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Infernal

-¡Esto termina aquí y ahora! -masculló Amanda colocándose la máscara y cambiando su voz por la de Ghostface-. ¡Este es el fin de ambas!

Sidney, con su típico humor sarcástico, comenzó a mofarse de su enemiga.
-¿Todo este gran espectáculo solo para intentar matarnos? Ya te pasaste de la raya, Amanda.

-¡Quería que esto fuera memorable para mí! ¡Quería que Sam se quede conmigo y seguir nuestro destino! -gruñó la chica quien aún no se convencía de que ese futuro no se haya cumplido-. ¡Hubiéramos dado una gran HISTORIA! ¡Todos conocerían nuestros nombres! ¡QUERÍA QUE FUERA PERFECTO!

-Y te falló el plan... -prosiguió Sam esperando que ella ataque primero.

-Estuve cerca. Bastante cerca de convencerte -rezongó-. Logré convencer a Tara y a todos los chicos que mataste. Todavía podemos hacerlo, Sam. Estamos aquí en medio de las llamas encerrando a Sidney y luego escapamos de aquí, igual que Billy y Stu...

Amanda parecía quebrarse a llorar. Estaba desconsolada, como si le implorara a Sam para que le cumpla su capricho de niña pequeña.
-Eres mi hermana, Sam. Yo te adoro, te admiro... Te amo... -dijo entre sollozos.

Sam entendió que esa mujer frente a ella estaba totalmente desequilibrada. Eso a Sidney la perturbó y miraba de reojo la reacción de la pelinegra. Sam solo contemplaba con asco a Amanda. Espero verla desmoronarse solo para decirle lo que ansiaba.
-Tú y yo no somos Billy y Stu. Jamás lo seremos. Tengo la sangre Loomis en las venas, pero no sus ideales -entonces miró a Sidney y la tomó de la mano-. No atacaré a la persona que se dio cuenta de eso desde un inicio. Así que olvídalo.

Entonces el Ghostface frente a ellas torció su cabeza y sostuvo firmemente el cuchillo dando su ultimátum.
-Si así lo deseas...

Tan rápido como una serpiente, Amanda se abalanzó sobre Sam y ella logró esquivar su ataque por unos centímetros. Sin embargo, Sidney no tuvo tanta suerte, pues después del tajazo y la evasión de Sam, Ghostface cambió la dirección y la golpeó con el mango del cuchillo en las cosillas, inmovilizándola. Sam al notar eso quiso golpear a Amanda, solo ganándose una patada en vientre, lanzándola cerca de unas llamas. Sidney intentó alejarse del encapuchado y buscar algo con que defenderse, pero Amanda la persiguió por el vestíbulo hasta la biblioteca.
Sidney tiró unos libreros en la entrada para hacerle el camino más difícil a Ghostface y un agarre repentino en su tobillo la hizo dar un brinco y gritar de horror. Alfie Simmons, aún con vida, cubierto de sangre, con medio cuerpo consumido por las llamas, hacía un patético esfuerzo para que la sobreviviente de Woodsboro no escapara de la casona. Él levantó la cabeza, como el fuego había consumido la mitad de su rostro dejando ver los tejidos, unos negros y carbonizados y otros todavía palpitantes al rojo vivo. El olor era de esos que jamás podrían olvidar: una mezcla de queroseno, caucho chamuscado y barbacoa dulce. Él quiso pronunciar palabras, pero sólo un chirrido espeluznante salió de su destrozada garganta, producto de la constante inhalación del humo y de la sangre que se había acumulado. Sin embargo, aún bajo todo el sufrimiento, el chico parecía sonreír.

Sidney sintió las uñas del quemado lastimando su piel y, de inmediato, de un potente pisotón y una patada en la cabeza, logró quitárselo de encima. Producto de la sorpresa y la ira, Sidney volvió a patear el cuerpo carbonizado del chico hacia una naciente llama de fuego y este rodó haciendo que su cuerpo comenzara a arder. Con la poca fuerza que le quedaba, Alfie Simmons pegó un alarido desgarrador mientras las llamas consumían su parcialmente quemado cuerpo. Sidney percibió el aroma y observó como el fuego le desprendía la piel de su cuerpo. Fueron apenas unos segundos de agonía hasta que el chico quedó totalmente inmóvil exhalando su último suspiro en medio del crepitar del fuego a su alrededor. Sidney sostuvo una arcada que le fue interrumpida por Ghostface quien trató de clavar su cuchillo, fallando e incrustándolo en la madera de un librero. Sidney se alejó corriendo hacia los dormitorios mientras Ghostface desencajaba el arma de la madera. Cuando se dispuso a seguir a Sidney se sorprendió con un golpe de Sam con ayuda de uno de los barandales rotos. Amanda se quitó la máscara y un hilillo de sangre descendía por un costado de frente. Amanda tocó su herida y al ver su sangre río satisfecha.
-Está vez si le atinaste, Sam. Ese fue tu mejor golpe -declaró Amanda arremetiéndose contra Sam-. Aunque será el último...

Sam pudo quitársela de encima con un zurdazo y evitando la hoja del cuchillo. Parecían dos boxeadoras en medio del octágono de fuego salido del infierno.
De forma emocionada, Amanda parecía disfrutar cada segundo del encuentro, volviendo más salvaje cada golpe desgastando cada vez más a una herida Sam quien intentaba darlo todo en cada golpe.
-Nuestros padres estarían orgullosos de nosotras -dijo Amanda nuevamente jugueteando con su cuchillo ante la cansada Sam.

La chica trató de golpearla nuevamente, pero con mucha menos fuerza que antes. Fue atajada por un golpe de Amanda que la mandó de espalda al suelo. No le dio tiempo a responder pues Amanda la inmovilizó poniéndose sobre ella y levantando su cuchillo frente al rostro de la mayor de las Carpenter.
-O por lo menos, Stu lo estaría de mí -susurró Amanda en victoria.

Sam apretó los dientes y sintió su pecho presionado el peso de su enemiga. Tenía el corazón desbocado y estaba exhausta. Desde su posición y por el olor, pudo percatarse de un cuerpo siendo combustible para las llamas del sitio.
Amanda agarró su quijada para hacer que sólo le viera a ella mientras alzaba su cuchillo y lo clavaba hasta la madera del suelo en su hombro. Sam gritó de dolor tan fuerte que retumbó en toda la casona. Para Amanda eso fue música para sus oídos y desencajó el cuchillo ensangrentado viendo la agonía en los ojos de Sam. Convencida de que su enemiga estaba en un espantoso dolor, Amanda pasó su lengua por la hoja roja del cuchillo, los colmillos falsos y las lentillas amarillas le daban la impresión de ser un verdadero ser infernal sobre Sam.
-Te digo algo Sam, siempre me has parecido fascinante... -declaró Amanda colocando la punta del cuchillo limpio sobre el pecho de Sam-. Desde el día que conocí tu historia, supe que estábamos conectadas como Billy y Stu. Tenía que conocerte, apreciarte y verte en acción. Quería conocer tu lado más retorcido. Sin embargo, sé que tú te reprimes moralmente y que eso solo despierta cuando lastiman a quienes más quieres. Es bastante conmovedor.

-Si no me reprimiera, terminaría igual que tú.

-Ese era mi principal propósito, Sam. Sé que muy en el fondo, se encuentra Sam Loomis, la asesina despiadada hija de Billy Loomis. Y pues mi plan era principalmente eso, provocar que Sam Loomis devore a la débil Sam Carpenter desde dentro y poder tenerte a mi lado...

Con ayuda del cuchillo, Amanda comenzó a cortar la tela de la blusa ensangrentada. Aquello espantó a Sam. No le bastaba con matarla, también quería poseerla en todos los sentidos. Sam lloró con cada centímetro que la hoja rozaba su piel y cortaba su blusa.
Amanda prosiguió con su enfermo monólogo.
-Yo te admiro Sam. Bastante. En serio, deseaba que tú y yo estemos juntas en el asesinato de Sidney. Lo tenía todo planificado. Yo quería que tú le claves el cuchillo en su corazón mientras yo la inmovilizaba con la hoja de mi cuchillo en su garganta. Luego de tu golpe, yo se la abriría con lentitud, disfrutando del trazado de la hoja en su piel. Veríamos como se ahogaba en su propia sangre, nos abrazáramos y besáramos y todos nuestros seguidores nos aplaudirían con orgullo al haber matado al fin a la sobreviviente de Woodsboro...

-Ya veo porque atacaste a Danny -dijo Sam con repugnancia ante su locura-. Estás verdaderamente loca.

Entonces Amanda se acercó peligrosamente a Sam y agarró su quijada con su mano libre.
-Créeme Sam. Si hubiera sido yo quien atacó a Danny, lo hubiera dejado igual que un maldito queso gouda. O quizá tal vez como un rompecabezas. Podría haber explotado mi creatividad -Amanda sonreía mientras acariciaba con el pulgar los labios carnosos de Sam.

Cuando Amanda se disponía de abusar de la pobre Sam, Sidney apareció con un florero de metal y la atacó para posteriormente ayudar a ponerse de pie a la traumatizada y herida Sam. Antes de echar a correr, Sidney se ganó un corte profundo en su talón que la hizo gemir de dolor. Ahora cada paso sería una agonía.
-Me obligas a tomar el rumbo que no quería, Sam -sostuvo Amanda limpiándose la sangre que le impedían la visión-. Tendré que arrancarle el otro ojo a tu querida hermanita. Y eso será luego de que ella presencie la muerte de su noviecito y de Gale, obviamente. Y no te preocupes, no me olvidé de Danny. Esta vez sí dejaré que mi creatividad vuele al matarlo...

Y luego de eso, se quitó el disfraz de Ghostface solo llevándose la máscara y ocultando su cuchillo en sus jeans oscuros y rasgados. También se quitó las lentillas y los colmillos arrojándolos al fuego. Desapareció en la oscuridad, dejando a Sam y Sidney a su suerte.
-Las veré en el infierno a ambas.

Apoyándose la una a la otra, Sam y Sidney salieron de la biblioteca hacia la puerta principal e intentaron abrirla con todas sus fuerzas. Era la única zona que el fuego todavía no alcanzaba. Ambas oían las palabras de Amanda en el fondo.
-Tenemos que salir de aquí si queremos detenerla. No podemos luchar contra ella. Tenemos que advertirles -dijo Sidney dándose cuenta de que estaban en desventaja. Necesitaban más apoyo.
Sam pateó con todo y Sidney golpeó con su cuerpo. Ambas estaban comenzando a desesperarse.

Por el lado de afuera, en las puertas del sótano que abrían hacia el exterior, un muy malherido Luis arrastraba su cuerpo maltratado por el jardín principal de la casona, escapando de tal infierno. Los golpes de auxilio provenientes de la puerta principal hicieron que regresara la mirada hacia el edificio en llamas. Dudó en sí regresar o no, su instinto ansiaba poder sobrevivir. Sin embargo, sus valores como agente y su moral hicieron que regrese sus pasos. Se percató de unas herramientas de jardinería ocultas tras el porche y tomó la pala y unas tijeras de podar.
La puerta era imposible de abrir por fuera o por dentro, pues una gruesa cadena estaba atravesada en sus manijas. Pasó las tijeras por el ojal de la pala y las abrió para colocar el filo en la cadena. La puerta era forzada por dentro ante los esfuerzos de Sam y Sidney por escapar. El agente oyó sus quejidos y como empezaban a toser producto del humo. Oyó una tercera voz en el fondo. Imploraba que su técnica a modo de torque funcione. Entonces, pisó con mucha fuerza la pala para intentar cortar la cadena con las tijeras. Aumentó la presión en ellas y volvió a intentarlo, fallando nuevamente. Entonces gritó para que las chicas detuvieran sus esfuerzos.
-¡Atrás! ¡Deténgase un momento!

Ante el grito de Luis, ellas se detuvieron y el agente volvió a hacer torque en la pala. Alegremente, su plan funcionó y la cadena y la tijera cayeron rotas al piso.
-¡Ahora sí, chicas! ¡Golpéenla!

Sam y Sidney hicieron caso y cargaron a toda velocidad contra la puerta. Esta se abrió de golpe y ambas cayeron al césped, adoloridas. Luis, contento y cansado y al ver que su plan dio resultados, se dejó caer al piso contra la pared aguantando sus heridas.
Sidney fue a ver su estado y el policía dijo que lo dejen allí, tenían que ayudar a los demás.
-Estaré bien, vayan por esa psicópata. ¡Acaben con esto!

Mientras tanto, todo el resto del grupo se ocultaba tras unos setos del jardín trasero. Tara era aguantada por Chad, quien acariciaba su cabeza para calmarla. Gale ya había llamado a la policía y a los bomberos y esperaba su llegada. Maldecía estar en una ciudad con un tráfico tan caótico como Nueva York.
-¡Todavía no salen, Chad! -gemía Tara entre los brazos del chico-. Siento que algo está mal. ¡Déjame ir a ayudarles!

-¡Ya saldrán pronto! Estás muy malherida, Tara.

Era cierto, apenas podía mantenerse en pie y la herida de su ojo era bastante seria. Chad aguantaba la herida de su vientre, aunque ya la conciencia se le estaba poniendo borrosa. Danny estaba de espaldas a la casona observando a la pareja, aguantando el dolor.
Tara fue la primera en notar como la puerta trasera se abrió en par y avisó a los dos chicos y Gale.
-¡Salieron!

La pobre visión de Tara le impedía ver la realidad. Gale fue quién estaba más lúcida y dijo quién era en realidad.
-¡Esa no es ni Sid ni Sam! ¡Es Amanda! ¡Está escapando!

Los tres chicos quedaron petrificados, la asesina no se había percatado que la observaban y comenzó a correr hacia los apartamentos aledaños.
-¡Un momento! ¡¿Dónde están Sidney y Sam?! -gritó aterrada Tara.

-¡No podemos dejarla escapar! -dijo Danny intentando correr tras ella, siendo detenido por Gale.

-Si quieres cometer suicidio, atacándola en ese estado, ve tras ella. Ya viene la policía.

Danny respondió con una mueca y desistió de su idea.
Tara seguía abrazada a Chad y preguntaba una y otra vez por Sam.
-¡¿Por qué todavía no salen?! ¡¿Dónde están?!

Chad intentaba calmarla una y otra vez. La repentina explosión parcial del edificio hizo que todos se tiraran al suelo por el impacto. Las llamas comenzaban a llegar a las instalaciones y se volvía más peligroso estar cerca de allí.
Tara estalló en llanto por Sam. Abrazó el pecho de Chad y se sintió tremendamente culpable y estúpida porque a la final, ella había sido engañada y pivote importante para lo que les ocurría en esos instantes.
-¡¿Por qué tuve que caer en tal estúpido plan, Chad?!

-No es tu culpa, Tara...

Gale observaba pálida la escena. Sabía que nadie sobreviviría a una explosión como esa, y todavía no había rastro de Sidney. Sus emociones eran un manojo de rabia, dolor y tristeza. Su mejor amiga se había ido.
Observó a Tara y Chad con odio y el chico sabía lo que venía, por lo que abrazó más fuerte a su novia.
-¡¿No es su culpa?! ¡¿Por quién crees que Sidney dejó a su familia?! ¡¿Por quién crees que nos jugamos el pellejo desde hace más de una semana?! ¡Todos creíamos que estaban en peligro, Tara! ¡Y tú, ¿¡orquestando este maldito plan con esa psicópata, para qué?! ¡Bajo la idea de que podrían escapar bajo la máscara de Ghostface! ¡No te importamos ni Sidney ni yo! ¡Sólo te importó tu bienestar!

Tara lloró con más fuerza en el pecho de Chad provocando la furia del chico.
-¡No eres la única que ha perdido a alguien, Gale! -la voz de Chad se fue quebrando al recordar lo de Mindy y ahora lo de Sam-. Además, como si tú nunca hubieses cometido errores.

A Gale le molestaron las palabras del joven, pero no se iba a quedar callara.
-Lo sé, Chad. Todavía no comprendo como tú puedes perdonar tan fácil...

Él le dedicó una mirada de odio.
-La vida es bastante corta para guardar rencor hacia los demás. Tú deberías saberlo más que nadie. Sigue el ejemplo de Sidney, quien a pesar de toda la mierda que le lanzaste en el pasado, ella estuvo a tu lado.

-Pero ella no mató a nadie a quien yo quería...

-Tara tampoco. Ella fue tan cruelmente engañada como nosotros. No la demonices tanto, como Sidney lo hizo contigo.

La chica contemplaba con ojos vidriosos a su pareja y una sonrisa deshecha se dibujaba en sus labios. Se fundió en un abrazo con él, guindándose de su cuello y besando cálidamente su mejilla.
Gale se quedó callada, incapaz de responder a eso. Sin embargo, todavía desconfiaba de Tara.
Antes de que se le ocurriera con que refutar, Danny avisó que dos figuras corrían tras la pista de Amanda.
-¡Son Sidney y Sam! ¡Escaparon de la explosión!

Sin embargo, una tercera silueta se acercaba hacia ellos y cayó en medio camino en el suelo. Luis caminaba con la pala a modo de muleta. Todos fueron hasta el sitio y se encontraron con el agente muy malherido y cansado.
Danny estaba desesperado por ir tras Sam.
-No perderé más el tiempo. Necesito ayudar a Sam.

-Iré contigo -dijo una Tara decidida.

Chad también intentó seguirla.
-Te acompaño...

Ella lo frenó e hizo notar la gravedad de sus heridas.
-No estás bien, Chad. Física y psicológicamente. Además, tengo que redimir lo que hice -dijo ella mirando de reojo a Gale quien atendía a Luis evitando su mirada ante la vergüenza que le daban sus pronunciadas palabras.

-Tara. Eres lo único que me queda. No toleraría perderte...

-No lo harás -dijo para luego besarlo en los labios-. Además, yo tampoco me daré el lujo de perder a alguien más y menos a mi hermana.

En el fondo, Tara también sentía unos fuertes deseos de venganza hacia quien la engañó. Le habían visto la cara de idiota y ese era el momento ideal para hacerla pagarla por todo. Agarrando la pala que había dejado Luis de lado, y con Danny de su lado, salieron tras los pasos de Sidney y Sam.

Sam sentía un intenso calor producto del incendio y de la furia que le rodeaba. Sidney corría a su lado con el trozo de tijera de podar a modo de arma. Sam sostenía el suyo tan fuerte que le había causado una ampolla en su mano. Oyeron música a alto volumen en el ambiente. Los universitarios estaban celebrando sin percatarse del infierno desatado en sus alrededores.

-Qué podrida e insensible está la generación actual -rezongó Sidney.

En esa parte de las residencias estudiantiles, la mayoría de las casas estaban desalojadas debido a los altos precios. Sin embargo, allí residían los gemelos Walters, dos de los chicos más populares de Blackmore, protagonistas y organizadores de las mejores fiestas de toda la universidad dentro de su gran residencia. La puerta estaba abierta y se veía luces venir del interior.

-Aquí. Sé que está oculta aquí.

Sé oía un llanto desconsolado. Esperaban encontrar a decenas de personas bebiendo y bailando con poca ropa. Sin embargo, ese no fue el caso. Sólo se encontraron con unos siete chicos alrededor de una mesa con unas cartas de Pokémon desperdigadas. Fue una sorpresa tanto para Amanda como para Sam y Sidney. Encontraron a la rubia colgada del cuello de uno de los Walters, fingiendo ser la víctima.

-¡Allí están! ¡Ellas me atacaron! ¡La psicópata de Sam Carpenter y su cómplice Sidney Prescott! ¡Hizo enloquecer a Sidney y decidieron hacer una matanza masiva satánica! ¡Incluso mató a su propia hermana!

-¿La chica que estaba desaparecida? ¿Tara Carpenter? -preguntó un chico de gruesos lentes poniéndose de pie al ver a las dos mujeres armadas entrar de golpe a la casa.

-Llama a la policía -ordenó un tercero-. Las atraparemos aquí hasta mientras.

Sam, harta de su manipulación repulsiva, trató de hacer entrar en razón a los chicos.
-¡Todo es una maldita mentira! ¡Ella es la que nos atacó!

-¡Esa es Sam Carpenter! ¡Ella mató a dos personas en su natal Woodsboro y hace un año mató a tres más! ¡Lo leí en Twitter hace dos meses! -repitió el mismo chico de lentes alejándose de las mujeres.

-Y esa es Sidney Prescott. La sobreviviente original de los ataques de Woodsboro. ¿Dices que enloqueció? Tiene sentido. Ningún ser humano normal puede aguantar ser atacado más de cinco veces y sobrevivir. Eso está raro... -añadió otro chico.

-Chicos, calmémonos todos. No confíen en ella...

Amanda observaba como su manipulación incidía en la mente inmadura de aquellos jóvenes. Sonreía para sus adentros.
Sam también lo hacía, pero no por los mismos motivos. Veía como su enemiga se desmoronaba como papel.

-Están locas. Los matarán a todos. No lo permitan -insistió a Lucas Walters. El chico hizo señas a su hermano Kevin quien salió rumbo al closet y sacó un arma. Otros dos chicos aparecieron armados con cuchillos-. La policía no será de ayuda. Siempre quedan impunes. ¿No ven lo que pasó hace dos años? Yo sé que Sam es una verdadera asesina...

-No lo soy. Ella está lavándoles el cerebro -dispuso Sam al chico que sostenía la pistola entre sus manos temblorosas-. No se atrevan a creerle a esta maldita perra.

-Chicos -habló Tyrone Ash, un chico de tercer año muy bajito-. Mejor esperemos que la policía resuelva esto.

-Siempre que se sentía darle un balazo a alguien -manifestó Kevin Walters-. Puedo excusarme que fue en defensa propia...

Ante ese comentario, Sidney se mostró tensa y retrocedió un poco. Observó de reojo a Sam, no sabía que hacer o decir ante eso.

Sam extendió las manos como si incitaba al chico a dispararle. Sonreía macabramente, borrando la de Amanda. Tomaba la pose confiada de su padre, por unos instantes, parecía que Sam era poseída por él. Se dejó llevar por su instinto y liberó la frase que cambió el curso de los sucesos.
-Venga, dispara. Le cumplirás su deseo, pero no su sed de sangre. Ella oculta también un cuchillo...

Eso hizo que la desconfianza absoluta se plantara en la casa. Lucas Walters observó temeroso a Amanda y no se imaginó lo que ocurriría después. La chica clavó su cuchillo directamente en su tráquea frente al horror de su hermano, no dando chance a que le apuntara con su arma. La sangre emanó a borbotones, salpicando hasta la pared de la sala. Abrió su garganta hacia arriba y tiró el cuerpo hacia otro chico quien chilló de horror y angustia. Posteriormente arremetió contra Kevin y le dio tres cuchilladas seguidas en el pecho para arrebatarle el arma. Sam y Sidney sabían que ese era el momento de que los roles se invertían y debían de escapar. Salieron de la casa para ocultarse en las cercanías.
Los otros universitarios intentaron hacer lo mismo. Dos que estaban más cerca de la puerta fueron frenados con una bala certera en sus cráneos. Luego de eso, guardó el arma de fuego para después. Con el cuchillo atacó a un chico quien se mantuvo en shock sobre el sofá desde la primera muerte. Amanda le arrebató el cuchillo de cocina con el que la intentó atacar e hizo dos cortes a modo de T, de forma simultánea y similar a los que realizan los médicos forenses durante una autopsia. El chico gritaba de dolor mientras veía como ella cortaba su piel y músculos. Lo dejó allí agonizando y fue tras los dos restantes quienes patéticamente se ocultaban en los dormitorios traseros. El primero lo sorprendió en el baño de huéspedes y lo agarró por el cabello para arremeter su cabeza contra el lavamanos mientras el chico suplicaba por su vida. Su llanto se fue apagando mientras avanzaban los golpes. No sólo eso, con cada golpe, el baño de azulejos impecables quedaba cada vez más salpicado de sangre y materia gris en una escena tan grotesca digna de las peores pesadillas.
La última víctima, el chico de lentes, traumatizado por lo que había contemplado en el baño, intentó huir hacia el dormitorio donde fue perseguido por Amanda y le disparó por la espalda, dejándolo caer en el filo de la cama. El chico de bruces e intentó arrastrarse inútilmente hacia la puerta trasera, siendo detenido por Amanda, quien se postró sobre su espalda y lo inmovilizó. El chico suplicaba por su vida y ella agarró de la mesita de noche un encendedor y una cajetilla de cigarrillos que casualmente se hallaban entre otras pertenencias. Encendió un cigarrillo y dio una profunda calada, alargando la desesperación del muchacho. Él no veía a su agresora sobre su espalda, pero oyó como accionaba el encendedor por un período prolongado, confundiéndolo totalmente. Ya había prendido el cigarrillo, ¿para qué accionaba el encendedor nuevamente? La incertidumbre hizo que se retorciera en su sitio, pese al balazo incrustado en sus pulmones. Había comenzado a toser sangre debido al ataque.
De repente un agónico dolor pasó por su espalda. Una sensación de quemazón fue lo primero que sintió y luego se le adormecieron lo músculos de la espalda. Ella rasgó y rasgó la piel ante la agonía del joven. Sin embargo, la escena fue poco sangrienta en el momento, producto de la hoja calentada por el encendedor, la cual pasaba por la piel cauterizando los vasos sanguíneos. Aquello permitiría que la víctima se mantuviera más tiempo con vida, mientras ella continuaba su macabro accionar.
Con el cigarrillo en su boca, Amanda cortó la espalda, primero piel, luego músculos hasta llegar a los huesos y los pulmones. Su afición por la lectura le había llevado a conocer esa brutal forma de asesinar que tenían las culturas nórdicas antiguas. El muchacho emitía un sonido similar al de un motor quemado, y lloraba llamando a su madre.
Se retorció de dolor cuando ella metió su mano en su tórax y extrajo la bala manualmente.
-Esto tiene un leve parecido a lo que hacemos en el quirófano...

Con ayuda de unas medias de uno de los cajones, lo amarró por las muñecas al cabezal de la cama. Todavía seguía con vida, y la veía con horror mientras su cuerpo temblaba en estado de shock.
-Eso te enseñará para que en tu siguiente vida no creas todo lo que lees en línea... -declaró para dejar a su representación de las "Alas de sangre" morir allí atada.

Cambió su arma blanca por la de fuego y salió de la carnicería dentro de esa casa. Estaba atenta a cualquier movimiento a su alrededor. Los papeles estaban invertidos de nuevo, aunque sabía que debía de actuar rápido, pues la policía pronto llegaría a escena.
De repente, vio a Tara y Danny aparecer por el callejón y ambos fueron recibidos por disparos. Los chicos lograron escapar con las justas. Ante el horror de Sam y Sidney, vieron como Amanda corrió hacia ellos con el arma y fueron a seguirla.
Tara corría más rápido y no se percató que a medio camino se había quedado Danny. Un disparo le había alcanzado en el muslo y le había hecho caer al suelo. Tras ellos, Amanda apuntó hacia Tara. El chico le hizo una seña que se alejara, pues ya no había nada que hacer. Habían aparecido en el momento menos oportuno y habían ganado las consecuencias.
Su victimaria se paró sobre un agonizante Danny mientras aún apuntaba a Tara con el arma.
-¿Hasta cuándo nos harás sufrir? -imploró la menor de las Carpenter-. ¡¿No puedes dejarnos en paz?!

-Cuando los mate a todos, estarán en paz. Se los prometo...

Entonces apuntó a Danny quien alzó las manos levemente y sonrió acabado. Ya todo había terminado para él. Amanda terminó su cigarrillo y esperó a que Sam apareciera por la esquina del callejón. Quería ver su rostro. Quería verla quebrarse. Necesitaba ver esa faceta de ella...

Y cuando Sam puso un pie en la esquina y divisó a su novio a los pies de Amanda con el cañón de una pistola, soltó en un grito el nombre del chico. Él sólo sonreía al verla. Estaba muy alegre de haber compartido con ella, a pesar de todo lo que había sufrido. Había tenido una buena vida.
Amanda disparó a quemarropa y Tara y Sam gritaron al unísono. Sidney, quien apareció tras Sam, desvío la mirada al ver la escena.
En los segundos en que Amanda disfrutó de su matanza, Tara la atacó con la pala y la agresora pudo evitar el mortal ataque dirigido a su cabeza, pero el golpe hizo que el arma saliera despedida. Cuando Tara, envuelta en furia, quiso volver a atacar con la pala, se ganó un tajazo con el cuchillo, haciéndola retroceder de dolor.
Sidney se desplegó a buscar la pistola y Sam corrió a ayudar a Tara. Las dos hermanas salieron huyendo del sitio y Sidney, con la pistola en la mano corrió a esconderse entre los callejones.
Ya en un lugar seguro, revisó las balas del arma. Solo quedaba dos en el cartucho. Maldijo y se quejó por sus heridas. Guardó silencio, pues su asesina estaba cerca.
Sam y Tara se hallaban en las mismas circunstancias. Ya no podían enfrentarse con fuerza bruta a ella. Tampoco podían llorar tranquilas el duelo. Debían idear un plan. Y Tara lo tenía. Era la que mejor conocía las instalaciones de la universidad. Y conocía un buen lugar donde podrían acabar con ella.

-Atráela a la fuente principal del campus. Tengo una idea que acabará con esa psicópata -declaró Tara a su hermana quien estaba horrorizada de la capacidad de este nuevo Ghostface-. Convéncela y entretenla. Ella no quiere matarte.

-Ya me di cuenta lo jodidamente obsesionada que está conmigo, Tara -se quejó en susurro Sam-. ¿Qué plan tienes en mente?

-Confía en mí, Sam. No te defraudaré otra vez.

-Ve, confío en ti y en tu plan -Sam había tomado desde antes su decisión, sin importarle las consecuencias.

Por otro lado, Sidney preparó su tiro y cuando salió de su escondite en búsqueda de su blanco, quedó confundida al ver como Sam corría perseguida por Amanda alejándola del sitio de muerte.
-¿Qué diablos sucede? Pensé que la atraería aquí para darle un último tiro -estaba indignada por la repentina mala decisión de Sam-. Espero que tu plan funcione mejor. Estoy bastante cansada de todo esto...

Y prosiguió a seguirle los pasos a Sam a paso más lento, sus heridas estaban comenzando a pasarle factura.

¡Hola chicos! ¿Recuerdan que dije que podría romper mi récord con respecto al capítulo más largo que he escrito para este Fanfic? ¡Pues lo acabo de hacer! ¿Será que el siguiente será igual o más largo?
¿Qué opinan de la pelea entre el fuego? Y ahora, ¿qué creen que sea el plan de Tara? Uy dios, me emociona el desenlace. Y pues sí, F en el chat por Danny. Otro más a la lista, pido perdón.

¿Qué opinan de Amanda? Sí, es uno de los personajes más desquiciados que he escrito. Está verdaderamente obsesionada con Sam. En todos los sentidos...

Bueno, dejen sus opiniones en los comentarios, los leeré y responderé todos. Los leo en el siguiente capítulo.

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