👑Capítulo 1: Enfocarme en mí misma👑
Creo que el amor verdadero solo existe cuando te amas a ti mismo, y solo ahora es que he caído de ese posible significado.
Durante toda mi adolescencia hasta hace algunos meses me dejó mi, en ese entonces, pareja, he creído que el amor verdadero es dar todo por tu pareja, al igual que ella a ti. Pero no tuve en cuenta que a veces, dar tanto sin poner un solo límite y el esperar paciente por las acciones de la persona que tan enamorada estás, puede traer tantas consecuencias.
Solo quería que me amasen tanto como yo a ellos, pero ¿hasta qué punto tuve que llegar que terminé destrozándome en cuerpo y alma, para al final escuchar un "nunca hiciste suficiente"?
Y ahí, en mitad de mi reciente soledad, sin nada que perder y todo un mundo que descubrir sin ninguna compañía, llegué a la siguiente conclusión:
Solo el amor propio es nuestro amor verdadero, y todos los supuestos amores de nuestras vidas terminan siendo un temporal que nos hunde hasta lo más profundo de nuestro dolor.
Y solo por ello, me encuentro caminando hacia mi nuevo destino, dónde posiblemente o muera en el intento, o al día siguiente después de dar todo de mí: el gimnasio.
Ayer vine a apuntarme para poder hacer algo en este verano, aunque parezca que es por la extraña moda de "operación bikini", juro que no es por eso. Desde hacía tiempo deseaba de nuevo apuntarme. Pero, en esta ocasión, a mi manera. Y para ello, he pensado exactamente el plan que tendré hoy:
Parte uno: Subir dónde las bicis y hacer un poco de pierna y brazos, o lo poco que pueda durar ahí.
Parte dos: Bajar a natación y hacer largos hasta aburrirme.
Parte tres y última: Sauna, ducha e irme a comer chocolate.
El plan ideal para el primer día, y como tampoco tengo más planes para hoy, pues al menos me sentiré productiva. Y espero aguantar la caminata hasta mi casa, porque como encima no pueda caminar después, me veo en urgencias esperando mi ansiosa muerte.
Lo sé, soy un drama queen, pero eh, ¿y lo divertido que hace la vida? Eso nadie me lo va a quitar. Pero ahora tengo un nuevo problema... ¿Dónde están las salas para hacer deporte?
En mi defensa, no es suficiente haberme visto el tour virtual cuatro veces para no tener que preguntar; pero, aun así, creo que prefiero hablar con el recepcionista antes que liarla y meterme en una sala llena de gente, dónde solo falta que les sirva para reírse de mí en lo que les queda de vida por interrumpir su clase.
Abro la puerta del gimnasio y cambio el camino al ver que ya una persona está hablando con el trabajador de ahí, así que decido pasar el llaverito que me dieron para poder entrar realmente dentro del gimnasio. Y no pensé que pudiera liarme tanto en dónde pasar el trozo de metal.
En serio, ¿no pueden poner un pequeño cartel señalando en cuál de las tres pantallas negras es por dónde hay que pasar el cacharro abre puertas? Digo, para gente como yo hacen falta, y espero no ser la única a la que le pase.
Una vez entro, suspiro aliviada y me quedo de pie enfrente de la mesa esperando a que esté disponible, y aunque ayer le di un vistazo rápido a la recepción, la verdad es que no ha cambiado mucho en estos últimos seis años.
Grandes ventanales con dibujos de gente haciendo cualquier deporte con una frase que se supone que son inspiradoras (spoiler: no funcionan, solo me entra más miedo de entrar y liarla por ser tan pequeña cosa), gran espacio con algunas plantas y máquinas expendedoras de comida y bebida más caras que los impuestos que pronto tendré que pagar al ser recién mayor de edad, algunos sillones para poder sentarse, y más posters.
Detrás de la recepción hay unos pequeños ventanales hacia las piscinas y automáticamente empiezo a maldecir por dentro: ¿por qué un sábado a las cinco de la tarde hay una cantidad exagerada de niños entre 3 y 12 años nadando mientras son observados por sus padres y cinco chicos con traje verde que apuntan cosas? Una competición un sábado... me parece demasiado.
–¿Necesita alguna cosa? –oigo la voz masculina al otro lado de la recepción mirándome con una sonrisa y le devuelvo la sonrisa.
–Hola, buenos días, ¿dónde están las salas dónde están las bicis y las demás máquinas?
–Mira, al final de este pequeño pasillo, giras a la derecha para subir las escaleras y es la sala del final, para los vestuarios y la sala de piscina está girando a la izquierda.
–Muchas gracias, y una última duda, el tema de las taquillas...
–Eres nueva, ¿verdad? –asiento y empieza a rebuscar en los cajones que trae la mesa, sacando un candado con combinación de números y me lo entrega-. Para las próximas veces, siempre tendrás que traer un candado propio, por ahora te podemos dar este, la combinación es "2-3-1".
–Perfecto, muchas gracias, que tenga un buen día.
Camino hacia los vestuarios toda nerviosa por haber sido sociable un día al año, esto de no saber hablar cara al público al inicio me cuesta muchísimo, pero al menos no ha temblado mi voz mientras hablaba.
Al entrar, no tardo en buscar una taquilla libre en la zona más apartada y menos visible de todas, y no recordaba que era tan grande.
Osea, sí, hace casi seis años que no entro a este gimnasio. Bueno, en realidad en cualquiera, no los he tocado en estos años, pero no sé, podrían haberlo cambiado o mejorado, ¿no? ¿O siempre lo dejarán igual hasta que la humanidad destruya el mundo? En fin.
Empiezo a dejar mis cosas, beber un poco de agua y avisar a mi padre que ya he llegado al gimnasio, para que me mande un simple emoji de una mano con el pulgar arriba. Su manera de decirme un "ok".
La verdad que hasta ahora no había pensado que sería capaz de llegar siquiera; osea sí que cuando me propongo algo soy muy cabezota y hasta que no lo consigo, no lo dejo, pero eso de tener iniciativa es algo que siempre me ha costado mucho. Supongo que de tanto trabajar con la psicóloga he mejorado algunas cosas, y ya que me ha dado de baja, pues ahora a trabajar el cuerpo.
Respiro hondo en todo el camino y en cuanto entro a la enorme sala de máquinas, me quedo totalmente en blanco.
¿Y ahora qué?
De las pocas personas que están aquí, literalmente TODAS, solamente su brazo es más grande que yo, soy un peluche para ellos. Bueno, en realidad para cualquiera incluso si no hacen deporte, pero no he venido a machacarme la autoestima de esta forma.
Las únicas dos personas con músculos menos exagerados son una chica que podría tener la misma figura que yo y está haciendo bici, pero en esa máquina que no se puede sentar, y un chico que está levantando una pesa gigante, y que justamente me está mirando.
Vale, alerta roja, quedarme de pie en la puerta mirando todo solo me produce ansiedad, así que mejor camino hacia las bicis y hacer todo lo que tenía pensado hacer hoy. Solo espero aguantar, aunque sea una hora.
(...)
–En serio papá, tres horas –anuncio demasiado contenta y energética para ser verdad mientras me termino de vestir-. Y eso porque me he aburrido, eh.
–Esa sí es mi niña, ¿al final qué has hecho? –lo escucho entrecortado, supongo que estará pasando por el camino dónde no hay cobertura de vuelta a casa.
–Mira, he hecho veinte minutos de bici, pero ojo, hay la que tiene silla y la que no, pues en la de silla he tardado eso y en la que no ni diez minutos. Luego, he ido a una máquina para hacer brazos y solo he podido hacer 12 porque sentía que me moría, pero oye, algo he hecho. Y he terminado por hacer de nuevo bici que he aguantado catorce minutos para luego bajar a hacer piscina el resto del tiempo y, por último, sauna.
–Nada mal, ¿al final no tuviste que esperar mucho para nadar?
–Hasta las 6:30, sí que era una competición, pero ni siquiera el propio trabajador de aquí lo sabía, manda huevos –escucho como la señora de la limpieza se ríe por lo bajo y no puedo evitar bajar el volumen de mi voz, sonrojada.
–Pues sí, tiene tela, ¿al menos ya has llegado a casa?
–Aún no, estoy terminando de vestirme y ahora salgo, creo que lo único bueno, aparte de hacerme más fuerte, es que he podido socializar un poco, en las máquinas le he preguntado a un chico que estaba ahí con auriculares, que cómo se usaba una máquina. Lo malo es que el mínimo de peso era de 20 kilos, y eso es la mitad de mi peso, papá.
Escucho como se ríe y bufo, solo espero que no me suelte una de sus pesadas bromas con el peso, porque creo que ahora si podría golpearlo con fuerza.
–Bueno, comes bien así que de eso no te preocupes, hay otras máquinas que puedes, ¿no?
–Sí, puedo con un mínimo de 14 kilos, así que tengo opciones, por cierto ¿qué cenamos?
–¿Haces panini y los pones en el horno cuando yo te vuelva a llamar?
–Okay, entonces nos vemos luego.
Cuelgo y salgo de los vestuarios al revisar que no me dejo nada mío, dejo el candado en recepción y empiezo a caminar hacia mi casa. Tardaré un rato en llegar así que me pongo los auriculares con mi playlist en aleatorio y pienso en el pedazo de bocadillo con chocolate que voy a comer.
Lo bueno es que he socializado y he hecho mucho deporte hoy. Bien hecho, Aisha.
Hola a todxs, hoy día 30/06/2023 empezamos esta nueva novela dónde empezará a surgir un nuevo romance, ¿hacéis algún tipo de deporte? ¡Os leo!
Y tranquilos, porque el segundo capítulo se publica... AHORA!
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