Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

—No me digas que sigue viendo hacia acá —susurré, entrando en pánico.

Ya era lo suficientemente vergonzoso que viera en nuestra dirección cuando Jacqueline estaba en pleno ataque de risa. No quería que creyera que estábamos locas.

Porque bueno, aunque lo estábamos, era muy pronto para que él lo supiera.

—No, parece que se fue.

Respiré profundamente cuando Jacqueline confirmó por mí que ya no había moros en la cosa. Tendría que encontrar otro lugar que no sea mi porche para pasar el rato. Pero la verdad es que no tenía idea de dónde podría perder el tiempo. Mi casa era un desastre y estar adentro significaba ser parte del desastre. Los gritos de mi madre ante cualquier situación, mi hermano dejando su ropa interior por todas partes y mi padre cantando en la cocina.

Ya no sabía que sería peor.

La vergüenza de haber sido pillada con los ojos en la masa no se desaparecería, pero quizás lo prefería antes que quedarme en casa con los otros tres desquiciados.

—No pensé que te interesarías en alguien tan pronto.

Yo tampoco, pensé dentro de mí. Apenas había terminado con Nicholas, ni siquiera podía decir que había terminado con mi despecho. No estaba ni remotamente interesada en una nueva relación.

Pero tenía dos bonitos ojos con una muy buena vista. Y si había un tipo sin camisa frente a mí, sería inevitable notarlo.

Al menos de eso quería convencerme.

—Estaba bueno —Fue lo único que le respondí.

—Sí —cedió—. Pero se veía un poco... Chico.

—¿Chico? —fruncí el ceño.

—Si, ya sabes. Jamás podrías pensar que es mayor de veinte años.

—Nosotras tampoco lo somos —rodé los ojos.

—Si, pero todos saben que las mujeres maduran primero que los hombres —declaró con total confianza, como si no tuviera ninguna duda de ello.

Reí un poco al escucharla. Sin embargo, mi risa se congeló cuando noté que de nuevo el chico sin camisa estaba a la vista. Ahora en el piso de abajo, podía verlo lavar los platos diligentemente. Después de secarlos, los guardaba en la alacena de arriba y se secaba las manos con un par de movimientos en el aire.

—Baba —canturreó Jacqueline.

Gruñí al escucharla, ingresando a mi hogar. Si me quedaba ahí, estaba segura de que en algún momento terminaría botando baba de verdad.

Y tal indignación no podía permitirme.

Desperté con dos pequeños golpes en la puerta de mi cuarto.

Sabía quién era incluso antes de que mi cuerpo se comenzara a mover, intentando despertarme. Solté un resoplido, levantando mi perezoso cuerpo incluso sin abrir los ojos.

Llegué hasta la puerta y la abrí con un movimiento descuidado. Ni siquiera intenté enfocar al intruso y simplemente me devolví a mi amada cama.

Porque las camas no eran seres infieles.

Como el tipo que se encontraba invadiendo mi habitación.

—Lamento despertarte —susurró.

—Si lo lamentas, entonces vete.

—Vamos, Jess. Estoy preocupado por ti.

—Puedes preocuparte por mí a horas más normales —abrí los ojos solo para enfocarme en el despertador en la mesita de noche—. ¡Son las cinco de la mañana, tú, terrorista!

—Jess...

—¡Eres un terrorista del sueño! Debería demandarte. Sí, debería haberte demandando desde hace mucho. ¿Qué demonios te trajo aquí a las cinco de la mañana a mi casa?

Antes, Nicholas solía colarse en mi habitación antes de irnos juntos a clases. Éramos unos niños tontos y enamorados que solo les gustaba dormir juntos. Solía preguntarme por qué Nick nunca intentó meterme mano mientras jugueteábamos en la oscuridad de mi habitación.

Ahora lo entendía.

—Era la única forma de emboscarte —se encogió de hombros—. La usé para venir a darte tus cosas.

Miré a su alrededor con el ceño fruncido. Cuando notó que mi mirada era más amarga de lo normal, comenzó a ponerse nervioso. Nicholas era... Un nerd. Uno que por razones inexplicables era atractivo. No tenía un cuerpo de infarto, pero hacía ejercicios regularmente y se cuidaba bastante.

Solía sentir millones de mariposas solo con verlo.

Ahora estarían muertas, supuse. Puesto que no sentí nada, más que molestia por haberme despertado.

—¿Y dónde están? —pregunté, alzando una ceja.

—¿Dónde está qué?

—Mis cosas —me miró como si me hubiera salido una segunda cabeza—. Dijiste que viniste aquí porque querías devolverme mis cosas. Pero yo te veo con las manos vacías.

Se sonrojo tanto, que incluso en la semi oscuridad de mi habitación pude notarlo.

—Esto fue demasiado —le dediqué la peor mirada de mi repertorio—. Entraste aquí sin permiso, interrumpiste mi preciado sueño. Y no trajiste mis cosas. Vete de aquí, Nicholas, antes de que decida que quiero darte con un sartén en la cabeza.

—Quiero que hablemos.

—Yo no quiero hablar contigo —comencé a subir la voz inconscientemente—. Vete.

—No seas así, Jess. Vivimos muchas cosas buenas juntos.

—Sí. Yo te amé —me sinceré—. Te amé tanto que me duele como el infierno que me hayas traicionado. Yo... Pensé que éramos más que una pareja. Creí que éramos amigos.

—Somos amigos —me interrumpió.

—Los amigos no se hacen daño. Un amigo puede lastimarte, por supuesto. Pero un verdadero amigo no haría algo que sabe que va a lastimarte y luego va y lo hace de todas formas. Y ni hablemos de una pareja.

—Estaba confundido —soltó con voz torturada—. Aún no lo entiendo del todo, Jess. Lo siento, de verdad lamento haberte hecho daño. Jamás fue mi intención.

—¡Sí lo fue! —exclamé—. ¿Él te obligó? ¿Eso es lo que estás diciendo?

—Claro que no.

—¡Entonces sí que fue tu intención hacerme daño! Tú lo sabías. Sabías que una infidelidad me lastimaría. Sabías que eso sería doloroso. ¡Y aun así lo hiciste! No me vengas con que estabas confundido, porque tú sabías bien lo que estabas haciendo.

—Te amo...

—No lo haces —susurré con lágrimas en los ojos—. No lo haces. Si hubieras hablado conmigo, si me hubieras dicho como te sentías, las cosas serían diferentes.

—¿Y cómo se supone que te lo diría? —exclamó con fuerza—. ¿Crees que sería muy fácil para mí decirte que sentía atracción por los hombres?

—Fue muy fácil para ti serme infiel, en nuestra cama.

Mis palabras parecieron golpearlo, por lo que se echó hacia atrás. El dolor se marcaba en cada una de sus facciones. Miré hacia el reloj, notando que comenzaba a hacerse tarde para él. Sus clases solían empezar a las siete en punto y estábamos a media hora de la universidad.

—Vete, Nick. No tiene sentido hablar respecto a esto. Lo nuestro acabó y lo mataste tú. Sé feliz con Pete.

—Jess...

—¡Lárgate! —grité y me cubrí con las mantas.

El dolor me embargo cuando escuché sus pasos titubeantes dirigirse hacia la puerta. A los segundos escuché la voz sorprendida de mi mamá en el pasillo.

—Le devuelvo su llave, señora D. Disculpe las molestias.

—¡Jessica Virginia Miller! —escuché el fuerte grito de mi madre, por lo que me cubrí con la sabana.

Si bueno... Mi madre no tenía idea de las visitas ocasionales de Nicholas.

—Está más bueno que el pan —Suspiró Jacqueline.

Los días siguieron pasando, incluso cuando yo solo quería detener el tiempo por un ratico. Y aunque muchas cosas habían cambiado, Jac y yo seguíamos perdiendo el tiempo sentadas en el porche, viendo ocasionalmente al sexy vecino sin camisa, como solíamos llamarlo.

—Deja de comértelo con los ojos —le reclamé con el ceño fruncido.

—¿Por qué? Tú te lo comes todos los días, debes compartir.

—¡No me lo como todos los días! —grité, arrepintiéndome al instante.

Sentí el par de ojos clavarse en mí, pero fingí no notarlo. Estaba en la ventana del primer piso, como todos los días.

Sin camisa, como todos los días.

—Llevas una semana viéndolo —rodó los ojos—. Deberías acercarte a saludarlo.

—¡No! No puedo decirle nada, moriría de la vergüenza.

Escuché un "ridícula" salir de sus labios, pero pretendió taparlo con una tos. Jacqueline venía cada vez que tenía tiempo libre. Una belleza despampanante como ella jamás entendería que yo no tenía idea de cómo coquetear con alguien. ¡La última vez que lo hice, tenía quince años! Y era bastante sencillo, pues todos los chicos estaban interesados en una cosa.

Así que Jacqueline intentaba cada día convencerme de que me acercara al vecino. Y aunque no solía tener demasiado tiempo libre, le encantaba utilizarlo en torturarme.

Y yo, a mi pesar, había vuelto a la universidad. Mi título no podía verse en riesgo solo porque mi ex estudiaba en el mismo lugar.

Lo evitaba como si fuera la reencarnación de la peste y todos en la universidad supieron que algo había sucedido entre él y yo.

Aunque me vi tentada a exponerlo, como una especie de venganza absurda, el pensamiento no duró ni dos segundos en mi cabeza.

Tenía todo el derecho de lanzarle tacones a la cabeza, pero no tenía derecho a llevar a la luz su secreto.

—Él también mira de vez en cuando para acá —me sacó de mis pensamientos—. El sexy vecino sin camisa suele verte mucho. Quizás también le gustas.

—No digas tonterías.

Porque yo nunca lo había atrapado viéndome. Eso bajaba un poco mis expectativas.

Era agradable poder disfrutar la vista de vez en cuando. Por lo general, al atardecer, se paraba cerca de la ventana y hacía cualquier cosa desde allí. Usaba mucho el teléfono, pero a veces también lo veía recoger y organizar algunas cosas.

Pero no es como si yo lo estuviera viendo con mucha atención o algo por el estilo.

No, por supuesto que no.

—Sigo insistiendo en que deberías saludarlo. Tú mamá se hizo amiga de su mamá. Podrías al menos saber su nombre. El sexy vecino sin camisa es un buen apodo, pero es demasiado largo.

—Estás muy habladora hoy —le di un codazo.

—Estoy de buen humor.

La miré con la interrogativa. Jacqueline no era una amargada, pero solía ser un poco cínica.

—Mi agencia me contactó esta mañana. Puede que me necesiten para una campaña publicitaria en miami este fin de semana.

—¿Qué? ¿Es en serio? —la vi asentir—. ¡Estoy tan feliz por ti!

Me lancé a sus brazos con un chillido, estando tan contenta que no me importó mantener el perfil bajo. Jacqueline era una modelo que apenas empezaba su carrera, era todo un éxito para ella comenzar a trabajar en grandes campañas. Y aunque iba de suplente, el hecho de que la tuvieran en cuenta era algo bastante grande.

—Así que me preguntaba... Si querías venir conmigo. La empresa para la que voy a trabajar es una cadena de hoteles, así que pensé qué...

Se silenció al ver que yo no estaba reaccionando como debería.

Aunque estaba totalmente feliz, no podía aceptar ir con ella.

—Tengo exámenes —admití con decepción—. No puedo ir.

—Oh —su mueca cambió un poco, aunque trató de disimularla—. Está bien, Jess. No pasa nada.

—¡Iremos juntas cuando me gradúe! Iremos a donde sea, porque yo diseñaré ropa para ti y tú la modelaras para el mundo. Esa fue la promesa que hicimos trece años atrás.

Me levanté solemnemente mientras hablaba. Exclamaba con fuerza y con entusiasmo. Tenía que intentar animarla, para que no se sintiera decepcionada de que no pudiera ir con ella.

—Ya lo verás, iremos por el mundo juntas y...

Y caí.

De nalgas.

Con fuerza.

Escuché una ligera risa a mis espaldas y supe de inmediato de quien se trataba.

Trágame tierra.


¡Hola, hola mis criaturitas amantes del chisme! Aquí les traigo otro capítulo de nuestro sexy vecino sin camisa. Las cosas comenzarán a ponerse interesantes pronto, promesa. 

¿Qué tal les pareció? ¿Les gustó? 

¡Gracias por todo el apoyo que le han dado a esta historia pequeñita! Prometo que voy a intentar hacerla crecer muchísimo más. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro