¡Extra!
Título: "Susurros".
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No sé en que momento entramos en una habitación desconocida, había polvo y oscuridad que se hacía tenue con la luz de varias velas rojas que habían en el suelo. Cerca de una ventana había un colchón blanco con pétalos rojos casi negros encima y una carta yacía encima de una silla de madera que se encontraba cerca del colchón.
—¿Estaba todo planeado?. —Pregunté al fantasma que tenía sus manos sobre mi cintura.
—Quizás, es el ático de la casa... Ross me ayudó a planear todo. —Susurró para después depositar besos sobre mi cuello.
—Quiero la verdad. —Dije al cerrar mis ojos y echar mi cabeza hacia atrás para continuar disfrutando de los besos que me daba Adonis sin prestarle atención al nombre que dijo.
—¿Te gustaría saber en susurros toda la verdad?. —Preguntó él a lo que yo asentí.
Sus manos acariciaban de forma lenta mi cintura mientras susurraba unas palabras en un idioma extraño, era similar al idioma que pronunciaba Isabel cuando estaba durmiendo a Gina... ¿Estará haciendo un rito satánico o algo parecido?.
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Pov' Adonis.
Lara se giró de frente a mí y sus ojos comenzaron a escanear cada centímetro de mi rostro con una frescura tan inusual en ella que me dejaron magnificado. Acaricié suavemente sus labios con mi dedo índice, tal parecía que la tocaba como a un pétalo de una flor casi marchita. Ella soltaba suspiros que la dejaban extasiada y ni siquiera estábamos haciendo algo tan íntimo como para que estuviera tan agitada.
—Para contarte todo necesito confiar en tí. —Le dije después de quitarle suavemente su abrigo gris, pude apreciar su sostén de encaje rosado... Un maravilloso contraste con la furia rojiza oscura de su cabello.
—¿Qué necesitas mi fantasmita, un ritual con sangre o un hechizo de mortífagos cómo en las películas de "Harry Potter". —Inquirió ella de forma divertida al quitar rápidamente mi camisa azul celeste y lanzarla al suelo.
No sé ni cuáles son esas películas aunque creo que son aquellas de donde salió ese patético apodo que ella le había puesto a mi diario. Lara sonría de una forma tan magnífica que me recordaba a esa belleza de mirada que cargaba el día que incendió el hotel donde se hospedaba el medio hombre de su padre y la impura de su madrastra.
Lara se veía frágil pero sinceramente era una pura dinamita que era fácil de encender. ¿Desean mi sinceridad?, hacía años que no sentía el calor humano... Rosita me ha regresado tantas cosas que para mí estaban extintas que ahora creo que empiezo a ser felíz.
—No deberías distraerte en sentimientos mundanos hermano. —Susurró la vocecita de mi hermana Rossalie desde mi cabeza; ambos tenemos un plan y no podemos quedarnos a medias a pesar de lo que siento.
—¿Estarías dispuesta a darme una gota de tu sangre?. —Le pregunté y Lara asintió.
Caminé hacia una mesa que está técnicamente rota y saqué una daga algo oxidada pero que aún tiene filo, hice un suave corte en su palma y la sangre roja cayó sobre mi piel pálida como la nieve del estado que me vió nacer.
—Est malitia perfecta; promissio confusa domini. —Susurré en las palabras de la biblia satánica... Traducida de forma simple o mortal sería. «Es la perfecta malicia; la promesa confusa del señor.»
Ella sonrío antes de besarme los labios con una desesperación tan extraña pero que me hizo completamente felíz. Mis manos sujetaron su cintura, las suyas se apoyaron en mis hombros y nuestros pies caminaron hacia el colchón que había en el suelo. Besos, caricias, su cabello rozando mi rostro mientras descendía de su cuello hacia sus senos ocultos aún por su sostén.
Lara era majestuosa, tan divina como aquellas flores que tienen agua que se encuentran en el desierto.
Después de levantar la cabeza y enderezarme mis manos fueron a parar a su sostén y mis dientes mordieron su cuello, tenía hambre... Un hambre tan insaciable de ella que capaz y nunca lograría calmar. Lara se volvió mi adicción desde que la ví entrando en la casa acompañada de ese perro pekinés.
Pov' Lara.
Sentir las manos de Adonis acariciando mi espalda y sus dientes clavándose en mi piel me provocaban sensaciones tan inexplicables. Su lengua recorriendo mi clavícula, sus ojos cerrados disfrutando del deleite y su abdomen desnudo rozando el mío...
No sé en que momento tomé el control de la situación, ahora soy yo la que está sentada sobre él, una sonrisa quizás maliciosa adorna mis labios mientras bajo lentamente hacia su rostro para besarlo. Sus manos aprietan levemente mi trasero, mi cabello rojizo se vuelve el mayor contraste contra su piel pálida como la nieve de Alaska. Un gemido se escapa de mis labios cuando sus dientes me muerden y el sabor de la sangre me invade... Todo sucedía de forma lenta pero los movimientos eran bruscos; muevo mi cintura en círculos o eso intento hacer porque jamás he estado con alguien y provoco una carcajada en él.
—La primera vez que maté algo... Fue con cuatro años... Y fue... —Sus manos fueron a parar al botón de mi pantalón y lo abrió con rapidez. —Al perro pekinés de mi hermana.
Me quedé estética por unos segundos y de repente volví a estar bajo de él, sus manos sujetaban las mías y no sé de qué forma mi pantalón se desvaneció.
—¿Sabes por qué odio a ese saco de pulgas qué traes?. —Preguntó él y yo negué cuando sus labios besaron brevemente los míos. —Porque es idéntico al que tenía mi hermana, y eso me molesta... No me gustan los perros aunque por tí me aguanto las ganas que le traigo de matarlo.
La probabilidad de que mis ojos muestren molestia es alta, pero créanme la molestia se me fue cuando sentí como él se deshacía de su pantalón y bóxer... Ahora sentía arrepentimiento y ganas de salir corriendo.
—Mi hermana me tenía miedo de niña... Se la pasaba soñando con que yo la mataba... —Soltó una carcajada mientras con una mano acariciaba su miembro y con la otra aguantaba las mías, al parecer él comprendía mi expresión de molestia y presentía que yo lo golpearía. —Y vaya que tuvo razón Rosita. —Dijo y entró en mi interior.
Unas lágrimas rondaron por mis mejillas, me dolía y no, no me refiero a dolor físico sino a un dolor mental muy fuerte. Justo ahora acabo de recordar a mi padre, él siempre decía:
"Idealizar a alguien es condenarlo a decepcionarte".
Justo ahora sentía la más grande de las decepciones por Adonis, me lamento muchísimo por haber decidido dar este paso que es tan patético...
—La maté con veneno para ratas, le hice una sopa y bueno ella simplemente sonrío al comerlo... Sabía que la mataría. —Decía él mientras se movía con un vaivén dentro de mí. —Ross era una niña mala, merecía muchos castigos aunque ella disfrutaba cada uno de ellos... Recuerdo que me pedía cosas como cortes o golpizas cada vez que me hacía enfurecer.
Seguía llorando aunque mi cuerpo me traicionaba soltando gemidos y espamos de placer, Adonis era un monstruo cruel.
—Maga, a esa niña chismosa tuve que asesinarla para que no hubieran testigos, ahí fue cuando ví el fantasma de mi hermana por primera vez... ¿Alguna vez te conté qué estoy maldito?. —Inquirió él aunque su habladuría se vió interrumpida por un gemido ronco, su mano libre apretujaba duramente uno de mis senos y yo continuaba llorando debajo de él.
Adonis nunca fue bueno, jamás tuve que seguir hablando con él ni con el diario... Había cometido muchos errores pero el principal sin duda alguna fue el no irme de aquí cuando las advertencias comenzaron a llegar a mí.
—El hombre que asesiné antes de Maga era un imbécil, lo hice por diversión, no necesitamos borrachos violadores en nuestras vidas como lo era esa cucaracha. —Explicó él al sacar su miembro de mi interior y expulsar su líquido blanquesino mientras gemidos raros se adueñaban de él.
Asco, eso sentía.
Una repugnancia tan amplia por cada uno de mis momentos junto a Adonis; pena por todo lo que hice bajo su control porque sí... Adonis o algo me estuvo manipulando cada vez que maté, lo sé y siempre lo supe pero jamás lo quise admitir.
—Sé que sabes casi todo, Ross conoce al fantasma de Maga y sabe que hoy habló contigo y te contó... Rosita nuestra historia hubiese sido tan linda contigo matando por mí, pero no, preferiste ir en contra de tu destino... Ahora es cuando me pregunto si debería matarte. —Susurró él al acariciar mi rostro con uno de sus dedos.
Seguía llorando de impotencia mientras miraba sus ojos vacíos como su corazón.
—¿No me vas a preguntar cómo siempre haces?. —Inquirió él al tumbarse a mi lado.
No podía moverme aunque deseaba salir corriendo.
—Ross decía desde un principio que serías igual de patética que las demás, pero resultaste ser muy hábil... ¿Cómo una pequeña y depresiva chica lograría asesinar a sangre fría a su padre, madrastra y además a varias personas?. —Decía él pero yo no lo escuchaba.
Mis ojos se estaban cerrando, mi cuerpo dolía y sentía la parte del colchón mojada... Probablemente sea mi sangre.
—Que lástima que te estes marchitando Rosita. —Susurró él y desde ese momento todo se oscureció.
El pozo vacío al que había caído era húmedo, sentía dolor y frío. ¿Esto era el infierno?, quizás el infierno no es caliente como lo pintan en la biblia...
Fin del capítulo.
N/A: Si les digo algo, me costó mucho hacer de forma fina, brevemente romántica y violenta la interacción sexual entre Adonis y Lara porque no pensaba poner esto en el libro pero me era necesario para revelar lo que se viene más adelante... ¡Estamos llegando a la recta final!.
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