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El destino se empeña en juntarnos

''Nos dejamos llevar por el miedo a las habladurías, por ese estúpido: qué dirán. El qué dirán de unos cuantos a los que nada debíamos, que nada nos dieron ni nos darán.'' -Antonia J. Corrales

Alai lo contemplo en silencio, era la primera vez que él reconocía el parentesco que había entre ellos y hablaba tan abiertamente de ello como si nada, cuando antes solo lo había negado e ignorado.

Decirlo en voz alta hasta parecía quitarle toda la gravedad al asunto. Como si él hubiera sido capaz de ver lo simple de la cuestión mientras ella todos estos años solo se había complicado la existencia al darle más importancia de lo que merecía. Pero tenía importancia, de otra forma no hubiesen tenido que ocultar lo que sentían, mucho menos hubiesen tenido que distanciarse. Sin embargo, las cosas se habían dado de ese modo.

Necesitaban cambiar el rumbo que había tomado su conversación o no iban a terminar nada bien, siempre que tocaban ese tema ocurría lo mismo; alguno de los dos terminaría hiriéndose con palabras que de verdad no sienten o quizás se repitiese el pasado: ella le daría demasiada importancia, diría lo que sea para alejar a Atlas y él buscaría vengarse de alguna forma.

—Tampoco quería ser un caso más de ello en el mundo Atlas. Casarme definitivamente nunca estuvo en mis planes —respondió finalmente Alai sin ser consciente de lo que sus palabras revelaban.

Atlas la miraba consternado no pudiendo creer que la pelirroja se atreviese a decírselo tan abiertamente.

—¿Por qué me miras así? —continuó Alai como si lo que acababa de decir fuese evidente—. Atlas, lo último que tú quieres es casarte conmigo, créeme.

—¿Por qué tienes que dar por sentado todo? Maldición Alai, tienes la sensibilidad de una piedra. —Terminó negando con la cabeza, como rindiéndose ante ese hecho.

La realidad es que las palabras de la chica le habían dolido.

Aun así, Alai tenía razón. Nunca lo habían considerado siquiera. Cuando estaban juntos eran lo suficiente jóvenes como para pensar en tales cosas. Más tarde, el enterarse del vínculo que los unía cayó sobre ambos como un balde de agua helado eliminando con ello cualquier pensamiento de ellos juntos para toda la vida.

Sin embargo, Atlas a diferencia de Alai, si estaba seguro de algo; si existía alguna persona con la que quisiera pasar el resto de su vida era ella, Alai.

Sin importar cualquier otro parentesco o impedimento, él la amaba y ella a él, eso es todo lo que importaba en su ecuación y en su interior deseaba que hubiese sido igual para ella, pero la chica ya había dejado en claro que a ella no le daba lo mismo.

La correcta Alai, una vez más anteponiendo a todos los demás antes que a él y sus sentimientos.

—Porque al parecer, no fuimos hechos para estar juntos —respondió Alai dando por terminado el tema.

—Aun así, el destino se empeña en juntarnos. Entonces ¿por qué ir en contra de él y de lo que sentimos Alai?

''Porque es lo correcto'' pensó ella, sin embargo, no fue eso lo que dijo a continuación;

—Creo que ya sabes la respuesta Atlas.

Lo hacía, ambos eran conscientes de que aun cuando intentaran estar juntos, el destino se empeñaba en separarlos casi tanto como lo hacía en juntarlos.

[...]

—¿Crees que a nuestros padres les importaría ahora? —preguntó Atlas de improvisto, luego del silencio que se había creado tras las palabras de Alai.

—No sé los tuyos, pero los míos definitivamente armarían un escándalo —bromeo Alai recordando como había reaccionado su madre años atrás cuando rumores sobre ellos en una posible relación habían llegado a sus oídos.

Cuando su madre la había interrogado, la preocupación se reflejaba en cada una de sus facciones, Alai no entendía que era lo que ocurría, así que cuando respondió lo había negado rotundamente y se había reído ante tal ¨rumor absurdo¨ sin esperar lo que su madre le revelaría en ese momento.

Alai, quien solo lo había negado porque en ese entonces no tenían nada serio y por considerar que era demasiado pronto para contarle de ello a su madre; nunca se imaginó que existía un verdadero motivo para que ellos no pudieran estar juntos.

Al tener conocimiento de ello, su risa había cesado dando paso a la incredulidad, mientras su expresión se desfiguraba por el impacto que había tenido en ella, ese hecho que su madre le había revelado y que todo este tiempo le habían ocultado como si no fuese lo suficientemente importante que ella lo supiera.

Su madre, al ver la cara de consternación de Alai había comenzado a reír, sintiéndose una crédula por haber pensado que las habladurías de la gente eran verdad. Esas cosas solo ocurrían en las novelas, no en la vida real, de modo que era improbable que ello sucediera.

—¿porque tenías que tener unos padres tan jodidamente entrometidos Alai?

—Atlas todos los padres son entrometidos, de lo contrario no estarían haciendo bien su trabajo. —Bromeo Alai con sarcasmo.

—Siempre puedes ir en contra de lo que ellos quieren, ¿Lo sabes no? —respondió él imitando su sarcasmo, aunque de cierta forma haciéndole ver a Alai lo fácil que sería.

—Atlas no puedo ir en contra de su voluntad ahora, necesito graduarme. —El tono de broma no abandonó sus palabras disfrazando un poco su realidad—. Sabes cómo son las cosas, somos muy diferentes.

—Si, creo que a mis padres no les importaría. Bueno al inicio seguro harían un escándalo igual que los tuyos, pero al final terminarían por aceptarlo. Ya sabes, solo sería un caso más en el mundo —respondió con un guiño mientras recordaba sobre lo que habían estado bromeando antes.

—Que a tus padres no les importe no quiere decir que a los míos vaya a darles igual —respondió ella con cansancio.

Atlas lo sabía, era consciente de las diferencias que había entre ellos. Aunque no hubieran tenido ninguna otra clase de vínculo, todas esas otras diferencias que existían entre ellos los hubiesen terminado separando.

Ni siquiera la diferencia social entre ellos era tan terrible. Pero esta, sumada a otras tantas pequeñas diferencias, tenían demasiado peso como para ignorarlas. Con el tiempo estas hubiesen empezado a estorbar y terminarían por agotarlos. ¨Sólo de amor no vive la gente¨ solían decir ciertas personas sin ser conscientes de la gran verdad que esa palabra encerraban.

Al parecer lo suyo no tenía futuro, estaba destinado a no ser. Aun así el destino se empeñaba en jugar con ellos y sus sentimientos; buscando distanciarlos para luego volver a unirlos y viceversa. Lastimándolos en el proceso porque nadie sale indemne de ese juego llamado amor.

Aun así, Atlas estaba dispuesto a arriesgarse por ello; merecían una oportunidad real sin importar más nada. De otra forma, la duda de lo que hubiese sido entre ellos no los dejaría nunca tranquilos.

Ahí otra diferencia entre ellos: Alai no estaba dispuesta a arriesgarse. Empeñar su futuro por un amor que no era viable del todo, no parecía algo razonable a hacer para Alai.

Ni siquiera sabía cómo enfrentarse a sus padres; ¿Cómo decirles que se había enamorado precisamente de Atlas? Si era lo suficientemente egoísta tal vez podría culparlos a ellos por no haberles contado sino hasta que fue demasiado tarde, pero, de todas formas, ¿quién imaginaria que terminarían enamorándose? Claramente sus padres no lo hicieron y es por ello que no les pareció trascendente el mencionarles que eran algo más, antes de que lo inevitable sucediera y ellos dos terminaran enamorándose.

Como podría explicarles que durante su adolescencia se habían enamorado y habían mantenido una relación en secreto durante años, porque lo que sentían era tan fuerte que no podían dejarlo. Aun cuando lo intentaron, volvían a caer en él.

Como expresarles que a pesar del paso del tiempo ese sentimiento seguía allí. Aun cuando ambos trataron de erradicarlo, este no desaparecía. El tiempo solo lo hacía más fuerte, empeorando aún más las cosas para ellos.

Muchas de ellas, preguntas a las que Alai no estaba dispuesta buscarles una respuesta. No por ahora, al menos.

—La perfecta Alai, siempre haciendo lo que los demás le dicen. Siempre intentando hacer lo socialmente correcto —bromeó Atlas, aun así, sus palabras reflejaban el reproche del que estaban cargadas.

—Deberías intentar lo mismo. Quizás así entenderías que no es tan fácil como tú crees —respondió mordaz Alai cansada de sus recriminaciones. Como si el hecho que no estuviesen juntos fuera solo porque ella no quisiera.

—¿No te importaba eso cuando estábamos juntos no es así? Se sentía correcto, aún lo hace. —Alai no le siguió el juego, no respondió y eso por eso que Atlas volvió a arremeter—. ¿Aún sigue importándote lo que piensen los demás sobre lo nuestro?

Como respuesta Alai solo negó, era más fácil eso a tener que decirle todo lo que pensaba.

—Ojalá te hubieras dado cuenta de eso mucho antes. Cuando aún había una oportunidad para un ''nosotros''.

—¡Ni siquiera lo entiendes Altas! —respondió exasperada Alai.

—¿Qué es lo que no entiendo? ¿Por qué tienes que hacerlo todo tan complicado Alai? —preguntó este imitando el enojo en su voz.

Había sido suficiente. Ambos estaban cansados de estar discutiendo sin llegar a nada. 

La noche estaba terminando y quizás con ella también lo estaba haciendo la última oportunidad de aclarar las cosas entre ellos.


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