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Llamada


Hacía algo de frío mientras la tarde caía. Se sentía dentro del baño de la comisaría haciendo que Sam se encogiera. Entró a lavarse la cara no solo una vez. Estaba alterada, con un nudo potente en la garganta. Nuevamente las ganas de vomitar la aterraron y sentía que el mundo se movía rápido a su alrededor. La luz titilaba alterándola aún más. Su respiración se entrecortó y volvió a mojar su cara. Al mirarse al espejo vio a su padre observándola, con una sonrisa maliciosa en el rostro.

—No estás bien, Sam.

Sam quiso responder de manera sarcástica a tal pregunta estúpida, sin embargo, no tenía las energías para hacerlo.

—No sé qué hacer...

—Bien que lo sabes, Sam.

Sam observó a Billy, enojada. La sensación de deja vu era evidente. Ya había tenido dicha conversación hace ya algún tiempo, durante la primera aparición de Ghostface en su vida.

—Era de esperarse que hasta el Ghostface original repita sus diálogos.

—Sam —Billy se incorporó y se acercó a su hija, llegando hasta su oído para susurrarle—. Te lo advierto desde ahora. Este nuevo Ghostface no será como los anteriores que te has enfrentado.

—¿Tu mente homicida te lo dice?

—Querrás decir nuestra mente criminal —Billy observaba el cabello de Sam y retomaba la mirada a los ojos de ella a través del espejo—. Sabes que algo no anda bien. Y eso te aterra bastante. Te asusta que algo le pase a Tara.

—Jamás esperé que Ghostface secuestre a alguien —declaró Sam bajando la mirada al lavamanos, entristecida—. Y menos a Tara...

—A mí también me sorprendió eso. El Ghostface original jamás haría eso —Billy parecía orgulloso de sus palabras al saber que se refería a sí mismo.

—Pero... ¿Por qué haría eso? —Sam miraba a un punto neutro, identificando las posibilidades.

—Yo diría que busca algo más. Si solo buscara eliminarlas ya hubiera asesinado a Tara hoy.

—Pero, él me lo hubiera dicho ahora que me llamó...

—Creo que sabes bien por qué no te dijo su motivo.

Sam levantó el rostro para encontrarse con el de su padre.

—Sí. Creo que sí lo sospecho.

—El tiempo apremia Sam... La vida de Tara está en juego. Ghostface espera que te unas al tablero.

Sam entonces tomó su teléfono y abrió la bandeja de chats de un nombre conocido: Gale Weathers.

Billy sonrió al ver las acciones de su hija, como un verdadero padre orgulloso.

—Me alegra que hayas crecido, Sam.

Ella no respondió al cumplido de su padre. Estaba enfocada en dejar un único mensaje de advertencia a Gale.

"Ghostface está de vuelta. Ten cuidado, Gale."

Justo cuando iba a colocar lo de Tara, un mensaje de otra persona la interrumpió: su madre.

"Hola Sam. ¿Cómo estás? Llámame pronto. Quiero hablar contigo".

—Tengo que decirle lo de Tara. En realidad, no sé cómo...

Billy parecía preocupado. Suspiró una última vez antes de caminar como si saliera del baño. Sam podía ver su figura en la hilera de espejos. Al llegar al último espejo antes de la puerta, Billy Loomis se detuvo para darle un último consejo a su hija.

—Ya conoces las reglas de este juego, Sam. Ten cuidado con quién hablas y en quién confías...

Y de allí prosiguió su camino hasta desaparecer.

Sam no vio irse a su padre. Sus palabras resonaban en eco en su mente. Sus decisiones eran cruciales para el juego y tenía que hacerlo bien.

Salió del baño y se encontró en la sala de espera a Mindy y a Chad en el sillón listos para marcharse.

Al verla, ambos de pusieron de pie.

—Demoraste un poco —Mindy parecía preocupada.

—Tenía que desahogarme un poco —mintió Sam con naturalidad.

No preguntaron más y se fueron de la comisaría.

Decidieron quedarse en el apartamento nuevo de Sam. Sin embargo, Chad y Mindy fueron antes a su casa para ver sus cosas. Sam quedó en su apartamento primero y se topó con la cara conocida de Danny al llegar.

—¿Noticias? —Danny estaba verdaderamente preocupado.

Antes de contestarle, Sam lo analizó de pies a cabeza. Notó que sus botas estaban enlodadas y su chamarra algo sucia.

—Dejamos la alerta de desaparición y Kirby va a hacer los análisis de laboratorio correspondientes —Sam no quería dejar la oportunidad de preguntar por su apariencia—. ¿Por qué estás tan sucio?

Danny emitió una risilla de vergüenza.

—Ah, esto... Me caí de la motocicleta. Estos días de lluvias han dejado las calles bastantes resbalosas —respondió nervioso.

—Ya veo... —dijo abriendo la puerta del apartamento y entrando con desconfianza.

—Así que, ¿Ghostface otra vez? —Danny quedó en el umbral de la puerta, con las manos en los bolsillos dudoso del actuar de Sam.

—Lamentablemente sí. Hierba mala nunca muere —dijo yendo a la cocina.

Sam se sorprendió al encontrar una repostera con la mitad de unos brownies en el mesón de la cocina. Miró a Danny en busca de respuestas.

—¿Y esto?

—No tengo idea.

Sam los examinó un poco. No se había percatado de ellos por la mañana.

Los pasos de Chad y Mindy se oyeron subir las escaleras, cargando las maletas para quedarse allí.

Mindy entró trastabillando con una pesada maleta gris y de paso dándole un empujón a Danny.

—Con permisito...

Chad la siguió aguantándose la risa por la mofa de su hermana y dejó sus cosas en el mueble.

Danny, de manera socarrona, preguntó a los recién llegados.

—¿Pijamada?

Chad se le adelantó a su hermana.

—Pijamada llamada: Los Cuatrivivientes debe sobrevivir a Ghostface.

—Pero... Falta Tara —murmuró Danny.

A Mindy se le pelaron los cables y arremetió contra Danny.

—Tara no está muerta. ¿Qué insinúas? Todavía sigues en mi lista negra, Machete.

Danny odiaba que le dijeran ese apodo por su típica vestimenta de color negro, con toda la pinta de chico malo.

—Te llamo luego Sam —dijo Danny. No iba a tolerar otro comentario por parte de los Meeks.

—Listo Danny. Estaré al tanto —Sam estaba ocupada contabilizando todos los cuchillos de la cocina.

Danny se fue y Mindy se desparramó sobre el sofá junto a su hermano.

—Nunca ese tipo me ha dado buena espina, Sam.

—Nadie te da buena espina, Mindy —profirió Chad encendiendo el televisor en el canal de noticias, y junto al teléfono convencional esperando encontrar alguna señal de Tara.

—Buen punto —Mindy veía que Sam iba de un lado a otro en la cocina y fue hasta allá. Se percató de los brownies y se robó uno sin que Sam se fijara.

Cuando vio a Mindy comiendo uno de los dulces, se asustó de inmediato.

—¡Mindy! No sé de dónde salieron esos brownies. Estaban aquí cuando llegué.

La chica enseguida escupió el dulce en el fregadero.

Chad al oír el escándalo, tranquilizó a ambas desde el sofá.

—Esos brownies se los regalaron a Tara. Alfie Gunner: un gordito que está perdidamente enamorado de Tara desde que los pusieron en las mismas clases. Siempre le andaba dando esos regalitos.

Mindy maldijo y volvió a agarrar unos de los dulces para metérselo en la boca.

—Ese chico descartado de la lista de sospechosos.

—¿Cómo estás tan segura? —preguntó Sam.

Mindy volteó a ver a Sam haciendo un gesto mostrando que era bastante obvia la respuesta.

—Ese chico no entra en la túnica de Ghostface...

Sam no supo que responderle. Decidió dirigirse a Chad.

—¿Ese chico le daba regalos a tu novia y tú muy tranquilo? —Sam le indignaba la naturalidad con la que Chad había relatado—. ¿No sentías celos?

—Sam —Chad volteó a ver a Sam desde el respaldar del sofá—, la relación que mantengo con tu hermana se basa en la confianza mutua. Yo confío en Tara. No tengo miedo en que ella tenga la idea de cambiarme por un chico que le regala este tipo de detalles. Además, si ella se sintiera confundida, me lo diría para entender mejor la situación— Chad regresó su mirada al televisor, pero continuó hablando—. Además, ya hemos hablado con Alfie sobre eso. Ya los regalos no eran como antes.

—¿No te parece sospechoso?

—¿Que un chico algo inseguro trate de conquistar a una chica muy guapa como Tara, sabiendo que ella tiene novio? No mucho en realidad.

—¿Y el hecho que haya desaparecido?

—Sam. Él fue quien me dijo que Tara no había llegado.

Mindy fue quien habló después.

—Eso no es ninguna garantía. Pudo saber desde un inicio que Tara iba a ser atacada.

—Exacto.

—La lista de sospechosos por ahora no es muy larga —Mindy se colocó en pie para expresar su corto análisis a los dos chicos que se sentaron frente a ella—. Por ahora. Según la cronología de Stab, el siguiente asesino debería actuar solo, así que las probabilidades de atinarle a quien es el culpable son menores.

—Sabes que eso no es seguro. La última vez era tres Ghostface cuando debían ser dos —Chad sostuvo cruzándose de brazos.

—Pero de los tres solo dos usaron la túnica de Ghostface...

—Pero. Mindy igual el detective era malo.

—No te desvíes Mindy —reprendió Sam dando un aplauso para recobrar la atención en el problema principal: la desaparición de Tara.

—El chico Gunner queda descartado por las razones que dije hace rato. Machete está encabezando la lista de sospechosos para mí. Tiene más puntos que el resto de los sospechosos.

Sam alzó una ceja indignada. No estaba de acuerdo con la postura de Mindy.

—¿Quién más está en tu lista?

—Por ahora, solo Danny y... —Mindy suspiró temerosa por lo que iba a contestar—. Tú, Sam.

Sam quedó pasmada ante la sospecha de Mindy.

—¡Yo no le haría nunca daño a Tara! Arriesgué mi vida por ella y juré protegerla. Es insulso que creas eso.

—Sam...

—¡Tara fue raptada por alguien más! —nuevamente la ira comenzaba a apoderarse de Sam—. ¡Quién sabe qué quiere ese malnacido que la secuestró!

Otra vez las ganas de vomitar. Un bombo retumbaba en su cabeza y la luz le molestaba en los ojos.

—¡Sam!

Entonces Sam cayó en cuenta que estaba desequilibrada. Poco a poco, la cordura regresó a su mente.

Lágrimas comenzaron a descender de sus mejillas.

—¿Crees que yo rapté a Tara porque estoy perdiendo la cabeza?

—Sam. No lo aseguro. Pero tampoco lo quito de mis posibilidades...

Ella comenzó a llorar. Adoraba tanto a Tara que pensó que jamás iba a ser capaz de hacerle daño, pero, incluso ni ella misma podía discernir que era real y que no. Ese maldito switch pudo activarse, obligándole a colocarse el legado de su padre sobre sus hombros y rostro: la túnica negra de Ghostface.

—Es demasiado pronto para llegar a conclusiones —declaró Chad con los ojos en su teléfono. Revisaba las redes sociales y foros de Stab por alguna nueva pista—. Necesitamos conocer más a este Ghostface para hacernos una mejor idea.

Mindy le dió un sorbo al café que se había preparado. Tenía una mueca de desagrado pues le había quedado muy amargo.

—No quiero volver a ser el afilador de cuchillos de ese psicópata. Pero, sí. Debo decir que necesitamos que aparezca pronto si queremos encontrar a Tara.

Chad se tensó en el sitio y las manos comenzaron a temblar.

—Chicas... Miren esto.

Les mostró un foro de Stab donde había una foto muy extraña que les heló la sangre: una piel con un corte sangrante. En el pie de foto se leía: Día uno, corte uno.

La foto era de un usuario llamado GhostMaster96 y tenía una máscara de Ghostface manchada en sangre de foto de perfil.

Mindy negaba la posibilidad de que esa foto de tratase de la piel de Tara.

—Debe ser solo un idiota que llama la atención.

—Chad, envíale el enlace de la publicación a Kirby —ordenó Sam de inmediato—. Esperemos que ella pueda rastrear a ese idiota para sacarnos las dudas de encima.

—Y si... —Chad se aferraba la cabeza con las uñas, desesperado —, ¿ese idiota decide torturar a Tara? Un corte con cada día que pasa. Pero ¿por qué? No tiene razón para hacerlo. O verdaderamente es un maldito sádico psicópata.

—No creo que este Ghostface sea como los anteriores, chicos —declaró Sam, seria y segura de la afirmación dada por su padre—. Esta vez será algo muy serio y espero que todo salga bien como las anteriores veces.

—¿Y si es una secta? —Mindy como siempre fantaseaba con las posibilidades.

—Estaríamos jodidos —Chad se rascaba los brazos por la desesperación.

A Sam le sonó el celular de repente y nuevamente todos se paralizaron. La pantalla decía claramente la palabra "Mamá" regresándoles el aliento.

Sam contestó y llamó a su madre. No obtuvo respuesta, se oía una respiración lenta del otro lado.

—S—Sam...

—¿Mamá? ¿Estás bien?

Sam se paró del pánico que la invadía. Chad y Mindy de inmediato supieron que algo no andaba bien y se comunicaron con Kirby y la policía, saliendo a la habitación contigua para evitar levantar sospechas.

—Sam...

—¡¿M—mamá?! —repitió Sam entre sollozos ahogados.

—A—ayúdame, Sam —entonces reconoció la voz. No era su madre.

—¡Tara! ¡¿Tara, estás bien?! —Sam no daba crédito de lo que oía. Era un alivio que todavía seguía viva.

—Sam... No sé dónde estoy. Por favor, sácame de aquí— Tara tenía la voz rasposa, como si no hubiera bebido líquido en todo el día.

—¡Tranquila, Tara! Vamos a sacarte sana y salva de allí.

Nuevamente sonó el auricular de algo encendiéndose sumado a una respiración artificial, muy fuerte y tosca. Se oyó a Tara sollozar y gemir de miedo.

Hola de nuevo, Sam.

—Eres un maldito hijo de puta, ¿lo sabías? —la furia la comenzaba a carcomer—. ¿Qué es lo que quieres? ¿Dónde está mi hermana y por qué tienes el teléfono de mi madre? ¿Qué le hiciste?

Si te digo que despellejé a tu madre hace ya algunos días y dejé su cuerpo tirado un botadero, ¿me creerías?

—Maldito psicópata. ¡Déjame en paz de una maldita vez! Juro que cuando te encuentre, voy a hacer que sufras tanto que me implorarás que te mate. ¡¿Qué es lo que quieres?!

Dulces palabras para mis oídos. Haces buenos honores a tu padre.

Se oyó un sonido metálico y un gemido por parte de Tara.

Quiero acabar con todo lo que amas.

—¡¡¡S—Sam!!! —gritó de dolor Tara.

Entonces la llamada abruptamente se cortó.

Los hermanos Meeks oyeron toda la llamada desde el otro cuarto y sus rostros estaban preocupados.

—La policía iban a rastrear la llamada. Parece que fue hecha desde aquí mismo en Nueva York.

—Mi madre también está en riesgo. Si es que no acabó con ella desde antes.

—O sea la asesina —declaró Chad sin pensarlo, recibiendo una mirada penetrante de Sam y Mindy, mandándolo a callar ante tan loca posibilidad.

Los siguientes minutos pasaron muy lento, llenando de incertidumbre a los chicos de la habitación. La siguiente llamada al teléfono de Sam provenía de Kirby. Contestó rápido. Temía lo peor. Mindy sobaba su espalda para reconfortarla.

—¿Kirby?

—Sam. Lo siento —Kirby guardó una pausa pues un oficial le informaba palabras inentendibles al otro lado de la línea—. No encontramos nada en el sitio. Además, adivina donde estoy. En el maldito altar de los Kirsch. Aquí se hizo esa llamada.

Una mezcla de emociones golpeó a Sam. Al principio temió por su madre, pero al decirle que no habían encontrado nada le pareció extraño.

—¿No hay nadie?

—Estamos en búsqueda de huellas o algo. Una pista, pero...

Hubo una interrupción. Un oficial le había llamado porque había encontrado algo.

—Encontramos el celular de tu madre. Buscaremos huellas o algo. Necesito tu aprobación para hacer un allanamiento de la casa de tu madre.

—Hazlo Kirby. Quiero saber dónde está. Vive en Brooklyn. Ya te paso en un mensaje la dirección exacta.

—Déjalo en mis manos. Iremos para allá enseguida. Envíame la dirección lo más pronto posible —se notaba que Kirby estaba atareada—. Quédense a salvo ustedes. No salgan.

—Entendido Kirby. Confío en ti.

—Sam —se oía voces tras de ella—. ¿Estás armada? ¿O envíos oficiales a tu apartamento?

—No te preocupes. Tengo la protección necesaria.

—Sam, otra cosa —Kirby parecía muy seria en sus palabras—. No olvides de tomarte la medicina. Esto puede ser muy fuerte para ti.

—Un momento, ¿cómo sabes eso?

—Tenía que pedir información a tu médico. Lo siento.

Entonces se despidió y colgó para seguir haciendo su trabajo. Guardó el celular en una funda de pruebas y prosiguió en su búsqueda de más pistas.

Sam se levantó y dejó el teléfono de lado. Fue hasta su clóset y extrajo de su caja fuerte su pistola calibre 32 ante la sorpresa de Chad y Mindy.

—Veo que Tara si pudo guardar el secreto... —bromeó—. Necesitamos protegernos bien de esto.

—No eres la única con esa idea —proclamó Chad sacando un martillo de su maleta. Por otra parte, Mindy sacó un táser de la suya.

Sam sonrió al ver a sus amigos listos para todo. Los tres habían aprendido a sobrevivir a sus circunstancias y eso los mantendría unidos.

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ERIN PETERSON
Edad: 22 años
Kill counts: 0
Peligrosidad: ★

Estudiante del área de ciencias computacionales e ingeniería de la universidad de Blackmore. Extrovertida y divertida, mejor amiga de Alfie. Había un rumor de que estuvo saliendo con Ethan Landry el año pasado y seguía algo asustada por los sucesos. No incitaba a su amigo Alfie con su fascinación por la menor de las Carpenter.

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