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Título: “Pesadillas y futuro”.
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Entrando en la casa abrí mis ojos, no había soñado nada después de eso que me dijo Adonis simplemente todo estaba negro y había una rosa blanca iluminando mi alrededor pero eso fue todo... Abrí la puerta del auto y bajé inmediatamente, estoy cien por ciento segura de que mi madre desea una larga explicación y por eso me siento en el sofá de la sala; sí el de color verde... Este sofá me trae recuerdos de Adonis y aquella trágica tarde donde cometí mi primer asesinato. Bueno fueron varias muertes.
—Lara quiero toda la verdad. —Dijo mi madre con tono neutro al sentarse frente a mí y colocar su cartera marrón en el suelo a sus pies.
—Te diré todo... Pero no me mires extraño al final.
Comencé a jugar con mis manos mientras le contaba todo lo que había escrito en el diario, el pedazo de papel en el jardín, mis encuentros con Adonis, como él me dió el empuje para quemar el hotel y acabar con mi padre, le conté lo que Adonis hizo con Naila y para finalizar le mostré mi marca... Ella no la había notado ya que siempre ando con abrigos o camisas.
Su rostro ante cada una de mis anécdotas era de asombro, pánico y temor. Realmente metí la pata al contarle todo.
—Yo te lo advertí pero no haces caso Rosita. —Susurró la voz de Adonis a mi oído pero él no estaba por ninguna parte del salón.
—Lara, ¿sabes que todo lo que me has dicho parece sacado de un cuento paranormal verdad?. —Miré los ojos de mi madre y supe que ella solo estaba pensando en que estoy loca y que necesito un psiquiátrico.
—Mamá tú fuiste al festival, escuchaste a los narradores contando la leyenda... —Le dije antes de traquear uno de mis dedos gracias a los nervios.
—La leyenda es una leyenda; lo imaginario jamás se hace realidad Lara. —Contestó mi madre con molestia.
—Estas equivocada... Te estoy contando la verdad y simplemente no me apoyas ni buscas una solución para irnos de este pueblo. ¡Podemos morir mamá!. —Le grité con paranoia antes de irme corriendo a mi habitación y dejándola sola.
Cerré la puerta con seguro y me lancé a mi cama donde estaba Oslo, mi compañero canino ha actuado muy raro estos días y realmente no lo culpó... Los animales pueden ver fantasmas o eso leí en la internet hace un tiempo en un libro de relatos oscuros, misteriosos y bellos. ¿Será cierto que los animales sienten lo paranormal?.
—¡Lara abre la puerta!. —Gritó mi madre desde el otro lado mientras la golpeaba.
Oslo se bajó de mi cama y empezó a arañar la puerta, yo solté un bufido y dije:
—Lo siento Oslo pero no saldremos de mi habitación hasta que mamá dejé de molestar.
—¿Qué vas a hacer cuándo tu madre deje de molestarte?, ¿escapar?. —Preguntó irónicamente Adonis mientras hacía comillas con sus dedos al mencionar la palabra “molestar”.
—Quiero estar sola... No te quiero cerca de mí ni de mi familia. —Dije con la voz lo más seria posible.
—Desgraciadamente ese es el único de tus deseos que no puedo cumplir Rosita; no puedo dejarte sola porque ya tú me perteneces a mí. —Contestó él con una sonrisa coqueta.
—¿De qué estás hablando?. —Inquirí con mis manos echas puños.
Oslo comenzó a ladrar con molestia.
—Que ganas tengo de que ese saco de pulgas desaparezca la verdad. —Comentó Adonis a lo cual yo corrí hacia Oslo y lo cargué en mis brazos con temor.
—¡No menciones a Oslo de esa forma!. —Grité molesta.
—Shhh tu mamá podrá subir y preocuparse, ahí entonces sí llamará a un psiquiátrico para que te internen. Y por cierto, ya quemaste un hotel no creo que quieras quemar un psiquiátrico también para agregarlo a tu lista de crímines. —Dijo él irónicamente al colocar un dedo suyo sobre mis labios.
Oslo tenía su corazón acelerado y saltó de mis brazos para irse corriendo a mi clóset.
—¡No me toques!. —Volví a gritar.
Adonis negó con su cabeza y dió un paso atrás para terminar desapareciendo y a los segundos mi mamá abrió la puerta.
—Escuché gritos... —Comenzó a decir mi mamá pero fue interrumpida por Oslo que salió corriendo de mi habitación como una bala.
Me quedé en silencio asimilando lo que Adonis me había dicho, probablemente Oslo muera y sí se cumpla ese sueño que tuve donde yo era la asesina... Pero, ¿por qué yo mataría al único qué me acompaña día, tarde y noche?.
—Me preocupas Lara. —Dijo mi madre con la voz temblorosa. —Hablé con la doctora Emma para que ella te dé terapias en las tardes allá en el hospital.
Miré a mi madre con molestia, no quiero ir a un psicólogo y menos andar rondando por el hospital... Esos sitios me traen recuerdos malos y me provocan escalofríos.
—No necesito ayuda. —Contesté intentando sonar convincente.
—No me interesa lo que necesites o no, irás a terapia y si no lo haces me veré obligada a enviarte a un centro de rehabilitación. —Sentenció mi madre antes de irse y cerrar la puerta con un portazo.
Un suspiro se escapó de mis labios y decidí tumbarme en la cama, lágrimas bajan por mis mejillas y afuera caen gotas de agua contra el cristal de mi ventana.
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Pasos lentos, una niña peliengra corre por unos pasillos con un vestido rojo y en sus manos lleva un perro de peluche color marrón.
Mis pies se mueven y bajo las escaleras; es una casa extraña, rodeada de bosques de pinos altos y nieve fuera en el patio... Las paredes tienen recuadros de una familia peculiar. Algo capta mi atención los padres son rubios y los jóvenes de la familia son pelinegros... Observo sus rostros e inmediatamente los reconozco son Adonis y su hermana pequeña.
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—Adonis, ¿puedo dormir contigo?. —Preguntó la niña; ahora vestía un pijama y en su mano estaba el peluche... Al parecer no lo deja libre.
—Claro Ross, ven. —Dijo Adonis quien aparenta tener diecisiete años, él viste una camisa blanca y un pantalón holgado. En sus manos tiene un cuaderno; ¡el diario!. —¿Qué pesadilla fue?.
—La de siempre... —Susurró la niña al temblar y abrazar a su hermano mayor.
Adonis le besó la cabeza y acarició su cabello después de cerrar su diario.
—Yo jamás te haría daño Ross. —Susurró Adonis.
—Lo sé pero mi sueño es muy real... Tú me...
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Mis ojos se abrieron de par en par, abrí la gaveta de mi mesita de noche y busqué el diario... Ya no estaba.
Me levanté de la cama y me asomé por la ventana, dejó de llover y había fuego en el patio cerca de los tulipanes que recientemente habían sido plantados.
Abrí la puerta de mi habitación y corrí afuera, mi mamá igual lo hizo. Al llegar ahí apagamos el fuego rápidamente.
El lodo se apoderó de nuestros pijamas y Oslo a nuestros pies olfateaba el aire.
—¿Cómo pasó esto?. —Preguntó mi madre quien tenía el cubo de agua en sus manos antes de darse la espalda para irse la casa murmurando cosas.
Yo me agaché en el suelo y encontré un trozo de papel del diario...
“Lara...”
Eso decía ese pedazo de papel y como un polvo soplado desapareció entre mis manos.
¿Qué es esto?, ¿una amenaza?... ¿O realmente estoy loca y me estoy imaginando cosas?.
Fin del capítulo.
N/A: ¿Cada vez más se pone confuso el ambiente en éste libro verdad?... Tranquilos falta un poco para que empiece a caer la verdad juju, y créanme habrán sorprendidos con todo lo que se viene en los próximos capítulos... ¡Así que atentos!.
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