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18. Lo contrario al silencio


Si hay algo que tenía que evitar a toda costa era el silencio, porque, cuando el mundo se callaba, su cabeza comenzaba a gritar.

El beso de Melissa y aquella chica no necesitaba de nada más para volver a torturarla, lo peor es que le recordaba de la peor manera a su primera decepción amorosa. El silencio era una excusa perfecta.

No fue una de sus mejores ideas hablar con ella. Deseaba ignorarla por lo menos esas dos semanas, pero no sabía qué hacer. Se sentía pésimo, usó su pijama como excusa para mandarle un mensaje, y después de escuchar su voz y de hablar con ella toda la noche sintió un alivio agridulce.

Podría pretender que sus sentimientos no habían sido arrasados. Justo cuando su corazón comenzaba a abrirse era cuando más vulnerable estaba. Podría fingir que no le afectaba, pero ella sabía bien que tenía un límite. Y cuando todo la superaba era peor. Gema tenía razón, había cosas fuera de su control, que dolían tanto.

Revisó su teléfono para terminar de despertarse. Había de todo. Su padre le deseó los buenos días, Iván le había estado mandando mensajes de manera esporádica, tenía llamadas perdidas de su madre, y Gema le acababa de enviar un mensaje.

Sujetó su frente resoplando. No hablaba con ella desde ese día. Se refregó los ojos quitándose algunas lagañas y fue a prepararse el desayuno. Gema era todo lo opuesto al silencio, así que hablar con ella nunca estaría mal. Cuando estuvo cómoda recién se atrevió a abrir el buzón.


Gema

¿Cómo es el paraíso?


Le decían paraíso al hecho de viajar de un sector a otro, ya que era algo que muy pocos se permitían y otros debían ahorrar años para poder pagar el peaje. Tecleó rápido.


Lilian

Bastante tranquilo.

Gema

¿Cómo estás? ¿Cuándo vuelves?

Lilian

Tal vez para mi cumpleaños.

Gema

Oh

¿Quieres algo en especial para ese día? Podría prepararte ese licuado que siempre tomas, o tu café favorito.

Lilian

Suena bien, aunque no creo volver a trabajar en la cafetería.

Gema

Podríamos tomar café en cualquier parte. Pero tienes razón, yo también estaba pensando en dejar mi empleo.

Sobre todo, porque tengo serios problemas con la hija de los dueños.


Eso le sacó una sonrisa que no esperaba. No podía apartar la mirada de su teléfono. Pero esa era Gema, siempre adentrándose en su espacio personal.


Lilian

¿De qué quieres trabajar? ¿Hiciste cursos?

Gema

No todo gira en torno a los cursos. Tú misma lo sabes. Y... Me gustaría intentar con fotografía.

Lilian

Te daría más oportunidad de conseguir trabajo. Si quieres, puedo ayudarte a pagar uno.

Gema

Gracias, pero es un NO. Definitivo. Rotundo.

Tengo ahorrado por mi cuenta. Con suerte, estudiar solo me tomará un año intenso y mis padres se tranquilizarán.

Lilian

¿Son exigentes contigo?

Gema

Digamos que es difícil nuestra situación. Entonces.... ¿Qué te gusta?

Lilian

Me gusta estar aquí.

Gema

Yo lo decía para regalarte algo. No te puedo hacer quedar ilegalmente. ¿O sí?

Lilian

Podría intentarlo.

Gema

No Lilian, no podría soportar tenerte al otro lado del mundo y extrañarte tanto.


Gema podía ser directa y exagerada si se lo proponía. Era algo a lo que Lilian no estaba acostumbrada. ¿Debía permitir que Gema se vuelva alguien muy cercana a ella? ¿Sería ilusionarla? Así como hizo Addison... aunque ¿No es lo que Melissa había hecho también? "Hacerle daño sin proponérselo."

Su cabeza no quería cooperar. Así que decidió ignorar el contenido del mensaje. Otra vez.


Lilian

No es el otro lado, solo son cientos de kilómetros.

Gema

¿Cómo será el otro lado?


¡Genial! Gema también iba a ignorarlo.

Lilian

Peor que Vlinder, no creo.

¿Cuándo piensas dejar la cafetería?

Gema

A fin de mes. Me ofrecieron otro empleo, no sé aún si debería ir. ¿Tú que harás?

¿Qué haría?


Una parte de ella sabía que escapó para conocer el mundo, pero, otra, solo sentía que lo hizo para no enfrentarse a su familia. A Elena, sobre todo.


Lilian

Aún no lo sé.

Gema

Por lo pronto podríamos hacer muffins de naranja. Siempre me ponen de buen humor.

Lilian

¿Crees que estoy de mal humor?

Gema

Lilian... qué pregunta. La audacia.

Siempre estás de mal humor conmigo.

Lilian

No es cierto.

Gema

¿Muffins?

Podemos hacer video llamada.

Lilian

No tengo ningún ingrediente.

Gema

(Voy a ignorar el hecho de que ni siquiera revisaste la cocina).

Está bien. Te envío la receta. Llámame cuando los consigas.

Lilian

Veré si me alcanza para comprar naranjas.

Gema

No seas exagerada, solo necesitas una.


Una sonrisa que no pareció notar se quedó grabada en su rostro. Justo en ese instante su tía apareció en la cocina. Era más pequeña que ella en altura y tenía unos rulos desarreglados que había heredado de su madre, su papá no los tenía y eso siempre había llamado su atención.

—Lilian, siempre tan temprano... ¿Te preparo algo para que desayunes de nuevo?

El día anterior le había hecho un panqueque exclusivo solo para ella. Aunque después, tuvo que convidarles a los demás y ya no tenía nada de exclusivo.

—Necesito una naranja —pidió ayuda con la mirada.

—Puedo decirle a Lisandro que compre un poco para el mediodía. —respondió Edith.

Ella miró su teléfono de nuevo y resopló.

—Será tarde. ¿Habrá un árbol de naranjas por aquí?

Edith sonrió y fue a llenar la pava con agua.

—Lucy dijo que vio uno cerca del puente, pero no confío en su vista. No traía los lentes cuando pasamos por ahí.

—Creo que un árbol puede verse sin lentes tranquilamente —le dijo Lilian con tranquilidad.

Comenzó a revolver la alacena buscando la taza que traía el estampado que le gustaba a su tía.

—Eso dices porque no usas lentes.

Lilian negó con la cabeza mientras no la miraba y después de entregarle su taza fue acercándose poco a poco a la puerta.

—¿Puedo llevarme la bicicleta para ver si es cierto?

—¿Para que la necesitas con tanta urgencia, cielo?

Su tía tomó asiento en donde se le hizo costumbre y Lilian observó verdadera curiosidad en su mirada, como si estuviera preocupada por ella. Talvez tenía instrucciones de sus padres, tal vez le pidieron que la vigilara.

—Estoy bien, solo iba a hacer muffins con una amiga.

—Bueno, pero no te tardes mucho. Quiero que pasemos tiempo juntos antes de ir a hacer trámites por la tarde.

—¿Se llevan a Lucy?

—Será solo un momento, confió en que se cuidarán bien.

Lilian parpadeo confusa, su prima era muy tierna, pero ella nunca había cuidado niños.

—Voy a buscar unas naranjas. —Abrió la puerta—. ¿Necesitas que te traiga algo?

—Lleva tu teléfono por las dudas, te avisaré cuando te necesite de vuelta.

—No tardaré. Lo prometo.

Una bicicleta morada estaba en la cochera de la casa alquilada. Cuando se montó en ella notó que era para alguien más bajo, pero se pudo acomodar. No lo hacía desde que era niña. Dicen que es algo que nunca olvidas, pero, al principio, sus pies se movieron de manera torpe hasta que encontraron el ritmo.

El viento golpeó su rostro mientras avanzaba entre los árboles. Las hojas dejaban filtrar unos rayos de sol que dibujaban islas en el suelo. Fue esquivándolas tratando de tocar más sombras posibles, como cuando era niña.

Volteó hacia atrás. Un rostro que parecía olvidado se alzó en sus recuerdos, tan nítido como si estuviera con ella.

Dalia.

Su hermana.

La que había arreglado una bicicleta que encontró en la basura y le sujetaba la parte trasera del sillín para que no se caiga cuando tenía cinco años. Ella no tenía el cabello de su madre, era como del hombre que no conoció: Marrón otoñal y unos ojos de otro mundo.

Solo un parpadeo bastó para que desapareciera.

Miró hacia delante, el viento parecía ser el mismo de aquella vez. La única diferencia era que Dalia no estaba. Podría caerse y rasparse las rodillas, y nadie le lavaría las heridas. Mucho menos cantaría una canción improvisada para que su madre no la descubra llorando.

Aunque, por otra parte, ya no había motivo para esconder sus heridas.

Frenó la bicicleta de golpe.

El árbol estaba cruzando el puente. Pero no era de naranjas, eran mandarinas. No le quedaba demasiado alto, y pudo estirarse tranquilamente para arrancar una. Tal vez cuatro, para convidar.

—¿Me veo bien?

—Te ves linda.

—No... que si me ves bien en la cámara.

—Si, Lili —respondió Gema acomodando la suya—. ¿Y yo?

—Está un poco desenfocada...

—Así funciona mi celular, es lo que hay. —Gema se ató un delantal— Entonces... ¿Muffins de mandarina?

—Fue lo máximo que pude conseguir.

—Apuesto que ni siquiera llegaste a la tienda. —Supuso que achinó los ojos, porque se la veía demasiado borrosa—. Iré por unas mandarinas, no olvides precalentar el horno.

Gema se alejó de la cámara y se comenzó a escuchar mucho ruido.

—Creo que había algunas por aquí. —su voz estaba más lejana.

Lilian aprovechó en acomodar los ingredientes en su mesa. 2 huevos, azúcar, leche, harina...

—¿Vas a cocinar? —Lucy apareció con uno de sus conejitos debajo del brazo que estaba extrañamente vestido con pañuelos descartables.

—¿Te gustan los muffins?

Negó con la cabeza, confundida, pero arrastró una silla con cuidado para quedar a su lado.

—¿Puedo ayudarte? —Su vocecita era demasiado tierna para el corazón de Lilian.

—Ayúdame a pelar las mandarinas —le ordenó.

—También quítale las semillas, —gritó Gema desde el otro lado— sino Lilian se ahogará.

Lucy se rio, aunque ni siquiera podía iniciar a descascarar la primera mandarina. Lilian decidió dejarla un momento mientras ella separaba la medida de azúcar y de harina.

—¿Las limpiaste bien? —preguntó Gema.

—Claro que lo hice.

Lucy le fue acercando el bol cuando se dio por vencida con las cáscaras, así que le quedó a ella sacarles las semillas y triturar todo hasta tener un puré consistente.

—No encontré ni una condenada mandarina, gracias por avisarme con tiempo Lili, siempre tan considerada.

Gema habló con la cara pegada a la pantalla.

—Lo siento.

—No se alteren, yo haré muffins de naranja. El proceso es distinto pero el plan es el mismo. —Tiró un beso a la cámara y se alejó hasta su mesada—. Comeremos casi al mismo tiempo.

Gema comenzó a cocinar de manera ágil, no tardó en ponerse a rallar las cáscaras y exprimirles el jugo a las naranjas. Se veía armoniosa, y Lilian se distrajo en ella solo por un momento.

—¿Puedo probarlas cuando estén listas? —Lucy se acomodó el flequillo detrás de la oreja robando su atención.

—Claro, es para convidar a toda la familia. —Lilian la miró después de tirar el último huevo a su mezcla—. ¿Ya no quieres ayudar?

—Voy a preparar la mesa.

Se bajó de la silla y se fue. Lilian pensó que la había aburrido, pero al instante comenzó a traer sus peluches de uno a uno acomodándoles en la mesa del comedor.

En el bol que Lucy le había dejado puso la harina, el azúcar y la levadura.

—¿No es lindo que todos estos ingredientes que no parecieran tener nada en común hagan algo tan rico? —preguntó Gema desde el otro lado.

—Te lo diré, solo si sale algo rico.

—Confía en el proceso —contestó con calma en su voz, realmente estaba ensimismada cuando cocinaba—. Es una manera linda de crear, de ver lo que somos capaces de lograr por nuestra cuenta.

—Tampoco nos pongamos existenciales Gema, son solo muffins.

—Recuérdame ir a arrojar muffins a tu casa en tu cumpleaños. Y decirte "Son solo muffins" —imitó su voz.

Lilian incorporó las dos mezclas y comenzó a batir de manera suave con la mano, mientras no podía quitar esa estúpida sonrisa de su rostro.

—Mi tía cuando era pequeña me enseñó a cocinar tan rico. Por si tenías la duda —comenzó Gema—. Ella es repostera, pero cuando su negocio creció se mudó al otro lado de la ciudad y ya no la veo tan seguido. Ella ama los muffins más que yo. Me acuerdo que cuando estaba en secundaria decoró a todos de manera distinta, considerando los gustos de cada uno de mis compañeros. —Levantó el bol, que ahora cubría su cuerpo de la cámara, y comenzó a echar la mezcla a los moldes—. Me había preguntado sus cosas favoritas. Dios que vergüenza. Incluso para los que no me agradaban tanto hizo muffins, y lo peor... para la chica que me gustaba en ese momento. Ella era preciosa.

Golpeó la mesa sin querer del otro lado del celular.

—Cierto, odias que hable de esto. Lo siento. —Gema de verdad sonaba culpable.

—No pasa nada, simplemente era...

Por un momento solo se escuchó los pasos de Lucy yendo y viniendo mientras traía tazas de juguete. Hasta que Gema rompió el silencio.

—El otro día estaba por el centro y encontré una enorme...

—No hace falta cambiar de tema, sí es algo de lo que quiero hablar. —Lilian comenzó a poner los pirotines en los moldes para distraer la mente.

—Entiendo completamente si tú...

—Estaba en negación —dijo finalmente—. Todo este tiempo, traté de convencerme a mí misma que el hecho de que me gusten las mujeres estaba mal, que era normal que fuera una etapa, pero no algo fijo.

—Te entiendo. Mi madre es demasiado a la antigua y me hizo sentir toda mi vida que algo andaba mal conmigo, que estaba fallada o que debía curarme.

Algo hizo clic en la cabeza de Lilian. Una alarma. Gema siempre se veía tan segura, y eso era por lo que principalmente le tenía recelo desde un inicio. No se esperaba esta confesión.

—¿Hace cuánto lo aceptaste?

—Cuando... no lo sé. —hizo una pausa—. Aun no se los dije a mis padres y no lo siento necesario. Pero hace un par de años después de mi viaje de egresados se lo conté a mi tía. Y ella definitivamente es todo lo bueno en el mundo. Gracias a ella pude animarme a hacer cosas aceptando que... ser lesbiana... es parte de mí. Y no es nada malo. Antes no podía ni pronunciar esa palabra ¿Puedes creerlo?

Lilian sintió una angustia que no podía explicar. La secundaria no estaba nada lejos para ella y siempre fingió que la herida que le dejó había cicatrizado. Aunque lo único que hacía era voltear la mirada a cada uno de sus problemas. Su familia no sabía lo que había pasado... y, aun así, respetaron que ella deje de ir al colegio.

—Yo...

Su voz se cortó y Gema lo recibió desde el otro lado. Tomó el teléfono con sus manos y lamentó que no haya manera de estar más cerca.

—¿Estás bien?

—Addison... —hizo una pausa. Al fin lo pronunciaba en voz alta—. Ella fue la que...

—Está bien si no quieres contarlo Lili.

No. No había motivo para esconder sus heridas. Gema era un lugar seguro.

—Es que... ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Ella era... solía ser muy dulce con todos y, también, conmigo. Hacíamos algunos trabajos prácticos... era muy linda.

Comenzó a llenar la mezcla en los moldes cuidando no pasarse. Solo le quedaba meterlo al horno después de eso. Si se concentraba en otra cosa, a su mente le costaría divagar y rebuscar recuerdos para torturarla.

—Un día dijo que se había mudado hacia el otro lado del colegio, entonces comenzamos a volver juntas a pie porque nos coincidía demasiado el camino. Era una mentirosa compulsiva. Caminaba veinte minutos en mi dirección y luego volvía en otros veinte. ¿Por qué ser tan constante en una mentira?

>> Ella sabía que yo sentía algo, o tal vez lo presentía. Había apostado que podría hacer que yo la bese por mi voluntad. Era algo en lo que toda el aula estaba metida y había mucho dinero según tengo entendido. Pero a ella no le hacía falta dinero, lo hizo porque... ese es el punto, aun no entiendo por qué querría hacerme tanto daño.

>> Todas esas veces que volvimos caminando le conté todo de mí. Era muy difícil sentir que pertenecía en mi casa, y le dije a ella cómo me sentía. Incluso cómo me sentía en el colegio. Ella sabía cómo iba a afectarme lo que hizo y nunca se detuvo. Dejó que me ilusione, que yo piense que algún día iba a poder tener una relación bonita con ella. Me hizo creer que ella sentía lo mismo.

>>La besé en la puerta de mi casa. Tenía miedo de que mis papás se enteren, pero aun así lo hice. Ella se despidió bien, y después de eso una foto de nosotras circulaba en el aula. No quiso dirigirme la palabra nunca más. Justo después me enteré que había ganado la apuesta. Nadie me molestaba físicamente, pero cada día me decían asquerosidades, me miraban con morbo. Me proponían tríos, y no podía darme más asco. A ella también la molestaban así, pero respondía con una sonrisa y haciendo bromas.

>>No sé si realmente era homofóbica, o solo estaba guardando apariencias. Unas semanas después ya no podía ni entrar al colegio. Les dije a mis papás que no quería ir. Pero no era solo eso, dejar de estudiar... sino que después de lo que pasó... Ella era la primera persona en la que había confiado. Me había costado encontrar amigos porque sabían que yo venía de Vlinder. Fueron casi tres meses que me acompañó cada día. Yo no hablaba con nadie más. Y ella...

—Fue una estúpida —interrumpió Gema, que no podía acercarse más a la cámara—. Fue cruel lo que te hizo y jugó con tus sentimientos.

—Después de eso —Se secó una lágrima que no sabía que tenía en su mejilla y continuó—: Es que... sabía que no era mi culpa, pero intenté besar a chicos para que no me gusten las chicas. Creí que eso solucionaría las cosas y solo empeoró... te grité a ti cuando me preguntaste si me gustaban las mujeres porque estaba tan molesta. Molesta con los que viven normalmente y se dedican a joderle la vida a los demás, molesta porque me di cuenta de que no me iba a servir de nada seguir negándolo. Molesta porque era verdad.

—Yo nunca te juzgaría y, tal vez, fui muy directa con algo que debí ir con cuidado. Pero no sabía cómo acercarme a ti. Lo siento mucho.

Lilian puso la bandeja en el horno para darle toda su atención a Gema. Tomó su celular y se sentó en el sofá.

—Ahora entiendo por qué casi no dejas que nadie te hable y eres realmente odiosa algunas veces... pero Lili, esas cosas horribles que te hicieron no están en todas las personas. No todos queremos hacerte cosas malas. Y no tienes por qué tratar mal a todos. —Acomodó su cabello hacia atrás por el calor—. No tienes por qué seguir dejando a los demás fuera. Tu familia te quiere mucho, Elena siempre me habla de ti, hasta yo siento que serás una gran amiga.

Amiga... ¿Por qué estaba llorando? Antes era tan difícil hacerlo, y ahora salía cada vez que hablaba con alguien. Gema estaba con ella. Melissa... también le había mostrado que estaba dispuesta a escucharla. Su madre... su padre... e Iván...

Tal vez ya era hora de sincerarse con ellos. Contarle todo lo que llevaba dentro y no se animaba a decir.

—Gracias por escucharme Gem.

—Lili... —La borrosa Gema hablaba del otro lado con un nudo en la garganta—. Gracias por abrirte conmigo.


Hola bellas personitas.

Un shot por cada vez que aparece la palabra Muffin en este capítulo. ><

Hice otro picrew, para mis otras bebés.

¿Alguien conoce alguna canción sobre Safe place o lugar seguro para agregarlo a este cap?

Aquí encontré una bonita que va con el cap.

https://youtu.be/Rh0OS7zsIqk

Le cambié el formato a los mensajes porque lo siento más dinámico para escribir, supongo que eso significa corregir los caps anteriores, pero esto siempre es un proceso. Este capítulo tiene muchos formatos distintos porque así anda mi cabeza por ahora XD.

Confieso que estuve los últimos meses inmersa en una depresión terrible. Y lo único que venía a mi mente cuando pensaba en escribir era ¿Cómo voy a hacer que Lilian y Melissa sigan adelante cuando ni yo puedo? ¿Cómo puedo sacarlas del peor pozo si yo tengo ganas de morir y no sé cómo salir de aquí? Fue un proceso largo, muchos días de despertar y dormir llorando, a veces enumerando cada cosa horrible que me pasó, y otras mi cerebro saboteándome para hacerme sentir fea en cada centímetro de mi piel y compararme con chicas de internet. Pues, aquí estoy ahora, no sé dónde, pero por lo menos encontré una solución temporal. Volví a cantar, volví a levantarme de la cama, volví a comer. La violencia del mundo, para cualquiera, animales, mujeres, asesinato, abuso, violaciones, etc. si recibo noticias de ese tipo ahora las enfrento con odio, rabia y ganas de escribir. De escribir y exponer todo lo malo del mundo, y contraponerlo en un mundo en dónde, tal vez, haya justicia. Así que más adelante vendrán cosas de ese tipo.

Leí el libro "Hecha de estrellas" que se los recomiendo. Para quien no lo sepa, sufrí abuso sexual cuando era niña y las secuelas son dolorosas. Y este libro me ayudo a encontrar la salida al pozo en dónde estaba. A descubrir que tengo que aferrarme a las personas que me quieren, así sean solo dos o tres.

Y sé que decirlo es más fácil que hacerlo. Pero personita si estás en una situación similar, te mando todo mi apoyo, hay que trabajar la mente para que no nos controle, antes de seguir teniendo pensamientos catastróficos orientarla hacia un recuerdo lindo o hacer algo que nos gusta, o ver cosas donde nos sentimos seguros y a salvo. Fue un proceso largo para mí. Pero estoy aquí, sigo viva. Y es posible estar despierta. Tienes todo mi apoyo.

Nos veremos más seguido.

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