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💫 Capítulo 9: Equivalente 💫

La lluvia caía a cántaros, cosa que no parecía importarle a los humanos que transitaban las calles. Incluso si a estos les costaba reparar en su presencia, nada impedía que sintiesen frío cuando pasaba cerca de alguno. Arte se reía al notar por el rabillo del ojo como temblaban y apresuraban el paso.

—¿Molestar humanos es una de tus diversiones nocturnas? Tengo entendido que no eres un demonio —un hombre que aparentaba veinte años, o más, se colocó junto a él.

Arte se mordió la lengua, así evitaba maldecir por lo bajo.

—Métete en tus propios asuntos, Daniel, hoy no estoy para juegos.

El mencionado se río de manera perversa.
—Tampoco lo estaría en tu estado, parece que te vas a desmayar pronto. ¿Quieres...?

—No quiero tu energía, gracias —Arte le sonrió con falsedad.

Daniel le palmeó el hombro mientras le decía que era gracioso. Llegaron juntos a un callejón, se detuvieron frente a la pared de ladrillos. Una miserable luz, proveniente de la casa contigua, era la única iluminación disponible.

—Al jefe le gustan las entradas dramáticas —Daniel se apoyó en la pared, se echó el cabello rubio casi castaño hacia atrás —Puedes darte una siesta o podemos entretenernos de otra forma, te dejo decidir esta vez.

Arte rodó los ojos, el demonio buscaba contacto físico, que se fuesen juntos de fiesta o cualquier cosa que se le ocurriese. Aunque a diferencia de los humanos, los demonios no le desagradaban del todo no se hallaba de humor para nada. Se apoyó en la pared, quedo así cara a cara con Daniel.

—Elijo la siesta entonces.

Daniel se encogió de hombros, Arte le susurró un dulce sueños cuando se cruzó de brazos y cerró los ojos. Fingió dormir por unos instantes, tiempo suficiente para que el demonio se acercara para darle un beso en la frente.

—Está claro que la has cagado en tu misión pero, resulta que me caes bien.

Arte abrió los ojos y resopló, la energía del demonio le provocó una punzada tras otra. Los ladrillos de la pared frente a ellos se movieron para formar una gran ranura y revelaron el portal. La conocida presencia que inspiraba temor, abrumaba e instaba a la ira le impidió articular palabra.

—Bienvenido, príncipe. He escoltado al teluren como lo pidió.

Los ojos oscuros del príncipe brillaban con malicia, la arrogante mirada que le dedicó a Arte le recordaba el trato que hiciera antaño. Con tal de salvar de su propia necedad al humano por el que reunía historias, aceptó cargar con parte de la energía oscura que recibía de los demonios.

—Sabes que has fallado, ¿verdad?

Arte asintió con la cabeza, que la misión de su vida ahora fuese el servir a los intereses de un demonio le causaba risa. Fue ingenuo al pensar que ayudaría así a su zerian.

—Hice todo lo que dijiste pero sé que jamás será suficiente. La deuda que el humano tiene contigo seguirá allí cuando muera.

El príncipe le sonrío, Arte hizo lo mismo mas luego se transformó en energía. En esa forma se trasladó hasta el portal y entró, sabía que ambos demonios le seguirían. Al recobrar el aspecto anterior, echó un rápido vistazo a la suite del hotel en busca del humano. Cortinas moradas cubrían las ventanas por lo que apenas había iluminación, no obstante, no le costó hallarlo.

Cerca de una ventana y sentado en un banco, el humano completaba un cuadro del príncipe. Tenía la mirada perdida, movía de manera automática el pincel. Arte se aproximó, le agarró el brazo para impedir que siguiese.

—¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?

El humano forcejeaba para continuar con la obra, no le dijo ni una palabra. Arte sonrío, tornó más fuerte el agarre al brazo que tenía el pincel.

—Tengo la respuesta que necesitaba.

Trasformó su energía en cadenas oscuras, estas le rodearon los brazos para llegar hasta el humano. Pese a que sintió la presencia del príncipe demonio y de Daniel no se detuvo.

—¡¿Eres imbécil?! —Daniel alzó la voz mientras iba al encuentro de Arte —¡¿No sabes lo que pasará si le devuelves toda esa energía de golpe?!

La habitación se llenó de sombras que salieron del cuerpo del príncipe y le impidieron el paso a Daniel.

—Arte busca romper un contrato que nunca fue suyo, disfrutemos del espectáculo.

Arte río a carcajadas, tuvo la sensación de que algo se rompía en su interior y tal cosa le provocó tristeza. No le dio importancia a las punzadas de dolor que buscaban paralizarle. Momentos después se alejó del humano, contempló como se desplomaba en el suelo cual muñeca rota.

—Está hecho pero sé que me pedirás un último favor —Arte extendió los brazos, todos los tatuajes que tenía desaparecieron —Adelante, sé que no descansarás hasta que esa humana que he atormentado muera. Su madre cometió el error de escapar de tu control.

Una mano de sombra salió del príncipe, rodeó el cuello de Arte y lo levantó del suelo. Por el rabillo del ojo, notó que Daniel apretaba los puños mientras miraba al suelo.

—No puedo perdonar que una sombra, la cual no debe poseer mentalidad propia, aspire la libertad.

Aquellas palabras fueron las últimas que Arte escuchó, antes de que se sumergiera en la oscuridad. Ceder el control de su cuerpo, lo condenaría a vivir como un mero espectador. Sin embargo, ¿qué importaba? Con toda probabilidad, Al Moren y otros guardianes le buscarían. Daría inicio a la batalla que acabaría con su lamentable existencia.

Cuando la marioneta en la que se convirtió abandonó la suite del hotel para regresar al callejón de antes, los guardianes le esperaban. Se río a carcajadas, con un giro de las manos creó un camino de esquirlas que fue hacia ellos. Estos se dispersaron, momento en que Daniel aprovechó para aspirar aire e inspirar una niebla rojiza. Esta no solo les permitiría abrir un portal a donde quisieran, sino que además era capaz de despertar furia en cualquier ser. No obstante, los guardianes tendían a ser tranquilos en demasía.

—Comencemos la cacería, príncipe.

Un portal como el de callejón se originó ante ellos, Arte comentó de forma mental que no tenían mucho tiempo. El príncipe sonrío en respuesta, el teluren oscuro sabía que lo próximo que diría sería un especie de insulto.

—Te recordaré como un buen sirviente, Arte.


💫💫💫

Mientras que Amelis se sumergió en los recuerdos del teluren, este último se concentró en el intercambio de energía que sucedía entre ellos. El corazón de la humana latía a toda velocidad, la piel le resplandecía cada vez que unían y separaban los labios.

—Hace mucho tiempo que besé a alguien sin embargo, no recuerdo que se sienta así —Amelis respiró de manera entrecortada —Tan hipnotizante y magnético, ¡Dios! El cuerpo me arde y a la vez tengo frío.

El ser sin nombre le sonrío.

—Soy en realidad un ser de energía, Amelis.

—Lo he visto, no posees un cuerpo como el mío y eso explica muchas cosas —la voz de la humana adquirió un tono alegre —Mi padre es biólogo, si descubriera a un ser como tú, se volvería loco y no pararía de hacer preguntas. A él le encantaba hablar de su trabajo y...

El semblante de Amelis se tornó triste, el teluren entrelazó los dedos con los suyos.

—Lo extrañas, como a toda tu familia.

La humana se sentó en el suelo frente a la tumba, el teluren le hizo compañía.

—Elegí huir de mis problemas porque era más fácil refugiarse en los sueños —Amelis le apoyó la cabeza en el hombro —Por años, viví con la mentalidad de que cada día era un suplicio, lloré en silencio y oculté lo que me carcomía por dentro.

—Olvidaste que tu familia nunca te iba a abandonar. Siempre estarían allí para apoyarte en cualquier problema.

—Como cualquier familia discutimos, el carácter de mi madre es fuerte y el de mi hermana igual. ¡Dios! La arrogancia de Claudia me enfada muchísimo, pero siempre estaba ahí para enfrentarse a todo el que se burlara de mí.

—Ella te cantaba, cuando tus días eran tan malos que sonreír con falsedad te costaba.

La voz le tembló a Amelis e incluso suspiró con pesar.

—Ahora, lamento el hecho de que no estaré para ella. La voz de mi hermana es tan fuerte como bonita, le espera un futuro brillante en el que poco a poco me desvaneceré.

Antes de que el teluren pudiese responder, El libro del alma se manifestó y otra vez, oyó su voz provenir de el.

—El significado de lo efímero ha sido revelado, tal palabra será reemplazada por un recuerdo.

En el libro apareció la imagen del instante en que vivían, la cual poco después se transformo en letras doradas. La humana miró todo aquello con curiosidad, para ella, todo lo sucedido era extraño e impresionante.

—Sin duda, tu vida no es nada aburrida.

El ser sin nombre se río, luego se levantó y le ofreció la mano.

—Sé que has tomado una decisión, Amelis, salgamos de esta dimensión espiritual.

La humana se levantó por sí misma, acto seguido le rodeó el brazo. Ella pidió que usaran el espejo pues antes de regresar a su cuerpo, quería visitar un lugar. Cuando el teluren lo invocó, ellos atravesaron el cristal tomados de la mano. Un parque que abarcaba toda una calle les daba la bienvenida, este se dividía en secciones. Los bancos eran de piedra, árboles e incluso arbustos se hallaban a ambos lados del camino de cemento.

—Este lugar se llama Parque G —Amelis se alejó unos pasos, se río emocionada mientras daba una vuelta —Mira, estamos cerca del restaurante...

Una explosión se escuchó cerca. Amelis retrocedió, el teluren la jaló hacia donde estaba. El suelo alrededor de ambos empezó a agrietarse, el cielo nocturno se tornó rojo. Pesados pasos se escuchaban cerca, le hacían compañía risas de burla.

—¿Qué sucede? —Amelis tragó saliva —¿Es esto otra pesadilla?

El ser sin nombre negó con la cabeza, concentró la energía que le recorría el cuerpo en las manos. En la lejanía, vislumbró una silueta que pronto se hizo visible y apareció frente a ellos. Resultó ser Arte que, a diferencia del combate anterior, parecía menos enfermizo.

—Al fin nos encontramos, hija de la sombra —la voz de Arte parecía más profunda, el aura ya no causaba el frío característico —Tu muerte es lo único que pagará el pecado de tu madre.

La humana retrocedió, miraba al teluren oscuro con una mezcla de temor y curiosidad. Abrió la boca para formular las preguntas que tenía, no obstante, la aparición de las sombras que tanta miseria le provocaron la hicieron cerrarla.

—No tengas miedo —El ser sin nombre originó dos ondas de poder, que alejaron a la sombras e hicieron reír a Arte —Nunca te dejaré ir, Amelis.

Ella asintió con la cabeza mientras sonreía, se juró que regresaría junto a su familia y por ello no podía morir. La espada que le viese en la mente apareció en sus manos, el teluren traspasó un poco de energía al tocarla.

—Volveremos sanos y salvos —la humana adoptó una posición de combate, que con toda seguridad vio en alguna película.

A una orden de Arte las sombras se fusionaron, le dieron origen a una sombra gigante que hacía temblar el suelo con cada paso.

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