🌙Capítulo 5: Objetivo: no quemar la cocina🌙
Vale, al fin ha llegado el día de utilizar las técnicas de cocina que mi mejor amigo me enseñó en su día. Solo espero que eso no conlleve a una receta secreta llamado "Llamar al 112 y pedir veinte bomberos a apagar nuestro fuego". Si hubiera tal solo fuego, que sea de la llama del amor, ¿no?
Vale, eso me ha quedado muy cursi que hasta a mí me han dado náuseas, pero no puedo evitar bromear con eso. Mi mejor método de defensa son las bromas, y mi vida parece una novela turca donde solo te queda reír, por no llorar. Así que, lo siento gente normal incapaz de entender mis chistes, pero me hago gracia a mí misma. Que ahora caigo, ¿por qué me disculpo si nadie me escucha? Cada vez pienso más en internarme en un psiquiátrico, pero no antes de ganar la apuesta.
Camino siguiendo las indicaciones del GPS al poner la dirección que me había pasado John hacia su casa, mientras pienso que no debería siquiera de fijarme tanto porque estamos relativamente cerca y me conozco perfectamente el pueblo. También digo que es fácil memorizarlo, solo hay casas, algún bar cada pocos pasos y poco más, relativamente "easy".
Que, más bien, pensándolo bien es algo invasivo que no llevemos ni una semana conociéndonos y ya me lleve a su casa, cosa que me parecería muy pervertida si no fuera porque siendo jueves y con tanto calor en la calle, no dan ni ganas de ir a un bar o tienda para volverse a morir del calor al salir y sin dinero. Tengo que vivir y ahorrar.
Cuando me encuentro en la puerta que supongo que es la del príncipe encantado, toco al timbre y me aclaro la voz para poder responder al telefonillo en caso que pregunten quién soy, algo lógico si no fuera porque me abren directamente y entro con sumo cuidado.
Un jardín amplio lo suficientemente grande para tener una terracita y una barbacoa, pero lo suficiente pequeña para estar unos pocos amigos sin agobiarse por lo apretado que es, un exterior rural compaginado con las casas vecinas, siendo de dos pisos y grandes ventanas de esas que dejan entrar mucha luz, pero desde afuera no puedes distinguir nada de dentro más que sombras.
Y, si son como el resto de casas vecinas; aunque sea de dos pisos, las habitaciones son sencillas y pequeñas, menos el comedor que debería de ser la sala más grande con diferencia. Lo sé porque tenía unas amigas de la infancia que vivían en esta calle, y al ser tan parecidas también los interiores tenían las mismas medidas.
Se abre la puerta principal saliendo aquel chico del que debo enamorar, el cual me está gustando molestarlo y, por el momento, solo muestro como soy realmente sin necesidad de esconder ninguna faceta mía, sacando a relucir mi mejor versión al natural sin forzar nada.
–¿Lista para conocer mi humilde hogar? –pregunta acercándose a mí y dándome un suave abrazo, devolviéndoselo mientras acaricio suavemente su espalda.
–Si a esto te refieres a humilde, no puedo imaginarme como debes catalogar el piso dónde vivo, supongo que lo llamarías "muertos de hambre" –nos reímos y al separarnos del abrazo acaricia mi cabeza, indicándome que lo siga hasta dentro de su casa.
En efecto, la casa es exactamente igual de tamaño que las demás, pero su decoración es lo que llama aún más mi vista. Tiene un estilo minimalista que también puedo catalogar como "aesthetic", siendo de colores pastel mayormente marrones, grises y blancos, dejando una sensación de calidez y familiaridad en mí. Una decoración que sueño mantener en mi hogar si no fuera porque mi padre prefiere rellenar los espacios con sus ordenadores retro y yo con mis mangas y videojuegos.
–¿Y bien? ¿Qué te parece? –se sienta en el sofá y me invita a repetir su acción, quedándome de pie unos segundos más para terminar de inspeccionar la zona.
–Es interesante, muy... aesthetic.
–¿Aesthetic? ¿Te van esas cosas?
–Claro, es mi forma de indicar que lo que estoy viendo, por muy simple que sea, para mí llama la atención y me parece agradable de ver. ¿A ti no? –por su expresión tan extraña al no saber qué responder, ya responde a mi pregunta, sacándome una sonrisa antes de oír dos voces hablando desde la segunda planta de la casa, sin entender bien qué están comentando.
–Dame un segundo, voy a ver qué ocurre con ellas, enseguida vuelvo –asiento mientras me mantengo sentada en el sofá observando sus pasos hasta que sube las escaleras y ya no puedo verlo, oyendo cómo les pregunta qué está pasando hasta no distinguir bien sus palabras.
¿Y ahora qué hago? Estoy sola en el sofá en una casa extraña que no conozco con miedo a moverme por si la lío, y tampoco quiero hacer nada por si acaso. Supongo que me queda la posibilidad de respirar y poco más.
Por fortuna, escucho sus voces cada vez más cerca mientras las escaleras retumban sus pasos, levantándome al instante para poder saludar sea quién se acerque.
–Mamá, si tienes la chaqueta ahí, mira –John apunta hacia detrás de la puerta principal dónde se encuentra un pequeño perchero y hay dos chaquetas colgadas ahí.
–Tienes razón, perdona cielo –la señorita más mayor toma del rostro de su hijo y le da unos pocos besos en su frente, recibiendo a su vez quejas de parte suya de que no es un niño pequeño para que lo trate así.
–Anda, si ya ha llegado, anda que avisas imbécil –la chica que parece igual de joven que John le fulmina con la mirada, antes de acercarse a mí, sonreír y abrazarme en forma de saludo-. Me llamo Lia, soy la hermana de este capullo, cualquier cosa que necesites no dudes en pedírnoslo.
Así que ella es la chica que me mencionó Alex el lunes, interesante.
–Encantada, lo tendré en cuenta, gracias. Soy Aisha.
–Lo sé, nos ha hablado de ti –me guiña el ojo y no tardo en girar mi vista hacia su madre, quién me saluda de la misma forma y me toma de las manos.
–Yo me llamo Alejandra cielo, un placer conocerla, ¿quiere algo fresquito para tomar?
–Oh, no hace falta, muchas gracias.
–Bueno, igualmente si quieres algo dímelo, ¿vale? –esta vez me lo dice John, pasando por mi lado para sentarse de nuevo en el sofá y yo asiento.
–Otro día vienes con más tiempo y nos presentamos como es debido, pero ahora nos tenemos que ir a una quedada con unos amigos, un gusto –Alejandra termina de despedirse mientras Lia terminaba de sacar las mochilas y se despedía con la mano-. Hijo, recuerda luego recoger tu habitación y limpiar los platos, hoy te toca a ti.
–Sí mamá, pasáoslo bien y divertíos por mí.
–Por supuesto, no hace falta decirlo.
Le da un beso en la frente y finalmente se van, cerrando la puerta después de aconsejarnos que, si pasa algo, que le llamemos; sintiendo como al fin me podía relajar y sentándome a su lado en el sofá.
–Lo siento, no esperaba que tardasen tanto en vestirse y tú tan poco en llegar.
–Ya te avisé que soy de caminar muy ligera, "imbécil" –bromeo ante el genuino apodo con el que su hermana le había llamado y reímos un poco.
–Mira, solo a mi hermana mayor le he dejado llamarme así desde que dejó a su exnovio y es su forma de reírnos y saber que todo está bien.
–¿Ah sí? Lo tendré en cuenta entonces –poco a poco nos quedamos en silencio y, al traer un juego de carreras para la consola, se me ocurre proponérselo-. ¿Quieres perder ante mí?
–Te pienso ganar y lo sabes.
–No te lo crees ni tú.
De todas las partidas que echamos en esos 30 minutos, solo una ha podido ganar y porque yo dejé el mando en la mesa mientras iba a por agua, sin dejar de bromear y reír sintiéndonos de lo más cómodos. Pero en eso vuelve a aparecer en mi cabeza lo que Alex me estaba comentando sobre John:
"–Pero él siempre encuentra algo que no le gusta de la otra persona y pierde total interés romántico que pueda llegar a ocurrir. Le llegan a atraer y gustar, pero no ha llegado a enamorarse como tal. No desde lo que le ocurrió a Lia."
¿Qué coño le ha tenido que pasar a su hermana para que no quiera llegar a enamorarse de alguien? Me lo quedo viendo unos segundos mientras carga la partida y, al iniciar el juego, intento sonar lo más sincera y directa posible, sin dejar de ser asertiva en todo momento.
–¿Puedo preguntarte algo, John? Si no quieres responder o ves que no es el momento, por favor dímelo, ¿vale?
–Claro, pregúntame lo que quieras.
–Alex me comentó el lunes cuando encontró mi escondite cuando jugábamos al pilla-pilla que, desde lo que le ocurrió a tu hermana, no has llegado a enamorarte como tal de alguien. ¿Te sientes cómodo de contármelo o prefieres no...?
–Tranquila, quiero contártelo.
Cuando pone la partida en pausa me giro a él y repito su misma acción de dejar el mando en la mesa y mirarnos cara a cara, manteniéndome en silencio y poniéndome cómoda para escucharle apropiadamente.
–Mi hermana me lleva cinco años, algo que antes se notaba bastante la diferencia y, a medida que hemos ido creciendo, se ha ido sobrellevando como podíamos hasta llegar ahora que, más o menos, estamos en la misma etapa. Pues cuando yo estaba entrando en la adolescencia con mis doce años, ella ya estaba entrando en la adulta y empezó a salir con un chico unos pocos años más que ella, y al inicio todo parecía que iba bien; me llevaba muy bien con él, se veían muy enamorados y cursis, venía a algunas comidas en familia y, en el fondo, quería tener algo como ellos... Hasta que la vida te demuestra que no existe la perfección.
>Una vez llegué a casa antes de hora porque me había olvidado el balón en casa, y mi madre y yo cómo sabíamos que querían su intimidad fuimos buenos e intentamos no hacer mucho ruido, pero no duró mucho cuando empezamos a escuchar gritos y golpes, cómo si se cayesen muebles.
–¿Se estaban peleando? –negó con la cabeza con una sonrisa sarcástica, notando en su mirada como se iba llenando de rabia.
–Ojalá fuera una simple pelea, pero cuando subimos a su habitación y abrimos vi cómo él estaba intentando asfixiarla mientras le gritaba lo "puta" que era, que le había puesto los cuernos cuando ella se iba de su casa y cómo ella no servía para absolutamente nada sin él; mientras su rostro estaba casi de color azul y no dejaba de patalear y gotear sangre de su boca, hinchada por los golpes que le había dado minutos antes. Tuve que llamar a la policía mientras le sacaba a patadas de ahí con la poca fuerza que tenía.
–¿Le puso una denuncia? –asiente y toma aire lentamente mientras noto como sus músculos se relajan.
–Sí, también una orden de alejamiento que llevó un tiempo conseguirlo, pero a día de hoy no ha vuelto a molestarla más y ha estado más alejada de los hombres. Y yo soy el primero en estar ahí para ella cuando lo necesite.
Baja su mirada a sus manos y las tomo suavemente, conectando de nuevo nuestra mirada para poder expresarle mi gratitud.
–Muchas gracias por contármelo, debe ser muy duro haber pasado por ese momento tan doloroso, y es entendible que siga afectando a día de hoy.
–Pues sí, por ello supongo he sido algo más "frío" a enamorarme. Es que, se veían realmente bien y enamorados, no entendía cómo podía de pasar de ser tan melosos y cursis que me daban arcadas a... esa situación.
–Los maltratadores hacen eso: crean una máscara dónde fingen sonrisas y una vida perfecta cuando es solo una ilusión, una manera de también atar a la otra persona de que debe estar ahí con él porque, gracias a él, están "perfectos" y felices, cuando la realidad es otra completamente.
–Lo sé, pero si me hubiera dado cuenta antes...
–Ellos mismos crean esas falsas esperanzas para que ni ellos mismos se den cuenta que eso está mal, y tampoco podías hacer nada para evitarlo porque por eso existen ellos: engañan y ellos mismos se creen esa vida perfecta, y no puedes evitar caer en esa realidad que ni ellos pueden ver.
Asiente con la cabeza y acaricio su mejilla con sumo cuidado, comentando unas pocas cosas más en plena confianza antes de seguir jugando un rato más; esta vez con más felicidad de antes y muchas más risas, como si nos hubiéramos quitado una carga de encima y entráramos en una nueva fase, pero esta vez de amistad.
Al cansarnos de tanto jugar, nos levantamos para al fin cocinar cualquier cosa que fuera decente sin morir mucho en el intento, sin saber que al final tuvimos que hacer malabares para que no se terminara de quemar la comida, sin dejar de reír y culpar al otro por los fallos culinarios que teníamos los dos. Pero, al menos, estos primeros momentos que compartimos, fueron mejor de lo que tenía pensado.
Primera parte de la cita: completado.
Hola a todxs! Sean bienvenidos y bienvenidas a este nuevo capítulo de esta fantástica novela, la cuál tiene una segunda parte de esta cita jeje.
Primero que nada, disculpar la espera, estas semanas he estado bastante distraída en mi vida privada y, aunque tengo este capítulo escrito desde hace días, me he tardado en programarlo para publicarlo. Solo espero que os haya merecido la pena.
Sin más que decir, hasta la próxima!
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