CAPÍTULO 8
⋆NAOMI⋆
...
¿Qué mierda?
No... no puede ser. Ezra... ¡¿Qué pasa por tu cabeza?!
¡Sabía que algo me estaba ocultando!
Dirijo una mirada rápida a Holly que camina de un lado a otro demasiado concentrada en su monólogo. Luego, me detengo en Ezra, sin que diga una palabra sé que su cabeza debe ser un caos en este momento. Conserva una expresión de horror y desesperación que jamás le había visto en la vida. Su pánico lo delata, evidencia que esto no se trata de una mentira blanca. No. Más bien, se trata de un secreto, de esos que son capaces de destruirlo todo.
Mierda, Ezra. Las cosas que debo hacer por ti.
Coloco mi pie sobre las fotografías. Me agacho fingiendo que estoy atando los cordones de mis zapatillas. Cuando Holly se da vuelta, las saco y guardo rápidamente en mi cartera. Ezra relaja los hombros como si con eso todo se hubiera terminado, lo fulmino con la mirada y vuelve a tensarse. Lo percibo en la rigidez de sus brazos, en esos ojos brillosos que parecieran estar a punto de ponerse a llorar al ver el cambio en mi semblante (de la profunda adoración a la recriminación). En verdad, no lo estoy juzgando, pero que ni crea que le salvo el pellejo sin pedirle explicaciones al respecto, tiene demasiado que aclarar.
Lo reconozco soy una persona muy malpensada, y probablemente mi antigua adicción al BL no me permite pensar con objetividad. Sin embargo, no entiendo por qué le ocultaría a Holly que salió con Fox, así como tampoco entiendo el por qué en la última foto pareciera que están al borde de arder en el infierno. Lo cual me parecería genial si no fuera PORQUE ES EL NOVIO DE HOLLY. Oh, jodida mierda. Por favor, Ezra, que todo esto se trate de mi mente corrompida.
Holly sigue dando vueltas en su habitación, dando una lista de los motivos de por qué no tendría que estar con JJ. Las cuales abarcan desde su oscuro pasado hasta que no pertenece a nuestro mundo. Me molesta escucharla hablar así de él, pero acabamos de reconciliarnos, debo tragarme cada una de mis palabras. Mantener mi boca cerrada es tan difícil que podría fácilmente tratarse de una penitencia indicada por un sacerdote. Claro, si retomara el catolicismo, cosa que jamás ocurrirá. Si confesara mis pecados tendría al sacerdote atrapado en el confesionario por al menos un año completo, la lista es muy extensa.
Recuerdo perfecto los gritos de la profesora Clara, cuando en la misa obligatoria de la semana me tocó a mí pasar adelante a leer la oración. No la leí. Hice un discurso de por qué la educación debería ser laica, y que obligar a niños a practicar cualquier religión iba en contra del derecho a libertad de culto. La profesora Clara me sacó más que rápido del estrado, me llevó a una sala apartada mientras maldecía a mi boca que siempre era capaz de causar tantos problemas. «Eres un caso perdido» fueron sus palabras. «Gracias» le respondí jugando con mi cabello. Mis padres estaban de viaje, y quien tuvo que responder por mí, fue Mike, mi hermano (la persona más liberal del planeta). Llegó en una actitud seria y formal, haciendo su mejor actuación, y salió tomándome de la mano y afirmando que no volvería a pisar ese lugar. La lista de motivos por los cuales querían castigarme era muy larga: Accesorios prohibidos, atrasos injustificados a clases, comportamiento indebido durante las misas, asistir con pantalón en periodos que solo estaba permitido usar falda, cabello teñido, comentarios y opiniones polémicas. En resumen, una "revoltosa e irrespetuosa". Mike encontraba ridículos los motivos por los cuales querían sancionarme. Mis padres y mi hermano creyeron que ese lugar sería el indicado para mí por sus excelentes resultados académicos, el problema es que en cuanto a todo lo demás, dejaba bastante que desear.
Me despedí de la profesora Clara con una gran sonrisa, aún debe tener pesadillas conmigo.
En fin, que ya estoy divagando demasiado. Lo importante ahora es hablar con Ezra.
Lo busco con la mirada y me doy cuenta de que el muy maldito está a punto de salir de la habitación de Holly. Se excusa diciendo que está cansado y que se irá a dormir ¿En serio cree que podría huir de mí? Si crees eso es porque me estás subestimando, querido Ezra.
Doy un paso con toda la intención de seguirlo, pero Holly me detiene.
—¿No dirás nada?
Por supuesto, no dije nada respecto a su lista de contras respecto a "mi relación con JJ".
—Holly, valoro tus consejos, sé que lo haces por una buena causa, pero sabes mejor que nadie que nada me hará cambiar de opinión.
Holly suelta un suspiro y se sienta frente a su espejo.
—Lo sé, eres toda una testaruda.
—Tú también lo eres —le respondo en una sonrisa.
—Sí, y aun así logramos superar nuestras diferencias, eso habla bien de nosotras. —Se quita sus aretes de perlas.
—Nos une el amor por Dakota... aunque yo tuve que hablarte primero. Reconoce que de lo contrario, esta guerra fría habría durado más tiempo.
Holly pone sus ojos en blanco.
—Bueno, quizás tienes algo de razón. —Me cruzo de brazos y ella lo advierte desde el reflejo del espejo—. Está bien, tienes toda la razón —admite en un suspiro— No me gusta discutir contigo, Naomi. Sé que puedo parecer una persona muy fría, pero...
—Lo sé... te conozco, eres mi amiga y te quiero tal y como eres.
Ella asiente, y se queda callada mientras comienza a cepillar su cabello.
Nunca pienso antes de actuar (por si aún no ha quedado claro). No recuerdo la última vez que vacilé tanto en cómo plantear lo que me inquietaba. Holly enciende la luz, ya está oscuro, debería regresar a casa. Un resplandor atraviesa la ventana, son los focos del vehículo de sus padres llegando al hogar. No quiero arruinar nuestra tregua, fueron horas de conversación. Holly en todo momento con esa templanza y seriedad que pareciera ocultar mil facetas, y yo bueno, yo haciendo mi mayor esfuerzo para exponer mi postura con "mesura". Logramos llegar a un punto en común, ambas queríamos ayudar a Dakota.
Contemplo a Holly, la exactitud con la que cruza sus piernas, su postura erguida pese a estar sentada, la precisión del movimiento de su mano al tomar el cepillo. Su lenguaje corporal es perfección, al igual que cada palabra que sale de su boca, previamente pensada, analizada, calculada ¿Eres feliz, Holly?
—Holly, ¿puedo preguntarte algo?
—¿Qué pasa?
—Primero promete que no te molestarás. —Holly pone una expresión de fastidio—. Si, por eso mismo quiero que lo prometas.
—Ay, Naomi, lo prometo. Solo dilo de una vez.
—Por favor, no lo tomes a mal, no quiero otro conflicto entre nosotras, pero es algo que no he logrado sacarme de la cabeza sobre Fox... ¿Tu relación con él es real? —La mano que sostenía su cepillo se tensa formando un puño alrededor del mango—. No lo tomes a mal Holly, pero sé cómo es tu familia. Vi lo que le hicieron a Ezra con Anastasia.
—Mis padres solo lo ayudaron un poco —responde en tono cortante— nadie lo obligó a que esté con ella. Y sí. —Se da vuelta y me fulmina con la mirada—. Mi relación es real, me ofende que creas lo contrario.
—Es que no lo sé... nunca los he vist...
—Es real, Naomi, es primera vez que me siento así. —Baja la cabeza—. Él es el indicado —agrega con determinación.
Dudo, no porque Fox no me agrade, de hecho, me cae muy bien; se parece demasiado a nosotros. Pero esas fotografías... pese a que podría tratarse solo de un presentimiento ya no puedo evitar pensar mal, y es que rara vez yo me equivoco.
Tengo la intención de insistir en el punto, no lo hago, porque examino su mirada y se ve diferente, como si al hablar de Fox su rostro se iluminara, le diera fuerza y energía. Doy por cerrado el tema, me despido de ella, y cuando salgo de la casa, le envío un mensaje a Ezra: Mañana hablaremos, y esta vez con la verdad.
⋆⋆⋆
Me despierto con el grito más aterrador que he escuchado en toda mi vida.
Corro a su habitación. Intento abrir la puerta en vano, está con seguro. Regreso a mi cuarto, quito los cajones, dejando un desorden a mi alrededor hasta dar con las llaves. La inserto en la manilla y doy pasos acelerados hasta su cama. Las sábanas están en el suelo. Tiene el torso al descubierto, su cuerpo suda y tirita. Puedo verlo con claridad, porque las cortinas están a medio cerrar. La luz del amanecer está en su máximo esplendor.
—JJ... ¡Reacciona!
—No me toques... —ruega, habla entre sueños, como si la pesadilla lo estuviera consumiendo, como si estuviera acabando con él.
—¡Solo es una pesadilla! —grito, y se pone peor. No sé qué estoy haciendo mal, no estoy segura de cómo actuar.
Me subo sobre él e intento que despierte. Sacudo sus brazos, le doy suaves palmadas en su rostro.
—No me toques... —repite. Su voz se escucha tan frágil, siento su angustia y desesperación.
—¡JONAS! —grito su nombre. Sus ojos quedan fijos en los míos, pero no me está viendo, no realmente. Los tiene muy abiertos, como si siguiera abstraído de la realidad, sus pupilas están dilatadas. Apoyo una mano sobre su abdomen y siento una rigurosidad. En un segundo desvío la mirada y... quizás no debí haberlo hecho. Cerca de su ombligo tiene una cicatriz; un tajo de al menos unos diez centímetros. No es el único corte, a su alrededor hay otros, muchos tienen mal aspecto. Debió ser hace bastante tiempo, pero puedo asumir que en su momento no fueron tratados. Hay huellas de quemaduras de cigarrillos en sus brazos, casi imperceptibles, pero igualmente puedo advertirlas. Un leve hundimiento alrededor de sus muñecas, como si en reiteradas ocasiones lo hubieran amarrado. A un costado su piel marcada con las letras de un nombre.
Sus brazos rodean mi cuerpo y me atrae hacia él. Mi cabeza queda hundida en su pecho. Siento su transpiración, su respiración pesada y el pulso acelerado de su corazón.
—¿Qué haces aquí? —pregunta en un susurro mientras sus manos se enredan en medio de mi cabello.
—Estabas gritando —respondo conmocionada, aún sin poder sacar de mi cabeza lo que acabo de ver.
—Ya veo. Lo lamento, me pasa rara vez.
—No pasa nada. La próxima vez no te encierres, así llegaré antes a ti —digo en un intento de aligerar el ambiente, de quitar esa imagen de mi cabeza—. Además ¿Cuál es la necesidad? Yo jamás te haría daño.
—Solo es un mal hábito.
—Creí que la terapia te estaba ayudando —murmuro contra su piel.
—Lo hace, estoy bien. —Su mano sujeta con más fuerza mi cabeza—. Pero hay traumas que no se superan ni con toda la terapia del mundo. No lo superas, solo... sobrevives.
—JJ... —suspiro.
—Naomi. —Mi nombre suena dulce cuando sale de su boca, no me doy cuenta de cómo mis piernas se han enredado con las suyas.
Me desprendo del agarre de su mano, y alzo mi cabeza. Mi rostro a tan solo unos centímetros del suyo.
—Todo eso terminó.
Salgo de su cama, mi mente recién tomando consciencia de que solo visto una polera larga, y que mis piernas están al descubierto. A él no parece importarle, nada sugiere que se detenga en mi aspecto. Voy hacia la ventana y admiro el amanecer. «¿No es hermoso? El comienzo de un nuevo día». Pero él no sonríe, siento como si nuevamente hubiera dicho algo mal.
Cuando finalmente me responde solo dice tres palabras: Odio el amanecer.
Doy una última mirada a mi espejo de mano, tengo unas horribles ojeras en la cara; no dormí bien. Lo que pasó con JJ me dejó inquieta durante el día. Sin poder mantener la concentración en clases, sin pensar en algo más que su cuerpo que pareciera estar tatuado con marcas de abuso y sufrimiento.
Ezra se sienta frente a mí, me pregunta qué me pasa, no puedo decirlo o perderemos el propósito de esta reunión. Tampoco le contaría lo que me aflige, eso es algo entre JJ y yo. Estamos en el patio de la Universidad, pocas personas caminan a nuestro alrededor, es un horario en que la mayoría se encuentra en clases.
Dejo las fotografías en medio de nosotros y en seguida, Ezra posa sus manos sobre ellas. Las quería de regreso, lo veo en sus ojos.
—Ezra, solo te ayudé porque eres mi mejor amigo, y mereces el beneficio de la duda, pero... ¿por qué mierda le mentirías a Holly? ¿por qué le ocultas que estuviste con Fox? Tú... ¿no serías capaz no es así? ¿no serías capaz de meterte con él? —Lo miro fijamente—. En la última foto pareciera como si estuvieran por besarse —suelto sin tapujos. No soy de irme con rodeos, las cosas se deben decir con todas sus letras.
—¿Cómo puedes decir algo así? ¿Cómo puedes pensar eso de mí? —Ezra se ve dolido, y me arrepiento de haber soltado esas palabras—. Tú me conoces, jamás me involucraría con alguien que tiene pareja, y menos si se trata precisamente de mi hermana. Solo intentamos llevarnos bien por Holly. Además tú sabes que no soy gay.
«Tú sabes que no soy gay». Ese es el punto. Yo siempre he intuido que él es gay. He esperado años a que se atreva a dar ese paso, a que confíe en mí. Sin embargo, esa espera se ha prolongado por más tiempo del que imaginé. No lo culpo, sé que bajo la familia que tiene es difícil admitirlo. No obstante, a veces me pregunto si acaso él realmente no se da cuenta. ¿Será posible que aún siga dormido?
Nunca se lo he preguntado directamente, no porque para mí sea un problema. Al contrario, años atrás fantaseaba un poco con la celebración que le haría cuando lo contara. Yo sería la persona más feliz del mundo si dejara atrás sus inseguridades, si él se diera cuenta que no existen caminos incorrectos, que el amor nunca será un pecado. Él debería sentirse libre de amar a quien quiera. Solo he guardado silencio porque sigo esperando que él lo diga cuando esté listo (deseo seguir viva para ese entonces).
Cualquier chico, Ezra, menos Fox.
—Ezra, yo siempre te apoyaría con quien tú quisieras estar... —Nuestros ojos se encuentran—. Pero si pasa algo con Fox, eso causaría mucho daño.
—Estás pensando mal —me recrimina— sí, salí con él y nos sacamos unas fotos, eso fue todo. Es el novio de mi hermana, Naomi.
Me fijo en su lenguaje corporal. Las veces que hablamos de Fox, no reparé en si tocaba el puente de su nariz. Es un gesto que Ezra suele hacer cuando miente. Nunca le he advertido de aquello, para que no tome consciencia, y luego lo disimule.
—No ha pasado nada con Fox —me asegura. Se ve determinado, habla en serio—. Esta vez te has equivocado.
Ni una sola vez llevó su mano al puente de su nariz. Mierda. Me siento fatal por haberle dicho todas esas cosas. Él suaviza su mirada, no quiere un conflicto entre nosotros. Me abraza, me dice que todo está bien, que tenemos que hablar sobre otro asunto. Dakota.
Sí, Dakota que hoy día faltó a clases.
Ezra me relata todo lo que le contó Fox. En parte, me tranquiliza que Fox haya cuidado a Dakota estas semanas. No obstante, no puedo evitar cuestionarme cómo dejé pasar por alto su salida al club. La veo cada día en clases, por fuera se ve normal. Quizás su mirada algo más apagada, quizás un poco más silenciosa de lo habitual. Detalles, que únicamente los cercanos que sabemos lo que ocurrió podríamos percibir. La gente cree que una persona que sufre una situación de abuso debe verse devastada. Que una persona que lucha contra una depresión debe verse deprimida. Estigmas, prejuicios. La realidad no es así, todos usamos nuestras mejores máscaras frente a los demás, y no reaccionamos de la misma manera ante situaciones difíciles.
Le escribo y la llamo todos los días, en ningún momento me comentó que se estaba quedando con Fox. Debí haber insistido más, debí haber hecho más por ella. Casi me dio un infarto cuando fui a su casa y me dijeron que no se estaba quedando ahí. Fue un punto de quiebre, decidí que ya era hora de dejar a un lado mis diferencias con Holly, todo ese distanciamiento, no estaba ayudando en nada. Incluso debía hacer sentir aún más incómoda a Dakota. Debíamos unirnos, nos queríamos, somos todos amigos.
—Holly no sabe nada de esto, pero dado que ya no están peleadas, creo que sería bueno decírselo. —Asiento con la cabeza—. Fox me envió la ubicación, podemos ir en cualquier momento.
—Vamos ahora, no hay tiempo que perder.
La casa de veraneo de los Grimes es espectacular. El uber nos aproximó lo más que pudo, pero de igual forma tuvimos que caminar un buen trayecto. Se encuentra en una zona aislada de la ciudad. Pareciera estar en otro mundo, lejos del ruido de las bocinas, alejada del bullicio de la masa de personas. Sus grandes ventanales le otorgan luminosidad, es amplia, con acceso al mar.
Dakota abre la puerta. Al inicio se ve confundida al vernos, luego, adopta una actitud enfadada. Fox aparece detrás de ella.
—Tú. —Dakota se gira a verlo—. Maldito zorro traicionero, no se puede confiar en ti.
Fox se encoge de hombros.
—Está en mi naturaleza —sonríe y le da un mordisco a una manzana.
—¿No deberías estar en clases? —le pregunta Ezra a Fox.
—Me quedé de cocinero, lo cual no sirvió de nada porque despreciaron mi comida.
—¡Era budín de espinaca! —se excusa Dakota.
Suelto una carcajada. Tomamos asiento en el sofá. Dakota está frente a mí, Fox se sienta en el brazo del sillón. Intentamos hablar de temas triviales para no abrumarla, pero la situación es insostenible. Cuando ya ha pasado un buen rato, creo que es el momento oportuno para tocar el tema.
—Dakota... sé que no quieres hablar al respecto, pero estamos muy preocupados por ti. No nos alejes, queremos estar junto a ti, apoyarte.
Por un instante, creo que se limitará a permanecer callada. Mi corazón se inunda de esperanza cuando las palabras empiezan a salir de su boca.
—Ustedes han sido maravillosos... no es que quiera alejarlos. Solo necesitaba un tiempo para mí misma, necesitaba reflexionar. Me sentía mal, me siento mal. Y sé que puede parecer extraño, quizás no lo entiendan, pero se me hizo más fácil hablarlo con alguien que no fuera tan cercano a mí. —Su vista queda fija en Fox—. No creo que se trate de vergüenza, no lo sé, simplemente... —Corta el hilo de la idea, como si las palabras se hubieran atorado en su garganta—. Volví al club en una oportunidad, no actúe de la mejor manera. Sentía asco después de todo lo que ocurrió, necesitaba... borrarlo, no lo sé. Fox me ayudó, me sacó de ahí... Me hundía, las imágenes me siguen atormentando.
—Lo entiendo, lo entendemos. —Me aproximo a abrazarla—. Puedo ver que dentro de todo, te ha hecho bien estar con él y recordaré esto Fox, gracias. —Lo veo por encima del hombro de Dakota, él me devuelve una sonrisa—. Escúchame, los haremos caer. —Ella niega con la cabeza—. Es lo que hay que hacer, por ti, por todas. Estoy segura de que hay más víctimas, esos tipos son unos imbéciles. Y si esas imágenes te siguen atormentando, buscaremos ayuda profesional. Solo si quieres y te sientes cómoda con eso, yo no te obligaré a nada. —La sujeto con más fuerza—. Debes saber que vas a salir adelante, y que cada vez que necesites desahogarte estaré ahí para ti.
Ella se aferra a mí, me dice que soy un ángel. No podría ser algo más distante a uno. Ezra se une a nosotras, se disculpa de que su habilidad no sean las palabras, pero que la quiere mucho. Veo unas lágrimas deslizándose, tanto en Dakota como en Ezra. La situación me parte el corazón, pero yo no lloro. Nunca lloro, no puedo hacerlo.
Alzo mi vista. Mis ojos conectan con los de Fox. Pareciera decir «soy como tú».
⋆⋆⋆
Tan solo al entrar al salón, todos se voltean. La fiesta de Eleanor, compañera de Ezra, era de etiqueta. Había convocado a todo el círculo al cual pertenecemos, su invitación permitía un acompañante. De ahí que arrastrara a JJ a todo esto ¿Por qué? primero porque todos mis amigos (con excepción de Ezra) creían que estábamos saliendo, y también porque era parte del plan que había elaborado para esta noche. Solo habría una razón por la cual asistiría a este tipo de cumpleaños, donde nadie en verdad se conoce, y lo único que une es algo en que no tenemos ningún mérito: Hacer caer a Wes y Austin. Digamos que tenemos algunos asuntos pendientes por resolver.
—Todos te están mirando —susurra JJ en mi oído.
—Lo sé —alardeo.
En parte estoy mintiendo. Miran en nuestra dirección, pero también se debe a él. Atrae las miradas de las chicas. JJ podría estar con quien quisiera, no entiendo por qué está soltero. El traje oscuro hace un hermoso contraste con sus ojos verdes. Se ve muy guapo. JJ es de esas personas que con el paso de los años cada vez son más atractivos. Yo tampoco me quedo atrás, mi vestido plateado combina con las extensiones de mi cabello. El escote y la franja en la cintura realzan mis curvas. Por supuesto que mi maquillaje va acorde con todo el atuendo. Lo reconozco, tengo una pequeña obsesión con el glitter.
Apenas nos ven aparecer, se acercan a nosotros Ezra, Fox y Holly. La causa de por qué estamos a punto de generar una polémica se remonta a lo que pasó días atrás con Dakota. Ella con mucho valor, fue a hablar con nuestro incompetente presidente. La reunión no se extendió demasiado. «Sin pruebas no hay nada qué hacer» la misma maldita respuesta que me dieron a mí cada vez que intenté denunciar cómo eran Wes, Austin, Nolan, Caleb y Jason. Se atrevió a argumentar que de su relato quedaba en claro, que no había sido forzada a nada. ¿Cómo podría haber puesto resistencia si estaba bajo los efectos del alcohol? ¿Cómo no puede entenderlo? La conversación la desmotivó a insistir, decía que nadie la tomaría en serio, dado que la situación no pasó a mayores. Tampoco quería traerle problemas a Fox con la golpiza que le dio a Austin.
No lograba entenderlo, ¿por qué los protegían tanto? ¿por qué no tomaban en serio las acusaciones? Fox investigó a Wes y dio con un detalle que nosotros ignorábamos; su padrastro es un importante juez de la zona. Nunca lo habría previsto dado que el apellido Harrington todos lo asocian al prestigioso Hotel que lleva el mismo nombre. Enterarme de aquello me hizo estallar en ira. No solamente su familia tenía dinero para hacer lo que quisiera sino además contaba con una importante red de contactos que lo respaldarían ante cualquier lío.
Pero eso no significaba que nos quedaríamos de brazos cruzados.
—¿Crees que funcionará? —me pregunta Ezra.
—Estoy segura de que funcionará, porque Wes tiene una obsesión conmigo. —JJ arruga el entrecejo—. Estaré bien, no olviden con quien hablan.
Fox sonríe.
—Tú a mí no me engañas —dice entre risas— tú creciste viendo Gossip girl.
—Bien pensado, zorro. —Le guiño un ojo.
Nos sumamos a la pista de baile. No quiero presumir, pero JJ y yo robamos todo el protagonismo. Bailamos al compás de la música, nuestros cuerpos se juntan, y mentiría si dijera que no me agrada esa proximidad. En un instante, él se distrae, saca su teléfono y sus ojos brillan de emoción. Le pregunto qué ocurre, y con una voz cargada de energía me dice: Mensaje de Charlotte.
Charlotte es la ex de JJ. Estuvieron juntos cuando tenían diecinueve años. Yo fui testigo del tiempo que fueron pareja, dado que Charlotte también era íntima amiga de mi hermano.
—Muestra, muestra. —Me apego a él para leer el mensaje.
«¿Y tú cuándo? ¡Sigo esperando los detalles candentes!» Junto al mensaje hay adjunta una imagen. Aparece Charlotte abrazando a una chica preciosa.
—¡Conoció a alguien! —grito en forma apasionada.
—Sí —me responde JJ— en su viaje a Argentina, van en serio.
—Me alegro mucho por ella, se ve que está feliz.
—Lo está. Verla tan radiante, me pone muy contento.
Llevo mis manos a mi pecho y giro sobre mi propio eje. JJ ríe al ver mi reacción.
—Espera... —Me tambaleo un poco al detenerme abruptamente—. ¿A qué se refiere con detalles candentes? —Alzo una ceja.
—Nada —baja la voz— una antigua promesa, de cuando encontráramos a la persona indicada.
La noticia me pone tan eufórica que tomo su mano y lo arrastro a la zona de los tragos.
—Por Charlotte. —Alzo mi copa para que brindemos. Él me sigue la corriente y choca la suya con la mía.
—Definitivamente esto es algo que aprobaría Charlotte —bromea antes de llevarla a sus labios.
Holly se acerca a nosotros, está sola. Examino a los invitados y me doy cuenta de que Bruno y su novia están aquí. En un inicio, no entiendo por qué vendrían a esta fiesta. Luego, Holly me comenta que la novia de Bruno es compañera suya en primer año de arquitectura, y además pariente de la cumpleañera. Reconozco que me da risa que Bruno tenga los ojos clavados en mi mano enlazada con la de JJ.
Y Bruno no es el único que está pendiente, Wes también.
Después de unos minutos Ezra aparece junto a nosotros, se sirve un trago, y se ve algo nervioso.
—¿Y Fox? —le pregunta Holly.
—¿Qué sabré yo? —Se encoge de hombros—. Por ahí andará.
Es la instancia perfecta. Tomo a JJ de su corbata. Lo arrastro a la pared a un lado de la pista. Estoy batallando con unos zapatos de una altura impresionante y aun así, la diferencia entre ambos es abismal. No soy alta, pero además JJ supera el promedio. Sin tacones nuestra diferencia equivale a esas reglas escolares de treinta centímetros.
Apoyo mis manos en su pecho mientras él juega con mi cabello. Todo esto ya lo acordamos antes de salir del departamento. Tiro nuevamente de su corbata para acercar su rostro al mío.
—Está funcionando, Wes tiene la vista fija en nosotros. —Con solo una mueca, Holly y Ezra entienden la señal, se aproximan a Wes. Está tan borracho que no se da cuenta de que Ezra está detrás de él, quitándole algo que extrañará bastante.
—Entonces hagámoslo más interesante —propone JJ.
Sus manos rodean mi cintura, no queda ningún espacio entre nosotros. Jugamos con nuestras narices. Nuestros labios están tan cerca, que por segundos siento que están al borde de rozarse. Con el juego de luces, cualquiera creería que nos estamos besando. Muerdo mi labio inferior.
—Me gusta cómo finges. —Sus pestañas cosquillean las mías.
Sonrío.
—No estoy fingiendo JJ. —Sus ojos se abren sorprendidos por mi respuesta.
—¿Qué dices?
—Tómalo como quieras —digo mientras seguimos jugando con ese acercamiento. Cuando yo me acerco a su boca, él se aleja, solo un poco. Lo mismo ocurre cuando él se aproxima a la mía. Siempre con tan solo unos escasos milímetros de diferencia. Sus labios entreabiertos me roban la respiración. Tan cerca y tan lejos. Me gusta este tipo de sufrimiento.
—Creo que ya es momento de que me vaya. Me va a acorralar, estoy segura. No se resistirá.
—No te vayas.
—¿Qué?
—No quiero que te vayas.
—Estaré bien. —Lucho contra mis ganas de quedarme—. Lidio con esto todos los días.
Camino en dirección al baño. Miro en forma disimulada por sobre mi hombro, Wes me está siguiendo. Perfecto, el plan va perfecto. Entro al tocador, hago tiempo unos minutos para que todo parezca creíble. No es necesario hacerlo, ha tomado toda la noche, sus sentidos no deben ser los mejores, pero no hay que salirse del papel.
Cuando ya han pasado unos diez minutos salgo, no sin antes enviarle un mensaje de texto a Fox. Wes me intercepta de inmediato en el pasillo. No se ha dado ni cuenta de que le falta algo muy importante.
—Así que la zorra se enamoró.
—Así que no nos quitaste el ojo de encima.
Wes suelta una risa cargada de mofa.
—Siempre me has gustado, Naomi. —Me recorre con la mirada—. No tengo problema en reconocerlo, los vi y dudo que él te haga feliz. Se ve demasiado dulce. —Se acerca a mi oído.
—Sí, tienes razón. Es demasiado suave y a mí me gusta lo duro, ¿sabes?
Qué asco. No lo demuestro. Mis dotes de actuación están intactos.
Desvío los ojos hacia abajo, luego subo la mirada. Que el muy imbécil crea que me estoy insinuando. De seguro, ahora debe estar por las nubes.
—Sabía que en el fondo estabas loca por mí —suelta, y me acorrala contra la pared. Con una mano agarra mis brazos y los sujeta por sobre mi cabeza. Con la otra, recorre mi pierna. Se recarga contra mí, sentir el peso de su cuerpo me da repugnancia.
Dejo que se acerque lo suficiente. Fox aparece en la entrada del pasillo, en su mano sostiene el celular de Wes. La cámara lista para empezar a grabar.
Sin previo aviso, le escupo en el rostro. Sus ojos color avellana se ven enfurecidos. Con una mano se limpia la cara.
—¡Quien te crees maldita zorra! —Muevo tres dedos igual como si estuviera tocando teclas de un piano. Fox entiende la señal—. ¿Esto es por lo que le hicimos a tu amiguita?
—Déjame ir, Wes. —Mi voz frágil, atemorizada.
—No —se ríe— nunca te tuve tan cerca. —Me atrae más hacia él—. Confieso que me gusta que te resistas.
—Suéltame.
—Mmh... lo mismo pedía Dakota cuando la llevamos al baño. Siempre se hacen las difíciles, cuando en verdad, lo están disfrutando.
—¡No! —Intento zafarme de él, pero presiona mis brazos con toda su fuerza—. ¡Me duele, Wes! ¡Basta!
—Creo que disfrutaré más besarte a ti. Te haré lo mismo que le hicimos a ella. —Comienza a besar mi cuello, y a succionar mi piel.
—¡Ayuda...! —sollozo. Wes levanta la cabeza, recién captando que algo no anda bien. Yo jamás me comporto de esta manera.
Demasiado tarde. Muevo mi mano dos veces. Fox sonríe y se aproxima a nosotros.
—¿Qué mierda...?
Le entrega su teléfono. El muy idiota recién enterándose de que no estaba en su poder.
—Lo habríamos hecho desde una de nuestras cuentas, pero tú tienes 10K de seguidores. Ay, Wes, de seguro ahora estás pensando que fue un gran desacierto tener a tus familiares agregados —sonrío— mala idea que tu pin sea tu cumpleaños.
—¡¿Qué mierda hicieron?!
—Ay, mira lo que me hiciste hacer, Wes. —Muevo mis ojos para que observe a su alrededor. Estamos rodeados de personas. Todos han visto la transmisión en vivo. No era necesario que estuvieran pendientes de sus celulares, Holly lo proyectó en la pantalla del salón.
Por primera vez en la vida lo veo asustado. Sonrío sin mostrar los dientes cuando intenta escapar. Un grupo de muchachos lo persiguen para golpearlo. Las redes sociales estallan; miles de comentarios de que son unos puercos asquerosos. Varias chicas relatando que habían vivido algo similar. En unos minutos, Wes y Austin han perdido la mitad de sus seguidores. Todos hablan de ellos.
Y una última sorpresa le espera si es que logra llegar a su vehículo.
—Mike estaría orgulloso. —Había dicho JJ cuando le conté esa parte del plan.
Claro que lo estaría, él había hecho algo similar años atrás para delatar a un imbécil. No tengo problema en admitir cuando robo las buenas ideas.
Digamos que el automóvil de Wes fue atacado por nosotros, específicamente por Fox. Eso estaba haciendo cuando Holly preguntó dónde estaba. Omitimos esa parte del plan, porque Fox insistió en que si Holly sabía que él haría eso, pondría problemas.
Me enseña una fotografía de cómo quedó el vehículo. En letras grandes en color rojo destaca una palabra: ABUSADOR.
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