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Tercer acto


La patrulla patinaba por las calles, con la sirena encendida armando un escándalo a su camino. Sam pensaba en todo lo que ocurrió y apretaba la mandíbula, temerosa de todo lo que podría ocurrir desde ahora.
¿El Ghostface que acabó con Kirby era Tara? Se resistía a creerlo. ¿Ese era su plan? Tara verdaderamente había perdido la cabeza.

Luis no pronunció palabra alguna hasta llegar al gimnasio, el lugar donde marcaban las coordenadas. Al entrar, encontraron el cuerpo mutilado de Lola y Luis contuvo una arcada por el impacto. Sam no se inmutó demasiado, necesitaba encontrar que había ocurrido en el sitio.
—¿Dónde están los chicos?

—Ni idea, supongo que ya estuvieron aquí. No creo que hayan matado a esta chica por gusto.

—Pero ¿cómo saber dónde están ahora?

De repente, un grito se oyó desde la parte exterior del gimnasio haciendo que ambos salieran de sitio para ver de quién se trataba. Justo cuando pusieron un pie fuera, una ráfaga de disparos se oyó muy cerca, provocando que ambos salieran corriendo de allí, para refugiarse en las callejuelas y así evitar ser alcanzados por las balas.
Fue allí donde se encontraron con dos Ghostface quienes los atacaron de sorpresa. Luis arremetió su arma contra uno de ellos, alcanzándolo con una bala, provocado que este caiga al suelo. Sam fue la que corrió hasta él para colocarle el pie en el cuello y quitándole la máscara con su mano libre. Un muchacho desconocido con una mueca de dolor se hallaba bajo la máscara.
—No me arrepiento de nada... —dijo el chico rubio con sangre en el labio, producto de su caída—. Todo lo hice por Stab. Será una estupenda película. ¡Larga vida a Stab!

La hija de Loomis apuntó con su pistola la cabeza del chico y se dejó llevar por sus demonios.
—Es una lástima que no serás capaz de ir a verla...

—¡Espera, Sam! —gritó Luis intentando detenerla.

No sirvió, pues Sam accionó el gatillo contra su cráneo, reventándole la cabeza por la fuerza del disparo. La chica observó como terminó con gloria y una sonrisa perturbadora. Luis tuvo que apartar la mirada para no marearse. Allí entonces se dio cuenta del otro Ghostface quien lo espiaba desde las sombras.
Lo persiguió seguido de una ensangrentada Sam. El Ghostface siguió por las callejuelas hasta perderse completamente entre las sombras.
Un nuevo grito femenino los puso nuevamente en alerta y se percataron que provenía del edificio de la casona histórica de Blackmore: Zetta-Omega.

Al oír el grito, cambiaron el rumbo y optaron por seguirlo hacia la casona. Sin embargo, el Ghostface al que perseguían emergió de las sombras y atacó al agente López con su cuchillo a la altura del tórax, inmovilizándolo por completo. Ante la sorpresa, Sam desvió el arma hacia Ghostface y disparó dos veces, fallando ambas.

Con una estupenda agilidad, el enmascarado logró evitar sin problema una bala, pero la otra logró rozarle el hombro provocando que este emitiera un agudo quejido. Uno femenino y cuya voz Sam pudo reconocer.

—Sé que eres tú, Tara... Quítate la máscara —ordenó Sam apuntando al enmascarado con su arma.

En efecto, el Ghostface se quitó la máscara mostrando el rostro de Tara. Ella empuñaba aún con el cuchillo manchado de la sangre de Luis, quien se retorcía de dolor a sus pies.
—Sam, por favor. Espera un momento. Tienes que escucharme...

—No tengo que escuchar nada que salga de tu boca —declaró Sam con el arma temblorosa en sus manos. Su corazón le dolía, ver a su hermana con la túnica y el semblante oscurecido le rasgaba el alma—. Se suponía que yo era la única que tendría el peso de esa túnica. No tú, Tara...

—¿Por qué viniste? —cuestionó Tara de forma arrepentida. Su plan se estaba cayendo a pedazos—. Debiste haberte quedado en el psiquiátrico. ¡Yo iba a regresar por ti!

—¿Y dejar que quiénes amo mueran? Ni hablar.

—Sam, escucha —Tara extendió sus manos para calmar a su hermana. Dejó el cuchillo y la máscara en el suelo para hacerle entender que ella no quería hacerle ningún daño —. Esto es algo necesario. Este culto ha estado tomando fuerza desde hace dos años, Richie y Amber lo crearon y fue continuado por Ethan y Quinn. Ahora ellos lo han tomado y lo ha transformado en una organización de fans desquiciados de Stab. Corríamos demasiados peligros, Sam.

—¿Por eso decidiste unirte a ellos? —cuestionó Sam quitándose de encima a Tara—. Claro, aplicaste la famosa frase: "Si no puedes con ellos, únete a ellos".

—¿No crees que es lo mejor? —explicó Tara al borde de las lágrimas —. Piénsalo, Sam. Ellos sólo quieren acabar con Sidney y Gale. Si usamos las máscaras estaremos en el anonimato y junto a ellos. No seremos sus víctimas si no, parte del culto.

—¿Y convertirnos en asesinas?

—Nuestras manos ya estaban manchadas de sangre de todos modos.

—Ni hablar Tara —masculló una indignada Sam—. Ese culto al que perteneces y quieres que yo me una acabó con la vida de Erin, Kirby y probablemente con la de Danny. No pienso involucrarme en cualquier cosa relacionada a las muertes de quienes fueron importantes para mí. Y eso incluye a Sidney y a Gale. Así que, si así serán las cosas, Tara, tú y yo no tenemos los mismos ideales.

Tara quedó perpleja ante la declaración de Sam. No esperaba que mencionara a Kirby entre los fallecidos. Ella estaba entre quienes le habían prometido que no tocarían. Ni a ella ni sus amigos, sin embargo, la palabra era algo tan frágil, en especial la de alguien quien se atreva a usar la máscara de Ghostface...
—¿Kirby, está muerta?

—¡Pues claro! ¡La apuñalaste en el hospital!

—No, Sam —declaró la chica con voz temblorosa—. Yo jamás le haría eso...

—A estas alturas, te creo capaz de cualquier cosa, Tara... —recalcó cada palabra con asco, provocando que Tara retrocediera y llevara ambas manos a la cabeza—. Lo más probable es que Chad y Mindy también estén en peligro, pues vinieron en tu búsqueda.

—¡¿Qué?!

—Creo que te han engañado a ti también —replicó la mayor decepcionada de Tara—. ¿Creíste ciegamente que ellos no nos harían daño a nosotros los de la nueva generación?

—¡Solo buscaba protegerte, Sam! ¡No esperaba que los chicos vinieran a buscarme!

—¡Todo este tiempo estuvimos preocupados por ti, Tara! ¡¿Y tú que hacías?! ¡Te pusiste a jugar con la máscara de Ghostface! ¡¿Cómo pudiste ser ingenua?! Solo eres una pieza más de este tablero de ajedrez. Pronto morirás al igual que todos aquí. Ese es su objetivo, matarnos a todos y crear la más fantástica y memorable puñetera película de horror de segunda clase —Sam sentía hervirle la sangre y Tara sintió un profundo terror hacia ella, haciéndola retroceder unos pasos. Pareciera una fiera que se iba a abalanzar sobre ella para destrozarle el cuello. A pesar de todo, Tara en el fondo solo quería alejarse del sufrimiento y del legado que ella le había brindado.

Sam suspiró unas tres veces para relajarse y calmar su creciente furia. Luis, quien logró ponerse en pie con dificultad, escuchó todo el diálogo de ambas hermanas. Aguantando el más profundo de los dolores, se apoyó en Sam y con el arma en la mano apuntó a Tara.
—Maldita sociópata. No le creas una palabra, Sam. Ella solo dice eso para que le sientas lástima y no le caiga la justicia.

—Si hubiera querido matarte, lo hubiera hecho. Sólo quise inmovilizarte.

—Y vaya que lo hiciste bien... Maldita sea.

—Tara, estoy segura de que Mindy y Chad también están aquí —declaró Sam—. Les fueron dadas unas coordenadas diciendo que estabas aquí secuestrada y pues ellos vinieron a rescatarte.

A Tara el semblante se le oscureció al oír aquello. Sabía perfectamente quién pudo haber maquinado tan retorcido plan.

—Pero ¿ahora qué hacemos? —cuestionó Luis ahora que conocían el panorama.

Fue Sam quien tomó la iniciativa. Sus demonios y el espíritu de su padre sonreían dentro de ella al conocer su nuevo plan, tan retorcido digno de una Loomis.
—¿Ellos quieren que me una a su culto? Pues que así sea.

Tara, algo preocupada por lo dicho por Sam, sabía que debía añadir el más importante detalle: el saber a quiénes se estaban enfrentando.

—Sam... Hay algo que debes de saber sobre el líder...

...

Sidney, Gale, Chad y Mindy miraban con furia a sus captores, en especial a Alfie Simmons quien se pavoneaba frente a todos grabando con su teléfono los rostros de todos y jugueteando con el modulador de voz de Ghostface haciendo la típica pregunta al teléfono.

Y díganme, ¿cuál es su película de miedo favorita?

—¿Hasta cuándo estaremos aquí? —reclamó Mindy intentando desatarse.

—Hasta que yo decida cuando deben de morir todos ustedes —respondió con voz profunda el chico.

—Todo este teatro para una maldita película —replicó Gale aún adolorida por su reciente herida hecha por ese Ghostface en su casa.

—No sólo una película, también queremos un libro —declaró Alfie esbozando el cuchillo en el cuello de Gale—. Tú podrías ayudarnos con eso, mi querida Gale. La historia definitiva, una que los fans jamás podríamos olvidar. Hazme famoso, como el que pudo acabar con todo el linaje. La nueva y la vieja generación. Yo soy el alfa y el omega, el Ghostface supremo. El máximo en su tipo.

No hubieras hecho eso sin mi ayuda, Simmons...

Desde el fondo de la casona, tres Ghostface emergieron de entre las sombras: dos convencionales y uno con una máscara más antigua, al que todos reconocieron como la máscara de Stu Macher, el primero que atacó a Sidney hace ya más de veinticinco años.
A las dos mayores se les espeluznó el cuerpo al ver a la gran presencia acercarse a ellas. Todos los otros Ghostface esbozaron sus cuchillos a modo de reverencia cuando el líder pasó frente a cada uno.
Fue directamente hacia donde se encontraba Sidney y le forzó la cabeza para que lo mirara fijamente a los ojos. La mujer quiso resistirse, pero le fue inútil. Observó fijamente a la terrorífica máscara de su primer asesino y vio en el fondo, los ojos de la persona tras la máscara, de una forma tan penetrante y psicótica. Muy en el fondo, parecían resplandecer entre la negrura de la máscara.
Hola Sidney... Me da gusto volverte a ver...

—No digo exactamente lo mismo...

¿No les resulta un verdadero encanto?

El líder extrajo un cuchillo de entre su túnica negra, este era más curvo y largo como si se tratara de un cuchillo de ritual. Posó la hoja por el rostro de Sidney esperando que ella reaccionara de horror ante eso, sin embargo, la sobreviviente casi ni se inmutó ante el accionar del enmascarado y continuó apreciándolo sin cambios en su semblante.
Hoy acaba tu historia, mi querida Sidney...

Cuando Ghostface se disponía a clavarle el cuchillo en su espalda, el golpe de las puertas principales alertó a todos los presentes. Todos observaron como dos nuevos Ghostfaces entraban con cuchillos en las manos. Había algo en particular en uno de ellos: cargaba la máscara envejecida de Billy Loomis.

El líder del culto quedó perplejo ante la entrada de sus dos congéneres y volteó para enfrentarse. Hizo un gesto para detener a un Ghostface que quiso arremeterse contra ellos. Sidney y Gale no daban crédito lo que contemplaban. Sus peores pesadillas se estaban haciendo realidad.

Qué poético. Están portando las máscaras de Billy y su madre. Es un placer tenerte dentro de esto, Sam Loomis.

Cuando el líder pronunció su nombre, Sam se quitó la máscara de su padre y lo contempló fijamente. Entonces él se dirigió al Ghostface de menor estatura.

Buen trabajo, Tara. Lograste cumplir tu promesa.

La menor de las Carpenter también se despojó de la máscara de Nancy Loomis y contempló al Ghostface con la máscara de Stu.
—Ya no tiene sentido que sigas usando la máscara. He revelado tu identidad, Amanda.

Todos los capturados se miraron entre ellos. Los únicos que lograron reconocer ese nombre fueron los gemelos, quienes no podían creer que la supuestamente inocente pareja de la primera víctima de Ghostface era quien estaba detrás de todo.

El Ghostface rió con fuerza y señaló a Tara.
Le quitaste toda la diversión al juego, Tara.

El Ghostface se quitó la máscara revelando la poblada cabellera rubia y a una Amanda Plummer con una sonrisa perturbadora.

—¡¿Qué?! —reclamó Mindy al no comprender por qué la persona más random era la causante de todo—. ¡Nada de esto tiene un puto sentido!

—Las cosas que no tienen sentido son las más emocionantes —declaró Amanda acariciando la máscara de Stu Macher y acercándose con lentitud a la silla de la pelinegra —. Pero sabes que es estúpido, buscarles el sentido a las cosas que evidentemente no lo tienen. No te preocupes, Mindy. Déjame explicarte...

Y de repente, Amanda clavó hasta el mango dentro del vientre de Mindy el cuchillo sin quitarle ni un segundo la mirada. Quería ver su rostro agónico y como la vida se le escapaba. Mindy pudo distinguir como la mujer tenía colocados unos lentes de contacto de fantasía color dorado brillante y cargaba colmillos falsos superiores e inferiores, recordándole a los demonios de una de sus películas de horror preferidas: La noche del demonio. Sacó la lengua en rostro de absoluta locura mientras encarnaba el lado curvo más profundo en las entrañas de Mindy.
Sin dudarlo, Amanda Plummer quería causar terror tanto con la máscara puesta como sin ella.

Tara fue la primera en gritar el nombre de la afectada seguida de Chad, quien había entrado en shock al ser el primer espectador del suceso.
Al extraer el arma del cuerpo de Mindy, la psicópata continuó con su relato con absoluta naturalidad, como si no hubiese cometido tal atrocidad hace apenas unos segundos.
—Vine a vengar a mi padre. Mataré a quiénes acabaron con él. Pero antes, me aseguraré de que nos divirtamos mucho...

Alfie fue quien continuó.
—¡¿No es esto acaso poético?! ¡Sin duda esta será la mejor película de Stab jamás hecha! ¡Primero la hermana de la hija de Billy Loomis es raptada, luego la descendiente de Billy es culpada de todo y llevada al psiquiátrico luego de que atacara sumida en la locura a las sobrevivientes originales! Allí decide unirse al culto de Ghostface, organizado por la hija de Stu Macher, quien buscaba venganza. ¡La misma sangre Loomis y Macher acabando al fin con Prescott y Weathers! ¡Qué final más estupendo y genialmente creado! —Alfie estaba cerca del llanto al saber que obtendría lo que su fanatismo deseaba—. El dúo original regresaría bajo la forma de su descendencia...

—¡¿Eres la hija de Stu?! —preguntó Gale algo perturbada por todo lo que estaban envueltas—. ¡Eso es imposible!

—Pues créelo Weathers. Mi nombre real es Amanda Macher—declaró ahora acercándose a Sam quien la contemplaba con ojos furiosos—. Mi querida compañera... No sabes lo tanto que esperé para verte tan de cerca.

Tara contempló como las hijas del dúo original se reunían. Una parte de sí le advertía que el peligro acechaba cada vez más cerca, pero debía de ser paciente. Tenía que esperar al momento justo para atacar, tal como le voló los dientes a Quinn Kirsch con un ladrillo hace un año atrás.
Por otro lado, a Sidney y a Gale les recorrió un escalofrío ver a la descendencia de los dos monstruos que las maldijeron hace veinticinco años atrás, reunida frente a ellas. Su instinto les indicaba que debían de huir lo más pronto posible de ese agujero, antes de que se desate el infierno. ¿Pero cómo?

Mindy ahogaba los quejidos de dolor y se retorcía en su asiento ante la mirada de Chad. El chico no creía que su querida novia estaba con vida, pero tampoco se imaginó que ella sería una verdadera traidora y haber tendido todo este teatro para acabar con su vida.
Tara evitaba a toda costa la mirada decepcionada de quien había sido su pareja. Un enorme sentimiento de culpa le invadía. Era uno de los puntos que tuvo que sacrificar para poder salvar a su hermana, y lo tenía bastante claro. El amor que sentía por Sam era incluso más fuerte que el de Chad.

—No pensé encontrarme con la hija de Macher. Tampoco pensé que ella estaría detrás de toda esta Odisea —dijo Sam con la mirada impasible.

—Tara te ha de haber contado todos los detalles y explicado el acuerdo que tenemos.

—Pero acabas de apuñalar a Mindy —replicó Tara aferrándose a su cuchillo con la adrenalina corriendo por su torrente—. Y eso no era parte del trato...

Amanda entonces se aproximó a la menor de las Carpenter y la contempló de pies a cabeza, llevándole casi una cabeza de diferencia.
—De todos modos, tú ibas a romper dicho trato, Tara. No creas que no sabía lo que ibas a hacer. Quiero que sepas que una vez dentro del culto, no hay manera de escapar...

La chica quedó paralizada al oírle mencionar aquello. ¿Cómo pudo intuir su plan? Sin pensarlo, Tara rompió la formación que tenía con Sam e intentó darle una puñalada a Amanda, fallando en su intento.
Sin embargo, no se esperó que la líder del culto alzara su cuchillo de abajo a arriba, provocándole un profundo corte en el rostro a la altura de su ojo derecho. Tara chilló de dolor y, justo cuando disponía a dar otro golpe de gracia sobre su cabeza, Sam irrumpió con la hoja de su propio cuchillo, haciendo ambos filos hicieran un chirrido espantoso.

—Es una pena que desperdicies tu potencial de esa forma, Sam. Igual, para los fans serás una verdadera villana... —luego dirigiéndose a sus seguidores, señaló a las hermanas Carpenter y a Chad y Mindy—. ¡Mátenlas! ¡Son unas traidoras! ¿Y ellos? Pues no me sirven...

Tara lloraba de dolor y de miedo cuando cuatro Ghostfaces las rodearon, todos con sus cuchillos desenvainados. Alfie Simmons también estaba unido en ese grupo, solo que él cargaba el bate de béisbol que Chad había dejado atrás.
—Tranquilas, lo haremos lento y doloroso. Ya saben, para que siempre nos recuerden...

Sin embargo, el chico no se esperaba recibir un tremendo puñetazo por parte de Chad, tirándolo a un costado y desencajándole la mandíbula. Los otros Ghostface fueron sorprendidos por una ráfaga de disparos provenientes de la parte superior de la casona: Luis López disparó con las pocas balas que le quedaban acabando con uno de ellos e hiriendo a otros dos que lograron escapar.
Al percatarse, vio como Gale y Sidney también estaban libres y llevaban a rastras a la moribunda Mindy.
—¡¿Cómo se liberaron?! —masculló Amanda furiosa—. ¡Malditos idiotas e incompetentes!

Luego de eso se lanzó a perseguir a Sidney y Gale por la casona. Ambas apresuraban el paso mientras le imploraban a Mindy que aguantara. Tara, al percatarse de que necesitaban ayuda, corrió a socorrerlas pese al grito de Sam y Chad.
Se abrió paso por los pasillos sosteniendo su ojo herido con una mano y con la otra aferrada al cuchillo. De repente, fue interrumpida por un Ghostface a quien respondió con un cuchillazo. Sin embargo, este le imploró que se detenga con una voz bastante conocida.
—¿Danny?

El nombrado reveló su identidad a la chica y le pidió que haga silencio.
—¡¿Sigues con vida?! Pensé que estabas muerto.

—Yo también lo llegué a creer. Aun así, no podrás librarte de mí tan fácilmente. Ahora, sígueme. Tengo un plan para terminar de una vez con esto.

—Soy toda oídos...

Entonces el chico se colocó la máscara sobre el rostro haciendo que Tara lo imitara.
—Sígueme...

Y ahora sí, ¡tenemos al tercer y último Ghostface revelado! ¡Amanda Plummer, o mejor dicho Amanda Macher, la hija de Stu, y ha regresado a recobrar venganza! Pues bien, pensé en hacer este capítulo más largo pero decidí cortarlo en la mejor parte. Además, ¿vieron que Danny sigue con vida? No se murió, andaba de parranda (lol? xD)

¿Qué creen que ocurrirá ahora? ¿Creen que saldrán victoriosos o caerán a merced del culto de Ghostface? En el próximo capítulo esperen muchos enfrentamientos, más revelaciones y alguna que otra sorpresa. ¡Se vienen las escenas finales de este fic de Scream y espero estén satisfechos con el desenlace!

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