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Capitulo 5 :El día de Ryû y el corto tiempo .

Como sabéis me llamo Ryû (Dragón) de apellido Niviangua ("pequeña hoja de árbol"), viene por parte de mi madre, que es quien me cuidó y me trajo a estás tierras desde muy lejos. Tengo el pelo rubio y un ojo castaño.

Prosigo con mi día, ya sabéis algo de mi. Después de que la reina se fuera, tanto yo como ninguno del consejo estaba de acuerdo. Me molestaba esa idea ¿casarla?, es absurdo. Mientras que estaba suspirando, todo el consejo se me acercó.

Ryû vió las caras de todos, sabía que ninguno estaba de acuerdo.

—Hay que buscar una solución, cual sea... —uno de los consejeros más antiguos habló hasta que otro prosiguió.

—La reina se ha vuelto loca... —hablando muy bajito para que nadie lo escuchara a excepción de los que estaban presentes en aquella sala.

Tras una votación rápida, todos y cada uno de los del consejo, levantaron las manos a favor de la opción de que harían cualquier cosa e incluso secuestrarla para que no se casara.

Ryû veía en todos aquellos ojos lo que pasó hace doce años, les mató a todos perder primero al rey y luego aquella catástrofe. Estaba de acuerdo con todos ellos, ordenó que descansaran, que el iba a buscar una solución. Pensando que podrían hacer, habían elegido que preferirían una guerra a que se casara la princesa.

Sin darse cuenta se dirigió hacia el gran jardín, pero se paró justo en el lugar en el que el rey y él iban después de una reunión con el consejo real, para hablar de asuntos familiares de amigo a amigo, en vez del rey hacia la Mano.

Se sentó en aquel banco de mármol, que estaba debajo de aquel gran cerezo que ha estado aquí incluso antes de construirse el palacio. Pero justo debajo del cerezo había una lápida con la inscripción de:

"Gracias a nuestro querido Rey de fuego, por darnos esta paz, reina e hijos." Este notaba que no estaba muerto, lo notaba al igual que él mismo estaba vivo.

Cavilaba por qué la reina es así y por qué ha ido a peor, no piensa que esa no debería ser la única solución. Dejó de pensar un momento por que escuchó unas pisadas, se escondió para saber quien lo había seguido.

- Sé que en este lugar te juntabas con el rey, pero no de rey a mano sino de amigo a amigo.

Ryû se mostró, sabía quien era, pero no sabía por qué sabia el lugar, menos aún por qué estaba allí y sin más la escuchó hablar.

—La reina no ha tomado la decisión acertada y todo el mundo lo sabe, pero la crió para esto.

Parado sin decir nada, solamente la miraba como lo decía ¿triste?

—Jamás te he visto así, ¿Acaso te importa?, si no te importó lo de hace doce años, menos aún te importará lo de ahora —estaba un poco molesto no entendiendo el por qué.

—Eso no es verdad lo de ahora y lo de hace doce años me duele. He rezado desde que desapareció el rey. No debería haber pasado esto, es que no es la solución ni lo que pasó hace doce años.

Viendo como Mina se alteraba dió por hecho que era verdad lo que decía, no había pizca de mentira.

Y sin poder creérselo, aunque no notara que mintiera escuchó.

—¿Hay algún plan? —sin mirarlo lo dijo como si hablara con el viento a susurros.

Ryû contesto simple, no sabía que hacer el consejo, pero que no debería casarse.

Esta asintiendo no podía decir que quería ayudar. Mina estaba contando que la reina estaba sonriendo y tomando alcohol, desde que su rey partió a la guerra fue su ultima vez. Prosiguió, contó como estaba Akira, Rokudo y Kina.

No iban a permitir que su hija se casara, no sabían como, pero lo averiguarían.

A Ryû se le ocurrió una idea, pero sin querer meter a Mina, sabiendo que era la mano de la reina. No confiaba mucho y más si estaba aquí. Ryû escribió en una carta y la selló.

Mina sin comprenderlo, le dijo que se lo entregará a la princesa Kina y al príncipe Rokudo cuando acabara todo lo que le ordenó la reina.

Él dijo que tenía muchas cosas que hacer y si le disculpaba.

Ryû se lo recalcó a Mina, que después de que hiciera sus cosas se lo diera a la princesa Kina y al príncipe Rokudo y que ella no lo leyera.

No le dijo que le dijera que era suyo, bueno da igual si ella no quería meterse, jamás se lo daría. Este sin importarle, se le ocurrió una idea.

Llamó a su fiel halcón Shin ("fé"), siempre ha tenido este halcón, le salvó su vida en la guerra.

Ryû le puso un pequeño pergamino en rollado en su pata.

—Llévalo al "Reino de la luz", dáselo a la Reina Laura, ella sabrá el por qué.

Largas horas después de hacerse de noche, pronto sería la hora acordada para ver a la princesa Kina y Rokudo, tanto si le entregaba la carta como si no. Pero sabía con certeza que la habían abierto ellos.

Volvió al jardín apresurado sin que nadie lo viera y se arrodilló, mirando la lápida y aquella descripción que tenía que poner y"amigos".

Pero dejando eso aparte suspiró, hablando en voz baja como si estuviera su rey, gran amigo y que le pudiera escuchar.

- Nos negamos a que se case Akira y tu también lo harías, preferirías volver a luchar que casarla.

Sintió una sensación como si le estuviera contestando, no sabía donde estaba, pero sentía que estaba vivo. Se levanto para ir a su destino, pero no lo pudo creer, la Reina Laura le había contestado.

Ryû convencido, iba hablar, pero le cortaron.

—Hola Ryû, cuanto tiempo sin verte, viejo amigo —abrazándole y este correspondiéndole también.

Este llamándole por su puesto y apellido:

—"General Taisho", sí cuanto tiempo sin verte.

El general Taisho le dijo que hablarle solamente por su nombre estaba bien, vino a ayudar. Sabía que los reinos restantes se habían reunido. Se dirigieron a la habitación de la princesa Kina y el príncipe Rokudo para hablar mas detalladamente.

Bastante horas después, cuando por fin creía que podía sacar a la princesa Akira, ni siquiera los otros reinos sabían que hacer, pero dió tres opciones.

Aún así, Ryû iba a seguir adelante para sacarla de allí. Pensando todo esto, iba agarrado por dos soldados pidiéndoles perdón por llevarlo a las mazmorras. A él le daba igual, soló quería una solución hasta que llegó a las mazmorras y lo metieron en una celda.

Ryû seguía pensando, hasta que escuchó a los demás guardias decir que la princesa Kina y el príncipe Rokudo habían golpeado a sus guardias para que no entrar en su habitación. Eso significaba que querían por todos los medios que recapacitara la reina. Sabiendo eso, les dijo a sus guardias que en vez de quedarse, fueran a ayudar a los demás, que el no se iría cuando volvieran.

Los dos guardias se miraban y asintiendo fueron corriendo a buscar a la princesa Kina y al príncipe Rokudo.

Ryû solo utilizó su telepatía para llamar a su halcón. Shin apareció en la pequeña salida de barrotes, mirándolo atentamente le dijo qué necesitaba.

El pequeño escuchó atentamente, levantando su vuelo se dirigió al bosque.

Después de unos minutos, vino su fiel Shin haciendose a un lado, para que una pequeña criatura voladora entrara por lo barrotes mirando a Ryû. Este se acercó un poco diciendo que bienvenida.

Y antes de poder acabar.

—Dejaló solo dí mi nombre, te escuchare por que soy amiga de Shin, pero ya está, no te debemos nada ni a ti ni a este reino.

Sabiendo la situación, dijo su nombre y le contó todo lo que pasaba. Aki un hada del"Bosque de las Aladas del Sol", contestó que le daba igual lo que la reina ordenara hacia su nieta y lo que pueda pasar con el reino. Dejando así su tono con dejadez, le dijo adiós.

Pero Ryû sabiendo eso, lo intento de nuevo, pero esta vez máss seguro diciendo tres palabras:

—Doce años atrás...

Aki volteó sus alas como si no quisiera escuchar, dijo que fue culpa de la reina y de su venganza.

Este haciendo hincapié en que volvía hacer lo mismo.

La pequeña hada Aki comprendió que quería decir, dándose cuenta que lo sabía.

Esta le miró pestañeando varias veces, para que varias hojas otoñales salieran del viento que entraba entre los barrotes. Charlaron unos minutos mas y se fue dejando aquellas hojas para que se lo pudiera dar a la princesa Akira.

Aki no le aseguró su ayuda propia, pero tal vez de otros seres. Si descubrían que ayudaba, podría ser el fin del ultimo plan.

Ryû le contó las tres opciones, esta no dijo cual era la mejor, pero si que le diera tiempo. Tiempo era de lo poco que disponía, dejó de cavilar en sus pensamientos cuando vió entrando a Mina sin creérselo y el castigo impuesto de diez azotes.

Una vez metida esta dos celdas más allá de la suya, veía como agachaba la cabeza mientras que los soldados pedían perdón. Ninguno de ellos imaginó que le diera ese castigo a ella, pero menos aún cuando tuvieron que meter a la princesa Akira en la celda de entre medio de ambos.

Los soldados no sabían que hacer, cumplieron la orden de la reina, pero se les veía asustados, jamás en sus sueños hubieran pensado en meter a la princesa Akira en una celda.

Los guardias le dijeron a la princesa, que mañana le darían la ropa de campesina y lo peor era que tenía que ver los azotes.

Les dió las buenas noches a todos, no sin antes dejarles cuencos de agua y más a la princesa.

Ryû notó que hacía fresco y que ni Mina ni Akira tenían nada. Recordando lo que le dijo Aki, debía saber que iba a pasar esto, por lo que le dejó las hojas.

Solo con pensarlo, las dos de las tres hojas otoñales naranjas, volaron hacia Akira y Mina. Estas se expandieron para taparse como una manta.

Miró hacía el suelo el suyo también lo acarició y no parecía una hoja normal era aterciopelada muy suave y caliente.

Viendo que nadie quería hablar por las situaciones dijo buenas noches a ambas y que buscaría una solución como fuera. Una vez que terminó aquellas palabras se echó encima de aquella paja seca, que quitaba parte del frió del cemento y se tapó con la hoja. Lo último que pensó fue que salvaría a la princesa Akira, como no pudo a su rey y amigo que pensaría lo mismo. Cerrando sus ojos, uno castaño y otro blanco.

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