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CAPÍTULO 44

EZRA

La risa de Oliver al jugar en la arena debe ser uno de los mejores regalos que la vida puede darme. Corre hacia al mar cuando este se recoge, y al formarse las olas, huye siendo alcanzando por estas. Cae a la arena en carcajadas, y su ropa queda empapada y repleta de arena. El sol brilla, haciendo que ese reflejo anaranjado se intensifique, al igual que el verde de sus ojos.

—Con cuidado, Oliv —digo con suavidad. Las olas son pequeñas, es una playa habilitada para nadar, mas no puedo evitar que ese lado sobreprotector aparezca.

—¡Papá! ¡Mira! —En sus manos sostiene una piedra blanca casi cristalina que ha recogido de la orilla.

—Está bonita, Oliv.

—Me gustó porque es diferente... Tiene forma de corazón —asegura. Me detengo en los bordes de la piedra, sin encontrarle ese diseño, pero asiento.

Da pequeños pasos hacia Holly, extendiéndole la piedra. Ella no la recibe de inmediato, se toma unos segundos y luego la guarda en su bolsillo. Toma distancia de nosotros, pidiendo que aguardemos un minuto, y se aleja con el teléfono en la oreja.

Es gracias a ella que he podido ver a Oliver. Los pocos momentos que tengo con él los aprovecho al máximo. Sé que son cortos e insuficientes. Nuestra madre aún no se ha enterado de estas reuniones secretas, y solo puedo agradecer por ello.

—¿Oliv... todo ha estado bien en casa?

—¿Casa...? —se voltea, alzando una ceja.

—Sí... en casa...

Duda unos instantes.

—Quisiera que esta sea mi casa —murmura, observando las olas y el atardecer—, y el mar y yo seríamos solo uno. Y quizá... habría paz... ¿No sería hermoso, papá?

Me agacho quedando a su altura.

—No puedes vivir en el mar, Oliv. —Lo sostengo de los brazos—. ¿Cómo sobrevivirías?

—Los peces pueden...

—Tú no eres un pez —sonrío.

—Si quieres puedes visitarme, o vivir conmigo en el mar... —Cierra sus ojos—. Te estaré esperando hasta que ese día llegue.

Lo cargo, tomándolo por sorpresa.

—¿Con que el mar, ah? —ríe entre mis brazos— ¿y qué tal tu casa en la tierra? Donde están nuestros padres y nuestra hermana... ¿Todo bien ahí? ¿El osito chip está bien?

Su risa se detiene.

—El osito chip les teme a los fantasmas.

—¿Qué fantasmas?

—Los fantasmas nos observan y escuchan todo...

Arrugo el entrecejo.

—¿Quiénes son?

—A los fantasmas les gustan las reglas, a los fantasmas les gusta el trabajo, a los fantasmas les gusta mentir. —Se suelta de mí, y vuelve a correr por la arena, jugando con las olas.

No me gusta nada lo que ha dicho. Quizá ya no vivo en esa casa, pero es suficiente para despertar mis sospechas de que las cosas no están nada de bien. Espero a que Holly deje de hablar por teléfono, y mientras Oliver sigue en su propio mundo, aprovecho de hablar seriamente con mi hermana.

—¿Recuerdas el día que nos prometimos en este mismo lugar que empezaríamos de cero, que ahora habría confianza entre nosotros?

—Claro, Ezra.

—No quiero decir que me has mentido... pero siento que Oliver no está bien. Es algo que lo siento desde adentro, y no puedo olvidarme de este presentimiento. De verdad... ¿qué está pasando en casa? No quiero sonar rencoroso, pero también recuerdo la bofetada de ese día que tanto queremos dejar en el olvido... Yo te pedí que lo cuidaras, y te negaste a hacerlo. Sé que eso fue antes, yo sé, pero Holly, estoy empezando a pensar que Oliver te tiene...

—¿Qué?

—Algo de miedo.

—Si me tuviera miedo, no me habría pasado su piedrecita. —La saca del bolsillo, dejándola a la vista—. Lo que pasó ese día fue un error. Me dejé llevar por la rabia que sentía... Me dolió mucho lo que me hizo Fox. Me desquité con quienes no debía, contigo... con Oliver... Ya pedí perdón por todo lo que pasó.

—Y yo perdoné genuinamente, y también te pedí que me perdonaras por causarte tanto sufrimiento...

—Te aseguro que Oliver está bien.

Asiento, y la conversación se termina cuando Oliver corre hacia nosotros.

—¿Te gustó el paseo?

Oliver grita eufórico, y me toma la mano con fuerza. La sonrisa no se borra de su rostro, y sus mejillas están algo coloradas. En ese instante, Holly le habla.

—Vamos por un helado de chocolate, Oliver. Te compraré el que más te guste.

—Gracias, hermana —dice en una expresión muy dulce y cariñosa, dándole un alivio a mi corazón.

Vamos al carrito de helados. Oliver escoge uno de chocolate con nueces. Nos sentamos en unas bancas, colocándose él en medio de nosotros.

—Holly —le habla Oliver— si vieras a una ardilla enfrentándose a una serpiente de cascabel, ¿Quién crees que ganaría? 

—Pues... la serpiente de cascabel. Estas pueden producir cuadros de neurotoxicidad incluso en humanos, como bien sabemos. La ardilla sería la presa, no el depredador.

—Mmh... —Oliver sonríe— la verdad, es que la naturaleza de estas serpientes no es agresiva, y su veneno tampoco es tan letal como antes. Creo que la serpiente se confiaría en un enfrentamiento... Quizá las motivaciones que cada uno pueda tener logran lo imposible. La serpiente atacaría a la ardilla para comerse sus crías. En cambio, la ardilla atacaría a la serpiente para protegerlas... Los reflejos de las ardillas son buenos, y han aprendido a volverse indetectables, al mezclar su olor con el de la serpiente. De hecho, muchas veces las ardillas terminan burlando a las serpientes. Sí, eso creo. Nunca se debe subestimar a ningún animal, ¿no lo crees, Holly?

—Creí que no te gustaban las ciencias —le responde Holly. Se ve muy seria.

—No me gustan.... Y mis calificaciones suelen ser malas... Mmh, creo que es porque no me gusta estudiar, pero cuando algo capta mi interés lo retengo sin necesidad de estudiarlo, simplemente se queda. Lamentablemente no es útil cuando de la escuela se trata.

Le da una gran mordida al helado, saboreándolo por completo.

—Quizá para el sistema educativo que se nos ha impuesto... —digo con suavidad— pero para la vida estoy seguro te será muy útil.

Él me observa fijamente, me sonríe de oreja a oreja. Sus comisuras han quedado manchadas con chocolate, y saco un pañuelo para limpiarle su boca.

—Pues no es tan difícil —asegura Holly— solo debes sentarte, leer, y memorizar lo que entra en la prueba. Cualquiera puede hacerlo, lo demás se llama flojera.

—Bueno, así es en mi escuela... así fue en la de ustedes... —susurra Oliver— una sala de clases con muchos alumnos; poca interacción y muchas tareas. Pero esa no es la única manera de enseñar ¿Sabías Holly...? Hay otros métodos que permiten sacar el máximo potencial, de una manera autodidacta, promoviendo la toma de decisiones y... —toma una pausa para dar otra mordida—, la felicidad. El método Montessori funciona de esa manera. Al osito chip le gustaría. A veces va a la escuela, pero se aburre demasiado. Se queda dormido en clases —baja la voz, susurrando, como si se tratara de un secreto.

—Me hubiera gustado que fueras a la escuela que quisieras... —digo, con la vista fija en el paisaje, en el mar que ahora se encuentra más lejos, pero que no por ello pierde su supremacía— quisiera hacer más por ti...

—Ya has hecho demasiado —me responde— mientras pueda seguir viéndote, soy feliz.

Tomo su mano, que ahora se ve pequeña y frágil, me pregunto qué clase de hombre será en un futuro. Seguramente uno mejor que mi padre, y también uno mejor que yo.

Estoy orgulloso.





Entro a la casa de Hunter. Se acerca la hora de la cena, así que en unos veinte minutos ya estamos todos en la mesa. Tanto la charla como la comida es buena, es un hogar cálido. No niego que sería el tipo de familia que habría deseado tener. No todo son números y frivolidades, se habla de los sentimientos, del cómo te sentiste durante el día, algo tan simple, pero que al menos yo no viví.

Una vez que terminamos de comer, nos quedamos en el cuarto de estar con Hunter. Hablamos de nuestras últimas lecturas, solemos intercambiar libros. Es interesante leer las reseñas que sube, tiene un estilo bastante divertido de dar su opinión sobre las obras. Ese punto en común ha afianzado nuestra amistad. Sus padres preguntan una última vez si quiero algo más, ofreciéndome postres o bebidas. Insisto en que he quedado satisfecho, no quiero causar más molestias de las que ya doy. Al inicio, no querían que les pagara por estar viviendo en su casa, mas no iba a permitir una estadía gratis. Me esfuerzo en sobrellevar los gastos, y el dinero de mi padre lo uso en su mayoría para pagar la Universidad. Se siente bien ser un poco más independiente, desligarme de todo lo relacionado a Kintova.

Cuando la noche cae, subo a la habitación. Me recuesto en la cama, tomo el teléfono, y hago esa llamada que deseaba hacer en todo el día, pero que esperaba el momento propicio.

—¿Naomi...?

—Justo... te iba a llamar —dice con suavidad— tuve una tarde agitada. La ida a la facultad, después fui al gimnasio, y con JJ estuvimos compartiendo durante la tarde...

—¿Gimnasio?

—Sí, es decir, clases de defensa personal y boxeo. Quiero... sentirme más segura, y creí que podría ayudarme... no lo sé.

—Es una buena idea, Naomi. De hecho, creo que es algo que a todos nos haría bien hacer alguna vez en la vida... ¿Cómo estuvo todo con JJ?

—Bien... él... ha sido muy bueno. Estuvimos comiendo, hablando, y es como si incluso cuando no hablamos, me estuviera... diciendo lo valiosa que soy a sus ojos...

—Tú eres muy valiosa... —le aseguro. Sin embargo, hay un silencio abismal del otro lado.

—Tendré una licencia solo un corto tiempo —dice, luego de unos segundos— espero poder actuar en la presentación de cierre...

—Si actúas, te iremos a ver, Oliv también. Sabes que ama el teatro.

—¿Cómo está él?

—Es un niño muy maduro, intenta estar bien a pesar de lo difícil que se ha vuelto todo...

—Sí... yo sé, Ezra. Sé que ese día... cuando descubrieron todo en tu casa, viniste aquí... —De pronto, escucho su sollozo del otro lado. Me aflijo por completo.

El día que mi mundo se cayó.

El día que le arruinaron la vida.

—Sobre ese día Naomi... —Mis ojos se llenan de lágrimas. Hay tanto que he querido decir, y me siento tan mal de aún no hacerlo.

Sé que me paralicé cuando la vi mal, aquel día que se descompensó en su apartamento. Fue por culpa de una publicación de un desgraciado, no quiero volver a pensar en las horribles cosas que escribió de ella. Todo volvió, no podía parar de llorar y gritar. Ninguno de nosotros supo cómo reaccionar, ni Fox, ni Dakota, ni yo. Solamente JJ fue quien reaccionó rápidamente. Nos fuimos, y se sintió horrible irse. Han pasado tres semanas desde ese incidente. Ya era incómodo vernos entre nosotros, solo lo hacíamos cuando visitábamos a Naomi.

Ahora, ya serían dos meses en que Dakota, Fox y yo estamos distanciados.

Es difícil de explicar, empezó cuando Naomi desapareció... Sin embargo, creí que cuando logramos ponernos de acuerdo en involucrarnos y ayudar como sea en la búsqueda, esa unión permanecería. No fue así. He pensado que Naomi era el verdadero pegamento en el grupo, la persona capaz de juntarnos. Y aunque ahora está, es como si siguiera ausente... Es triste, necesito decirle lo que guardo en mi corazón. Necesito sacar... lo que en verdad me aflige. No las palabras de consuelo y apoyo que daba cuando la iba a ver, sino el motivo de por qué me quedé paralizado al verla tan mal.

—Naomi... quiero decirte algo... o más bien...

En ese instante, Hunter entra abruptamente al cuarto impidiéndome terminar.

—Perdón... pero tienes visitas...

—¿A esta hora? —pregunto incrédulo. Es muy tarde.

—Fox Grimes está en la puerta —dice y desaparece a los pocos segundos.

¿Fox?

¿Después de "Si los Barratt van a la cafetería me voy de la facultad"?

—Naomi... de lo que quiero hablarte, es algo que me aflige, Naomi... Y quiero contar con el tiempo suficiente para decírtelo... Ahora debo irme, pero quiero ir a verte...

—Las puertas siempre han estado abiertas, Ezra —responde, y puedo percibir tristeza.

—Tengo culpa, Naomi. Mucha culpa.

—¿Cómo...? No entiendo, Ezra... ¿por qué te sentirías así...? No existen motivos.

—Te lo explicaré cuando nos veamos... necesito sacarlo, Naomi... —Aguanto las ganas de llorar—. Mañana iré apenas salga de clases. Llevaré... algún postre de frutillas, ¿está bien?

—Ezra... no es necesario... me dejas algo preocupada...

—Claro que es necesario ¿No puedo consentir a mi mejor amiga? Estaré sin falta, apenas salga.

—Está bien... —suena más animada— gracias, Ezra... buenas noches...

Me despido, y una vez que corto me quedo en blanco por un segundo ¿Me agradeció por irla a ver? No está bien, no estamos actuando bien...

Sigo pensando en ello, cuando abro la puerta, encontrándome frente a frente con él. Me sorprende que esté aquí. No tengo demasiado ánimo, estoy deprimido por todo lo que pasa con Naomi.

—Sube al auto, lo estacioné a la vuelta.

—¿Perdona?

—Vamos —me apura.

—¿Vienes a esta hora, y así como así me dices que me suba a tu auto? No es momento, Fox. No estoy para estos juegos...

—Dakota está en el auto —me dice, y cambio mi actitud por completo— ven conmigo.

Lo sigo, viendo el Audi estacionado junto a la vereda.

Me subo al asiento trasero, y espero a que expliquen qué sucede. Dakota se ve bien, al menos en apariencia. Está sentada en el copiloto.

—Fácilmente podría haber enviado un mensaje, pero creo que necesitamos esto —habla Fox— forzarnos a vernos la cara, y hablar de verdad. Quizá parece repentino, sé que te vi a ti en la facultad —se dirige a mí— y no actúe de la mejor manera, pero en la tarde todos hablaban de Naomi, hay rumores de que dejará la Universidad.

—No la dejará —aseguro— pero sí me contó que necesitaba descansar un poco...

—¿Entonces hablaste con ella?

—Desde ese día solo por teléfono y... no lo suficiente... estoy avergonzado.

—Yo también —me responde Fox.

—Y yo —interviene Dakota.

—No quiero obligar a nadie... pero escuchar eso de Naomi... me dejó reflexionando. Creo todos aquí tenemos nuestros motivos para habernos asustado, y está bien... lo que pasó fue terrible tanto para Naomi como para nosotros... estuvimos nerviosos, tristes...

—Yo siento culpa por el día que se la llevaron esos... —no termino, no puedo— siento culpa por lo del teléfono. Me siento responsable. Por eso, cuando la vi tan destruida, me paralicé, me quedé en blanco. Me sentí tan...

—Miserable —continúa Dakota— yo... aunque no viví ni cerca lo que le pasó... me recordó a lo que me pasó en esa fiesta... y me hizo mal...

Fox toma la mano de Dakota con dulzura.

—Yo... tenía culpa por el mismo motivo que tú —Fox me sostiene la mirada desde el espejo retrovisor.

¿Sentía lo mismo que yo?

—¿Era tan difícil decirlo? —pregunto— Al menos... entre nosotros... podríamos haber hablado... nos habría hecho bien...

—Nadie tomaba la iniciativa —me contesta Dakota— creo que porque era más fácil dejarlo pasar. Yo soy de evadir... y tú solo te quedaste en la tristeza. Naomi es de tomar la iniciativa, pero ella en estos momentos no se encuentra bien. Se siente perdida...

—Yo tengo una idea —declara Fox— nunca existirán las palabras exactas para ayudarla... es difícil... pero podemos apoyarla de otra manera, y creo que le haría bien, a nosotros también. Podríamos tomarnos unos días e invitarla a ella y a JJ... vamos todos juntos a algún lugar. Aún no empieza el frío, son los últimos días bonitos... algún lugar con playa, camping, no lo sé. Tengamos un buen momento, recuperemos lo que éramos. Tengo la disposición... a pesar de todo lo que he dicho... y mis momentos... —suena un poco avergonzado, lo cual me toma por sorpresa—. Cuando escuché esos rumores y volví a casa, pensé que debía dejar a un lado todos mis problemas con Holly, y... contigo, Ezra.

No me toma demasiados segundos para dar una respuesta.

—Estoy de acuerdo, ha sido difícil separar las cosas... no es primera vez que tenemos una conversación así... espero esta vez realmente podamos dejarlo a un lado...

—Así será.

La seguridad con la que lo dice me hace sentir más tranquilo.

—Bueno, imagino serán unas minivacaciones entre amigos. Me agrada, suena a algo que hubiéramos hecho... suena a recuperar lo que éramos... Naomi estará feliz —susurra Dakota, en una pequeña sonrisa.

Recuperar lo que éramos...

Que así sea.











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