Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

I

Corría desesperadamente esperando ganar la carrera contra aquello que cada tanto regresaba, amenazando con quitarle todo lo que amaba. El oscuro bosque en el que se encontraban y la lluvia que caía violentamente sobre el suelo habían sido de gran ayuda para su escape.

Estaba cansada y harta de vivir esa misma escena tantas veces, pero sabía que, si se dejaba atrapar, sería el fin.

Logró ocultarse entre unos arbustos, donde esperó a que eso se alejara. El sonido de las gotas evitaba que pudiese oírla, por lo que se permitió dar varios jadeos; pero su intento de recuperar fuerzas duró poco. La había encontrado.

La joven tapó su boca con sus manos, intentando con desespero parar el temblor de su cuerpo al sentir su presencia cerca. Sus piernas ya no respondían, su pecho dolía y su vista se iba nublando poco a poco; intentó concentrarse para rezar para que algo o alguien la salvara de aquel calvario, puesto que no podría sola, ya no tenía fuerzas para seguir.

El silencio reinó y pensó que el peligro había acabado, que sus plegarias habían sido escuchadas. Para su desgracia, cuando quiso salir para emprender el camino de regreso a casa, un fuerte estruendo la detuvo. Fue tanto el susto que terminó cayendo al suelo. Al escuchar las pisadas comenzó a empujarse hacia atrás con ayuda de sus pies en un intento desesperado por escapar. Un nuevo estruendo invadió el ambiente, obligándola a cerrar sus ojos a la espera del tan anunciado final; sentía el ardor en sus delgados brazos y las lágrimas que se mezclaban con la lluvia, también sintió cómo los ojos de la bestia aún estaban clavados en ella. Resignada a su destino, abrió sus ojos para enfrentarse a eso por última vez, pero al hacerlo se encontró con un escenario familiar que instauró en ella un sentimiento de alegría, de alivio, de paz. Era el techo de la sala de estar. Estaba de nuevo en casa.

—Fue una pesadilla... —musitó para sí misma, notando que algunos relámpagos iluminaban el interior del espacioso comedor que permanecía en penumbras.

Se levantó del sillón para encaminarse hacia el interruptor de la luz, para así apoyarse seguramente en la mesa donde descansaba la televisión. Colocó lentamente una de sus manos temblorosas en su pecho, sintiendo que su corazón saldría disparado fuera de él de lo rápido que palpitaba; su respiración agitada también le indicó que lo mejor que podría hacer sería sentarse un momento.

Estando más tranquila pensó en lo que sucedió antes de todo ese tormento. Posó su mirada en el televisor que aún reproducía aquella película de horror que decidió mirar antes de caer ante los brazos de Morfeo y se repitió a sí misma: «Fue solamente una pesadilla, Hebe, una pesadilla»

El repiqueteo del agua sobre el suelo de su patio no la dejaba concentrarse. Hacía horas que intentaba mantenerse centrada en aquel texto que parecía inacabable, pero su concentración se había ido a dar un paseo bajo la lluvia, o al menos eso fue lo que ella imaginó. Porque, después de apartar la mirada de su libro, los recuerdos llegaron a ella de forma abrumadora.

Todo aquello parecía ser tan cercano y al mismo tiempo tan lejano. Ya no lloraba, tampoco había peleas, ni personas molestas. Ahora con lo único que tenía que lidiar era con la soledad y el estudio universitario; aún permanecían las pesadillas, pero tenía la esperanza de que algún día ya no les tuviera tanto miedo.

Su madre, quién también sufrió un infierno a manos de aquel que debía amarla, hacía unas semanas se había marchado para trabajar en otra provincia. Aunque alejarse de su pequeña le partía el corazón sabía que no tenía otra opción si quería darle una mejor vida. Estaba consciente de que su hija la necesitaba, pero hallaba consuelo en su vecina, quien la cuidaría en su lugar durante esos dos meses en los que estaría fuera.

Pese a las preocupaciones de su progenitora, Hebe, para evitar pensar en lo agobiante que se sentía su hogar, se concentró en buscar algo que la mantuviese ocupada y qué mejor opción para ella que buscar refugio en sus viejos amigos, los libros.

Pronto se vio sorprendida al haber estudiado en tan solo dos semanas todo lo que debía tomarle un mes. Se agradeció a sí misma el elegir una carrera como lo era ser profesora de literatura, pero pronto se encontró sin nada que leer y solo le quedaban dos opciones, estudiar para aquella materia que tanto odiaba o pensar en cosas inútiles que la harían ponerse triste.

Suspiró agotada dejándose caer sobre sus apuntes llenos de colores pasteles que intentaban dar algo de vida a ese mundo blanco y negro, escritos en un idioma que no le llamaba la atención en lo absoluto.

Hebe se vio interrumpida en su descanso cuando su celular no dejaba de sonar. La joven ya sabía que se trataba de su madre, quien mandaba millones de mensajes preguntando sobre cómo marchaba su semana. Era algo que sucedía casi todos los miércoles, y en caso de que no pudiese, Miriam se encargaba de llamarla en cuanto tuviese tiempo para asegurarse de que no le hacía falta nada.

La chica de cabello castaño claro tomó su teléfono y contestó aquello que ya parecía ser automático en su cerebro, pero con una que otra variación:

"Estoy bien mamá, estaba haciendo mis tareas de la facultad y ahora estoy por decidir qué voy a comer. Por cierto, hoy está lloviendo bastante. Parece que será otra semana algo aburrida.

Espero que tú te estés divirtiendo un poco y que no solo te dediques a trabajar, tú también tienes que disfrutar un poquito tu soledad ;)"

Unos minutos después recibió una respuesta, que decidió ignorar por unos momentos mientras iba a la cocina a realizar una inspección. Tenía que ver si encontraba inspiración para preparar una cena o si se rendía ante la tentación de cenar un tazón de cereales.

Cuando parecía haber sido iluminada por una luz que le daría las respuestas un estruendo repentino la hizo saltar. Maldijo al aire por tantos sustos en un solo día mientras dirigía su mirada hacia todas partes hasta dar con la causa de tal escándalo. Al principio creyó que fue un trueno, pero lo que realmente sonaba de esa manera era la puerta principal. Alguien golpeaba insistentemente, y Hebe no tardó en escuchar los gritos de una chica del otro lado que clamaba exasperada.

—¡Hebe, abre la puerta!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro