CAPÍTULO 42
⋆EZRA⋆
Dos meses después.
—¡Ezra! ¡Ezra! —No necesito voltear, para saber quién viene corriendo en mi dirección—. Se te quedó en casa.
Me doy media vuelta, en una amplia sonrisa. Captamos la atención de nuestro entorno, y siento algo de vergüenza que se refleja en el color de mis mejillas.
—Si corres de esa manera, gritándome, y ahora no me sueltas —digo, al sentir sus brazos que se aferran a mí con fuerza— todos pensarán que estamos saliendo.
Tomo el ensayo que debo presentar en clases, soltando una pesada exhalación. No debí haber olvidado algo tan importante.
—Quizá eso es lo que pretendo —bromea, observando a nuestro entorno. Es la entrada a la facultad—. Lástima que no vea a Fox por aquí...
—Cada vez viene menos... ya le queda poco por terminar. Seguramente después no lo vea nunca, creo. —Desvío la mirada, porque el solo hecho de escuchar su nombre o hablar de él aún me remueve por completo. No lo he olvidado, me pregunto si algún día realmente pueda hacerlo—. ¿Y por qué esas intenciones Hunter? —sonrío con suficiencia— no estoy con él... pero tampoco contigo...
—No me lo digas tan directamente que me dan ganas de llorar. —Vuelve a abrazarme con fuerza, y siento un par de miradas curiosas sobre nosotros, pero ninguna refleja desprecio. Quizá siempre sobredimensioné el cómo el entorno podía actuar al sospechar o creer que soy gay. No digo que no existan ese tipo de personas, pero también creo que el entorno dónde crecí me hizo tener una idea muy extrema de cómo podrían discriminarme mis pares. Siempre dependerá del ambiente dónde uno esté, sin duda. Pero independiente de ello, lo que sí tengo claro, es que ya no tengo ningún temor de mostrarme tal y cómo soy.
—Hunter me estás asfixiando... —murmuro, intentando salvar mi vida.
Estoy acostumbrado a las demostraciones de cariño de Hunter. El último tiempo hemos estado viviendo juntos. No era lo que tenía en mente, pero necesitaba un lugar dónde quedarme; uno que no implicara demasiados gastos. Conocer a su familia fue increíble; padres que no ven con malos ojos la orientación sexual de su hijo, y un hogar rodeado de amor. Siento que he aprendido mucho de ellos, y también me ha ayudado a darme cuenta de todo el ambiente tóxico en el que crecí, ya lo sabía, pero tener la experiencia de vivir en una casa dónde todo es tan diferente, termina de esclarecer todas las inseguridades que me generaron mis propios padres. Daría mi vida con tal de sacar a Oliver cuánto antes de ahí.
Aunque también, debo ser justo, al menos con mi padre. El motivo por el cual he podido continuar mis estudios, ha sido gracias a él, quien sigue transfiriéndome una cantidad importante de dinero. También he adelantado mi práctica, y así he logrado tener un dinero extra que me ha hecho sentir más independiente, y además estar más entusiasmado con mi carrera. Soy bueno en esto, y eso es un mérito mío.
—Perdón, Ezra. Es que eres tan adorable, guapo. Tu cabello es hermoso, amo el naranja. Y tus pestañas, y tu cuerpo, y... —pongo los ojos en blanco—, es que es imposible no querer abrazarte.
—Abrazarme, no matarme.
—Me emociono fácil.
—De eso me di cuenta —rio, y él conmigo, cuando de pronto, la suya se detiene.
—¿Pasa algo?
—No es nada... Vi pasar a Fox con alguien... muy animados.
—Ya veo...
No quiero ver en esa dirección. Me tomo unos segundos, hasta que finalmente me despido de Hunter y me dispongo a ir a la sala de clases. Con Fox no nos hemos visto en días, de por sí ya es bastante incómodo. Si además está con otra persona, seguramente lo sea aún más, aunque no puedo evitar pensar de quién se tratará. Si hubiera sido Naomi, Dakota, o Holly, Hunter la hubiera identificado. Tampoco debería importarme.
Avanzo por el patio al aire libre, la temperatura ha disminuido, así que los vestidos, pantalones cortos, y camisas, han quedado lentamente en el olvido. La gran mayoría están repasando para sus exámenes, o bien, terminando sus últimas entregas.
A lo lejos advierto a Dakota, su cabello está amarrado en una trenza. Trae una llamativa camisa Versace, con la marca escrita en letras blancas por toda la tela, y pantalones negros que combinan con esta. Nos cruzamos, ella se da cuenta de mi presencia, poniéndose algo nerviosa; mira hacia otro lado, luego, vuelve a fijar sus ojos en mí, haciendo una tímida sonrisa que le devuelvo levantando sutilmente la mano en un saludo, mas ella acelera la marcha, perdiéndose entre la gente.
No es algo extraño. Esta es la realidad de estos últimos dos meses.
Suspiro, e intento enfocarme en mis responsabilidades. Entro al edificio que corresponde a mi facultad. Presiono el interruptor del ascensor, ya que es en el cuarto piso, y no tengo ánimo de usar las escaleras. Al entrar a la sala, decido en esta oportunidad quedarme en el fondo. No hay muchos estudiantes, y reparo en que Nolan se encuentra sentado una fila adelante de la mía, también sin compañía.
—Debes reconocer que soy grandioso. Mi charla fue cautivadora. —Me tenso al escuchar su voz del otro lado de la puerta. Fox está en el pasillo.
—Una opinión demasiado cercana, si me lo permites.
Su voz es suave, y se me hace algo familiar.
—¿No te sorprendió? Está bien, pero... ¿y este lugar? Luché bastante para ingresar aquí, no puedo creer que por fin se acabará esta etapa. Quiero irme pronto a Francia.
—El lugar está bien —le responde.
—¿Juegas conmigo, no? ¿No te hubiera gustado dar clases en un lugar así?
—Lo mío era dar clases a niños, bueno, a lo que me dediqué un par de años. Ahora... solo quiero no lo sé...
—¿Qué importa si aún no estás segura? Puedes intentar con algo diferente, quizá te sorprenda.
—Cuánta confianza con la que hablas, ¿seguro seguimos hablando de empleos?
—¿Y de qué más podríamos hablar...? Mmh, ya veo, estás viendo zorros por tus sueños, hermosa.
—No soy fan de los zorros.
—Sin embargo, te has ruborizado... ¿Será que eres ese tipo de persona? Te gusta la atención de todos. De seguro, hiciste sufrir a más de alguien en el pasado.
—¿Y en que posición te pone a ti en todo eso, ah?
La curiosidad me gana. Muevo la cabeza, intentando tener visual a través de esa pequeña ventana en la puerta. ¿Con quién está hablando?
—¡Bien, Bien! ¡Entréguenme sus ensayos! —grita de pronto, entrando al salón por la puerta de adelante, haciendo que quede al borde de caerme de la silla—. El profesor está enfermo, así que yo tomaré los ensayos. Y por supuesto, los corregiré. —Se levanta las gafas, dejándolas reposar sobre sus rulos. Hace contacto visual conmigo, percatándose de mi casi caída.
Sonríe curvando hacia arriba la comisura de sus labios.
Va subiendo los escalones de la sala, recopilando por fila. El trámite es rápido, no piensa hacer clases, así que cada persona hace la entrega, toma sus cosas y se larga, quedando el salón poco a poco más vacío. Llega a la fila delante de la mía, dónde se encuentra Nolan, quién se demora en entregarle su trabajo, pareciera guardarle recelo.
—Rápido que no tengo todo el día —le dice, lo que empeora la actitud hacia él— Tranquilo Nolan, no soy una persona arbitraria. Por cierto, ¿Cómo va todo en el paraíso con Holly?
Se me es imposible abstenerme de intervenir.
—¿Estás con mi hermana? —pregunto incrédulo.
Con Holly mantenemos comunicación constantemente, y no ha mencionado nada de ello.
—No, Ezra, Fox tiene una gran imaginación. Y no te atrevas a nombrar a Holly —agrega, hablándole a Fox.
—Oye, Nolan, si te pide que lo niegues frente a otros, es un pésimo inicio. Yo que tú, me lo pienso dos veces —sonríe descaradamente, arrebatándole el trabajo de sus manos.
—Claro, tú si sabes sobre eso —susurro, a lo que Fox coloca mala cara. Nolan toma sus cosas, y se va rápidamente.
Conozco demasiado bien a Fox. Sé que el hecho de que comience a recolectar trabajos desde el otro extremo de mi fila es para que nos quedemos solos. Me quiere dejar último.
Llega a mi puesto, extendiendo su mano para recibir el ensayo, lo dejo sobre esta, y tomo mis cosas, no quiero caer en este juego.
—Como siempre, una gran extensión, puedo ver lo duro que trabajaste en esto.
Suelto una pequeña risa.
—Eres un pésimo ayudante, me comes con la mirada, me haces insinuaciones, solo buscas ponerme incómodo, pero ya no soy esa persona de ese día en la biblioteca.
—Oh, eso lo sé muy bien. Lo cual solamente lo hace más interesante. Pero ¿sabes? no estoy intentando hacer ninguna insinuación.
—Ya, claro. —Fox deja las hojas sobre la mesa. Doy un paso hacia él—. Entonces, dímelo, ¿Qué es lo que pretendes con esas cosas? —Estoy a escasos centímetros de su rostro, me retrotrae recuerdos aunque no quiera.
Me invade su aroma a café.
—No lo sé, quizá, únicamente estoy muy molesto, Ezra. Sí, estoy muy enojado contigo.
—¿Sí? —sonrío— tu expresión es lasciva, Fox.
—La tuya no es muy diferente.
—Quizá porque yo también estoy muy enojado.
—¿Sí? ¿Por qué lo estarías? ¿Contigo mismo por no abrir antes los ojos?
—Contigo, por haber sido un mentiroso.
—Ya... —suelta una pesada exhalación, mas parece querer decir algo más—: oye, Ezra, sobre eso de que ya no eres cómo en ese entonces... sé a lo que te refieres. —Mi expresión decae, esperando lo peor. No obstante, la suya se vuelve dulce, dejando a un lado la altanería y presuntuosidad de siempre—. Yo soy quién está más orgulloso —muerde suavemente su labio inferior—, no merecías crecer con todos esos ojos sobre ti. Nunca has nacido enfermo, no estamos enfermos, Ezra. Si pude ayudarte un poco a ver esa realidad, a entenderlo, entonces estaré agradecido por siempre de habernos conocido.
Me quedo callado, volviéndose el ambiente tenso, y extraño. Mis ojos se clavan en los suyos, y sin querer se desvían a sus labios. En un intercambio intermitente, que él sigue a la perfección.
Realmente quisiera poder decirle algo, pero temo que si lo hago, vuelva a quebrarme, me deje llevar por mis emociones, y no piense con la cabeza.
Fox toma los trabajos, y pasa un lado de mí. No sin antes detenerse a mí misma altura, sus ojos se desvían, sé que me está observando, quizá con anhelo, quizá con tristeza, quizá en una mezcla de sentimientos. Si le importaba tanto, debió haber actuado de otra manera desde un inicio. Aun así, aunque creo fielmente en ello, también desvío la mirada, percatándome del brillo resplandeciente alrededor de su muñeca.
—¡Fox! —Lo detengo cuando está a pocos pasos de la puerta—. ¿Por qué la sigues usando...?
—El día que la deje de usar será porque... me habré rendido —responde, tomándome por sorpresa.
Una parte de mí piensa en detenerlo, en bajar con prisa esos escalones y decirle que yo aún lo amo. Que desearía con toda mi fuerza que pudiéramos estar juntos, que esas heridas entre nosotros no existieran. Que fuésemos felices en algún lugar lejos de todo este sufrimiento. Pero todas las mentiras... los engaños...
La puerta se abre abruptamente.
—Ezra, vamos a la cafetería, a este horario no hay tanta gente —murmura Holly antes de chocar con Fox— ¡mierda! —Abre sus ojos como platos, al darse cuenta de que estamos solos en la sala.
—Puto karma —suelta Fox— quítate de mi camino.
—Fox, quiero hablar contigo —suelta de inmediato.
Arrugo el entrecejo ante esas palabras. Siempre ha dicho que lo odia, que el resentimiento por el engaño sigue presente. A mí únicamente me perdona por haber sido su hermano. Y durante este último tiempo nos hemos unido más que nunca, debe ser precisamente por cómo se desmoronó nuestro grupo de amigos. Solo nos tenemos el uno al otro.
—Sorpresa, yo no. —Pasa a un lado, haciendo rozar su hombro con el de ella—. Me esperan en la cafetería, pero ya que los Barratt piensan ir ahí, creo que mejor me largaré de esta facultad. —Se baja las gafas de sol.
Desaparece de nuestra vista, y cuando lo hace, me siento muy incómodo. Holly pareciera analizar mi actuar, en busca de algún asomo de nerviosismo.
—¿Qué hacías con él?
—¿Qué tienes que hablar con él? —inquiero.
—Estaba preocupada por algo... pero no es nada grave. Solo terminar de zanjar algunas cosas...
—Creí que ya no había nada más que conversar.
—Es difícil cerrar esa ruptura. Vamos a la cafetería, tengo hambre.
Lo más simple sería ignorar lo que ha pasado, así como lo que escuché sobre Nolan, pero opto por ser directo, nuestra relación de hermanos se basa en la confianza, o al menos eso fue lo que acordamos ese día frente al mar, después de todo lo terrible que habíamos vivido con Naomi.
—Holly. —Voltea, algo sorprendida de mi tono de voz—. Insinuó que Nolan y tú...
—Está celoso —me interrumpe— celos irracionales. Siempre los tuvo. No pasa nada con él.
—Holly.
—¿Mmh?
—He confiado en ti —digo, buscando conectar con sus ojos.
—Y yo he querido evitar que sufras. Si no quiero entrar en detalle sobre qué debo hablar con él es por algo. Ya entendí que tú también lo pasaste mal con todo este maldito juego en que nos vimos atrapados. Quiero protegerte, Ezra.
Y lo sé, y valoro todo lo que ha hecho también en casa. Ha logrado cosas que jamás yo podría haber conseguido, nuestro padre se ha vuelto cada vez más dócil. Me ha comentado las salidas que han hecho juntos, cómo la considera, le pide su opinión, y lentamente se está haciendo un nombre dentro del negocio. Me pone feliz porque merecía ese reconocimiento, sé que siempre creyó crecer bajo mi sombra, y si al irme de esa casa, le di ese espacio que ella sí ansiaba tanto, no puedo sentir malos sentimientos por ello. A mí no me hacía feliz, pero a ella sí, eso es lo que refleja siempre que habla con tanto entusiasmo de sus ideas; su interés y determinación en el mundo empresarial, creo la llevará lejos, y espero sea así. Me preocupaba que al quedarse en esa casa, no consiguiera su propia felicidad. Pero cada vez que habla, refleja todo lo contrario. Quizá me equivoqué, quizá lo que yo veía como una maldición, ella lo ve como una bendición, no estoy seguro del todo, pero sí me pone contento que se vea tan radiante.
Siempre en esas conversaciones le pregunto por Oliver, me preocupa que en casa se esté formando algún tipo de división. Mis padres siempre han sido personas demasiado desapegadas al afecto, pero entre los dos, es mi madre quién me asusta. Mi padre me demostró que a pesar de todos esos comentarios homofóbicos en las comidas, fue capaz de cambiar su opinión o al menos, hacer un esfuerzo en comprender, al momento de enterarse que su hijo era gay. En cambio, mi madre... no le guardo resentimiento, intento aferrarme a cualquier pizca de bondad que pudiera recordar, mas nunca termina de ser suficiente. Ahora me pregunto tantas cosas, sé que mi padre habría estado con Effie a pesar de tener dos hijos de otro hombre, la hubiera esperado hasta el final. He cuestionado incluso mi propia existencia, como si todo comenzara a cobrar sentido. Cuando era pequeño, mi curiosidad me llevó a revisar cosas que no debía, me encontré con el certificado de matrimonio, y al sacar cuentas me di cuenta de que algo no calzaba. De que mi madre se casó estando embarazada de mí. Y de ser así, yo fui la fiel representación de aquello que lo alejó de su felicidad, y pese a ello, intentó darme una buena vida, de lo que al menos él creía podía ser una buena vida. Me dan ganas de llorar.
No la quiero cerca de Oliver ni de Holly, es una mujer fría y cruel. Quizá este es el verdadero peso que siempre recaerá sobre los hermanos mayores. No quieres ver sufrir a tus hermanos, y quisieras poder hacer algo al respecto, a pesar de que estás consciente de que ese peso no debería recaer en tus hombros, no puedes poner una pared y alejarte de ellos. Los amas, y quieres que consigan su propia felicidad, ¿pero por qué debe pesar sobre ti? Fuiste un niño, cuando debiste pensar en los sentimientos de alguien más, fuiste un adolescente cuando debiste postergar tu propia felicidad por ellos, eres joven, pero aún debes seguir pensando en ese alguien más, y lo haces con gusto, porque su felicidad es la tuya también. Sin embargo, siempre queda un leve sabor agridulce, porque en el fondo de tu corazón, sabes que ese no era el rol que te correspondía. Estás orgulloso de hacerlo, pero también ha implicado postergarte una y otra vez. Te cansas, pero al otro día despiertas con una sonrisa si crees que ha valido la pena. Oliver, te extraño tanto.
Vuelvo a concentrarme en lo que habla Holly, es sobre una reunión de Kintova del viernes pasado. Sin embargo, pierdo la concentración cuando a lo lejos veo a una chica con una capucha negra sobre su cabeza, toda su ropa es holgada, y trae unas zapatillas gastadas.
¿Naomi?
Me disculpo con Holly, pidiéndole que por favor me espere en la cafetería. Me hago paso entre las personas, hasta alcanzar a esa muchacha que pareciera moverse con prisa. En cuanto toco su hombro, grita sobresaltándose, y captando la atención de nuestro entorno.
—Perdón, Naomi, perdóname. No quería asustarte...
—No pasa nada... —Se agacha, recogiendo los papeles. Me agacho también, ayudándola a recolectarlos. Se me hace imposible no leerlos.
—¿Piensas... abandonar la Universidad? —pregunto incrédulo.
—No —responde cortante— solo estoy viendo opciones. Quizá el semestre, no lo sé. —Me quita los papeles restantes.
—Naomi... ¿podríamos hablar? —pregunto suavemente.
—Estoy contra el tiempo ahora, pero claro que podemos hablar. Te llamaré —murmura, su tono es dulce, y sus ojos se ven llorosos.
Se levanta, y entra rápidamente a la oficina. Suspiro.
A lo lejos veo a JJ, acercándose cada vez más. Aprovecho la oportunidad de entablar una conversación con él.
—¿Cómo... está?
JJ arruga el entrecejo.
—Nada bien... creí que lo sabrías ustedes se ven seguido.
—¿Qué...? No... es decir, hablamos un poco por teléfono, pero no la veía desde esa vez... —Sabe de qué día hablo.
Me he dado cuenta de que he cometido un error. Naomi le ha mentido, y yo he dejado al descubierto esa mentira.
—Estamos estresados con el tema del juicio. Y... Naomi tiene sus crisis. Hay días peores que otros...
—¿Crees que haya algo que pueda hacer? ¿Ayudar en algo?
Se toma unos segundos meditándolo.
—Podrías hablar con tu hermana.
—¿Hablar con Holly?
—Es la única que no la fue a ver, ni le ha escrito. Creo que si lo hiciera, podría darle una pequeña alegría a Naomi. Creo que le ha afectado... no saber de ella.
Asiento con dolor, asegurándole que intentaré tocarle el tema. Me agradece, y se despide de mí. Entra a la oficina a acompañar a Naomi en sus trámites, y yo en tanto, emprendo la marcha hacia la cafetería dónde Holly me espera. Pareciera ser la oportunidad perfecta para hablarle sobre el tema, en cuánto entro me percato del ambiente relajado, tranquilo, no hay demasiada gente, y ella está comiendo esos alimentos especiales que tanto le encantan.
La conversación continúa su marcha, escucho sus proyectos, dándole ánimos e ideas, hasta que finalmente se acaba la charla, y aprovecho la instancia para tocar ese tema que sé no es agradable de hablar, pero que es necesario. Ponerse una venda sobre los ojos no borra todo lo que sucedió, sigue estando ahí, es estúpido y cobarde fingir que no ha pasado nada.
—Oye, Holly... puedo preguntar... ¿por qué aún no has ido a ver a Naomi? Sé que ha sido fuerte para todos, pero considerando lo grave que fue todo... deberías decirle algo, Holly. Han pasado dos meses...
—Solo he estado ocupada, Ezra. —Su teléfono suena, y lo revisa inmediatamente—. ¿Alcanzaste a saber del contrato con los Beirne...? —Alza una ceja—. No es que me interese formar negocios con la familia de un violador, pero claramente estos se perdieron luego de todo lo que pasó, y por cómo papá se involucró en salvarle el pellejo a JJ y Fox... yo sabía que causaría problemas.
—Una cosa pueden ser los negocios... pero los valores nunca se deberían transar —ella suspira al escucharme— Honestamente no me siento mal por la golpiza que le dieron a esos imbéciles...
—Te agradezco tu opinión, pero igual no tienes nada que decir respecto a los negocios, tú ya no tienes nada que ver en ellos. Así como también tengo mi propia opinión de lo que le sucedió a Naomi, y es por ello que no he querido verle la cara. —Mi expresión decae, y suelto su mano que llevaba pocos segundos sosteniendo—. Perdón, Ezra... he tenido un mal día. Oliver amaneció resfriado, ¿sabes?
—¡¿Qué?! ¿Está bien...? —Me alarmo de inmediato.
—Sí, no te preocupes. Se le quitó en cuánto vio un chocolate, ya sabes la manipulación de los niñitos, pero me alteró un poco los nervios. Debo irme, —se levanta—, cualquier novedad te diré, e iré a ver a Naomi cuando se libere un espacio en mi agenda. —Me acaricia el hombro.
Y pese a su caricia, siento una extraña sensación. Como si algo siguiera mal a pesar de que todos estamos sanos y salvos.
Quizá aún seguimos atrapados en una telaraña.
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