CAPÍTULO 7
⋆EZRA⋆
Han pasado dos semanas desde el incidente en el club. Dos semanas en que todo se había vuelto tenso entre nosotros. Naomi y Holly dejaron de hablarse luego, de una discusión que tuvieron por teléfono. Seguían almorzando con nosotros, pero flotaba una extraña rigidez a la que solo estaba acostumbrado en mis cenas familiares, no en las reuniones con mis amigas. Por otra parte, Dakota no platicaba sobre lo sucedido, cada vez que Naomi y yo intentábamos tocar el tema, ella se ponía incómoda y evasiva. No seguimos insistiendo, decidimos darle algo de espacio para que ella hablara cuando estuviera preparada. No obstante, estábamos muy preocupados por ella, no nos sentíamos bien quedándonos de brazos cruzados. Ese es el problema cuando ocurre algo grave, nunca estarás seguro de cómo debes actuar, estamos acostumbrados a que solo a los demás le suceden las cosas malas, y cuando le pasa a alguien que quieres no sabes qué hacer.
Abro la puerta del baño principal del segundo piso, y al hacerlo me encuentro frente a frente con Holly. Su cabello está húmedo y en sus manos tiene una de sus tantas cremas caras que utiliza para mantenerlo suave e hidratado. Aunque ella no suele preocuparse de su apariencia física, siempre le ha tenido especial cuidado a su melena pese a que solamente le llega a la altura de su cuello. No le veo lo malo, cualquier pensamiento negativo que tuviera en relación con su cabello, estaría motivado únicamente por la envidia. Yo daría lo que sea por quitarme este tono anaranjado que destaca a donde quiera que vaya.
Pasa a un lado mío sin saludarme, dejando notar que sigue molesta conmigo. La discusión entre Naomi y Holly, también provocó un conflicto entre mi hermana y yo. Todo empezó porque Naomi me contó ese mismo día la conversación que tuvo con Holly, tanto su postura como la de mi hermana. Por supuesto, que yo estaba de acuerdo con Naomi, lo que hicieron esos sujetos fue abusivo y asqueroso, merecían ser castigados por lo que habían hecho. Nada era más peligroso que la sensación de impunidad.
Intenté darle mi opinión al respecto a Holly una vez que Dakota se fue de la casa, y no se lo tomó nada a bien. Me dijo que cómo podía estar en contra de ella, que mi opinión era parcial, dado que independiente de lo que pase, siempre estaría a favor de Naomi. El fondo de la discusión no debía tratarse de eso, lo importante era apoyar a Dakota a enfrentar la experiencia traumática que había sufrido. Sin embargo, ella no quería verlo de esa manera, creía que incentivarla a denunciar, era exponerla a más sufrimiento y que mis motivos para respaldar a Naomi estaban completamente sesgados.
Le digo a Holly que quiero hablar con ella. Pese a que ya está cerca de su habitación estoy seguro de que alcanzó a escucharme. Ella me ignora, entra y cierra su puerta, igual como ignoraba a sus compañeros cuando estaba en secundaria, y sé del poco respeto que les tenía.
De pronto, soy consciente de que no estoy solo. Oliver está en el peldaño más alto de la escalera. No sé cuánto tiempo lleva ahí observándome, pero me entristece ver que lo que refleja su rostro no es sorpresa. Lo que significa que aunque ahora ella esté enfadada, no varía demasiado del comportamiento cotidiano que tiene conmigo.
—Te quiero —me dice Oliver, como si quisiera compensar toda esa falta de afecto que envuelve esta casa.
—Yo a ti —le respondo con una cálida sonrisa que esconde el dolor que me genera que un niño de diez años esté tan consciente de esa falta de amor.
⋆⋆⋆
En medio de la clase de ciudad contemporánea se ilumina la pantalla de mi teléfono. No aguanto la curiosidad y reviso la notificación de Instagram: «¿A qué hora quedas libre?» me pregunta Fox. ¿Qué? ¿por qué me pregunta eso? ¿se habrá equivocado? Sí, seguramente quería enviárselo a Holly y por algún motivo se confundió. Dejo el celular sobre la mesa sin responder, esperando que en cualquier momento me llegue el mensaje de disculpa por el error. Sin embargo, lo que recibo dista mucho de lo que esperaba. «¿Me vas a ignorar, Ezra? Te estoy viendo».
¡¿Qué?! Giro mi cabeza y veo por la ventana de la puerta que Fox está fuera de la sala. Inmediatamente me envía: «No, no te estoy siguiendo. Soy ayudante del profesor, debo entregarle unas correcciones» me escribe como si hubiera leído mis pensamientos. Tomo el móvil con el pulso a mil por hora y contesto: «Esta es mi última clase del día». Desvío mis ojos a dónde está él y advierto la sonrisa en su rostro al leer mi mensaje. No, imposible. Nada que yo hiciera podría provocarle esa reacción, debe estar viendo otra cosa en este momento.
En seguida, mi celular vibra y por un segundo, creo que se caerá de mis manos. «Perfecto. Entonces te estaré esperando, igual que siempre». ¿Estará ebrio? ¿Qué quiere decir con igual que siempre? Intento concentrarme nuevamente en la clase, pero se me hace imposible. Tres semanas. Tres semanas han pasado desde que lo conocí y me sigue causando el mismo efecto que el día en que lo vi por primera vez.
La clase termina, Fox entra a la sala y charla con el profesor como si fueran grandes amigos, le entrega una ruma de hojas y escucho palabras de agradecimiento y de adulación. El profesor Eric no es fácil de complacer, tiene fama de ser todo un desgraciado, por lo cual, no puedo evitar pensar que si Fox ha logrado que ese tipo le tenga estima es porque realmente debe haber sido brillante en su asignatura. Una vez que terminan de conversar se aproxima a mí.
—Oye... si tenías algún plan en mente, no elegiste un buen día. Holly tiene clases hasta tarde. —Hago una mirada rápida a mis compañeros que salen del aula mientras guardo la laptop en mi bolso. En solo cuestión de segundos ya somos los únicos en el salón.
—Lo sé —sonríe— te escribí a ti ¿no? si quisiera salir con Holly le hubiera escrito a ella.
—Yo... pensé... —balbuceo, sin encontrar las palabras adecuadas para expresar mi idea. Creí que quizás habría hecho algún panorama con las chicas y que solamente me escribió al verme en la sala. Sin embargo, si su intención era salir conmigo a solas, no me parecía una buena idea. Cada vez que estábamos los dos solos, pasaban cosas a las que no le encontraba explicación. Me sentía incómodo y ansioso como si me sintiera atraído por...
Basta, Ezra. Estás confundiendo las cosas.
—Vamos cuñado, nos hace falta conocernos más, ¿no crees? —Me tenso al escuchar esa palabra. Sé que Fox está jugando conmigo, le encanta hacerlo. Le divierte ver mis reacciones, y lamentablemente ha logrado alterarme una vez más.
—No me digas de esa manera. —Lo miro seriamente y Fox curva hacia arriba la comisura de su boca.
—Vamos Ezra —se corrige— nos hace falta conocernos más, yo quiero saber más de ti, pero eres escurridizo. —Si porque no quiero que te acerques a mí, pero no quieres entenderlo.
«¿Seguro que no quieres que se te acerque?» «Quizás lo que no quieres es enfrentar aquello que te rehúsas a admitir». Me traicionan mis pensamientos.
Basta.
—¿Qué quieres hacer? —pregunto mordiendo el anzuelo.
—Es una sorpresa.
En unos minutos ya vamos en camino a quien sabe dónde. Me pregunto si aún no sería demasiado tarde para retractarme, podría inventar que debía estudiar o que tenía un compromiso al que asistir. No obstante, una parte de mí quiere estar más tiempo con él, una parte de mí tiene curiosidad de qué es lo que tiene en mente. ¿Debería decirle a Holly que saldré con su novio...? No, no sería una buena idea. Considerando lo molesta que está conmigo solo empeoraría las cosas entre nosotros. Aunque bueno, ella siempre ha querido que Fox y yo seamos amigos... ¿entonces por qué siento como si estuviera haciendo algo incorrecto?
Me distrae el sonido del vidrio de mi ventana bajándose. Sé que yo no presioné el interruptor.
—Tranquilo, respira —me dice Fox y yo arrugo el entrecejo—. Llevas un buen rato moviéndolo.
—¿Qué...? —Fox coloca su mano sobre mi pierna.
—Tu pie —contesta y mueve con suavidad su dedo pulgar, logrando que me detenga, pero haciendo que un estremecimiento recorra todo mi cuerpo—. No has parado de moverlo en todo el camino.
—Creí que estabas concentrado en conducir —me defiendo y muevo mi pierna para que quite su mano.
—Lo estoy Ezra, solo que pese a que tengo nervios de acero, lograste alterarme.
¿Alguien como él estando nervioso? Lo dudo bastante. Suspiro y volteo mi cabeza en dirección a la ventana. La brisa del viento despeja mis pensamientos y me da una leve sensación de tranquilidad.
—Saca la mano —me incita Fox— vamos hazlo, ¿no lo hacías cuando eras pequeño? —pregunta al percibir mi indecisión.
—La verdad es que no... a mis padres no les hubiera parecido. No es algo muy refinado, y además puede ser bastante peligroso. Seguramente me habrían asustado con que terminaría con la mano amputada.
Los recuerdos que tengo de mi infancia no son tan entretenidos como los de la mayoría. En mi caso, no hay grandes anécdotas o grabaciones graciosas. Aunque solo era un niño, aprendí rápidamente cuales eran las actitudes que ellos aprobarían, y no era que les tuviera miedo; ellos jamás me levantaron la mano ni me alzaron la voz, pero me daba cuenta de que existía un gran vacío que me asfixiaba y consumía toda mi energía y vitalidad.
Mis padres nunca estaban en casa, trabajaban todo el día y cuando por fin llegaban al hogar, estaban muy cansados y se iban directo a la cama. Por otra parte, pese a que mi hermana pequeña me seguía a todas partes, se acercaba a las personas que me rodeaban y hacía las mismas actividades que yo, no sentía que había un lazo entre nosotros. Jamás me preguntaba cómo estaba ni jugaba conmigo. Holly siempre fue algo extraña, comprendí que por alguna razón, yo no era de su agrado.
No me di ni cuenta cuando mi única compañía era el televisor.
Crecí con el televisor; con esos comerciales de detergente, comida y juguetes, dónde mostraban a madres cariñosas que socorrían a sus hijos cuando se caían y lavaban su ropa que se había ensuciado con la tierra, o con madres que consentían a sus niños, cocinándoles un delicioso plato de pasta o algún exquisito postre. Recuerdo haberme preguntado vagamente por qué siempre mostraban a la "madre" en aquellos roles ¿por qué el padre no podía lavar, cocinar o limpiar? También recuerdo haber comparado esas representaciones con mi vida cotidiana que era tan diferente... mi mamá jamás se había preocupado de esa manera por mí. Incluso cuando llegaba el fin de semana prefería salir con sus amistades o participar en eventos de caridad.
Con mi padre era la misma historia. En los comerciales para niños, muchas veces mostraban a padres compartiendo con sus hijos ya sea con vehículos de juguete o jugando a la pelota. Me preocupaba que él no demostrara interés en hacer esas cosas conmigo, y también me inquietaba aún más que esos juegos no captaran mi atención. Ya podía sentir que algo andaba mal conmigo.
—Bueno, no hay vía del otro lado, así que no veo ningún riesgo en que lo hagas. Vamos Ezra, solo un poco —insiste Fox.
Con temor saco levemente mi mano por el vidrio. Fox tiene razón, no hay vía a un lado de nosotros y el camino está completamente despejado, por lo cual, no hay ningún riesgo de que ocurra un accidente. Siento el viento, que con fuerza e intensidad golpea mi mano, pero no me incomoda, más bien, me produce una sensación que se asemeja bastante a algo que no suelo experimentar. Libertad. Muevo mis dedos con suavidad dejando que el viento cosquillee mis sentidos. Sonrío, cierro mis ojos y relajo mi cabeza contra el respaldo. Por un momento, me siento observado y al abrir mis ojos entiendo el por qué. Fox me está sonriendo.
—Mira al frente —lo recrimino.
—No prometo nada, Ezra.
No, ni loco accedería a esto. Cuando Fox me dijo que tenía algo en mente, jamás pensé que su plan era traerme a un parque de diversiones. Examino las montañas rusas y los gritos de los jóvenes que piden por sus vidas en el momento que quedan de cabeza en lo calculo unos 120 mts de altura y solamente puedo pensar en mis ganas de huir. Fox pone su pose cargada de arrogancia y me molesta con que soy un cobarde. No se trata de eso, pero no disfruto este nivel de adrenalina. Si bien, mis padres jamás nos llevaron a un parque de diversiones dado que decían que era una actividad sonsa y demasiado superficial, puedo imaginar que no es algo para mí.
Estoy seguro de que me arrepentiré de esto y aun así, lo sigo y pago mi entrada. Fox me arrastra a la fila de uno de los juegos mecánicos. Aparentemente se ve inofensivo, aunque es bastante alto, suben a las personas con lentitud. En el instante en que los dejan suspendidos en el aire, Fox me comenta que es una torre de caída libre y que está seguro de que este juego me gustará bastante. Puede que tenga razón, se ve dentro de todo tranquilo. Mi percepción cambia por completo cuando sin previo aviso los sueltan a una gran velocidad, ahora entiendo el nombre del juego.
—No, ni loco —declaro, con una mueca de horror que de seguro, no tengo manera de disimularla. Intento darme la vuelta, pero ya estamos en la parte de la fila que está en medio de dos rejas y tras de mí hay una gran cantidad de personas. Ya no puedo devolverme.
—Ezra, es seguro —me calma Fox, aunque puedo advertir que está divertido al verme asustado.
—¿Sabes cuántas personas mueren en este tipo de juegos?
—Mmh... creo que ha habido fallas unas cuantas veces, pero claramente no en este lugar. Aquí son juegos de calidad y se preocupan de hacerles mantención —me asegura— ¿No será que quedaste traumado con esas películas de destino final? Creo que había una que era en un parque de diversiones.
—No la recordaba, pero ahora por tu culpa sí. —Fox se pone a reír.
—Tranquilo, si mueres, morimos juntos.
—¿Y eso por qué se supone que tendría que tranquilizarme?
—No sé si tranquilizarte, pero sí creo que logra distraerte. Ezra, confía en mí, sé que te da miedo, pero una vez que lo pruebes te quedará gustando. —¿Seguíamos hablando de la torre?
Si su objetivo había sido distraerme lo consiguió porque no me di ni cuenta de en qué momento la fila avanzó tan rápido, en la siguiente ronda ya nos tocaba subirnos. De pronto, comienza a sonar su teléfono. No es necesario que pregunte, alcanzo a leer el nombre de mi hermana en su pantalla. No logro escuchar qué es lo que dice Holly, pero sí puedo oír lo que le responde Fox. Él le menciona que está en un parque de diversiones aunque oculta que está conmigo, miente afirmándole que está con unos amigos. La llamada es corta, no debió pasar el minuto y en ningún segundo hubo una palabra cariñosa, podría perfectamente haber sido una conversación con sus padres.
—No había necesidad de mentir, le hubieras dicho que estás con su hermano.
—Hoy no salí con el hermano de mi novia, hoy salí con Ezra —sonríe.
¿No era lo mismo? Intento desviar mi atención a otra parte en vano, es evidente que mi foco está precisamente en el muchacho a un lado mío.
—¿La amas? —pregunto en voz baja, esperando que suene lo más natural posible. No lo logro, tanto él como yo sabemos que nada de esta conversación ha sido trivial.
—La quiero —me responde con una mirada apagada.
Ya no hay escapatoria. Estamos en los asientos con todos los seguros listos. El juego mecánico comienza a funcionar y veo cómo mis pies lentamente se levantan del suelo. Entro en pánico, no debí haber cedido. Cuando ya estamos a una gran altura cierro los ojos en un intento desesperado por conservar la calma. Aplico el mismo pensamiento estúpido de cuando era pequeño y me ocultaba bajo una manta. Si no puedo verlo, no hay nada que temer.
—Ezra, abre los ojos, la vista es hermosa. —Pese a que suena una música electrónica, puedo escucharlo con claridad.
No estoy seguro de abrirlos, si contemplo la altura a la que nos tienen suspendidos en el aire, probablemente muera de un infarto al corazón.
—Merece la pena —insiste Fox— por favor, solo hazme caso.
Abro mis ojos y agradezco haberlo hecho. Desde esta altura, se alcanza a apreciar toda la ciudad. El atardecer está en su máximo esplendor, bañando cada uno de los edificios con esa tonalidad anaranjada y violácea. Los vehículos se ven tan diminutos que parecieran formar parte de una maqueta, o incluso podrían ser simples hormigas cumpliendo con su labor. Juego moviendo mis pies, Fox me imita y ambos terminamos riendo.
—No quiero que nos bajen —le confieso— me dará un ataque, no tengo dudas.
—Entonces deja que te distraiga. —Me guiña un ojo.
—Está bien, cuéntame algo de ti.
—Mmh... bueno, a pesar de que todos dicen que seré un exitoso arquitecto —alardea Fox— creo que lo que más me apasiona es tocar la guitarra.
—Sí eso parece... eres bueno, vi tus videos... —No debí haber confesado eso, pero ya no hay vuelta atrás.
—Lo sé —dice con esa típica arrogancia que tiene.
—Cuanta humildad —lo molesto.
—No me refería a mi evidente talento con la guitarra, me refería a que sé que viste mis videos, se te escapó un like a las cuatro de la mañana.
—Lo... siento... —Me sudan las manos. Cuando por fin se dignó a aceptar mi solicitud de seguimiento, no pude aguantar la curiosidad de ver sus publicaciones.
—No tienes de qué disculparte, mi solo de November Rain se lo merecía.
Se me escapa una risa.
—Sí, eres increíble... te quedó increíble —me corrijo rápidamente— yo intenté aprender, pero me quedé en la parte en que te salen callos en los dedos... y solo recuerdo algunos acordes.
—A mi hermano le pasó lo mismo que a ti. Lo abandonó y en ese momento, me apropié de su guitarra.
—¿Tienes un hermano?
—Sí, somos muy cercanos, soy el menor.
—Lo supuse.
Fox pone los ojos en blanco. Los hermanos menores suelen tener fama de ser mimados y presumidos, al igual que los hijos únicos. No creo en esas cosas, detesto las generalizaciones, pero lo digo en mi afán de molestarlo.
Cuando han pasado varios minutos me entra el pánico de que pronto nos soltarán. Fox me tranquiliza diciéndome que está conmigo y al ver que no consigue que me relaje toma mi mano. No está bien, no es correcto, intento soltarla, pero justo en ese instante nos bajan. Agarro su mano con más fuerza y ambos gritamos de emoción. La descarga de adrenalina se apodera de mi cuerpo. Siento como si mi corazón hubiera dejado de latir, y mi respiración se hubiera ahogado con ese movimiento acelerado. La sensación de ingravidez me genera la ilusión de que estos fueran mis últimos segundos con vida, y si fuera así, quisiera sostener por más tiempo su mano, quisiera tener cada maldito roce de su piel contra la mía. Justo cuando creo que nos estrellaremos contra el suelo, el juego se detiene. Estamos a salvo, la gente ya se está bajando de los asientos, pero yo sigo sin liberarme de su tacto. No quiero, no quiero, no quiero.
No lo suelto. Luego, yo soy quien lo está arrastrando a la fila de la montaña rusa más extrema con la que cuenta el parque. Gritamos en las vueltas más peligrosas y en el momento en que quedamos de cabeza, nuestros ojos se cruzan en un segundo que es tan efímero que desearía poder prolongarlo o mantenerlo congelado por siempre. Siento cosas que no debería sentir.
Hacemos una pausa para comer unas hamburguesas, y después nos tomamos fotos en una cabina fotográfica. Hacemos poses ridículas y a una distancia que muchos considerarían incorrecta, pero nada importa, nadie puede vernos. Fox insiste en que me las quede yo de recuerdo, y no le discuto porque precisamente quiero tener algo que me permita atesorar este día. Algo que me diga que todo esto fue real. Guardo las instantáneas en el bolsillo de mi pantalón.
Debía tragarme cada una de mis palabras. Tanto que decía que no quería subirme a los juegos mecánicos y al final, nos subimos a la torre, a dos montañas rusas y a las sillas voladoras.
Cuando ya vamos en camino de regreso, recibo un mensaje de Naomi que me deja helado. Me cuenta que estuvo en la casa de Dakota y le dijeron que ella no se encontraba en casa, que llevaba una semana quedándose con una amiga, lo cual claramente es una mentira. A pesar de que Fox va conduciendo, se percata de que algo me ha alterado. Por algún motivo, decido confiar en él, me animo a contarle mis preocupaciones. Me sorprendo al ver que él no está impresionado ni alarmado con la noticia.
—Sé que sonará raro y por favor, escúchame primero... Dakota sé está quedando en la casa de veraneo de mi familia.
—¡¿Qué?! ¿tú sabías de todo esto?
—Ezra, escúchame. El fin de semana siguiente a cuando pasó todo... vi a Dakota en el club, había ido sola y estaba muy ebria... estaba con un tipo... ambos estaban acaparando la atención de todos.
Comprendo lo que está dando a entender.
—No, imposible —lo interrumpo— Dakota no suele actuar así y no habría ido sola al club.
—Así fue Ezra. Yo la alejé del tipo y la subí a mi vehículo. Le ofrecí llevarla a su casa, pero ella no quería. Decía que... decía que necesitaba olvidar lo que le había pasado. No quería que el último recuerdo sea con esos sujetos, repetía esas palabras una y otra vez... no debería decirte esto... es algo íntimo de ella, pero solamente quiero que entiendas el por qué no les conté nada de esto.
—Dakota... —Siento que se me encoge el corazón—. He intentado acercarme a ella, lo he intentado todo, pero ella se cerró por completo y no sé qué hacer para ayudarla sin invadir su espacio. Me duele lo que le pasó y me duele lo que me estás contando ahora.
—No te sientas mal, Ezra... quienes deberían sentirse mal son otras personas, ellos son los únicos culpables. —Estaciona el vehículo a una cuadra de mi casa—. Dakota está segura ahí, esa casa siempre está vacía y la tiene para ella sola. La voy a ver unas horas al día, vemos películas juntos, y creo que ha logrado distraerse un poco. Ya casi parecemos hermanos —esboza una débil sonrisa.
—¿Te comentó por qué no quiere estar en su casa?
—Me dijo que tiene una relación muy cercana con sus padres y que se darían cuenta de que algo no anda bien.
—Entiendo... ¿te molestaría darme la dirección? me gustaría ir a verla junto con Naomi. Hemos dejado pasar mucho tiempo, debemos hacer algo —suspiro— También creo que ayudaría que Naomi y Holly arreglaran sus diferencias... quizás tú podrías ayudarme con Holly.
—No tengo problema, podría llevarlos esta semana, y bueno, sobre Holly... —Fox pone una mueca desdeñosa—. ¿En serio crees que ella me escuchará? —resopla.
¿No se supone que es su novio? ¿debería escucharlo, no es así? Me guardo mis pensamientos.
—¿Ella sabía de esto? —le pregunto.
—No —responde en tono cortante— eres el único al que le he dicho.
Decido que es buen momento para bajarme del automóvil, se está haciendo tarde y no quiero levantar sospechas en mi familia. Me despido de él, consciente de que precisamente se estacionó antes de llegar a mi casa, para que nadie se diera cuenta de la mentira. No me siento cómodo con esto, una parte de mí se siente culpable aunque no he hecho nada que podría considerarse "malo".
En el fondo, sé que lo que me inquieta guarda relación con aquello que he intentado contener y mantener encerrado dentro de mí bajo siete llaves. Desde que lo conocí no he logrado sacármelo de la cabeza. Primero fue por su atractivo físico y su actitud tan confiada que difiere por completo a cómo soy yo. Bueno, entonces podría tratarse de admiración. Intento pensar fríamente. No, no es solo eso. Cuando estoy con él soy feliz, es como si mis niveles de dopamina estuvieran por las nubes.
Me gusta su cabello marrón y ondulado, me gustan sus almendrados ojos cafés, me gusta la forma de su rostro y cómo se le marca un hoyuelo cuando sonríe. Me gusta su altura, que es al menos unos diez centímetros por sobre la mía. Me gusta su cuerpo...
Me gusta su arrogancia aunque a veces me saque de quicio. Me gusta que haya sido capaz de golpear a Austin. Me gusta que se preocupe de las personas que quiero. Me gusta que haya cuidado de Dakota.
Mierda, pero él no debe gustarme. Siento una aflicción en el pecho, debo poner todo mi esfuerzo en frenar esos pensamientos porque es el novio de mi hermana, y a pesar de todo la quiero y no deseo lastimarla. «Entonces estás reconociendo que te gusta Fox» No. Maldita voz en mi cabeza, cállate.
No soy gay. No soy gay. No soy gay. No soy gay.
Me repito una y otra vez, intentando convencerme a mí mismo.
No, ya no puedo contenerlo por más tiempo.
No me entiendo, se ve que ya estoy perdiendo la cordura.
Rodeo el vehículo de Fox y toco la ventana del lado del piloto en el momento en que enciende el motor. Fox baja el vidrio, alza una ceja en un gesto de sorpresa.
Dudo.
¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué hice esto? Me arrepiento de lo que pensaba hacer.
—No tengas vergüenza, conmigo no tienes que contenerte ¿Qué quieres decirme?
—Yo... lo pasé increíble hoy día, no tienes ni idea... —Estoy quedando como un estúpido. Mi voz se escucha nerviosa igual como si fuera un adolescente. No parezco alguien de veinte años, estoy haciendo el ridículo, se burlará de mí y aun así continúo hablando—. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí así —digo para no reconocer que es la primera vez que me siento de esta manera.
—Sé a lo que te refieres, yo siento lo mismo —me dice en voz baja y puedo escuchar los latidos de mi corazón. Estoy hiperventilando—. Recordaré este día, Ezra... Ves que no soy tan terrible —bromea.
—Nunca creí que lo fueras —desvío la mirada— pero sí, creo que te conocí un poco mejor. Me agradas Fox.
—Misión cumplida. —Alza un brazo en señal de victoria.
—Ahora que lo pienso... dijiste que querías que nos conociéramos mejor, pero yo no hablé mucho de mí.
—Dije eso para no sonar petulante, pero yo ya te conozco bastante bien. Holly de lo único que habla es de ti, aunque es interesante tener mi propia perspectiva.
¿Holly vive hablando de mí? Pero si ella apenas me dirige la palabra.
—Yo no entiendo...
—No importa —me responde Fox en esa sonrisa que le marca un hoyuelo—. Te diría que también me agradas Ezra, pero no sería suficiente.
—¿A qué... te refieres? —titubeo.
—Es tan evidente que me sorprende que aún no te des cuenta. —Su mirada se detiene en mi boca.
—Fox... —De pronto, yo también estoy viendo sus labios, mi cuerpo me traiciona y pareciera ser que cada vez me he acercado más a su rostro. Mis pensamientos son impíos, no debería estar analizando la forma de sus labios, las ganas que me dan de... ¿besarlos? ¿morderlos?—. Le diré a Holly que te vi hoy día —cambio el tema, en un intento desesperado por controlar mis impulsos—. Puedo decirle que nos encontramos en el parque mientras estabas con tus amigos.
—No, esto debe ser un secreto —me responde Fox.
—¿Por qué? Holly es tu novia... —Le recuerdo lo evidente.
—Las cosas no son lo que parecen. —Me siento aún más confundido con lo que acaba de decir—. Solo promételo, Ezra. —Extiende su dedo meñique igual como si tuviéramos cinco años.
—Lo prometo. —Entrelazo mi dedo con el suyo.
Una promesa, un secreto. Este día va a quedar marcado en mi memoria como el día en que sentí esa conexión de la que tanto hablan. Aquella conexión que jamás creí que la sentiría con la persona menos indicada. Aquella conexión que debía ahogar y aniquilarla, porque si no lo hacía terminaría causando dolor y sufrimiento.
Entro a mi casa, tomo mi celular y le escribo a Naomi que ya sé dónde se está quedando Dakota y que en cuanto pueda le mandaré la ubicación, pero que no se preocupe, que Dakota está en un lugar seguro. Solo he dado un paso en el segundo piso cuando escucho que Holly me pregunta con quién estaba. Me sorprende que me dirija la palabra luego de que dejó pasar días sin hablarme. Le redacto un mensaje a Naomi advirtiéndole que le diré a Holly que estuve con ella, y que después le explico. Ya le he dicho a mi hermana que salí con Naomi cuando alcanzo a leer en mi teléfono que me responde: «NOOOO, ¡NO DIGAS ESO!».
¿Qué?
—¿Por qué me mientes? —pregunta Holly y abre la puerta solo lo suficiente para sacar su cabeza.
—No te estoy mintiendo —le contesto intentando sonar seguro, y toco el puente de mi nariz.
Holly me mira como si fuera un maldito desgraciado, abre por completo la puerta de su habitación, y me quedó petrificado al ver que Naomi está sentada en su cama. Jamás pensé que ella podría estar aquí, se suponía que seguían peleadas.
—Ahora dime, ¿por qué me estás mintiendo? ¿con quién saliste? —Holly se cruza de brazos.
—Qué importa con quien salió —suelta Naomi con gesto despreocupado. Se quita sus guantes de encaje, los deja en su bolso y lleva sus manos a su espalda—. Mejor hablemos del secreto mejor guardado en la historia. —Naomi me está intentando salvar el pellejo, no tengo ninguna duda.
—¿Y ahora qué? —le pregunta Holly.
Naomi pone una mueca traviesa antes de alzar su mano y mostrar el reluciente anillo que esta semana se compró en Tiffany & Co. Lo sé porque yo la acompañé a comprárselo.
—Miren y aprecien el anillo fruto del amor y el deseo. Oh, —exclama de manera dramática— ¿saben lo furioso que se pondrá Mike cuando se entere de mi relación pecaminosa con su mejor amigo? ese sí es un buen drama, no con quien estaba Ezra, seguramente sufrió de indigestión y se quedó atrapado en el baño de la Universidad. —Ah bueno, gracias, Naomi.
—Espera... ¿Qué hiciste? —Holly no se ve para nada feliz.
—¿No lo ves, Holly? el anillo fruto del amor más ardiente, pecaminoso y apasionado que he tenido en toda mi vida. —Naomi junta sus manos en su pecho—. Oh, Holly, si supieras cuantas veces pequé en el departamento de mi hermano. Lo hicimos con JJ en todas partes, en mi cama, en la cocina, en el baño, en la ducha, sobre la lavadora, en la sala de estar, contra la pared, en el balcón... —Cuenta cada lugar levantando dedos de sus manos.
—¿Estás saliendo con JJ? —pregunta Holly horrorizada.
—¿No es obvio? ah, ya sé a dónde quieres llegar... quieres detalles sucios, ¿verdad?
—¡Basta! —grita Holly como si necesitara tirar agua bendita a su habitación luego de todo lo que dijo Naomi.
Paso a un lado de mi hermana, y abrazo a Naomi felicitándola por la noticia y deseándole prosperidad a la feliz pareja. Naomi se acerca a mi oído y me susurra «me debes una, maldito». Yo le murmuro de vuelta «tu actuación fue tan real que casi pareciera que lo desearas». Nos separamos ambos fingiendo una gran sonrisa mientras Holly alega que JJ "no es un buen partido para ella". Nadie la está escuchando.
Solamente puedo agradecerle a Naomi por su intervención, le debo la vida.
Me salvé.
Una vez más, me salvé.
Coloco mis manos en los bolsillos y me doy cuenta de que están vacíos. Entro en pánico, al no sentir que la tira de fotografías se encuentra ahí. Bajo la mirada y me percato de que mientras abrazaba a Naomi, estas se cayeron al suelo, pero ese no es el mayor problema.
Lo peor de todo es que alguien se dio cuenta primero que yo.
Naomi.
𝑀𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 𝓅♡𝓇 𝓁𝑒𝑒𝓇
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