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★Capítulo 13★


"Cuando tú estás desaparece el mundo"

¿A dónde vamos? - Morat

★★★

Guillermo dijo que tiene que hablar con nosotros, y era obvio, se veía venir después de que todo el mundo en Twitter estuviera debatiendo si Dylan y yo estamos o no juntos.

Nos trajeron a ambos a las oficinas de la discográfica, lo cual es mil veces más intimidante que simplemente hablar en la casa.

Estoy un poco nervioso, pero Dylan parece tranquilo, al entrar se robó unos caramelos de la recepción y guardó como veinte en su bolsillo, así que come uno y me da otro, y eso hacemos, comemos caramelos como niños mientras esperamos que nos regañen.

Tal vez es que ya está acostumbrado, pero estando tranquilo me tranquiliza.

—Agh, es de limón —se queja quitándoselo de la boca apenas lo mete.

—¿Cómo no te va a gustar de limón? ¿Qué está mal contigo? —me indigno de inmediato.

—Cómetelo tú —me dice, y lo hago sin pensarlo.

Sí, acabo de comerme un caramelo que sacó de su boca con total naturalidad, un acto que de solo pensar en hacer con otra persona me da ganas de vomitar.

¿Cuándo adquirimos este nivel de confianza?

Me siento abrumado y el caramelo está deliciosamente ácido.

—Sí, acabas de comerte mis babas sin vacilar —me confirma con una sonrisa confiada—. No te preocupes, yo también me comería las tuyas.

Voy a responder pero no me da tiempo, una mujer de la edad de mi mamá nos dice que ya podemos pasar y los dos nos ponemos de pie.

—No te asustes —murmura Dylan mientras caminamos—. Te ven como su pequeña estrella, saben que les darás muchísimo dinero, no vas a perder tu contrato, no dejes que te manipulen.

—No hicimos nada malo...

—Claro que no. —Me sujeta la mano por breves segundos, y la suelta en cuanto atravesamos la puerta.

—Buenas tardes, chicos —saluda un sujeto que está sentado junto a Guillermo.

Lo conocemos, es de la discográfica, pero no recuerdo su nombre porque probablemente no le puse atención en cuanto lo dijo.

—Hola —saludo en voz baja, y Dylan no dice nada.

Nos señalan el sofá y los dos nos sentamos, uno junto al otro, nuestras piernas se están tocando y Dylan está moviendo la suya ansiosamente.

—Saben por qué están aquí, ¿verdad?

—Sí —responde Dylan con seriedad—. No estamos siendo lo suficientemente heterosexuales.

—No te pongas a la defensiva, Dylan —le pide Guillermo con la calma que lo caracteriza—. Aquí todos queremos lo mejor para sus carreras, lo que es más conveniente para que puedan triunfar, y aceptaste las reglas del juego antes de empezar.

—Emi y yo somos amigos, nada de esto tiene sentido.

—Miren, chicos —el otro hombre intenta ser amigable, pero eso solo me genera más desconfianza—, no es que seamos retrógrados u homofóbicos, lo que ustedes hagan de las puertas para adentro en su habitación a nosotros no nos incumbe. Pero es una realidad que son los únicos dos chicos en la banda, no pueden mostrarse de esa forma públicamente porque entonces la mitad del atractivo en esto se pierde.

—Somos amigos, de verdad —reafirmo lo que Dylan dijo—. Solo somos expresivos, no hemos dicho nada sobre una pareja, tal vez si los fans están imaginando eso es porque es lo que quieren ver.

—Hay una parte de ellos que sí —cede Guillermo—, pero se van a mantener allí de todos modos, sea real o no. El problema es que necesitamos conservar también a la otra parte que quiere fantasear con ustedes.

—No podemos controlar lo que ellos piensan, sobre todo si se lo están inventando —insisto, porque me niego a que dejemos de ser nosotros mismos.

—Entonces, si no es real, ¿por qué no hay las mismas demostraciones con las chicas? ¿por qué solo son ustedes dos todo el tiempo?

—No lo sé, son relaciones diferentes.

—Les damos dos opciones, entonces —concede el sujeto del que aún no recuerdo el nombre—. O reducen las interacciones en las entrevistas y en redes sociales, o tienen las mismas, del mismo tipo, con las chicas.

—No podemos forzar eso... —protesta Dylan, y estoy seguro de que lo dice por mí, sabe que no me gusta y me cuestan mucho las demostraciones.

—Van a tener que poder, Dylan —concluye Guillermo.

—Okay, ¿nos podemos ir? —gruñe por lo bajo.

Tenemos como una hora libre hasta encontrarnos con las chicas en el estudio, faltan detalles de la grabación de audio y mañana tenemos que grabar un videoclip.

—Emi sí, tú quédate un minuto más.

—¿Por qué? —protesto.

—Está bien —me dice Dylan por lo bajo—. Ve a robar más caramelos y espérame en el auto.

Busca sus llaves y las pone en mi mano.

—No quiero...

—Porfa, te juro que está bien.

Le hago caso, aunque bajo protesta. No me da confianza, no sé, siento que lo cargan con más responsabilidad que a los demás y eso es injusto.

Quiero cuidarlo, y me molesta que no me deje.

Me robo los caramelos y se los dejo en el portavasos de su auto, sacando los que son de limón antes, por supuesto.

No sabía que Dylan tenía su propio auto, siempre nos llevan en la camioneta a todos lados, pero hoy les pidió que nos dejen venir solos así luego podíamos ir por un helado. Espero que aún esté de humor para eso, parecía bastante enojado hace unos minutos.

Regresa varios minutos después, se nota muy frustrado y sus expresiones lo dejan en evidencia. No me gusta que se sienta así, y no sé qué hacer o decir para que se sienta mejor.

—¿Quieres hablar? —pregunto con cautela.

—No.

—¿Quieres un abrazo?

—No.

—Ya...

—Es que yo... solo... —resopla y esconde el rostro entre sus manos— Creo que necesito un momento a solas, voy a salir un momento al parque.

—¿Solo? —pregunto con inseguridad.

Sé que aún no somos superestrellas, pero mucha gente nos conoce y no sé si sea seguro que ande solo por ahí.

—Es el sentido de necesitar un momento a solas... —su tono es un poco irónico, de inmediato lo nota y suelta el aire cerrando los ojos, intenta contenerse.

—Me estás hablando feo —mi voz suena más triste de lo que esperaba.

—Perdón —dice de inmediato, muy arrepentido, incluso parece que va a llorar.

No entiendo qué pasa, qué fue lo que le dijeron y por qué se siente así. Quiero abrazarlo, pero me dijo que no y siento que lo mejor que puedo hacer es darle el espacio que me está pidiendo.

—Lo siento, de verdad —insiste, muy preocupado—. Yo no sé manejar bien mi frustración y no quiero que tú pagues por eso, es el motivo por el que quiero salir, no te preocupes, solo serán unos minutos.

Deja un besito sobre mi mano y me da una mirada arrepentida murmurando una disculpa nuevamente antes de bajar del auto. No fue tan grave, no me trató mal en realidad, solo fue un poco irónico ante una pregunta estúpida y ahora parece que va a torturarse por eso.

No debí decirle que me estaba hablando mal, no debí tomarlo personal, debo aprender a ser más empático y menos egocéntrico. Se trataba de él y sus sentimientos, no de mí.

Busco mi teléfono y le envío un mensaje:

Emi★ – en línea

Perdóname tú a mí, si me necesitas solo llama, estoy aquí.

La respuesta llega solo unos segundos después:

Futuro esposo ❤️ – hace un minuto

Te quiero.

Ya no está en línea, prefiero darle su espacio para pensar y decirle que yo también lo quiero en cuanto regrese.

Aprovecho los minutos que se tarda para hablarle a mis amigos, probablemente estoy siendo dramático, pero me siento triste por casi... ¿pelear? O lo que sea con Dylan.

Ellos siempre son claros para hacerme entender lo que siento y para quitar las preguntas sin respuesta de mi mente, pero sobre todo validan mis sentimientos, y siento que eso es todo lo que puedes buscar en un amigo.

Hablar con ellos me ayuda a estar más tranquilo, son un pedacito de mi casa en el teléfono todos los días, y los extraño mucho a pesar de que no dejamos de hablar.

Una tarde como la de hoy estaríamos quejándonos de la universidad en la sala de mi casa, mientras no estudiamos nada y jugamos videojuegos, para luego estresarnos en la madrugada porque no llegamos a tiempo con las tareas.

Cuando la conversación termina descubro que Dylan acaba de twittear la frase "no adaptes tu esencia, la falla está en la realidad".

Es que estoy seguro de que los del managment están ejerciendo algún tipo de violencia estúpida sobre él, está intentando mantenerse fuerte, y me duele que quiera hacerlo solo.

Quiero estar para él, necesito que me lo permita.

Pasan varios minutos más hasta que me vuelve a llamar, su energía ya es otra, me habla como si nada hubiera pasado y me dice que conoció a un fan en el parque y ahora debemos llevarlo a su casa.

Me envía su ubicación, rodeo el parque con el auto y llego a donde ellos están. El fan es un chico de doce o trece años muy tierno, tiene los ojos hinchados de la forma más adorable, pero al parecer es porque estuvo llorando.

En cuanto bajo del auto y los ojos de Dylan encuentran los míos, ni siquiera sé por qué estuve pensando estupideces. Todo está bien entre nosotros, así que solo puedo sonreír.

El chico nos ve como si fuéramos la octava maravilla en el mundo, sus ojos muy abiertos van de Dylan a mí todo el rato, y aunque intento conseguir una conversación con él es muy tímido para responder, así que se parece más a una entrevista que a una conversación.

Al llegar a su casa nos pide fotos a ambos, es muy adorable, la forma en la que ve a Dylan es simplemente preciosa, lo admira como si no pudiera creer que es real. Si me preguntaran, diría que es la única forma en la que todos deberían mirarlo.

Luego de las fotos y de dejar al chico, estamos solos otra vez, él se pone serio y tensiona las manos sobre el volante, sin encender el motor. 

—No quería que me vieras así... —murmura, dejando en claro que no va a evitar el tema.

—Puedes ser tú mismo conmigo, todas las partes de ti, voy a quererte igual.

—Siempre soy yo mismo contigo, excepto cuando soy caprichoso, prefiero estar solo entonces.

—No estabas siendo caprichoso, Bu.

—Sí, estaba frustrado porque las cosas no son como quiero —insiste, siendo crítico consigo mismo.

—Estabas frustrado y tenías razón para estarlo —contradigo—. No tienes que esconderte para sentir algo, puedes sentirlo conmigo.

—Solo quiero darte las cosas buenas de mí —niega con la cabeza, aún sin mirarme—, eso es lo que tú mereces.

—También me sentí frustrado... —murmuro por lo bajo.

—¿Por lo que ellos dicen?

—No, porque...

—¿Qué pasó? —se preocupa rápidamente cuando dejo de hablar.

—Quería estar contigo... no quería que estuvieras mal y solo.

—Eu... —Voltea hacia mí y pasa una mano por mi mejilla de forma lenta— Solo quería cuidarte de mi mal carácter, siempre quiero estar contigo, incluso en ese momento.

—Está bien si quieres estar solo igual, no significa que me quieres menos. Solo es que me sentí... inútil —Lo observo torcer la boca de lado y dejar que su mirada se pierda en la nada otra vez—. Probablemente solo estoy siendo dramático, se trata de ti, no de mí.

—No digas que eres dramático, me importa lo que sientes. 

—Y tú no digas que eres caprichoso.

—Lo soy —refuta.

—Y yo soy dramático.

—No.

—Entonces tú tampoco eres caprichoso, sentir frustración es normal.

—¿Y si dejamos esto de lado y vamos por un helado? —propone volviendo a sonreír.

—Pero no llegamos a un acuerdo...

—¿Quieres llegar a un acuerdo? —Ladea su cabeza apenas, conteniendo una sonrisa. 

—Si no lo hacemos la conversación no tuvo sentido.

—Okay —cede, tomando la iniciativa—, este es el acuerdo: yo no soy caprichoso, tú no eres dramático, lo que ambos sentimos importa, podemos estar juntos incluso si nos sentimos mal, pero de todos modos está bien si queremos un momento a solas. Nos queremos como sea, tú me importas y yo te importo.

Sonrío y asiento, sus ojos están intensamente fijos en los míos y de pronto siento un estúpido impulso, cómo si de verdad quisiera...

No.

Definitivamente no.

Solo es que mis amigos insisten en el tema y me confunden, yo no me siento así por él.

No solo mis amigos, actualmente cada persona que nos conoce insiste en el tema, pero no es real.

No puedo hacerlo, le prometí que no lo haría.

Somos amigos, es amor de amigos, confianza de amigos, comodidad de amigos.

De AMIGOS.

—¿Qué pasó? —pregunta, porque la sensación me dio pánico y estoy seguro de que lo notó en mi rostro— ¿No te gustó el acuerdo?

—Es perfecto —vuelvo a sonreír e intento disimular mi caos interior.

—Avísale a tu cara.

—Es que me estoy haciendo pis.

—¿Aún puedo obtener mi abrazo?

—Sí, ¿y yo mi helado?

—Abrazo, baño, helado y abrazo de nuevo, en ese orden —concede y estira sus manos hacia mí para que me acerque.

No sé si es momento para un abrazo cuando acabo de tener un momento de pánico injustificado, pero quiero, siempre quiero un abrazo de Dylan.

Mi estómago se siente cálido cuando sus brazos me envuelven, me aprieta contra su pecho y siento su respiración en mi cabello. Podría quedarme aquí para siempre, de hecho no sé cuánto tiempo pasa porque ninguno de los dos se mueve hasta que su teléfono suena.

Entonces me aparto y vuelvo a ponerme el cinturón.

—Perdón, ya estamos yendo —le dice a su teléfono en cuanto atiende, lo estira hacia mí para pasarme la llamada y pone el motor en marcha.

—¿Hola? —digo sin saber quién es.

—Hola, Emi —dice la voz de Lúa al otro lado—. Hace diez minutos deberían estar aquí, Guillermo dijo que salieron de la discográfica hace una hora, ¿pasó algo?

—Oh, lo siento, hubo un... ¿imprevisto? Supongo. Pero ya vamos en camino, tenemos como cinco minutos hasta allí.

—¿Están bien? —pregunta, y puedo notar la genuina preocupación en su voz.

—Sí, sí, Dylan les contará al llegar, vamos enseguida.

Termino la llamada y suelto un suspiro cansado.

—Creo que nos quedamos sin helado —me quejo muy decepcionado.

—¿Qué? —junta sus cejas y voltea a verme— No, si esperaron diez que esperen quince.

★★★

—No estoy conforme con el álbum —se queja Dylan en cuanto nos dan diez minutos de descanso.

Estamos sentados en unos pequeños escalones de la entrada, no tenemos té, pero al menos hay jugo de manzana.

—Dijeron que nos darían libertad músical, pero los tiempos son muy cortos, quieren hacer las cosas ya y sacarlo rápido en lugar de que sea de mejor calidad —continúa su descargo—. Si pudiera hacerlo por mi cuenta, probablemente escribiría cuarenta canciones para elegir diez, y estaría en cada pequeño detalle de cada una. Aquí solo escribimos diez, y las van a lanzar en su primera versión cuando es obvio que podríamos mejorarlas mucho.

—Es que la gira es en un par de meses, al leer el contrato también noté que los tiempos eran muy acelerados cómo para lograr buena música.

—Es que no es que sean malas... —resopla, desganado— Es que son básicas, podríamos mejorarlas mucho si nos dieran tiempo.

—Pero las cosas son así...

—Espero que nos dejen meter "Tú, la música y yo", aunque sea a último momento, es la única que tiene un sentimiento real, al menos de mi parte.

—Es la única en la que participé, así que espero que sí la metan —coincido y le doy un sorbo al jugo en cuanto siento la puerta abrirse a nuestra espalda.

Es Indra, la veo en cuanto se acerca y se sienta junto a Dylan.

—¿Podemos hablar? —le pide con seriedad.

—No tengo ánimos para pelear —responde él.

—No es para pelear, todo lo contrario.

—Los dejo solos. —Intento ponerme de pie, pero Dylan me detiene tomando mi mano.

—Está bien, quédate, no me molesta —me dice Indra con una media sonrisa.

Vuelvo a sentarme, pero Dylan no me suelta la mano. Parece un poco nervioso, y cada vez siento más intriga acerca de lo que pasó entre ellos.

—Quería pedirte perdón —Indra es directa al hablar—. Sé por qué te caigo mal y por qué toda esta tensión entre nosotros, y tienes razón.

—¿Lúa te pidió que hagas esto?

—No, no hablamos sobre ti —niega de inmediato—. Lo estoy haciendo porque yo quiero, porque tú sí me caes bien y sé que me equivoqué.

—Okay, está bien —responde, pero aún suena frío.

Es raro verlo así, no sé qué fue lo que ella dijo pero de verdad le dolió.

—Dylan, mírame —le pide y él se voltea—. Fue algo estúpido, yo no pienso eso, solo estaba celosa de ti y Lúa, y me comporté como una imbécil. Me di cuenta de que me había equivocado ese mismo día, pero soy muy orgullosa, y me costó todo este tiempo tomar el valor para aceptarlo. De verdad lo siento, ya no quiero ser así.

—De todos modos dijiste la verdad.

—La verdad sin empatía es crueldad, y tú no te merecías eso.

Él suaviza un poco su expresión y asiente.

—Gracias por disculparte.

—Agh, siento que hablé demasiado —suspira ella con desagrado—. Qué horribles son las palabras sin música.

—¿Me harás una canción de disculpa? —se burla Dylan, abandonando el clima tenso.

—Ni sueñes, yo solo escribo para mi chica.

—¿Están en algo? —curioseo en cuanto veo la oportunidad.

Ella niega con un suspiro.

—Ojalá.

Los diez minutos de descanso se acabaron y necesitamos regresar a grabar. Solo son coros y armonizaciones, pero nos están llevando bastante tiempo.

—Necesito explicaciones —le dice Guillermo a Dylan en cuanto entramos. 

—¿De qué? —responde bastante relajado.

Le arroja el celular a las manos con bastante agresividad, y me inclino sobre su hombro para leer con él.

Es un twitt de un supuesto fan, acusándolo de agredirlo hoy en el parque y diciendo mucha mierda sobre él.

—¿En qué jodido momento tuviste contacto con los fans sin supervisión?

—No fue así, yo solo...

—¿No les dije que fueran humildes? ¿No les dije que no se armaran solos el altar? ¡Pues esto es todo lo contrario!

—En realidad yo no... —intenta explicar una vez más, pero no lo deja.

—Es un chico de catorce años, Dylan, agrediste a un niño, ¿Qué mierda hay en tu cabeza?

—¿Y si lo dejas hablar? —intervengo perdiendo la paciencia— Estoy seguro de que Dylan no atacó a nadie, podrás descubrir qué pasó si dejas de interrumpirlo cada vez que intenta explicar.

—Habla... —escupe en dirección a Dylan, sin decirme nada por mis malos modos.

—Bien...

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