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CAPÍTULO 3

EZRA

Nunca me había sentido tan incómodo en toda mi vida. 

La cena en mi casa fue una tortura. Todos quedaron encantados con Fox. Desde mis padres, que lo llenaron de elogios, hasta Oliver que ahora decía que Fox era su ídolo. Toda la charla fue sobre su vida. Provenía de una familia acomodada, cursaba el último año de la carrera de arquitectura y al terminar planeaba vivir un tiempo en Francia. 

En resumen, calzaba a la perfección con el perfil del pretendiente ideal para Holly (según los parámetros de mis padres). 

Apenas pude concentrarme en toda la conversación, porque por algún maldito motivo, él se sentó frente a mí en la mesa y cada vez que levantaba mi cabeza, nuestros ojos se encontraban. Eso me ponía demasiado nervioso. No sabía si lo hacía a propósito, pero cada vez que ocurría se formaba una leve sonrisa en su rostro. No, Ezra, debes estar imaginando cosas. 

Pero ya basta de recordar esa cena. 

Tomo el tenedor, pincho el trozo de carne y lo llevo a mi boca. Sé que Holly y Fox se aproximan a nosotros, así que agacho mi cabeza y la dejo fija en mi plato. ¿Por qué de todas las personas que existen en este planeta justo tenía que ser él? Mi actitud sería completamente diferente si el novio de Holly fuera otra persona. ¿Por qué me había dicho eso en la biblioteca? ¿por qué me miraba de esa manera? ¿o acaso me estoy volviendo loco?

Toda esta situación me tiene demasiado confundido. 

—Hola —nos saluda Fox. Respira, Ezra. Tienes que actuar normal, Naomi es muy perspicaz, se dará cuenta de que mentiste cuando le dijiste que no pasaba nada. 

Las chicas inmediatamente le responden con una sonrisa. Aunque advierto algo extraño en la mirada que le dirige Naomi. 

—Bueno, ya que insistieron —habla Holly— se me ocurrió que el almuerzo sería una perfecta ocasión para presentarlos. Chicas... él es Fox. Fox... ellas son Naomi y Dakota. —Indica a cada una cuando dice sus nombres—. A mi hermano ya lo conoces...

Sí. Lamentablemente. Me hubiera gustado añadir. 

Fox saluda a las chicas de beso en la mejilla. Luego, extiende su mano para estrecharla conmigo. Lo hago, pero sin elevar la mirada (no quiero hacer contacto visual con él). Naomi les hace un espacio y ellos se sientan a un lado de ella. 

Claro que Fox vuelve a sentarse justo frente a mí. 

Holly saca de una bolsa el almuerzo de ella y de Fox y una vez todos ya estamos comiendo, Naomi dice:

—Bueno empecemos rápido con esto. —Me agrada el tono de su voz, hay algo que no le gusta de la situación. 

—Estoy más que preparado —responde Fox en tono confiado—. Holly me advirtió de que eran... intensas. 

—Extrañas —lo corrige Holly y se acomoda sus anteojos.

Todos la fulminamos con la mirada. Sin embargo, ni las chicas ni yo le decimos algo por su comentario. Estamos acostumbrados a su comportamiento y pese a todo, sabemos que se siente a gusto en nuestro grupo. 

—Bueno, espero entiendas que actuamos así porque nos importa Holly. —Naomi se voltea a verlo—. Es primera vez que tiene novio, no queremos que sufra. 

—Mi intención no es hacerla sufrir —asegura Fox. Claro eso dices, pero entonces explícame por qué actuaste de esa manera en la biblioteca. 

Basta Ezra. 

Dale el beneficio de la duda a Fox, quizás todo se trató de una broma y tu malinterpretaste todo. De seguro eso debe ser. 

—¿En verdad te llamas Fox? —interviene Dakota— es algo extraño...

Fox sostiene un lado de su cara en la palma de su mano. 

—Así es —sonríe— significa zorro. Me representa muy bien. 

—A mí suelen llamarme zorra —dice Naomi con un toque de diversión.

—Ohhh... entonces tenemos algo en común —Fox vuelve a sonreír y noto que se le marca un hoyuelo. Basta no deberías mirarlo tanto.

Lamentablemente Naomi también sonríe. Está pasando la prueba. 

—¿Tienes antecedentes penales? —pregunta Dakota.

Tanto Holly como yo la vemos con una clara expresión de desconcierto. La única que parece entender por qué pregunta aquello es Naomi. Lo sé porque ambas parecen estar conteniendo una carcajada. Debe ser algo que hablaron antes de que me reuniera con ellas. 

—Estoy limpio —responde Fox— al menos en ese ámbito. —Su voz suena ronca y baja. Casi como si estuvieran pasando pensamientos sucios por su cabeza, o quizás el que tiene un serio problema soy yo. 

—¿Te gusta Britney Spears? —Ahora es Naomi quien pregunta y puedo apostar que mi hermana está al borde de perder la paciencia. 

—¿Qué les pasa? —Holly se ve claramente irritada. 

—Tranquila hermosa... —Veo a Holly cambiar inmediatamente su expresión al escuchar esas palabras, se ve feliz y más serena. Se nota que lo quiere—. Me gustan algunas canciones —le contesta a Naomi lenta y suavemente.

—¿Qué opinas de criminal? —insiste Naomi.

Fox sonríe sin mostrar los dientes. 

—Está bien... pero me gusta más gimme more. 

Casi me atoro con mi almuerzo. No hay esperanza. Con esas respuestas ya está dentro. 

—It's Britney, bitch —Dakota se pone a reír. 

Levanto la cabeza y me doy cuenta que Naomi me observa. Estuve tan concentrado en mis pensamientos que se me olvidó lo más importante. Tenía que disimular. 

No he dicho ni una sola palabra. Sin duda, Naomi debe creer que el motivo por el cual estaba tan raro guarda relación con Fox. Muy bien hecho, Ezra. Felicitaciones. 

—Bueno, se acabó el minuto feliz —sentencia Naomi— ¿cuál es el truco? —le pregunta a Fox— tiras vibes a Timothée Chalamet...

—Pero con ojos oscuros —la corrige Dakota.

Naomi gira los ojos mientras mantiene una sonrisa en su rostro. 

—Dices querer a Holly y pareces ser una persona agradable... —Fox sonríe con suficiencia—. Pero... luego recuerdo que te vi quitar tu mano bruscamente de la de ella y esa perfección se esfuma. —Naomi hace un movimiento con sus manos como si se tratase de partículas que se dispersan y se desvanecen en el aire. 

—¡Naomi! —se exalta Holly. 

A Holly nunca le ha gustado que intervengamos demasiado en su vida, ella siempre cree tener todo bajo control y confía demasiado en las impresiones que se forma de las personas. El problema, es que sus criterios para determinar si alguien es o no confiable, se basan en aspectos que sé con toda que certeza que ninguno de nosotros sostendríamos. No la culpo, se creció en un ambiente rodeado de opulencia e intenta seguir al pie de la letra los consejos de nuestros padres. Sin embargo, me pregunto si realmente se dio el tiempo suficiente para conocer a Fox. En la cena, dijeron que se conocieron hace dos meses en una fiesta y que tenían amigos en común. Me sigue pareciendo poco tiempo, aunque yo no soy quién para cuestionar.

—Está bien... —le dice Fox a Holly en una dulce sonrisa—. Mira... Naomi, entiendo que te preocupe tu amiga, pero en serio, no tienes nada que temer. Quiero a Holly y mi intención es hacerla feliz. Lo que viste... solamente se debe a que no me gustan las demostraciones en público, ¿Ok? Solamente es eso. 

No le creo ni una sola palabra, pero nadie va a insistir en el tema. La mirada que nos está lanzando Holly nos dice suficiente. Está molesta con nosotros. Lo cual significa, que esta conversación debe terminar. Aunque obviamente, finaliza con una advertencia de Naomi de que si la hace sufrir ella se encargara de cortarle ciertas partes de su cuerpo... que no me parece nada adecuado mencionar mientras aún tengo comida en mi boca, pero bueno, es Naomi y la adoro. 

Se acaba el almuerzo y dado que yo no tengo más clases por este día, me despido de todos. En ese instante, Holly agarra mi brazo. Imagino que su reacción se debe a que me llevaré el vehículo. Inmediatamente le digo que pediré un uber y le paso las llaves.  No obstante, Holly comenta en seguida que esta sería una increíble oportunidad para que Fox y yo nos hagamos más cercanos. Ya que su jornada también acabó y puede pasarme a dejar a casa. 

No quiero.

No quiero compartir con él.

Pero Holly me queda mirando con una expresión dura. Quiere que acepte, aceptar significa que estoy de acuerdo con su relación. Es lo que espera de mí. Termino cediendo de mala gana. Me despido de ella y dejo que Fox me conduzca a su vehículo. Un Audi A3 en color negro. 

Una vez que estamos dentro empieza a reírse. 

—¿Qué te pasa? 

—Fue divertido ¿no lo crees?... Me agradan tus amigas, creo que muy pronto serán también mis amigas. 

Giro los ojos.

—Bien por ti.

Él prende el motor del vehículo y comienza lentamente a retroceder.

—¿Por qué lo dices de esa manera? —pregunta sin perder de vista el camino—. Pareces disgustado. 

—Y tú pareces disfrutar de que esté disgustado. 

—Mmh... no es eso Ezra. —¿Por qué pronunciaba mi nombre de esa manera? Lo decía tan lenta y suavemente como si me... olvídalo, Ezra. Es tu imaginación—. Bueno, quizás... —¿Qué? ¿Qué está diciendo?—. Quizás disfruto un poco de ese nerviosismo que tienes, cada vez que estoy cerca de ti. 

Veo como gira el manubrio y se marcan todas las venas de su brazo. ¿Por qué me quedo observando eso? Ni idea, pero no está bien. No está nada bien.

—¿Te quedarás callado? Mmh... veo que no lo negarás. —Curva hacia arriba la comisura de su boca—. Eres alguien interesante, Ezra.

—¿Puedes dejar de decir mi nombre? 

—Pero así te llamas ¿o no? Me gusta tu nombre, Ezra. 

—Deja de decirlo de esa manera, Fox.

Entonces me doy cuenta de que es la primera vez que lo llamo por su nombre y noto que fue un error, porque surge un brillo particular en sus ojos. Un brillo perverso.

—¿De qué manera, Ezra? 

¿De qué manera lo decía? Bueno, lo decía como si... como si tuviera una intención oculta. Como si estuviera teniendo pensamientos sucios conmigo. 

—No creo que sea normal que digas mi nombre una y otra vez. 

—Mmh... ¿estás molesto? —Se gira a verme cuando el semáforo está rojo—. ¿Esto es por lo que pasó en la biblioteca? —El muy maldito lo dice mientras tiene una sonrisa en su rostro. Maldito.

—¿Podemos olvidar todo eso? 

—No parece que quieras olvidarlo, Ezra. 

—Si quiero olvidarlo —respondo inmediatamente.

—¿Entonces por qué estás tan a la defensiva?

—No lo estoy. —Necesito que esta conversación termine, así que enciendo la radio. Está sonando Prisoner de Miley Cyrus y Dua Lipa.

—Vamos Ezra...

—Deja de decir mi nombre de esa manera.

—Ezra —repite exactamente con la misma entonación—. Si tu temor es que diga algo... créeme que no pasa nada. Ese secreto se queda entre nosotros. 

Me queda claro que poner música no sirvió de nada. ¿Por qué insiste en el tema? ¿Acaso no es obvio que no quiero hablar sobre eso?

—No quiero tener ningún secreto contigo.

—¿Por qué esa actitud? —se ríe— ¿Qué es lo que tanto te molesta? ¿Qué esté saliendo con tu hermana? 

Sí me molesta que salga con Holly, pero si lo decía iba a sonar como a otra cosa.

—No, pueden hacer lo que quieran. Puedes hacer lo que quieras. 

Los ojos de Fox se iluminan y abruptamente se detiene en un lugar, que está lejos de ser mi casa.

—¿Qué...?

Se desabrocha el cinturón y se inclina a mi lado. ¿Qué...? ¿Qué le pasa?

—¿Puedo hacer lo que quiera? ¿En serio, Ezra? —Coloca una mano sobre mi pierna izquierda y sentir el peso de su mano sobre mi pantalón me deja desorientado e inquieto. Solamente la deja ahí, inmóvil, pero el solo hecho de saber que me está tocando por sobre la ropa me distrae de todo lo demás. De pronto, todo pierde importancia, el por qué estaba tan molesto, donde se supone que estamos, cuantos minutos han pasado.

Sé que si muevo mi cabeza, me encontraré con su rostro frente a frente. Está tan cerca, que puedo escuchar su respiración. También sé que este nivel de proximidad no es correcto. Es el novio de mi hermana. No obstante, por alguna razón que no logro entender, no quiero detenerlo. ¿Por qué? Yo no soy gay. Aunque... ¿por qué me afectaron las palabras de Wes? ¿Por qué estaba haciendo esa búsqueda en internet?

¿Qué está pasando conmigo?

—¿Qué... qué haces? —balbuceo y cometo el maldito error de girar mi cabeza. Mis ojos se quedan fijos en los suyos y puedo ver mi reflejo en ellos. Su mirada se desvía a mi boca y todo está tan silencioso que se siente como si el tiempo se hubiera quedado estático. Su mano presiona levemente mi pierna y por algún motivo... me siento excitado... rápidamente bajo mi polerón antes de que pueda ver lo que provocó en mí.

—Gracias —dice de pronto, y seguramente en este momento, mi cara es la de un completo idiota—. Lo tomaré como que me das la bendición con tu hermana. Ya sabes, como dijiste que podíamos hacer lo que queramos. —Ahí está otra vez esa sonrisa maliciosa. Fox juega conmigo. 

Fox se acomoda en su asiento, se pone el cinturón de seguridad y parte el auto, igual como si no hubiese pasado nada. Se ve tranquilo y relajado. En cambio, yo no logro controlar el caos que quedó en mi cabeza. No entiendo qué pasó, ni por qué tuvimos este acercamiento. La única certeza que tengo en este momento es que estoy al borde de volverme loco. 

—Ezra... ya llegamos. —Miro por la ventana y me doy cuenta de que estamos fuera de mi casa y que el auto está detenido. ¿En qué momento llegamos? No tengo ni la menor idea. 

—Gracias —suelto fríamente y tomo la manilla de la puerta, pero en ese instante Fox vuelve a hablar. 

—¿Ezra? 

—¿Sí? —Volteo mi cabeza y veo que Fox esboza una sonrisa cuando pronuncia las siguientes palabras:

—Mi propuesta sigue en pie.



"Yo puedo ayudarte a saber la respuesta". ¿Eso seguía en pie? 

Está bien, está bien. Claramente yo debo ser alguien con la mente demasiado sucia. Fox quiere ayudarme a saberlo... quizás eso significa... significa...

Tomo una almohada de mi cama y la entierro en mi cara. No quiero seguir pensando en lo que pasó... aunque bueno, no pasó nada. ¿De qué me preocupo? De seguro todo se trata de una broma, una de mal gusto, por cierto, pero una broma después de todo. 

Quito la almohada y veo a Oliver en el marco de la puerta. Me observa y noto la preocupación en su rostro. 

—¿Pasa algo? —me pregunta. 

Oliver es mi hermano menor, tiene diez años y pese a la diferencia de edad somos muy íntimos. 

—No, no pasa nada —inmediatamente me siento culpable por preocuparlo—. Ven aquí —le hago señas para que se acerque a mi cama. 

Él se acerca corriendo y me abraza. 

—¿A ti te ocurre algo? —pregunto al sentir su cuerpo temblando. 

Oliver se queda unos segundos en silencio hasta que finalmente dice:

—Hoy iremos al restaurante a cenar... con la abuela. 

Ahora entendía su nerviosismo. 

Mi abuela es una persona difícil de tratar. El ambiente en el que crecí estaba lleno de rigidez y de normas. Y la persona que empezó con este sistema fue mi abuela. Ella sería en esta especie de colmena, la abeja reina. Mi familia es dueña de la importante cadena de restaurantes Kintova y por supuesto, que esperan tanto de Holly y de mí que mantengamos el renombre familiar. No se nos impuso que estudiemos algo acorde al negocio de la familia, pero sí que debemos ser exitosos. Por eso, estudiamos en los mejores colegios, luego, entramos a la Universidad de Macrinchaft, una de las universidades privadas más prestigiosas. Y claro, siempre controlaron nuestras amistades e incluso nuestra manera de vestir. (Oliver de cierta manera, aun no sufre todo esto, aunque estoy seguro que en unos años más pasará por exactamente lo mismo).

Naomi solamente pudo ser nuestra amiga porque su familia tiene dinero (su padre es un político con trayectoria y su madre una destacada doctora), de lo contrario, estoy seguro de que la hubieran visto como una mala influencia. Lo mismo ocurre con Dakota, su madre es una importante diseñadora de moda de alta costura, por lo tanto, cumple con los requisitos para pertenecer a nuestro círculo. 

No me gusta formar parte de este mundo, siento que, en gran parte, muchos de mis conflictos internos se deben a que nunca me he dado el tiempo de conocerme a mí mismo, de tomar mis propias decisiones. 

Acaricio la espalda de Oliver. Estoy seguro de que el motivo de por qué siempre me busca, se debe a que soy el único que demuestra afecto en esta familia. Todos los demás parecen unos robots y lamentablemente estoy incluyendo a Holly. Quiero mucho a Holly, pero no por eso mentiré. Holly siempre ha sido muy fría conmigo y con Oliver, especialmente conmigo. Pese a que siempre andamos juntos y tenemos las mismas amigas, hay algo que produce una barrera, una distancia entre nosotros. No entiendo el motivo, pero me gustaría que fuera diferente. 

Una vez Oliver se calma, se va a su habitación para empezar a arreglarse. Yo también hago lo mismo. En medio de eso, me llega un mensaje de Naomi:

Naomi

Iré con Bruno al restaurante de tu familia.

Ezra

Uhh ¿una cita? pensé que él no te interesaba.

Naomi

Sabes que no me interesa. Voy precisamente para decirle que no sea tan intenso.

Ezra

No entiendo por qué se puso así, fuiste clara desde el inicio...

Naomi

En fin, yo solo quería pasarlo bien, pero me queda claro que él no lo toma así.

Ezra

Tú siempre has querido más que eso, al igual que yo.

Naomi 

Sí, PERO PARECE QUE NO QUEDAN HOMBRES DECENTES EN ESTE MUNDO. 

Ezra

Heeey yo también soy hombre, así que no me incluyas en el saco.

Naomi

Tú eres maravilloso, mi mejor amigo de toda la vida.

Ezra

jajajaja te quiero Naomi

Oye, yo también iré. Reunión con mi abuela...

Naomi

Yo también Ezra!

Uff... te deseo suerte. 

Ezra

Yo a ti. 

Naomi

Más tarde, me gustaría hablar contigo. 

Respondo que no hay problema, que podemos hablar en la noche por Facetime. Sin embargo, me siento ansioso. Sé que me preguntará por Fox. Si hubiera actuado con naturalidad, podría haber evitado esta conversación, pero ya no hay nada que hacer. No me gusta mentirle a Naomi, pero ¿Cómo podría explicarle lo que me pasa? ¿Cómo podría decirle que conocí a Fox antes que Holly lo presentara y que actuó de una manera... "extraña" conmigo? ¿Cómo podría contarle lo que pasó hoy día en su vehículo?

—¿Estás listo? te estamos esperando. —Holly entra a mi habitación. Puedo ver cuánto se esfuerza por agradarle a la abuela. Se vistió tal y como le gustaría a ella. Una blusa beige con los botones hasta el cuello y una falda negra que llega hasta los tobillos. Sin dejar ni un centímetro de piel a la vista. 

Le respondo que sí y bajamos juntos. Mientras caminamos hacia la puerta me comenta que está feliz porque Fox le dijo que él y yo ya somos buenos amigos. (No sé cómo interpretar aquello, ni por qué le dijo eso. No obstante, me limito a colocar una sonrisa, que espero no se vea demasiado falsa). Durante el trayecto, con Oliver jugamos una partida de ludo en nuestros teléfonos. Le preguntamos a Holly si quiere unirse, pero ella responde con un no tajante. Mis padres, por su parte, solamente hablan sobre temas del trabajo y en ningún momento nos dirigen la palabra. Siempre están demasiado ocupados en sus asuntos. 


Entramos al restaurante y vamos al sector privado. Pasamos por las mesas y advierto que la mesa de Naomi y Bruno está próxima a la de nosotros. Al cruzar alzo mi mano y la saludo, ella me devuelve el gesto, aunque puedo ver en su rostro que está muy aburrida y que lo único que quiere es irse pronto.

—Ezra, querido —Me saluda mi abuela que está sentada en la cabecera de la mesa. Me acerco a saludarla mientras mis padres toman asiento, uno a cada lado de ella. Yo me sitúo a un lado de mi madre, y en ese instante, Oliver toma la silla que está al lado mío. Mi madre rápidamente lo regaña de que tiene que colocarse junto a Holly. Él lo hace de mala gana. 

—¿Cómo van los estudios? —pregunta mi abuela. Claro, no un "¿Como han estado?" sino que la primera pregunta es por los estudios. Al igual que siempre, nosotros no respondemos si no que es mi padre quien responde por nosotros.

—A Ezra cada vez le falta menos para terminar y el año pasado volvió a ser el segundo mejor de su generación —alardea mi padre. 

—Felicitaciones, Ezra —Mi abuela alza su copa de champagne y acto seguido, todos los hacen.

Lo normal sería que me sintiera orgulloso de mí mismo, pero en verdad, no siento nada. Toda la vida me esforcé por ser el mejor, por ser perfecto. Soy el hijo correcto, amable y estudioso. Nunca ni una sola pelea con mis padres, ni un solo error. No obstante, me pregunto qué fue lo que realmente me impulsó a actuar de ese modo, ya que no siento ni un mínimo de satisfacción. Mas bien, cuando pienso en mí mismo, en lo que he hecho con mi vida, me recuerda a una situación que experimenté de niño.

Cuando tenía ocho años, nuestros padres nos compraron unas catitas. Yo elegí sus nombres. Dom se llamaba la de plumaje azul y Gipsy la de color amarillo. Por motivos obvios, siempre estaban enjauladas. Todos lo veían como algo que estaba bien, pero cada vez que yo veía a ambos pájaros encerrados en esa jaula, sentía como si fueran mis prisioneros. Yo les estaba arrebatando la libertad, yo les estaba arrebatando sus vidas. No soportaba el remordimiento. Sin embargo, no me atrevía a hacer nada por ellas. 

Un día Dom, falleció. Mis padres no le dieron importancia, insistían en reemplazarla por otra, igual como si se tratase de un objeto. Yo me rehusé, les tenía afecto y sabía que Gipsy estaba sufriendo. Pese a que mis padres repetían una y otra vez que solo eran mascotas y que no podían experimentar sentimientos, yo veía que Gipsy ya no tenía la misma energía de antes. No comía sus semillas y ya no cantaba. Así que una noche mientras todos dormían, abrí la ventana de mi pieza, levanté la ranura de la jaula y la dejé en libertad. 

Recuerdo las reflexiones que hice en ese entonces, la primera de ellas me aterró demasiado. Pensé que si me había visto tan reflejado en las catitas, debía ser porque el trato que le daban mis padres a ellas, era el mismo que me daban a mí. También pensé en lo rápido que pasa el tiempo y que Dom murió sin experimentar lo que era la libertad. 

—Yo también comencé mis estudios en arquitec... —habla mi hermana logrando que vuelva a concentrarme en la conversación. 

—Holly —la interrumpe mi madre— ahora estamos hablando de tu hermano. 

Mi hermana guarda silencio y por un segundo, me parece sentir el peso de su mirada sobre mí. 

—El otro día vi a la familia de Anastasia —comenta mi abuela— ella preguntó por ti Ezra, podrían verse un día de estos. 

—Es una maravillosa idea —interviene mi padre. 

—¿Anastasia? —pregunto y trago saliva. 

—Ya saben lo que dicen por ahí, detrás de un gran hombre existe una gran mujer —dice mi abuela— ustedes tienen su historia, podrían arreglarse. 

—Llamaré a sus padres —responde mi madre sin esperar una respuesta de mi parte. Tampoco es como si pudiera rehusarme. 

Anastasia es mi ex. La única novia que he tenido. 

Cuando cumplí la mayoría de edad, mis padres empezaron a preocuparse de que nunca llevara una novia a la casa, decían que ya era momento de dar ese paso. Pasaban los meses y como yo seguía solo, entonces ellos decidieron por mí. Se reunieron con unos amigos de la familia que tenían una hija de mi edad y nos presentaron. Yo entendí qué era lo que esperaban al presentarnos. No tuve que hacer ningún esfuerzo, básicamente nuestros padres lo hicieron por nosotros. Anastasia era una buena chica, pero... no sentía esa atracción. 

Era agradable abrazarla, besarla, tocarla. Aunque... siempre sentí que algo faltaba. Tuve mi primera vez con ella, me sentí torpe y estúpido. Pero siempre la primera vez solía ser así, no creí que debía preocuparme demasiado. Sin embargo, luego de eso, cada vez que estábamos juntos... yo simplemente no podía. Al inicio me sentía excitado, pero mientras la penetraba esa excitación por algún motivo se esfumaba. Realmente lo intenté todo para lograr rendir como debía ser. A veces me encerraba en el baño y me masturbaba antes de ir con ella, no quería sentirme un inútil. No obstante, ella se daba cuenta de la situación y a ambos nos estaba haciendo daño. 

Terminó conmigo. Y en vez de sentirme deprimido cuando lo hizo, yo solamente sentí un gran alivio... La única que sabe la verdad es Naomi. Cuando Anastasia terminó la relación, Naomi me envió un mensaje de que nos viéramos, me estaba esperando con dos potes de helado, uno para cada uno y una maratón de películas. Me dijo que esa era la manera apropiada de pasar las rupturas amorosas. Pronto entendió que yo no estaba para nada triste y que más bien, era una celebración. Así que el helado fue reemplazado por una botella de Rosé Imperial de Moët & Chandon, y las películas románticas sustituidas por armar una pequeña fiesta. 

Esa noche, con Naomi dormimos en la misma cama. (Claro que no ocurrió nada, el único acercamiento que tuve con Naomi alguna vez en mi vida, fue que di mi primer beso con ella. Luego de eso, jamás ha pasado nada entre nosotros y nos respetamos profundamente). Hablamos casi en susurros y sé que entresueños le confesé el motivo por el cual las cosas no funcionaron con Anastasia, le conté los detalles de mi intimidad. Recuerdo sentir sus brazos alrededor mío, recuerdo que me calmó y me dijo que el día que estuviera con alguien que amara, todo sería diferente, todo estaría bien. Me quedé dormido mientras ella repetía una y otra vez esas palabras y secaba mis lágrimas. 

—Anastasia es una buena chica para ti, ¿verdad que sí, Ezra? —me dice mi madre y siento por debajo de la mesa que con su mano tira levemente de mi ropa. 

—Sí —respondo y mi voz suena tan mecánica que me estremezco. Quizás no me he dado cuenta y ya he comenzado a ser como mis padres, después de todo imagino que Holly, Oliver y yo estamos destinados a ser como ellos. Pese a eso, no puedo evitar alarmarme. Prefiero mil veces creer que estoy en una especie de simulación, que me he aprendido un libreto y que por eso, mi vida cuenta con escasas elecciones. Sé que es un sinsentido, pero es una fantasía a la que suelo recurrir para soportar toda esta situación. 

De pronto, unos gritos me distraen de mis pensamientos. 

—¡Pero tú qué te has creído! mírate, ni eres para tanto, hay mil mejores que tú. 

 Es Bruno quien está armando un escándalo. 

—¿Esa no es su amiga? —pregunta mi madre con indignación. 

Esa. No la nombró por Naomi sino por esa. 

Naomi se pone a reír. 

—¿De qué te ríes, perra?

—Ah, ¿ahora soy una perra? ¿solamente porque no quise ser tu novia? Qué patético eres, Bruno. Siempre intuí que eras un imbécil y veo que no me equivocaba.  

—Disculpen... —los interrumpe uno de los camareros—. Les tengo que pedir que se retiren, los clientes se están quejando de su comportamiento inapropiado. 

Pese a que es cierto que las personas se ven disgustadas, también vi el intercambio de miradas que hubo entre mi padre y él. Por lo tanto, sé que los están echando por culpa de mi familia. 

—Sí, por supuesto —le responde Bruno. 

—¡¿Comportamiento inapropiado?! —se burla Naomi— Claro... ¡Mi segundo nombre es inapropiada! —grita— Lamento interrumpir su elegante comida —dice con ironía— pero si un tipo me insulta, yo jamás me quedaré callada. 

Deja unos billetes en la mesa, y sale del local con todas las personas siguiéndola con la mirada. 

—Ay Naomi... —Holly lleva una mano a la cara. 

—Se ve que no le enseñaron modales —se queja mi abuela. 

No estoy de acuerdo con sus reacciones. Naomi hizo lo que tenía que hacer, defenderse. ¿En serio la iban a juzgar por eso? ¿Por qué nadie está hablando de las horribles palabras que le gritó Bruno? En estas circunstancias, es cuando me dan ganas de gritarles unas cuantas verdades, pero yo no soy como Naomi. No tengo la suficiente fuerza para demostrar lo que realmente pienso de la situación. Estoy acostumbrado a esa inercia, lo cual no quita que me gustaría ser un espíritu libre como ella. Quisiera sentirme vivo, al menos una vez en mi vida.

Solo una vez...

En eso pienso una vez que la velada ha terminado y vamos de regreso a casa. En eso pienso cuando tomo el teléfono y veo la notificación que me ha llegado «Fox Grimes te ha enviado una solicitud de seguimiento» y en eso sigo pensando cuando presiono aceptar.


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