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Corazones en llamas


Un silencio sereno impregnaba toda la sala de espera de los combatientes, roto únicamente por el tictac sistemático del solitario reloj en la pared.

Gohan tamborileaba ligeramente sus dedos por el mármol blanco y liso de una de las dos mesas de la sala, esperando pacientemente a que Midoriya se descongelara tras su escalofriante confrontación con Todoroki. El peliverde estaba sentado en la silla opuesta a la suya, sorbiendo una taza caliente de té oolong para tratar de entrar en calor.

Gohan y Mina se habían encontrado con Midoriya en los corredores en su camino de vuelta a la cabina de su clase, y tras haberlo felicitado por su emocionante victoria, Gohan había ofrecido ayudarlo a prepararse para su encuentro contra Bakugou. Midoriya aceptó al instante, así que Mina se adelantó para ir a reunirse con el resto de la clase, mientras los dos chicos se dirigían hacia la segunda sala de espera designada para los participantes.

Ahora, Gohan tuvo que suprimir una mueca de disgusto mientras su protegido dejaba en la mesa su taza, haciendo un distintivo tintineo, aunque con algo de hinchazón y resequedad todavía visible en sus dedos. Malditas quemaduras por congelación. – ¿Ya mejor? – le preguntó.

- ¡Grandioso, de hecho! – chirrió Midoriya, dejando salir un suspiro de satisfacción. – ¡No tenía idea de que fueras tan bueno en esto!

Gohan no pudo evitar sonreír. – He pasado toda mi vida hirviendo té; tiene sentido que aprenda una o dos cosas por el camino.

- Una vez que te retires de ser un héroe, deberías abrir una casa de té. – sugirió Midoriya, tomando un sorbo. – Puedes entretener a tus clientes con historias de tus días de héroe, serías muy popular.

- Esa no es una mala idea. – remarcó Gohan con una risita, acordándose al instante de Rocky Balboa. – Seguro que es mejor que mi viejo plan de retirarme a las montañas para vivir como ermitaño... tal vez escribir un libro o dos.

Midoriya se rio. – Sabes, eso también iría contigo.

- Sí, ¿verdad? – musitó Gohan, dejando que su protegido tomara otro sorbo antes de observar el reloj. Su sonrisa se apagó un poco. – ¿Listo para el resumen?

Midoriya se tensó, y luego se puso atento. – Lo estoy.

Gohan asintió. – ¿Sabes lo que salió mal en tu pelea contra Todoroki?

El peliverde hizo una mueca sombría, reflexionando sobre la pregunta. – Yo... ¿lo dejé controlar el encuentro? – dijo mitad preguntando, mitad respondiendo.

- Precisamente. – replicó Gohan. – Dejaste que él estableciera y dictara el ritmo de todo el encuentro. Te mantuvo a la defensiva todo el tiempo, y probablemente habría ganado si no se hubiera confiado como lo hizo. Y aunque ganaste al final, terminaste lastimándote porque estabas arrinconado.

Midoriya lanzó una mirada nerviosa a su dedo meñique izquierdo, todavía vendado. – ¿Cómo crees que debería haber manejado la pelea? – preguntó quedamente.

- Primero, dime cómo crees que deberías haber manejado la pelea. – replicó Gohan. Tanto Piccoro como su padre le habían enseñado que cualquier peleador que se respetara debería ser capaz de reconocer sus fallos y pensar de manera crítica cómo mejorarlos.

Midoriya arrugó la cara, pensativo. – Yo... supongo que podría haber usado mi velocidad superior, ¿y tal vez tomar por sorpresa a Todoroki-kun tras su primer ataque? – replicó, antes que sus ojos se ensancharan. – ¡P-pero entonces habría estado demasiado cerca para evitar su segundo ataque! E-en ese caso, podría haber usado... no, eso tampoco habría funcionado. Tal vez... ¡no, eso me habría dejado atrapado! – Un gruñido escapó de sus labios, y luego soltó un suspiro cansado. – No sé qué habría hecho. Todo en lo que pienso parece tener alguna desventaja.

Gohan suavizó su expresión. – Está bien. No esperaba que fueras capaz de responder eso, ya que independientemente de lo que hicieras habría algún riesgo involucrado. Además, no hay la certeza de que mi enfoque hubiese funcionado mejor que el tuyo. – reveló, para sorpresa de su protegido, lo cual le hizo sonreír. – ¿Por qué me miras así? Yo también soy capaz de cometer errores, ¿sabes?

»Pero ya que preguntaste, yo me habría aprovechado del elemento sorpresa, y hubiese llevado la pelea a Todoroki. Tienes razón en que atacarlo de frente desde el inicio te habría hecho un blanco más fácil, así que yo hubiese tratado de rodearlo por el borde del ring a toda velocidad, acercándome gradualmente a él. De esa manera, serías un blanco mucho más difícil, y cuando lanzara esos muros de hielo, lo habría mantenido ocupado unos segundos, permitiéndote cerrar la distancia aún más rápido.

- ¿Pero eso no me dejaría con el mismo problema que antes? – inquirió Midoriya. – En cuanto me hubiera acercado a él, no habría tenido tiempo de esquivar sus ataques de hielo.

- Y allí está el riesgo del que hablaba. – masculló Gohan, cuya sonrisa se evaporó. – Sí, habrías sido un blanco más fácil, pero podrías haberte anticipado a su siguiente ataque de hielo y saltarle por encima, colocándote directamente arriba de él y libre para conectar un golpe.

La boca de Midoriya se quedó colgando abierta, y sus ojos se ensancharon. – J-jamás se me habría ocurrido eso. – tartamudeó. – Eso... wow, ese plan suena increíble.

- Como dije, mi método también es imprudente y arriesgado, pero nunca está mal pensar fuera de la caja. – exclamó Gohan, animándose un poco.

Midoriya inclinó la cabeza. – Siento haberte decepcionado, Son-kun.

Ahora fue el turno de Gohan adoptar una expresión sombría. – Hey, no te disculpes. Estuviste increíble allá afuera, ¡y estoy orgulloso de ti por ganarle a uno de los sujetos más fuertes de nuestro año! – le aseguró, incapaz de suprimir el subidón de culpa que lo recorría. Suspiró. – Siento haber sido tan duro contigo. Yo... jamás había entrenado a nadie en mi vida. No estaba tomando tu perspectiva en consideración, y por eso, me disculpo. – No era que estuvieran entrenando para pelear contra una invasión saiyajin o algo.

- E-está bien. – tartamudeó Midoriya. – En realidad lo prefiero así, lo creas o no. Mejor no endulzar las cosas.

- Esa es una buena actitud a tener. – lo halagó Gohan, sonriendo cálidamente a su amigo. Escuchar eso fue una sorpresa agradable. – La profesión que hemos elegido no nos da el lujo de segundas oportunidades. Y por eso te estaba empujando a pensar de manera crítica. No trato de ser cruel; quiero prepararte lo mejor posible para lo que te espera por delante, y el festival deportivo es una oportunidad fantástica para ponerte a prueba en un ambiente seguro... bueno, mayormente seguro.

- Lo sé. Y eso lo aprecio. Gracias, Son-kun, eso... significa mucho. – murmuró Midoriya, con su labio inferior temblando ligeramente. – En SERio. No tienes idea de lo agradecido que estoy por toda tu ayuda... N-no sé cómo podré pagártelo.

- Ahh, cielos, no hay necesidad de eso. – replicó Gohan, moviendo su mano para rascarse detrás de la cabeza. – Recuerda que fui yo el que ofreció entrenarte. Mientras des todo de ti y sigas esforzándote, me sentiré satisfecho.

- C-claro. Eso puedo hacerlo. – aseguró Midoriya, endureciendo su rostro.

- ¡Grandioso! – sonrió Gohan, aunque no duró mucho. – Probablemente deberíamos pensar en tu siguiente encuentro, ¿eh?

- Probablemente. – dijo Midoriya estando de acuerdo, lanzando una mirada cautelosa al televisor silenciado en la esquina que estaba transmitiendo el torneo.

Gohan suspiró. – Bakugou... ese patán. ¿Tienes algún plan de acción?

Midoriya dio un asentimiento muy terso. – Estaba pensando en mantenerme a la defensiva para contrarrestar todo lo que haga. Conozco sus gestos, las señales que da, sus movimientos favoritos... sé que irá a la ofensiva, pero ya que sus ataques no tienen la misma área de efecto que Todoroki-kun, c-creo que puedo manejarlos. – declaró, aunque con un apenas perceptible temblor en su tono.

Gohan alzó una ceja. – Interesante. Propongo que hagas exactamente lo opuesto y lleves la pelea hacia él.

Los ojos de Midoriya se brotaron. – ¿E-en serio? ¡Pero él es demasiado agresivo! – protestó.

- Exactamente. – afirmó Gohan, sin perturbarse. – Él vendrá hacia ti con todo desde el inicio, así que creo que debes igualar su intensidad de la misma forma. No le dejes respirar ni por un segundo, porque en el momento que lo hagas, él te aplastará.

Midoriya tragó saliva. – Eso suena arriesgado.

- Y lo es. – Gohan estaba de acuerdo. – Tienes que estar enfocado al máximo para esto, porque Bakugou estará dándolo todo desde el inicio. – Apretó un puño sobre la mesa. – Pero por eso es que creo que funcionará. No se esperará que tú lleves la pelea hacia él; combatir fuego contra fuego, por decirlo de alguna manera. ¿Y respecto a saber sus gestos? ¿En serio crees que no habrá cambiado las cosas luego que lo humillaste esa vez en la clase de All Might?

Midoriya dio un respingo, y sus ojos se tornaron vidriosos ante el recordatorio. – S-supongo que tienes razón.

- Bakugou es un peleador despiadado – declaró Gohan, inyectando algo de dureza en su voz para dejar bien claro su punto – y no se contendrá ante nada sin importar quién sea su oponente. Dado el historial entre ustedes, también es posible que muestre un nivel de violencia completamente nuevo. – Cuando su protegido tembló y se echó atrás, el híbrido saiyajin adoptó una expresión sombría. – Ahora, no puedo confirmar eso con certeza, pero tampoco podemos descartar la posibilidad, así que debemos estar preparados. Si él sube una marcha, tú también deberás igualarlo.

Los ojos de Midoriya miraron hacia abajo. – E-está bien.

- ¿Tienes miedo? – preguntó Gohan suavemente, incapaz de disipar el gesto fruncido de su rostro.

Midoriya no respondió, en lugar de eso optando por evitar su mirada y observar en blanco hacia la pared.

Gohan sintió estrujar su corazón. – Oye, no es malo sentir miedo, ¿sabes? – le dijo, feliz de ver que su amigo se relajaba un poco. – Eso no te vuelve cobarde, o infantil, y no dejes que nadie te diga lo contrario. Sentir miedo es humano. Significa que estás consciente de los riesgos, de las consecuencias del fracaso. Puede que te vuelva excesivamente cauteloso, es cierto, pero también sirve para agudizar tus sentidos, y empujarte a esforzarte más de lo que lo harías normalmente. El miedo, si sabes cómo utilizarlo, puede ser un arma poderosa. Confía en mí con eso.

En este punto, Midoriya tenía firmemente toda su atención fija en Gohan, con la mandíbula totalmente relajada. Tragó con mucha fuerza. – Sí tengo mucho miedo. – confesó casi en un susurro. – No creí que lo tendría, y no lo tenía cuando me di cuenta que pelearía contra Kacchan... pero ahora que el encuentro está tan cerca, m-me acaba de golpear.

- Esta bien. – le dijo Gohan, tratando de aliviarlo. – Como te dije, no hay nada de malo en sentir miedo. Dime, ¿qué es lo que te preocupa tanto sobre Bakugou?

- Sé bien que la tiene agarrada conmigo, y que vendrá con todo y sin piedad. – admitió Midoriya sacudiendo tristemente su cabeza. – Lo sabía incluso sin que me lo dijeras. Es solo que... el Kacchan con el que estoy peleando ahora es muy diferente del Kacchan con el cual crecí.

Ahora, eso hizo que Gohan alzara una ceja, totalmente incrédulo. – ¡¿En serio?! ¿Luego de todo lo que te hizo pasar?

- Lo digo en serio. – espetó Midoriya, sin amilanarse. – En ese entonces, Kacchan solía ser algo mezquino, pero daba la sensación de que no lo hacía en serio; como si intentara ser gracioso más que nada. – Gohan no lo creyó ni por un segundo. – Pero ahora, es mucho más malicioso de lo que solía ser. Sé que todavía quiere ser el héroe número uno, pero es tan cruel, y brutal, y realmente, realmente es muy desagradable.

Gohan juntó los dedos y le lanzó una mirada muy firme a su compañero. – O tal vez, Bakugou solo está mostrando al fin sus verdaderos colores.

Las pupilas de Midoriya se encendieron. – ¡E-eso no puede ser! ¡Kacchan no es así!

- Aguarda, solo escúchame. – suplicó Gohan, frotándose el puente de su nariz. Su protegido parecía querer protestar, pero afortunadamente se quedó mudo. – De lo que me contaste, antes de venir a la U.A. había pasado toda su vida recibiendo halagos, alabanzas, y que sería el siguiente gran éxito por todos los que le rodeaban. Nunca enfrentó ningún tipo de adversidad, y no había nadie para desafiarlo ni siquiera un poco, así que genuinamente se creía su propio hype, y su ego creció demasiado hasta volverse monstruoso.

»Estoy dispuesto a apostar que cuando entró a la U.A. y se dio cuenta que ya no era el número uno (y de hecho, que estaba muy lejos de serlo), eso hizo trizas por completo su visión del mundo.

Una luz burbujeante de culpa se prendió en sus entrañas, pero la forzó a apagarse. La pésima actitud de Bakugou era su propia responsabilidad, y de nadie más.

- Por eso es que es tan agresivo y grosero con todo el mundo. Es por eso que está dispuesto a ir tan lejos contra sus compañeros de clase. No está acostumbrado a ser el segundo, tercero o cuarto, diablos, incluso el quinto mejor, así que intenta compensar actuando violento contra todo mundo con una mentalidad enfermiza de muy macho. Está desesperado por recuperar su puesto en la cima, pero sin importar lo mucho que se esfuerce, no encuentra la manera de llegar allí, y esa inseguridad lo carcome por dentro, pedazo a pedazo.

- Entonces ¿qué debo hacer? – gimoteó Midoriya.

- Nada. – espetó Gohan. – Déjalo que resuelva sus propios problemas. Tienes que concentrarte en ti mismo. – Cuando su amigo arrugó la frente con preocupación, el híbrido saiyajin soltó un suspiro cansino. – Mira, Bakugou tendrá tres años para componerse aquí. Si tienes tanta fe en él, no deberías tener nada de qué preocuparte. ¿Cómo crees que reaccionará si se entera que te estabas preocupando por él?

Midoriya retrocedió, pero asintió, y sus ojos esmeraldas adoptaron una mirada de determinación. – Tienes razón. Nada de eso es asunto mío.

Gohan sonrió aliviado. – Me alegra saberlo. Ahora vamos, tenemos que hacer calentamiento. – sugirió, poniéndose de pie y señalando detrás de sí mismo. – Tienes que poner tu cabeza en el juego, y no tenemos mucho tiempo.

Midoriya asintió una última vez, y siguió al híbrido saiyajin hacia una parte vacía de la habitación, lejos de las mesas y la fila de casilleros que había a un lado. No les ofrecía mucho espacio, pero tendría que servirle.

- ¿Qué tal las quemaduras de congelación? – preguntó Gohan, dándole a su amigo un vistazo rápido.

Frunciendo los labios, Midoriya sacudió sus dedos, y entonces comenzó a abrir y cerrar los puños. – La mayor parte ya se fue, pero todavía siento un poco las secuelas.

Gohan frunció el cejo. – Ponte en modo Super.

Los ojos de Midoriya se brotaron. – ¿Aquí? ¿Ahora?

- Sí. – replicó Gohan. – Te ayudará a calentar más rápido. – De ambas maneras.

Midoriya tragó saliva, pero asintió a pesar de todo. – E-está bien. Confío en ti.

Respiró profundamente, y luego separó los pies a la anchura de los hombros, apretando los puños y doblando los codos. Sus ojos se cerraron, y su respiración se relajó, inhalando por la nariz, y exhalando después por la boca. Cuando los volvió a abrir, la tensión que había estado albergando se había disipado, y una sensación de calma silenciosa se había apoderado de su rostro.

Su piel se había oscurecido ligeramente, y unas venas rojas comenzaron a rodear su cuerpo, pulsando más duramente por segundos. Al llegar hasta su límite, se sacudieron para formar una X, y la energía que se estaba acumulando explotó en una lluvia de chispas esmeralda.

Gohan colocó una mano encima de la otra y las posicionó enfrente de su cara, mirando la capa de rayos que envolvía a su protegido, sin que le faltase orgullo. – Muy bien, comencemos con algunos puñetazos básicos, como lo hicimos en el entrenamiento.

Asumiendo una postura básica, el cejo de Midoriya se frunció mientras se concentraba, y lanzó un par de bien posicionados jabs hacia las palmas de Gohan, seguidos de un derechazo directo.

- Bien. – señaló Gohan. – Ahora, empieza por cambiar el patrón de tus puños. No te vuelvas predecible.

Midoriya lanzó otro asalto, esta vez mezclando sus jabs y sus directos, al igual que un par de ganchos. Gohan disparó una palmada rápida hacia la cara de su oponente, pero este la esquivó y dio un paso al frente, lanzando un breve uppercut a la cara del híbrido saiyajin.

- Excelente. – lo alabó Gohan, bloqueando el puño con su palma. – Ahora, respira algunas veces y vuelve a enfocarte. Es hora de movernos hacia las patadas.

Midoriya asintió, y retomó su postura, inhalando y exhalando algunas veces antes que sus rasgos faciales volvieran a calmarse nuevamente.

Moviendo las manos hacia el frente del plexo solar, Gohan se puso a trabajar. – ¡Patada rápida! ¡Patada giratoria! ¡Patada lateral! ¡Patada giratoria reversa! – declaró, reposicionando sus manos tras cada golpe para condicionar a su pupilo de atacar los puntos vulnerables del cuerpo.

Tras dos rondas de esto, Midoriya se echó atrás y se limpió unas cuantas gotas de sudor del cejo. A pesar de la energía tangible que emanaba de su pequeño pero firme cuerpo, su respiración era calmada y relajada, un testamento de su impresionante resistencia.

- Fantástico. – lo alabó Gohan, echando sus manos atrás y dejando que descansaran en sus costados. – Hora de cambiar a forma libre. Puedes usar tanto manos como pies esta vez, pero solo a un treinta por ciento de intensidad. Intenta acertarme un golpe.

- ¡Claro! – exclamó Midoriya, colocándose en su postura de nuevo. Exhaló un respiro muy audible, y luego atacó.

Las manos de Gohan echaron a volar en un borrón, desviando sin ningún problema cualquier golpe que venía en su dirección. A cada tanto, él mismo lanzaba un golpe rápido propio, pero Midoriya lograba reaccionar a cada uno y defenderse apropiadamente.

- Hemos llegado muy lejos, pero nuestro entrenamiento está lejos de terminar. – declaró Gohan, igualando la mirada enfocada de su oponente mientras bloqueaba una ráfaga de jabs rápidos.

- Había muchas otras cosas que quería enseñarte, pero no tuve tiempo para hacerlo... – Se distrajo un poco, desviando un gancho de izquierda carnoso.

- "O del conocimiento para reconocerlos." – añadió internamente mientras desviaba una patada rápida, con su pelea contra Todoroki saltando hacia el frente de su mente.

- Pero aun así estoy orgulloso de ti, y de todo lo que has logrado. – Midoriya flaqueó por un momento, pero mantuvo su asalto. – No sabía qué esperarme cuando decidí entrenarte, pero me alegro de haberlo hecho, porque enseñarte ha sido increíble. No solo llenaste mis expectativas, las sobrepasaste... y no importa lo que ocurra en tu encuentro contra Bakugou, debes saber que siempre, siempre, voy a estar en tu esquina.

En este punto, los ojos de Midoriya estaban tornándose vidriosos por las lágrimas no derramadas, pero las mantuvo a raya valientemente mientras continuaba su asalto. De hecho, parecía que su concentración se había incrementado luego de los halagos de Gohan: sus puñetazos se tornaron más precisos, sus patadas salían a mayor velocidad, y sus patrones de ataque fluían de manera más natural.

Aun había una gran cantidad de fallos que Gohan debía señalar, pero ahora no era el momento para eso. Ahora, lo mejor que el híbrido saiyajin podía hacer era lanzarle una sonrisa de satisfacción, reforzando aún más su fe en él, y continuó actuando como un saco de golpear móvil.

El crujido de la puerta al abrirse hizo que Midoriya se detuviera a mitad de un golpe. – Hola, amigos... esperen, ¿por qué Midoriya está en modo Super? – dijo Satou con voz fuerte.

- ¿Ehh? ¿Deku-kun está en modo Super? ¿Todo está bien? – intervino Uraraka, cuyo tono se tornaba más frenético.

Midoriya se sonrojó y volvió a revertirse a su forma base. – ¡T-todo está bien! ¡Solo estábamos calentando! – explicó rápidamente.

- Sip. Nada de qué preocuparse. – aseguró Gohan, girándose para ver a los recién llegados. – Hey, Uraraka. Hey, Imhotep; qué bueno verte despierto y fuera de tu sarcófago.

Los ojos del chico totalmente cubierto de vendas se ensancharon, antes de que una sonrisa abriera sus enormes labios. – Jajaja, esa fue una buena, la apruebo.

- Y yo apruebo que tú no sueltes ninguna plaga sobre nosotros. – añadió Gohan.

Satou se carcajeó. – ¿Dos seguidas? Qué bien. Estás aprendiendo.

Midoriya y Uraraka se rieron, lo que hizo sonreír a Gohan. Con suerte, eso serviría para calmar las preocupaciones de la chica y tranquilizaría a su asustado protegido.

- ¿Imagino que ya casi es hora de mi encuentro? – preguntó Midoriya, recuperando rápidamente el sentido.

La sonrisa de Satou se evaporó. – Sip. Present Mic los acaba de llamar, pero... – Sus ojos se fijaron en el televisor silenciado, que mostraba a un furioso Bakugou paseándose de arriba abajo por el ring. – Pensamos que estarías preocupado, así que vinimos a recogerte.

Midoriya aspiró profundamente, y luego lo soltó todo. Su expresión se endureció. – Ya veo. Gracias por avisarme.

- ¿Seguro que vas a estar bien? – inquirió Uraraka quedamente.

Apretando su puño, Midoriya asintió firmemente. – Lo estoy.

- ¡Bien dicho! – chirrió Gohan, dando palmadas a la espalda de su amigo. – Eres fuerte, Midoriya. No tienes por qué dudar de ti mismo. Lo tienes en la bolsa.

Un ligero rubor se formó en las mejillas del peliverde. – G-gracias, Son-kun. Trataré de no decepcionarte.

Gohan suspiró y negó con la cabeza. – Concéntrate en ti mismo, no en mí. Además, nada que hagas a partir de ahora podría decepcionarme. ¿Recuerdas lo que dije antes? Ya demoliste mis expectativas, y no podría estar más orgulloso de ti.

- Escucha a Son, sabe de lo que está hablando. – le aseguró Satou, lanzándole a Midoriya una sonrisa confiada. – Eres una superestrella, hermano. Solo tienes que salir y demostrarlo.

- Y-y recuerda, que incluso si pierdes, siempre serás un ganador en mi libro. – dijo Uraraka nerviosa, con su cara calentándose como una tetera. – ¡P-pero estoy segura de que vas a ganar! ¡Eres fuerte, Deku-kun! ¡Realmente muy, muy fuerte!

La fachada de confianza de Midoriya por poco se derrumbó, pero logró mantener su compostura, siendo su cabeza gacha y su puño tembloroso la única señal de que su convicción flaqueaba. – C-chicos... n-n-no sé cómo voy a...

- Ojos al frente. – lo corrigió Gohan, alzando suavemente la cabeza de su protegido para que pudiera ver hacia delante de nuevo. – Recuerda: un verdadero héroe nunca debe perder de vista su meta.

- Entendido. Gracias, Son-kun. – declaró Midoriya, con un deje de dureza colándose entre su tono.

- Cuando quieras. – sonrió Gohan.

Luego de llegar hasta la puerta, donde una sonriente Uraraka estaba de pie esperando, Midoriya se giró para encarar a su maestro. – Supongo que esto es todo.

- Lo tienes. – exclamó Gohan, levantando un puño que Midoriya rápidamente chocó con el suyo.

- ¡Claro!

No queriendo quedarse atrás en ese departamento, Satou levantó su propio puño. – Ve a patear traseros.

Con una sonrisa adornando su rostro ahora, Midoriya aceptó el segundo choque de puños.

- ¡Buen chico! – lo halagó Satou, moviendo su atención hacia Uraraka. – Asegúrate de que no se pierda en su camino hacia allá, ¿bien? Mucha gente en la audiencia se decepcionaría.

La castaña se rio. – No te preocupes, haré mi parte.

Con eso, Midoriya y Uraraka se separaron, una vez que la puerta se cerró, Gohan se dejó caer en una silla y se pasó los dedos por sus mechones picudos. Un suspiro profundo escapó de sus labios.

- ¿Cómo luce? – preguntó Satou, tomando un asiento junto a él.

- Bien, creo. – respondió Gohan. – Ya hice todo lo que podía por ahora.

- Por supuesto. Y estoy seguro de que Midoriya sabe y aprecia eso. – remarcó Satou.

- Sí... ahora depende de él. – murmuró Gohan mientras volvía a ponerle el sonido al televisor, y la voz penetrante de Present Mic le perforaba los oídos.

- ... una competencia emocionante, ¡y una que estoy dispuesto a apostar mi Boombox personal a que no decepcionará! ¡Ahora, vamos a hacer algo de ruido y saquemos de su escondite a nuestro guerrero errante! – La multitud vitoreó, pero Present Mic chasqueó su lengua. – ¿Qué diablos fue eso? ¡Fue tan quedo que podría jurar que escuché caer un alfiler! Así que déjenme decírselos de nuevo... ¡HAGAMOS ALGO DE RUIDO, TODOS Y SUS MADRES!

Como si un volcán acabara de hacer erupción, la audiencia entera estalló, cuyos vociferantes rugidos impactaron el estadio con tal magnitud que sus propios cimientos parecían sacudirse.

- ¡Eso quería escuchar! ¿Pueden darme otro...? ¡Oh, miren eso! ¡Nuestro segundo semifinalista por fin nos honra con su presencia! ¡Damas y caballeros, démosle una bien merecida ronda de aplausos a Midoriya Izuku!

Gohan tragó pesadamente mientras observaba a su protegido subirse al ring. Para crédito del peliverde, no parecía estar afectado por fuera por la explosión de aplausos; en lugar de eso, su expresión se mantuvo firme como el acero, y su mirada permanecía imperturbable.

Finalmente dejando de pasearse furioso, Bakugou le lanzó a su oponente una sonrisa feroz. No tenía su gesto usual de rabia, pero por la forma en como sus labios se curvaban mientras se sacudía hacían poco para enmascarar el odio ardiente que sentía por su otrora amigo de la infancia. Completando la imagen ominosa estaba un par de ojos rojizos en rendijas delgadas, su entrecejo arrugado tan fuertemente que literalmente había una vena palpitando en su sien.

- No quiero dejarlos esperando más tiempo, ¡y estos dos guerreros ciertamente no necesitan más introducción! – gritó Present Mic, ganándole unos gritos empáticos de la multitud. – ¡Bakugou Katsuki! ¡Midoriya Izuku! ¡Pueden comenzar!

Bakugou salió disparado como un cohete, con un grito de guerra lleno de fuerza, pero Midoriya rápidamente lo igualó, con una lluvia de chispas eléctricas danzando alrededor de su veloz figura. Los ojos del rubio se ensancharon imperceptiblemente, y al cerrar la distancia atacó con un golpe con el brazo derecho, solo para retraerlo a la mitad y soltar un gancho de izquierda al estómago.

Midoriya no le prestó atención; simplemente se inclinó hacia adelante, movió sus brazos para colocarse en guardia para cubrirse la cara, y atravesó hasta chocar contra su oponente como una bola de cañón cubierta de rayos. Los ojos de Bakugou se brotaron y un escupitajo salió volando desde su boca, pues el cabezazo a su plexo solar literalmente le sacó el aire.

También tuvo el efecto adicional de hacer que bajara la cabeza, y Midoriya tomó total ventaja de ello para agarrarlo con ambas manos, empujándolo hacia abajo y asestándole la rodilla en la cara sorprendida al rubio.

- ¡Santa mierda! – gritó Satou, cuya mandíbula colgaba abierta mientras un géiser de sangre brotaba de la nariz de Bakugou, y el crujido de la colisión provocó que su cabeza se volteara hacia arriba.

Midoriya no dudó en seguir presionando su ataque, lanzando a su estupefacto oponente contra el suelo y corriendo para montarse encima de él. Y entonces, una vez que se puso en buena posición, comenzó a soltarle una ráfaga de puñetazos a cualquier objetivo que lograra encontrar, y afortunadamente la mayoría de ellos impactaron en la cara de Bakugou.

- Oh! My! Goodness! – rugió Present Mic, y la multitud comenzó a vitorearen respuesta. – ¡Denle un festín a sus ojos con esto, damas y caballeros! ¡Nuestro valiente novato ha acabado con su oponente y ahora se lanza a darle la paliza de su vida en el suelo! ¡¿Es este el final?! ¡¿Acaso nuestra primera semifinal terminará con una gran decepción?! ¡¿Todavía me van a pagar por un día completo de trabajo si el festival deportivo se acaba antes?!

- Ese no es un tópico apropiado para comentarios. – lo regañó Aizawa. – Además, el festival deportivo es parte del currículum regular... no nos van a pagar extra por esto.

- ¡¿Quéeeeee?! ¡¿Por qué nadie me lo dijo?! ¡Eso es un maldito ultraje!

Gohan frunció los labios mientras observaba a Midoriya caerle a Bakugou, incapaz de evitar que su cejo se frunciera.

- ¿Son? ¿Qué sucede? – inquirió Satou, siempre vigilante en lo que concernía a su mejor amigo.

- Los golpes de Midoriya son efectivos... hasta cierto punto, pero no está sacándoles el mayor partido. – explicó Gohan enfurruñado. – Son demasiado salvajes y desconcentrados. Se ven fuertes, seguro, pero no está poniendo su peso detrás de ellos.

Los ojos de Satou se ensancharon al darse cuenta. – Ya veo. Parece que está tratando de acabar el encuentro rápido, así que entró en pánico y se está desesperando. – Chasqueó la lengua y cruzó los brazos. – Un error de novato.

La cara de Gohan se ensombreció, y luego ahogó un grito cuando Bakugou golpeó con sus palmas las sienes de Midoriya soltando explosiones; a través de una combinación de bloqueos frenéticos, esquivos y aguante, había logrado soportar la tormenta de puñetazos lo suficiente para recobrar el sentido y lanzar un contraataque rápido.

Un humo negro enfermizo brotó de las orejas de Midoriya, cuyo asalto había cesado por completo, y tenía los ojos y la boca abiertos de par en par. Su cerebro estaba sacudido, y le llevaría un par de segundos recuperarse... segundos que su oponente, hirviendo de rabia, no era de ninguna manera tan amable como para concedérselos.

Gruñendo como perro rabioso, Bakugou apretó su puño le asestó un violento gancho de derecha a Midoriya en la oreja, quitándose al peliverde de encima. Ambos se quedaron allí momentáneamente, jadeando para recuperar el aliento, antes de ponerse de pie de prisa.

Bakugou fue un poco más rápido, sin embargo, y al incorporarse totalmente, corrió hacia su oponente y lanzó un derechazo directo a la cabeza de Midoriya. Una explosión resonó por todo el ring al impactar, y toda la audiencia jadeó.

Con una mirada llena de veneno, Bakugou volvió a atacar, esta vez con la mano izquierda, que detonó otra explosión. Su mano derecha volvió a volar hacia el frente, seguida de la izquierda, luego otra vez la derecha, y pronto una tormenta de puños frenéticos comenzó a llover sobre el inmóvil Midoriya, con cada explosión subsiguiente arrancándole jadeos audibles a la multitud.

- ¡Y así nada más, Bakugou acaba de girar las tablas! – rugió Present Mic. – ¡Bañado en el humo negro de su explosivo adversario, Midoriya ha sido dejado totalmente indefenso! ¡¿Será este el final de nuestro heroico novato?!

- Ni siquiera cerca. – gruñó Gohan.

- ¿Seguro de eso, hermano? – preguntó Satou con cautela. – Odio decirlo, pero Midoriya parece estar acabado...

- Mira más de cerca. – ordenó Gohan, mirando la forma en que los brazos de su protegido se movían en sintonía con los de Bakugou. – El primer golpe le dio a Midoriya de lleno, pero cada golpe después de ese ha sido menos efectivo cada vez, se diluye la potencia.

Satou puso los ojos en rendijas ante la escena, y luego los ensanchó. – No puede ser...

- Sip. – chirrió Gohan, echando una sonrisita. – Está usando sus palmas para bloquear los puños de Bakugou en el último momento. Puede que parezca que está indefenso, pero en realidad está absorbiendo la mayor parte del impacto. Por eso no está retrocediendo ni cayendo noqueado.

- Bueno, diablos. – exclamó Satou con un silbido apreciativo. – Tiene sentido que no tenga problemas en rastrear los golpes de Bakugou luego de haber sido tu saco para golpear durante dos semanas enteras.

- Tal vez. – concedió Gohan, con el cejo fruncido al oír otro estallido en el televisor, y alcanzó a ver un destello de piel quemada a través del humo. – Pero no podrá seguir así para siempre. Aunque absorbe la mayor parte del daño, esos golpes todavía le duelen... y no hablemos de las explosiones.

Afortunadamente, Midoriya parecía haberse dado cuenta de esto también, y cuando Bakugou alargó el brazo derecho para asestarle un golpe, el peliverde dio tumbos hacia el frente, casi tropezándose en el proceso, y asestó con sus palmas contra el hombro y el bíceps de su oponente, deteniendo el golpe en la fuente.

Los labios de Bakugou se curvaron hacia arriba, y entonces Midoriya le asestó con el codo derecho en el esternón, haciendo que su cara se contorsionara del dolor. El chico peliverde todavía no había terminado allí, pese a todo; plantó firmemente sus pies en el suelo, echó atrás su brazo izquierdo, y le conectó un devastador puñetazo en la nariz a Bakugou, haciendo que brotara sangre por segunda vez ese día.

- ¡Y Midoriya logra levantar un contraataque! ¡Apenas puedo creer mis ojos, amigos! – exclamó Present Mic ante la lluvia de aplausos.

Sin detenerse, Midoriya siguió presionando, dando una patada rápida al estómago de Bakugou que lo hizo encogerse y temblar. Luego continuó con su pierna izquierda, pero el rubio logró atraparle el pie, para su gran sorpresa. Luego, con su rostro retorciéndose de una furia casi tangible, Bakugou saltó hacia adelante y asestó su frente contra la nariz de Midoriya, causando un crujido nauseabundo.

- ¡Oh diablos! ¡Eso tuvo que haber sido intencional! – aulló Present Mic.

Entretanto, Midoriya se fue hacia atrás por el perturbador impacto, con un río de sangre brotándole de la nariz como un grifo roto. Rugiendo como un demente, Bakugou se lanzó de frente y asestó la palma contra la cara de su oponente, apretando su agarre y estrellando al peliverde contra el suelo violentamente.

Con los dedos todavía hundidos en la piel de Midoriya, la mano de Bakugou emitió un brillo letal naranja, pero el peleador caído tuvo la suficiente velocidad para mover sus palmas abiertas y golpear a su opresor rubio a ambos lados de la cabeza, arrancándole un grito ahogado de sorpresa y dejándolo visiblemente aturdido, pues seguramente estaría sonando una tormenta en sus oídos.

Sin esperar una respuesta, Midoriya gruñó con visible esfuerzo y empujó a Bakugou para quitárselo de encima; desafortunadamente, esto pareció despertar los sentidos del rubio, y los dos se apresuraron a volver a ponerse de pie casi al mismo tiempo. Sin siquiera tomar un respiro para recuperar la compostura, otra vez cargaron uno contra el otro y comenzaron a pelear a puño limpio en el centro del ring.

- ¡Wow! ¡La Navidad debe haber venido antes este año, porque este encuentro sigue dando! – exclamó Present Mic.

- Sabes, no es tan malo en combate a bocajarro. – remarcó Satou mientras observaba a Midoriya agacharse para evadir un gancho, y luego atacó a Bakugou con unos golpes rápidos y compactos al cuerpo.

- No, definitivamente no. – Gohan estuvo de acuerdo, justo cuando su protegido se echó atrás para evitar un codazo que habría sido devastador. – Incluso sin conocer los fundamentos, tiene buenos instintos.

- Buen tamaño y constitución también, y todo ese poder...

Gohan miró de reojo a su mejor amigo. – ¿En qué estás pensando?

La sonrisa de Satou se volvió muy similar a la del Gato Cheshire. – Algo genial. Dime, ¿sabes si a Midoriya le gusta el manga?"

Gohan parpadeó, genuinamente atrapado con la guardia baja. – Ni idea. Aunque a mí me parece más del tipo que le gustan los comics americanos.

- Bueno, mientras no sea como el sujeto de las historietas, puedo trabajar con eso. – musitó Satou mientras se rascaba la barbilla.

Volviendo su atención hacia el encuentro, Gohan vio a Bakugou bloquear un rodillazo, y luego contraatacar con una carga de hombro que Midoriya recibió con una propia. Los dos continuaban empujándose uno al otro, apretando los dientes con fuerza, antes de separarse y volver a enfrentarse.

Bakugou tiró un jab, pero Midoriya lo desvió y lanzó un golpe directo. El rubio lo esquivó, se acercó más y atacó con un doble golpe de palma hacia el pecho, solo para que su enemigo peliverde se hiciera a un lado por completo y contrarrestara con un gancho a las costillas, que se vio bloqueado por un antebrazo.

Hubo otra ronda de intercambio de puñetazos, pero ninguno dio en el blanco; el encuentro como tal no era un gran despliegue de artes marciales, sino un espectáculo de pelea a bocajarro entre dos combatientes que tenían un punto que probar... dos peleadores que seguían siendo muy humanos.

Gohan pudo ver el sudor acumulándose en los rostros de ambos combatientes; peleando con tan alta intensidad por tanto tiempo era una hazaña exhaustiva. El hecho de que todavía siguieran con tanto vigor era impresionante, pero el cansancio rápidamente les pasaba factura.

Afortunadamente, Midoriya tenía un gran aguante, y esa ventaja se estaba volviendo aparente cada vez más.

Mientras los golpes de Bakugou se volvían cada vez más torpes y erráticos, los de Midoriya eran más constantes; un par de jabs se colaron entre la guardia del rubio, y una patada rápida dio en el blanco. Un empujón de fuerza directo al pecho mandó a Bakugou dando tumbos, y una patada lateral se estampó firmemente en su estómago.

- ¿Qué es esto? ¡Parece que el impulso está cambiando! ¿Será que este encuentro entre titanes se aproxima a su conclusión? – cuestionó Present Mic, solo para que la audiencia respondiera con un rugido ensordecedor que le dio un respingo a Gohan.

Rápidamente volvió a concentrarse, y por más que lo intentara, no podía sacudirse la sensación de intranquilidad que burbujeaba en la boca de su estómago. Algo andaba mal. Muy, muy mal.

Por toda la ventaja que Midoriya parecía estar haciendo, Bakugou no parecía estar muy molesto, algo que le hacía rascarse la cabeza, dado que el volátil rubio usualmente era más fácil de leer que un libro ilustrado para niños. Ahora, tenía una expresión fría, casi calculadora, mientras su oponente incrementaba la presión.

Aun así, Midoriya seguía apilando los puñetazos, metiendo una o dos patadas a cada tanto. No todos acertaron, pero hasta los que fallaban ayudaban a empujar a Bakugou más cerca del borde del ring. Y en cuanto a los que sí daban en el blanco, les faltaba el dinamismo que una vez tuvieron... casi como si...

Bakugou desvió un jab, y luego usó la misma mano para lanzar un golpe explosivo hacia la cara de su oponente. Midoriya movió su brazo libre para interceptarlo, pero el golpe fue demasiado potente, y solo le hizo golpearse con su propio antebrazo en la cara.

Con el cejo fruncido de concentración mientras Midoriya se iba para atrás, Bakugou hundió sus pies, endureció la cadera, y luego lanzó tres poderosos puñetazos hacia el estómago del chico peliverde, cada uno puntuado con una explosión en su estómago.

Midoriya bajó la cabeza, con una clara agonía formándose en su cara, y sus manos volaron hacia su abdomen herido. Instantáneamente reconociendo el peligro, Gohan sintió su corazón estrujarse.

Sin que fuera sorpresa, Bakugou se dio cuenta de esto también, y con una sonrisa salvaje manchando su rostro, apretó el puño derecho, lo echó atrás, y lo arqueó dando un uppercut de tres cuartos apuntando directo hacia la cara desprotegida de su oponente.

A Gohan se le fue el aliento al ver el puño de Bakugou acercarse más y más, pero Midoriya reunió suficiente fuerza para poner sus manos en el camino. Pero el alivio del híbrido saiyajin fue muy pasajero; la guardia de su protegido era frágil y torpe, y el puño de Bakugou atravesó como un tren expreso golpeando madera contrachapada.

Afortunadamente, el impulso del uppercut se desvió lo suficiente para que Midoriya tuviera tiempo de escapar de allí. Desafortunadamente, todavía seguía bastante desorientado.

Rugiendo furioso por su fracaso, Bakugou se lanzó y soltó un jab de izquierda, pero justo cuando Midoriya se apresuró a bloquearlo, reveló que solo era una finta; el rubio rápidamente retrajo su puño, y en su lugar lanzó un golpe con su palma derecha directo hacia la cara. Este conectó, seguido de una explosión, y Bakugou retrajo su mano, arrancándole un grito de dolor a su antiguo amigo.

- ¡¿Qué diablos?! ¡Eso fue sucio! – protestó Satou.

Intencional o no, el ataque a sus ojos hizo que las manos de Midoriya volaran hacia su cara, dejando su torso expuesto. Recuperando su usual gesto de desprecio, Bakugou se colocó en posición como un corredor olímpico, antes de correr de frente y embestir a Midoriya con una tacleada en su sección media y cargándolo varios metros, antes de enterrarlo en el suelo con un golpe seco y que parecía romper algunos huesos.

Siempre el oportunista despiadado, Bakugou se montó sobre su enemigo caído, y soltó una salva mortal de golpes como una ametralladora en so rostro, cubriéndolos a ambos en una nube espesa de smog en medio de fuertes explosiones que reverberaban por todo el estadio... explosiones que rápidamente se veían ahogadas por los rugidos de la audiencia.

- ¡Bakugou-kun, ya fue suficiente! – gritó Midnight, solo para que el rubio continuara sin detenerse.

- ¡Ese hijo de perra! – exclamó Satou.

- ¡Bakugou-kun! ¡Quítatele de encima! ¡El encuentro se acabó! – volvió a intentarlo Midnight, pero fue inútil; más bien, la multitud seguía vitoreando con más fuerza.

- Umm, Bakugou, probablemente deberías hacer lo que ella dice... – sugirió Present Mic sin ayudar mucho.

- ¡Maldita sea, Bakugou-kun! ¡Quítatele de encima en este instante! – gritó furiosa Midnight. Otra vez, sus órdenes no fueron escuchadas.

Un látigo resonó en medio de la nube de humo, y un segundo después, Bakugou salió arrastrado por el cuello, soltando una tormenta de maldiciones y tratando inútilmente de liberarse. Cuando finalmente se le soltó, resopló algunas veces, y luego corrió hacia una Midnight que echaba humo para ponerse cara a cara con ella. – ¡¿Por qué diablos fue eso?! – le gritó.

- ¡El encuentro ya se acabó, pequeño mocoso irrespetuoso! – le espetó Midnight sin retroceder, y con igual intensidad. – ¡Midoriya-kun ya no puede pelear!

- Bueno, ¿y cómo mierdas se suponía que yo supiera eso? – dijo Bakugou casi escupiendo.

- ¡Porque te lo dije tres veces! – rugió Midnight, finalmente logrando que el furioso rubio se callara. Empezó entonces a parpadear.

- Oh. Bueno, mierda, supongo que no te escuché. – murmuró, sin un ápice de remordimiento en su voz. Y como si buscase probar aún más su punto, comenzó a hurgarse la oreja con el dedo meñique. – Las cosas se pusieron muy ruidosas allí.

Los ojos de Midnight se entrecerraron ominosamente, y una vena palpitaba en su sien.

- ¡Bien, amigos, parece que el encuentro se acabó! ¡Pero ahh, el pobre Midoriya parece estar totalmente fuera! – anunció Present Mic, a pesar de que las cámaras se rehusaban a enfocar el zoom en el chico peliverde; todo lo que mostraron fue su cuerpo inmóvil tendido en la distancia. – ¡De hecho, me parece que debemos considerar la idea de una descalificación por uso de fuerza excesiva!

Un coro de abucheos llenó todo el estadio, y los ojos de Bakugou casi salieron de sus cuencas, pues su despreocupación anterior se había disipado en un instante. – ¡¿Qué?! ¡Tiene que ser una broma!

- Midnight. Como réferi, es tu decisión si se descalifica o no a Bakugou. – añadió Present Mic, en un tono grave poco característico suyo.

- ¡V-vamos, Midnight-sensei! – resopló Bakugou con burla, intentando restarle importancia a la situación. – ¡Tú estabas al borde del ring! ¡Escuchaste lo fuertes que eran mis explosiones! ¡Y yo estaba en el medio de ellas! ¡Y-y todos esos extras en la audiencia tampoco ayudaban, no se callaban!

Hubo todavía más abucheos que llegaron al escenario, pero Bakugou no se perturbaba. Un grupo de médicos ya había corrido al ring para rodear a Midoriya, y cuidadosamente lo cargaron en una camilla. Una vez que terminaron, se largaron rápidamente. En ningún momento la cámara se enfocó en su trabajo, dejando la condición del combatiente en un total misterio para los que veían la TV.

Entretanto, Midnight parecía imposible de leer mientras fulminaba con la mirada a Bakugou, salvo por unos tics esporádicos. Habiendo expuesto su caso, el objeto de su ira tenía los brazos cruzados y la observaba atentamente, con la cara fruncida de manera antinatural, en un claro intento de no parecer amenazador. Al parecer movidos por la tensa atmósfera, la multitud también se calló.

El silencio se alargó, y el tictac del solitario reloj en la sala se volvía agravantemente fuerte. Una miríada de emociones atravesó por la cabeza de Gohan, siendo la principal de todas la furia. Estaba totalmente lívido ante la brutalidad innecesaria de Bakugou, tanto que apretó su puño con tanta fuerza para hacerse sangrar. – "Por favor que lo descalifiquen, por favor que lo descalifiquen, por favor que lo descalifiquen." – suplicó internamente, con el cuerpo temblándole en su asiento.

El televisor mostraba a Midnight todavía indecisa, y había algunos abucheos que todavía resonaban de los altavoces.

- ¡Déjelo pelear, réferi! – gritó uno de los espectadores.

- ¡Sí, queremos ver más acción! – añadió otro.

Una voz de mujer que sonaba ruda habló a continuación. – ¡Será aburrido si lo descalifican!

- ¡Quiero ver que Son Gohan le patee el trasero! – vociferó un cuarto sujeto.

- ¡Sí! ¡Que nos den un Son versus Bakugou! – añadió otra mujer, y en ese momento, un murmullo comenzó a esparcirse por la multitud.

- ¡Son versus Bakugou sería épico!

- ¡Pagaría el doble por ver eso!

- ¡Yo pagaría el triple!

A estas alturas, la atmósfera en la audiencia se había amplificado significativamente, y más y más personas estaban vociferando a todo pulmón su apoyo.

- ¡Déjenlos pelear! – gritó alguien.

- ¡Sí, que peleen! – chilló otra persona, y la petición rápidamente se contagió formando un coro que decía "¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!" sin signos de detenerse.

Abajo en el ring, Bakugou estaba temblando de una manera no muy distinta de alguien que sufría un ataque de hipotermia, y su cara se contorsionaba como el T-1000 defectuoso al tratar de mantener su ira en ascenso bajo control.

A Gohan no le podía importar menos; no le importaba Bakugou, y ciertamente tampoco la audiencia. – "No los escuche, sensei... por favor... por favor haga lo correcto ¡y descalifíquelo!" – suplicó.

Midnight levantó la mano, y todo el coro de voces se detuvo. Gohan tragó pesadamente, y la réferi se mordió los labios. – ¡En vista de que no pudo escuchar mis avisos, Bakugou Katsuki no será descalificado, y avanzará a la ronda final!

Gohan apagó el televisor y se levantó de su asiento, suprimiendo la furia que estaba hirviéndole en las entrañas. – Vamos a ver a Midoriya.

Satou rápidamente bloqueó el umbral de la puerta. – No me parece que esa sea una buena idea, hermano. – le dijo con cautela, alzando las manos tratando de aplacarlo. El híbrido saiyajin entrecerró los ojos, y Satou se ajustó el cuello de la camisa. – ¡S-solo escúchame! ¡Por favor!

Las facciones de Gohan se suavizaron solo una fracción, y Satou logró forzar una sonrisa temblorosa.

- Mira, no sé qué tan malherido esté Midoriya, pero no creo que quiera que lo veamos de esta forma y hacer que nos preocupemos todavía más, especialmente tú. – le explicó, sacando un punto válido. – Además, tú tienes un encuentro al cual asistir.

Pasándose la mano por el cabello, e imaginándose en la posición de Midoriya, Gohan resopló de resignación. – Tienes razón. Pero aun así, no está bien que lo dejemos sufriendo solo. – masculló.

- Entonces déjame ir a verlo yo. – ofreció Satou. – Además, es probable que Uraraka necesite a alguien que la anime.

Gohan apretó los dientes por el recordatorio. Uraraka Ochaco era una chica alegre, simpática y amigable, cuya radiante sonrisa y disposición tenía el poder de iluminar una habitación. El solo pensamiento de lo devastada que debía estar por la salvajería de Bakugou... lo destrozada que estaría de ver a Midoriya en tan lamentable estado... fue suficiente para que a Gohan le diera un tic en el ojo, y que su corazón comenzara a sentir un dolor grave.

Aun así, decidió frenar su frustración, optando por darle un asentimiento a Satou. – Está bien. Vendré a verlos cuando haya terminado con Tetsutetsu.

En respuesta, Satou le dio una pequeña sonrisa mientras abría la puerta. – Suena bien. Ahora ve y patéale su brillante trasero de metal.

Tras salir afuera, los dos se fueron en direcciones opuestas: uno hacia la sala médica, y el otro hacia el ring.

- Hey, Son. – lo llamó Satou, haciendo que Gohan se detuviera y se diera la vuelta, solo para encontrarse con una mirada suplicante, poco característica de su amigo. – Por favor no te eches la culpa por esto.

El híbrido saiyajin parpadeo, pues genuinamente eso lo tomó desprevenido. ¿Era eso lo que le preocupaba tanto a Satou? Qué considerado, y no era una sorpresa. – No te preocupes, no lo haré. – replicó de la misma forma.

Satou exhaló un suspiro exagerado de alivio, y una sonrisa arrogante se coló en su cara. – Bien. Porque me decepcionaría si lo hicieras.

Incapaz de contener un resoplido, Gohan sacudió su cabeza y se fue bajando por el corredor. A pesar de que estaba conmovido de que su mejor amigo se preocupara tanto por él, estaba muy lejos de haber acertado. Gohan sabía que él mismo no era el culpable de lo sucedido.

Era Bakugou.

El festival deportivo se suponía que fuese un evento deportivo, un escenario donde los mejores prospectos a héroes del país pudiesen mostrar lo que tenían en televisión internacional, y con suerte hacerse de un nombre para sí mismos. En ninguna parte de la descripción del evento se mencionaba que fuese una arena de gladiadores, o que los estudiantes se enfrentaran entre ellos en combates a muerte.

Bakugou seguramente no debía haber recibido el memo.

Aun así, Gohan era lo bastante autoconsciente como para admitir que podría haber entrenado mejor a Midoriya. Pasó demasiado tiempo tratando de sacar el poder del Quirk del peliverde, y a pesar de ser la razón de su pequeño arreglo, debería haber sido lo bastante inteligente para reconocer los peligros de una visión de túnel.

Por toda su motivación y potencial, Midoriya seguía siendo un alma amable y gentil. No había visto lo peor del mundo, ni tampoco tenía la mentalidad para anticiparlo... o para sobrevivir en ello.

Jamás recurriría a tácticas sucias o engañosas, y su experiencia en los combates estaba limitada solo a alguna que otra pelea en el patio de la escuela y sesiones de sparring supervisadas.

Jamás se habría enfrentado a un oponente dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ganar, y no tenía la mentalidad o conocimiento para compensar.

Aunque la deshonestidad no fuese factor, la naturaleza amable de Midoriya lo pondría en desventaja contra oponentes en un nivel de fuerza similar, y que legítimamente irían por su sangre.

Entre más profundo calaba Gohan, más descubría el pobre trabajo que había hecho, pero no dejó que eso le incomodara. Jamás había entrenado antes a alguien, y sabía que iba a cometer errores por el camino. Todos tenían que comenzar en alguna parte después de todo, y en un escenario ideal, él mismo aprendería codo a codo con su protegido.

Midoriya aprendería a pelear, y Gohan aprendería cómo enseñarle.

En un escenario ideal, su asociación se extendería más allá del festival deportivo, dándoles tres años para trabajar en las deficiencias en un ambiente seguro, controlado, y con apoyo.

- "¿Por qué, entonces?" – gruñó Gohan, sintiendo que el puño se le abría y cerraba contra su voluntad. – "¿Por qué ese bastardo tuvo que llevar las cosas tan lejos, maldita sea?"

Todoroki podría haberse excedido un poco también, pero solo hizo lo que era necesario para ganar. Bakugou hizo más que suficiente para ganar, y aun así le soltó encima un nuevo nivel de salvajería ¡a alguien que había sido una vez su amigo de la infancia, nada menos! ¿Y este sujeto estaba en una escuela para héroes? ¿Cómo diablos funcionaba eso?

Sintiendo algunos chorros de sudor que comenzaban a cubrirle la frente, Gohan se detuvo a mitad del corredor. Inhaló profundamente, y luego exhaló despacio, esperando que eso extinguiría las llamas que estaban ardiendo y rugiendo furiosamente dentro de él... o por lo menos disminuirlas un poco. El calor lo hacía sentir muy incómodo, en serio.

Necesitaba recuperar su compostura.

- ¿Podrían por favor Tetsutetsu Tetsutetsu y Son Gohan dirigirse hacia el ring? – llamó Present Mic.

Por una vez, a Gohan le complació oír la voz del anunciador, y que lo llamaran para su encuentro. Le servía como un muy necesario recordatorio de que tenía cosas más importantes que lamentarse y ahogarse en su furia como un niño enojado.

Exhalando unas cuantas veces más, echó fuera de su mente cualquier pensamiento sobre Bakugou, y miró hacia adelante para lo que vendría, una vez que venciera a Tetsutetsu. Eso sí era algo en lo que valdría la pena enfocarse.

Colocando las manos en sus bolsillos para disminuir la tentación de apretar sus puños, Gohan caminó por los corredores, y cuando sus oídos captaron los aullidos distantes de los espectadores, los apagó. Incluso cuando salió a campo abierto, y la multitud comenzó a aclamar su nombre, no les dio importancia. Simplemente asumió su lugar en el ring, retiró las manos, y esperó a que su oponente apareciera.

Afortunadamente, Tetsutetsu no lo dejó colgando, apareciéndose poco después y subiendo al escenario con una sonrisa llena de entusiasmo y desafío que le recordó a Gohan demasiado a Kirishima. De haberse llevado a cabo, sin duda habría sido todo un espectáculo ver esa pelea.

- Nuestro primer combatiente, Tetsutetsu Tetsutetsu, tal vez no haya tenido oportunidad de pelear en la ronda pasada... pero no se equivoquen, amigos, ¡definitivamente él merece estar aquí! – rugió Present Mic. – ¡Con una constitución sólida, con una disposición de acero, y una intensidad igual de explosiva, el fortachón metálico de la Clase 1-B es sin duda una fuerza digna de reconocimiento!

»Pero aun así, el Hombre de Acero de la U.A. tendrá que excavar profundo y sacarse cualquier truco que tenga en su arsenal... pues del otro lado del ring se encuentra el indiscutible número uno del curso de héroes, ¡y el favorito por lejos para ganar este torneo! Damas y caballeros... ¡alcen las voces y hagan todo el ruido que puedan para Son Gohan de la Clase 1-A!

Gohan apenas registró el ruido que hacía la multitud, pero no fue capaz de hacer que le importara. La única voz que quería oír era la de Present Mic, y efectivamente, el anunciador no lo decepcionó.

- ¡Comiencen!

Tetsutetsu corrió hacia un lado y avanzó por el borde del ring, con aspecto de que esperaba que Gohan abriese con la misma maniobra que había utilizado en sus dos encuentros anteriores. En vez de eso, lo que obtuvo fue que el híbrido saiyajin corrió a encontrarse de frente con él, haciendo que sus ojos se ensancharan del shock por una fracción de segundo, antes que una barrida con la pierna lo mandara a estrellarse de cara contra el escenario.

Gohan rápidamente siguió tomando acción, apoyándose sobre una rodilla y agarrando la muñeca derecha de Tetsutetsu, torciéndola detrás de su espalda y sacándole un quejido de dolor al combatiente caído. La piel de Tetsutetsu adoptó una capa metálica mientras su forcejeo se intensificaba, pero una aguda aplicación de puntos de presión y una sutil torcedura de su hombro lo tenían respirando abocanadas, y su mano libre rápida y frenéticamente comenzó a golpear las baldosas del suelo.

- ¡Tetsutetsu-kun se rinde! ¡Son Gohan-kun avanza a la final! – anunció Midnight.

La multitud hizo una pausa, luego vitoreó, pero Gohan no les prestó atención. Soltándose rápidamente, no pudo evitar lanzarle una mirada de pena a su oponente vencido. Pobre chico. Podría haber llegado a las semifinales, pero al final solo tuvo un encuentro para dejar la marca. Con suerte eso no lo afectaría demasiado.

Dejando salir un suspiro, Gohan extendió una mano mientras Tetsutetsu gruñía y rodaba sobre su espalda. Al ver que le ofrecían la mano, el peleador derrotado la aceptó, dejándose ayudar a levantarse. Luego empezó a frotarse su muñeca retorcida, lanzándole al híbrido saiyajin una mirada curiosa. – Diablos, amigo. Esta vez sí que no te guardaste nada, ¿eh?

Gohan tomó una expresión sombría. – Perdón por eso. Tengo otro lugar donde debo estar, así que tenía que acabar el encuentro rápido.

Para su sorpresa, una sonrisa de tiburón se formó en la cara de Tetsutetsu. – ¡No te la sudes, hermano! ¡Me alegra que me hayas dado lo mejor de ti! – Su sonrisa se apagó un poco, y habló en tono más quedo. – Quieres ir a ver cómo está tu amigo, ¿verdad? – Ante el subsiguiente asentimiento, levantó un puño, y su sonrisa entusiasta regresó. – Dile de mi parte que pateó traseros como nadie en su encuentro. Y tú también, más te vale que patees traseros en la final. Ese cabrón de Bakugou se lo merece.

Gohan no verbalizó sus pensamientos, pero aceptó chocar el puño, incapaz de frenar la comisura de sus labios de arquearse hacia arriba. Tetsutetsu era un sujeto agradable.

- ¿Qué les parece esa muestra de espíritu deportivo, amigos? ¡Démosles a este par de honorables guerreros una ronda masiva de aplausos! – dijo Present Mic, pero para cuando la audiencia respondió Gohan había abandonado el ring e iba a medio camino por el túnel.

Cuando sintió que el calor del sol se le iba de la espalda y era reemplazado por la estéril tranquilidad del interior del estadio, aceleró el paso y rápidamente llegó hasta la sala médica. La puerta estaba cerrada, como era de esperarse, pero Satou y Uraraka estaban sentados en el piso junto a ella, con las cabezas gachas y ocultando sus expresiones.

Gohan podía sentir que algo andaba mal, y no era solo por la preocupación que burbujeaba en su estómago, que se hacía más y más fuerte con cada segundo que pasaba. Tragó con pesadez. – ¿Cómo se encuentra?

Satou fue el único en alzar su cabeza, e incluso entonces, sus miradas no se cruzaban del todo. – Sigue inconsciente, pero está estable. – respondió quedamente. – De hecho está en mejor condición que Iida, si crees que eso sea posible.

- Muy bien. Eso es bueno, ¿verdad? – inquirió Gohan, marginalmente más esperanzado que antes. Cuando no recibió respuesta, su cejo se frunció, ahora cubierto con algunas gotas de sudor. – Eso... ¿no es bueno? ¿Qué sucedió?

Satou exhaló profundamente, y sus dedos se movieron para masajearse el puente de la nariz. Su cara quedó muy mal, hermano.

Un escalofrío envolvió a Gohan, y su corazón se paró momentáneamente. – ¿Qué tan mal?

- Bastante mal. – susurró Satou, con los puños apretados y los dientes rechinando; parecía que apenas lograba controlar la rabia.

Uraraka moqueó, y la atención de Gohan se dirigió hacia ella. Lentamente la chica alzó su cabeza, mostrando un par de ojos que estaban rojos y llenos de lágrimas, y unos labios temblorosos que le destrozaron el corazón en un instante. – L-las quemaduras fueron t-t-tan malas que... ¡R-Recovery Girl no sabe si van a desaparecer algún día!

Esta historia continuará...

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