Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8. Secretos


—¡Gina!

En el medio de la oscuridad se hace presente la voz lejana de Olivia. ¿Ha escuchado mi grito y se ha despertado? Intento moverme, gritarle que estoy aquí y que no puedo ver nada, pero mi cuerpo parece haberse fundido con la roca, quedando completamente paralizado.

Forcejeo tanto que se me acalambran las piernas, el dolor trepa desde mis pantorrillas y al fin logro emitir un sonido, pero a pesar de concentrar toda la fuerza de mi garganta, al punto en el que siento que se me desgarran las cuerdas vocales, todo concluye en un apenas perceptible alarido.

El fantasma que me tiene aprisionada se esfuma cuando una ola de frescura irrumpe contra mi rostro. Al sentir mis músculos aliviarse me levanto repentinamente y mi cabeza se estampa contra la de Olivia, quien estaba inclinada sobre mí.

—¡Auch! —Lleva su mano hacia su frente y aprieta fuerte los ojos—. Podrías matar a alguien con esa cabeza.

Al observar a mi nueva amiga algo dentro de mi se afloja, permitiendo que el aire fresco de la mañana llene mis pulmones desesperados por un poco de oxígeno.

Sólo era una maldita pesadilla.

—Perdón —me disculpo con vergüenza—. Tuve un sueño espantoso —Un escalofrío me envuelve cuando la suave brisa que se abre paso por la ventana acaricia mi cuerpo. Mis ojos se posan en el jarrón vacío que se encuentra en mi mesa de noche—. ¿Me has tirado el agua del florero?

Olivia se encoje de hombros con una sonrisa pícara.

—Bueno, tú me has partido la cabeza. Estamos a mano. —Dirige su mirada hacia la almohada empapada—. ¿Qué estabas soñando? Gritabas como si te estuvieran matando.

—Vi a Marcos —Hago una pausa para recrear la macabra escena en mi cabeza—. Estaba...

Una oleada de preocupación me golpea al recordar su expresión en el sueño. Una angustia extrema envolvía sus facciones, mientras forcejeaba con las oxidadas cadenas que chocaban entre sí en un lúgubre coro de condena. Aún antes de exigírmelo, sus ojos desgarrados por la desesperación me rogaban que saliera inmediatamente de ahí, como si un ente invisible estuviera a punto de arrancarme el corazón.

Me pregunto que significado podría tener un sueño así. Jamás había tenido una pesadilla de ese tipo, todo era tan lúcido, tan realista...

Mi mente oscila ante la desesperada necesidad de entenderlo. Lo más lógico sería relacionarlo con el hecho de que ayer fue un día difícil, y probablemente frente al cansancio mi confundida cabeza fabricó tal escena en representación de mis propios miedos y preocupaciones. Pero una apenas perceptible voz interna me dice que hay algo más.

Esa interrogante se clava en mi pecho, provocándome una abrumadora sensación que sé que no desaparecerá hasta que hable con Marcos.

—Estaba encadenado —continúo—. Fue horrible, Olivia. Podía sentir su terror, su angustia... —Trago saliva—. Cuando me miró a los ojos comencé a gritar, después todo se volvió oscuro y desperté.

—Sólo fue un sueño. —Toma mi mano y la estrecha con fuerza—. Ten —Saca su móvil del bolsillo y me lo tiende—. Llámalo.

Tomo el móvil sin pensarlo y marco el número de mi tutor. Mi pulso desbocado aumenta con cada segundo que pasa, pero sigo sin respuesta.

Cuando nuestras miradas se encuentran puedo notar la preocupación en los ojos de Olivia, hasta este momento tenía la esperanza de que sólo fueran mis miedos invadiéndome, pero en este punto hasta ella percibe que algo no va bien.

—Tranquila, iremos con el señor Arias antes de clase. —dice con voz suave mientras se dirige hacia el elegante armario ubicado junto a su cama—. Te prestaré uno de mis uniformes, hasta que te entreguen el tuyo.

Con todo lo que ha pasado ni siquiera me había percatado de ese pequeño detalle.

—No sé como agradecerte por todo, Olivia.

—No lo hagas —Me guiña un ojo y se vuelve nuevamente hacia el armario—. ¿Prefieres blazer o sweater?

Olivia da un paso al costado y mi mirada vacila entre las dos piezas con fascinación.

—El blazer estará bien.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━

Una amplia y colorida sala nos recibe al llegar al despacho. Las pálidas paredes están repletas de cuadros que retratan diferentes grupos de estudiantes, probablemente ya graduados. Una hermosa lámpara cuelga del techo, cientos de cristales unidos mediante una especie de enredadera color plata brillante crean un espectáculo violáceo en el centro de la estancia, donde se encuentra un enorme escritorio blanco con dos sillas.

El lugar está repleto de estanterías de cristal, en las cuales se aprecian trofeos, medallas, retratos y extrañas figuras talladas en metales y madera. La brisa primaveral, cargada de un peculiar aroma a ceibos y flores blancas, se abre paso por tres enormes ventanas, similares a las de nuestra habitación, con un diseño gótico que se complementa a la perfección con el aura mítica de todo el edificio.

Hace unos minutos, la secretaria del director nos ha pedido que esperemos un rato aquí hasta que él se desocupe.

—¿Hay algo que sea normal aquí? —pregunto mientras tomo de un estante un pequeño dragón tallado en cristal.

—Depende a que te refieras con «normal» —Me giro para ver a Olivia y la encuentro observando con anhelo una colección de frascos con un líquido rosa.

—¿Qué es esto? —Me acerco y tomo uno con cautela.

La puerta se abre estruendosamente y el señor Arias entra a la sala con un gesto enfadado que se suaviza al vernos. Dejo el frasco devuelta en el estante y doy unos pasos hacia él.

—Buenos días, muchachas. —Sus ojos pasean desde el frasco a Olivia un par de veces antes de posarse en mí—. ¿En qué las puedo ayudar?

—Disculpe la molestia —Mi estómago se retuerce al recordar la razón por la que estoy aquí—. Pero estoy preocupada por mi tutor. No he sabido nada de él desde ayer.

El director frunce el ceño y se dirige hacia su escritorio.

—¿Has intentado llamarlo? —Nos hace un ademán para que tomemos asiento.

—Muchas veces. No contesta.

Abre uno de los cajones del escritorio y saca un cuaderno de tapa negra.

—Eso es extraño. —Después de saltear algunas páginas, se detiene en una—. Aquí tengo su número.

Después de dos intentos fallidos, el aire comienza a condensarse a mi alrededor, provocando que una soga invisible se pose en mi garganta y la apriete con cada vez mas insistencia. Mi respiración se torna agresiva y algunas lágrimas comienzan a acariciar mis mejillas, mientras mi mente logra desatarse de las ataduras preventivas que le he colocado y comienza a crear terribles escenarios que concluyen en diferentes tipos de tragedias.

De repente una sola idea invade por completo mi consciencia. Una idea que acaba de derrumbar cualquier noción de seguridad u optimismo, algo que jamás siquiera imaginé y tiene el poder de destruir por completo hasta el rincón mas recóndito de mi insufrible psiquis.

No.

Si eso fuera real... Si eso pasara...

«Te abandonó» murmura una siniestra voz en mi mente.

—Gina.

La voz suave de Olivia me saca de mi trance.

—¿Y si sólo se ha cansado de mí? —Las palabras salen disparadas de mi boca.

—Marcos jamás haría tal cosa —exclama el señor Arias con tono firme.

Mis ojos se posan en él y le dedico una mueca de confusión.

—¿Cómo está tan seguro? —Aunque a mí también me parezca un tanto extraño, no logro comprender de donde ha salido tanta seguridad por su parte.

El director se levanta de su sillón y se dirige con grandes zancadas hacia un pequeño mueble ubicado bajo una de las enormes ventanas. Toma un recuadro de pie con bordes dorados y se coloca frente a mí.

—Él jamás haría eso. —Enfatiza en la palabra jamás mientras me lo tiende

Al observar la imagen distingo que es una fotografía de un equipo deportivo. Unas quince personas se encuentran en él, tanto mujeres como hombres, llevan puestos unas camisetas negras con un escudo dorado en forma de «V» en su pecho.

«Viarum» supongo.

La fotografía parece tener sus años, ya que algunas pintas blancas han empezado a deteriorar el papel. Observo cada rostro hasta que lo encuentro.

—Marcos —Una lágrima cae sobre la fotografía. Ahí está, abrazado a una versión más joven de mi nuevo director.

—Fue uno de mis mejores amigos —declara.

La confusión me invade al escuchar esas palabras.

—¿Marcos estudió aquí?

—Así es. —Una sonrisa asoma en su rostro, como si estuviera recordando una etapa feliz—. Y digamos que no fue un estudiante cualquiera, era el mejor. Nunca imaginé que iba a terminar siendo sacerdote, siempre creí que él tendría este puesto.

Hay una complicidad palpable entre ellos en esa imagen. La juventud y la vitalidad saltan de la fotografía, y sus ojos reflejan claramente la confianza y amistad que compartían.

Las lágrimas recorren mis mejillas sin distinción entre alegría y decepción. Se ve tan feliz, tan completo y radiante... Me cuesta imaginar el por qué quiso hacer el seminario. No es que pretenda juzgar la vida religiosa, sé lo importante que son sus votos para él. Pero también presiento que una vida aquí podría haber sido mucho más eufórica, mucho más... plena.

—Ese día fue muy especial, nuestro equipo ganó la Copa Astra. —comenta con orgullo.

—¿De verdad ganaron la Copa? —Olivia se inclina sobre su asiento y observa al director con ojos fascinados.

—Fue uno de los mejores días de mi vida —Su mirada se pierde en un punto detrás de nosotras mientras una sonrisa de oreja a oreja se apodera de su rostro—. Recuerdo que estuvimos una semana completa celebrando en el Templo con...

El director abre tanto los ojos que sus cejas casi llegan a la línea donde comienza su cabello.

—¿Hay un templo aquí? —pregunto con una mezcla de curiosidad y desconcierto.

Después de un par de segundos, es mi amiga quien me responde.

—D-dos, en realidad. —informa—. Pero los estudiantes no tenemos acceso a ellos.

El director la fulmina con la mirada y ella se encoge de hombros.

—Cuando yo estudiaba aquí, se solía otorgar al capitán del equipo ganador una habitación en alguno de los templos, pero esa fue la última vez que se concretó esa costumbre. —Señala la fotografía con el mentón.

—Yo no sé mucho de templos, pero ¿no se supone que son sagrados?

—Lo son. —afirma Olivia—. Según lo que he escuchado, las suites se encontraban debajo de ellos, no dentro.

Bien, esto se está poniendo cada vez más raro. Antes de que pueda darles orden a las dudas que surgen en mi mente, el señor Arias se apresura a hablar.

—Sólo son edificios antiguos que quedaron como herencia. —declara con un tono más alto del normal.

Vuelvo mis ojos nuevamente hacia la foto y noto una banda dorada en el brazo derecho de Marcos.

Él era el capitán.

—Él jamás me mencionó nada de Viarum —Cambio de tema repentinamente y noto como sus posturas se relajan. Esa es la única señal que necesito.

Los labios entreabiertos del director titubean en un gesto de incertidumbre. Luego, con una delicadeza que dice mas que las palabras, coloca su mano sobre mi hombro y me regala un suave apretón.

—Pedro llegará a la isla en un par de horas. Cuando lo haga, le pediré que vaya al San Miguel a averiguar sobre Marcos.

—Gracias —murmuro mientras seco mis mejillas con mis manos.

Olivia saca su móvil del bolsillo y da un pequeño brinco.

—Deberíamos irnos —dice mientras recoge su mochila del suelo—. El profesor Castro se molestará si llegamos tarde.

—Eso no se lo deseo a nadie —El director hace una mueca y se dirige hacia la puerta—. Ahora vayan a clase, las mantendré informadas.

Salimos rápidamente y las puertas del despacho se cierran a nuestras espaldas.

Realmente agradezco la comprensión y preocupación del señor Arias, pero no puedo solo sentarme y esperar. La angustia me mataría.

Marcos fue el último en reclamar la habitación bajo el templo, y aunque desconozco el por qué, existe una razón por la cual no quieren que lo sepa.

¿Habrá dejado algo ahí?

No tengo ninguna certeza de si colarme en ese lugar será útil en mi búsqueda, pero si quiero comenzar a desenmarañar este nudo de misterios, es el lugar idóneo para empezar. El simple hecho de que traten de evitarlo me da indicio de que podría encontrar algo útil.

Aunque no sé exactamente que podría ser.

Así que el plan es muy simple: debo averiguar donde se encuentra ese templo y colarme en él. Con suerte, Pedro encontrará a Marcos antes de que eso ocurra y no será necesario. Pero si eso no sucede, no me voy a quedar de brazos cruzados e inmersa en la incertidumbre, con la ansiedad prendida del cuello como una sanguijuela desesperada.

Una chispa se enciende en mi mente, y las comisuras de mi boca se levantan de forma involuntaria.

Sé perfectamente quien podría ayudarme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro