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★Capítulo 10★


"Si me abrazas sin lastimarme serás el primero que alguna vez lo hizo"

Cinnamon Girl - Lana del rey

★★★

Cuando suena el despertador, Dylan ya está en la ducha, lo sé por el sonido y por el vapor que emana de la puerta apenas entreabierta.

Quiero dormir más, a pesar de que ayer nos acostamos temprano, me gusta dormir y madrugar siempre me cae mal. Pero tengo hambre, y si me quedo más tiempo en la cama me voy a perder el desayuno.

Antes de que pueda tomar la iniciativa, recibo una videollamada de Lula, así que me siento en la cama antes de atenderla.

—Buenos días, Bu —me saluda muy sonriente, ya está muy despierta, peinada y maquillada, hermosa como si no fueran las siete de la mañana, y a su lado mi mejor amigo odiando su propia existencia como yo— ¡Llegó el día!

—Buenos días —le sonrío de regreso tallando mis ojos—. Apenas me despierto, no he tenido tiempo de procesarlo.

—Nos encantaría poder estar ahí contigo, pero vamos a estar viendo la transmisión en directo desde aquí, imagínanos ahí cuando cantes, ponme un buen outfit porfa.

—¿El vestido de florecitas verdes está bien?

—Perfecto —sonríe con entusiasmo.

—¿Yo puedo llevar un disfraz de Spiderman? —interviene Fabri, sin mucho ánimo.

—Si me río en medio de la presentación ya saben por qué es —acepto de inmediato.

—Buenos días, Mimi —Dylan sale del baño completamente ajeno a la llamada, solo envuelto en una toalla, y por el ángulo en el que sostengo el teléfono alcanza a verse a la perfección.

La cara de mis amigos es de mucha, mucha sorpresa. Los dos se quedan en silencio, y se miran entre ellos.

Dylan sale del baño en toalla porque sabe que entraré a bañarme después de él y podrá cambiarse entonces, no se cambia frente a mí, obviamente no, pero tampoco le dije a mis amigos que estaba durmiendo con él y por eso están sorprendidos.

—Buenos días, Dyl —lo saludo de regreso, y de inmediato muevo mi teléfono para dejarlo fuera de plano y volver a hablar con los chicos—. Me tengo que ir a bañar, les hablo al rato.

—No, no, al rato no —contradice Fabri—. Ahora, cortas la llamada y nos hablas.

—Sí, eso —acepto porque sé que no me dejarán en paz sin una explicación.

—¡Te amamos! —se despide Lula moviendo la mano— Estoy muy orgullosa de ti, no me canso de decirlo.

—Gracias, Bu, también te amo.

—¿Y a mí? —inquiere Fabri con gesto celoso.

—A ti también, idiota.

Apenas me dejan terminar la llamada y ya me están llenando de mensajes en el grupo que tenemos los tres, buscando explicaciones.

Me demoro más de lo planeado en entrar a la ducha, me estoy congelando solo por enviar mensajes, así que me despido y cierro la puerta para bañarme por fin.

En cuanto salgo caigo en cuenta de que hoy vamos a cantar juntos por primera vez, y el nerviosismo típico no tarda en llegar a mi estómago.

Nunca canté con alguien más en un escenario, siempre he sido solo yo, y aunque todos mis shows fueron pequeños, soy el único de los cinco que tiene experiencia con el público.

Los demás están el triple de asustados que yo, y la verdad es que no sirvo como líder, para eso está Dylan todo el tiempo.

—¿Por qué eres fan de 5 Seconds of Summer? —me interroga Dylan en cuanto salgo del baño.

—Uhm... ¿Tienes tres horas para escuchar motivos?

—No —se ríe en cuanto abandonamos la habitación para bajar a desayunar con las chicas—. Me refiero al primer motivo, el que te hizo llegar a ellos.

—Éramos chiquitos, hace unos años, mi amiga Lula era muy fan de One Direction y yo soy el mejor amigo del mundo así que la acompañé al concierto, ellos eran los teloneros y entonces lo vi a Luke, lo escuché cantar y ya no pude pensar en otra cosa.

—Solo fue... ¿atracción?

—No sé, en ese momento me creía muy hetero. Aunque ahora sé que sí me gusta, creo que lo sentí más como conexión.

—Tiene ángel...

—Sí.

—Yo creo que tú eres nuestro Luke, todos se van a enamorar de ti y por eso se van a dar la oportunidad de conocer a los demás. 

Me río de inmediato y niego.

—Obvio que no, Dylan, tú haces que todo funcione.

—Sí, pero desde atrás, tú eres el de la magia, y se me hace muy tierno que no lo veas —se detiene al pie de la escalera antes de acercarnos a la mesa—. Y no me digas Dylan que parece que me regañas.

—Perdón, bolita de algodón.

Suelo decirle todo tipo de apodos cursis en broma, cuanto más ridículos suenen mejor, él por lo general se ríe pero al parecer ya se acostumbró.

—Buenos días —saludo en cuanto me siento en mi lugar habitual.

Lúa y Freya ya están en la mesa, Indra duerme como un oso y siempre se salta el desayuno, se despierta dos minutos antes de irnos y sale casi que con la almohada pegada a la cara. Quisiera ser ella, pero si no como me muero.

—Buenos días —responde Lúa de inmediato—. Tengo miedo, no dormí.

—Yo tampoco —murmura Freya por lo bajo—. Tengo ansiedad, me duele la panza.

—Nosotros dormimos como koalas —dice Dylan, en cuanto las chicas se ven incómodas se da cuenta del doble sentido y lo aclara—: No me refería a abrazados, eso no, es que los koalas duermen mucho...

La cara de Freya no fue la mejor ante el primer comentario, y he notado eso varias veces cuando las bromas entre Dylan y yo se llegan a malentender, pero en cierto punto siento que estaría mal frenarlo, es algo entre él y yo, sobre nuestra forma de ser amigos, y no tendría que cambiar por alguien externo, por mucho que me guste.

Tal vez debería aclararle a ella que todo son bromas, pero me siento extraño haciéndolo porque ni siquiera ha pasado algo entre nosotros como para darle explicaciones.

—Entendimos —dice Lúa que se ve igual de incómoda.

Tal vez a Lúa sí haga falta aclararle, sobre todo para que no piense que soy un amigo de mierda que se va con el chico que le gusta.

Qué difícil todo, un complejo enredo que se solucionaría dejando de lado las bromas con Dylan, cosa que no quiero hacer y por eso el caos perdurará.

No tenemos mucho rato para desayunar, el clima está tenso y apenas hablamos, seguro soy responsable de eso pero voy a echarle la culpa a los nervios por el show.

—Buenos días, Indi —saluda Lúa cuando por fin la vemos bajar.

Hace como cinco minutos nos dijeron que la camioneta ya está afuera, tuvimos que llamarla por teléfono para que venga.

—Buenos días, Lu —le responde con la voz aún adormilada.

—Buenos días, Indi —repite Freya, haciendo énfasis en el apodo para molestarla.

—Solo ella me puede decir así —gruñe la rubia en respuesta—. Se lo dejo pasar porque estoy lo suficientemente embobada, pero me parece vomitivo.

—Se lo dejas pasar porque te gusta —corrige su amiga.

—Sí, eso dije —asume sin pena alguna, logrando que Lúa se ruborice en una fracción de segundo.

Las tres se alejan caminando hacia donde está la camioneta con las puertas abiertas. Yo me quedo en la entrada esperando a Dylan que fue al baño, así que las observo en la distancia, solo reírse.

Yo creo que Lúa está confundida en más de un aspecto de su vida, porque a pesar de saber que a Indra le gusta, se mantiene cerca y en buen clima siempre. No la ve de forma amistosa como a Freya, tampoco como algo doloroso, como a Dylan. Tiene una forma particular de mirarla que no sabría explicar.

Mis ojos se centran en Freya sin que me dé cuenta, está hermosa como todos los días, pero se ve nerviosa y entusiasmada. Me gusta mirarla, y eso hago cuando Dylan llega, admirar todo de ella.

—¿Estás enamorado? —pregunta en cuanto se para a mi lado.

—No, pero me gusta mucho.

—¿Cuál es la diferencia?

—Emmmm... no se, supongo que lo que estás dispuesto a hacer.

—¿Cómo?

—No se, Dylan, me refiero a...

—¿Dylan? —se queja con desagrado.

Me río y niego de inmediato.

—Perdón, Solecito —me disculpo entonces—. Me refiero a que decir que estoy enamorado me parece muchísimo, y solo lo dije con una persona en mi vida. Gustarme, me han gustado demasiadas.

—Entonces, ¿quieres decir que no es importante? —De verdad se ve confundido, como si entender los sentimientos le fuera difícil.

—No tanto, no estaría dispuesto a todo por hacerla feliz, aún soy mi propia prioridad.

—Eso debería permanecer así, ¿no crees? —insinúa, aún confundido.

—Es que mírala, es hermosa, quiero dejar de mirarla y no puedo, ¿qué me hizo?

—No sé... —Dylan suelta una risita un poco incómoda.

—¿No te parece la mujer más hermosa del mundo?

—Uhm... no. Digo, es linda, no lo voy a negar porque está a la vista, pero no es mi tipo de persona.

—¿Tienes un tipo de persona?

—Y sí, Mimi, como todo el mundo.

—Me refiero a que yo tengo un tipo de gusto en chicas, y otro distinto en chicos, no se parecen en nada. ¿Tú tienes uno solo?

—Sí, pero es bastante flexible.

—¿Si fuera alguien de la banda...? —comienzo a preguntar, pero luego me doy cuenta de que es obvia la respuesta—. No, espera, es obvio que sería yo; mejor si fuera una de las chicas, ¿cuál se acerca más?

—Indra.

—Pero te cae mal —observo sorprendido.

—Sí, pero es hermosa.

—Te gusta y no te pone atención, ¿por eso te cae mal? —hablo como si estuviera haciendo el descubrimiento del siglo, y solo obtengo risas como respuesta.

—Qué idiota, claro que no, me cae mal porque se mete descaradamente en asuntos que no le importan como si tuviera el derecho.

—¡Pero si esa es la mejor parte de su personalidad! Siempre dice lo que piensa y no le importan las consecuencias, la amo.

—Hasta que diga una verdad que te incomode mucho, y ya no la ames tanto.

—¿Eso pasó? ¿Qué fue lo que dijo? —curioseo ante la posibilidad de obtener el chisme por fin.

—Sí, pero no te voy a contar porque no me gusta hablar mal de los demás.

Voy a protestar, pero entonces nos apuran para subir a la camioneta. Tenemos como una hora para llegar al lugar del evento, y luego varias horas que esperar allí. Hay que hacer prueba de sonido, peinado, maquillaje, vestuario, y todas esas cosas.

Luego de que la coach vocal nos haga sus ejercicios para calentar la voz, nos dejan unos minutos en los camerinos a solas.

—Yo también quería brillitos —se queja Dylan pasando su dedo por las piedritas pegadas al final del delineado de Lúa.

—Me parece tonto que no te dejen —lo consuela ella—. De verdad, no entiendo.

Creo que él le responde algo, pero no les pongo atención porque mis ojos se distraen con otra escena. Obviamente estaba mirando a Freya, pero entonces noté que está con Indra, como si intentara consolarla.

—Diez minutos, deberían acercarse al escenario —nos avisa Guillermo desde la puerta, y de inmediato todos se apresuran a salir.

Bueno, no todos, en cuanto atravieso la puerta me doy cuenta de que Indra aún no se mueve de dónde está.

—Ey... ¿estás bien? —me regreso sobre mis pasos una vez que todos salieron del camerino.

Ella no parece tener la intención de moverse, está sentada sobre el tocador con los brazos envolviendo sus rodillas.

—No.

—¿Quieres hablar? —Doy un pequeño salto y me siento a su lado, tal vez evitando mirarnos de frente le sea más fácil hablar.

—Ya no quiero salir, no quiero que me escuchen.

—Tienes la voz más dulce que he escuchado en mi vida, ¿sabes? Me hace sentir como una tardecita de verano, en la playa cuando baja el sol, estás con alguien que quieres mucho, recostado en sus piernas y te hace cariñitos en el cabello... —Recuesto mi cabeza en su hombro, aunque para eso tengo que inclinarme un poco porque la diferencia de altura es mucha—. No quieres que el sol termine de bajar, te sientes bien y quieres que el momento no acabe, pero incluso cuando lo hace, la sensación de felicidad se queda contigo.

—Qué tierno... —murmura, y puedo ver su sonrisa de reojo.

—Es la verdad, aunque suene muy poético, todas las personas ahí afuera te van a amar.

—Es que...

Va a hablar pero se detiene, así que me siento en la necesidad de insistir.

—No voy a creer que eres menos ruda porque hables de tus sentimientos conmigo.

—Quisiera que... —su voz se quiebra un poco, pero se fuerza a seguir hablando— Yo canto porque mi mamá lo hacía, era algo de las dos, y no puedo cumplir nuestro sueño sin que ella esté allí para verme.

—¿Qué le pasó? —pregunto en voz baja, temiendo la respuesta.

—No lo sé, solo... desapareció, mi papá y yo llevamos tres años buscándola. Por eso estoy aquí, porque sin dinero no tenemos recursos y la policía ya nos abandonó hace rato, además, si me hago muy famosa la gente me va a escuchar y...

Su voz se vuelve a romper, se me hace muy difícil encontrar qué decir, nunca pensé que detrás de tantas bromas y aparente seguridad se escondía un dolor tan intenso.

—Tienes un gran motivo para hacer esto, debería ser tu fortaleza para salir al escenario.

—¿Y si está por ahí y me ve? ¿Y si piensa que ya no me importa encontrarla?

—Si está por ahí y te ve, va a estar feliz y orgullosa de ti, de que seas tan valiente para cumplir el sueño por las dos a pesar de todo lo que has tenido que pasar.

—Nunca canto frente a nadie, no me va a salir la voz —murmura con mucha inseguridad.

—Ponte junto a mí, si cuando te toca tu parte sientes que no puedes, solo me lo haces saber con la mirada y yo la cantaré.

—¿Por qué eres tan bueno conmigo? —cuestiona recostando su cabeza contra la mía por un breve momento.

—Soy así, en la vida, me importan las personas —respondo con la verdad.

—Pero yo no he sido la más amable del mundo contigo.

—Me encanta cómo eres, no cambies, porfa —me volteo a verla y con eso rompo el contacto físico—. Podemos ser amigos y llorar con el otro cuando haga falta, pero en el día a día necesito que sigas siendo el gatito negro enojado con el mundo que suelta verdades sin ver las consecuencias, me agradas así.

—Eres un solecito, tan tierno que da un poco de asco incluso —Se ríe y asiente, como si hiciéramos un trato sin hacerlo—. Gracias, no te voy a dar un abrazo porque no, pero gracias.

—Vamos, nos quedan tres minutos, nos van a matar —la apuro y me bajo del tocador para que por fin salgamos del camerino.

Corremos por el pasillo para llegar a donde están los chicos, que nos miran como si fueran a asesinarnos.

—¿Dónde se metieron? Casi me da un infarto —reclama Lúa, mientras le acomoda un mechón de cabello a Indra que se le fue hacia el rostro en la corrida.

Me dio ternura, como que de pronto quiero que se casen y tengan quince hijos.

Indra le sonríe de lado y ella se pone nerviosa, es muy mala disimulando y todos nos dimos cuenta.

—¿Dónde estabas? Quiero un abrazo —me dice Dylan por lo bajo, y de inmediato me vuelvo hacia él para darle lo que me pide.

—Nos demoramos en el camerino por un problemita de vestuario, pero ya lo resolvimos. —Siento su mentón descansar en mi hombro, y por algún motivo imagino que tiene los ojitos cerrados—. ¿Estás asustado?

—Un poquito, sí.

Doy una mirada rápida al resto de los chicos y me doy cuenta de que debo ser el único que no quiere salir corriendo. Es que nunca he sabido por qué, pero toda la seguridad que no tengo en la vida, la tengo en el escenario. Es mi lugar, me siento yo estando allí.

Tal vez es porque ya sé cómo se siente, aunque no frente a tantas personas, la adrenalina que siento en este momento probablemente esté anulando el miedo.

Me preparé mentalmente para la incomodidad, obviamente nadie va a gritar, no van a cantar, nadie está aquí para vernos a nosotros y es mejor salir al escenario con eso claro, Guillermo nos habló sobre eso y también dijo que teníamos que esforzarnos porque no influya en nuestra energía, ya que van a grabarnos y ese será el primer video en nuestro canal de Youtube.

Aún tengo a Dylan prendido como un osito, pero en cuanto volteo la mirada veo a Freya mover su pierna con nerviosismo. Estiro mi mano libre y tomo la suya, entrelazo nuestros dedos de forma lenta, y aunque en un principio ella se sorprende y lleva sus ojos a donde se originó el contacto, en cuanto nota lo que sucede solo sonríe.

Sujeta mi mano con fuerza, y levanta la cabeza hacia mi rostro. Cuando nuestros ojos se encuentran mi estómago se contrae, tengo la urgencia de soltarla, tal vez por cobarde, tal vez porque no me gusta sentir, pero de cualquier modo no lo hago.

Ella está asustada, si reacciono mal probablemente solo logre confundirla, y necesitamos seguridad, no caos.

Todos los nervios que no sentía por cantar, los siento justo en este momento en el que por querer tener un gesto bonito me puse a mí mismo en esta situación.

Por dios, no sé qué me pasa, no tengo doce años, solo nos estamos tomando de la mano.

Lo peor es que estoy incómodo, y no sé si son los nervios o que soy un miedoso.

Un beso de Dylan en la mejilla me libera de la tensión de pronto, se aparta de mi abrazo y deja una caricia en la otra mejilla antes de pararse a mi lado.

Ya no hay contacto físico, pero su muestra de cariño me hizo sentir más cómodo y tranquilo. Nada de esto significa algo, solo somos un equipo, mostrándose apoyo antes de un momento importante.

Creo que estaba sobredimensionado la situación, le tomé la mano porque la vi nerviosa, y hubiera sido igual con otra persona, solo entré en pánico por la forma en la que nos miramos, porque no soy idiota y sé que ambos nos gustamos, pero en esta situación, en estas circunstancias, no precisamente tuvo que significar algo.

O sí, pero lo voy a negar de todos modos.

Nos dan la señal de que podemos subir, Dylan, Indra y Lúa lo hacen de inmediato y mi intención es ir a la par de ellos, pero mi mano aún sostiene la de Freya y ella la usa para jalarme un instante hacia atrás.

Volteo para ver qué sucede, y entonces siento su mano fría en mi rostro. Solo alcanzo a verla por una fracción de segundo antes de sentir sus labios sobre los míos.

Solo fue un segundo, ni siquiera tuve tiempo de corresponderla y ya se había apartado.

Suelta mi mano y se sube al escenario, me deja allí, con el corazón acelerado y una confusión evidente.

No sé que acaba de pasar.

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Hola Pollitos 🐣

No se olviden de ir a ver el Social Media de este capítulo en cualquiera de mis redes sociales:)

Si no saben qué es, lean la nota del capítulo anterior.

Los quiero muchito ❤️

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