CAPÍTULO 38
⚠️Contenido sensible. En este capítulo se narra una violación, escenas de violencia, y extremadamente perturbadoras. Por favor, leer con precaución.
También aquí una disculpa por no haber actualizado la semana pasada. Tuve algunos inconvenientes, y además amo demasiado a este personaje, y me tenía mal llegar a esta parte. Lloré mucho.
⋆NAOMI⋆
Quizá se debe a la manera en que se ríen de mí. Sin duda debe tratarse de eso. Nunca había pensado tanto en mi pasado como los días que llevo encerrada en este fétido lugar, que se pudre lentamente al igual que cada parte de mi cuerpo. Se ríen como se reían ellas, es exactamente esa risa inquietante, que me hacía encerrarme a almorzar en los baños. Decir que toda mi vida fue así, sería una gran mentira, Mike me salvó al sacarme de esa escuela, pero es como si algo se hubiera quedado en mi interior, una voz que quise extinguir por mucho tiempo, y pareciera resurgir en el peor momento. Un personaje que quise crear; retorcida y poderosa. No recta y bella. No. Quería ser como las mujeres fuertes e inteligentes de esos libros. Quería que mis amigos tuvieron un soporte, alguien en quién confiar. Pero ser esa persona, significa muchas veces dejarse a un lado del camino, y creo que poco a poco me estoy arrepintiendo de mis decisiones.
¿Tuvo sentido?
Pareciera ser que nada de lo que hice o dije, tuvo un sentido. Todo se siente tan vacío.
Gimoteo ante el dolor en mis piernas. Estoy sangrando, lo sé. El líquido se desliza lentamente por mi piel. Los gritos de Austin, la rabia que salía de sus ojos, y su fascinación al verme sufrir. ¿Realmente creen que les hice tanto daño? ¿Es eso?
Nunca justificaría a Wes, Austin, Caleb, y Jason, han causado demasiado sufrimiento. Son ese tipo de personas que lamento que existan en el mundo. Sin embargo, también creo que reflejan un problema que siempre ha existido, y que nadie quiere ver.
Lo vi conmigo misma mientras crecía. Cuando no actuaba como la sociedad esperaba, era rápidamente cuestionada, perdía fácilmente el favor de las personas, pero... ¿Cuántas veces vi el mismo comportamiento, incluso actitudes más problemáticas que las mías, y ahí nadie decía nada? O bien, era un reproche superficial que luego, quedaba en el olvido. ¿Por qué si un hombre hace lo mismo que yo no es condenado? ¿Por qué se le alaba con que tiene una gran personalidad, pero si una mujer es así, se le apunta con el dedo?
El tono que usaban conmigo las amistades de mis padres, las palabras que me dedicaron profesores, los comentarios que muchas veces me llegaron por redes sociales. Las respuestas de las autoridades ante lo que sucedió con Dakota, los insultos y ataques de Wes, lo que me dijo Eleanor cuando estuvimos solas. Todo se reduce en el mismo problema.
Ese tono de voz, aquel tono que me decía que mi forma de ser no era algo que estuviera bien a ojos de los demás. "Eres fuerte" solían decirme, pero había recriminación en ello, como si se tratara de un defecto. Hay tanto daño en cómo se educa a los niños, y me duele que a pesar del tiempo, todavía esto forme parte de una realidad.
La luz parpadea, permitiendo ver en intervalos fugaces el tinte granate en el vestido blanco, y pienso, ¿Qué pasaría si no se reprimiera la humanidad en los hombres? Aquí, seguramente muchos saltarían, diciéndome que referirme de aquella manera a esto es una malintencionada exageración, mas yo creo que sigue existiendo un problema en cómo se define la masculinidad. A los niños se les encierra en una especie de prisión, dónde temen mostrarse frágiles y vulnerables. Ezra se sintió así por años, él creía que había algo mal en su forma de ser, únicamente por ser sensible. Creía que su sensibilidad no tenía cabida en este mundo. Cada vez que hablaba de esa manera de sí mismo, yo intentaba hacerle ver que él no era el que estaba mal, sino los demás al juzgarlo. Ezra no debía ocultar su verdadero ser, así como ningún niño debería verse forzado a transmitir "fuerza". ¿Por qué deben probar su masculinidad de esa manera?
A ellos los crían así, mientras que a las mujeres les enseñan a ser "recatadas" a "cuidarse". Cuando en vez de enseñarnos a cuidarnos, deberían educar a los niños para que luego, no sean capaces de cometer atrocidades cómo estas.
Egos tan frágiles.
Chicas que se encogen y son inseguridades de sí mismas.
Esos son los resultados.
¿Pero por qué se vuelve una amenaza? ¿por qué desde un inicio se nos enseña a cubrirnos, a sentir vergüenza de nuestro cuerpo, a sentirnos culpables?
Por nuestras diferencias biológicas se nos imponen tantas presiones. Las expectativas de género están siempre presentes durante nuestra formación y más allá, incluso en detalles que a veces no percibimos a simple vista, pero ahí siguen mientras todos hacen la vista gorda.
Jamás podría justificar a mi agresor. Jamás.
Quiero que paguen.
Quiero que sufran.
Solo me estoy refugiando en mi amada divagación que me permite ignorar el alarmante sangrado que continúa débil, pero presente.
Quisiera poder ver las estrellas, y pedir ese último deseo. Cuando decía que quería que el mundo fuera diferente, me refería a la forma dañina en la que piensan algunas personas. Quizá un día, se logre erradicar ese germen que lucha por mantenerse vivo y arraigado en nuestros cerebros, y entonces tal vez nadie nunca más sufra violencia de género.
Para que ninguna mujer deba callar nunca más, para que seamos libres.
Para que nadie deba vivir lo que yo he vivido, y seguramente viviré. Ese es mi deseo.
Tengo miedo de morir, tengo tanto miedo de que le hagan algo más a mi cuerpo.
¿Por qué nadie ha llegado?
¿Me están buscando?
¿Alguien me está buscando?
¿Por qué demoran tanto?
¿Por qué?
Intento incorporarme, y reprimo el grito de dolor. Duele, como si algo se hubiera roto, y me pregunto si se tratará realmente de mi cuerpo, o es mi alma que han quebrantado. Llevo tiempo preguntándome lo mismo.
Oigo sus voces a la distancia, sus burlas carcomen mi interior. Ya no me siento tan fuerte como antes. Quizá es la falta de alimento y sueño, quizá es mi cuerpo que se está pudriendo lentamente, o tal vez es que estoy comenzando a perder las esperanzas a salir de aquí.
No pensaba demasiado en mis padres, pero ahora es un pensamiento que no puedo quitar de mi cabeza. JJ también aparece constantemente, quisiera abrazarlo, decirle que lo amo y darle un beso. Tengo tantas ganas de llorar. Muerdo mi labio inferior, reprimiéndolo. Me siento impotente e insignificante, porque no encuentro nada que ayude a salvarme.
La conversación que Wes, Austin, Caleb, Jason y Nolan mantienen, termina por enfurecerme y angustiarme aún más de lo que ya estoy. No hay ni una pizca de humanidad en ellos, lo cual siempre lo supe, pero no quita que el escuchar palabras tan asquerosas sea lo peor que he oído en mi vida.
—¿Nos dejaremos de estupideces? —pregunta Austin— ¿quién va primero?
Hablan de mi cuerpo como si se tratara de una oferta, como si yo no tuviera ninguna voz. Se resistieron por mucho tiempo, y ya han llegado al límite. Lo harán, terminaré de esta manera, terminaré... Oh Dios, mi pecho se agita, y todo el cuerpo me tiembla cuando los oigo pelearse por mí.
No quiero, no quiero, no quiero.
Me arrastro, y sujeto la botella quebrada mientras me arrincono en el extremo del putrefacto cuarto. La cortina se abre, dejando al descubierto a la persona que se atreve a querer tocarme sin mi consentimiento. Al agresor que jamás olvidaré su rostro.
Nolan se aproxima a mí tan rápido, que no alcanzo a enterrarle la botella, mi brazo queda inmovilizado y cuando con su otra mano cubre mi boca, lo muerdo con toda mi fuerza, en tanto le golpeo la entrepierna. No tengo fuerza, pero reúno incluso la que no tengo.
—Basta Naomi... —murmura. Su voz sale tan temblorosa que pareciera estar muriéndose de miedo. Un leve gimoteo de dolor se escapa de su boca por mi defensa—. Basta, basta... cálmate —ruega— no te haré nada, lo prometo. Dios... qué terrible... Siempre supe que eran unos imbéciles, llevo mucho tiempo intentando alejarme... pero, soy tan idiota, tan patético... —sus ojos se vuelven vidriosos— Solo dije que iría primero para ayudarte, ¿sí? Necesito que confíes en mí.
No obstante, retrocedo apegándome lo más posible a la pared. El roce de mi piel con la superficie me lastima.
Alguna vez quise creer que Nolan podía ser diferente. A este punto, con todo lo que ha pasado, estoy cansada. Actúo a la defensiva, en modo de supervivencia. Todos son mis enemigos. Todos son cómplices que podrían haber evitado llegar a estas instancias. Wes, Austin, Caleb, Jason, las autoridades de la Universidad, Nolan.
Todos tienen un grado de responsabilidad, unos más que otros.
—No me culpes por no creerte inmediatamente —le respondo— cuando hablamos en el baño de la facultad no hiciste nada. Así como también ahora te quedaste viendo cuando Austin me arrastró y me golpeó... No confío en ti, Nolan. Quise creer en ti...
—Yo sé... Naomi.... —Se acerca a mí, y dado que ya no puedo retroceder más, con los brazos tomo mis rodillas acercándolas a mi pecho, como si pudiera refugiarme en medio de ellas.
—Te están buscando —me dice en voz baja. Y por un segundo, todo cambia. Su voz parece volverse celestial, no por él, sino por lo que ha dicho. Como si un rayo de esperanza iluminara mi vida—. No podía tener la certeza del lugar... habían hablado sobre esto, pero tenía miedo. Demoré en reaccionar... pero... no quiero que esto continúe. Yo... te ayudaré a salir de aquí. No creo que falte demasiado para que llegue la policía, le dejé una nota a mi madre —solloza— pero... estamos a las afueras de la ciudad, a dos horas en vehículo. Dejé... el automóvil estacionado, llega —me entrega sus llaves—, y espérame. No podrás manejar en ese estado. Pero... si demoro demasiado, si algo sale mal, solo lárgate como sea. Estas son tus últimas horas aquí, se acabará, se acabará —repite. Siento los ojos llorosos en tanto dejo que me abrace.
Nunca creí que tendría un momento así con él. Cuando me rodea con sus brazos tiembla tanto como yo. Realmente les tiene pánico.
—¿Por qué? —pregunto.
Es extraño el repentino cambio de actitud. Aunque nunca hubiese sido como ellos, no deja de ser abrupto el que en este momento por fin decida actuar. Quizá es por lo grave de la situación, pero creo que se trata de algo más, que no involucra directamente mi persona. Nunca fuimos cercanos.
—Porque me rompió el corazón escucharla —dice, aunque no entiendo a qué se refiere— no importa. —Busca algo en sus bolsillos—. Caleb dejó la llave sobre la mesa, la puerta está sin seguro, pero no lo saben. —Por instinto, intento incorporarme las piernas me tiemblan y Nolan me sostiene contra el suelo—. Tiene que ser cuando estén dormidos, Naomi. No podremos con ellos... ¿me entiendes? Sé que estás desesperada por salir, cualquiera lo estaría, pero hay que actuar con cuidado, para que esto salga bien.
—Nolan... hay que correr. A la primera chance... hay que...
—Tienen una pistola. —Me sostiene la cabeza. Abro los ojos como platos ante lo que está diciendo—, y en este momento, se están drogando. En verdad... no sé si todos, pero Austin estaba animando a Wes. ¿Me entiendes, Naomi...?
El rayo de esperanza se vuelve menos radiante. Si algo sale mal, realmente todo podría irse a la mierda, esta vez sí....
Tengo terror.
Espero la señal de Nolan, la luz de una linterna parpadeando, iluminando la cortina. Salgo, dándome cuenta de que no se trata de una mentira. Doy pasos pequeños y pausados, pasando a un lado de los imbéciles.
Debo aprovechar los pocos minutos de ventaja, la oportunidad es ahora o nunca. Este es el momento que determinará si sobreviviré o no, el único descuido. No ocurrirá otra vez.
Si algo sale mal, sospecharán de Nolan, y ambos terminaremos muertos.
Con cuidado salgo por la puerta, me dispongo a correr, pero mi cuerpo claramente no responde como yo desearía. Solo han pasado unos pocos minutos cuando escucho los gritos de Wes.
No.
No.
Me aflijo por completo.
—¡Quién fue el traidor que dejó abierto! —grita como un desquiciado.
Como sea corro, avanzo por los pasillos de este lugar en ruinas. El piso resbaladizo me hace tener cierta precaución en cada movimiento, mas lo único que quiero es acelerar el paso. El saber que estoy siendo perseguida me aterra, y el darme cuenta del rastro de sangre que he ido dejando me hace creer que no me queda demasiado tiempo.
Siento ganas de llorar.
—¿Todavía estás sangrando? Le dije a Austin que tuviera más cuidado... deja que te cuide, Naomi —alza la voz con cierta diversión.
Ruedo por las escaleras, el impacto me hace tomar consciencia de todo lo que me han hecho, de todo ese daño que la adrenalina había esfumado. Saco fuerza, y me arrastro hasta un pequeño cuarto. Me escondo bajo un escritorio con la angustia acumulándose en mi pecho.
Las pisadas se escuchan por fuera de este, contengo la respiración y alivio mi ansiedad clavándome las uñas. Mi vista se nubla, al igual que mis sentidos que lentamente se apagan.
¿Me estaré muriendo?
Wes me descubre. Sus palabras repugnantes llegan rápidamente, al igual que su abuso. Su necesidad de demostrar algo una vez más se hace presente, forzándome a beber de su boca. Me niego, voy por la botella, y él me detiene, jalándome del cabello y escupiéndome.
Cuando su dedo se suspende en mis labios, lo muerdo con determinación. Clavo los dientes, logrando que se retuerza de dolor. Usa su otra mano para atacarme, consiguiendo soltar el agarre.
Me agarra del tobillo y pese a que intento aferrarme a lo que sea no lo logro. No hay nada, solo vacío.
Me arrastra por el suelo, y se sube encima de mí. Sus piernas a mi alrededor, y todo el peso de su cuerpo encima de mi abdomen impidiéndome escapar.
Vierte el agua de la botella sobre mí, haciendo que el vestido se me pegue al cuerpo, volviéndose transparente. No puedo superar su fuerza.
Y pronto ellos aparecen, convirtiéndose en realidad mi peor pesadilla.
No.
No.
Austin, Caleb, Jason.
«¿Nolan dónde estás? ¿Qué te hicieron?»
Siento escalofríos.
—Nos jodiste a todos por defender a otras personas, ¿valió la pena? —pregunta, y es como si realmente quisiera entablar una conversación conmigo— ¿Quieres saber lo que decían de ti? Eleanor me hablaba de lo que decían las otras mujeres de ti.
—Wes... basta, por favor...
—Tanto hablar por todas, y la verdad es que te desprecian. Te odian, Naomi. Y lástima que la única persona que te amaba, dudo que te quiera después de enterarse lo puta qué eres, revolcándote con cuatro hombres.
Da en el punto débil, y estoy cansada, tan cansada de toda esta mierda. Mis pensamientos se vuelven un caos, dándole la razón en que nunca conseguí nada, en que siempre hubo recriminación y desprecio de parte de todos. Las convicciones se caen, todo lo que leí y defendí toma forma de un enemigo, se vuelve en mi contra y se convierte en una condena. Mis acciones, mi forma de ser, quién soy...
El amor por JJ, y mi egoísmo de arrastrarlo nuevamente a una oscuridad sin salida me destruye. Me dejé guiar por lo que sentía por él, por ese deseo de hacer feliz a alguien más, de ser feliz junto con él, y solamente lo hundiré en ese pasado del cual se esforzó tanto en superar.
Lloro, y ellos lo disfrutan. Se quedan quietos, fascinados con lo que están viendo y escuchando.
—Hey, nosotros sí te queremos ¿cierto, chicos?
Me manosea, deja al descubierto mi cuerpo, y cedo, perdiéndome a mí misma.
Sin embargo... ese recuerdo, esa promesa. Me aferro con fuerza a esa promesa. Mike me despierta, con esa noche.
«Lucharé hasta el último segundo... porque yo amo la vida».
La niña está enfurecida. Sus ojos echan fuego, es como si me dijera que me he convertido en la mujer que ella quería ser, que no comprende el cómo he cedido ante hombres crueles, y mujeres dormidas. ¿Por qué te has vuelto vulnerable ante palabras que sabes que no son ciertas? Sabes lo que vales. ¿Piensas quedarte callada? ¿Piensas quedarte en silencio? ¡Aún hay mucho por dar y por hacer! ¡Eres una voz que merece ser escuchada! ¡Todas las voces deben ser escuchadas! ¿Permitirás que se salgan con la suya? No. No lo harás. No lo harás, no lo harás.
Grita, y grito junto con ella. Sé que es el último intento de mantener algo de mí, de que algo no se quiebre para siempre. Pierdo la noción del entorno, oigo voces; un segundo de duda, que rápidamente se extingue. Wes me toma de la cabeza, y todo sucede demasiado rápido. Tan pronto como llega el golpe, también la inconsciencia.
Negro,
y ojalá se hubiera mantenido en negro.
Oigo risas, y siento mucho frío cuando mis ojos comienzan a entreabrirse. No logro enfocar la vista, pero en forma intermitente lo veo. No lo entiendo inmediatamente hasta que intento moverme y no puedo. Tanto mis piernas como mis brazos están amarrados, estoy desnuda. El aturdimiento pesa, y las ganas de vomitar llegan en tanto logro centrar la vista, viendo a Wes en medio de mis piernas.
—No... no... —La voz me sale ronca de tanto haber gritado—. Por favor, no lo hagas... no lo hagas... —repito en un sollozo, mientras escucho el ruido del cinturón soltándose—. No quiero, Wes, no quiero...
—Chicos, creo que despertó —dice Wes, tambaleándose hacia un lado.
—No la escuches —sostiene Austin— las mujeres siempre dicen lo contrario de lo que quieren.
—¡Cállate...! ¡No es no! No quiero... Solo quiero estar en casa con la persona que amo... —las palabras se ahogan por el llanto— piensa en la persona que quieres... en Eleanor, piensa en las consecuencias... te lo suplico.
Nuestros ojos conectan por un segundo. Es extraño, recuerdo lo que dijo antes de golpearme, se veía eufórico. Ahora parece más débil, como si no se pudiera su propio cuerpo.
—Chicos, no me siento muy bien...
Sus pupilas están dilatadas. Están drogados, o al menos Wes sí lo está.
—Wes... detente, detente, por favor. No lo hagas... sabes que no quiero esto, no quiero...
—No la escuches —me contradice Austin— es una perra que siempre se ha acostado con uno y otro. Lo quiere tanto como tú.
Detengo la mirada en Austin. Él está lúcido, puedo verlo en su lenguaje corporal, en sus ojos. Sin embargo, lo incentiva a hacerlo. Sostiene en sus manos su teléfono listo para grabarnos.
—Piensa en Eleanor, por favor, te lo pido. —Las lágrimas me nublan la visión—. Eleanor tu novia, a quién dices amar.
Duda un segundo.
—¿La amas, no? ¿no quieres perderla? —Conecto con sus ojos, buscando una pizca de humanidad.
—Wes ama a Eleanor, ella no es como tú, se ha estado guardando para él, y a Wes le importa mucho eso —me responde Austin— Aun así, siempre ha querido follarte. Tranquilo amigo, Eleanor nunca lo sabrá... ¿O te faltan huevos, Wes? —pregunta, burlándose de su "amigo". Los demás se le unen.
—¿Cómo puedes incentivarlo...? ¡Maldito enfermo! ¡Todos son unos enfermos sin corazón! —Intento moverme, pero las cuerdas no aflojan. Y luego, lo siento dentro de mí—. ¡No..! No...
Grito una y otra vez, pero mis palabras se ven apagadas al igual que mi ser. En más de una ocasión pensé en el dolor que había detrás de una violación. Especialmente después de enterarme de lo que le ocurrió a JJ, mis pensamientos solían ser entorno a ello, y en la manera de aliviar una aflicción tan inmensa y desgarradora. Sin embargo, vivirlo... vivirlo destruye aquello más arraigado a tu alma, es como si cortaran tus sueños en unos minutos que parecieran durar toda una vida. Graban mientras lloro y grito, graban mientras intento liberarme en vano. Siempre me dije a mí misma que no lloraría, y ahora... ahora ni puedo reconocerme en tanto salen de mi boca súplicas que solo reciben palabras obscenas de vuelta.
—Me estás violando... me estás matando... —digo, casi sin voz, con la garganta desgarrada por los gritos que no han sido escuchados. Por una ayuda que jamás llegaría. Y sé que por un instante, Wes toma consciencia de lo que está haciendo. De que no hay ningún asomo de excitación en mí, y que el significado de mis palabras "me estás matando" va más allá de lo que la mente de una bestia podría comprender. Es figurativo, es tan real como la sangre que corre por mi piel.
La adrenalina, mi fuerza mental era lo que le permitía a mi cuerpo resistir las heridas a estas alturas infectadas, el hambre y falta de sueño.
El amor a JJ, a mi familia, a Ezra, Holly, Dakota, y Fox, eran más que cimientos en mi corazón. Tenía un lugar en el mundo, apartado de la soledad. Pero... «Tanto hablar por todas, y la verdad es que te desprecian. Te odian, Naomi. Y lástima que la única persona que te amaba, dudo que te quiera después de enterarse lo puta qué eres, revolcándote con cuatro hombres». Ella me ve decepcionada, intentó darme fuerza recordarme quién soy, que siempre fui su perfecta proyección.
«Naomi, los sueños siempre terminan rompiéndose, y las personas son más crueles de lo que podrías creer. No puedes cambiar a los demás. La preocupación a los tuyos terminará siendo tu condena. Amarás demasiado, tanto que podría darle calidez al corazón más roto. Crearás controversia como si fueras una mala semilla que debiera ser apartada de los demás, pero quiero creer, aún quiero creer, que algo bueno se podrá sacar de ese pequeño instante de incomodidad, de reflexión que constantemente ocasionarás. Ama la vida, Naomi, porque a veces termina siendo demasiado corta». La niña de la gorra sigue gritando a mi lado, se rehúsa a desaparecer, mas es lo inevitable. Sus gritos se consumen mientras lentamente su apariencia se desvanece hasta no quedar nada de ella.
—¡¿A quién miras tanto perra?! ¿Te has vuelto loca, y ves fantasmas? —se burla Austin, pasándole el teléfono a Jason para que él continúe grabando.
Austin se pone por detrás mío, sosteniéndome la cabeza, obligándome a ver a Wes.
—Parece que lograste callarla con tu polla —se burla Jason.
La imagen de todos a quienes amé se aleja lentamente de mí. JJ, Mike, mamá, papá, Ezra, Holly, Dakota, Fox. Se distancian de mi lado como si estuviera contaminada, y ellos se hubieran llevado los últimos retazos limpios de mí.
—Deseo... que te mueras...
—Me siento mal... —Cae encima de mí, e intenta sostenerse. Al hacerlo, calcula mal y su mano la apoya en mi rostro—. ¿Estás... llorando? —Levanta la mano, y toca mis lágrimas que han quedado en sus dedos.
—Wes... he gritado tanto que no tengo voz... —murmuro con ardor en la garganta. Mi vista se vuelve a nublar por un instante, volviéndose borrosa ante las lágrimas que caen sin detenerse. Su imagen se desenfoca, de la misma manera que yo quisiera desaparecer por siempre.
—¿No... quieres? Mierda, estoy flotando...
—No tienen corazón.... Siento tanto asco... —Mi pecho sube y baja. A duras penas me sale la voz. La aflicción de que su polla siga dentro mío consume mi ser. No quiero creer que algo de esto es cierto. Necesito que sea una puta pesadilla.
—Amigo termina de follarla de una vez, quiero mi turno —lo apura Jason.
Y pese a ese segundo de indecisión, cuando escucha a sus amigos decide terminar lo que ha empezado. A pesar de mis súplicas la mete hasta el fondo, una y otra vez contra mi voluntad. Es entonces cuando entiendo que no importa cuánto hubiera gritado, ni luchado, nada habría evitado esto, porque jamás tuve una voz. Eyacula dentro de mí, su semen corre por mis piernas mientras yo intento juntarlas, mas no puedo hacerlo. Y me duele, me duele tanto.
—Es mi turno. —Jason le hace señas a Wes para que se salga de encima mío.
—Solo quería asustarte. Ellos harán lo que yo diga, y habrá un límite. —Le recuerdo sus palabras, en un sollozo interminable.
Se ve francamente confundido. Solo sé que el retrotraerle ese momento causa algún tipo de efecto en él. Vomita a un lado del cuarto, cuando Jason imita a su amigo, perpetuándose la peor tortura que podría haber experimentado en la vida.
—Joder... qué buen coño —dice, sin sentir incomodidad o remordimiento por mi estado, por la claridad en que no quiero nada de esto.
En pocos minutos eyacula, dándole el paso a Caleb, quién en algún momento se había cuestionado si era demasiado, ahora no duda en colocarse un preservativo, diciéndole a sus amigos que él sí cuida sus asuntos, que una puta como yo quizá qué podría contagiarle.
Y cuando él termina mis alaridos de dolor continúan, en un ardor tortuoso que solo pareciera intensificarse en cada segundo.
Austin se acerca a mí. Me desata una mano, y una de las piernas anclada a las patas de la mesa. Llevo la mano libre inmediatamente a la parte baja del abdomen, en tanto acerco la pierna liberada a la que sigue amarrada a la mesa. Lloro, buscando algún alivio a ese dolor físico que se potencia ante el dolor emocional, mas no hay nada que pudiera calmarlo.
—Chicos... ¿le rompieron el coño o qué? —pregunta Austin entre risas— Oye, Naomi. —Acerca su rostro al mío—. No te preocupes, no me iré por ahí. —Toma la cuerda de la mano liberada amarrándola a mi otro brazo. Luego, suelta la segunda cuerda que sigue anclada a la mesa, y me gira con brutalidad—. ¿Sabes? —dice, mientras a duras penas intento arrastrarme sin conseguir nada—, Cada vez que nos enfrentabas, y luego, te girabas y te ibas, yo solo podía pensar en este buen culo que tienes... Oh, mierda, oh, mierda, chicos no me van a creer —agrega, mientras sujeta con fuerza mi cabeza contra el piso— esta perra está demasiado estrecha, ¿le estabas reservando esto a tu novio? —se burla— es una lástima que no sea cuidadoso... dicen que el primero nunca se olvida.
Sin compasión hace lo que quiere. Grito de dolor ante la invasión repentina, ante mi cuerpo que no está adaptado a nada de esto. Ante la crueldad de personas sin alma.
—Austin... detente... Austin... la estás haciendo sangrar —dice Wes, lo cual solo provoca que aumente la brutalidad. Me tiembla el cuerpo y se forman arcadas en mi garganta mientras él eyacula.
—¿Sabes por qué te pasó esto, verdad? —Austin me agarra fuerte del cabello.
—Yo... solo dije lo que pensaba, eso fue todo... —Las palabras se ahogan con las lágrimas.
—Esto te pasó por no entender tu lugar. Pero ¿ahora lo entiendes, no? Esto es para lo único que sirves, Naomi Cranham, para ser follada. No significas nada, no vales nada, por eso nadie llegó.
—Chicos... paren... —vuelve a hablar Wes horrorizado, al ver que sus amigos aún no piensan terminar, mas sigue sentado a pasos de nosotros. Inerte.
—¿Entendiste, Naomi? —insiste Austin.
—Sí... —murmuro, mis ojos clavados en Wes— tienes razón.
Austin se ríe.
—Sabía que solo era cosa de saber domarte. —Jason y Caleb se unen en las risas.
—Mierda... ¡¿qué mierda hice?! Me están persiguiendo... me están persiguiendo... —Wes se lleva las manos al rostro en lo que parece un llanto, pero no oigo nada, solo siento el líquido ajeno que se desliza sobre mi cuerpo, cuando Austin, Caleb, y Jason, orinan sobre mí.
"¿Qué mierda hice?" Se aleja, como si fuera un zumbido, dejando únicamente las burlas de que soy un recipiente. Austin propone que me sostengan la boca que quiere sentarse sobre mí que necesita dónde defecar, y antes de que hagan lo que quieran conmigo, repiten una y otra vez que todos me odian, que no valgo nada, que por eso nadie llegó, y yo asiento, con la mirada perdida en Wes quién sigue trastornado viendo la escena.
Nuestras miradas no se pierden ni un segundo. Él parece demasiado arrepentido, mas no podría conmover a un alma en pena, ni a la nada que ha quedado en mí. Si pudiera hablarle solo le diría que esas lágrimas no valen nada, que no se escude en su falta de lucidez, ya que sin importar si bebió o se drogó, lo hizo porque lo pensó estando sobrio, la prueba de ello son sus amenazas.
Luego, mi mente me traiciona y me devuelve el pensamiento, contra atacándome, y diciéndome que nada de eso importa, que yo no importo. Que nada de lo que dije o hice en este mundo, fue algo, siempre fui solo un trozo de carne. Y es entonces, cuando mis ojos se quedan demasiado quietos, como si quisieran dejar de pestañear.
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