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De vuelta a la acción


Era una mañana aburrida y monótona en Musutafu. Espesas nubes grises flotaban por el cielo, cubriendo las calles que había abajo en una manta neblinosa, mientras los ciudadanos somnolientos de la normalmente activa metrópoli comenzaban sus rutinas diarias. Los vendedores de periódicos empezaban a montar sus puestos, los cafés habían empezado a poner en marcha sus máquinas para triturar los granos del día, y los panaderos les daban el toque final a su mercancía. El lechero desafortunadamente se vio interferido por una rueda averiada en su bicicleta, que se encontraba ahora cambiando, pero fuera de eso, las cosas eran muy normales. La ciudad, igual que el sol, seguía en el proceso de despertar.

Habría pintado el paisaje perfecto de una mañana perfectamente normal, de no ser por la brillante mancha dorada que zigzagueaba entre los edificios a velocidad imperceptible para el ojo humano. Si cualquiera hubiese estado al tanto para rastrear los movimientos de la mancha, solo la habrían visto parpadear por una fracción de segundo (en la cual un aspirante a ladrón de carteras terminó siendo lanzado al suelo con las manos atadas a la espalda con una banda elástica) antes de desvanecerse en la distancia.

Segundos después, la veloz mancha se detuvo abruptamente en un callejón solitario, directamente enfrente de un adolescente con labios inusualmente grandes y los ojos muy abiertos.

- ¡Hola! – lo saludó Gohan con la mano, asegurándose de quitarse el trozo de tostada que le colgaba de la boca antes de hablar. Satou parpadeó dos veces, con una mirada de sorpresa en el rostro.

- Hola tú también. – respondió lentamente. – ¿Mucho trabajo en la mañana?

Gohan se encogió de hombros, tragándose un bocado de la tostada. – Lo usual. Un carterista aquí, un ladrón de autos allá, un intento de robo al banco... – De pronto sus ojos se entrecerraron. – Oh sí, algún loco trató de prenderle fuego a una casa de caridad. Eso fue nuevo.

Satou casi se tropezó con su propio pie, pero se recuperó para darle al chico Son una mirada incrédula. – ¿En serio? ¡¿Qué tan mal de la cabeza hay que estar para intentar algo como eso?!

Gohan suspiró, sacudiendo la cabeza. – Dejé de intentar descifrar los motivos de los criminales hace mucho.

Satou mantuvo una mirada contemplativa mientras los dos se dirigían hacia la U.A. – ¿Así que esto es lo que haces todas las mañanas? – le preguntó.

- Sip. – respondió Gohan. – Todas las tardes también. Y a veces en la noche, si no puedo dormir. Patrullar por las calles como la Mancha o entrenar.

Satou frunció el cejo. – Es una locura. ¿Cómo te las arreglas para equilibrar todo eso con todo lo demás que tienes en tu vida?

- Ya me acostumbré. – admitió Gohan casualmente. En ese punto, se sentiría extraño si se desviaba aunque fuese ligeramente de su rutina.

Satou frunció los labios mientras seguían caminando. – Sabes, esto no es justo. – dijo, haciendo que el híbrido saiyajin levantara una ceja. – Has hecho tanto bien durante los últimos siete años, y no recibes ni una pizquita de crédito por ello.

Gohan no pudo evitar sonreírle a su amigo. – No me importa no recibir crédito. El solo saber que he ayudado a tantas personas... que he podido hacer una diferencia, con eso me basta. – le confesó. Luego se rascó la barbilla. – Aunque debo admitirlo, sería genial si los medios no estuvieran tan empeñados en desacreditarme.

Satou se puso las manos entrelazando los dedos detrás de la cabeza, y suspiró larga y profundamente. – Eres un maldito santo, Son. Ya lo sabes, ¿verdad?

Gohan tuvo un respingo ante esa declaración. Ese pensamiento le aterraba. Quería inspirar a la gente, no hacer que lo adoraran como a un dios.

- Y bien... – continuó Satou, con una sonrisa entusiasta en el rostro. – ¿Qué planes tienes para este fin de semana? ¿Quieres hacer algo más de entrenamiento en Rusia? ¿Puedo acompañarte? Todavía no he podido verte dándolo todo.

Gohan negó con la cabeza. – Primero, no podrías ver nada de todas maneras. – Ante el gesto enfurruñado e indignado de su amigo, soltó una risita. – Y segundo, no podré regresar a Siberia por un tiempo. Pasa que... ahh... me descuidé un poco la última vez que fui y terminé en las noticias internacionales, así que no me extrañaría si el gobierno ruso decide monitorear esa área.

Satou sonrió ampliamente. – Sí, ese fue un gran alboroto. Especialmente me gustó la parte en que hiciste que el sujeto que estaba filmando terminara cayéndose sobre su trasero. – El híbrido saiyajin se sonrojó ante el recordatorio y se rascó detrás de la cabeza nerviosamente. – Entonces tienes que buscar un nuevo lugar secreto donde entrenar, ¿eh? ¿Qué tal la Antártida? Es fría, tranquila, y la población local consiste solo de osos polares y pingüinos.

Gohan descartó la idea con otro movimiento de la cabeza. – ¿Y acelerar el derretimiento de los casquetes polares? No gracias. El calentamiento global ya es un problema serio así como estamos. – declaró severamente. Además, ya tenía otro lugar en mente.

- ¿En serio? – dijo Satou divertido. – Ja, no me imaginaba que fueras un hippie, Son.

- No hay que ser un hippie para preocuparse por el ambiente, Satou. – lo regañó Gohan.

- Está bien, está bien, no te enojes. – se defendió Satou, alzando las manos en un gesto pacificador. – Hippie.

Gohan simplemente rodó los ojos y continuó su camino. No era una caminata muy larga hasta la escuela, y en unos pocos minutos, los dos vieron la silueta familiar de la U.A. entrar a su campo de visión. Por un momento se detuvo, sintiendo que un gesto fruncido aparecía en su rostro pese a su mejor esfuerzo por suprimirlo. Fue entonces que una mano reconfortante le tocó el hombro.

- ¿Estás bien, Son? – preguntó Satou suavemente. Gohan tragó saliva antes de responder.

- Sí, estoy bien. – respondió Gohan, aunque Satou no pareció tragárselo.

- Mira, sin importar lo que los demás piensen de ti, no dejes que eso te moleste y sigue siendo tú mismo. – le dijo. – Si alguien te tiene miedo, solo déjalos que se te acerquen de manera natural, cuando te conozcan mejor. Eres bueno en ese tipo de cosas. Si están celosos de ti o quieren empezar a molestar... bueno, eso quiere decir que son imbéciles y es mejor no asociarse con ellos.

Gohan suspiró. – Ya lo sé.

- ¿Entonces cuál es el problema? – presionó Satou.

- Es solo que... – Gohan sacudió la cabeza. – Nada. No te preocupes por eso. Estoy bien, hermano, confía en mí. Igual aprecio el consejo. – agregó con una sonrisa.

Satou todavía parecía inseguro, pero aun así asintió. – Muy bien, como digas.

Gohan se sintió aliviado de ver que Satou desistió de hacer más preguntas, ya que no quería dar más explicaciones. Sabía que era estúpido, y que su amigo tenía toda la razón, pero en práctica seguía siendo difícil de aplicar. El dolor físico era algo que podía soportar sin problemas, ¿pero ser rechazado por sus compañeros solo por ser un fenómeno de la naturaleza? Ese pensamiento se le enterraba peor que cualquier herida superficial.

Tensó toda su cara mientras atravesaban la puerta de entrada y procedían hacia su salón de clases. Por un breve instante deseó estar peleando contra algún supervillano malvado. Esa clase de conflictos eran mucho más directos y fáciles de resolver, y todo lo que tenía que hacer era derrotar al tipo malo y todo había terminado. ¿Pero lidiar con una clase llena de adolescentes asustados, celosos o prejuiciosos? Eso era un territorio desconocido y requería un nivel de tacto que no creía tener.

- Recuerda, actúa con normalidad. – murmuró Satou cuando la puerta 1-A se hizo visible.

- Lo sé. – asintió Gohan. Eso podía hacerlo. Se había enfrentado a desafíos mucho más duros toda su vida y al final los había superado. Esto sería pan comido en comparación.

Con ese pensamiento impulsándolo, abrió la puerta y entró despreocupadamente al salón, tratando de verse lo menos perturbado posible. Unos cuantos pares de ojos se fijaron en él, pero no les prestó atención y rápidamente caminó hacia su asiento.

Ya una vez allí, sacó su teléfono y comenzó a pasar página en las noticias del día. A pesar de su desprecio por los medios, le gustaba mantenerse al tanto de los eventos más importantes que ocurrían alrededor del mundo. Esta versión de la Tierra era un lugar bastante loco, lo cual era normal considerando que la mayoría de la población poseía algún tipo de superpoder.

Luego de un artículo ligeramente gracioso sobre un sapo que poseía poderes hipnóticos reclutado en la milicia, guardó el teléfono y vio a Ashido desviar la cabeza de su dirección. Él arqueó una ceja; eso era raro, especialmente viendo que hacía dos días lo había estado ignorando totalmente, luego del incidente en el U.S.J. ¿Acaso ahora lo estaría mirando?

Pero antes que Gohan pudiera seguir pensando en esto, Aizawa ingresó al salón y se paró detrás del escritorio. – Buenos días, todo mundo. – saludó secamente el profesor, dándole un vistazo rápido a toda la clase. – Estoy seguro que algunos de ustedes creen que porque tuvieron un par de días bastante difíciles, se habrán ganado un poco de descanso.

Unos pocos estudiantes se pusieron nerviosos ante la acusación, y Aizawa pareció deleitarse con sus reacciones, si esa sonrisa maligna de su rostro era algún indicio.

- Bueno, mala suerte para ustedes, porque el festival deportivo de la U.A. será pronto, así que no tendrán tiempo para holgazanear. – declaró, atrayendo numerosos gritos ahogados de toda la clase.

- ¡Por fin! ¡La oportunidad de demostrarle al mundo lo rudo que soy! – exclamó emocionado Kirishima, saltando fuera de su asiento.

- ¿Le parece seguro hacer eso, sensei? – preguntó seriamente Jirou, trayendo a Kirishima de regreso a la tierra. – Ya que los villanos nos atacaron una vez, ¿no cree que sería la oportunidad perfecta de que vuelvan a hacerlo?

- ¡Olvídate de eso! ¿Cómo es que alguno de nosotros va a poder ganarle a Son? – demandó Kaminari, causando que toda la clase desviara su atención hacia el aludido. – ¡Quiero decir, demostró que es capaz de ir codo a codo con All Might! ¡ALL MIGHT!

Gohan, por su parte, se sintió como ciervo a punto de ser arrollado. Quería enterrarse lo más profundo posible para alejarse del intenso escrutinio al que ahora estaba siendo sometido, pero sabía que eso no iba a ser posible, así que hizo acopio de toda la fuerza mental que pudo para darles a sus colegas una sonrisa nerviosa y un saludo con la mano.

Aizawa se aclaró fuertemente la garganta, atrayendo la atención de todos, para gran alivio de Gohan, antes de proceder a explicar. – Para responder a su primera pregunta, llevar a cabo el festival deportivo tan pronto después de un ataque de villanos demostrará que la escuela tiene confianza en su sistema para manejar las crisis. En cualquier caso, la presencia policiaca durante el evento será cinco veces mayor de lo normal.

»En cuanto a la segunda pregunta... – Aquí los ojos del profesor se entrecerraron. – Solo porque uno de los estudiantes haya demostrado un nivel de fuerza muy por encima del de ustedes, no significa que deban tirar la toalla tan rápido. Como héroes, se enfrentarán a toda clase de adversidades durante toda su carrera, así que será mejor entrenar y prepararse para estas situaciones mientras todavía tienen oportunidad. De esa manera, no terminarán estrellándose un huevo en la cara cuando se enfrenten a un desafío real, en un asunto de vida o muerte.

La profunda explicación de Aizawa provocó un total silencio en la clase, por lo cual Gohan se sintió inmensamente agradecido. Dicho eso, su profesor decía la verdad, y sinceramente esperaba que sus compañeros tomaran muy en serio ese consejo.

- Más todavía, lo que deben estar pensando ahora es que el festival deportivo de la U.A. les presenta una oportunidad masiva a todos ustedes. – continuó Aizawa. – Este no es un evento que podamos parar solo por unos pocos villanos. Nuestro festival deportivo es uno de los espectáculos más grandes de todo Japón. En el pasado, las Olimpíadas eran lo que llamaban un "festival de los deportes", y todo el país se volvía loco con ellas.

»Sin embargo, con el decrecimiento de la población general, y la aparición de los Quirks, las Olimpíadas pasaron a ser una sombra the su antigua gloria. Y lo que ha tomado su lugar... ¡es el festival deportivo de la U.A.! – enfatizó.

Gohan notó algunos de sus compañeros con estrellas en los ojos ante el prospecto de participar en un evento de tal prestigio. Desafortunadamente, él no compartía su entusiasmo.

- Los mejores héroes de todo el país estarán observando y vendrán en busca de potenciales reclutas para unirse a sus agencias como ayudantes. – continuó Aizawa. – Naturalmente, unirse a una agencia de héroes profesionales servirá para que ganen mucha experiencia e incrementen su popularidad. Sin embargo, tengan presente que solo tendrán tres oportunidades en total para demostrar lo que tienen, ya que el festival deportivo solo ocurre una vez al año. Si van en serio sobre convertirse en héroes profesionales, esta será una oportunidad que no pueden dejar pasar.

Gohan sabía muy bien todo eso. Había visto el festival deportivo de la U.A. en televisión todos los años desde que supo de él. Conocía su importancia, y también los numerosos beneficios que venían de tener un gran desempeño en él. Esa era la razón principal de que no estuviera ni de cerca tan excitado como sus compañeros. Suspiró, frotándose las sienes con irritación. Necesitaba hablar más tarde con Aizawa sobre esto.

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Para cuando llegó la hora del almuerzo, Gohan se despidió de Satou y Tsuyu, y se dirigió hacia la sala de profesores. No sabía dónde estaría Aizawa, pero se imaginó que ver por allá sería su mejor alternativa. Al llegar a su destino, tocó la ya muy familiar puerta corrediza y esperó, dejando de lado esas desagradables memorias de ser interrogado por el oficial Tsukauchi en esa misma sala.

Afortunadamente, no tuvo que esperar demasiado, ya que la puerta se deslizó para revelar a una muy curiosa Midnight. Cuando sus ojos azul cielo se posaron en él, su sonrisa de inmediato adoptó una amplia sonrisa. – ¡Son Gohan-kun! ¡Pero qué agradable sorpresa! – lo saludó animadamente. – ¿Vienes a acompañarme a almorzar? Porque definitivamente me encantaría la compañía de un hombre grande y fuerte como tú. – agregó seductoramente, guiñándole el ojo de una forma que hizo que sus mejillas se pusieran rojas como tomates.

- N-n-no exactamente, M-Midnight-sensei. – tartamudeó Gohan, desviando su mirada de la sonriente y sensual mujer. – Venía a buscar a Aizawa-sensei. ¿Está aquí?

Midnight frunció la boca, claramente decepcionada. – No sé por qué querrías pasar el rato con ese tonto aburrido, pero está justo allá, tomando una siesta. – explicó señalando un sofá en una esquina de la sala.

- Gracias, Midnight-sensei. – dijo Gohan haciendo una reverencia.

- Si de verdad quieres agradecerme, ven a verme otra vez... preferiblemente cuando no haya nadie más por aquí. – le susurró, con una sonrisa traviesa coronando sus hermosos rasgos.

- L-lo tendré en mente. – tartamudeó Gohan, sintiendo que volvía a sonrojarse. – ¡Hasta luego!

Con eso, se alejó rápidamente de la seductora mujer mayor dirigiéndose hacia donde estaba Aizawa. De haber estado más tranquilo, seguro la imagen de su profesor guía recostado en el sofá, con una cajita de jugo medio vacía en mano mientras roncaba ligeramente por la boca, le habría parecido muy graciosa. Desafortunadamente, Gohan no había venido a hacer visitas sociales.

- Disculpe, Aizawa-sensei, necesito hablar con usted. – le dijo.

Aizawa ni se movió, sacándole una mirada sombría al híbrido saiyajin.

- Disculpe, Aizawa-sensei, necesito hablar con usted. – repitió más fuerte esta vez.

Los ojos negros de Aizawa se abrieron ligeramente, antes que su ceño se enfurruñara ominosamente. – Son. Imagino que tendrás una buena razón para interrumpir mi descanso. – murmuró fríamente. Gohan tragó saliva.

- De verdad siento mucho despertarlo, sensei, pero necesito hablar sobre el festival deportivo.

Aizawa suspiró y tomó un sorbo de su caja de jugo. – Bien, pero hazlo rápido.

- Claro. – le dijo Gohan, inclinándose con gratitud. – Sensei, me preguntaba si es obligatorio participar en el festival deportivo.

- ¿En serio? ¿Para qué necesitas saberlo? – inquirió Aizawa.

- Porque no estoy seguro de querer participar. – respondió Gohan. Aizawa parpadeó, y señaló el sillón adyacente al suyo.

- Toma asiento, Son. – le dijo. Gohan de inmediato le hizo caso.

- ¿Sensei?

- ¿Hay alguna razón por la cual estás considerando no participar? – cuestionó Aizawa.

- Unas cuantas, de hecho. – reveló Gohan. Tomó un profundo respiro antes de continuar. – Ya sabe que los héroes profesionales estarán buscando a gente para que se una a sus agencias, ¿verdad? Bueno, me preocupa que si participo y termino ganando, atraeré demasiado la atención y opacaré a todos los demás que participan.

Aizawa entrelazó los dedos. – Ese es el punto de competir. – le respondió, sin encontrarlo divertido.

- Ya lo sé, pero... la verdad es que esas cosas no me interesan. – admitió Gohan. – No quiero unirme a una agencia de héroes y ser ayudante de nadie. Solo quiero obtener mi licencia de héroe, graduarme, y poder salvar personas en mis propios términos. Y en ese sentido, tampoco quiero arruinarles las posibilidades a mis compañeros quitándoles la oportunidad de destacar cuando yo no quiero que me recluten.

- Entonces, lo que estás diciendo es que todos los demás que te rodean son una distracción para ti. – dedujo Aizawa. Gohan tomó una expresión sombría.

- No se trata de eso. Solo quiero hacer las cosas a mi manera sin dificultárselas a los demás.

- ¿Qué clase de héroe aspiras a ser, Son? – cuestionó Aizawa, frotándose la frente. – ¿Quieres ser un lobo solitario que juega bajo sus propias reglas? ¿Alguien que es bueno en su trabajo, pero no tiene presencia social ni influencia sobre la gente, porque los considera por debajo de él?

- ¡Por supuesto que no, sensei! – exclamó Gohan ensanchando los ojos. – ¡Quiero llegar a ser como All Might; alguien que inspira a la gente e intimida a los criminales solo con su nombre! ¡Eso usted ya lo sabe!

- Eso dices tú, pero tus intenciones sugieren lo contrario. – señaló Aizawa. – Eso sin mencionar el efecto que esto tendría en tus compañeros de clase.

Gohan tragó más saliva que antes. – ¿A qué se refiere, sensei? – preguntó nervioso.

- Para alguien tan listo, puedes ser extraordinariamente denso. – comentó fríamente Aizawa, para confusión de su pupilo. – ¿Qué clase de mensaje crees que estarás enviando a tus compañeros si te rehúsas a participar en el festival deportivo porque eres mucho más fuerte que ellos? Ponte en sus zapatos, y trata de imaginarte, ¿cómo te sentirías tú si uno de tus compañeros hiciera algo así?

Gohan palideció cuando la respuesta finalmente le abrió los ojos. ¿Cómo no se le ocurrió tomar eso en cuenta? – Yo... entiendo a lo que se refiere, sensei. Créame, nunca fue mi intención menospreciar o irrespetar a mis compañeros de esa manera.

- Te creo. – dijo Aizawa, sorprendiendo al muchacho. – También creo que eres muy propenso a tener visión de túnel debido a que tu mente suele marchar en un solo sentido. A veces, te enfocas tanto en hacer algo de cierta manera, que ignoras totalmente las ramificaciones de tus acciones. Eso te hace sonar arrogante, y dudo mucho que esa sea tu intención.

- Esa... esa no es mi intención en lo absoluto. – murmuró Gohan, mirándose los pies con vergüenza.

- Mira, si decides participar o no, es tu decisión al final. – lo regañó Aizawa. – Ya te dije lo que pienso; depende de ti descubrir lo que quieres hacer. Tienes dos semanas para pensar en ello. Eso debería darte suficiente tiempo para sopesar tus opciones.

Gohan reflexionó sobre las palabras de su profesor por un momento, antes de exhalar y endurecer su rostro. – Eso haré, sensei. – declaró firmemente, levantándose del sillón e inclinándose. – Muchas gracias por su tiempo, y de nuevo disculpe por molestarlo.

- Más te vale. Ahora lárgate y déjame volver a mi siesta. – gruñó Aizawa.

Gohan se dirigió rápidamente hacia la puerta, pero mientras caminaba, no pudo sacudirse de encima la sensación de que lo estaban observando. Rehusándose a caer en pánico (estaba demasiado bien entrenado para eso) sus ojos color ónix escanearon cuidadosamente la sala, hasta detenerse en un muy familiar par de orbes azul cielo, cuya vista causó que sus mejillas ardieran de un feroz tono escarlata.

Sentada sobre un sillón, con una pierna cruzada sensualmente encima de la otra, se encontraba Midnight en persona, lamiendo una paleta provocativamente mientras sus penetrantes ojos se fijaban en los de él. Cuando se dio cuenta de que la habían pillado mirando, simplemente le sonrió y le saludó con la mano.

Gohan, por su parte, evitó la mirada con la mano y salió corriendo fuera de la sala de profesores. Esa mujer podría ser más aterradora que Aizawa cuando se lo proponía. Por su peculiar e intimidatoria actitud, al menos lo que se veía del hombre era lo que se obtenía. Midnight, por otra parte, era mucho más impredecible.

Luego de abandonar la sala, el híbrido saiyajin se dio cuenta que necesitaba hacer uso de las instalaciones. Gruñendo de pensar que se retrasaría todavía más para el almuerzo, se dirigió hacia el baño que estaba junto a su salón de clases. Todavía no estaba familiarizado con la estructura del campus de la U.A., así que en lugar de arriesgarse a perderse en el laberinto de corredores, decidió tomar la opción más segura e ir a donde sabía que encontraría un sanitario, a pesar de ser un viaje bastante largo.

Luego de entrar, se dirigió a uno de los urinales y se desabotonó el plan. Justo cuando estaba a punto de abrir la manguera, escuchó una puerta abriéndose y unas pisadas en las baldosas, antes de detenerse en el urinal del otro extremo del baño.

- S-Son-kun. – dijo una voz que tartamudeaba.

Sorprendido de que lo llamaran por su nombre, Gohan volteó la cabeza ligeramente a un lado, aunque lo único que vio fue una familiar maraña de pelos verdes. – Midoriya. – respondió cortésmente, antes de volver a lo que estaba.

Vaya, eso era raro.

Tratando de ignorar la presencia de su amigo, Gohan procedió a hacer sus necesidades. Tuvo un respingo por dentro al oír a Midoriya haciendo lo propio. Si tan solo tuviera un par de audífonos para ahogar el ruido en ese momento.

Apenas terminó, soltó las últimas gotas y cerró la cremallera, dirigiéndose hacia el lavabo. Se lavó las manos y se salpicó la cara con algo de agua para aclararse la mente, antes de salir del baño. Pero en vez de irse directamente a la cafetería, Gohan esperó junto a la puerta. Ahora que Midoriya estaba allí solo, tenía la oportunidad perfecta para preguntarle al peliverde sobre el entrenamiento, así podrían con suerte preparar algo. Por extrañas que resultaran las circunstancias en ese momento, era el momento más oportuno para hacerlo.

En cuanto Midoriya salió del baño, sus ojos se ensancharon al ver al híbrido saiyajin esperándolo. – ¿Son-kun?

- Hey. – lo saludó Gohan, sonriéndole amigablemente. – Disculpa si esto parece raro, o un poco repentino, pero me preguntaba si estarías libre este fin de semana, para que podamos empezar con tu entrenamiento.

- ¡O-oh! ¡Eso! – exclamó Midoriya, con evidente sorpresa en el rostro. – Umm... ¿exactamente qué haremos con el ent-t-t-trenamiento? – tartamudeó.

- Algunos ejercicios que espero te ayuden a controlar tu Quirk. – explicó Gohan. – Ya que se aproxima el festival deportivo, imaginé que ahora mismo sería un buen momento para comenzar.

Midoriya se quedó pensando en ello por un momento, y luego asintió. – Estoy de acuerdo. Ahh... ¿cuándo y dónde quieres que lo hagamos?

- ¿Qué tal este domingo, a eso de las dos de la tarde? – sugirió Gohan. – En cuanto a dónde... hay unos parques bastante apartados cerca de donde vivo, pero si conoces algún lugar cerca de dónde vives, no me molestaría ir allá. Lo que sea que te parezca bien.

Midoriya parecía confundido. – ¿Huh? Cuando dices "parques bastante apartados", ¿hablas de parques apartados donde no haya nadie? – cuestionó nerviosamente.

- Sí... – replicó Gohan, imitando la confusión del peliverde. – ¿Hay algún problema?

- ¡No p-podemos hacer eso! – tartamudeó Midoriya en un pánico frenético. – ¡El uso de Q-Q-Quirks en público sin l-licencia va en contra de la ley! ¡Podrían a-arrestarnos!

- ¡Oh! – A Gohan casi se le salen los ojos. – ¡Diablos, no pensé en eso! – admitió nerviosamente. Estaba tan acostumbrado a correr de aquí para allá sin preocupaciones tanto siendo él mismo como la Mancha, que había olvidado que ese acto era técnicamente ilegal. – Eso... podría ser un problema.

Midoriya soltó un suspiro de alivio. – Qué bueno que te diste cuenta. Sí quiero aprender a usar mejor mi Quirk, pero no quiero violar la ley para hacerlo. – murmuró.

- Eso lo entiendo. Disculpa, ese fue un derrame cerebral de mi parte. – dijo Gohan, rascándose detrás de la cabeza. – ¿Sabes qué podríamos hacer al respecto?

- Siempre podemos pedir prestado el campo atlético de la escuela. – sugirió Midoriya. – Preguntaré si hay algún profesor que esté dispuesto a supervisarnos, y te avisaré.

- Eso sería grandioso. – sonrió Gohan. – En ese caso, deberíamos intercambiar números de teléfono.

- Claro. – asintió Midoriya, sacando su teléfono.

Una vez que lo hicieron, los dos chicos se dirigieron hacia la cafetería, por lo cual Gohan se sintió supremamente agradecido. Su estómago estaba muy cerca de protestar ruidosamente porque se le negaba su sustento.

- Y dime, ¿alguna vez has entrenado a alguien? – preguntó Midoriya mientras caminaban.

- ¡Nop! – dijo Gohan alegremente. – De vez en cuando tengo combates de práctica con Satou, y le doy algunos consejos cada vez que le pateo el trasero, pero nunca nada tan formal.

- Oh. – dijo Midoriya, evidentemente sorprendido por la respuesta. – Supongo que debo sentirme honrado, ¿eh?

- Si quieres. – se rio Gohan.

Una vez que la cafetería apareció a la vista, el híbrido saiyajin no pudo evitar lamerse los labios. El almuerzo era uno de los momentos importantes de su dúa, principalmente porque Lunch Rush era un cocinero excepcional; la deleitable cocina del hombre era lo más cercano que tenía de experimentar la comida de su madre desde que llegó a este mundo.

Pero antes de poder saciar su voraz apetito, Yaoyorozu apareció enfrente de él. – Ahí estás, Son-san. – lo saludó antes de volverse hacia el otro chico. – Hola, Midoriya-san.

- ¡H-hola! – tartamudeó el chico de pelo verde.

- Hola, Yaoyorozu. – dijo Gohan cálidamente, dándole a la chica una sonrisa temblorosa que esperaba fuera suficiente para ocultar sus nervios. – ¿Necesitas algo?

- De hecho, sí. – respondió ella. – Como representantes de la clase, se supone que tengamos una reunión cada sábado después de la escuela para arreglar algunos asuntos. Nuestro lugar de reunión designado es la sala de conferencias D.

- Oh. De acuerdo, gracias por avisarme. – respondió Gohan con calma, aunque por dentro estaba que por poco le daba un ataque.

Aunque el prospecto de estar a solas en una sala con Yaoyorozu normalmente le habría resultado atractivo, le resultaba un poco extraño andar cerca de la muchacha desde que le vio un poco más de lo que habría querido dos días antes. El solo pensar en ello hacía que su mente volara a lugares extraños, a menudo dejándolo hecho un total desastre, y de verdad no quería avergonzarse más de la cuenta en su presencia.

Tras oír su respuesta, Yaoyorozu sonrió radiantemente. – Grandioso, lo estaré esperando con ansias. Por el momento te dejaré que puedas disfrutar el resto de tu almuerzo. Nos veremos después en clase. – dijo antes de marcharse.

- Adiós. – murmuró Gohan. Una vez que la chica estuvo fuera de vista, dejó salir un suspiro de pesadez. – Grandioso, justo lo que necesitaba.

Su repentino gesto de autocompasión se vio interrumpido por Midoriya, que le dio unas palmaditas en la espalda. – Anímate, Son-kun. – le dijo el peliverde amablemente. – Al menos solo te toca una vez a la semana.

- Sí... sí, creo que ese es un consuelo. – gruñó Gohan, forzando una sonrisa a pesar de la depresión. – Gracias, Midoriya.

...

Una vez que sonó la campana de salida, indicando el final de la jornada escolar, Gohan empacó sus cosas y se levantó de su asiento. Miró hacia un lado esperando a ver a Satou haciendo lo propio, pero su mejor amigo estaba firmemente arraigado a su silla con los brazos cruzados y lleno de confianza, con una sonrisa arrogante cruzándole por los labios. Gohan suspiró.

- ¿Debería estar preocupado? – preguntó.

- ¿Por mí? Nah, yo estoy bien. – replicó Satou. – Más bien deberías estar preocupado por Kirishima.

- ¿Qué dices? – dijo Gohan parpadeando.

- Se cree que puede ganarme en vencidas. Ya que eso evidentemente es falso, le dije que estaba lleno de mierda. – dijo Satou alegremente, sacándole un gruñido al híbrido saiyajin. – Así que, ya que no pudimos arreglarlo con palabras, decidimos tener un encuentro de vencidas después de la escuela.

- Está bien. Buena suerte con eso. – ofreció Gohan, dándose la vuelta y dirigiéndose hacia la puerta.

- Hey, ¿adónde vas? ¿No quieres verme barrerle el trasero a Kirishima? – preguntó Satou, sonando ofendido.

Gohan volteó a ver a su mejor amigo y sacudió su cabeza. – Lo siento, hermano. Solo quiero irme a casa y descansar un poco. Hoy tuve un día muy pesado.

La expresión de Satou se suavizó. – Está bien. Nos veremos luego.

Gohan le sonrió al chico de labios enormes y se despidió con la mano antes de abandonar la sala. Escuchó algo de conmoción detrás de él, pero la ignoró y se dirigió hacia el corredor.

- Disculpa, Son, ¿puedo hablar contigo un momento? – le habló una voz femenina, haciéndolo detener sus pasos. Se dio la vuelta, y sus ojos se ensancharon de sorpresa al ver a una chica de piel rosa de pie detrás de él, y sin su habitual alegría y energía.

- ¿Ashido?

- Hola, Son. – lo saludó, dándole una pequeña sonrisa. – ¿Cómo estás?

- Algo cansado. – admitió Gohan, dándole a la chica una sonrisa propia. – ¿Y tú?

- Estoy bien. – respondió. – Umm, ¿te molesta si vamos a algún lugar más tranquilo?

Gohan se sorprendió un poco por la petición, pero aun así asintió sin dejar de sonreír. – Para nada.

- Gracias. – respondió Ashido, guiándolo hacia un corredor vacío. Luego de verificar alrededor que los dos estaban totalmente solos, enfocó toda su atención en él y habló. – ¿Quieres ir este domingo a ver una película conmigo?

Gohan se quedó congelado, y su cara se puso pálida. – ¿M-me estás invitando a una cita? – tartamudeó incrédulo. A su vez, los ojos de Ashido casi se salen de sus cuencas.

- ¡¿Q-qué?! ¡N-no! ¡Te estoy invitando a salir c-como amigos! – replicó ella, y sus mejillas adoptaron un tono rosa más oscuro. – ¡Pasa que gané dos boletos en un concurso, y noté que te veías decaído, pensé en animarte un poco, y se me ocurrió que ver una película juntos sería divertido!

- Ya... veo. – dijo Gohan lentamente, procesando lo que acababa de oír. Una vez que recuperó la compostura y se calmó lo suficiente, le sonrió a la chica. – Creo que eso me gustaría.

Como si le hubieran activado un interruptor, el semblante fruncido de Ashido se transformó en una sonrisa emocionada. – ¡¿De verdad?! ¡Grandioso! – exclamó. – ¡Muchas gracias por aceptar, Son! ¡Oh cielos, no tienes idea de lo difícil que fue atraparte solo para poder pedírtelo!

Gohan se rio, sintiendo una enorme oleada de calidez por la chica de piel rosa. Ahí estaba él, preocupado de haber hecho algo que la ofendió, cuando en realidad siempre estuvo preocupada por su bienestar. – No, gracias a ti, Ashido. Significa mucho. – admitió con suavidad.

La chica se calmó después de eso, pero su radiante sonrisa no desapareció. – Está bien, Son. La película empieza a eso de las cuatro de la tarde, en el Cinema Cerollian.

- Ahí estaré. – declaró Gohan.

- ¡Más te vale, o sino nunca te lo perdonaré! – exclamó Ashido, dándole una falsa mirada fulminante. – Oh, ¿y te molestaría mantener esto entre nosotros? No quiero que los demás se hagan ideas equivocadas...

- Mis labios están sellados. – le aseguró Gohan. Habría guardado silencio aun si no se lo pidiera. Él conocía el valor de la privacidad mejor que la mayoría.

- ¡Genial! – sonrió Ashido. – ¡Como sea, ya me tengo que ir o perderé mi tren! ¡Hasta mañana, Son!

Despidiéndose alegremente con la mano, desapareció de la escena en un instante, dejando a Gohan a solas con sus pensamientos. Mientras se quedaba de pie en el desierto corredor, reproduciendo los últimos minutos en su cabeza, apenas podía creer lo que acababa de pasar. Considerando su suerte últimamente, se imaginó que había más posibilidades de que Cell volviera a la vida de que una de sus nuevos amigos le invitara a ver una película.

Riendo para sí mismo, Gohan se ajustó la mochila y se dirigió hacia la salida. Todavía seguía cansado, pero su humor había mejorado significativamente a como estaba más temprano aquel día. Quizás su suerte por fin empezaba a cambiar.

(--0--)

El siguiente día de escuela pasó sin ningún evento importante, y cuando sonó la campana de salida, Gohan se dirigió hacia la sala de conferencias que Yaoyorozu le había dicho antes. No era que estuviera esperando la reunión, pero se imaginó que el mejor curso de acción era salir de eso lo más pronto posible, para poder enfocarse en asuntos más importantes, como ir por un segundo almuerzo.

Al ver la puerta, alejó de su mente la tentadora imagen de la carne a la barbacoa y cogió la manija. Un giro rápido después, la puerta se abrió y entró a la sala, donde lo recibió la imagen de su colega presidenta de la clase sentada junto a una gran mesa redonda de madera, revisando una pila de papeles. Se había quitado su chaqueta y la había dejado colgada en el respaldo de su silla.

Gohan tragó saliva y se aflojó la corbata. Ahora que lo pensaba, parecía haber poca ventilación en la sala, y el clima caluroso de afuera solo lo empeoraba.

- Toma siento, Son-san. – le dijo Yaoyorozu cortésmente. – Tenemos mucho que hacer aquí, así que a menos que quieras pasar toda la noche aquí, más vale que nos movamos.

Gohan se resistió el impulso de fruncir el cejo. Eso no sonaba agradable. ¿Para qué había aceptado esto de nuevo? Aun así, obedeció la petición y se sentó en la silla opuesta a Yaoyorozu. En el momento en que su espalda tocó la silla le entregó una pequeña libreta.

- Lee esta propuesta que escribí. – le dijo. – No es mucho; solo es una lista de cómo facilitar la comunicación entre profesores y estudiantes. Si la apruebas, se la enviaré por email al consejo escolar.

Gohan suprimió un suspiro e hizo lo que le pidieron, aunque con una enorme falta de entusiasmo. Leyó rápidamente el contenido de la libreta con los ojos cansados, apenas registrando los horribles bloques de texto en las páginas. Una vez que terminó, le entregó la libreta de regreso a Yaoyorozu.

- Me parece que está bien. – le dijo. Ella levantó una ceja.

- ¿Ya la leíste?

- Soy un lector rápido. – admitió Gohan. Era una mentirilla a medias. Yaoyorozu lo miró por unos segundos más, antes de encogerse de hombros y coger una libreta más gruesa, que también le presentó en las manos.

- Muy bien. Ahora, échale un vistazo a este manifiesto que escribí sobre mis intenciones como presidenta de la clase durante la duración de mi período.

Gohan aceptó la libreta antes de quedarse congelado. – Espera un minuto, ¿acabas de decir "manifiesto"?

- Eso dije. – declaró Yaoyorozu severamente. – ¿Hay algún problema?

- ¡No! Quise decir, no realmente, pero... ¿no crees que esto es un poco exagerado? – preguntó Gohan rascándose detrás de la cabeza. – Quiero decir, apenas somos estudiantes de preparatoria. No es que estemos en campaña para cargos políticos.

Yaoyorozu entrecerró los ojos peligrosamente. – Aun así, eso no significa que no deberíamos nuestros deberes como representantes de la clase con seriedad. Nuestros compañeros nos eligieron para posiciones de gran importancia, así que lo correcto es hacer nuestro trabajo apropiadamente.

Gohan suspiró. Ya podía ver que no era una discusión que tuviese una oportunidad de ganar. – Muy bien entonces. – Leyó rápidamente el manifiesto y se lo devolvió. – Parece estar bien.

- ¿Lo leíste todo? – inquirió Yaoyorozu en tono ominoso.

- Lo hice. – mintió Gohan.

- En ese caso dime, ¿qué hay escrito en la página cuatro, donde subrayé mi posición sobre cortejos durante la época de exámenes?

Gohan se sonrojó y evitó su mirada. – Ummm...

- Lo sabía. – exclamó Yaoyorozu.

- ¿Huh? – dijo Gohan sintiéndose tonto. Yaoyorozu soltó un suspiro de resignación.

- Esperaba que pudiéramos manejar esto como adultos, pero está claro que eso no será posible. Tenía la esperanza de estar equivocada, pero tristemente tenía razón. Tus motivos en realidad son nefastos. – le acusó con voz gélida que le heló la sangre.

- Espera, ¿qué?

- He visto la forma en como me miras cuando crees que no estoy viendo, Son-san. – continuó la chica, con la voz extremadamente fría.

- ¿Q-qué? ¡Lo estás malinterpretando! ¡No te estaba mirando! – tartamudeó, alzando las manos en gesto pacificador mientras sentía que los latidos se le aceleraban. ¿Cómo fue que esta reunión se fue al diablo tan rápidamente?

- He visto ese libro sórdido que llevas contigo todo el tiempo. ¡¿Qué clase de juego enfermizo crees que estás jugando, pervertido?! – siseó ella, con su semblante transfigurándose en un instante.

- ¡E-estás exagerando! ¡No soy un pervertido, en serio! ¡La única razón de...!

- ¡Cállate, gusano! – exclamó Yaoyorozu con veneno en la voz, ya completamente furiosa. Sin embargo, tras unos tensos segundos en los que no pudo mover ni un músculo, de pronto su agitada respiración se controló. – Pero si eso es lo que realmente quieres, supongo que puedo complacerte por unos minutos. Hasta yo necesito rascarme la comezón de vez en cuando.

Gohan sintió que se le salían los ojos, sintiendo que las gotas de sudor ahora le brotaban a chorros. – N-no sé de qué... todo esto es... espera, ¿qué crees que haces, Yaoyorozu?

La chica se había subido a la mesa y ahora estaba gateando hacia él como un felino acechando a su presa. – Rascándote la comezón. – respondió ella con la voz calmada, como si su comportamiento fuese perfectamente normal.

. Me s-siento halagado, p-pero no creo que esto sea ap-propiado para la escuela. – balbuceó Gohan con la cara totalmente roja, tratando desesperadamente de deslizar su silla hacia atrás, pero fallando miserablemente como si estuviera atornillada al suelo.

- ¡Al diablo con lo apropiado!

Y sin avisar, Yaoyorozu se abrió su camiseta con un solo movimiento de su mano. No llevaba sostén.

Gohan pensó que bien podría estar viendo los ojos de Medusa, ya que se quedó petrificado donde estaba. Ni un solo pensamiento coherente le vino a la mente, ni pudo encontrar palabras para expresar lo que estaba sintiendo. Simplemente se quedó allí, mirando y totalmente rígido, a pesar de la grave seriedad de la situación.

Yaoyorozu simplemente sonrió, sin un solo atisbo de vergüenza en sus hermosas facciones. – ¿Te resultan familiares? Deberían, ya que los viste una vez.

Eso fue suficiente para sacar a Gohan de su estupor. – ¡E-eso fue un accidente y lo sabes! ¡Lo dijiste tú misma! – chilló él.

Yaoyorozu se rio siniestramente mientras acercaba su rostro al de él y le susurraba al oído. – Mentí.

Gohan se quedó fijo a su asiento mientras la chica deslizaba un atrevido dedo por su mentón, y luego jadeó de asombro cuando lo bajó violentamente como una espada, cortando su camiseta con un rápido movimiento.

- Ahora es mi turno. – proclamó Yaoyorozu, con un brillo diabólico en sus ojos negros que era totalmente ajeno a ellos.

Gohan tragó en seco. Esto era un territorio totalmente desconocido y no tenía idea de cómo navegarlo, y para rematar, estaba en conflicto consigo mismo. Su mente le gritaba que todo esto era una idea horrible idea, y que debía salir corriendo lo más rápido posible sin mirar atrás. Su cuerpo, por otra parte, le decía tranquilamente que dejara que las cosas siguieran con su curso naturalmente... que esto era lo que él quería.

Yaoyorozu, sin embargo, no se veía perturbada. Ladeó su cabeza mientras miraba fijamente su pecho musculoso, luego hacia el suyo propio, y después otra vez al de él. Adoptó una expresión enfurruñada adorable. – Sabes, no me parece que esto sea un intercambio justo.

Antes que Gohan pudiese comprender el significado detrás de esas palabras, ella deslizó su mano y deshizo uno de los botones en sus pantalones, arrancándole otro grito ahogado de sorpresa al chico.

- Pero sí sé qué lo es...

Eso lo selló. Gohan exhaló temblorosamente resignándose a su destino. Su cuerpo tenía razón. Él DESEABA esto.

Yaoyorozu se rio mientras fijaba la mirada en la de él, y no tuvo la fuerza de voluntad para evitar el contacto visual. No pudo más que esperar respirando agitadamente mientras su cabeza se acercaba lentamente.

Cuando se acercó lo suficiente para sentir su aliento caliente haciéndole cosquillas en la piel, frunció los labios con nerviosa anticipación.

- Todavía no. – susurró sensualmente, con su nariz casi tocando la de él.

Gohan gruñó de frustración, y casi jadeó al sentir otro botón soltándose, y sus pantalones siendo deslizados fuera de sus piernas.

Un minuto... ¿Dónde estaba su ropa interior?

(--0--)

Gohan abrió los ojos de golpe y se encontró mirando un techo blanco. Parpadeó y sacudió un poco el cuerpo, aunque encontró sus movimientos restringidos por una manta. Eso y la capa espesa y pegajosa de sudor que le cubría el cuerpo, le alertó que estaba de vuelta en el mundo real y que solo había sido un sueño. Un sueño muy vívido, pero seguía siendo un simple sueño.

Se frotó la frente con los dedos y soltó un suspiro cansino. – Diablos.

Eso fue una experiencia nueva. Sus sueños usualmente consistían en vagas pesadillas sobre su pasado, y los pocos que no resultaban pesadillas eran tan insignificantes que terminaba olvidándolos minutos después de despertarse.

Esto, sin embargo, no sería algo que podría olvidar en un futuro cercano. Si era bueno o malo, Gohan no tenía idea, pero sí sabía una cosa: necesitaba una larga y fría ducha antes de salir a la escuela. También tendría que lavar sus pijamas más tarde, y dicho pensamiento lo hizo gruñir.

Al menos tenía un fin de semana qué esperar.

(--0--)

Igual que en sus sueños, la jornada escolar pasó bastante rápido para Gohan, sin que pasara nada notable. Se sintió agradecido por eso.

Y también igual que en sus sueños, una vez que sonó la campana de salida se encontró de pie frente a la sala de conferencias D. A diferencia de su sueño, sin embargo, no entró deprisa para salir de la reunión lo más pronto posible. En vez de eso, los pies se le quedaron pegados al suelo mientras la mano le temblaba encima de la manija, y trataba inútilmente de tranquilizarse.

Sabía que era una estupidez. Sabía perfectamente que lo que pasó en sus sueños no tenía posibilidad alguna de suceder en la vida real. Así que, ¿por qué estaba tan dudoso de abrir la maldita puerta? ¿Por qué estaba siendo tan cobarde?

Necesitó la imagen mental de Piccoro con su expresión usual en su cabeza para darse cuenta que se estaba comportando como un niño inmaduro. Así, con una expresión neutral para ocultar su trepidación, giró la manija y entró.

Afortunadamente, la sala resultó ser diferente a como era en su sueño. La alfombra era de azul real en vez de marrón, y la mesa era cuadrada en vez de redonda. Yaoyorozu estaba sentada detrás de ella, pero solo tenía una pequeña libreta enfrente de ella, en vez de una pila gigantesca de papeles. Resultó un pensamiento reconfortante.

Al notar su llegada, la chica le dio una sonrisa cálida. – Por favor toma asiento, Son-san. Esto no tomará mucho tiempo.

Gohan tragó saliva y le devolvió el saludo antes de hacer lo que le dijeron. Sus ojos brevemente se encontraron con los de Yaoyorozu, activando al instante una oleada de memorias que casi lo hizo sonrojarse. No queriendo avergonzarse más de lo que ya estaba con ese acto, rápidamente desvió la mirada.

- Y bien, ¿estás al tanto de nuestros deberes como representantes de la clase? – preguntó la chica.

- Lo siento, la verdad es que no. – admitió Gohan, rascándose detrás de la cabeza.

Yaoyorozu soltó una pequeña risita, casi melodiosa. – Está bien. No es nada demasiado serio, así que no te preocupes. – le aseguró. – Nuestros deberes son reportar al profesor cualquier problema relacionado con nuestros compañeros de clase, organizar eventos de nuestro salón, y asignar roles a nuestros compañeros para estos eventos. Sin embargo, ya que apenas estamos iniciando el año, solo tenemos que preocuparnos de lo primero.

Gohan exhaló un suspiro de alivio. – Eso puedo hacerlo. – Diablos, sería un placer hacerlo. Ya tenía algo en mente de lo que quería hablar con Aizawa, pero luego de que su anterior reunión terminó en una nota tan gélida, no sabía cómo decírselo.

- ¡Grandioso! Y bien, ¿hay algún problema que quieras reportar?

Gohan luchó contra las mariposas en su estómago y le dio a Yaoyorozu toda su atención. Sería de mala educación no hacerlo, especialmente con lo amable que estaba siendo a pesar de su falta de experiencia. – Me preocupa un poco el bienestar mental de nuestros compañeros. – le dijo simplemente.

Yaoyorozu abrió sus encantadores ojos ligeramente. – ¿A qué te refieres, Son-san? ¿Sucedió algo?

- No. Al menos no todavía. – replicó Gohan sacudiendo la cabeza. – Lo que ocurrió en el U.S.J. hace tres días... que los hayan tomado como rehenes adultos mayores que querían matarlos... eso es algo que ningún adolescente debería experimentar, así estén entrenando para ser héroes o no. Aunque no he visto ningún signo, no puedo ignorar la posibilidad de que algunos de nuestros compañeros tal vez no lo estén sobrellevando del todo bien.

Ya que su niñez fue tan anormal, sabía de primera mano el daño que esos eventos traumáticos podían hacer a la psique de cualquiera. Aunque con los años se había acostumbrado a esas circunstancias, y hasta llegó a aceptarlas hasta cierto punto, no quería que sus compañeros tuvieran que pasar por ese mismo infierno que le tocó a él. Ya estaban arriesgándolo todo al elegir el heroísmo como profesión, así que al menos merecían poder disfrutar de su juventud mientras tuvieran la oportunidad.

Los rasgos angelicales de Yaoyorozu se suavizaron. – No puedo decir que haya cruzado por mi mente, pero ahora que lo mencionas, definitivamente hay mérito en lo que estás diciendo. Algo tan serio definitivamente no puede dejarse por debajo de la alfombra.

Gohan sonrió. La chica sí que era un alma amable. – Gracias.

- Y bien, ¿sugieres que todos se sometan a una evaluación psiquiátrica? – preguntó Yaoyorozu, volviendo a lo que estaban.

- No tan drástico. – respondió Gohan. – No sé si la U.A. tenga algún psicólogo trabajando en el campus, pero si no es así, deberían contratar alguno. Si ya hay uno trabajando aquí, deberían hacérnoslo saber. En cualquier caso, algo de educación adicional en el tema sería de ayuda.

- Concuerdo completamente. – asintió Yaoyorozu, transcribiendo su sugerencia a su libreta. Al terminar le dio una sonrisa. – ¿Tienes algo más para mí?

Gohan se frotó el mentón pensando en la pregunta. Mentiría si dijera que no le molestaba la reacción negativa de algunos de sus compañeros de clase tuvieron de su pelea contra el Nomu, pero decidió al instante que sería mejor no decírselo a Yaoyorozu. Ese problema era solo de él.

Otro problema más urgente era Bakugou, específicamente su naturaleza volátil y temperamento exageradamente agresivo. A Gohan no le caía nada bien ese rubio explosivo, y seguía sin entender por qué alguien con tan mala actitud quería ser un héroe. También estaba el asunto de su historia personal con Midoriya, de lo cual el híbrido saiyajin no podía evitar sentirse preocupado.

Pero ultimadamente decidió no presionar con esas acusaciones. Por mucho que fuese un patán arrogante, Bakugou no había hecho nada lo bastante severo como para ameritar tal escrutinio. Además, él mismo era también prácticamente un niño; tal vez con el tiempo creciera y llegara a ser una mejor persona. Independientemente de si pasaba o no, al menos merecía la oportunidad de cambiar.

Gohan no era tan testarudo como para negar que Bakugou tenía mucho potencial. El rubio poseía un Quirk fenomenal, y su condición física no era nada menos que impresionante. Si llegaba a superar sus problemas de comportamiento, o al menos controlarlos, podría llegar a ser un héroe fantástico.

Con eso en mente, Gohan negó con la cabeza. – No, no tengo nada.

- Muy bien entonces. – asintió Yaoyorozu. – Eso será todo por hoy.

- Espera, ¿en serio? – inquirió Gohan, visiblemente sorprendido. – Eso fue rápido.

Yaoyorozu se rio mientras se guardaba la libreta entre las manos. – Te dije que lo de hoy no llevaría mucho tiempo. Solo hemos estado aquí una semana, así que no tenemos ningún asunto urgente de momento.

- Ahh, qué bueno saberlo. – dijo Gohan, reclinándose en la silla y estirándose antes de ponerse de pie. Le sonrió nerviosamente a la chica, que también se había levantado. – Y bueno... umm... ¿te importa si te acompaño hasta la entrada de la escuela? Quiero decir, seguro somos los únicos estudiantes que quedamos aquí, y no me gustaría que te sintieras sola o te perdieras en los corredores. – Se rascó detrás de la cabeza y desvió la mirada con timidez. – Esta escuela es un lugar bastante grande después de todo, y solo llevamos una semana, así que...

- Está bien, Son-san, no me molesta. – lo interrumpió Yaoyorozu con una risita.

- ¿Oh? ¡Oh! ¡Grandioso! – exclamó Gohan animado. De inmediato corrió hacia la puerta y la abrió para ella poniéndose al lado. – Después de ti.

- Gracias. – dijo Yaoyorozu con la voz calmada, sin dejar de sonreírle.

Una vez que ella salió, él hizo lo mismo y los dos se dirigieron hacia la salida. Mientras caminaban, Gohan no pudo evitar echarle algunas miradas de reojo a la chica. Parecía totalmente tranquila junto a él; si sentía alguna incomodidad por lo que pasó en el U.S.J., no lo demostraba. Si tan solo él pudiese mantener la compostura de esa manera...

- Y bien, fue una primera semana muy interesante, ¿no crees? – comentó Yaoyorozu.

- Es una forma de decirlo. – gruñó Gohan, sintiendo que los ánimos se le caían como un yunque. – Sabía que eventualmente tendríamos que enfrentar algún desorden, pero no me imaginé que sería tan pronto.

- Bueno, velo por el lado amable. Seguro las cosas solo irán mejor a partir de ahora. – sugirió Yaoyorozu.

- Eso espero. – suspiró Gohan.

- El festival deportivo seguro será divertido. – declaró Yaoyorozu con mucha confianza. – Personalmente, apenas puedo esperar a que comience.

- Sí, me imagino que será todo un espectáculo. – gruñó Gohan, con las palabras de Aizawa todavía dándole vueltas en la cabeza.

- Sabes, personalmente creo que tú serás quien gane. – dijo Yaoyorozu con mucha seguridad, sacándole un gesto sombrío al híbrido saiyajin.

- Trataré de no decepcionarte. – dijo él, dándole una sonrisa temblorosa mientras atravesaban las puertas de la escuela.

- Estoy segura de que lo harás muy bien. Estás en un nivel por encima de todos los demás en la clase. – admitió Yaoyorozu despreocupadamente una vez que salieron. – Sé que no tendré oportunidad de vencerte, pero estaré esperando a ver mi desempeño contra los demás de primer año.

- Seguro que lo harás muy bien. – repitió Gohan, sacándole una ligera risita a la chica, que a su vez lo hizo sonreír. Le gustaba oírla reír.

- Bien, ya llegó mi transporte. – anunció Yaoyorozu una vez que salieron de los terrenos de la escuela. Se volvió hacia el híbrido saiyajin y le sonrió radiantemente. – Nos veremos la próxima semana, Son-san.

- Sí, nos veremos. – replicó Gohan de la misma manera.

Se vio forzado a mirar de nuevo cuando la vio entrar en una limosina negra estacionada a un lado del camino. Ya que las ventanas tenían vidrios opacos, no pudo ver quién la conducía, o si había alguien más a bordo.

Cuando al fin se fue, Gohan se encogió de hombros y se fue en la dirección opuesta. Lo que fuera que hubiera detrás de la limosina no era asunto suyo. Además, había un puesto local de brochetas que clamaba su nombre y había querido probarlo toda la semana.

Esta historia continuará...

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