locura de tratar de defenderse contra un bombardeo de proyectiles a puñetazos, pero para darle crédito, Satou estaba haciendo un trabajo decente. Unos pocos cuernos lograron atravesar su guardia y hacerle mella en el cuerpo, pero la mayoría fueron destrozados por la ráfaga de puñetazos. Seguramente debió bajarse un par de latas de Red Bull en los vestidores, como solía hacerlo antes de los exámenes en la secundaria.
Antes que Gohan pudiera sacar del aprieto a su mejor amigo, sus oídos captaron un extraño ruido metálico a un lado. Manteniendo una cara seria a pesar de la preocupación por Satou, logró rastrear el sonido hacia la fuente, solo para ver una ronda de proyectiles esmeraldas dirigiéndose hacia él. Detrás de las balas estaba el chico de coleta que montaba encima del chico peludo que se parecía a Bestia de los X-Men; tenía un brazo verde y escamoso extendido hacia el frente, disparando ronda tras ronda de escamas regenerativas mientras su peluda montura cargaba hacia el frente.
Con un tic en los ojos por la molestia, Gohan concentró una pequeña cantidad de ki en su dedo índice y lo usó para desviar la ronda de proyectiles, similar a como su padre lo hizo para defenderse de los ataques de la espada de Trunks hacía ya lo que se sentía una vida entera. El chico de coleta se mordió los labios en respuesta, pero no amilanó su asalto.
- ¡Nos tienen rodeados! – gritó Uraraka.
- ¡Gah! ¡Retrocedan! ¡¿Qué están-whoa?! – los gritos de sorpresa de Midoriya se vieron ahogados por un ruido de chapoteo, como si alguien acabara de exprimir una botella entera de mostaza por todo el campo.
Apretando los dientes, Gohan disparó al frente un estallido invisible de ki para empujar al chico de coleta y su compañero peludo unos cuantos pasos, y luego giró la cabeza para ver qué fue lo que descontroló tanto a Midoriya. Cuando sus ojos se fijaron en el material gris con aspecto de cemento que envolvía totalmente los pies de sus compañeros, tuvo que apretar los dientes para no soltar una maldición. – "¡¿Otro más?!"
Las piernas de Satou temblaban por el esfuerzo, pero no fue capaz de sacarlas del sospechoso adhesivo. Debido a su distracción, perdió el enfoque lo suficiente para que su adversaria cornuda le acertara algunos golpes limpios. – ¡Mierda!
Para agregar más al caos, Gohan sintió que las dos bandas alrededor de su frente y cuello se resbalaban contra su voluntad. Atónito, cogió los dos trozos de velcro antes que flotaran fuera de su alcance y los mordió para sujetarlas con los dientes.
- ¡Perdón por hacerte montón de este modo, Son! – le dijo Kendou, con una voz que sonaba genuinamente de disculpa. – ¡No me gusta hacer las cosas de este modo, pero no tenemos alternativa!
Cuando Gohan vio la mirada turquesa de la chica de pelo naranja, sus ojos rápidamente se vieron atraídos hacia su compañera de pelo verde, que tenía una sonrisa definitivamente diabólica. – ¡Si yo fuera tú, lo consideraría un cumplido! – le dijo con tono provocador, estirando los brazos... y entonces sus manos se separaron y salieron flotando alejándose de su cuerpo.
Misiles de cuernos controlables, escamas que servían como balas, adhesivo tan duro como el cemento, telekinesis, ¿y ahora extremidades que se podían separar? ¿Pero qué tan condenadamente versátiles eran los Quirks de estos chicos?
- ¡Tenemos una situación en las manos, gente! – gritó Present Mic con entusiasmo, y eso era exactamente lo que Gohan necesitaba escuchar. – ¡El as de la Clase 1-A y su equipo se encuentran en un verdadero atolladero, atrapados por el asalto a cuatro vías de la Clase 1-B! ¿Encontrarán una salida de este predicamento? ¿O caerán presa del ejemplar trabajo de equipo de sus oponentes? ¡Quédense en sintonía para averiguarlo!
Estaban encajonados por todos lados. Satou estaba inmovilizado y poco a poco perdía la fuerza para defenderse. El poder de fuego explosivo de Midoriya era inutilizable a largo alcance. La manipulación de gravedad de Uraraka requería contacto físico para poder activarse. El trío tenía los pies atascados en un adhesivo duro como roca que al parecer requería una fuerza tremenda para poder romperse.
Sus oponentes se acercaban rápidamente como una invasión de cucarachas hambrientas; incluso el chico de la coleta que había salido despedido un poco antes ya se había recuperado, y preparaba su brazo escamoso para otro asalto de largo alcance. Cómo planeaban dividirse los puntos de su equipo, Gohan no tenía ni idea.
Todo lo que sabía era que la responsabilidad de salvar a su equipo recaía en él. Por mucho que odiara robarse la atención de sus amigos que sí la querían y la necesitaban, se había quedado sin opciones.
Así, con un suspiro de resignación, plantó su mano derecha en la enorme espalda de Satou y se levantó parándose de cabeza con los cinco dedos de su mano. Luego, con un solo giro de la mano, empezó a girar como un trompo; no lo bastante rápido como para crear un tornado literalmente, sino con velocidad suficiente para generar una ráfaga de viento lo bastante fuerte para derribar a los cuatro equipos que se acercaban a ellos.
Sin tomar ningún placer en dicho acto, ignoró los gritos de shock de sus oponentes caídos, y volvió a girarse a su posición original. Estaba en la U.A.; era ingenuo de su parte pensar que podría pasarse la batalla de caballería esforzándose a medias para que sus compañeros tuvieran una oportunidad de brillar. Había una línea muy delgada entre ser proactivo y reactivo, y él andaba de puntillas encima de ella.
Ahora que estaban libres del peligro, Satou dejó salir un atronador grito de batalla y estampó su enorme puño en el adhesivo que los mantenía atrapados, sonriendo salvajemente cuando el material se hizo cientos de minúsculos pedacitos. – ¡Chúpense esa, bastardos!
- Hay que movernos, chicos... y esta vez mantengámonos en movimiento. – murmuró Gohan en un tono tranquilo mientras reajustaba las bandas de su equipo.
- Ya dijiste, jefe. – replicó Satou con entusiasmo, mientras Midoriya y Uraraka asentían.
Y así, el grupo se dirigió hacia la parte más tranquila del campo de batalla. Con algo de suerte, los equipos contrarios que creían tener una oportunidad de enfrentárseles ahora lo reconsiderarían, y tenía la esperanza de que los evitaran totalmente. Eso sería bueno.
- ¡Lo hizo de nuevo, damas y caballeros! ¡Por Dios, lo hizo de nuevo! – rugió Present Mic mientras aplaudía con fuerza. – ¡Son Gohan ha salvado a su equipo con una remarcable demostración de fuerza, velocidad, y puro e incontenible PODER!
- ¡Deja de gritarme en la oreja! – gritó Aizawa, en una rara demostración de emociones.
- Eres asombroso, Son-kun. – murmuró Uraraka, claramente incrédula.
- ¡Sip! ¡Y pensar que yo le enseñé todo lo que sabe! – se jactó Satou.
- D-de alguna manera eso lo dudo. – murmuró Midoriya.
Gohan rodó los ojos. – Y tienes razón. Satou no podría ni enseñarle a un pez a nadar.
- ¡Claro que no, idiota! ¡Porque los peces ya saben nadar cuando nacen! – espetó Satou.
Gohan abrió la boca para replicar, pero se calló al darse cuenta que su mejor amigo técnicamente estaba en lo correcto. – Te concedo eso. – murmuró.
Satou celebró la alegría de su victoria, mientras Midoriya y Uraraka se reían. Gohan sonrió a pesar de sus anteriores preocupaciones. El humor era una gran forma de desviar la mente de pensamientos negativos, y le alegraba ver que sus amigos no parecían muy sacudidos tras ese encuentro cercano.
Mientras corrían por el campo de batalla, su progreso no encontró obstáculos. Cada vez que otro combatiente les echaba una mirada de avaricia en su dirección, un gesto fruncido rápido de Gohan los hacía desistir. Fue suficiente para hacerlo respirar de alivio. Sin embargo, sinceramente dudaba que esta tranquilidad fuese a durar mucho. Sabía mejor que nadie que cuando la gente se desesperaba, todo sentido de la razón salía volando por la ventana...
- ¡Ya han pasado quince minutos, amigos! ¡Estamos en el punto medio de la batalla de caballería! – anunció Present Mic. – ¡Antes omitimos mencionar esto (porque a todos les encanta un poco de misterio) pero solo los cuatro equipos que tengan los puntajes más altos avanzarán a la tercera y última ronda! ¡Así que si se están quedando atrás en puntos, cúbranse de pegamento, échense unas plumas encima, y canalicen a su Correcaminos interno! ¡Porque el tieeeeeeeeeempo se va volando!
- Bueno, ahora que todo mundo se hace encima antes que pensar en desafiarnos, podemos estar tranquilos por los próximos quince minutos. – comentó Satou.
- Tal vez... pero me siento mal por Tsuyu-chan, Tokoyami-kun y Shouji-kun. – admitió Uraraka. – Como hicieron equipo con ese chico Mineta, ahora todos van tras ellos.
En efecto, ahora que todos evitaban a su equipo, Gohan pudo ver a siete equipos tratando de hacerles montón al grupo de Shouji: cinco de ellos eran los que él y sus compañeros habían derribado, y los otros dos eran los equipos de Todoroki y Hagakure. Esta última todavía no recuperaba su banda, mientras que Tetsutetsu no había logrado adquirir otra, y se veía positivamente furioso.
Para darles crédito, Tsuyu, Tokoyami y Mineta estaban haciendo un trabajo fantástico en combinar sus Quirks para mantener a sus perseguidores a raya, mientras que la formidable constitución de Shouji se abría paso alrededor del campo de batalla como un tanque. Encima de eso, el capullo protector formado por sus brazos duplicados resultaba ser una coraza dura de romper, literalmente.
- Creo que será más inteligente si esos equipos que persiguen los puntos de Mineta deciden ir por sus propios puntos entre ellos. – remarcó Gohan. Cuando su declaración fue respondida por tres miradas curiosas, procedió a elaborar. – Tener visión de túnel nunca es algo bueno. Al enfocarse en un solo objetivo, es decir en los puntos de Mineta, no solo tienen que competir con otros seis equipos a la vez, sino que se arriesgan a fallar en robarse la banda de Mineta y desperdiciar los quince minutos que quedan.
- Ya entiendo lo que dices, pero ya que solo cuatro equipos pueden avanzar, ¿no sería mejor ir por los cinco millones y garantizar el pase a la siguiente ronda? – preguntó Uraraka. – Sí, está el riesgo de fallar y perder, pero al ir por los objetivos más pequeños, te arriesgas a no conseguir suficientes puntos para pasar.
- Supongo que depende de la confianza que tengas en las habilidades de tu equipo. – respondió Gohan. – Shouji no es un debilucho, y los Quirks de Tsuyu y Tokoyami son grandiosos para defensa. Incluso a Mineta no hay que subestimarlo, por mucho que me duela admitirlo. Ya que sé lo fuertes que son esos chicos, creo que sería mucho más seguro dejarlos en paz e ir tras los objetivos más pequeños.
- ¿Por ejemplo aquel rubio presumido que parece haberle apretado los botones a Bakugou? – inquirió Satou riéndose.
Gohan miró hacia donde su mejor amigo apuntaba con el dedo, y vio a un Bakugou que echaba vapor y no llevaba su banda, gritando a todo lo que podía en un intento de sobrepasar al "rubio presumido" que se la había robado.
Para sorpresa del híbrido saiyajin, el rubio presumido le echó una explosión en la cara al volátil, generándola desde la palma, y luego bloqueó la que Bakugou trató de lanzarle en represalia endureciendo el lado izquierdo de su cuerpo. – Bueno, ¿qué les parece eso? Parece que ese sujeto puede copiar otros Quirks. – musitó en voz alta.
- ¡Whoa! ¡Kacchan de verdad se ve furioso! – exclamó Midoriya. – Lo que sea que le haya dicho ese rubio, seguro debe haberse metido bajo su piel.
- ¿Qué cosas no se meten bajo la piel de Bakugou? – gruñó Gohan, más para sí mismo que para alguien más.
Midoriya se puso el dedo en la barbilla. – Umm... b-bueno... ahh... él no... no, eso también le molesta. Ahh... – Se rascó su pelo encrespado y frunció la cara pensativamente, pero tras unos segundos de contemplación, se encogió de hombros, y dejó salir un suspiro de derrota. – No se me ocurre nada.
Satou resopló, mientras Gohan sonreía de manera sombría. A pesar de pasar las últimas dos semanas acercándose más a Midoriya, todavía no lograba meterse en la cabeza por qué su amigo peliverde estaba tan dispuesto a defender a Bakugou. Ese rubio de mal temperamento era la personificación de la rabia y lo desagradable, y un hipócrita además de todo.
Aun así, por mucho que le desagradara el sujeto, Gohan tuvo que admitir que Bakugou era un peleador formidable, y definitivamente uno de los estudiantes más fuertes en el primer año de la U.A. Por eso le sorprendía verlo peleando en punto muerto contra ese rubio presumido que le robó su banda. Aunque dicho rubio presumido tenía la ventaja de poder copiar los Quirks de otras personas, el hecho de que podía usarlos de manera tan efectiva en poco tiempo era seriamente impresionante.
Un repentino coro de gritos furiosos atrajo la atención de Gohan a la manada de competidores que perseguían a Shouji. Parecían haberse hartado de no haber podido atrapar a su objetivo, y ahora estaban desquitándose entre ellos. Una particularmente notable era Kendou, que había agrandado una de sus manos a proporciones gigantes y la usaba como un matamoscas para quitar de en medio a cualquiera que se le acercara.
Otra observación interesante fue que, a pesar de todo ese caos, la manada en persecución no se alejó totalmente de seguirle el rastro a Shouji, aunque eso cambió cuando una ola devastadora de hielo atravesó el suelo y atrapó sus pies en una prisión gélida, deteniendo su avance con frialdad y crueldad.
- ¡Whoa! ¡Un festín para sus ojos, amigos! ¡Aún en el calor de la batalla, Todoroki Shouto encuentra el tiempo de darnos a todos un avance del próximo estreno de La Era del Hielo! – bromeó Present Mic, para risas de todo el público.
- Bueno, parece que Todoroki al fin se puso serio. – concluyó Satou. En cuestión de segundos, una enorme explosión envolvió una porción del campo en un espeso humo negro. – Y ese debe ser Bakugou que terminó de volarse la tapa de los sesos. Huh, las cosas se enfrían y se calientan al mismo tiempo.
Gohan sintió enfriarse su aliento cuando una ráfaga de viento helado pasó junto a su equipo, sacándoles escalofríos a Midoriya y Uraraka. Satou tampoco se vio salvado del frío, si los temblores que le dieron en la piel eran un indicio; simplemente no lo expresó a diferencia de los otros dos, para su gran diversión.
- Me alegro de no estar en el medio de esa guerra. – musitó Midoriya, frotándose los brazos que le seguían temblando.
- Esos sujetos están totalmente fregados. – remarcó Satou, refiriéndose a las víctimas de Todoroki, que entraban en pánico. – No tienen un Son que les pueda descongelar sus traseros. Y qué bueno, son unos idiotas molestos.
Gohan frunció el cejo mientras echaba una mirada curiosa a los combatientes atrapados. – No estoy tan seguro de eso. La verdad, supieron usar bien sus recursos al tratar de enfrentarnos.
- Tch. Solo tuvieron suerte. – gruñó Satou.
- En eso apoyo a Son-kun. No deberíamos subestimarlos. – agregó Midoriya.
- ¿Tú también, Midoriya? Al menos Uraraka está de acuerdo conmigo... ¿verdad, Uraraka? – dijo Satou, mitad preguntando, mitad suplicando.
- ¡Nop! – dijo la chica alegremente, acentuando la letra "p".
Satou bufó y cruzó los brazos. – ¡Ustedes de verdad apestan!
- Lo que digas, amigo. – respondió Gohan sin darle importancia mientras continuaban observando la caótica escena.
Honenuki acababa de liberar a su equipo convirtiendo el hielo debajo de ellos en lodo, e inmediatamente empezó a perseguir a Todoroki y Shouji. Poco después, Kendou se las arregló para romper el hielo que atrapaba a su equipo golpeándolo repetidamente con sus gigantescas manos. Las otras víctimas del congelamiento no lograron la misma hazaña, pero parecían haber superado el pánico de antes y se encontraban trabajando diligentemente para descongelarse.
Gohan se vio interrumpido en sus observaciones cuando Satou gruñó de frustración. – Entiendo que somos rudos y toda la cosa, pero quedarnos sin hacer nada se está volviendo muy aburrido. – lloriqueó.
- Pues aguántate. – replicó Gohan, girando el cuello para ver el reloj. – Solo nos quedan diez minutos.
- No seas tan aburrido, Son. ¡Vamos a darle algo de sazón a las cosas y agarremos algunas bandas más! – sugirió Satou con entusiasmo.
- ¡Ahora, eso sí es algo que apoyo! – comentó Uraraka, con el tono casi igual de animado.
- ¡S-si a Uraraka-san le parece bien, entonces yo también! – declaró Midoriya, para sorpresa de nadie.
Gohan se rio, sintiendo una ligera pero alegre exasperación. – De acuerdo. ¿A quién sugieren que ataquemos?
- ¡Al bastardo rubio presumido que se mide con Bakugou! – declaró al instante Satou, para sorpresa de sus compañeros.
- ¿Alguna razón en particular? – inquirió Gohan.
- No estabas prestando atención antes, pero memoricé sus rostros. El rubio, el de pelo castaño, y el tipo con la piel toda negra eran los que estaban hablando mierda sobre ti antes que comenzara la batalla de caballería. – reveló Satou, apretando el puño y sonriendo peligrosamente a los objetos de su ira. – Sé que a ti no te importa nada de eso, pero yo no me quedaré tranquilo dejando que alguien hable mal de mi futuro ayudante.
- Esa razón es tan buena como cualquiera. – remarcó Uraraka, golpeándose la palma con el puño. – ¡Yo digo que vayamos por él!
Gohan sintió que el corazón se le hinchaba de gratitud, pero rápidamente controló sus emociones. – Chicos... – Tras una profunda exhalación, una sonrisa emocionada se formó en sus labios. El entusiasmo de sus compañeros era contagioso. – ¡Muy bien! ¡En marcha!
Como un caballo de carreras que se soltaba, el equipo de caballería entró en acción y cargó contra el equipo del rubio presumido, que seguía trabado en conflicto con el equipo de Bakugou. Cuando los dos grupos en guerra finalmente se dieron cuenta del repiqueteo furioso de pisadas que se dirigían hacia ellos, de detuvieron momentáneamente para ver quién era. Al ver al grupo de Gohan corriendo hacia ellos a todo galope, la cara de Bakugou se retorció adoptando una expresión de pura rabia, mientras el rubio presumido perdía la sonrisa de su rostro por un instante.
- ¿Plan de ataque? – inquirió Satou.
- Abrirnos paso en medio de ellos. – anunció Gohan, apretando su puño izquierdo y moviéndolo frente a su cuerpo.
Satou se carcajeó de una manera distintivamente poco heroica. – Será un placer...
Los dos equipos enemigos retrocedieron alejándose entre sí y volvieron su atención al grupo de Gohan, y los líderes respectivos se prepararon para el ataque. La defensa de Bakugou fue abrir los brazos de par en par mientras unas pequeñas explosiones danzaban alrededor de sus palmas; el rubio presumido optó por endurecer sus brazos con el Quirk de Kirishima, adoptando un bloqueo de brazos cruzados para cubrirse el cuello, donde se encontraban sus bandas. El segundo también recibió apoyo de su compañero de pelo castaño, que literalmente sopló una especie de barrera transparente que apareció de la nada.
Aun mientras veía todo lo que pasaba por su visión periférica, Gohan continuaba manteniendo el rostro al frente para enmascarar sus posibles intenciones hasta el último momento posible. A pesar de eso, nunca perdió de vista su verdadero objetivo: las bandas enrolladas apretadamente alrededor del cuello del rubio presumido.
En el segundo que su caballería entró en el rango requerido (con el equipo de Bakugou a la derecha, y el del rubio presumido a la izquierda) Gohan puso en marcha su plan.
Una palma abierta imbuida con la cantidad más minúscula de ki salió a empujar la cara de Bakugou, haciendo que el temperamental retrocediera por el shock.
Un codazo hizo pedazos la barrera transparente, dejando innumerables y diminutos fragmentos, a la vez que atraía un grito ahogado de parte de su creador. Dicho codazo se transicionó en un puño de revés dirigido directo hacia la cara del rubio presumido, pero este también fue una finta; a menos que un peleador masculino estuviera bien entrenado, sus miembros se moverían por instinto a defender su rostro y entrepierna a la menor señal de peligro.
Y el rubio presumido no caía en dicha categoría.
Al retroceder, abrió su guardia lo suficiente para que Gohan moviera la muñeca en el último momento y le arrancara las tres bandas expuestas con un solo y rápido manotazo.
Para cuando los equipos de Bakugou y el rubio presumido habían logrado comprender esa serie de eventos, el grupo de Gohan ya se había alejado a varios metros de distancia, y ese número iba creciendo rápidamente.
- ¿Son? ¡¿Son?! ¡Maldita sea, voy a asesinarte, maldita desgracia de mierda, sin padres y sucio aspirante a querer ser héroe! – chirrió Bakugou, y la cantidad de veneno y desprecio en su voz fue bastante para hacerle un corte profundo a Gohan, e hizo que algo dentro de él se rompiera.
- Den la vuelta. – ordenó.
- ¡Enseguida! – anunció Satou al hacer exactamente eso, mientras Midoriya y Uraraka hacían lo propio.
- No se muevan. – añadió Gohan, observando con ojos en rendijas cómo el grupo de Bakugou avanzaba a trompicones hacia ellos, y la cabeza del patán se veía tan roja que parecía que iba a explotar en cualquier momento. Detrás de él, el rubio presumido y su equipo se retiraban en la dirección opuesta. Bien por ellos.
- ¡Vaya, vaya, vaya, parece que el pequeño Bakugou finalmente sacó las agallas para venir a enfrentarse a nosotros! – lo provocó Satou, sacándole el dedo al rubio.
- ¡No quiero escuchar eso de un aprovechado de mierda que se monta en otro que es más fuerte! – replicó Bakugou completamente ardido.
Satou soltó una risa atronadora. – ¿Y qué sabrás tú sobre fuerza? ¡Ni siquiera estás entre los primeros cinco de la clase!
Bakugou se puso rígido, y su cara se tornó alarmantemente más roja. – ¿Los primeros cinco? ¡¿Primeros cinco?! ¡Te voy a enseñar quién está entre los primeros cinco cuando te entierre la- ¿Qué mierdas es esto?! – chirrió de nuevo, al mirar la banda que le acababan de arrojar.
- Tu banda. Se la quité al otro rubio idiota. – explicó Gohan algo tembloroso, con el corazón golpeándole en el pecho.
- ¡No quiero tu apestosa caridad! – rugió Bakugou, arrojándole la banda de regreso.
- No me importa lo que quieras. – espetó Gohan, arrojándole la banda otra vez con las manos temblorosas. – Ashido y Kirishima son mis amigos, y quiero que pasen a la siguiente ronda. – Sus latidos se relajaron un poco ante el pensamiento.
Kirishima parecía estar en conflicto. – Son, eres mi hermano y aprecio el gesto... pero no puedo aceptar esto. Por mucho que quiera pasar a la siguiente ronda, quiero hacerlo por mi propio mérito, no porque me lo regala un amigo.
- ¿Lo ves? ¡Pelos de mierda no quiere tu caridad tampoco! ¡Así que lárgate! – exclamó Bakugou, volviendo a tirar la banda.
Gohan ignoró la diatriba del rubio y miró a Kirishima de frente en sus ojos carmesís. Respiró profundo, recordando cómo el día que hicieron la prueba de evaluación de Quirks, él, Satou, Kirishima y Ashido pasaron toda la tarde perdiendo el tiempo en el arcade. Aunque él y Satou literalmente eran desconocidos para Kirishima y Ashido, el colorido dueto todavía les sugirió la salida para pasar un buen rato. Era un recuerdo feliz, uno que siempre atesoraría.
- No es caridad. – declaró firmemente. – Si lo fuera, les daría todas las bandas que tengo excepto por la que vale cinco millones. Solo es una muestra de amistad, eso es todo. Si todos esos chicos de la otra clase son capaces de dejar de lado el aspecto de la competencia para ayudarse, ¿por qué no podemos nosotros hacer lo mismo?
- ¡A diferencia de esos pelmazos, nosotros no necesitamos la ayuda! – rugió Bakugou.
Kirishima apretó los dientes y desvió la mirada. – Disculpa, hermano, pero en eso apoyo a Bakugou.
- ¡Oh, por todos los cielos! ¿Ya quieren dejar de estar midiéndose quién tiene su masculinidad más grande, idiotas? – los regañó Ashido.
- ¿Qué? ¡¿Quieres repetirme eso en la cara, Ojos de Mapache?! – gritó Bakugou.
Ashido simplemente rodó sus ojos. – Pasa esa banda para acá, Son. A diferencia de estos dos idiotas, yo no tengo rocas en el cerebro, y aprecio la ayuda.
- Apoyo a Ashido. – intervino Sero. – Querer hacer las cosas por tu cuenta está bien y todo, pero se nos está agotando el tiempo.
Gohan asintió con gratitud y le pasó la banda a Ashido, que la aceptó con una cálida sonrisa. La imagen fue suficiente para hacer que se sintiera más calmado. – Gracias, Son. – le dijo suavemente.
- ¡Oi! ¡¿Qué crees que haces, Ojos de Mapache?! ¡Tira esa mierda! – chilló Bakugou.
Ashido lo ignoró y colocó a fuerza la banda en un costado de Kirishima, que se sacudió por el rudo trato. – ¡Hey! ¿Eso por qué fue? – lloriqueó.
- Por ser un imbécil. – replicó Ashido con amargura. – Ahora muévanse, los dos. Tenemos bandas que robar.
- ¡Te voy a matar, Son! – le amenazó Bakugou fríamente, con todo el cuerpo temblándole y apenas conteniendo su furia. – ¡En la próxima ronda, te juro que serás carne muerta, maldito! ¡Y tú también, labios de bemba! ¡Y no creas que me olvido de ti, Deku maldita comadreja de mierda! ¡Todos son hombres muertos! ¡MUERTOS!
Siguió gritando incluso mientras el resto de su equipo se lo llevaba como un paciente con problemas mentales, lo cual posiblemente no estuviera tan lejos de la verdad, ahora que Gohan pensaba en ello. Cuando los gritos de vulgaridades del volátil rubio finalmente se apagaron totalmente, el híbrido saiyajin se apoyó en su asiento y suspiró de alivio. Eso podría haber resultado mucho peor.
- Ese chico está mal del coco. – comentó Satou, con unas gotas de sudor rodándole por la frente.
- ¡E-e-eso fue int-tenso! – tartamudeó Midoriya temblando.
- Eso fue muy grosero. – murmuró Uraraka.
Midoriya abrió los ojos de pánico. – ¡N-no le prestes mucha atención a Kacchan! ¡Siempre es así con todos!
- ¡Eso no es lo que me molesta! – clarificó Uraraka con un bufido. – ¡Mientras los amenazaba a ustedes, me ignoró a mí por completo!
Midoriya parpadeó. – Tú... ¿quieres que Kacchan te amenace? – anunció, como si tuviera problemas para asimilar la idea.
Uraraka se encogió de hombros. – Eso mostraría que me está tomando con seriedad.
- ¡Ja! ¡Ese es el espíritu! Tienes una buena cabeza sobre tus hombros, Uraraka. – la alabó Satou, sacándole un rubor a la chica.
- Estoy de acuerdo. – agregó Gohan con una sonrisa. – Si ese patán no te reconoce ahora, oblígalo a que lo haga en la siguiente ronda. Sé que tienes lo que hace falta.
- ¡S-sí! ¡Eres fuerte, Uraraka-san! ¡A-así que no dejes que nadie te diga lo contrario! – tartamudeó Midoriya, y sus palabras hicieron que la chica se cubriera tímidamente el rostro con las manos.
- Gracias, chicos, significa mucho para mí. – murmuró.
- Solo decíamos la verdad. – admitió Gohan, antes que su sonrisa se apagara ligeramente. – Como sea, perdón por haberles entregado esa banda sin preguntarles si estaba bien para ustedes. Fue solo un impulso del momento. – Convenientemente decidió no mencionar que, de no haber hecho lo que hizo, probablemente habría explotado allí mismo en ese momento.
Una oleada de vergüenza lo invadió ante el pensamiento. El abuso verbal era algo que siempre había podido sacudirse de encima sin problemas, pero Bakugou... él tenía un talento para meterse bajo su piel. El que una escoria como él que no merecía estar en la U.A. cuestionara su compromiso y convicciones le dolía mucho. Aun así, no era excusa para casi haber perdido el control. Tenía que ser mejor que eso.
- A mí no me importa, viejo. No es que necesitemos esos puntos extra. – proclamó Satou con una sonrisa de excitación por toda la cara. – Además, quiero que Kirishima llegue a la siguiente ronda también. Le debo una buena patada en el trasero por vencerme en el combate de práctica con All Might. Aplastarlo después en vencidas no fue suficiente para satisfacerme.
- ¿Huh? ¿Pero qué su encuentro de vencidas no terminó en empate cuando se rompió la mesa? – preguntó Midoriya, haciendo que las orejas de Satou se enrojecieran.
- ¿Quéeeeeee? ¡Nah, viejo! ¡La mesa solo se rompió porque aplasté la mano de Kirishima contra ella demasiado fuerte! – protestó.
- Claro... – replicó Midoriya. – Como sea, Son-kun, no me importa que le hayas dado de vuelta al equipo de Kacchan su banda. Ellos la necesitaban, nosotros no.
- Yo estaba un poco molesta al principio, pero como dijeron Deku-kun y Satou-kun, no la necesitábamos. – añadió Uraraka, habiendo recobrado ya la compostura. – Además, es bueno ver que quieras ayudar a nuestros compañeros de clase.
Gohan sintió una gran calidez en su interior al oír eso. – Lo aprecio, chicos, de verdad.
- ¡Quedan cinco minutos! – exclamó Present Mic. – ¡Hasta ahora, ningún alma ha sido capaz de robarles los cinco millones a Son o a Mineta! ¿Podrán los dos primeros de la carrera mantener su liderazgo? ¿O finalmente caerán presa de los cazadores en el último trecho? ¡Sujétense los cinturones, agárrense de sus asientos, y prepárense, damas y caballeros! ¡La batalla de caballería está a punto de llegar a su épica conclusión!
Ahora que el reloj empezaba el conteo final, los competidores parecían redoblar y triplicar sus esfuerzos. Algunos equipos fueron aumentando de velocidad mientras perseguían desesperadamente a sus oponentes, con los dientes apretados y las caras chorreando de sudor, como testamento de su duro trabajo, aun de cara a la derrota. Otros dejaron de huir y se movieron para enfrentarse directamente a sus perseguidores, con las expresiones de piedra en sus rostros reflejando su sombría determinación.
Sin embargo, el mayor espectáculo que atraía las miradas lo estaba logrando nada menos que el propio Todoroki. Gohan no vio exactamente lo que pasaba, pero la pared literal de hielo que envolvía la esquina del campo de batalla, al igual que la evidente ausencia de los equipos tanto de Todoroki como de Shouji, le dijo todo lo que necesitaba saber. No sabía con certeza quién querría que ganara ese encuentro, ni tampoco tenía idea de quién sería el favorito, pero estaba seguro de que terminaría por los pelos. Ningún grupo la iba a tener fácil.
- ¡MUERAN! ¡MUERAN! ¡MUERAN! – sonaba una voz frustrantemente familiar, que rápidamente atrapó su atención.
Al ver a Bakugou y su equipo abriéndose paso en la escaramuza en el centro del campo de batalla, y al líder gritando a todo pulmón como un lunático, Gohan solo pudo rodar los ojos. Sorprendentemente, la actitud vulgar y el incauto irrespeto por la decencia común del volátil rubio parecía intimidar a algunos de sus competidores, lo que hizo que sus bandas fuesen blancos fáciles para que su equipo las robara.
- ¡C-chicos! ¡Enemigos acercándose! – exclamó Midoriya.
Gohan volteó su atención ante la advertencia de su amigo, pero se relajó al ver que se trataba del equipo cuya banda habían robado apenas minutos antes de dirigirse hacia ellos. El rubio presumido que actuaba como su líder ahora tenía una sonrisa amplia y arrogante, pero el híbrido saiyajin había pulido sus habilidades de observación al punto que fácilmente podía ver a través de la máscara.
Vio como los labios le temblaban al intentar mantener una sonrisa. Vio como tenía un tic en el ojo por culpa de su frustración. Notó como las gotas de sudor rodaban por su frente a chorros, denotando un nerviosismo casi tangible. El rubio presumido estaba preocupado.
Entretanto, Satou vocalmente expresaba su descontento por su oponente. – ¿Por qué tenemos que volver a pelear contra ese pelmazo rubio? Esperaba poder medirme otra vez con el hombre lobo. – farfulló.
- ¿Qué tienes contra los hombres lobos? – murmuró Uraraka.
- Tengo mis razones... – Satou desvió la atención de manera ominosa, endureciendo su semblante.
- Es... tá bien. – replicó Uraraka, echándole a Gohan una mirada confusa.
- Se los explicaré después. – le dijo, recibiendo una cabezada en respuesta.
- No dejen que ese rubio los toque. Así es como se roba los Quirks. – advirtió Midoriya.
Satou se frotó el mentón pensativo. – ¿Y qué hacemos ahora? ¿Escapamos o le pateamos el trasero?
- ¿Ya están pensando en huir? ¡Tal como esperaba de la chusma de la Clase 1-A! – les dijo el rubio presumido, tratando de provocarlos.
Satou resopló. – ¿Eres un retrasado? ¡Ustedes fueron los que huyeron de nosotros primero!
La sonrisa del rubio se desvaneció, y su compañero castaño se rio ligeramente. – Ya se dieron cuenta de tu truco, Monoma. – señaló.
El rubio presumido, ahora llamado Monoma sacudió su cabeza y re-adoptó su sonrisa arrogante. – No importa lo que ustedes, payasos de la Clase 1-A, piensen de mí. ¡Solo necesito un toque, y entonces sus poderes y sus puntos serán míos!
Satou se dio una palmada en la cara, incrédulo. – ¿Quién demonios se pone a monologar en la vida real? Viejo, creo que has visto demasiadas películas.
- ¿Tal vez solo está nervioso? – se aventuró Uraraka.
- Lo que sea, creo que ya ha sufrido lo suficiente. – sugirió Gohan con calma. – Como sea, probablemente deberíamos ponernos en marcha. No tenemos más razón para pelear, y no sé ustedes, pero yo preferiría que no me roben mi Quirk y lo usen sin mi permiso.
Midoriya palideció ante el pensamiento, y Gohan no pudo más que imaginarse la clase de imágenes macabras que se estaría imaginando. Pelear contra Monoma ahora no valía el riesgo, especialmente ya que no tenían absolutamente nada que ganar de ello.
Satou frunció sus enormes labios. – Me parece justo. Bueno, pandilla, ¡a movernos!
- ¡Claro! – replicaron Uraraka y Midoriya al unísono, y de inmediato cambiaron de marcha para irse a la dirección opuesta.
- ¡Hey! ¡Vuelvan aquí, cobardes! – gritó Monoma ante su retirada.
- ¡Consíguete otra banda primero! ¡Entonces hablamos! – replicó Satou.
Mientras escapaban del conflicto, Gohan le echó una mirada a Monoma, y vio que el equipo del rubio había dado la vuelta para lanzarse a la carga de nuevo a la carnicería en el centro del campo de batalla. Con otra mirada hacia el tablero de puntuaciones le hizo ver que su equipo seguía a la cabeza, con el Equipo Mineta en segundo, y el Equipo Bakugou era el claro favorito para el tercero, impresionante, aunque no sorprendente. El cuarto lugar estaba más peleado, y se alternaba entre el Equipo Kendou y el Equipo Shinsou... fuera quien fuera ese.
De aquí en adelante, era un simple asunto de dejar correr el reloj trotando por todo el campo de batalla, mientras Present Mic continuaba narrando con sus coloridos comentarios los momentos finales de la batalla de caballería. Un par de equipos se atrevieron a pensar en venir tras ellos, pero todo lo que hizo falta para que lo reconsideraran fue que Gohan flexionara la mano en su dirección. Al final, resultó ser un desenlace bastante anticlimático para el evento, pero con toda certeza él no iba a quejarse.
- ¡Empieza el conteo final! – canturreó Present Mic, y la multitud comenzó a repetir lo que decía. – ¡Diez! ¡Nueve! ¡Ocho! ¡Siete! ¡Seis! ¡Cinco! ¡Cuatro! ¡Tres! ¡Dos! ¡Uno! ¡SE ACABÓ EL TIEMPO!
Gohan saltó fuera de la espalda de Satou mientras Midoriya exhalaba profundamente de alivio. – ¿Estás bien, hermano? – le preguntó el híbrido saiyajin, dándole unas palmaditas en la espalda a su amigo peliverde.
- Es-estoy bien. – tartamudeó Midoriya. – Solo que me alegro que ya terminó, ¿sabes?
- ¡Yo no! ¡Podría haber hecho esto todo el día! – se jactó Satou, poniéndose los pulgares en el pecho.
Uraraka rodó los ojos. – Eso fue porque habrías puesto a Son-kun a hacer todo el trabajo. – gruñó.
- ¡Diablos que sí lo habría hecho!
Gohan dejó salir una risita y fijó su atención en los otros competidores, muchos de los cuales habían colapsado en el suelo y respiraban a bocanadas enormes. La imagen hablaba volúmenes de todo el esfuerzo que habían hecho, y reafirmó lo cruel que era que casi dos tercios de todos ellos quedarían eliminados. Casi le hacía sentirse mal que su equipo tuviera un paseo tan fácil en comparación.
- ¡Muy bien, muy bien, muy bien! ¡Echémosles un ojo a nuestros cuatro mejores equipos! – declaró Present Mic, pausando brevemente para que todos dirigieran su atención al tablero holográfico. – ¡En el primer puesto, el Equipo Son! ¡En segundo, el Equipo Mineta! ¡En tercero, el Equipo Bakugou! ¡En el cuarto, el Equipo Shinsou! ¡Damas y caballeros, por favor denles un...!
- ¡Creo que es necesario un recuento! – resonó una voz por el campo de batalla.
Antes que nadie pudiera expresar su sorpresa ante la repentina interrupción, el muro circular de hielo en la esquina del campo de batalla se destruyó en pedazos como si lo hubiese golpeado una bola demoledora, revelando nada menos que a un enfurruñado Todoroki empuñando un megáfono en una mano y algo no identificado en la otra. Los miembros de su equipo se situaban a su alrededor, con expresiones sombrías en todos sus rostros.
La multitud, los otros competidores, e incluso el propio Present Mic, todos soltaron un grito colectivo, no dirigido al equipo de Todoroki, sino a la espantosa escena que había detrás de ellos.
Atrapado en un grueso bloque de hielo hasta la cintura estaba la silueta musculosa de Shouji, cuyos brazos duplicados estaban congelados e inmovilizados, y con aspecto de haber sido abiertos por la fuerza. Tsuyu, Tokoyami y Mineta, todos con las frentes vacías, estaban abrazándose juntos en su espalda, con los ojos muy abiertos y sin moverse excepto por sus cuerpos temblando de frío.
Todoroki alzó la mano, revelando la banda de cinco millones de puntos. – Nosotros pasamos.
Esta historia continuará...
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