Prólogo
Solo grita
La decisión de ir a la feria había sido de Daphne y todos habían aceptado con gusto menos Luke. Él mantenía su posición que era muy infantil ir a los juegos mecánicos para unos universitarios e incitaba a sus amigos a ir a tomar alcohol a su casa.
Ya habían repetido tanto ese plan que estaban verdaderamente cansados de lo mismo y lo mismo.
Coney Island fue el destino elegido por el grupo. Jack manejaba, Daphne estaba a cargo de la música, Jenna y Mick se besaban de vez en cuando en el asiento trasero mientras Luke los observaba con desagrado y mantenía su cara de piedra por el plan elegido. Igual no podía hacer nada, la democracia había ganado y ahora era arrastrado por el grupo hacia la feria de Coney Island.
El viaje fue bastante largo, de esos que te hacían hormiguear las piernas. Sin embargo, la emoción de todos de poder ir a la feria más popular y famosa de la cosmopolita Nueva York, ese pedacito de felicidad frente al Atlántico, uno de los barrios más alegres de todo Brooklyn.
A pesar de haber vivido toda su vida en Nueva York, era la primera vez que Jenna, Jack y Mick pisaban Coney Island. Estaban emocionados mirando todo a su alrededor: desde el inmenso malecón de tablas hasta la enorme Wonder Wheel que coronaba el sitio. Era fantástico que desde conservaba ese aire desde hace más de medio siglo.
Daphne y Luke caminaban rezagados del grupo, que pajareaba por todos lados viendo cada detalle del sitio. Luke se mantenía a dos pasos lejos de Daphne, ocultando su creciente vergüenza por hablarle a la chica a su lado, de la cual había estado enamorado desde el primer semestre de la carrera. La bella Daphne, de cabello oscuro intenso rizado y vibrantes ojos azules admiraba las brillantes luces sobre su cabeza mientras daba pasos largos.
—¿Ya habías visitado Coney Island antes, Luke? —fue ella quien decidió iniciar la conversación ante la timidez del muchacho. Muy en el fondo, ella también tenía cierto interés por él, sólo que temía no ser correspondida pese a ser polos totalmente opuestos.
Luke se relamió los labios y pasó sus brazos tras la cabeza, adoptando una pose más relajada para ocultar su nerviosismo y fingir bravura.
—Pues si lo había hecho. Con mi papá, hace ya algún tiempo. Rebeca adoraba este lugar.
Daphne bajó la cabeza avergonzada. No esperaba tocar ese tema delicado para Luke. Bien conocía la historia de su hermana mayor Rebeca, quien había muerto por una sobredosis de heroína dos años atrás.
—Ahora entiendo por qué no querías venir. Lo lamento mucho...
Luke notó el cambio en el comportamiento de ella y prosiguió para que ella no se sintiera incómoda.
—Pues no puedo no admitir que no es algo delicado para mí, pero Coney Island es un lugar hermoso —el chico sonrió y se acercó para comprarle un algodón de azúcar a la chica—. La ciudad cambia y cambia cada año, pero este sitio se mantiene igual, como si el tiempo no pasara por aquí.
La chica agradeció el gesto y comió alegremente su golosina mientras miraba alguna de las atracciones cerradas por temporadas. Del mismo modo, habían notado que los tres chicos que los acompañaban se habían desvanecido en la muchedumbre. Estaban bastante emocionados por recorrer el lugar que se habían olvidado de que eran un grupo de cinco personas y no de tres.
—Vaya, nos abandonaron...
—Probablemente estén trepados en la Wonder Wheel o en el Cyclone. O quizá devorando hot dogs dónde Nathan's.
—No me extrañaría —respondió Daphne riendo. Se mostraba curiosa por las múltiples atracciones clásicas que estaban cerradas, pues la última vez que había visitado la feria había podido entrar—. ¡Ay mierda! No esperaba que estuviera cerrados los Museos de 10 centavos. ¡Moría por volver a verlo por dentro!
Luke observaba los sitios cerrados uno por uno. Los museos estaban cerrados, al igual que el show de fenómenos y algunos juegos de feria clásicos. Sin embargo, al fondo se hallaba abierta la casa del terror y sugirió entrar a ella para entretenerse y quizá acercarse más a la chica.
—¿Qué te parece si vamos a la casa del terror?
—¡Estás loco! ¡No gracias!
—¿Por qué no? ¿Acaso tienes miedo de ir a ver un montón de trucos viejos de terror, máquinas polvosas y alguno que otro idiota disfrazado de monstruo o fantasma? —se burló Luke con una sonrisa ladeada y codeando a la chica que se abrazaba el vientre ocultando su preocupación.
Ella era mucho más reservada y lógica que él, quien era aventurero, extrovertido y burlón. Por eso Luke temía que no compaginaran correctamente y no se atrevía a acercarse de forma natural a ella. Sin embargo, todos sabemos que polos opuestos se atraen por leyes de la física, por lo que Daphne calzaba a la perfección, sin dejar de lado su actitud responsable y maternal.
—¡¿Acaso no sabes del caso de Laura Crane que pasó hace un año?! ¡Un psicópata la apuñaló hasta matarla en un callejón! Usaba una máscara de esas blancas de Halloween. Laura era una gran amiga de Jessie, mi hermana. Supe que la apuñaló tanto que le abrió el estómago —no quiso decir lo último. Le causaba arcadas.
—¿Te refieres a una máscara de Ghostface? ¿El de las películas de Stab?
—¡Exacto! ¡Ese mismo! —exclamó exaltada la chica—. Desde que supe de su caso no he querido meterme en lugares donde puedo encontrarme con gente con máscaras. ¡Así que ni pienso ir a una fiesta de Halloween este año!
—Creo que estás siendo un poco exagerada con esto —opinó el muchacho tomándola por el brazo y encaminándola hacia la fila de la atracción—. ¡Vamos, será divertido! Además, es incontable el número de asesinados en todo Nueva York.
La fachada del sitio se alzaba imponente frente a los jóvenes. De color negro y púrpura con varios monstruos y fantasmas danzantes en su techo, llena de luces estroboscópicas y brillantes. El aspecto antiguo y vintage le daba un toque más aterrador al sitio.
—Pues bueno, yo no quiero formar parte de esa lista —declaró ella con tono muy serio y soltándose de su agarre de forma brusca.
Luke notó que sus acciones no fueron las correctas y enmendó su error disculpándose con ella.
—Está bien. Lo entiendo. ¿Te parece otro lugar?
Ella se alejó asustada y se detuvo frente al enorme salón de los espejos. Tenía un enorme letrero iluminado con rojo y amarillo y le causó gran curiosidad.
El mensaje de Jenna llegó a su teléfono de repente y por un instante, sintió la presencia de algo muy cerca de ella, como si era observada desde lejos.
Al principio fue extraño, pero Daphne decidió ignorarlo y culpar a su paranoia de eso.
Vamos a subirnos al Cyclone. ¿Dónde están?
Creo que vamos a entrar al salón del espejos.
¡Suena genial! ¡Cuando termine la vuelta iremos para allá!
Daphne respondió con unos emojis y guardó su teléfono para volverle a ponerle atención a Luke. Decidió darle otra oportunidad y esperaba que esa vez no la cagara. Realmente sentía atracción por el chico, aunque ella no solo quería basarse en lo físico, también quería una conexión emocional con su futura pareja.
—¿Te parece si entramos aquí? Nunca he entrado aquí. Siempre que he venido a Coney Island encuentro este sitio cerrado y tengo una enorme curiosidad por ver que hay dentro.
—¿El salón de espejos? —dudó el chico rascándose la cabeza—. ¿Qué esperas encontrar aparte de espejos? ¿Un portal a un mundo desconocido?
Solo se ganó una mirada de muerte y que lo dejen atrás por segunda vez. La chica entró con billete en mano a la boletería y ahí el chico entendió que se había comportado como un reverendo idiota otra vez. Siguiéndola dos pasos atrás, Luke compró su entrada y siguió por el camino trazado en medio de la oscuridad del salón. Tenía las manos tras la espalda, avergonzado por su actitud. Solo estaba alejando a Daphne de él. Las cosas sonaban bien en su cabeza, pero tratar con ella resulta más difícil de lo que pensaba.
Como el salón era bastante pequeño, les tocó esperar a que las personas dentro dejaran el sitio para poder entrar. En esa espera, Luke aprovechó para volverle a hablar a Daphne y no quedar como un auténtico idiota.
—¿Así que no te gustan las películas de terror? Pensé que adorabas todos los géneros.
—Pues si me gustan todos los géneros de películas. Aunque el terror deja mucho que desear actualmente. Me quedo con el terror clásico o independiente. Ya no hacen películas como antes, todo es predecible y aburrido. Pareciera que todas las películas las hacen con la misma fórmula.
—Todavía no encuentras una película de terror actual que te sorprenda.
—Así es. Todas son iguales. Me quedo con los documentales de crímenes. Nada más terrorífico que la realidad.
Entonces, el operador de la atracción que también estaba en la boletería escuchó el timbre que indicaba que las personas dentro del salón ya deseaban salir. Los hizo pasar a los dos chicos y abrió la puerta de madera de la atracción la cual abrió con dificultad que chilló de forma inquietante.
El operador les indicó que tenían quince minutos para pasearse por el salón de espejos y que no podían tomarse fotos dentro. Sin embargo, Daphne no planeaba seguir dichas reglas, el sitio tenía un aire tan mágico que necesitaba su foto de Instagram para sentirse como Alicia a través del espejo.
El operador les cerró la puerta y los chicos caminaron siguiendo el sendero iluminado por pequeñas luces a los costados, hasta encontrarse con el laberinto de espejos de diferentes formas y tamaños. Daphne estaba emocionada por la cantidad de espejos: altos, bajos, cóncavo, convexos, con formas, irregulares... Una gran cantidad de ellos que parecía un portal hacia otro mundo. Luke la contemplaba con dulzura, al verla feliz como una niña ante la cantidad de objetos a su alrededor. Sin embargo, el lugar era casi tan oscuro como los pasillos de la casa del terror, era bastante angosto y daba una ligera sensación de claustrofobia.
Para su sorpresa, recibió una llamada entrante. Era de Jack. Probablemente iba a preguntar alguna estupidez como que si ya se había besado con Daphne. Dudó en contestarle, no quería que Daphne alcanzara a oír por el auricular. Sin embargo, contestó de todas formas.
Hola Luke...
No digas ninguna estupidez por favor...
Un ruido muerto se oyó en el auricular. Parecía un leve eco en el fondo. Una voz artificial y gangosa se escuchó en la llamada.
No te preocupes por eso, Luke. Sólo quería saber algo sobre ti.
¿Qué onda con esa voz Jack? ¿Compraste uno de esos moduladores del asesino de Stab en alguna tienda por aquí? Ahora joderás con eso hasta hartarte...
Seré tu peor pesadilla.
Ya eres mi peor pesadilla Luke. Bueno, estoy en un... "asunto". ¿Para qué mierda me llamas?
Quiero jugar un juego...
Te equivocaste de pregunta y de película, idiota. Esa frase es de Saw... En Stab dicen: ¿Cuál es tu película de miedo favorita?
Luke pensaba en colgarle la llamada al idiota de Jack y aprovechar la situación a solas con Daphne en ese lugar tan especial para ella.
Tengo una pregunta mejor...
Me la haces luego. Tengo algo más importante ahora. Ya te imaginarás. Eres un verdadero rompe pelotas.
Y cortó repentinamente la llamada. Se acercó a Daphne por detrás mientras ella se contemplaba en un espejo que la hacía lucir muy delgada, como muchas de esas influencers de cuerpos falsos en todo Instagram.
—¿Luzco como Kim Kardashian? —bromeó ella agitándose el cabello de forma coqueta sin dejar de mirar su reflejo.
Luke sonrió y sacó su lado más dulce para responderle.
—Mejor que ella —susurró tan delicadamente que ella no logró oírlo.
—¿Qué dijiste?
Luke pensó dos veces si repetir lo que había dicho o no. Cuando optó que sí, fue interrumpido por su teléfono. Una llamada de Jack otra vez.
Iba a matarlo cuando se lo vuelva a encontrar...
—¿Por qué no contestas? —preguntó ella con curiosidad.
—Solo es el idiota de Jack.
—¡Deben estar perdidos! ¡Dijeron que iban a buscarnos luego de subirse al Cyclone! No han de saber dónde está este salón. ¡Contéstale! —ordenó molesta Daphne mientras sacaba su teléfono para hacerse una foto. Se puso a configurar los filtros para sacar la foto perfecta.
Mientras tanto, Luke quería ahorcar a Jack en ese instante por cortarle todo y contestó.
¡Juro que voy a matarte apenas te vea Jack!
Mientras Daphne preparaba el ángulo perfecto para su foto, notó algo extraño en el reflejo, muy cerca de Luke. Era una sombra fantasmagórica de máscara blanca...
Lo mismo digo, mi querido Luke...
Daphne volteó rápidamente para ver como Luke era atacado violentamente con un desconocido en el traje de Ghostface, el asesino de la saga de Stab, el mismo traje con que ese loco había matado a Laura Crane. Su mayor temor se estaba haciendo realidad y Ghostface enterraba una y otra vez su arma en la espalda de Luke quien soltó un quejido débil.
De su boca y heridas emergía un mar de sangre y sus ojos estaban petrificados en una expresión de agonía ante ella. Daphne gritó de horror verlo caer inerte frente a ella y luego apreciar la silueta de su asesino apuntando el cuchillo con la sangre del chico hacia ella.
Instintivamente, Daphne empujó a Ghostface contra uno de los espejos para poder escapar de él. Corrió por el laberinto y se estrelló múltiples veces con paisajes sin salidas, confundiendo el sendero con la ilusión de los espejos. Oía los pasos de su agresor tras ella y eso solo aumentaba el pánico y la adrenalina corriendo por sus venas. Un torrente de lágrimas de desesperación había arruinado su maquillaje y ya se había golpeado contra caminos sin salida decenas de veces.
Vio el reflejo de Ghostface en varios de los espejos, pero no supo discernir que era real y que era ilusión. Con cada camino nuevo que quería hallar, encontraba un nuevo final muerto y tenía que regresar sus pasos.
La voz gangosa de Ghostface resonó entre los espejos.
—¿Así que te gustan las películas de terror, Daphne?
—¡Déjame en paz! —suplicó la chica con la espalda contra un espejo mirando todo a su alrededor esperando encontrar el reflejo del fantasma entre el millar de espejos a su alrededor—. ¡Por favor, déjame en paz! ¡No me hagas nada!
—Responde mi pregunta y consideraré matarte sin mucho sufrimiento, maldita zorra. ¿Cuál es tu película de miedo favorita?
—¡Déjame maldita sea! ¡No me hagas nada, te lo ruego!
—Esa no la conozco...
Daphne se comenzó a desesperar y comenzó a pedir auxilio. Para su mala suerte, el operario afuera usaba unos audífonos a muy alto volumen y la casa del terror estaba justo al lado, por lo que sus gritos serían confundidos con gritos de horror de fondo de dicha atracción. La figura de Ghostface poco a poco iba acercándose hacia ella.
Entonces, la chica optó por una medida desesperada al sentirse atrapada. Igual que un ciervo al ver un cristal, se arremetió contra los espejos en un intento de escapar del enmascarado. Decenas de trozos de espejo y mercurio fueron insertados en su piel y la joven cayó al suelo por inercia de su golpe. Cubierta en sangre, se arrastró aguantando el dolor del millar de agujas incrustadas en su cuerpo y rostro.
A lo lejos, logró apreciar entre la pobre luz de los espejos el botón para finalizar la atracción y avisarle al operario. Fue como un brillante atisbo de esperanza.
Ignorando el intenso dolor de sus heridas, Daphne se puso de pie y comenzó a correr a presionar el botón.
Ghostface, con la misma habilidad de un fantasma, apareció entre la oscuridad para agarrarla del cuello con su brazo derecho y clavarle su arma en su pecho a la altura del corazón con el izquierdo. La sangre salió a borbotones de su nueva herida y la chica cayó de bruces a los pies de su asesino. Con las pocas fuerzas que le quedaban y dejando un prominente rastro de sangre en su camino, hizo un intento de estirar el brazo para presionar el botón, pero fue interrumpida por la hoja de Ghostface que se incrustó una, dos, tres y más veces en su espalda hasta que la chica dejó de moverse y pelear y sólo se oía un leve quejido salir de su garganta.
Ghostface la agarró por el cabello y cortó su garganta. Un ataque que desbordaba brutalidad. Y todavía no había acabado...
Mientras tanto, en las afueras del salón de espejos, Jenna y Mick compraban boletos para poder entrar también a la atracción. Jack se había quedado comprando los boletos para los cincos para subirse a la Wonder Wheel, la cual tenía la fila más larga para poder subirse.
El operario les había dicho que una pareja estaba todavía dentro y que todavía tenían seis minutos restantes. Jenna le explicó que eran amigos suyos y que los esperaban dentro, pidiéndole que les deje entrar.
Por unos dólares extra, el operario accedió y los dejó entrar.
Jenna y Mick entraron asombrados por la atracción y llamaron en múltiples ocasiones a sus amigos.
Al no recibir respuesta, ambos se extrañaron.
—¿El operario no había dicho que estaban aquí dentro? —preguntó Jenna.
—Pues sí. Es extraño...
Continuaron llamando a la pareja y separaron caminos para buscar mejor. Mick estuvo perdido unos minutos y fue alertado por los gritos de terror de su compañera que le pusieron los pelos de punta. Siguió el ruido para encontrarse con ella contemplando la más repugnante y macabra escena que había visto. La escena era tan grotesca que Mick terminó vomitando del impacto y Jenna continuó gritando de horror.
Sus dos amigos estaban muertos en el piso. Luke estaba de espaldas con la espalda destrozada bañado en sangre. Daphne, en cambio se hallaba sentada contra un espejo roto, no había globos oculares en sus cuencas, dejando dos vacíos sanguinolentos en su rostro, y tenía la boca abierta en medio de un grito de horror. El espejo a sus espaldas no reflejaba nada, pues estaba bañado en su sangre. Escrito con el mismo líquido, en un espejo contiguo, se hallaba escrita la siguiente frase:
No se puede escapar de mí...
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