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2. La venganza y la tragedia a menudo suceden al mismo tiempo.

Capítulo 2. La venganza y
la tragedia a menudo
suceden al mismo
tiempo.


"Tú no tienes que entender. Solo tienes que tener fe... fe en el destino".

Sara en Serendipity.

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Despertar después de morir ya no era algo raro para mí. Ni siquiera era algo que yo hubiera intentado alguna vez en mi vida, solo moría y sin patrón alguno llegaba a despertar en algún lugar aleatorio del Multiverso mental en minutos, horas, días, semanas o incluso meses después de que nadie llorara mi muerte. Ya era una cosa demasiado común para mí, había pasado por cientos (¿O ya eran miles) de fallecimientos y en cada uno de ellos siempre había vuelto.

Era cansado. En algún momento de tu vida decides que quieres irte, que ya no soportas más de nada y entonces, no importa qué hagas, las estrellas deciden que tienes que volver y de la nada apareces vivita y coleando en algún rincón extraño del Multiverso. Vez tras vez, tras vez, tras vez.

Esa vez desperté en mi cama en mi propio Palacio en Xindire. Mi cuerpo dolía de maneras horribles, mis uñas tenían sangre seca debajo de las uñas así como mis dedos tenían lodo revuelto con otros líquidos que no quería darme cuenta de lo que eran y seguía sintiendo partes destrozadas de mí que no quería saber que estaban destrozadas. Para empezar ni siquiera debían estarlo, vaya.

«Oh, vaya, ya despiertas. Estaba pensando en demasiadas cosas, unas de ellas son graciosas, luego te digo. Bueno, eso no importa. ¿Sabes? Me preocupaba cuánto tiempo me dejarías sola aquí. Por cierto, pensé en algo ¿Sabes que es peor que lo que nos pasó? Adivina qué... Empieza con la letra K y termina con "iuntré tendrá tu cabeza clavada en un palo en el Castillo de Reinado"».

Fruncí mi ceño ante la voz que durante siglos no se había presentado en mi cabeza y después de la sorpresa inicial de oír a Conciencia venir a fregarme la vida otra vez, procesé lo que dijo.

-Hola, Conciencia. También te extrañé -mencioné mientras relamía mis dientes pensando.

«Awww, las cursilerías para luego. Necesitamos salvar nuestra preciosa cabeza», su tono sarcástico y un poco temblorino al final de la última frase no pasaron desapercibidos para mí, demostrando su nerviosismo que crecía rápidamente, pero incluso aun así al final tuvo el descaro de hacerme notar su presencia aguardando a mis planes con algo de presión.

-En eso estoy pensando, babosa.

Pasaron segundos en silencio. Mi mente maquinaba planes en contra de mis ganas de morir para poder salir ilesas de aquella situación antes de que escuchara pasos produciendo eco en el pasillo fuera de mi puerta, y ambas, Conciencia y yo, detuvimos hasta la respiración para identificar quién venía.

El cerrojo de la puerta produjo un chasquido al abrirse y miré pasar al Caballero de la Corona, mi guardia personal y el único que se había esforzado en ser mi amigo en esos meses que había pasado ahí.

-La Reina quiere hablar contigo.

Uy, ahora no era "Kiuntré quiere hablar contigo", era "La Reina quiere hablar contigo"...

«Estamos en problemas».

-Serios problemas...

«Valimoous...».

Salí de la charla interna con Conciencia y asentí tratando de levantarme y gruñendo con esfuerzo ante el dolor que en mi espalda se producía, volviendo a caer en la cama al no soportar el ardor en cada rincón de mi existencia.

-Ya voy.

Oholiab, el caballero de la Corona que había hecho de mi cotilla desde que llegué al Castillo de Reinado, miró por la rendija de la puerta hacia afuera y después volvió a verme con su asquerosa mueca decepcionada.

-¿En verdad fuiste tan imbécil?

Mis sistemas de defensa se activaron.

-No soy la única, ya ves: para que preguntes por algo tan obvio algo debe estar mal también en tu cabeza.

Su sonrisa fastidiada se acomodó en su mueca y bufó.

-Al menos mi poca inteligencia no arruinó la paz en el Universo. Felicidades, mi Princesa, si lo que querías era matarnos a todos lo vas a lograr. Aun así debo decir que si lo que quieres es un baile de celebración tal vez debas esperar a que solucionemos la idiotez que se te ocurrió hacer.

Ese estúpido tono sarcástico...

-Gracias, Oholiab Sendari, créeme que esta sangre en mis manos y el maldito dolor en mi espalda estaban ayudándome a olvidar lo que hice -Lo miré fijamente y sonreí con inocencia y ternura fingidas mientras ladeaba mi cabeza-. Gracias -Me aseguré de que la ironía rebosara mi tono e hice el mayor esfuerzo para enderezarme y bajar los pies de mi cama.

Dolía. Dolía como un maldito infierno todo lo que me había pasado. Y no solo lo anterior a mi muerte, las vidas que cargaba en mi conciencia me lastimaban en demasía.

«Tal vez sea cierto que nos lo hemos buscado».

Mi saliva me supo a espinas cuando pasó por mi tráquea y solo supe disimular mi odio y dolor cuando sonreí cínicamente y fingí que estaba completamente bien al levantarme y usar todas mis fuerzas para no tambalearme.

Junté mis manos a la altura de mi vientre y las entrelacé, tratando de no darle demasiada importancia a la sangre seca y su textura de polvo en mis dedos, y miré con seriedad a Oholiab.

-¿Entonces me vas a llevar o qué?

-Mas te vale que no uses ese tono con Su Majestad porque te va a cortar en cachitos, Dam-Koret -dijo con un tono helado en su voz refiriéndose a mí y dio un paso atrás para darme espacio a la salida.

-Como si eso no fuera lo que más deseara... -susurré en el tono más bajo que pude y caminé hacia la puerta, sintiendo el ardor y el dolor en cada una de mis zonas ocultas por la ropa.

Quería morir. Quería acabar con todo de una vez. Una última muerte y poder decir "hasta aquí llegué". Solo eso...

Seguí mi camino con un porte altivo y orgulloso. Podrían haberme destrozado el alma, podrían haber arruinado mi estima, pero jamás lastimarían mi orgullo. Destruida pero jamás derrotada.

Sentí la presencia de Oholiab seguirme por los pasillos. Los sirvientes Karywd con sus pequeños tamaños iban y venían por todos los pasillos del Palacio: limpiando, cocinando, ordenando... Y todo era tan perfecto en aquel lugar que en algún momento, cuando vi a Hilda, la más enana de todos los enanos, ordenando de acuerdo a la simetría perfecta de los cuadros abstractos que abundaban en todos los edificios de la Corona, fue en ese momento, que me di cuenta de lo más obvio: yo jamás podría pertenecer ahí. Podría habitar los cuartos, caminar con mi actitud de altivez todos los días por los pasillos, sentarme en el trono y tal vez algún día portar la Corona de Reina... Pero jamás podría ser de aquel lugar. En mi interior siempre querría huir, tratar de buscar un destino que no fuera tan malditamente desgraciado conmigo, tratar de encontrar un respiro de la perfección, hundirme en la belleza que siempre le encontraba al caos. Era una criatura hermosa, con un entorno y un destino perfectos, pero la chispa dentro de mí siempre sería caótica y por ello jamás escaparía de las fatalidades que el mundo tenía.

Salí de mis cavilaciones cuando llegué al Salón del Trono. Las puertas estaban cerradas y sus detalles llenos de la historia que habían forjado a mi nueva especie las adornaban en formas de grabados. Deseé poder quedarme en ese segundo, admirando la belleza del mundo y sin tener que afrontar mis problemas. Pero la vida no funcionaba así, jamás funcionaria así.

Oholiab aguardó en silencio a mi derecha y no pude evitar el mirarlo por el rabillo de mi ojo. En mi mente tuvo gracia comparar su presencia y su postura con el de un guardaespaldas, pero aun así a los guardaespaldas les faltaba demasiado para ser lo que Oholiab era. Él era algo más que un guardaespaldas, era un protector de la estabilidad del planeta entero, era un idiota inmaduro pero aún así era la persona con la sabiduría más extensa que había encontrado en mi vida. Ladeé mi cabeza hacia él y le sonreí.

-Disculpa los problemas que esto te traiga, esto no era mi intención.

Su mirada fría cayó en mis ojos y se formó una pequeña sonrisa ladeada en sus labios. Creí que diría algo o que me demostraría una especie de apoyo en el último momento pero solo se inclinó y abrió la puerta del Salón y yo no tuve otro remedio que entrar.

Kiuntré, en su trono y portando el vestido más impresionante que le había visto en mi vida al estar a su lado, extendió el cetro hacia mí y me invitó a acercarme.

Caasi, el esposo de Kiuntré y Rey co-regente de Xindire, me miró con una especie de lástima mientras me acercaba.

Llegué al centro del Salón e hice una típica reverencia de acuerdo a mi puesto. Kiuntre elevó el cetro y lo apoyó verticalmente a su lado mientras me dedicaba una mirada con una chispa que me aterró en sus ojos. Bajé la cabeza al instante y después de unos segundos en un mortal silencio la risa sarcástica y llena de crueldad proveniente de Kiuntré hizo que quisiera hacerme más pequeña en mi lugar.

-¿Es en serio, Damara?

Mis sistemas de defensa quisieron activarse ante el tono peligroso que Kiuntré usaba contra mí. Necesitaba mi sarcasmo, necesitaba mi ironía, necesitaba huir de ese lugar antes de que me sintiera más agredida. Pero me lo merecía, y no importaba cuánto tratara de hacerme creer que debía salir ilesa, que era la víctima y que todo era culpa de los demás, al final todo era mi culpa y debía recibir mi castigo.

-No sé a qué se refiere, mi Majestad -dije con todo el respeto que no sentía pero debía sentir y bajé más mi cabeza.

-No seas hipócrita, preciosa. ¿Crees que voy a tragarme tu estúpido respeto cuando obviamente decidiste ir en contra de la única orden importante que te he dado desde que llegaste? Levanta tu cabeza y desafíame cara a cara si lo vas a hacer. Dame una razón para saber que puedes ser tan valiente aun frente a tu Reina y no solo cuando estás a las espaldas, fuakanet¹.

Apreté mi mandíbula ante el insulto y levanté mi cabeza hasta poder conectar mi mirada con la de ella.

-Si mi Reina va a castigarme quisiera que fuera lo más pronto posible.

-¿Para qué?, ¿No quieres darte cuenta que eres un asco para esta Corona, acaso?

Mi Rey miró a su esposa tratando de calmarla pero ella pasó por alto su mirada de advertencia.

-Tal vez sea así, mi Reina.

Kiuntré apretó sus labios y me miró completamente llena de desprecio.

-No tienes ni siquiera idea de lo que acabas de hacer, ¿Verdad, Sanaí Namdire²?

-Creo que tengo demasiado claro lo que hice, mi Reina. Fui a arruinarle la vida a usted y me la arruiné a mí. ¿Algo que quiera agregar?

Su Majestad mostró una sonrisa divertida que supe era a causa de un destino que me acabaría. Kiuntré no se divertía si no era con sus planes que siempre resultaban siendo crueles y detestables.

Me miró de arriba a abajo y su sonrisa se amplió dándole un tono diabólico a sus bellas facciones.

-¿Con eso te fuiste?

-Sí...

Desvió la vista hacia la ventana que daba hacia el Valle Azul y se rió sarcásticamente por unos segundos.

-Es que... Tu idiotez de humana no se va a acabar nunca, ¿Verdad?

-Si mi Reina hará preguntas me parece que sería más sencillo responderlas si fueran más claras.

-He ahí mi respuesta.

-Oh, vamos, Kiuntré. Si vas a burlarte de mí dime las cosas sencillas. Si te das cuenta que soy una idiota, una estúpida, una imbécil, una deshonra para tu estúpida Corona, lo peor del mundo, del Universo, del Multiverso, entonces dime las cosas claras, que ya sabes que me encanta ser la maldita bufón de todo mundo. Si me dices qué te da gracia tal vez pueda hacer que te dé más gracia todavía si me lo dices a la cara, ¿No crees? -Exploté y miré a Kiuntré molesta.

Ella suspiró. Su típico suspiro de "tenle paciencia, aun puedes aguantar un poco más para matarla".

-No tengo por qué explicar lo obvio. Eres lo que eres, Dam. Vistes así para ir a un planeta que sabes cómo es y sabes el odio que te tienen, que nos tienen, de hecho. Que te hayan hecho esto no fue una desafortunada coincidencia. En fin, eso no es importante. Ahora... Te dije cuando llegaste aquí que cada cosa tiene su consecuencia. Esto no será la excepción.

Hizo una pausa para esperar que comprendiera el peso de sus palabras, pero yo estaba tan molesta por la forma en que me trataba, justo como un gato trataría a un inocente ratón que no sabe que le hará daño hasta matarlo, que no podía razonar todo lo demás que decía.

-Bien, ¿Y cuál es la de esta? -dije retándola. Quería que me odiara tanto como yo la odiaba, pero el plan no saldría así, al parecer con ella ninguno de mis planes resultaba a mi gusto.

-En los Universos se dice que Xindire se ha vuelto débil a tu causa -mordió su labio divertida como si eso fuera de la gran gracia y yo traté de no querer matarla con la mirada-, creen que por lo que fuiste no eres digna de ser una mandataria, te creen más débil de lo que yo te creo y esta vez yo no tengo poder para sacarte de ese estigma de la sociedad. Así que ahora saldrás por ti misma -Alzó una ceja con su mirada clavada en mí-, cobrarás venganza por lo que te han hecho, quiero que le demuestres a nuestros enemigos que no eres una niña que se quedará temblando ante los problemas, que puedes ser la perra que muerde de vuelta cuando la lastiman así como lo has estado siendo desde que llegaste aquí. No quiero que vuelvas a fingir inocencia o debilidad cuando ambas sabemos que puedes ser la mayor destructora de nuestra historia. Y si me fallas, nos demostrarás a todos que efectivamente no eres digna de ser la siguiente Reina sentada en esta Sala, que no tiene sentido que te sigamos protegiendo, y volverás al lugar del que vienes, porque hasta donde he visto hasta ahora has sido mejor siendo la títere del pueblo que la titiritera. ¿Aceptas o le pido a Sendari que te devuelva a tu antiguo hogar?

Tragué saliva. Podía aceptar cualquier castigo menos volver a mi pasado. Podía ser lo que quisiera y entre esas cosas no estaba el ser la chica "del pueblo y para el pueblo". Además, era cierto, ya no era más la que se quedaba quieta ante la vida y si podía cobrar una de cal por las de arena, lo haría, lo haría con todo el gusto.

Asentí lentamente.

-¿Y de qué manera podría demostrar eso? Es decir, ¿Cómo le parece a mi Reina que una venganza efectuada por mí podría hacerme ver cómo alguien digno?

-He matado yo misma a 7 de los que te han hecho esto, pero uno de ellos trató de escapar y en su papeleo supe que fue quién causó que te hicieran todo, y además es un príncipe importante en su planeta. Tu venganza será lo que demuestre que no eres el juguete del mundo y que si quieres harás arder el Universo a tu antojo. Porque eso puedes hacer, ¿No? Podrás vengarte como lo desees pero debe terminar en la muerte. Si quieres torturarlo el Castillo de las Torturas estará abierto para ti de ahora en adelante y si decido que te quedes después de que termines se te será entregado como tuyo solamente. ¿Alguna otra duda?

Matar. Torturar. Vengarme. ¿Yo era algo de eso?

Había matado anteriormente, por accidente. Las torturas siempre habían sido contra mí. Y la venganza... Era algo que siempre había deseado y jamás obtenido. ¿Pero era capaz de hacer algo de ello conscientemente de lo que hacía?

Por mi cabeza pasaron todas las imágenes de lo que había sido mi vida hasta ahora y tuve la constancia: No importaba realmente otra cosa además de todo lo que estaba dispuesta a hacer para no volver a pisar un pie en cualquier otro lugar que me había traído aquí.

No era una asesina, no era una torturadora, pero sí que era una sobreviviente y seguiría en ello.

-Ninguna, mi Reina.

Kiuntré sonrió satisfecha, e incluso en su gesto pude notar algo de orgullo (¿Tal vez?) por mí.

-Tu presa te espera en tu propio salón de torturas. Sé que lo harás bien -extendió su cetro y miró hacia Oholiab en la puerta para darle la señal de que me llevara.

Di pasos largos para retroceder sin darle mi espalda y al llegar a la puerta di vuelta y salí del salón escoltada por Oholiab con un solo pensamiento en mi cabeza:

No era una asesina, no era una torturadora, pero era una sobreviviente y haría cada uno de mis imposibles por seguir en ello.

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1- fuakanet: palabra usada de forma despectiva hacia los perros. Como podrán imaginar, si se le dice a una persona es peor.

2- Sanaí Namdire: Podría decirse que es una de las peores groserías que se le puede decir a un humano, pero no es tan "grosera" como para que una Reina se lo diga a su Princesa. Básicamente es una frase que se usa entre las altas esferas de la sociedad para decirle a un humano que es la peor basura del universo.

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