CAPÍTULO 32
⚠️Contenido sensible. En este capítulo se narran escenas de violencia, y abuso. Por favor, leer con precaución🙏.
⋆NAOMI⋆
El día de la desaparición
Guardo mi teléfono en el bolsillo al reconocer ese brillo platino a lo lejos. Llegó primero que yo, lo cual tampoco es algo extraño. Yo y mi afán por llegar tarde a todo, debe tratarse sin duda, de uno de mis mayores males.
—Hola hermanito. —Me acomodo la mochila.
—Hola traicionera, que me quiere quitar a JJ.
Pongo los ojos en blanco.
—¿Tengo culpa en que no se haya resistido a los encantos de Naomi Cranham? No, hermanito.
—Egocéntrica, Naomi, siempre muy egocéntrica.
Río.
Él me observa de reojo.
—¿Sabes? Si te soy sincero, en cuánto los vi juntos, no podría haberme puesto idiota, o causarles problemas, él te mira de la misma manera que tú lo ves.
Y por muy extraño que parezca, me quedo callada, con una gran sonrisa en el rostro. Charlotte también tuvo la misma impresión cuando nos vio. Si todos lo perciben, debe ser algo bastante notorio, y es más de lo que podría haber soñado. Siempre deseé amor en mi vida, y encontrarlo en alguien que a su vez me corresponde, es increíble. Aunque ya seamos novios, esa realidad a veces aún se hace difícil de asimilar. Estoy muy emocionada por lo que nos espera.
—Ven aquí —me dice, tomando con suavidad mi hombro, acercándome a él.
Siempre ha sido así con Mike. Un hermano, un amigo. Amo a toda mi familia, pero pese a que mis padres fueron asombrosos, con quién tuve una conexión especial fue con Mike, aunque bueno, de seguro, eso me lo reservaré para mí misma, porque si lo llego a decir, su ego subirá a niveles estratosféricos. De aquí a otra galaxia.
Respecto a mis padres, no suelo hablar con ellos, pero no por falta de afecto. Soy de esas personas que no es absorbente con la familia, de seguro, internamente es porque creo que siempre estarán ahí, no es algo correcto, pero también es difícil tener presente constantemente el que puedan desaparecer de un día para otro. Aun así, a sus ojos siempre he sido una buena hija, quizá algo problemática, mas siempre terminaba siendo la energía que impregnaba a esa casa. No tengo cargo de consciencia, y sé que ellos saben que cuando volvamos a vernos, será igual como si esos días incomunicados jamás hubieran pasado. Estoy ansiosa por ese reencuentro, así como también estoy muy feliz por mi hermano.
Mike me sostiene con fuerza, en tanto, nos detenemos frente al semáforo en rojo. Una vez que cambia a verde, intercambiamos una mirada rápida. Sonrío, ante la propuesta traviesa que hay en sus ojos, creí que eso ya no volveríamos a hacerlo, pero lo hacemos, porque así funcionan las cosas entre nosotros, en mi familia, en mi casa. Sin importar el paso de los años, seguimos siendo nosotros mismos; nuestra alma no se ve corrompida por el paso del tiempo, crecemos y maduramos, o al menos esto último lo intentamos. Cometemos errores, que terminan formando parte de la vida, pero lo superamos, mas nuestra esencia sigue inmutable, y cuando cruzamos la calle, dando pasos ridículos estamos siendo los mismos Mike y Naomi, que lo hacían de pequeños. Lo sé, estoy segura de ello. Y pese a captar la atención de todas las personas en nuestro alrededor, a ninguno de los dos le importa, porque siempre hemos sido libres.
Suelto una carcajada que se mezcla con la suya, en tanto seguimos la coreografía sin música, que recordamos perfectamente.
—No has perdido el ritmo, hermanita —dice, cuando llegamos al otro lado de la calle.
—Eso jamás, Mike —le saco la lengua.
—Muy madura.
—Tanto como tú.
Lo empujo con suavidad, a lo que él me devuelve el empujón. Resoplo, y lo empujaría más fuerte sino fuera porque ya estamos frente a la tienda, nuestro destino.
Debo admitir, que soy una pésima dama de honor, ya que no tengo el vestido para la boda. Ha sido un descuido, han pasado muchas cosas en pocos días.
Entramos a la boutique, rápidamente descarto todos los colores que no me gustan, en busca de algo que capte mi interés y que también vaya acorde con una boda.
—¡Mike! —grito, recibiendo una mirada de desaprobación de la vendedora— mira este. —Lo saco rápidamente, dejando a la vista un espectacular vestido morado— ¡¿Qué te parece?! Que vamos, no necesito tu aprobación —agrego con diversión— pero te tengo consideración por ser tu boda.
Sigo moviendo el vestido morado oscuro entre mis manos, sosteniéndolo por encima, y admirando mi reflejo en el espejo. Adelante es escotado, pero de la cintura hacia abajo cae tan suavemente, volviéndose holgado, con un resplandor en satín. En la espalda cuenta con unas tiras cruzadas, que terminan por enloquecerme.
—A este paso, me robarás a JJ por completo —suelta una risa— sí, te verás increíble... No sé por qué imaginé que elegirías algo en esa tonalidad.
—Idiota, las personas no se roban, no nos pertenecen.
Sigo jugando con el vestido por encima de mi ropa, doy vueltas, fascinada con la tela que se balancea de un lado a otro. Ya puedo verme a mí, y a JJ bailando en la pista.
—Lo sé, solo juego.
—Lo sé —contesto con diversión— ya me emocioné, veamos... unos zapatos que combinen mmhh.... que combinen con morado... —comienzo a analizar las opciones— a todo esto, ¿sabes por qué me gusta tanto este color?
—Tengo una idea Naomi, te conozco muy bien.
—Es un color fuerte —menciono llena de energía— Lo amo porque creo que representa bien, lo que yo siento en mi interior, y lo que yo veo en cada una de las mujeres que me rodean. No puedo evitarlo, cuando lo veo, la sangre bombea con más fuerza por mis venas, como si me dijera en susurros que es el color del poder, aquel que todas poseemos dentro, aunque a veces no nos demos cuenta...
—Amo que siempre conserves... esa esencia ¿sabes? —Mike mantiene la vista en los zapatos, pero sé que su atención está puesta en mí—. Lo que dices no me extraña, es algo que despertó en ti, desde que eras niña. Siempre ha estado muy arraigado en ti.
—Sí... —Tomo unos zapatos negros que captan mi interés—. Y aunque por supuesto, yo tengo el crédito de eso, también... —hago una pausa, mirándolo de reojo un instante, está intrigado— también, tuviste que ver en ello, eres un buen hermano mayor, Mike. Te adoro, y adoro ser tu hermana.
Lo que sea que traía entre manos, lo deja caer. La vendedora nos dedica una mirada furiosa. Casi quiero hacerle un gesto desdeñoso, de que no sea aguafiestas.
—¿Quién no adoraría tener ese privilegio? ¿De ser hermana del increíble Mike? Seguro muchas morirían por estar en tu lugar —agrega en forma arrogante.
—Idiota, así me tratas de egocéntrica, bien que si lo soy es por tu culpa, por tu mal ejemplo. —Lo apunto con el zapato, sosteniéndolo del tacón.
En serio, la vendedora parece al borde de perder la compostura.
—Claro, siempre podrás excusarte en que eres la menor. Échame la culpa, Naomi, échame la culpa por tu arrogancia. Oh, qué injusto, cargar con estas penumbras, por algo que no se puede controlar, como el hecho de haber nacido primero.
—Idiota.
Bromeamos, en tanto dejo el vestido y los zapatos sobre el mesón. La vendedora sigue con una pésima cara, hasta que le entrego la tarjeta, transfiriendo por completo el monto total. Ahí su accionar, cambia por completo, volviéndose sonriente, y haciéndonos prometer que regresaremos pronto.
—Bueno, querido hermanito —digo, al salir— ahora debo volver al apartamento con mi novio.
—Ah... así que es oficial...
—Claro, —paso las manos por detrás de la nuca—, no pude resistirme, me dieron ganas de formalizar, así que se lo pregunté.
Solo recordar ese instante, acelera nuevamente mis latidos. Mi corazón siempre late muy rápido por JJ, siempre.
—Claro, y por supuesto que te diría que sí —me guiña un ojo.
La verdad, no se me hacía algo evidente. Temía en parte que se distanciara de mí, las personas suelen ser un misterio, a veces no reaccionan cómo esperamos, en otras ocasiones se forman una mala opinión del interés que podemos tener en ellas. No es mi fuerte, pero he intentado con todo mi corazón, que JJ se sienta bien a mi lado. Y planeo que las cosas entre nosotros sigan ese curso, y que mejoren aún más. Se acercan las vacaciones, y tendremos más tiempo para hacer proyectos juntos, podríamos hacer un viaje, solos los dos. Creo sería una bonita manera de disfrutar el verano.
—¿Mike? —pregunto, una vez que subo a su automóvil. Insistió en llevarme hasta el edificio.
—¿Qué ocurre? —Enciende el motor.
—JJ será feliz a mi lado —le aseguro— ¿sabes por qué lo creo? —muerdo mi labio inferior— creo... que sé amar sanamente a las personas... también gracias a ti. Tu ejemplo, junto a Mel, siempre ha sido un referente para mí. Me he dado cuenta de lo mejor que está, —Verla cumplir su sueño de tener una cafetería, que esté tan radiante y saludable. Feliz. Es una imagen que no olvidaré—. y aunque.... ella tiene el mérito de ello, y nosotras siempre podremos salir adelante sin la necesidad de contar con una pareja a nuestro lado, sé, que fuiste un factor positivo, y nunca un detractor. La apoyaste desde un inicio hasta el final, amas de una manera tan genuina, que únicamente puedo sentir... cierto anhelo, de lograr algo cercano a ello, con JJ.
—Naomi... tú amor también es genuino, el que das a la familia, el que das a tus amigos, el que das a JJ. Conozco a JJ tanto tiempo, que sé que solo dio este paso, porque realmente siente algo fuerte por ti. Nunca había estado con nadie en serio, Naomi. Sus relaciones del pasado... no involucraban precisamente sentimientos... Al igual que tú, era algo que no se había permitido vivir... Y creo que sé, el por qué ambos se sienten atraídos —asegura, haciendo que mis ojos se queden clavados en sus ojos grises que mantienen la vista fija al frente—, ambos son muy intensos. JJ esconde esa intensidad, pero sigue ahí, muy dentro de él. —Pasa el cambio.
—Quizá... No estoy segura de si él la sigue manteniendo, pero sí estoy segura de que yo soy intensa. Me conozco muy bien, y también el resto me lo ha hecho notar. No lo veo como algo malo, me hace vivir las emociones al máximo, aunque también...
—¿Te hace perder fácilmente el favor de las personas? —pregunta, adelantando a un automóvil— no busques que la gente te siga únicamente porque crees que tus convicciones son correctas. A mis ojos lo son, pero en este mundo, las personas suelen dejarse llevar por las impresiones. ¿Crees que JJ o yo causábamos la mejores impresiones cuando nos conocían años atrás? Créeme que no, y créeme que en ese tiempo merecíamos una mala reputación, pero ya ves, cómo han cambiado las cosas.
—Ni me lo digas idiota, pero yo no he hecho ni de cerca algo como lo que hacían ustedes, bravucones.
Él suelta una risa.
—Lo sé, hermana. Pero ya ves lo jodido que está el mundo, lo que tú proyectas no es malo, pero termina siendo inesperado. Te doy un ejemplo al revés, yo jamás me di cuenta de lo que pasaba en la casa de JJ, lo cual... me hace sentir muy culpable, todavía.
—No deberías —lo interrumpo— él los ama.
—Sí, pero, me dejé llevar por una sonrisa hipócrita. Las personas más crueles, a veces son quienes menos lo proyectan. Yo nunca sospeché, de todas las veces que estuve en su casa, que su madre podría ser un monstruo. No lo vi, Naomi.
—Mike, no es necesario que recuerdes momentos dolorosos, nadie se dio cuenta. Y...
—Siento que algo te preocupa, esta vez sí sospecho que algo pasa, y no quiero quedarme otra vez con esa sensación de idiota que no lo vio venir —me interrumpe— siempre me contabas todo Naomi, y llevas tiempo sin hacerlo, ya no me llamas como antes. Creí que quizá se debía a la relación con JJ, pero creo que se trata de algo más. Conmigo siempre te has permitido ser vulnerable, te conozco, te conozco demasiado, guardas todo lo que te pasa, para mantenerte fuerte para tus amigos. Pero quiero que ahora me digas lo que sucede.
Desvío la vista a la ventana. Creo que esta reunión se trató de una emboscada.
—Todo lo de Dakota salió mal. Me duele que haya sido así, me duele que nunca nos escuchen, pero una parte de mí, lo sabía. Lo esperaba. Reaccioné cómo puedes imaginar, grité e insulté. Todo eso, me tiene inquieta. Pero también... no lo sé, Mike. A veces no me comprendo.
—Dime Naomi, habla conmigo.
Suspiro.
—Que pese a que todos en esa audiencia eran unos imbéciles, es algo que lo sabía, por más fuerte que suene decirlo en voz alta, una parte de mí, lo veía venir, y eso hace que explote una ira desde lo más profundo de mi alma... —formo un puño en una mano— es así, y por favor no me malentiendas con lo que diré ahora... pero no se trata solo de esos imbéciles, eso me da rabia, sí, sin embargo, antes de eso... —trago saliva— Eleanor me trató de loca, me vio de esa manera, y sentí algo en el pecho que no fue rabia, no lo sé ya es algo que se ha repetido tantas veces en mi vida que...
—Ya entiendo a dónde va esto. Sentiste ira hacia esos imbéciles, pero antes de la audiencia, te afectó lo que haya pasado con esa muchacha. Naomi, por favor, eres humana, no está mal admitirlo... así como tampoco hay nada de malo con tu forma de ser.
—Lo sé, Mike, y yo soy fiel a mí misma, siempre he hecho lo que me nace en el momento, asumiendo las consecuencias que puede conllevar ese comportamiento.
—Asumes las consecuencias, pero por dentro te duele que no te quieran... cuando se trata de mujeres —corrige— Lo percibí desde que eras una niña. Naomi, no podemos agradarle a todo el mundo, sí eres buena...
—No —lo interrumpo— no lo soy realmente. Un ángel, seguramente intentaría salvarlos a todos, si la enfrentas a un dilema moral sería capaz de sacrificarse a sí misma, con tal de salvar el mundo. Seguramente Mel, sería así, ¿no? —pregunto, aunque la respuesta es más que evidente— Yo no soy así Mike, lo doy todo por mis amigos... sí... pero solo porque los amo. Colócame a una persona que amo a un lado de las vías del tren, y al otro lado, a todo el mundo, y preferiré irme por el camino que llevará a la muerte a todo el mundo, con tal de salvar a una persona que amo. Porque aunque sea solo una persona, es a la que amo. ¿Será eso egoísta? Pues no lo sé, pero... Oh mierda... —balbuceo— creo que entiendo muy bien a lo que se refería Fox.
Advierto que estamos fuera del edificio. Mike ha estacionado el vehículo e inmediatamente abro la puerta.
—¿Naomi....? —pregunta, cuando ya me he bajado— ¡Esquivaste a lo que quería llegar! —me grita.
Debe saber de la denuncia. No te preocupes, hermano. Estás a días de tu boda, quiero que mantengas esa felicidad, sin que se vea perturbada. Te casarás con el amor de tu vida, la persona que te robó el corazón desde que la conociste. Mereces tranquilidad, y disfrutar este paso tan importante.
—¡Te quiero Mike! ¡Ya seguiremos esta conversación en una próxima ocasión! —Cierro la puerta, y corro al edificio.
Y aunque no volteo en ningún momento, estoy segura de que Mike me observó hasta que entré a este.
Me observó hasta que me perdí, alejándome de su lado.
Entro al apartamento, Cookie me recibe dando vueltas alrededor de mi pierna. Me doy cuenta de que la han consentido bastante. Su arnés se encuentra en la mesita de la entrada, como si hace poco la hubieran sacado a pasear, y en su boca trae un hueso de juguete que reconozco que es nuevo.
—¿Qué tal estuvo todo con Mike? —pregunta JJ, abstrayéndome de ese gesto de amor, de aquel afecto con el que cuida a Cookie.
—Ya tengo el vestido. —Extiendo la bolsa, con cierta diversión—. El tiempo pasa demasiado rápido... no puedo creer que en dos días se casa.
—Yo no puedo creer que tenga que ver a tus padres —admite JJ, aproximándose a mí, quitándome la bolsa y dejándola sobre la mesa.
—Oh, ¿Jonas Reed tiene miedo? Sabes que te aman.
Curva hacia la comisura de su boca. Lo sabe, sabe que lo aman, por algo lleva meses viviendo aquí.
—Otra cosa es estar saliendo con su hija.
—Te amarán más. Los conozco lo suficiente. Tú tranquilo. —Juego con su suéter, arrastrándolo a mí, arrastrándolo a mi boca.
Él sonríe contra mis labios, provocándome un leve hormigueo que se siente tan bien.
Me comenta cómo estuvo su jornada laboral, hoy día era más corta, lo que le dio tiempo para consentir a Cookie, quien se ve satisfecha moviendo sus patitas sobre la pierna de JJ, en busca de más cariño de su parte. Me preparo un batido de frutillas, mientras lo escucho hablar sobre la lección que dio hoy día. Yo le comento sobre la lectura que hice a escondidas durante la clase. Amo muchísimo lo que estudio, pero en ocasiones las clases no son lo que espero, me gusta más lo práctico que lo teórico, así que a veces, cuando me bombardea el sueño, sigo mis lecturas a escondidas. ¿Irresponsable? Claro que sí, pero bueno, soy un poco así en todo, supongo. Y mientras le hablo sobre ese final que me voló la cabeza, él se emociona junto conmigo, aunque no lo ha leído, lo vive a través de mis palabras. Lo cual, me provoca cierta aflicción, porque imagino que así fue su vida hasta antes de que su madre lo arrastrara a una realidad tan macabra. Un infierno por otro. Vivía a través de los demás.
—¿Naomi?
—¿Mmh...? —Bebo el batido, deteniéndome en él, que se acerca a lentos pasos. Dejo el batido sobre la mesa cuando sus manos buscan las mías.
—Hay un motivo... del por qué me enamoré tan rápido de ti. —Su cabeza se inclina ligeramente hacia a un lado, en una expresión que se ve algo decaída, pero también recargada de esperanza, y amor, tanto amor. JJ es la persona más hermosa que he conocido en mi vida. No es únicamente cómo se ve exteriormente, que es... muy atractivo, sino que es todo aquello que hay en su interior que de alguna manera brota, y explota desbordándose en su expresión, en la manera que mueve su cuerpo, la forma en la que habla y las palabras que utiliza. Hay tanto en él que creía que conocía, pero siempre termino sorprendiéndome nuevamente. Como si nunca fueran demasiadas facetas, como si siempre pudiera desprenderse otra arista de él, y yo corriera detrás de ese rastro, intentando capturar cada momento. Estoy tan enamorada.
—¿Y cuál es ese motivo, JJ? me intriga bastante.
En ese instante, mi teléfono suena. Lo ignoro. «No interrumpas en un momento como este, maldito aparato».
—Creo que deberías atenderlo.
—Es la alarma de mensajes, JJ.
—Bueno, quizá sea nuevamente un mensaje de esos imbéciles, y de ser así, quiero saberlo.
Suspiro. Me aproximo a la mochila, en busca del celular.
—Está bien, creo que estás huyendo de tu confesión ah. —Tomo el teléfono.
Ezra
Naomi, necesito que nos veamos ahora.
Arrugo el entrecejo.
—¿Y...?
—Mmh... es un mensaje de Ezra.
Naomi
¿Qué pasó? ¿Estás bien?
Ezra
Por favor, es urgente. Te enviaré la ubicación.
Pienso en todas las posibilidades, sumándose a todo lo sé por Fox.
—JJ, voy a tener que salir. —Tomo mi mochila, pasando los tirantes por mis brazos, asegurándola en mi espalda.
—¿Qué pasó?
—Es Ezra, al parecer es una emergencia, necesita que nos veamos. Volveré pronto ¿sí?
Él suspira.
—¿En serio tienes que irte? —Me rodea con sus brazos, bombardeándome de besos, por mi cabeza, por mis mejillas, por mi nariz.
—Ay... ¡JJ! Será rápido, temo que pueda haber explotado... una bomba entre mis amigos... y de ser así, necesita un hombro en el que sostenerse. Debe estar confundido, y mal... y no puedo dejarlo así...
Vuelvo a observar la pantalla, en espera de la ubicación.
—Lo sé, lo sé, das tanto por tus amigos.
—Solo porque son mis amigos, JJ. Por otra persona, lo dudo.
—Claro, y si se trata de Ezra... —agrega jugando.
—Mmh... JJ, no deberías tener celos ah, sabes que nunca nos hemos visto con otros ojos.
—Lo sé, lo sé.
—Aunque... no te equivocas en la insinuación. —Arreglo un poco mi ropa—. Ezra, tiene un lugar especial en mi corazón... así que si necesita mi ayuda, siempre iré por él.
—Sí, porque es tu mejor amigo...
—Porque fue mi primer amigo —corrijo en una amplia sonrisa.
JJ se ve algo conmocionado.
—Naomi, los chicos siempre te consideraron como una más, no solamente la hermana de Mike. Incluso yo en ese tiempo.
Asiento suavemente.
—Sí...
—Y yo... ahora puedo decir con mucho orgullo que... —Corta la distancia entre nosotros. Su vista cae deteniéndose en mis zapatillas blancas, sube lentamente por mis piernas al descubierto, hasta llegar a la línea del vestido negro pegado al cuerpo, resaltando todas mis curvas, terminando arriba en unas finas tiras que tienen unas pequeñas lentejuelas plateadas. Llega a mi rostro, a mis gruesos y definidos labios, mi nariz, a mis ojos claros, a mi cabello oscuro con el destello de las extensiones de glitter plateadas—. Soy el novio de la mujer más hermosa que existe en este mundo.
Me emociono y salto encima de él. Me sostiene con fuerza de la espalda.
—Te quiero, Jonas.
Sus ojos se entrecierran.
—Eres la única... la única... que se atreve a...
—¿Decir tu nombre? Sí, me he dado cuenta de ese resquemor... pero... yo siempre, desde que supe la verdad... —apoyo la mano en su pecho—, quise que supieras... lo hermoso qué es tu nombre. Tuyo. Tú nombre, tú vida. Quizá cotidianamente, sigo nombrándote por ese apodo tuyo al que tanto te aferraste, pero... en momentos cruciales, diré tu nombre. Jonas, no Jack. Tú vida, solo tuya. ¿Recuerdas la promesa que me hiciste en el cementerio hace seis años?
—Naomi... ¿cómo podría olvidar ese día...? Me sorprendiste llegando antes a la tumba de mi hermano... y el recuerdo de cómo la dejaste, nunca podría olvidarlo. Fue hermoso...
Sonrío, cerrando por un instante los ojos, con aquel momento de nuestras vidas volviéndose presente una vez más en mi cabeza.
—Jack, parece que lo he dejado mudo —hablé en dirección a la lápida, no a JJ—. Imagino que él solo te cuenta las cosas buenas, así que aquí estoy yo para informarte del lado oscuro de tu hermano. Siempre me molesta, supieras, Jack... yo creo que te pondrías de mi lado ah. Bueno, ¿es que quién no se pondría de mi lado?
—Naomi... —murmuró JJ, sus ojos se veían vidriosos.
—También se robó mis cereales... —continúe con mi relato, delatándolo— y todos saben que esos cereales solo los puedo tocar yo. Y... no solo eso sino que me molesta con mi mejor amigo, siendo que sabe que yo no lo veo de esa manera.
—Naomi... —volvió a decir mi nombre.
—Siempre tiene un mal humor... —seguí— es como si hubiera nacido con esa expresión, ya sabes de cual hablo, Jack. Esa con el entrecejo fruncido. Seguramente en unos diez años más se arrepienta de eso.
—Naomi... ¿por qué haces esto?
Me detuve, girándome, y quedé absorta viendo su rostro.
—¿No es algo obvio? —ladeé la cabeza—. Porque te quiero, Jonas.
Me pregunté si acaso había dicho algo malo. Su mente parecía estar embargada en una cadena de pensamientos, que no sabía si eran buenos o malos. Deseé saber qué ocultaba su corazón, su interior.
—Oye JJ... ¿Qué ocurre? —pregunté.
No hubo respuesta. Caminé en su dirección, tropezando y cayendo al suelo. Me reí ante ese descuido.
En ese instante, JJ se agachó, quedando en cuclillas.
Con la caída, mi cabello se fue hacia adelante tapando parte de mi cara.
Él acercó su mano, despejando mi cabello, tirándolo hacia atrás. Quedó mi rostro a la vista, y besó mi frente.
—Yo también te quiero, Naomi —murmuró contra mi frente—. Gracias... gracias por quererme, Naomi.
Y JJ lloró, sus lágrimas resbalaron de su rostro al mío.
—¿Estás... estás llorando? —pregunté, llevando una mano a las mejillas, tocando sus lágrimas—. ¿Estás triste...?
—No... —Tomó distancia, mirándonos frente a frente—. Este es el momento más feliz que he tenido en toda mi vida.
Sus palabras tan genuinas me provocaron una sonrisa.
—¿Me harías una promesa? —pregunté.
—¿De qué se trata?
—Prométeme que desde hoy en adelante comenzarás a vivir. Te aferrarás a la vida, y no importa lo que pase, siempre seguirás viendo hacia adelante, Jonas.
—Lo prometo —respondió en un hilo de voz, pero detrás de esa fragilidad, había certeza, y un gran impulso de superación.
Me sostengo con fuerza de JJ, mientras sus palabras nuevamente se hacen presentes.
—Cumplí mi promesa —asegura— me aferré a la vida, seguí adelante —sus ojos se llenan de lágrimas, las cuales se deslizan lentamente— y la vida me llevó nuevamente a ti. Te amo, Naomi. Te amo.
—Debías hacerlo —digo, refiriéndome a cumplir la promesa. Me separo de él, y tomo la sudadera negra que cuelga de uno de los ganchos junto al espejo—. Son de esas promesas que no se rompen, JJ. Si lo hubieras hecho, si lo haces, estaría muy triste.
Le sonrío una última vez. Tomo la manilla de la puerta.
—Naomi... ¿en serio tienes que irte? —pregunta a mis espaldas.
—Sí, debo irme, ¡pero volveré! —Volteo, y llevo una mano a la boca, lanzándole un beso a la distancia.
Salgo, y cuando presiono el interruptor del ascensor, JJ me captura. En algún momento, salió del apartamento, con Cookie siguiéndolo. Me besa los labios con intensidad. Entreabro los ojos, perdiéndome en la mirada que me dedica. Su respiración algo inquieta.
Acaricio su espalda, cuando veo que el ascensor ya ha llegado al piso y que debo bajar.
—JJ... admito que... mis ansias por regresar pronto me consumen... Eres tan...
—Entonces regresa pronto —me interrumpe, sonriéndome.
—Lo haré. —Me suelto de él, y me agacho acariciando a Cookie—. No te entusiasmes tanto por tenerlo solo para ti —bromeo.
Subo al elevador, me coloco los audífonos, en tanto las puertas lentamente se cierran, con JJ sosteniendo a Cookie del otro lado.
«Se lo diré cuando regrese».
⋆⋆⋆
Verifico una vez más la dirección que me envió Ezra, se encuentra en un sector seguro, aunque al ser un recinto privado no circula demasiada gente. No comprendo el por qué juntarnos en un lugar tan aislado de dónde vivimos.
Me bajo del vehículo cuando ya está cerca del destino. Camino lentamente, encontrándome con puras casas residenciales. Y el punto en específico que marca maps es en medio de la calle. No comprendo. Los portones de las casas son altos y de cemento. No logro ver nada del otro lado. Giro sobre mí misma, con el sol que choca contra mi rostro, cuando se cruza con mis ojos los entrecierro. «Qué extraño».
Y entonces pienso, en que es un poco raro que Ezra no dijera nada sobre qué pasó, es más, lo usual en él, sería que llegara de improviso al apartamento. Además nunca nos hemos juntado en este lugar. De pronto, tengo un mal presentimiento.
Tomo el celular.
Naomi
Oye, Ezra, ¿Podríamos comprar el regalo de cumpleaños de Dakota, no? Es la otra semana.
No sé realmente qué me motiva. Falta bastante para su cumpleaños. Algo me hace querer verificar si se trata o no de Ezra, algo me dice que debería irme de aquí. Camino, alejándome del lugar mientras espero una respuesta. Mi teléfono está en mis manos, cuando veo el visto, y que luego, sale escribiendo.
Ezra
Claro, no hay problema. ¿Qué te parece si le regalamos una prenda tuya? O mejor una parte de t...
¡Mierda! Mierda, mierda, mierda. Reemplazo, una caminata rápida, por correr. Mientras lo hago, veo la pantalla del teléfono, retrocediendo a mensajes, redacto un mensaje a JJ, que no alcanza a ser enviado. Me agarran por detrás, tapándome la boca. El teléfono se me cae de las manos, recogiéndolo Wes. Observo de reojo, y reconozco que a quien tengo detrás mío es Austin. Intento gritar pero presiona con fuerza mi boca. Me alza arrastrándome a un automóvil, dónde se encuentran Caleb y Jason. Me altero.
—Cálmate, Naomi. Solo queremos jugar un poco —asegura Wes. Austin incrementa su agarre, su mano comienza a abarcar también mi nariz, dejándome sin poder respirar. Muevo las piernas con desesperación, buscando la manera de golpearlo en la entrepierna, pero desde mi perspectiva no logro hacerlo.
Me balanceo hacia adelante, pero no consigo nada más que burlas de parte de todos. A la fuerza me suben al vehículo, sus asquerosas manos se adhieren a mi piel. Una vez que el automóvil emprende la marcha me suelta, y como si no hubiera un mañana me lanzo hacia la manilla.
—¿Creíste que seríamos tan estúpidos para no poner seguro a las puertas? Sabemos lo loca que estás para tirarte —me dice Wes con diversión.
Tengo a Austin de un lado, y al otro a Wes.
—¡Déjenme ir imbéciles! ¡Con ustedes no pienso ir a ningún lado! ¿¡Me escucharon!? ¡Devuélveme mi teléfono Wes!
Él sonríe con diversión.
—¡Me lo devolverás ahora mismo! ¿Escuchaste? —Me arrojo contra él, con rabia, arañándole la cara.
Austin me tira del cabello, haciendo que se escape un gemido de dolor de mi boca. Al hacerlo, y cruzar una mirada con él, reparo en su expresión excitada. No. Mi cabeza cae sobre su regazo, y al quedar recostada pateo con toda mi fuerza a Wes.
Se mantiene insensible como si no tuviera alma, lo cual no me sorprende. Abruptamente me incorporo, tirándome hacia adelante, en busca de tomar el volante, o al menos cegar de alguna manera a Caleb que va conduciendo. Pretendo que choquemos, porque cualquier herida será mejor que llegar al lugar que solo ellos saben dónde es. Y aunque hago mi mejor intento, distrayéndolo, ya que luego, su prioridad es quitarme de encima, Jason se suma a ayudarlo, y también los imbéciles me atacan por detrás. Grito sin perder fuerza, sin dejar de intentarlo.
—Se acabó dormiré a la perra —sentencia Austin.
De un momento a otro, tengo un paño obstruyendo mi respiración. Un aroma dulce, que terminará por llevarme al sueño. Se me irrita la garganta y la nariz, en tanto sigo luchando por desprenderme. No quiero dormirme, tengo miedo de lo que pueda suceder si no estoy consciente, pero por más fuerza de voluntad que tenga, siento el cuerpo adormecido.
—Ssshhh.... tranquila... tranquila —se burla Wes— seremos buenos contigo ¿cierto, chicos?
Las carcajadas se hacen presentes. Trato de apoyarme de lo que sea, pero Austin sigue sosteniendo el paño con fuerza, aferrando mi trasero a su regazo. Llevo las manos a la ventana, en pequeños golpes, pidiendo ayuda.
Mi vista se cruza con la única persona que transita por la vereda.
«Ayuda» suplico.
Y ella me ve,
ella se da cuenta, ya que queda paralizada.
Pierdo el conocimiento, con el recuerdo de esa familiar coleta rubia.
Cuando abro los ojos, sé que estamos en un estacionamiento. El lugar está medianamente oscuro, voy cargada sobre uno de los idiotas, y aunque podría intentar desprenderme, pienso en mis alternativas. No conozco el lugar, no escucho más que los pasos de los imbéciles, y son cuatro imbéciles. Si trato de escapar, me atraparan en cosa de segundos. Así que finjo seguir dormida. Antes de cerrar los ojos, advierto la matrícula del vehículo y la repito en mi mente, tantas veces como sea posible, grabándola, por si en algún momento logro obtener el celular, aunque ahora mis opciones sean escasas.
Subimos una escalera, quien me lleva es el último en subir. Con mucho cuidado, muevo con suavidad una de mis manos, dónde tengo puesta una amplia pulsera. «Vamos, vamos». Me desespero, en tanto esta no baja, repito el movimiento hasta que finalmente cede, y cae. El pequeño tintineo, hace reaccionar a quién me sostiene. Cierro los ojos, sin que se entere de la pulsera, ni de que estoy consciente.
Después de muchos pisos y pasillos, se detienen en un lugar, tirándome al suelo. Contengo el dolor al estrellarme contra la superficie. Aún me siento confundida, con el pulso alterado, y me duele la garganta. Mantengo los ojos cerrados, en busca de que sea creíble que sigo sumida en el sueño.
—¿No hay electricidad? —pregunta Caleb.
—Sí, pero al parecer el lugar está como la mierda —habla Jason.
Pese a tener cerrados los ojos, percibo cierta luminosidad intermitente.
—Prenderé la linterna del teléfono —dice Austin.
Está bien. Por supuesto, ellos tienen sus teléfonos. No es necesario recuperar el mío, me basta con tener acceso a uno y llamar a la policía. El problema es cómo lograrlo.
—Oh, por favor —murmura Austin— mírenla.
Siento la luz por encima mío. Estoy consciente de que mi vestido se ha levantado un poco, la sudadera aún la tengo puesta, pero el cierre está un poco abierto.
—No sé amigos, pero necesito desquitarme ahora, y esta imagen me pone demasiado —afirma, y comienza a quitarme la sudadera. Su contacto me da ganas de vomitar.
—Austin, la idea es darle un susto —dice Wes con diversión— nos vengamos asustándola y ya.
—Sí, claro, Wes, imbécil hipócrita, di lo mismo después de probar lo que traje. —No puedo ver de qué se trata, pero con la reacción consigo mi respuesta.
—Mierda, ¿trajiste LSD? —pregunta Caleb. En su voz se advierte entusiasmo.
Mierda.
—Claro, algo para avivar el ambiente, me pregunto cómo se pondrá esta perra si lo prueba. Oh, —siento su aliento, demasiado cerca del rostro— y volvemos a ti bonita, qué excitante verte tan quieta. —Sus manos sucias y frías suben por debajo del vestido en busca de mi ropa interior.
No.
SOY NAOMI CRANHAM, ¡MIERDA! LUCHARÉ, ME IMPORTA UNA MIERDA SER IMPULSIVA. YA VERÉ CÓMO SALGO DE ESTO.
—¡Aaaaaargggggggggg! —grito, pateándolo con fuerza en su entrepierna— ¡Vuelves a tocarme y pagarás con tus manos! ¡Las perderás escuchaste!
Me levanto rápidamente, tomando distancia de ellos.
Austin se retuerce de dolor en el suelo, grita maldiciones.
Wes se pone a reír.
—Eres tan interesante, ¿sabes? imaginé que estabas despierta.
—¡Hija de perra! —me grita Austin, intentando incorporarse. Se balancea. Me alegro de que le haya dolido.
Observo rápidamente el lugar, está muy oscuro y lleno de polvo. Estamos encerrados en un cuarto.
—¡Enfermos! ¡Son unos enfermos! ¡¿Me dejarán ir, escucharon?!
Wes se acerca, con brusquedad me toma del rostro, intento patearlo, pero advierte mis intenciones muy rápido, haciéndonos retroceder chocando con la pared. Todo su cuerpo impide que sea capaz de alzar la pierna.
—Admito que es bastante excitante tenerte para nosotros.
Baja su cabeza quedando a la altura de la mía, le escupo en el rostro.
—Siempre tan difícil —suelta Wes con prepotencia.
Caleb y Jason, ayudan a Austin a sostenerse.
—Vaya ¿qué mierda? creí que era fácil, ¿no era eso lo que me decían, imbéciles?
—Claro, desde que te conocimos pasando de manos de uno y de otro, siempre como una zorra —me responde, agarrando con fuerza mi muñeca.
—Ah, entonces es eso, por eso tanta insistencia conmigo —río— ¿les molestaba ver a una mujer que vivía su sexualidad? Mira Wes, yo no me hago la difícil. Que una mujer no se quiera acostar contigo, no la transforma en alguien "difícil", tampoco en una zorra. Yo sé lo que valgo, Wes, ¿y la verdad? Antes de acostarme con cualquiera de ustedes, prefiero morir. Jamás, jamás lo habría hecho, porque son seres repugnantes.
—¡¿Qué dijiste?! —se altera Austin, quien al parecer ya se recuperó. Abruptamente se acerca, corriendo a Wes, y me da una fuerte bofetada que me hace caer al suelo.
Lo admito. Dolió.
—¿No te has dado cuenta de dónde estás? —suelta una risa— ¿cómo es posible que sigas sacando esas garras? ¡No lo entiendo! —grita. Y pese a estar en el suelo, me causa cierta gracia.
El problema es que él lo advierte.
—¿Ah? ¿Te da risa? —pregunta Austin, perdiendo el juicio— a ver si esto te da risa.
Inmediatamente me levanto, buscando distancia, pero Caleb y Jason me impiden el paso. Y quedo atrapada entre Wes, Austin, Caleb y Jason.
—¿Quieres apostar? —insiste Austin— ¿Quieres apostar que jamás te acostarás con ninguno de nosotros? Porque estoy bastante seguro de que aquí todos quieren follarte.
—¡Aléjense! ¡Me dan asco!
—Sabes, amigo —habla Wes— quizá sería algo divertido.
Retrocedo un paso, impactando con Jason.
—La verdad, me gustaría, tiene un buen culo, amigos —oigo decir a Jason.
—¡¿Qué mierda dijiste?!
Me sujeta fuerte de las caderas, impidiéndome alejarme.
Los demás cada vez se acercan más, evitando que tenga escapatoria. Doy puños a dónde sea, todo en vano.
—Qué adorable intento —se burla Wes, llevando las manos a los bolsillos— sosténganla.
—¿Qué? —pregunto, todo demasiado rápido. Toman el control de mis extremidades, dejándome a merced de ese inútil, quien contra mi voluntad captura una de mis muñecas, y pese al forcejeo, la amarra con la otra, por detrás de mi espalda.
Me empuja.
—Diviértete un poco Austin, no demasiado.
—Ah, claro, te dejaré su coño, sé que siempre la has deseado. Dudas, pero solo debes tomarla y ya —le responde Austin.
—¡Tienen mierda en la cabeza! —Muevo las piernas con desesperación, intentando soltarme de Austin—. ¡Solo mierda! ¡Hijos de puta! —grito, mientras Austin me arrastra— ¡Tú! —me dirijo a Wes— ¡Tienes novia, imbécil! ¿Ni siquiera por ella eres capaz de contenerte? ¡Putos violadores! ¡Me tocan y se arrepentirán! ¡Haré arder el mundo! ¡Terminarán todos muertos! ¡¿Escucharon?! ¡Terminarán muertos!
De pronto, mi pulso aumenta demasiado. Me siento mal.
No quiero.
No quiero.
No quiero.
—Qué enfermarte eres —me dice Austin, bajando la voz, llevándome detrás de una especie de cortina, dónde hay un colchón, y varias cosas alrededor.
Esto lo planearon con mucho tiempo.
Se mete en medio de mis piernas, su peso es fuerte, inmovilizándome. Qué frustrante, qué desesperante. Sostiene una botella a un lado, destapándola, y dando un largo trago, a lo que advierto es ron.
—Eres una mierda de persona.
—Sí, puede ser, me gusta el sufrimiento, Naomi. Pero sé que aunque llores, lo estarás disfrutando tanto como yo. Después de esto, ya sabrás qué esperar en cada encuentro que tengas conmigo.
—¿Qué mier....?
Tarde. La cinta se sumerge sobre mi boca. Intento evitarlo, intento gritar, pero se hace imposible. Y luego, lo entiendo. El vestido deja bastante piel al descubierto. Y él se agacha, no buscando tocarme, al inicio creo que va a besarme, y la sola idea de sentir sus asquerosos labios sobre mi piel me asfixia, me intoxica. No besa, me muerde, muerde como si realmente quisiera desgarrarme la piel, como si buscara comerme.
Grito, viéndose este ahogado por la cinta. Muerde mis brazos, luego, la parte que el vestido deja al descubierto, bajo mi clavícula. Me contraigo de dolor, mis ojos se humedecen. Intento retroceder como sea, pero su agarre es brutal.
—Sshhh... tranquila —suelta entre risas, y a medida que percibe mi dolor siento su asquerosa polla endurecerse, aunque estemos con ropa, lo advierto. Y aunque el lugar es oscuro, es como si de pronto, nos encontráramos realmente en las tinieblas. Lucho por lograr levantarme, lo cual solo fomenta su diversión. Escucho las voces de Caleb, Jason y Wes, del otro lado, riéndose. Y Austin también ríe antes de volver a morder. Me sube el vestido, teniendo acceso a mi abdomen, y clava sus dientes con brutalidad, marcándolos en mi piel.
De pronto, Caleb pregunta por Nolan, Wes le dice que Nolan es un cobarde, pero que pronto terminará aquí con nosotros, ya que sabía todo el plan. Jason agrega que de seguro lo hará, dado que siempre estuvo enamorado de mí. Wes se burla mencionando que siempre se quedaba embobado viéndome en la facultad con mis amigos. Dejo de escuchar, porque la tortura se vuelve insoportable.
Doy otro grito ahogado cuando Austin va por mis piernas, la violencia con la que clava su dentadura, lastima mi piel, haciéndome sangrar. Y aunque la adrenalina me impedía sentir pánico, de a poco empieza a hacerse presente. Mi cabeza cae a un lado, sin desistir en los gritos, pese a perderse la potencia en la repugnante cinta.
Pienso en mis amigos,
Pienso en papá,
Pienso en mamá,
Pienso en Mike,
Pienso en JJ,
¿Y si no regreso? Me agobia ese pensamiento, cuando las mordidas me causan espasmos. Viéndose quebrada mi resistencia al dolor, desmayándome.
𝑀𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 𝓅♡𝓇 𝓁𝑒𝑒𝓇
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