Capítulo 1. El nombre
48 horas antes...
¿Y si le agrego poderes sobrenaturales? no.
Idea descartada.
El pueblo debe ser tranquilo para que lo noten, aunque si le agrego un poco de misterio tal vez llame más.
—¿Qué haces? — Paula se sienta en mi cama detrás de mí. Cierro mi laptop de prisa y me giro sobre la silla para quedar frente a ella y al mismo tiempo taparle la vista de mi pantalla y a las pequeñas notas sobre la pared frente a mi escritorio.
—Nada. ¿Tú qué haces? —no estoy nerviosa pero mis manos tiemblan, ansiosas. Es que muero de ganas por empezar a escribir sobre Calante, en la que será mi primera novela. Toda la historia está revolucionando mi cabeza, no puedo concentrarme en algo hasta que saque idea por idea.
—Pasaba a preguntarte sobre la tarea, hay algo que no....— se rasca la cabeza con frustración, revolviendo sus rizos castaños. Veo sus pálidos labios fruncirse y me ofusco. No tengo objeción en tenerla de amiga, pero a veces siento que me toma de esclava.
—Te puedo prestar mi cuaderno, sabes que en las pequeñas notitas encontrarás el procedimiento— me amarro todo el cabello en una coleta de caballo. Sus grandes ojos cafés se clavan en mi pie que, sin darme cuenta, muevo impacientemente.
—Claro...—vuelve su vista a mis ojos y me sonríe cómplice— ¿Esperas a algún chico?
—¡No! jeje— me apresuro a corregirla, aunque me encantaría esperar a que Calante de pronto entrara por mi puerta maldiciendo y me exigiera irme con él, con voz dominante.... Y yo....
—Lidy, ¿Estas bien? —truena los dedos delante de mi cara. Ahora soy yo la que frunce el ceño. Quiero empezar a escribir, ya.
—Llévate la libreta Pau. —le sonrío para parecer amable.
—Bien— me da una última mirada confundida y se levanta para ir por la libreta en mi mochila que cuelga de un perchero en la esquina de mi habitación. —Prometo regresártela mañana.
—Claro.
Por fin se marcha cerrando la puerta al salir y me giro de nuevo al escritorio. Me trueno los dedos antes de abrir de nuevo la laptop y abrir una hoja de Word.
Meybol es un pueblo tranquilo ubicado a las afueras del paso Texas. No es muy conocido, pero lo pueden identificar los turistas por la gran variedad de comida.
Solo que, hay un problema que aun nadie se atreve ni siquiera a mencionar.
Los conquistadores:
Grupo de hombres que entran al pueblo cada año para exigir una "renta por habitar el pueblo". Los pocos que se han osado a pagar terminan muertos o desaparecidos y aparecen a los pocos dias, sin cabeza. Es por eso que cada vez hay menos hombres en el pueblo. Las mujeres son usadas en la mayoría de los casos para ser tributos y estas desaparecen de la faz de la tierra cuando son entregadas a ellos. Es por eso que los habitantes tienen un año para reunir o criar tributos. Ya sean turistas o sus propias conocidas incluso sus hijas...
—Lidy, ya a dormir— suena la voz de mi mamá al otro lado de la puerta. Me quedo quieta unos segundos. Pero debo saber más. Así que abro una pestaña de Google y tecleo, "prólogo".
—Si mamá— no, no puedo dejarle así, es muy poco. No podré dormir sino termino por lo menos un capítulo. Aunque este podría ser más bien el prólogo, oh Dios. Qué hago ahora.
—Si no te duermes ya, en cinco minutos apagare el internet. —suena un poco más severa. Si, así es. Ordenes son órdenes.
—Si mamá, es que estoy haciendo la tarea y ya casi termino.
—Que maestra fue, le exigiré menos tarea para ti. —abre la puerta y como buena hija de padres estrictos, cierro la laptop en un segundo y me levanto sin parecer agitada.
—Que seas la directora no te da derecho a....—me callo cuando su mirada se vuelve opresiva. No me gusta mi mamá enfadada.
—A la cama, ya.
Salto a la cama y me meto a las cobijas. Esboza una sonrisa amable y me da un suave beso en la frente.
—Buenas noches Lidia.
—Buenas noches, mamá.
Camina a la puerta y la deja entre abierta al salir. Espero a que deje de ver su sombra en el pasillo y me destapo para salir a ponerme el pijama. Un pantalón y playera de rayas. Echo un último vistazo al pasillo y al comprobar que no hay nadie. Vuelvo a abrir la laptop y escribo un par de líneas más.
Sin embargo, pocos saben que se trata de una asociación dedicada a la trata de mujeres la que gobierna el pueblo. Pocos saben que los hombres ligados a ella tambien deben ofrecer un tributo, solo que para ellos, es a cambio de un día más de vida.
...
La alarma suena a las 7 en punto sobre mi mesa al lado de mi cama. Solo estiro la mano para apagarlo y me echo la cobija hasta la cabeza.
Odio la escuela, pero si me quiero parar para seguir escribiendo. Ya quiero tener el primer capítulo de Calante.
Espera, y ¿Cómo se llamará la novela?, ¿Así? ¿Por su nombre? ¿Calante? O podría ser algo como... ¿Meybol, el pueblo de los secretos? ¿Tributo, el pacto para vivir? ¿Meybol, el destino de los asesinos? O.... ¡Aish! ¡No lo sé! Todos me parecen fantásticos.
Tengo que pensarlo más.
—¡Lidy! ¿Ya te levantaste? — escucho la voz de mi madre desde el pasillo.
—¡Si! — y pego un salto de la cama. Corro a la ducha.
...
Decidido.
Se llamará:
Tributo: el pacto para vivir.
¡Que emoción! Ya tengo el nombre y el prólogo, ya le arreglare algo más después por que no me convence de todo. Ahora quiero comenzar con el capítulo uno.
—¡Lidy! — me llama Paula desde su asiento. Voy a mi lugar junto a ella. Me siento sin ganas, dejando un par de libros sobre la mesa que ya no cupieron en mi mochila. Es que traigo mi laptop para seguir escribiendo. —¿Qué tal tu cita de anoche? —me guiña el ojo con mirada cómplice.
—¿Que? ¿Cual?
—No te hagas, siempre te pones nerviosa cuando se trata de un chico. —sonríe tomándose un mechón para comenzar a enrollarlo en su dedo y jugar a enredarlo y desenredarlo.
—No es eso. He estado muy estresada con los exámenes finales. Sabes cómo es eso.
—Pero Lidy, nadie te reprobara. Eres la hija de la directora.
—Aun así. Quiero valerme por mi esfuerzo no por ella.
Suspira. Pero entrecierra los ojos con expresión pensativa.
—Ya sé...iremos por un helado en la tarde. Le diré a Rick que nos pase a dejar a la plaza del centro. Así nos des estresaremos y me platicas bien lo que te pasa.
—Pero...
—A sus lugares. La clase iniciará. —me interrumpe la profesora entrando al salón y cerrando la puerta detrás de ella. Lo siento por los que no alcanzaron a entrar. Una vez que ella está adentro, no deja pasar a nadie más.
...
—Gracias amor. No sé qué haría sin ti. —le dice Paula a su novio acariciándole el hombro. Se recarga brevemente sobre él.
Gricis amir, ni si qui hiria sin ti. Repite mi mente con burla.
Definitivamente Calante no será así de cursi, esto es vergonzoso.
—De nada, nena— Rick le acaricia la pierna.
Vale, eso sí quiero que haga Calante. Imagino sus ojos oscurecidos. Acariciándome...acariciando... ¿A mí? Le tendré que poner una protagonista, ¿Verdad? Pero no quiero que nadie lo toque. Solo que si tendría que tener a alguien o algo a que aferrarse, algo por lo que vivir. ¿Pero, qué?
¿Una novia?, ¿Una amante? ¿Una chica que le guste? O... ¿Familia? ¿Qué tenga familia? Si, debería, o sería un caos que mantenga la cordura.
Tendrá a su mamá...o una hermana, sí. ¿Quien? ¿Mamá o hermana? Él es malvado, la mamá no lo dejaría ser así. Sin embargo, la hermana...Ya está, Calante tendrá a su hermana. Sera pequeña, no tanto, pero si menor que él. Espera ¿Y cuántos años tiene Calante? ¿Veinti...cinco? ¿Treinta? Para que a hermana tenga unos veinte.
—¿Tu que dices Lidy? — ambos están volteando a verme. El auto se ha detenido en la plaza.
—Emm ¿De qué? — me siento perdida.
Ambos ríen. Rick me lanza una mirada divertida a través del espejo retrovisor mientras se carcajea. Paula ríe un poco, pero le golpea el brazo.
—¿En qué andas pensando? —me cuestiona Paula. Rick para de reír y se limpia las lágrimas causadas por la risa.
—Todo el camino charlando contigo y tú en las nubes— me dice Rick.
Me gustan los ojos de Rick. Son entre seductores y perversos. Además, esos hoyuelos en las mejillas lo hacen ver lindo. Quiero que Calante tenga sus ojos y esos hoyuelos. Aun que debe tener un defecto. Si es lindo de pies a cabeza no causara miedo.
—Lo siento. Me preocupa la tarea. —me alzo de hombros.
—Ya se. Iremos al cine a despejarnos la mente. ¿Qué dices amiguita? —toma mi dedo meñique que descansaba sobre mis rodillas y lo sacude con delicadeza.
—Ok.
—Ya está.
Y salimos rumbo al cine dentro de la plaza. ¿Calante iría al cine?
...
—Y todos esos símbolos representan un deseo...—dice la médium a la familia que descubrió un cuarto secreto en su casa. Entran despacio y los símbolos se van viendo en primer plano. De pronto las luces se apagan y la médium que iba delante de ellos desaparece.
Estoy que me encojo sobre el asiento. Subo mis pies. Tengo miedo que me vayan a jalar.
El padre prende la luz de su celular y la médium está en una esquina de espaldas y de repente voltea la cabeza hacia ellos. Tiene una cara pálida y sin ojos, su boca se alarga y nos hace pegar un susto cuando grita endemoniadente. Y en la pantalla se dejan ver todos los símbolos girando.
—Aaahhh— escondo la cabeza detrás de Rick sin pensarlo. Él se ríe y caigo en cuenta. Me enderezo avergonzada. —Lo siento— él y Pau me sonríen negando con la cabeza.
—Tranquila amiguita.
Como quisiera que Calante estuviera aquí para que me abrazara.
Toda la demás película la pase mirando a las personas y al piso. Soy muy sensible a las películas de miedo. Y al terminar, Rick nos compró un helado. Caminamos por la plaza y escuche su conversación sobre irse a vivir juntos.
¿Qué estuviera haciendo Calante ahorita?
...
Y ella se le acerca sigilosamente, él la observa de reojo. Quiere voltear para asustarla, pero esos juegos tiene que guardarlos mientras estén sus colegas cerca. Debe mantener esa fama fría y seria de su personalidad si están rodeados de tanta gente.
De pronto ella lo alcanza y se lanza a darle un beso en la mejilla y corre al otro lado del salón riéndose como loca. Él se limpia la mejilla y frunce el ceño. Le lanza una mirada asesina, pero ambos saben que es incapaz de hacerle daño. Es su preferida, la niña de sus ojos; su gemela consentida.
—¡Más vale que te escondas bien porque donde te pille no te la acabas! — le grita y ella voltea a sacarle la lengua juguetonamente. —¿En que estábamos? — voltea con sus colegas de nuevo. Se arregla el cuello de la chamarra de cuero que siembre lleva encima. Vuelve a su pose neutra y seria.
—La repartición del porcentaje de las ganancias del club. —Responde Monste. Uno de sus colegas y mano derecha.
—Ah ah— niega —que repartición ni que nada. Yo me partí el lomo para llegar a la meta. Ese dinero es mío.
—Pero men, nosotros te ayudamos— replica otro.
—¿A qué? si no mal recuerdo, ustedes, bola de cobardicas —los señala — salieron corriendo con excusas baratas mientras a mí me toco atrapar a todas las presas. Ese dinero es mío.
Los seis hombres que rodeaban la mesa, guardaron silencio, porque él tenía razón. Atrapar presas en el pueblo de al lado para el club fue su idea y él atrapó a la mayoría.
—Y no deberíamos estar hablando de esto aquí. Es el cumpleaños de Mily y hay mucha gente.
Y sin pensarlo la buscó con la mirada. Costumbre tal vez. Siempre solía tenerla bien ubicada. Donde está, con quien y que hace. Por cuestiones de seguridad. No tiene tantos amigos, pero si bastantes enemigos. Y hablando de amigos...
—¿Dónde se metió Billy? — no veía por ningún lado a su hermana ni a su amigo entre tanta gente bailando y drogándose. Y un mal pensamiento le cruzó por la cabeza. Apretó la mandíbula con rabia. Más le valía no meterse con su hermana porque si no....
Se levantó despacio.
—Dijo que iba por más cervezas— comentó Monste alzándose de hombros.
—Aja, ¿y desde a qué hora?
Caminó a la puerta y al abrirla el viento frio le impactó la cara. Observó a todos mientras a su lado llegaba el metro ochenta de Monste, alias, su sombra.
—¿A dónde vamos? — le preguntó Monste aplastando su lata de cerveza con la mano. Le encantaba hacer eso; aplastar. Por eso era bueno destrozando cabezas y piernas cuando era necesario.
—Si ese maldito se vuelve a acercar a Mily...
Y los vio. Detrás de su camioneta Cadillac. Escondidos según ellos, pero difícil ignorar la bandana que usaba en la cabeza Billy. Se estaban besando y manoseando y a él casi le estaballa la quijada de tanta rabia que se le acumulaba. Suspiró y fue hacia ellos.
—Hola criaturas— se recargó sobre la puerta de la cajuela. Ambos saltaron asustados. Su gemela palideció y Billy tembló a pesar de lo drogado que se veía. Clavó la mirada en Mily y le señaló adentro de la casa donde estaba su fiesta. Ella negó.
—Calante...
—Ve adentro Mily, solo hablare seriamente con Billy— trató se sonar tranquilo. Sin despegarle la vista a aquel que se hacía pasar por su amigo.
Si lo conocieran mejor, se darían cuenta de las macabras intenciones de Calante. Tal vez Mily lo notó por eso no se movió.
—Monste, ¿le enseñas a Mily el camino adentro?
Monste no lo pensó dos veces. Tomo a Mily del brazo y la jaloneo a la casa.
—Oye bro, te juro que no tengo malas intenciones con ella. La quiero de verdad. —trató de explicar Billy temblando como hoja de papel en el viento.
—Tranquilo bro— copió su apodo y con serenidad caminó al asiento del conductor. Abrió la puerta y saco una cajetilla de cigarros de su guantera. Regresó junto a él y con el control de las llaves de la camioneta, abrió la cajuela. —Échame la mano, llevare esto arriba— encendió un cigarrillo mientras Billy veía horrorizado el cuerpo de un hombre desfigurado a golpes dentro de la cajuela. —Aquí tengo palas— y como si nada se echó el cadáver al hombro. Quitó la alfombra para dejar ver un par de palas viejas y oxidadas. Sus favoritas.
Billy jamás tenia contacto con seres sin vida. Le ponían mal. El prefería vender la mercancía que el mismo probaba.
—Vamos Billy, no puedo solo— y echó a andar al bosque que rodeaba el pueblo.
Nadie diría nada, aunque lo vieran bañado en sangre. Todos le temían. De pronto se le zafaba un tornillo y era peligroso tenerlo al lado. No por nada tenía la mayoría del pueblo siguiéndolo como perros. Le temían, pero era el único que les hacía frente a los conquistadores; los hombres que se creían dueños del pueblo y venían de vez en cuando por "tributos" para dejarlos habitar el pueblo por un año más. Y que "amistosamente" lo habian obligado a unirse a ellos sino queria perderlo todo y cuando decir todo, se referian a TODO.
Ya era casi hora de que fueran apareciendo esos ruines. Así que más valía ignorar los arranques del señor de la arrogancia.
Billy lo siguió con las palas. No podía quitar los ojos de encima del hombre que colgaba sin vida de Calante. Su piel era casi negra, tal vez ya se estaba descomponiendo. Su cara estaba muy hinchada, tal vez por los golpes. Su ropa estaba hecha trizas y sucia de sangre y tierra, como si se hubiera revolcado por el piso en busca de piedad.
Llegaron a lo más recóndito del bosque. Calante dejó caer el cadáver y le dio una última calada a su cigarro antes de tirarlo y pisarlo. Le pidió una pala a Billy con la mirada y se puso a cavar en completo silencio.
Billy no sabía que le daba más miedo, Calante el que habla de sus matanzas o el Calante que guarda silencio por que trama algo perverso.
—Billy— lo llamó y vio sus azulados ojos irradiando odio puro. Billy se apresuró a cavar, quizás así se le olvidaba lo de su hermana y dejara de mirarlo así.
Minutos después escucharon pasos apresurados, era Monste viniendo hacia ellos. Este se quedó observando la escena. Algo no cuadraba, algo le pareció raro y lo confirmó cuando Calante lo calló con la mirada.
—¿Cómo esta Mily? — le preguntó Calante saliendo del hoyo que ya habían logrado cavar.
—Bien, la deje bebiendo con sus amigas— Calante asintió —pero yo creo que hay que llevarla a casa, los capitanes están molestos por tu decisión respecto al dinero.
Calante volvió a asentir.
—Encárgate de llevarla a casa. Yo iré a buscar algo por ahí, pronto vienen los Conquistadores y hay que entregarles algo.
—Vale.
Y ambos se quedaron mirando como Billy cavaba. Sudando y jadeando, pero comprometido con su trabajo. De pronto se detuvo y volteo a ver porque se habían quedado callados.
—¿Hasta dónde hay que cavar? yo creo que ya cabe el tipo ese— y rio nervioso. Sentía tenso el ambiente. Nunca había temido que esa mirada azulada lo viera tan fijamente, ni que Monste estuviera tan distante.
—Dale un poco más. Estoy calculando aún.
Siguió la orden de Calante. En cuanto les dio la espalda no vio la cara preocupada de Monste ni la sonrisa de oreja oreja del otro. Siguió cavando y cavando hasta que le dolieron los brazos.
—Bro, esto ya es mucho—giro a verlos, pero solo Calante estaba cerca, muy cerca de él. Casi se lo encontró cara a cara. Lo cual le sacó un susto y una risita nerviosa lo que hizo que Calante ensanchara más la sonrisa.
—Casi caben dos cuerpos, ¿verdad? — le susurró Calante.
—¿Dos?
Y tan pronto lo dijo, Calante sacó una pistola de detrás de la espalda y le disparó directo al pecho. Su rostro de contrajo de dolor y confusión mientras que Calante lo empujó al agujero. Billy cayó a peso muerto. No podía gritar más que balbucear.
—Te dije que con mi hermana, no.— y volvió la expresión seria de Calante. —ahora por tu culpa, ella ya no es pura. —observó por unos segundos como se le iba la vida a su amigo. Se levantó del agujero y arrojó el cadáver del tipo al lado de Billy quien miro con terror como Calante arrojaba la tierra sobre él, planeaba enterrarlo aún con vida al lado de lo que más temía.
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