El linaje
En los túneles había un olor cuproso y húmedo proveniente de las paredes. A Sidney se le vinieron recuerdos del primer ataque que sufrió en su juventud a manos de su desquiciado novio y su mejor amigo. Era el olor similar a antigüedad que despedía la casa de los Macher.
Y ahora, parecía haber regresado veinte años en el tiempo, nuevamente se encontraba encerrada con el Ghostface de Stu Macher y, aunque parecía estar de su lado, el Ghostface de Billy Loomis se hallaba hombro a hombro.
El grupo corrió al lado contrario, ocultándose entre los pasillos. Sin embargo, el ataque repentino de Alfred Simmons los hizo separar de sus caminos. Gale y Sidney huyeron por la derecha siendo perseguidas por Alfie mientras que Danny y Sam corrieron a la izquierda, llegando a un callejón sin salida. Al voltear, se encontraron con la imponente figura del Ghostface del linaje Macher. Amanda se quitó la máscara y la dejó de lado para contemplar mejor a sus presas, ambas cansadas y heridas.
—Pudimos haber sido un gran equipo, Sam —reprochó Amanda acercándose a pasos lentos.
Danny se interpuso con su cuerpo entre su novia y la atacante poniendo a prueba la paciencia de Danny. Indicándole que se alejara de Sam con la punta de su cuchillo, Danny quiso negarse en un segundo al quedarse totalmente quieto. Sam imploró que le obedezca mientras Danny soltaba unas lágrimas al alejarse de ella. Separaron sus manos y se alejó de ambas mujeres. El cuarto estaba vacío y mugriento, no había nada con que la pueda atacar.
Amanda, quien leyó las intenciones del chico arremetió con uno de sus cuchillos en su pecho y Danny cayó al piso retorciéndose de dolor. Sam indicó que se detuviera y Amanda se acercó peligrosamente a ella, colocando la hoja cerca de su rostro y jugueteando, dándole vueltas.
—Hagamos algo, querida socia —dijo en voz melosa y somnolienta—. Matemos a Sidney Prescott y Gale Weathers juntas y lo dejaré vivir. Quédate conmigo, sigamos el linaje de nuestros padres. ¡Cumplamos su sueño!
—¡No, Sam! —dijo Danny con dificultad. Sin embargo, en el momento en que pronunció sus palabras, Amanda acercó el otro cuchillo al vientre de Sam, conociendo las intenciones de decirle la verdad a la chica acerca de que Mindy se había sacrificado por todos.
—¡Piénsalo, Sam! Tara te lo explicó también, ¿no es cierto? —dijo Amanda eufórica y delirante—. Las matamos, las tres nos ponemos la máscara y todos tus problemas se habrán terminado. Podrás desaparecer del mapa junto a Tara. Además, ningún Ghostface se atreverá a atacarte más. Será el fin de tu historia.
—¿Una historia en que me convierto en la asesina final? Prefiero vivir atormentada por otros que por mi propia mente.
—¿Acaso escuchas lo que mencionas? —burló la hija de Stu—. Sé lo atormentada que estás. Oyes a tu padre Billy todos los días. Él VIVE en ti. Su sangre pide venganza todos los días y lo sé porque yo también lo siento. Mi padre también lo hace. Lo he visto desde que descubrí quien era.
—¿Por qué debería creer que tú eres la hija de Macher?
—Como tú, también me enteré de improvisto. Sé tú historia, Samantha Carpenter. Pero debo decir que tu historia es más alegre que la mía. Mi madre huyó a Fresno luego de los ataques, jamás imaginándose que estaba embarazada. Al nacer, me abandonó y me dejó en el orfanato de Fresno. La vida allí es más hostil de lo que te imaginas. Los niños son crueles con los otros y allí jamás conoces el amor ni la comprensión. Debo decir que desde pequeña sentí pasión por la medicina, hacía autopsias en animales muertos en un inicio y luego capturaba otros para abrirlos y descubrir su interior. Me parecía fascinante. A varias cuidadoras les repugna a, pero una de ellas me sugirió estudiar para convertirme en médico y así lo hice. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que estaba incompleta y decidí indagar en quienes eran mis padres. Cuando cumplí diecinueve me reencontré con mi madre y ella me rechazó de la manera más cruel que te imaginas. Ella me dijo que era un demonio igual que mi padre. Es gracioso que lo haya mencionado, maldita zorra. Acabé con ella esa tarde. Esa fue la primera vez que papá me habló oído y yo simplemente obedecí. Le destrocé el cráneo con un martillo y créeme, se sintió estupendo.
—Maldita psicópata... —dijo Sam pegando su espalda a la pared.
—Luego de eso escuché más a Stu, mi padre. Fue haciéndose más frecuente y entonces supe que él jamás me iba a abandonar. Indagué acerca de todo lo ocurrido en el transcurso de estos veinte años, todo el legado que mi padre y el tuyo dejaron. Toda esa bola de imitadores, nadie se compara con los originales.
Antes de seguir relatando un golpe tras ellas las sorprendió. Alfie amenazaba con un pistola a Gale y Sidney, ambas con las manos atadas. Otro Ghostface enmascarado apareció tras ellos y Amanda rezongó para sus adentros.
—No me digas que esa es Heather...
—Pues sí, tarde como siempre —replicó Alfie a la recién llegada quien se quitó la máscara revelando su identidad.
La llamada Heather estaba un poco nerviosa y magullada. Nunca había pertenecido a un grupo como ese, pero estaba segura de que ayudaría en lo que más pudiera a sus jefes.
—Pero en el momento justo —dijo ella dándole una patada a Sidney lanzándola a los pies de Amanda—. Esta perra sí que sabe golpear.
Sidney, atada de manos cayó de bruces y ahí se notó que tenía el labio reventado, producto de la pelea a puños que había mantenido con Heather momentos antes.
—¡¿Cuántos de ustedes son?! —preguntó asustada Sam mirando con furia a Amanda.
—Muchos. Y pronto seremos más... —entonces le tendió uno de sus cuchillos a Sam y señaló a Sidney con el otro—. Ahora, acaba con ella. Hazle honor a tu padre.
Sam vio a su alrededor: Danny estaba tirado en el piso con una herida en el pecho. Gale estaba con el cuchillo de Heather en el cuello. Sidney, amarrada en el centro del sitio. No había rastro de Chad, Mindy ni Tara.
—¡¿Dónde están mi hermana y mis amigos?!
—Probablemente muertos todos —dijo Sidney intentándose poner de pie.
—¡Sam, no confíes en ella! —reclamó Gale siendo ahogada por la chica.
Sam tomó el arma que le fue ofrecida y su atacante la liberó. Amanda estaba estupefacta por su decisión y sonreía con mucha satisfacción.
—Se lo prometí a Tara, Sam. Prometí que no atacaría a ninguno de sus amigos. Están arriba. Ella los está protegiendo.
—¡No le creas! ¡Ella mató a Mindy! —gritó Sidney con la poca saliva que le quedaba. Le quemaba la garganta y los golpes que le habían dado la tenían acabada. Ya no era tan ágil como antes.
—¿Me viste hacerlo, Sidney? Yo solo los vi a esos tres —refiriéndose a Danny, Gale y Sidney—, huyendo para salvarse ellos mismos, dejando a la pobre Mindy a su suerte.
—La atacaste previamente... —pronunció Sam observándola de reojo sin creerle ni una palabra.
—Nada grave, soy médico. Sé dónde golpear para que sea un ataque fulminante o uno controlable.
Sam dudó de todo nuevamente. Nuevamente, la visión de Billy apareció tras la espalda de Sidney. Usaba su camiseta ensangrentada y ahora tenía su máscara entre las manos, contemplándola.
—Ya es hora, Sam... Sé que puedes hacerlo...
Sam entonces ignoró el ruido a su alrededor: las palabras falsas de Amanda, los gritos de angustia de Sidney y Gale y como Heather aplaudía mientras grababa con su celular el momento que tanto ansiaba. Alfie no daba crédito a lo que observaba. Su más retorcido deseo se iba a cumplir frente a él.
Billy, parado frente a ella miró al cuchillo entre las manos de su hija y luego regresó a sus ojos.
—Confía en tu instinto y sólo así saldrás de aquí. No te precipites...
Sam entonces comprendió que las visiones de su padre no eran ciertas, sólo eran jugarretas de su propia mente. No era las visiones de él lo que la corrompía, era ella misma. Él le diría lo que ella espera oír. En esos críticos momentos, ella necesitaba oír un consejo para escapar de ese hueco donde estaban atrapados. Así que solo necesitaba sus palabras para continuar.
Billy la miro con esa sádica sonrisa que lo caracterizaba y su hija lo imitó mientras aferraba el cuchillo sobre la cabeza de Sidney. Sabía perfectamente que hacer.
—Aquí no, Amanda... —declaró Sam regresando a ver a la gran Ghostface que arrugaba la frente al haberla sacado de sus casillas.
—¿A qué te refieres?
Los otros dos miembros del culto rezongaron molestos y reclamaron el porqué de su detención.
Sam explicó su razón y era más que importante.
—Si voy a hacer esto para el culto, quiero que todos lo vean, en la biblioteca.
—¡Hazlo ya! —masculló Heather apretando el cuello de Gale con el arma haciendo que suelte un leve chillido.
Con un movimiento ávido de su mano, Amanda ordenó que se detuviera. Había un atisbo de desconfianza de sus ojos cuando analizaba a Sam a su lado. La miraba hacia abajo escudriñando cualquier estrategia que planteara. Sin embargo, era imposible poder escapar de la casona así que Amanda se confió de su plan y dejó que Sam prosiguiera.
—¡Quiero que enciendan las cámaras! ¡Que esto se transmita en vivo!
Alfie y Heather brincaron de alegría con una Gale totalmente confundida entre ellos.
—¡Es una estupenda idea, Sam! ¡Así todos en el foro podrán ver nuestra gran hazaña y querrán unirse al culto! ¡Nos volveremos más fuertes! —gritó con entusiasmo el gordito yendo a recoger a Danny y obligándolo a ponerse de pie para que comience a caminar a la biblioteca.
Amanda, algo disgustada, ejerció su autoridad proclamando un llamado a sus subordinados.
—¡¿Acaso yo lo he permitido?!
—Pero Amanda, piénsalo. Tendremos más adeptos si logramos el cometido. Además, se cumplirá tu deseo de matar al cast original con Sam —explicó Heather de forma emocionada y saltando en su sitio.
—¡Sí! ¡Y todos lo podrán ver en vivo! —añadió Alfie tomando de la camisa a Danny.
Amanda no lo había visto de esa forma. Todos verían su grandiosa hazaña y quedaría para la posteridad.
Sam a su lado estaba decidida y había agarrado a Sidney por los cabellos. La final girl original imploró nuevamente por su vida y Sam la ignoró completamente. Entonces Amanda supo que pregunta hacerle para poder tomar su decisión.
—Dime quién eres... —ordenó Amanda colocándose la máscara ensangrentada de su padre sobre su rostro.
Sam extrajo de su túnica la máscara de padre y la contempló por unos segundos, sintiendo la textura vieja bajo sus dedos. Al alzar nuevamente la mirada hacia el Ghostface de Amanda, divisó a su padre sonriendo malévolamente e indicándole que tome su decisión.
Sam, ante el espanto de Sidney, Gale y Danny, proclamó las palabras que sus atacantes ansiaba oír:
—Yo soy Sam Loomis, la hija de Billy Loomis, el Ghostface original —declaró eso con voz de ultratumba mientras se colocaba la máscara de su padre.
Alfie y Heather vitorearon a sus espaldas y cargaron a Gale y Danny con los cuchillos en sus espaldas. Sam hizo que Sidney se levantara y la llevó por los caminos laberínticos del subterráneo. Culminando la columna, Amanda no le quitaba los ojos de encima a Sam. Sin embargo, Sam no pudo discernir si era de desconfianza hacia ella o de profundo respeto. No se atrevía a regresar la mirada.
Luis, oculto entre la oscuridad de los túneles sin hacer algún ruido, los vio pasar en tropel. Sosteniendo su herida sangrante, continuó en búsqueda de la salida alternativa antes de sucumbir a sus heridas o que otro Ghostface lo encuentre.
La biblioteca y el vestíbulo se hallaban en profundo silencio. Las figuras demoníacas que decoraban el tumbado eran las únicas que los observaban. Alfie al llegar inició las operaciones de las cámaras y volvió a agradecer las acciones de Erin. Sin ella nada de eso podría haberse hecho realidad: Las llamadas con el modulador de voz imitando la de Tara y la de Ghostface, era grandioso lo que un poco de inteligencia artificial podía hacer en la actualidad.
Dejando todo listo, Alfie le lanzó el control de los aparatos a Heather desde el piso superior y apuntó el lente de la cámara a Sam y Sidney. Arrodillaron a Gale a lado de su compañera, ambas con lágrimas en sus ojos.
—No pensé que así acabaría todo, Sid —declaró Gale apoyando su cabeza en el hombro de su amiga.
—Yo tampoco, Gale —respondió Sidney con lágrimas rodando por sus mejillas—. Y ni siquiera pude despedirme de ellas ni de Marcus.
Recordó los momentos felices que le habían dado su esposo y sus hijas. Imploraba al cielo que por favor le permitan salir con vida nuevamente para poder abrazarlos de nuevo y poderles decir que su madre estaba bien. No debió haber viajado a Nueva York, pero su propio instinto maternal y hospitalario le había dicho para ir a ayudar a las Carpenter y sus amigos.
Aun así, todo había resultado un enorme fiasco al enterarse de que ambas hermanas habían perdido la cabeza y maldijo ese deseo de ayuda que tuvo cuando decidió abandonar su hogar para viajar a la Gran Manzana.
—Todo listo, Amanda. Estamos grabando en vivo. En 3, 2... —y Alfie hizo la seña de comienzo.
La susodicha activó el modulador de voz de su máscara y Sam la imitó.
—Hola, Sidney. Hola, Gale... —dijo ella esbozando el cuchillo en sus rostros—. Las he traído aquí para finalizar de manera poética esto. Saluden a sus seguidores.
Alfie llevo una cámara portátil hasta los rostros de las atacadas. Heather rió como psicótica mientras agarraba de la camisa a Danny. Amanda alzó su cuchillo sobre la cabeza de Gale y declaró con voz fuerte y emocionada.
—¡Esta noche, Sidney Prescott y Gale Weathers morirán bajo el filo de mi cuchillo y nuestra leyenda será memorable! —entonces se sacó la máscara revelando su identidad a la cámara —. Yo, Amanda Macher, primogénita de Stu Macher y mi hermana, Sam Loomis acabaremos con su vida.
Amanda observó a Sam quien continuaba con su máscara puesta viendo a los ojos de Sidney. Le extrañó que ella no le estaba siguiendo el juego y la incitó a continuar. Sam actuó entonces sorpresivamente de manera tan veloz que nadie lo esperaba. Clavó el arma en el vientre de Amanda, quien se retorció de dolor y fue arrojada lejos del sitio. Acto seguido, frente a la sorpresa de los otros dos Ghostface, liberó a Sidney de sus ataduras con el cuchillo y ella a su vez liberó a Gale.
—Mi nombre no es Sam Loomis... —dijo ella bajo el modulador de voz de Ghostface.
Entonces Sidney fue atacada por Alfie a puño limpio. Danny, al ver que sus amigos se habían levantado, golpeó con un cabezazo a Heather y se liberó de su agarre corriendo, indicando a las chicas la salida hacia el vestíbulo.
Amanda, poniéndose de pie pese a su herida, rió severamente al verlos alejarse al vestíbulo.
—No creo que quieras ir allí, Sam...
Ignorando la advertencia de la psicópata, el grupo corrió ignorando el camino al salón principal y vio un gran rastro de sangre hacia la salida.
Heather se recuperó fácil de su golpe y corrió a seguir al grupo, pero Alfie se le dificultó pararse luego del golpe de Sidney. La sangre le bañaba la ropa de los ataques anteriores y ya estaba bastante débil.
—Ya no puedo más... —dijo a su líder—. Me estoy muriendo. Me duele.
Amanda lo observó retorcerse en su sitio. Sin embargo, sólo sonrió y lo dejó allí, a su suerte para proseguir con lo que deseaba.
—¡Corran! ¡Rápido! —gritó Gale encabezando al grupo.
En la cola iba Sam arrastrando el pesado cuerpo de Danny quien cada segundo iba más lento. Sidney y Gale forcejearon puertas y ventanas, pero no hallaron nada libre.
—Un segundo, ¿Dónde están Tara y Chad? —preguntó de repente Sam a las dos mujeres—. ¿Y Mindy?
—Al igual que ustedes lo harán, todos ellos murieron aquí. A Chad lo usé para afilar mi cuchillo antes de atacarlos, Mindy perdió la cabeza luego de verme, y hablo de manera literal —bromeó Amanda apareciendo frente al grupo y jugueteando nuevamente con su arma, demostrando su inestabilidad mental—. Y Tara, ay la pobre Tara... No la pudiste salvar. Probablemente se le rompieron varias vértebras ante tal estrepitosa y poética caída. Quizá algunos órganos también...
—Sam... Espera —murmuró Danny en el oído de su novia—. Solo quiere provocarte para que sus ayudantes nos ataquen. Están ocultos entre las sombras. Los siento.
—Eres patética, Sam. No eres fuerte. Y tampoco lo fue tu padre... Tu sangre es débil, no como la mía que perduró en el tiempo.
—No hables de fortalezas. Stu está igual de muerto que Billy Loomis —reclamó una valiente Sidney alejándose del grupo para desviar la atención de la psicópata—. A tu padre le freí las neuronas que le quedaban con un maldito televisor, ¿lo olvidas?
Amanda destilaba rabia de la mirada hacia Sidney.
—¡Silencio, maldita perra! ¡Mi padre está vivo! ¡Yo lo he visto!
Sidney se puso al lado de Sam y Danny y les susurró a ambos.
—Váyanse con Gale. Busquen a Chad y Tara. Yo la distraeré.
—No voy a dejarte sola Sid. Te la debo, ¿recuerdas? —aseguró Sam de forma decidida—. Además, creo que Chad y Tara siguen aquí en algún sitio.
Luego, dándole un beso en la mejilla a Danny, le dijo que fuera con Gale y se ponga a buen resguardo.
—Huye de aquí. Ya has pasado por mucho.
—Vive, Sam. Termina con esto y vive conmigo —susurró Danny al abrazarla. Luego siguió a Gale cojeando con dificultad.
Había un olor fuerte en el ambiente y la primera en notarlo fue Sidney. Le era bastante familiar. Gale también se sintió mareada por él.
Amanda, falsamente conmovida por la escena frente a ella, dio unos lentos aplausos en modo de burla.
—Una escena digna de un Oscar a mejor drama barato. Una pena que no saldrá nadie vivo de aquí.
—La única que no saldrá viva de aquí eres tú —respondió Sam apretando los dientes—. ¡Voy a llevarte al infierno donde está tu padre!
Entonces Amanda soltó una carcajada que hizo vibrar todo el salón principal y su sonrisa por primera vez fue borrada de su rostro para mostrar el semblante más sombrío y retorcido. Era como si su expresividad se hubiese desconectado.
—El mismo infierno donde reside el tuyo —dijo seriamente la chica y extrajo un pequeño objeto de su túnica. Un objeto color amarillo brillante.
Entonces Sidney reconoció el olor del ambiente al ver el objeto en la mano de Amanda: un pequeño encendedor.
—¡¿Qué te parece si vamos todos a visitarlos?! —dijo Amanda con el modulador de la máscara de Ghostface antes de lanzar el objeto hacia las escaleras de madera del salón principal.
De inmediato, el queroseno echado en el suelo ardió como pira a espaldas de Amanda y fue consumiendo el suelo de madera del sitio. Ella sonreía con la locura desbordante y saboreando el horror que despedían las caras de Sidney y Sam.
El camino trazado en el piso donde yacía el queroseno encendió varios puntos de la casona. Una lengua de fuego llenó la biblioteca, el comedor principal, el vestíbulo y parte de los anexos encementados de la casona. La parte original de madera de la casona comenzó a arder casi de inmediato y el fuego fue extendiéndose poco a poco por el suelo y las paredes.
Heather apareció de repente a atacar a Danny y Gale. Ella había sido quien derramó el líquido en los sitios estratégicos de la casona. Al inicio ese era el plan para eliminar toda evidencia y dejar todo quemado como el final más dramático que se pueda dar. Al encontrarse Amanda toda acorralada, optó por el plan final antes de tiempo.
Cuando el olor a quemado llegó a las fosas nasales de la chica ella se paralizó de horror y dejó de atacar. No esperaba que Amanda le prendiera fuego a la casona con ellas aún dentro.
Aterrorizada, optó por abandonar todo y escapar del sitio por su cuenta.
—¡Vamos, sigámosla! ¡Debe conocer la salida! —dijo Gale a Danny y siguiendo sus pasos.
En efecto, la salida era por una de las puertas metálicas en los costados de la casona en los anexos nuevos de cemento, las cuales sólo tenían llaves los miembros de la antigua fraternidad. Gale lo había mencionado antes, si no había llave era imposible escapar.
Sin embargo, Heather vio que la seguían justo antes de que abriera la puerta. Alzó su cuchillo y amenazó a ambos. Gale notó como la mano de la chica temblaba a medida que veía como las llamas crecían a sus alrededores.
—No pienso dejarlos escapar conmigo. ¡Aléjense de mí! —dijo propinándole un tajazo a Gale quien retrocedió en el momento justo, apenas llevándose un rasguño en el hombro.
—¡Espera! ¡Detente! ¡Déjanos huir!
La chica temblaba. Estaba en shock y no quería morir entre las llamas o por el humo inhalado.
—Ni lo piensen...
Gale, harta de ser buena persona y con la paciencia al límite, decidió agarrar un trozo de madera que cayó muy cerca, con la paciencia agotada.
—Si no nos piensas ayudar, te quitaré esas malditas llaves.
—Ven y arráncalas de mi cadáver, Weathers —desafió la chica arremetiendo con su cuchillo a la madera de Gale.
A modo de escudo y garrote, Gale se enfrentó con la chica, pero era muy superada en agilidad y fuerza. Danny intentó ayudarle, pero desistió por lo débil que se encontraba.
Cuando Heather quiso apuñalar a Gale directo al cráneo, apareció Chad derribándola hacia el suelo con el peso de su cuerpo. Oculta entre unos viejos estantes, Tara la esperaba agazapada, armada con una estaca de madera puntiaguda la cual clavó por la espalda a la chica quien por la fuerza del derribo de Chad fue atravesada por la madera.
Su sangre bañó a ambos y se alejaron para verla sucumbir a su mortal herida. Heather observó con agonía a sus atacantes que contemplaban cansados como ella se desangraba por el enorme agujero que atravesaba su cuerpo. Al cabo de unos segundos, luego de escupir y respirar sangre, la chica murió frente a ellos.
Gale contempló horrorizada a la pareja cubierta de sangre: propia y ajena. Tenían los rostros pálidos y cansados y múltiples heridas en todo su cuerpo. Aun así, debían de continuar.
Chad arrancó las llaves de las manos de la chica y se las dio a Gale.
—Larguémonos de este maldito infierno...
Gale de inmediato abrió la puerta metálica
Tara, ignorando las palabras de Chad, trató de regresar hasta el salón principal donde estaban su hermana y Sidney. Sin embargo, unas vigas llameantes que cayeron muy cerca de ella le impidieron el paso. Además, el agarre en su brazo por parte de Chad la detuvo.
—Esto pronto se va a derrumbar. ¡Debemos salir de aquí!
—¡¿Pero y Sam y Sidney?! —preguntó Tara alterada.
Gale, antes de poner un pie fuera del infierno que era su antigua casona universitaria, reconfortó a la menor de las Carpenter con una aseveración bastante cierta y de la cual ella estaba bastante segura:
—Tranquila, estás hablando de Sidney Prescott y Sam Carpenter. Esas perras ganarán esta maldita pelea como siempre lo han hecho.
Tara solo sonrió y asintió. En efecto, eso era bastante cierto...
¡Hola a todos! Este verdaderamente es el capítulo más largo que he escrito hasta ahora, por eso la demora. Además no saben cuantas versiones hubo de esto. Veremos si en los próximos capítulos puedo superar este récord. Tuve que reescribirlo algunas veces para que quede perfecto. Obviamente debía de ser un gran final, así que todo es grande, sangriento y violento. Tal como a Ghostface le gusta.
El próximo capítulo veremos a Amanda vs Sidney y Sam. ¡La batalla final! ¡y en medio de las llamas! Esperen lo inesperado. ¿Qué creen que pase?
Y pues si, la última frase de Gale a Tara es bastante cierta, ¿no creen?
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