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CAPÍTULO 59

NAOMI

Llegamos a la Iglesia en una lujosa limusina. Por fin ha llegado el día del matrimonio de Mike y Melissa. Traigo puesto el vestido morado que compré en aquella tienda dónde me acompañó Mike. JJ viste su mejor traje, el negro formando un maravilloso contraste con sus ojos claros. No es por alardear, pero ambos estamos en nuestro mejor momento.

—¿Vienen todos, verdad? —pregunto en tanto bajamos de la limusina.

—Sí —me responde JJ— de la única que tengo dudas es de Emma. Tengo entendido que estaba en...

—Francia —termino por él.

Si Emma llega seguramente Fox también.

Ezra me contó lo que sucedió al llegar al aeropuerto. Tenía esperanza de que volvieran juntos o que Ezra tomara una decisión alocada de quedarse con Fox unos días en Francia. Sabía que aunque se fuera con él solo sería un tiempo limitado, la preocupación por Oliver le impediría estar lejos. Sin embargo, que ninguna de estas situaciones se haya dado me causó tristeza, sé que Ezra estaba ilusionado.

Los chillidos que pese a lo lejos suenan exagerados y estridentes me abstraen de esos pensamientos. Sin necesidad de darme vuelta, imagino quien se encuentra a nuestras espaldas. JJ también lo sabe. Mis labios se ensanchan en una gran sonrisa.

Su cabello color fuego cae hasta la cintura, trae un vestido negro y corto, que en su terminación cuenta con una gasa transparente que llega a los tobillos, permitiendo apreciar sus largas piernas. El escote es algo pronunciado y es imposible no detenerse en la blonda de encaje, delicada y angosta que rodea este. A su lado se encuentra su novia, quien es aún más hermosa que en la fotografía que alguna vez vi dónde salían juntas. Alice trae su cabello recogido en una coleta. Su traje de satín color negro es elegante y lo luce relajada, la parte superior de este está ligeramente abierta permitiendo ver una remera debajo de este, y el anillo alrededor de su dedo índice es precioso. Ambas acaparan todas las miradas no solamente por la energía que las embarga sino además por la belleza inigualable que poseen.

—¡Hola! ¡Parecen sacados de una película!

—¡Ustedes también! —grito igual de emocionada de al fin conocer a su novia. El recuerdo sigue fresco en mi memoria, de cómo hablaba de ella en el apartamento aquella vez que fue de sorpresa. Quedé con la curiosidad de conocer a aquella muchacha que había robado su corazón.

Siempre he creído que el amor es palpable. No es necesario conocer la intimidad de alguien para reconocer cuando dos personas en verdad se aman. Cada uno de nosotros conoció la oscuridad de cerca. Tanto mis amigos y yo, así como Mike y su círculo. Todos tenemos nuestras historias. Cuando se viven experiencias tan desoladoras encontrar el amor suena irrisorio. Pero una vez que se encuentra se convierte en un escape a la realidad, una luz de esperanza que quiere alejarte de todo ese sufrimiento. Quieres tomar su mano y permanecer aislado de todo el veneno que te ha dado el mundo. Encontrar a alguien que comparte esos miedos y que cava a profundidad en tu alma es un regalo, y quizá un último impulso de seguir adelante. Por algún motivo, cuando las vi a ambas juntas sentí que tenían ese tipo de conexión. En su mirada reconocí la misma energía que hay entre Mike y Melissa, Ezra y Fox, y JJ y yo.

Para personas como nosotros, alcanzar esa felicidad en la Tierra a veces parece sacado de algún cuento ¿Cuándo se volvió real? ¿Será que en algún momento despertaré y solo se ha tratado de un sueño?

No lo es. Creer que se trata de un sueño implica que uno no se cree merecedor de amor. Y si bien, todos tenemos nuestra propia historia que nos hizo y hace dudar de nosotros mismos ciertamente todos somos merecedores de una larga vida repleta de todo el amor que alguna vez alguien malicioso nos arrebató. La mano de JJ que se aferra a mí es tangible, así como las risas poco disimuladas de Charlotte y Alice son percibidas; risas nerviosas. Son momentos que quisieras detener y dejarlos en pausa. Nunca sabremos cuando será nuestro último segundo con vida. Sin embargo, me he dado cuenta de que cuando estás cerca de morir son las pequeñas cosas las que uno más extraña. Suena cliché, mas es la verdad. Una sonrisa nerviosa se vuelve un regalo, el amor se convierte en un anhelo y la tranquilidad en un deseo.

El amor me rodea, el miedo ha quedado en el pasado. En cada uno de nosotros, los traumas no nos consumen. Nuestras historias no nos destruyeron, nos construyeron volviéndonos quienes somos, con todo lo que ello implica.

—Ya te hablé de JJ —le habla Charlotte a Alice— él es muy importante para mí. Es mi hermano —declara, y al ver de reojo a JJ advierto el brillo en sus ojos.

—Bienvenida a la pandilla —suelta JJ en una risa, extendiendo su mano.

Alice no actúa de inmediato.

—Al inicio es tímida, pero ya la vieran cuando entra en confianza —bromea Charlotte, a lo que Alice reacciona dándole un sutil codazo, que por la fuerza ejercida lo que menos quiere es hacerle daño. Al contrario, simula una caricia escondida.

—No me expongas Charlotte —habla en voz baja, mas Jonas y yo alcanzamos a escucharla— ¡Hola! Alice —dice a modo de presentación.

—Sabemos tu nombre —intervengo en una sonrisa— cuando Charlotte vino de sorpresa, habló de lo enamorada que está.

—¡Es inevitable! ¡La amo! ¡La amo! —La apretuja tanto que por un segundo me pregunto si Alice puede respirar. Jonas y yo contenemos la risa, la situación es demasiado adorable, aunque de Charlotte no podría haber esperado otra cosa. Estoy feliz de que encontrara a esa persona en el mundo.

—Charlotte... —reclama Alice entre risas— Charlotte...

—Yo me llamo Naomi —interrumpo levemente la atmósfera—soy la hermana del princeso que hoy día se casa.

—Sí, aún no lo conozco. —Alice intercambia una mirada con Charlotte que parece cómplice—. Pero Charlotte me ha hablado de él, así que coincido en lo de princeso. —Si ya me agradaba, con ese comentario me ha puesto a sus pies—. Estoy feliz de al fin conocerte, Naomi. —Cuando sonríe sus ojos se achican en una expresión genuina y encantadora. Al hacerlo, Charlotte se queda unos segundos observándola como si fuera lo más hermoso que ha visto en su vida. Me doy cuenta de ello porque sus ojos se vuelven radiantes y la comisura de su boca se levanta leve pero presente, como si una parte de ella se avergonzara de sentir tanto por otra persona. Luego, sacude sutilmente la cabeza, despejando ese nerviosismo y tomando fuerte la mano de Alice. Alice se percata de ello, y casi podría apostar que su corazón está por salirse de su pecho.

—El gusto es mío —digo— la verdad, estaba ansiosa por conocerte. Te advierto que Mike es un rey del drama, así que seguramente habrá alguna sorpresa. Se supone que yo soy la actriz de la familia, pero creo que él estaba pintado para vivir del teatro.

—Ya puedo imaginarlo —dice Alice. Y el solo pensar en algunas ideas que creo podría haber considerado Mike para su matrimonio me hace voltear los ojos. Me sorprendo cuando veo a Alice haciendo lo mismo. Se me hace imposible contener una carcajada que se le contagia.

—Siempre congenias muy bien —me susurra JJ en el oído.

—No es cierto. Solamente con quienes existe un punto en común —digo una vez que nos alejamos lentamente de ellas.

—¿Y cuál sería ese punto en común? —pregunta JJ.

—No lo sé. Se asemeja a un presentimiento, es algo que siento en el corazón —sigo reflexionando— a veces los ojos dicen mucho de quienes somos ¿no lo has notado? —pregunto— Hay gente que parece vibrar en la misma sintonía que uno y son ellos a los que me gustaría tener a mi lado. Claro que a veces las cosas no se dan de la manera que yo esperaría. —Llevo una mano a la cabeza—. Pero me gustaría agradarles, aunque ya aprendí que si las cosas no se dan tampoco debo culparme. Está bien. Creo que me tocó madurar de golpe.

JJ se acurruca en mi hombro.

—Estoy tan orgulloso de ti. —Puedo sentir el calor de su piel sobre mi hombro al descubierto.

Apoyo la cabeza sobre la suya.

—Te amo —susurro.

—Te amo —me responde con suavidad.

—¿No creen que está tardando demasiado? —Mike nos interrumpe. La preocupación toma protagonismo en toda su expresión. Me cruzo de brazos y alzo una ceja.

—Uy, ¿nervioso, hermanito?

—¿Cuánto tiempo es lo normal, Naomi? —Sujeta mis brazos como si estuviera desesperado.

—Am... déjame pensar... Mmh. —Finjo ver la hora—. Dios, Mike, ¿será que Melissa no llegue?

—¡Ni lo digas...!

Suelto una carcajada.

—Tranquilo, hermanito. Nada podría salir mal, ustedes se aman.

—Demasiado —asegura JJ— Mel debe estar igual de nerviosa. Hablé con ella en la mañana.

—Ahora es cuando tengo miedo de haber invitado a Adam ¿Sería capaz de arruinar mi matrimonio? —pregunta escéptico.

—¿Hablan de mí? —Adam aparece detrás de Mike. Su cabello negro está muy corto. De seguro, se le ha demorado en crecer luego de haberse rapado. Sus ojos azules se vuelven intensos al percatarse de que el automóvil de la novia aún ni ha llegado. No sé cómo interpretar su expresión.

—Viniste, único y detergente —bromeo, relajando el ambiente. Él se detiene en mí y esboza una sutil sonrisa.

—Me alegra verte, verlos —dice refiriéndose a JJ también.

—Es un alivio que no estés con la novia —suelta Mike.

Ahora se preocupa, cuando siempre bromeé con que nadie invitaría a la persona que toda la vida estuvo enamorado de su novia al matrimonio.

—La vi hace poco. Tuvimos una pequeña conversación. —Mike abre los ojos como platos. No se esperaba esa respuesta. Está por preguntar algo cuando el alboroto comienza. El automóvil que trae a la novia se está estacionando fuera de la Iglesia.

Entramos abruptamente. Al menos la mayoría de los invitados ya se encontraba dentro. Ya lo había pensado antes, pero al detenerme en la figura del sacerdote es inevitable no volver a pensar en lo extraño qué es que Mike haya querido una boda religiosa.

Debe tener algún trasfondo, aunque no termino de vislumbrar cuál podría ser.

Nos sentamos en la misma fila dónde está Charlotte y Alice. En pocos segundos se nos une Ezra y Dakota. Me saludan muy entusiasmados. Ambos se ven fantásticos.

La música inunda el ambiente. Melissa entra a la Iglesia tomada del brazo de mi padre. Su vestido es igual al de una princesa. Sin mangas y con un escote precioso. Ajustado, pero aglobado de la cintura hacia abajo.

Mike se ve algo nervioso mientras la observa. Me percato de la ligera desviación hacia Adam que se encuentra sentado unas filas más atrás que nosotros en el lado izquierdo de la Iglesia.

—¿No sientes como una atmósfera extraña? —le pregunto a JJ en un murmuro. Él niega con la cabeza, pero sin duda yo soy más perspicaz. Mi toque no lo he perdido.

La ceremonia empieza. El sacerdote nos saluda a todos, y las oraciones hacen eco en aquella Iglesia algo fría y distante. Sigo pensando en que este lugar no me calza con Mike. Siempre creí que el día que se casara sería en un lugar más ameno. No es que tenga algo contra las Iglesias, las respeto claramente, pero solo creo que no va con Mike un matrimonio de este estilo.

Observo mi entorno, y advierto mucha gente desconocida. No sé de dónde sacaron a estos invitados. No recuerdo haberlos visto en mi vida, aunque algunos tienen caras familiares como si en esos eventos sociales nos hubiéramos cruzado alguna vez.

Arrugo el entrecejo ante esa observación, lo cual me distrae de que ya están por decir sus votos. Todo sigue un ritmo aparentemente natural, mas cuando el sacerdote hace la típica frase de las películas de "si alguien se opone a esta unión que hable ahora o calle para siempre" escucho su voz.

—Yo me opongo.

—No puede ser —murmura JJ. A lo que rápidamente se le une exclamaciones de sorpresa y maldiciones del resto de invitados.

Volteo la cabeza, enfocándome en la persona que ha dicho esas palabras. Adam.

—¡¿No... cómo te atreves?! —grita mi hermano.

Melissa le dirige una mirada que parece de compasión. Suelta la mano de mi hermano y la veo correr hacia Adam. No hay besos, ni palabras. Solamente se van corriendo por la pasarela mientras todos los observamos.

—¡Mel! ¡No puedes dejarme Mel! —grita Mike una y otra vez.

El sacerdote está desconcertado. Y yo esbozo una ligera sonrisa.

—¿Naomi? —JJ no entiende mi reacción.

—Esto es mentira —suelto— solo míralo, si fuera verdad, estaría de otra manera. Está fingiendo.

Mike corre por el pasillo. Los ve a ambos subirse a un vehículo y los sigue hasta que el automóvil acelera tanto que él ya no puede alcanzarlos. Todos están grabando con sus teléfonos, ya salen titulares de la escandalosa boda de Mike Cranham y su fatal desenlace, volviéndose viral en cada red social, y la cara de mi hermano del momento en que Melissa lo deja en el altar convirtiéndose en un vil meme que estoy segura pasarán años hasta que deje de usarse.

«Dios, Mike, no tienes límites cuando de drama se trata». No puedo parar de reír, y nadie de los invitados comprende nada. Deben creer que me volví loca y que soy la peor hermana del mundo, pero es que lo conozco demasiado, tampoco me importa lo que piensen de mí.

Muchos se comienzan a ir, quejándose de que no habrá fiesta ni banquete. La decepción se apodera de sus rostros y yo solamente pienso «Oh, claro que habrá, pero parece que ya alejamos a los interesados».

Mike regresa parándose frente a nosotros. Me cruzo de brazos mientras lo veo llevarse una mano a la cabeza, la pasa por su cabello y cuando alza el rostro se dibuja una pequeña sonrisa.

—Es un viaje largo hasta la casa de campo de la familia. Es una ceremonia pequeña... Llegarán primero que nosotros, así que debemos darnos prisa.

Sabía que todo era un acto.

La mayoría se lo toma a bien, aunque Charlotte se abre paso entre nosotros y comienza a darle pequeños golpes.

—¡Idiota! ¡Me lo creí! —Saca un pañuelo y se suena la nariz—. ¡Tonto! ¡Lloré por ti! ¡Y por Mel! Y, Ay, qué rabia ¡Qué rabia! —Su voz sube varios tonos convirtiéndose en aguda. Una mezcla de chillidos y retos.

—Ya deberías conocerme, Charlotte —Mike ríe— sabes que no he cambiado nada.

Alice se asoma por detrás de Charlotte. Su semblante ha cambiado por completo a cómo actuó conmigo al inicio de la ceremonia. Es la mirada de «La has hecho llorar, te mataré».

—¿Es tu novia, Charlotte? —pregunta Mike— ¡Sí! ¡Sí! ¡Quería conocerla! —De la nada se aproxima a ella, y la apretuja en un fuerte abrazo.

Pongo los ojos en blanco ante aquella repentina invasión. Mike no sabe contenerse cuando se emociona, aunque bueno, no soy quién para juzgarlo. Acorto distancia y cruzo una mirada rápida con Alice. No es necesario decirlo en voz alta. Yo lo agarro de su oreja derecha, y ella tira de su oreja izquierda.

—¡Auch! —se queja Mike, y sus ojos se vuelven brillosos como si una lágrima quisiera salir a flote.

—¡Que tienes una boda Mike! ¡Que ya vamos atrasados!

—Ah, sí, cierto. —Mike me da la razón. Suelto un suspiro que en verdad esconde una risa. El que mi hermano jamás haya perdido esa diversión y dramatismo siempre se me ha hecho muy especial.

Por eso siempre se termina ganando el corazón de cada persona que lo conoce.


El camino hasta el campo de mis padres es extenso, mas se hace corto ante la presencia de todos. La limusina daba abasto para que vayamos todos juntos. En el recorrido Mike contó los detalles del plan, cuándo pensaron en la idea, y cómo convencieron a Adam. Mike decía que no fue demasiado difícil ya que en una noche de copas Adam le confesó que sería cómo cumplir una fantasía. No era ningún secreto, pero Mike lo cuenta todo tan a ligera, es tan típico de él.

Cuando llegamos al campo, advierto los pétalos de flores en el pasto. Siguen un camino hasta la casa que sigue intacta, igual que la última vez que estuve aquí. Nuestros padres nos ganaron y están sentados en primera fila.

Melissa se encuentra junto a un improvisado altar, un funcionario está detrás de este con el libro sobre la mesa.

—Me has hecho esperar —dice Melissa cruzándose de brazos.

—Te fuiste con otro hombre —ríe Mike.

—Para llevarla al lugar oficial de la boda —interviene Adam.

—Cuando nosotras nos casemos no haremos una crueldad cómo esta —dice Charlotte a Alice, quien se queda ensimismada en la mirada que le dedica su novia en estos momentos.

—¿Qué dices JJ? ¿Nosotros lo haremos en algún arrebato? —pregunto con curiosidad— quizá en una noche llena de confidencias tomaremos la decisión de un segundo a otro. Cogeremos un vuelo improvisado y después solo les mostraremos el acta de matrimonio a los demás.

—Suena a algo que nosotros haríamos. —Me llena de besos.

—Siento un poco de envidia —admite Ezra.

—Pues yo no, cada quien ve cómo se arruina la vida. —Dakota finge seriedad.

La canción de nupcias suena nuevamente, en esta oportunidad es Mike quien avanza mientras Melissa ya se encuentra adelante. Cuando dicen sus votos no se quitan la mirada ni un segundo, sus ojos dicen incluso más que esas palabras. Se besan y todos aplauden al ver la felicidad de ambos.

La casa de campo es amplia y fue acomodada y adornada para la fiesta. Al entrar me separo un rato de JJ para ir con Ezra.

—Verlos... me hizo pensar en Fox y en mí... —Su vista está fija en el jardín.

—Estoy segura que él sigue pensando en ti.

—De ser así, habría venido. Ha pasado tiempo, sabe dónde encontrarme... creí que estaría aquí.

Suelto un suspiro. A mí también me habría gustado verlo aquí y que todos los malentendidos quedaran en el pasado. Se lo digo, así como también lo incito a que no se rinda. Que mantenga ese ánimo de crear el futuro que tanto anhela. Yo estoy segura de que lo logrará, y que Fox formará parte de este. Solo que a veces sanar requiere más tiempo.

—Gracias... por estar aquí conmigo. —Se apoya en mi hombro—. Te quiero —dice, y cuando está más próximo a mi oído susurra una palabra; tan bajo, pero tan potente.

«Mamá».

—Ezra... —Mi corazón se conmueve.

—Siempre lo has sido, siempre lo serás.

—Pasamos por mucho... —Acaricio su cabeza con suavidad.

—Pero salimos adelante.

—Sí...

Ezra me observa de reojo. Lo conozco bien, sé que está reflexionando sobre algo, y por su expresión quiere compartirlo conmigo. Le dirijo aquella mirada dulce que él bien sabe qué es una invitación a la confidencia.

—Siempre creí... que era una persona demasiado sensible para este mundo. Que esa sensibilidad me convertía en alguien débil, así viví por mucho tiempo. Pero la verdad, es esa misma sensibilidad la que me ha hecho conectar tantas veces. Creo que incluso en mis peores momentos jamás renuncié a ella. Ni lo haría nunca. ¿Sabes Naomi? En algún punto, solo dejé de sentir culpa de ser cómo soy, no creo que esa sensibilidad sea una debilidad, creo terminó siendo mi fortaleza.

Asiento con la cabeza. Estoy de acuerdo con él, siempre lo he visto como su superpoder. He aprendido mucho de su manera de ver la vida.

—Siempre creí que debía ser fuerte —confieso— no lo sé, en un mundo dónde siempre han caído tanto estigmas sobre nosotros... Yo al ser mujer, creí que la única manera de combatir todos esos prejuicios era mostrándome fuerte en todo momento, pero eso es imposible y tampoco es real. Me... reconcilio con mi vulnerabilidad. No se es una sola cosa en la vida, y yo me mantuve tan alejada de... esa parte de mí. Espero mi niña interior me perdone.

—Mi niño interior ya me perdonó por renegar tanto tiempo lo que siempre he sido. Ellos estarían orgullosos de en quienes nos hemos convertido, Naomi.

—También lo creo, o me gusta creer en ello.

Y en efecto, creo que si mi versión pequeña se enterara de nuestros pequeños logros estaría orgullosa. En especial si supiera de lo que hemos logrado el último tiempo. Conseguimos que se retomara la investigación sobre la hermana de esa adorable niña, aquel día del juicio. Espero seguir ayudando a mi manera en ese tipo de causas. De aquí para siempre.

—Casi puedo vernos corriendo por el campo —dice Ezra, su vista perdiéndose nuevamente en el jardín— seguramente nos habríamos robado una botella. Y tú dirías qué es mejor saber a qué sabe y cuánto beber para que nadie nos haga idiotas en el futuro. Muy típico de ti.

—Siento haberte causado tantos problemas en el pasado, Ezra —rio— ya me imagino lo nervioso que te pondrías en esas situaciones.

—No, no debo perdonar nada. Estoy agradecido, Naomi. Agradecido por cada momento que pasamos juntos en nuestra vida ¿Sabes Naomi? —me detengo en sus ojos— ¿sabes por qué te amo?

—Ay, Ezra —Me abalanzo sobre él de inmediato— ¡Yo también te amo!

Una vez que lo dejo respirar nuevamente, continúa con lo que planeaba decirme.

—Eres la persona que siempre ha estado... Y por algún motivo, creo que estarás conmigo hasta el último de mis días. —Mi corazón explota. Yo también creo que nuestra conexión será eterna, hasta el último de nuestros días—. El amor que siento por ti va más allá de una amistad o que cualquier otra cosa. Es tan trascendental... es... Yo no tenía en quien sostenerme. Siempre cuidé de Oliver como un padre, ¿pero dónde quedaba yo? En todos esos años en que aún era pequeño, ¿Quién cuidaba de mí? Conocerte cambió mi vida. En ti encontré refugio, apoyo, comprensión. Y todo lo que sucedió este último año... y el que tú conocieras el amor... siento que me preparó... No suelto tu mano Naomi, pero sé que no puedo seguir dependiendo de ti... Encontraste a JJ y se aman, y seguramente tendrás una vida increíble, la cual mereces. Sin embargo, mentiría si dijera que no me sería más cómodo seguir sosteniéndola.

—A mí nunca me perderás, Ezra —le aseguro— conocerte también lo ha sido todo para mí. Eres mi mejor amigo, he aprendido demasiado de ti. Me has hecho ser mejor persona.... Y así como yo encontré a JJ y logramos estar juntos, tú un día serás inmensamente feliz junto a esa persona que amas. Y de todas maneras, ya brillas por ti solo, Ezra.

—Déjame... decirte mamá una última vez —pide, emocionado ante todo lo que le he dicho— solo una última vez antes de regresar al salón.

Me refugio en su hombro en señal de aceptación.

Y entonces escucho nuevamente ese «te amo» acompañado de aquella palabra que representa tanto, pero que no siempre se ve reflejada en la persona que los demás podrían esperar. En algunos un padre o una madre será quien efectivamente les dio la vida. En otros esa figura la verán en un abuelo, en un tío o un hermano. Habrán personas que lo encontrarán en un amigo, una amiga. Lo "lógico" no siempre termina siéndolo. A veces las cosas no siguen ese curso natural y está bien. Yo estaba lejos de ser alguien perfecta, pero pude ayudarlo en aquellos años dónde aún se sentía aprisionado en una jaula, cuando aún no conocía el amor de Fox. Pensar en haber ayudado a alguien de esa manera, a una persona que significaba tanto para mí me llenaba el alma y corazón. Por sobre todo, me hacía pensar en lo desconcertante qué era el que él pudiera sentir todo eso por mí, cuando yo era la que se sentía profundamente agradecida. Yo era quien había aprendido tanto de una persona tan amable y de sentimientos hermosos.

Éramos mejores amigos, pero ambos estábamos en distintos extremos de la baranda. Él siendo tan sensible y ocultando su interior. Yo aparentando únicamente fuerza y siendo dominada por sus impulsos. Ambos aprendimos a ser la mejor versión de sí mismos. A aceptarnos y perdonar aquellas cosas de nuestro interior que en algún punto fueron o sentimos como debilidades.

No fue fácil, pero Ezra tenía razón. Esos niños nos verían con orgullo si supieran todo el camino que hemos recorrido, y quienes somos hoy en el presente.

—Te estaba buscando para bailar. —La voz de JJ me hace reaccionar.

Lentamente tomo distancia de Ezra.

No hay culpa en hacerlo. Nuestro vínculo sigue intacto, pero debo mantenerme firme en lo que me prometí a mí misma en mi peor momento; vivir también mi propia vida. Ezra nos da una sonrisa genuina, él también lo sabe. Debo continuar mi camino y ponerme a mí misma como prioridad ¿Si yo no lo hago quien lo hará por mí? No se trata de egoísmo, tampoco de soltar. Toda la vida me preocuparé por mis amigos. Pero no puedo desvivirme por las personas que quiero, por más que las ame. Hacerlo también sería confiar poco en sus capacidades, ellos pueden cuidarse solos y velar por lo mejor para sí mismos. Claro que estaré, sigo siendo una entrometida e impulsiva después de todo, pero sin duda, he madurado.

Algo.

Tomo la mano de JJ. Y antes de volver al salón volteo una última vez hacia Ezra quien sigue observándome emocionado y con una expresión que refleja demasiado amor.

Meses más tarde hablaríamos sobre ese momento. Yo seguiría recordándolo con lágrimas en los ojos, agregándole un poco de dramatismo como si hubiésemos llorado mares en aquella conversación que casi imitó a ese momento en que padres e hijos se separan. Ezra reiría y alegaría que la exageración de la familia Cranham jamás se pierde sin importar el paso del tiempo. Una botella de vino y muchas frutillas estarían a nuestro lado.

Nuestras carcajadas captarían la atención de nuestro entorno. Y cuando la charla hubiese sido reemplazada por el karaoke, sin duda, nuestros gritos desafinados serían el hazmerreír del lugar.

«Qué envidiosos». Pensaría yo.

Nadie supera nuestra interpretación de Telephone de Lady Gaga.





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