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★Capítulo 23★

"Estás solo, niño. Siempre lo has estado"

You’re on your own, kid - Taylor Swift

★★★

ÉMILE

—Esto es incómodo —murmura Dylan en cuanto entramos a la habitación de mis amigos.

Caminó por detrás de mí, y aunque lo esperé en la puerta antes de entrar volvió a retrasarse en los pocos pasos que recorrimos dentro.

—¿Pueden decirle que no lo odian, por favor? —le pido a mis amigos, dejándome caer en su cama mientras jalo la mano de Dylan para traerlo conmigo.

—No te odiamos —cede Lula, con simpatía—. Nos caes bien, ya te lo dije anoche.

—Bueno, yo sí te odio un poquito —contradice Fabri—. Si me dejas darte un golpe en la cara capaz que se me pasa.

Dylan se ríe.

—Ni lo sueñes, sigue odiándome tranquilo.

—¿Cómo le vas a pegar a esa carita linda? —me indigno y Dylan sonríe— Déjalo en paz.

—Era una broma —dice bastante distendido, mientras pone una mano sobre su espalda—. No te odio, no hay odio en mi corazón, soy un ser de luz.

—No hay odio, dice… —interviene Lula para exponerlo— ¿Y Eliseo?

—Es un caso particular —se excusa mientras toma una tostada—. Además no lo odio, solo es desprecio.

—Nunca entendí por qué —Ocupo mi lugar al lado de Dylan que acaba de sentarse en la alfombra del suelo. Los chicos pidieron el desayuno en la habitación, me llamaron mientras nos cambiábamos para saber qué quería Dylan.

—Porque siempre estaba allí, esperando y presionando para ser tu novio cuando ni siquiera eran exclusivos y le habías dicho mil veces que no querías una relación —frunce sus cejas con molestia pero de inmediato las relaja—, no me agrada la gente así, eso es todo.

Dylan pone su mano sobre la mía, y entonces noto que tal vez ese no es el mejor tema de conversación, y mucho menos después de que básicamente le dije que no quiero ser su novio en estas circunstancias.

Aunque son situaciones completamente diferentes, dudo que él llegue a entender la diferencia.

—Bueno, hablemos de otra cosa —Tomo mi taza de té de la bandeja en el suelo y cruzo mis piernas como indiecito para no tener que apoyar mis brazos.

—Ay sí, perdón Dylan —Lula reacciona de inmediato—. Acabas de llegar y ya estamos hablando del ex.

—No es el ex —interviene Fabri—. Y estamos chismeando sobre cómo Emi no lo quería, no es tan trágico.

—Amor…

—Okay —cede ante la advertencia de su novia—. ¿Nos vamos a quedar todo el día aquí?

—No me dejan salir, lo siento.

—Pero podemos ir a casa, al menos hay más cosas para hacer —propone Dylan, que aún se nota bastante tímido.

Es raro verlo tímido, él no es así. Siento como si de verdad fuera importante para él ser aceptado por mis amigos. No quiero que se sienta presionado, no es ningún tipo de prueba.

Luego del desayuno en el que Dyan solo habla si le preguntan algo directamente, una camioneta viene por nosotros para llevarnos a casa. En la puerta del hotel había varios fans esperando, no sé cómo supieron que estaba aquí, me preocupa un poco la falta de privacidad, pero, como la camioneta tiene vidrios oscuros y salimos en él desde el estacionamiento, en realidad nadie nos ve.

—Es increíble que todas esas personas estén ahí por ti —menciona Fabri, con la mirada muy perdida en la pequeña multitud fuera— ¿Cómo lo supieron?

—Algún trabajador del hotel, seguro —respondo de forma simple, porque en realidad me asusta un poco y no quiero pensar en más posibilidades.

Al llegar a la casa solo está Indra, al parecer Lúa fue a ver a su familia y no hay rastros de Freya por ningún lado. Luego de una presentación rápida acordamos salir al jardín a jugar al fútbol, así que con la excusa de ir a cambiarme la ropa por algo más cómodo, arrastro a Dylan conmigo escaleras arriba para poder hablar con él.

—¿Todo está bien, Bu? —le pregunto con toda la delicadeza posible, mientras busco unos pantalones deportivos en el armario.

—Sí, ¿por?

—Llevas horas apenas hablando, tú no eres así, ¿es por la conversación de esta mañana? Podemos volver a hablarlo si necesitas, para que no tengas ideas raras en la cabeza…

—No es eso, solo es que… ustedes tres son como… muy…

—¿Estás incómodo?

—No, no. Es que se conocen mucho, y la mayoría del tiempo no entiendo de qué hablan y me da miedo decir algo equivocado. Sé que ellos son importantes para ti, solo estoy siendo estúpidamente tímido.

—¿Estamos bien? —Levanto la mirada hacia él en cuanto termino de cambiarme. Creo que soné muy inseguro, y probablemente sea porque así es como me siento.

Creo que se debe a la conversación de la mañana, que usara la palabra “novios”, esa a la que le he estado escapando por tanto tiempo, y al hecho de que, aunque por primera vez quisiera ser valiente y no escaparle, no puedo enfrentar un trauma en estas condiciones tan inestables.

Lo que realmente me pone inseguro es no saber cómo explicarle, como decirle que lo quiero y que me crea.

—Claro que sí —Me toma de la mano para acercarme a él—. Solo dame un rato más y entraré en confianza.

—Quiero que estés bien.

Él sonríe, y parece que con una sonrisa pudiera borrarme todas las inseguridades.

—Qué lindo eres —Me da un pequeño beso y vuelve a sonreír—. Deja de preocuparte, estoy bien, estamos bien.

No sé por qué me cuesta creerle, es como si todo el tiempo sintiera que lo bonito que tenemos nos lo pueden arrebatar en cualquier momento.

Siento que lo voy a arruinar, que no sé cómo estar pendiente, que no lo puedo leer, que no sé quererlo bien.

Ojalá me equivoque, ojalá solo sean mis inseguridades hablando por mí.

Cuando salimos a jugar al fútbol me olvido por un buen rato de todas las cosas que rondan mi cabeza, Dylan tenía razón y después de un tiempo considerable ya está completamente integrado, creo que la presencia de Indra ayudó mucho con eso, aunque ella es increíblemente más retraída que todos y apenas habla para responder con monosílabos, de igual forma hizo sentir más en casa a Dylan.

Es raro verla así otra vez, sobre todo ahora que sé lo mucho que puede llegar a hablar cuando se siente en confianza.

—Me odia —me dice Lula en cuando a Indra le suena el teléfono y se va dentro de la casa a responder.

Aprovechamos la pausa para sentarnos en el césped, mientras Dylan y Fabri continúan tirándose penales a varios metros de nosotros.

—¿Indra? —ella asiente y yo me río— No te odia, ella es así, si te odiara te lo diría.

—Me mira como si…

—¿Como si le gustaras?

—No, como si me desafiara.

—Yo la conozco más que tú, y digo que te mira así porque eres muy hermosa y no lo puede evitar.

—Es extraño porque si otra chica me mirara mal me importaría poco, pero ella me mira así y de todos modos estoy absolutamente desesperada por su aceptación.

Me vuelvo a reír porque me sentía igual cuando recién la conocí, ella tiene esa especie de magnetismo inexplicable, quieres caerle bien como sea, y consigue eso sin hacer nada.

—Es el efecto Indra —asiento en complicidad.

—Ajá, muy linda, ahora hablemos de ti. —Su expresión se torna seria y decidida.

—¿De mí por qué?

—Porque hace falta hablar de muchas cosas, no estás bien.

—Estoy bien —aseguro intentando que deje pasar el tema, pero muy consciente de que es muy difícil que lo haga.

—No, realmente no.

—Ay, por favor…

—No, por favor te digo yo. Ayer estuviste llorando un montón, y está bien, yo entiendo que quieres mucho a Dylan y te dolió la situación, pero tú no lloras así por un hombre —hace una pausa en la que no digo nada, así que continúa—: Ni por una mujer, ni por nadie que conozcas hace dos meses.

—Estaba llorando por él, aunque no lo creas. Me gusta lo que tenemos, no quería perderlo. 

—Me molesta que me estés mintiendo, es como si tuviéramos un gran retroceso —desvía su mirada hacia los chicos y mantiene su tono descreído—: Yo no estoy negando que lo quieres, no tienes que estar a la defensiva.

—No te estoy mintiendo, Lula, no sé qué quieres que te diga.

—¿Y tanto apego de repente? ¿A qué se debe?

La conozco demasiado bien y sé perfectamente lo que intenta, no va a parar hasta conseguir que lleguemos al tema del que pretende que hable.

—Qué pregunta tan rara, te hablo de él todos los días, ya sabes la respuesta.

—Dilo.

—Me hace feliz.

—¿Por qué?

—Ya está, basta.

—¿Por qué te cierras? —resopla volviendo a mirarme— ¿otra vez?

—No me cierro, esta conversación no tiene sentido.

—Podría tener todo el sentido del mundo pero eres un mentiroso —Se aparta el flequillo con molestia y revolea los ojos como niña pequeña. 

—Me hace feliz porque… es… —balbuceo en una batalla contra mi incapacidad de expresar mis sentimientos—. Es lo único que se siente correcto aquí.

Ella hace su mayor esfuerzo por contener la sonrisa al notar que tenía razón, se mantiene seria y se muestra interesada.

—¿No lo estás disfrutando?

—Sí, a veces… otras veces no, otras veces me siento hipócrita por mentir.

—Pero no es tu culpa, Emi. Además no le debes nada a nadie, es tu vida privada.

—Eso es lo peor —asiento levemente—. No es por nadie más, solo siento que soy desleal a mí mismo.

—Solo es un momento, todo va a estar bien al final —Apoya su mano en mi rodilla y se acomoda para estar más cerca.

—Ojalá —concluyo con la esperanza de terminar la conversación.

Voy a ponerme de pie, pero ella me detiene.

—No te vas a escapar.

—¡Pero ya hablamos! —protesto cuando ella hace que me siente en el césped otra vez.

—¿Qué pasa con tu mamá?

Y ahí está el punto débil, el tema que realmente quería evitar, el que me tiene con la mirada triste aunque intente sonreír.

Supongo que ser sincero es mi mejor opción, de otro modo ella no me dejará en paz.

—Me llamó y no la atendí, me envió mensajes y le respondí solo para decirle que no quería hablar con ella. Me dijo que iba a respetar mi espacio, pero a los dos minutos tenía mensajes de Manuela cuestionándome por hacerla llorar. También insistió en hablar conmigo, y también le dije que no.

—¿Estás muy enojado?

—Me sentí traicionado, ella no tenía ningún derecho de invitarla, tenía muy claro que yo no la quería ahí.

—Se me hace tan raro viniendo de tu mamá… —reniega muy pensativa— La última vez que hablé con ella me dijo que le iba a partir una maceta en la cabeza, no entiendo.

—Creo que están juntas otra vez.

Sus ojos se abren dramáticamente y sus largas pestañas revolotean una y otra vez mientras intenta procesar mis palabras.

—¿Qué?

—Manuela tiene una foto de las dos juntas de perfil en WhatsApp, y eso explica por qué mi mamá ya casi no me llama.

—Que no, Emi, tiene que haber una explicación.

—¿Qué explicación, Lula? —respondo con un poco de ironía— ¿Que soy un imbécil? Que me vine aquí aceptando un contrato abusivo y limitando mi libertad para poder comprar una casa, para que estemos mejor, para que no le falte nada y ella… —No quiero ponerme a llorar, pero mis ojos se sienten cada vez más húmedos— Ella simplemente está regresando allí voluntariamente, con la mujer que nos dejó por años y… ni siquiera me lo dice, es tan cobarde que prefiere evitarme, no le puedo perdonar eso, Lu.

—¿Pero le preguntaste?

—No, no estoy listo para esa conversación. Demasiado tengo que lidiar con la falta de respeto de traerla a mi show, necesito un poco de espacio de las dos.

—Ey… —la mano de Dylan en mi rostro me llama la atención, acaba de sentarse a mi lado con la respiración un poco acelerada— ¿Por qué lloras? ¿Qué pasó?

Dejo que me abrace y me escondo en su cuello por unos momentos.

—Le estaba contando a Lula sobre mi mamá y la otra señora, lo que hablamos hoy a la mañana. Pero ya está, no te preocupes.

—¿A él le contaste, pero yo tuve que indagar y presionar? ¿Qué clase de sucio cambio es este? —intenta alejar a Dylan de mí, pero él no se lo permite cuando me sujeta fuerte contra su pecho riéndose por lo bajo.

—Déjalo, está enamorado —me defiende Fabri, que acaba de sentarse junto a ella— ¿Ya le contaste?

—No.

—¿Por qué?

—Le iba a decir pero Romeo preocupado me interrumpió.

—¿Qué me tienen que contar? —Me aparto un poco de Dylan para verlos, pero él se las ingenia para no perder el contacto físico.

—Te vas a negar, pero ya está todo resuelto y no hay marcha atrás.

—¿De qué? No entiendo.

Fabri la interrumpe antes de que comience a hablar para señalar cómo mi mano hace caricias sobre la pierna de Dylan.

—Esto es demasiado. ¿Dónde está mi amigo? ¿Qué le hiciste? —le reclama Lula.

—¿Le diste agüita de calzón? ¿Algún otro amarre? ¡Confiesa! —agrega Fabri.

—No le di nada, él siempre ha sido así conmigo.

—¡No le dió nada! —exclama Fabri con mucho dramatismo— ¡Llevo siete años sin recibir un abrazo!

—Y si intento darle uno se pone tenso y se aleja a los tres segundos —Lula se suma al reclamo.

—¿Podemos volver a la parte en la que me cuentan lo que me tienen que contar? —interrumpo el drama.

—Vamos de gira contigo —suelta mi amigo así, sin más, sin previas ni rodeos.

—¿Qué? —es todo lo que logro articular.

—Sí, nos vamos a tomar un semestre libre para ir de gira contigo. —Lula confirma lo dicho por su novio, completamente preparada para cualquier tipo de discusión.

—¿Por qué? —pregunto, aunque lógicamente ya conozco la respuesta, solo estoy buscando ver si me van a decir la verdad.

—Nos pareció una buena oportunidad para viajar y además vivir toda esta locura contigo —Los ojos oscuros de mi amigo intentan transmitir confianza, y es precisamente ese intento lo que me hace desconfiar.

—¿Y la verdad? —reclamo mirando fijo a mi mejor amiga.

—Esa es la verdad.

—No, no lo es. Me quieren "cuidar" de cerca, eso pasa. —Hago comillas con los dedos y expreso molestia en mi tono.

—Queremos estar contigo, tu familia está fallando y no queremos fallar nosotros, y menos con toda la presión que estás teniendo ahora —mi amiga intenta explicar, en los mejores términos posibles, aunque yo sé cuál es la verdad—. No es que pensemos que no puedes cuidarte solo, es que pensamos que es importante que tengas apoyo en este momento.

—Tienen un discurso bien armado para que no los rechace, ¿verdad?

—Emi, no te pongas difícil… —interviene Fabri— Tú sabes bien que nos quieres allí, deja de ser tan orgulloso.

—Obvio que los quiero allí —cedo sin rodeos—, pero no me parece sano que abandonen su vida por mí.

—Estás obsesionado con lo que es sano y lo que no es sano —se queja Lula con un resoplido—. Nosotros queremos ir, tú nos quieres allí, ¿por qué lo complicas?

—Porque yo no creo que ustedes quieran ir, simplemente sienten que tienen que hacerlo porque soy un inútil que no puede con sus sentimientos.

—No —Fabri se pone de pie y estira su mano hacia mí—. Ven, vamos por algo para tomar y lo hablamos tranquilos, no tenemos por qué pelear.

Supongo que quiere decir algo y que solo yo lo escuche, así que acepto y me pongo de pie tomando su mano.

Caminamos a la cocina en silencio, y recién cuando las botellas de agua están en nuestras manos deja las suyas sobre la encimera y se decide a hablar.

—No estamos bien —confiesa con un resoplido—. Estamos peleando mucho, algo se siente muy diferente y no sé qué es.

Sus palabras me toman por sorpresa, siempre los veo bien, siempre que los llamo están juntos, se ven felices e igual de cómplices que siempre, no entiendo cómo es que algo podría ir mal.

—No la quiero perder —continúa con los ojos fijos en sus manos—, pero aunque me esfuerzo por volver a lo de antes la siento cada vez más lejos.

—¿Lo hablaste con ella?

—No, me da miedo.

—¿Miedo?

—Sí, miedo a que me diga que tengo razón, que nada es como antes y que quiere dejarlo.

—Sin comunicación no…

—No, no necesito esto ahora —me corta el discurso antes de que empiece—. Necesito que me digas que sí, que podemos ir contigo.

—¿Qué tiene que ver?

—No lo sé, tal vez viajar, conocer lugares, salir de la rutina o hacer algo distinto sirva de algo, tal vez nos recuerde por qué nos enamoramos en primer lugar.

Probablemente tengo una lectura mucho más negativa de la situación, ellos se pusieron de novios cuando yo estaba atravesando mi peor momento y ambos estaban todo el tiempo pendientes de mí. De algún modo cuidar de mí siempre los ha unido, y ahora que me fui las cosas se sienten diferentes.

Por eso quieren venir, porque creen que si vuelven a tener ese trabajo en común puedan recuperar lo que tenían.

Si me preguntaran diría que no va a funcionar, ninguna relación que se sostenga de algo externo tiene algún sentido. Yo no soy su hijo, no necesito que estén cuidándome todo el tiempo, pero si mi amigo me está pidiendo desesperadamente que lo ayude a hacer un último intento, lo único que puedo hacer es decir que sí.

Ojalá me esté equivocando, ojalá su amor en realidad sea más fuerte que todo y esto solo sea un mal momento.

—Está bien —acepto sin más preguntas—. Los dejaré venir si me dejan ocuparme de los gastos.

—Ya tenemos la mayoría del dinero, en rea…

—Pues lo gastan en otra cosa —lo interrumpo—. Yo me ocupo de los pasajes y estadías, o no hay trato.

—Okay, pero a ella se lo dices tú.

Fue más fácil de lo que pensé, le dije que era la única forma de que aceptara y cedió con facilidad. De hecho probablemente ni siquiera lo voy a pagar yo, voy a pedirle a Guillermo que se ocupe y así puedan viajar en los mismos vuelos y hospedarse en los mismos hoteles que nosotros.

Es hora de utilizar a mi favor el sobre esfuerzo de la discográfica por mantenerme contento.

A pesar de mis quejas me da mucha paz saber que van a venir conmigo, es como llevar un pedacito de casa a todos lados, la certeza de que por mucho eco que cause mi nombre en todos lados, sigo siendo Emi de todos modos.

Al caer la noche Lúa y Freya están de regreso, así que mientras mis amigos fueron a bañarse y pedimos pizza para la cena, les cuento que vendrán con nosotros y a Lúa le parece buena idea que juguemos a un juego para entrar en confianza.

—¿Preguntas incómodas? —cuestiona Dylan bastante sonriente cuando lee el dorso del mazo de cartas que Lúa acaba de dejar sobre la mesa—. Me parece enormemente divertido, ojalá te toque la peor a ti.

—Qué malo —se queja ella—, seguro a ti no te incomoda ninguna, si te encanta andar ventilando tus privacidades por ahí.

—¿No es muy infantil esto? —se queja Freya mientras se sienta en el suelo junto a Dylan.

Muy cerca, más de lo que me gustaría, sus hombros se tocan, sus brazos se rozan si se mueven. Ella va a estirar su mano a la de él casualmente, pero él lo nota y la cambia de sitio antes de que lo toque.

Me incomoda la situación, me incomoda ella, no sé qué siento al respecto y eso me confunde mucho.

—Si no te gusta no juegues, pero no vengas aquí a amargarnos a todos —le responde Indra, directa y con bastante mala onda. La tensión es palpable, al parecer las cosas no van bien entre ellas.

—Ajá, y voy a hacer lo que tú me digas porque… —inquiere con un tono aún peor.

Indra le regresa la mirada de una forma muy intimidante, sinceramente yo no me metería con ella, la forma en la que sus ojos se expresan cuando algo le molesta me asusta.

—Mira, solo una vez te lo voy a decir porque la próxima ni palabras voy a necesitar, a mí no…

—Por favor —interrumpe Lúa—. Están por bajar los amigos de Emi, buscamos pasar una noche divertida, no se peleen. —Hace una pausa y se gira levemente hacia Indra para agregar en tono mucho más bajito—: No vale la pena.

¿Qué pasó? Hasta donde yo sabía ellas eran mejores amigas, y si bien Indra me comentó que Freya estaba rara, no esperaba que se traten así.

—Váyanse todos a la mierda —murmura Freya antes de ponerse de pie y salir del playroom.

—Súper unidos somos, un grupo sólido de amigos, cómo familia diría —ironiza Dylan haciendo que todos nos riamos y se corte el clima tenso.

—¿Qué le pasa a tu novia? Ve a hablar con ella —Lo empujo para que se ponga de pie, pero él se resiste.

—No eres gracioso —entrecierra los ojos y se muerde el labio inferior—. Y no, si quieres saber qué le pasa ve tú, a mí no me interesa.

—A nadie le interesa —Indra toma el mazo de cartas de la mesa para mezclarlas— ¿Jugamos?

—No, no, esperen —la freno una vez más— ¿Pasó algo grave?

—No —responde Lúa, muy rápido.

—Sí —Indra la contradice.

—Fue una tontería, no…

—Si no quieres contarles yo te respeto, pero no lo minimices porque una tontería no fue.

Lúa rueda los ojos y suelta el aire muy lentamente.

—Me hizo un comentario feo… sobre mi cuerpo, yo creo que no fue con maldad, pero me dolió. Cometí el grandísimo error de ponerme a llorar con Indra, y ahora hice que ellas se peleen cuando no tiene sentido porque lo que dijo es verdad.

Ahora todo cuadra, Indra solo podría estar reaccionando así por defender a alguien más, y tiene todo el sentido del mundo que se trate de Lúa.

—¡No es verdad! —protesta— De hecho es la cosa más estúpida que escuché en mi vida.

Me giro hacia Indra y le pregunto con seriedad:

—¿Qué le dijo?

Ella mira a Lúa primero, buscando su permiso para contar, y en cuanto recibe un asentimiento vuelve a mirarme a mí para responder:

—Ayer, al bajar del escenario, Lú le dijo que estaba cansada y que no pensó que un show necesitaba tanta energía. Entonces la otra estúpida le dijo: "Sirve para quemar un montón de calorías, a ti te va a servir mucho, si cuidas lo que comes al final de la gira vas a poder usar las mismas faldas que nosotras".

Imitó su voz con mucho desagrado, y realmente ahora entiendo su enojo.

Dylan se pone de pie y sale, sin decir absolutamente nada, pero su postura indicó claramente que va a ir a decirle unas cuantas cosas.

—Sabes que puedes usar las mismas faldas que ellas ahora, ¿verdad? —me levanto para volver a sentarme a su lado, y me esfuerzo mucho para que mi tono no suene a consuelo.

—En realidad tiene sentido lo que dijo, solo que…

—¡Claro que no lo tiene! —Indra ya perdió la paciencia— Dios, realmente necesitas mirarte más… si tú… si tú supieras lo que generas en… las personas cuando… cuando te ven…

Ella claramente quiere expresarle cuánto le gusta, lo que genera en ella cuando la ve, pero no se atreve, y la forma en la que se enreda con las palabras se me hace muy tierna.

—No estoy lista para esta conversación, así que voy a buscar a Dylan y sigamos pasando una buena noche, por favor —pide antes de huir de la situación sin dejarnos decir nada más.

En cuanto me quedo solo con Indra la risa me sale sola.

—¿De qué te ríes, idiota? —me empuja por el hombro.

—S- si tú supieras lo que generas en… *pausa dramática* ¡Las personas! —la imito muy mal a propósito y ella gruñe por lo bajo.

—¿Y qué quieres que le diga? ¿Que la quiero dar contra todo? No puedo, la voy a asustar.

—Nada, solo fue muy gracioso verte intentar formar un argumento que no incluya "estoy obsesionada con tus piernas, ponte esas faldas por favor", ni alguna frase similar.

—Deja de mirarle las piernas a mi chica o te corto las bolas y te las pongo de collar, te lo juro.

—Tengo ojos… —me vuelvo a reír, porque solo estoy diciendo eso para molestarla, nunca le miro nada a nadie, no me importan mucho esas cosas.

—Émile, estoy a diez segundos de dejar de ser tu amiga… —advierte clavando sus ojos, perfectamente delineados, en los míos.

Mi risa llena la sala y ella no puede hacer más que reír también.

—No seas tonta, sabes bien a dónde tengo ocupados mis ojos.

Ella aprovecha mi comentario para desviar el tema de conversación y evitar mis comentarios sobre su evidente enamoramiento por Lúa.

Ojalá estén juntas algún día, sería algo hermoso de ver.

—Sí, y también sé que no me has contado sobre la reconciliación, ¿incluyó mucho sexo gay, rudo y agresivo? ¿o solo besitos cursis y promesas tontas?

—Cada uno en su justa medida.

—¡Ay! Te pregunté en broma, no me esperaba esa respuesta —lleva una mano a su boca y abre grandes los ojos— No quiero detalles sucios, no me cuentes, con tu cara de idiota ya me dices todo.

—Ajá, fue muy bueno, pero luego me preguntó si somos novios y le dije que no.

Ella se toma unos segundos para procesar una respuesta, aunque en un principio parecía muy sorprendida por mis palabras.

—Supongo que te entiendo, pero con lo inseguro que es Dylan lo veo un tanto problemático.

—Yo lo quiero solo a él, pero las circunstancias me ponen incómodo —intento explicar, aunque ni yo lo tengo claro—. No sé cómo lidiar con esto en realidad.

—Tú tienes paciencia con él, él tendrá que tenerla contigo.

—Lo sé —asiento para darle la razón—, pero detesto que se sienta inseguro.

Si tan solo pudiera encontrar una forma de mostrarle lo que siento sin ceder a ponerle un título a esto para el que no estoy listo… tal vez algunos detalles podrían marcar la diferencia.

Me pongo de pie a buscar en uno de los cajones de atrás un bolígrafo o algo para escribir, y por suerte lo encuentro rápido. No hay papel más que algunas servilletas sobre la mesa, así que tomo una y escribo un pequeño pero significativo mensaje en una de las esquinas.

"Nunca sentí esto hasta que te conocí"

La dejo dónde él estaba sentado, a mi lado, y solo espero a que regrese.

______

Holaaaaa

Estoy de regreso, con nueva portada y banners ;) (si no los pueden ver, eliminen la historia de sus bibliotecas y vuelvan a agregarla)

Este capítulo sí tiene social media, pero decidí que voy a publicarlos aquí en wattpad para que no se pierdan en mis redes, haré un apartado y pondré también todos los de los capítulos anteriores, y será esta noche.

Los quiero mucho ❤️

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